Reg.n. 1377. fol.
139. 8 dic. 1340. Al muy alto et muy
noble don Alfonso por la gracia de Dios rey de
Castiella de Leon de Toledo de Gallicia de Sevilla de
Cordova de Murcia de Jahen del
Algarbe et senyor de Molina don Pedro por esa mesma
gracia rey de Aragon etc. salut como a rey que
tenemos en lugar de hermano a quien mucho amamos et preciamos
et de quien mucho fiamos et pora quien querriamos
mucha hondra et buena ventura et tanta vida et salut
como paranosmesmo.Reyfazemosvos
saber en como recibiemos unas letras en las quales
nos faziades saber la victoria et la honor et la
gloria que nuestro senyor Dios vos havia querido dar del
enemigo malo de la nuestra fe catholica et de la cruz de
nuestro senyor Jesucristo et de las sus gentes perfidas
et malvadas: de la qual cosa somos seydo nos et todas nuestras
gentes muy alegres et pagados et facemos por ende a nuestro senyor
Dios lohor et gracias del bien et la merce que vos ha
querido fazer en darvosla su ayuda et la suvictoria. Porque vos rogamos rey quanto podemos que
toda hora que avinente vos sera nos querades significar
el buen estamiento de vuestra
persona et de vuestros afferes et de las gentes que con vos
son a servicio de Dios qual cosa es de lo que nos
tomaremos plazer en nos et grant alegria. Dada
en Barcelona VIII dias andados del mes de diziembre
en el anyo de nuestro Senyor de mil trescientos et
quaranta. - Eximinus Garcia mandato domini regis
(1).
(1) Después de la más
detenida y escrupulosa investigación para el hallazgo de la carta
que el monarca castellano escribió al aragonés,
participándole la victoria del Salado, de cuya dirección
y recibo no puede dudarse según el contenido de su
contestación, tenemos el sentimiento de no poder continuar en este
apéndice, por no haberle hallado en este archivo general,
un documento tan interesante cual sería
este, para desvanecer, después de cinco siglos del hecho,
algunas dudas a que ha dado margen la misma
exageración con que le refieren los más
clásicos historiadores. El exacto P. Mariana fija su
ocurrencia al lunes 30 de octubre del año 1340, y los
historiadores árabes del señorConde le
refieren al lunes 7 de la luna Giumada
del año 741 de su hegira;
pero es muy reparable que el Ceremonioso
monarca aragonés no correspondiese la finura o política
castellana con la debida enhorabuena hasta después de pasados 38
díasde el en que se dio la
batalla, en época precisamente en que tantas galeras y otras
navescastellanas y catalanas cruzaban
continuamente el Mediterráneo desde el estrecho de Tarifa
a los puertos de Valencia y Barcelona, donde residía
entonces el rey don Pedro de Aragón, según la data de
la misma carta que hemos transcrito.
XVII. Reg. 2252, fol. 93. Se
halla entre los documentos de 1409.
Memorial de ço que per
part del senyor rey deu dir al sanct pare en Francesch Martorellcambrer del dit senyor. - Primerament apres la recomendacio
acostumada dara al sanct pare la letra de creença quel dit senyor li
tramet per virtut de la qual li dira les coses seguents. - Bernardus
secretarius. - Ço es quel dit senyor ha novellament reebut una
letra que mossen Francesch Daranda li ha tramesa
ab que li ha fet saber lo procehiment quels cardenals e anticardenals
qui son en Pisa han fet contra ell de que lo dit senyor ha haut gran
desplaer e quel supplica que de totes novitats quels dits cardenals
faran lo vulla soven certificar. - Bernardus secretarius. -
Noresmenys li dira que al dit senyor appar si a la sua santedat sera
ben vist faedor quel dit sant pare degues trametre a dir a ses
ambaxadors qui son en Pisa que ells degen mostrar e notificar
a tots los missatgers del emperador reys e daltres grans princeps e
de comunitats e universitats la offerta quel dit sanct pare ha
feta als dits cardenalsanticardenals e concili:
e si per mostrar aquesta offerta los dessus dits tornaven a loch lo
mal e errada que han feta be staria e si perseveraven en lur
iniquitat apparia al dit senyor rey que en aquest cas lo dit sanct
pare la notificas ab letres sues e per persones certes a tots los
reys e princeps de cristians per tal que poguessen clarament veure
que no esta per ell mas per los dessus dits qui obcegats per lur iniquitat han procedit contra justicia e bona equitat. - REX MARTINUS
- Dominus rex mandavit michi - Bernardo Medici (1).
(1) En la
mayor parte de cartas que los monarcas de Aragón
dirigían o recibían de otros personajes (de cuya originalidad no
puede dudarse), observamos la costumbre de no espresar
su data mas que el lugar, día y mes en que fueron escritas,
suprimiendo el año con un etc., sin duda por considerar que se
recibirían en el que entonces corría. En el siglo 14.° no era
conocida aun la institución de correos generales, y solía ser el
portador de las cartas reales un enviado o persona más o menos
caracterizada, que por lo general venía espresada y
recomendada en las mismas, con facultades para enterar y tratar del
asunto de su misión. Algunas veces ni siquiera le indica el testo
de la credencial, como ni tampoco el nombre del monarca a quien iba
dirigida; de modo que es menester acudir a mil rodeos, a veces
infructuosos, para venir en conocimiento del año, del asunto o del
monarca a quienes se refiere la carta. Don Pedro el Ceremonioso
fue el primer rey de Aragón que estableció el número de
veinte hombres de los más andarines con título de correos de su
corte, como puede verse en el registro de las Ordinacions de la casa
real de Aragó. núm, 1529, fol. 97.
Colección
de documentos inéditos del archivo general de la Corona de
Aragón, publicada de Real Orden por el archivero mayor D. Próspero de Bofarull y Mascaró.
Tomo IV.
Procesos
de las antiguas cortes y parlamentos de Cataluña, Aragón y
Valencia, custodiados en el archivo general de la corona de
aragón, y publicados por Real Orden por el archivero mayor D. Próspero de Bofarull y Mascaró. Tomo IV. Barcelona. En el
establecimiento litográfico y tipográfico de D. José Eusebio Monfort. 1849.
/Ortografía actualizada en los textos
escritos por Bofarull/
Documentos relativos a la unión del
condado de Barcelona con el reino de Aragón, al gobierno y casa real
de sus monarcas, institución y régimen de sus municipalidades, y
celebración de sus cortes.
Introducción.
Después
de publicados en la primera serie de la Colección general de
documentos inéditos de este Archivo todos los que hemos juzgado
conducentes para ilustrar el gran negocio de los parlamentos de
Cataluña, Aragón y Valencia, y del Compromiso de Caspe, desde los
últimos años del reinado de don Martín de Aragón, hasta los
primeros de la nueva dinastía del electo don Fernando de Antequera,
infante de Castilla, y muerte de su antagonista, el conde de Urgel,
don Jaime el desdichado, daremos a luz en esta segunda serie otros
monumentos históricos, que pueden servir, en nuestro concepto, a los
escritores públicos para esclarecer las instituciones políticas de
los Estados de que se componía esta corona, y
particularmente sus antiguas cortes, objeto principal de
nuestro propósito, a tenor de las Reales disposiciones. Y como
para formar la verdadera idea de estos congresos o cuerpos
legislativos, que convocaba y presidía el monarca, con asistencia
del clero, nobleza y pueblo de los respectivos reinos,
sea indispensable tenerla anticipada del tiempo y modo como estos se
unieron y engrandecieron, hasta llegar a su apogeo en los siglos
medios, a beneficio de tratados y conquistas, y de sus
buenas instituciones políticas, tanto reales como
municipales; dividiremos la materia en cuatro partes,
insertando en cada una de ellas, a la letra y por su orden
cronológico, documentos que más puedan ilustrarla.
En la
1.a, bajo el epígrafe: unión del Condado de Barcelona
con el reino de Aragón, presentaremos todos los documentos
interesantes y curiosos que custodia este Archivo, referentes a la
época, y enlace del conde de Barcelona don Ramón Berenguer IV con
doña Petronila de Aragón, hija de don Ramiro el monje, desde el
testamento del conde don Ramón Berenguer III en 1131, hasta la
abdicación de la reina a favor de su hijo don Alfonso el Casto en
1173, después de la muerte del padre; pues no cabe duda que a esta
dichosa unión, y al poderío, talentos, política, relaciones y
victorias de este esclarecido conde, debió la España Oriental su
completa restauración cerca de tres siglos antes que la Occidental,
en tiempo de los Reyes Católicos. En efecto, con la mayor
representación y fuerza que adquirieron entonces estos reinos, y las
rápidas y simultáneas conquistas de todas las plazas fuertes de las
márgenes del Cinca, Segre y Ebro, y especialmente de las de Fraga,
Lérida, Mequinenza y Tortosa, hasla el puerto de los Alfaques, abrió
este conde a su magnánimo bisnieto don Jaime I los mares para la
conquista de Mallorca, y las puertas del reino de Valencia hasta más
allá de la ciudad de Murcia, donde tuvo que hacer alto, acaso por no
violar los tratados que mediaban con sus deudos, los reyes de
Castilla, o por otras razones que pueden dilucidarse con el examen de
su crónica y con el de los documentos del reinado de este gran
monarca, que a su vez figurarán en esta misma Colección. En la
2.a parte, bajo el epígrafe: Gobierno y Casa Real de los
monarcas de Aragón, daremos a luz otros muchos documentos,
bastantes, en nuestro concepto, para dar a conocer la forma de
gobierno, tanto público como doméstico, de estos soberanos
en los siglos medios, en que la perfeccionó el talento y perspicacia
de don Pedro IV de Aragón con tantas y tan acertadas
ordenaciones, estatutos y reglamentos políticos,
militares y de etiqueta, que con razón le merecieron el singular
dictado de Ceremonioso,
con que se le distinguió en su tiempo; y cuando ya sus estados
se estendian no solo a la porción de península española que
tocara a estos monarcas en sus repartimientos con los de Castilla, si
que también a diferentes puntos de Asia, África e Italia; y
mientras sus numerosas escuadras señoreaban el Mediterráneo, y las
barras de Aragón ondeaban desde la antigua Bizanzio,
hasta las columnas de Hércules, como puede verse en nuestros
más clásicos historiadores, y particularmente en las Memorias
sobre la marina, comercio y artes de la antigua ciudad de Barcelona
del erudito e infatigable investigador don Antonio Campmany. En
la 3.a parte, y bajo el epígrafe: Municipalidades,
publicaremos en seguida y con el mismo orden algunos privilegios,
estatutos y reglamentos que los monarcas de Aragón,
descendientes del conde don Ramón Berenguer IV y de la reina
doña Petronila, fueron concediendo parcial y progresivamente,
después de sus gloriosas conquistas, a las ciudades, villas y
lugares de sus dominios, para erección y régimen de los cuerpos de
la administración civil y económica, con denominación de paheres,
conselleres, jurados o cónsules de los comunes,
luego que el cúmulo de negocios que les ocasionó la vasta estension
de Estados, la mayor cultura de sus súbditos, el aumento de
vecindario en las poblaciones antiguas y en las que de nuevo
se fundaron, y finalmente el acrecentamiento de la agricultura, artes
y comercio, les precisaron a ceder o confiar a los mismos pueblos su
gobierno interior, y a despojarse de una regalía que habían
ejercido desde los primeros siglos de la restauración, por sí solos
o por el corto número de sus oficiales reales, sin intervención
alguna del pueblo, sino cuando el soberano autorizaba las juntas o
reunión de los padres de familia para tratar de los asuntos
comunales que les interesaban. Con tan sabias y adelantadas
instituciones municipales y con el estímulo de privilegios,
libertades, cartas-pueblas y otras mercedes,
lograron con el tiempo aquellos previsores monarcas encender el
patriotismo y captarse el amor y adhesión de los pueblos, que a
competencia les facilitaron sumas inmensas, en cuotas de frutos y
otras voluntarias imposiciones, para su reincorporación a la Corona,
y a fin de cubrir los grandes gastos que necesitaron hacer para el
feliz éxito de sus continuas espediciones y empresas. Entretanto las
más señaladas ciudades, villas y lugares merecieron en recompensa
de estos servicios el inestimable privilegio de sentarse en los
escaños de las cortes, donde, con denominación de
Brazo Real y al pie del mismo trono, le defendieron más
de una vez de los ataques del feudalismo. En la 4.a
y última parte de la serie, y con el epígrafe: Cortes, daremos
finalmente un sucinto estracto del formulario de los procesos
de la clase que custodia este Archivo, insertando en sus respectivos
lugares, al pie de la letra, todos los documentos que consideraremos
interesantes y dignos del examen de los literatos que gusten
dedicarse a esclarecer una institución tan acatada, como poco
controvertida, ya sea por las circunstancias de los tiempos pasados,
o ya por no haberse formado hasta los presentes una compilación de
actas de aquellos célebres congresos, que han sido en todos tiempos
y hasta nuestros días el paladion
de los españoles en los grandes apuros del Estado. Si la
irreparable pérdida de los archivos de Zaragoza en los
gloriosos pero asoladores sitios que sostuvo aquella heroica
ciudad, durante la alevosa guerra de la Independencia, no lo
imposibilitara, el ilustrado gobierno de S. M. se aprovecharía de
aquella malograda riqueza, reuniendo a la compilación de este
Archivo que damos a luz, los muchos procesos y escrituras de la misma
cuerda que, según Blancas y otros sabios escritores, existían
en aquellos preciosos depósitos, con lo cual se completaría esta
colección y quedarían enteramente satisfechos los deseos de la
Reina N. S. (q. D. g.); pero ya que esta medida sea irrealizable,
podrán aprovecharse otros muchos procesos de las cortes de estos
reinos de Aragón, que se hallan diseminados en los archivos de
Simancas, Valencia, Tarragona y otras poblaciones, y darán materia
para algún apéndice. Debemos advertir, que, aunque Carbonell,
Peguera, Zurita, Blancas, Diago, Marca, el malogrado don Pablo Piferrer y otros escritores hayan dado noticia y copias de documentos
de este Archivo, sobre las mismas cuestiones que principalmente nos
proponemos ilustrar en esta segunda serie de la Colección general;
no por esto dejaremos de continuar en ella todos los que existen en
este depósito de fé pública, sin reparar en que uno ú otro
haya sido publicado aisladamente por los citados escritores; pues a
más de ciertas variantes que hemos notado en alguna de sus copias,
nos obliga a no omitir las nuestras la poderosa consideración de que
no todos los aficionados que acudan a esta Colección general para
ilustrarse tendrán a mano las obras de los citados escritores. Sin
embargo, como en estas se encuentran también diferentes copias de
escrituras sacadas de otros archivos, que no existen en éste, y son
al mismo tiempo muy necesarias para ampliación de las pruebas
históricas que pueden necesitarse, no debe descuidarse su detenido
examen. Con esta serie de documentos, y otros muchos de igual
clase que en casos particulares podrá facilitar este Archivo a las
personas que los necesiten, creemos que tendrán los escritores
públicos suficientes pruebas para ilustrar la constitución política
de los diferentes Estados de que se componía la antigua Corona de Aragón en los siglos medios, y para la aclaración de otros puntos
históricos que de ellos se desprenden, y son igualmente objeto de
esta Colección. unión condado Barcelona reino Aragón
165. LAS PRIMERAS ARMAS DE JAIME I
(SIGLO XIII. ALCORISA)
Pelegrín de Atrocillo, influyente
noble de la corte del rey Jaime I el Conquistador, acababa de casarse
con la joven Sancha López, hija de don Lope de Albero, que era señor
de la villa de Alcorisa en nombre y representación de la orden
calatrava. Don Pelegrín, con motivo de la boda, recibió de su suegro, además de otros bienes
menores, la citada villa, que, según estipularon entre ambos,
devolvería a don Lope si Sancha moría sin sucesión. Reinó el
sosiego y la concordia en el seno de ambas familias, hasta que un
suceso extraordinario vino a perturbarlos.
Corría más o menos el año 1220
cuando don Lope fue atacado vil y súbitamente en su castillo de
Albero Alto, en la actual provincia de Huesca, por Rodrigo de Lizana,
que le hizo su prisionero, a la vez que vejaba a los habitantes
cristianos y moros de la villa.
Pelegrín de Atrocillo, apoyado por su
hermano Gil, se desplazó rápidamente a la ciudad de Zaragoza para
tratar de defender a su suegro ante el propio rey Jaime I, que apenas
contaba entonces doce años de edad. Ante la narración de lo
sucedido y enojado por ello, el joven monarcano sólo facultó a
Pelegrín de Atrocillo para oponerse con las armas a Rodrigo de Lizana, sino que él mismo, sin dilación de tiempo, se vistió la
armaduray empuñó la espadapor vez primera, poniéndose al frente
de la hueste organizada contra aquél, de modo que sus primeras armas
en batalla las hizo y las veló en el asedio y posterior toma del
importante castillo de Albero Alto, que acabó rindiéndose a las
tropas del rey dos días después.
Tras apoderarse del castillo de Albero
y todavía con el joven monarca a la cabeza, prosiguió luego la
hueste hasta alcanzar los muros del pueblo de Lizana, feudo de don
Rodrigo, donde entraron tras abrir brecha en ellos y rescataron del
forzado cautiverio a don Lope de Albero.
El gesto de Jaime I puso desde entonces
a los Albero y Atrocillo de manera incondicional a su favor por el
resto de sus días, encontrando en ambas familias un apoyo leal y
constante.
COFRADE DE LA VIRGEN DE LOS ÁNGELES
(SIGLO XIII. ALBENTOSA)
Una vez reconquistada la aldea de
Albentosa por las huestes del rey aragonés Jaime I el Conquistador,
en pleno siglo XIII, el lugar, situado en el límite con las tierras
levantinas, fue repoblado por cristianos llegados del reino adentro
para poner en explotación sus tierras situadas a casi mil metros de
altitud.
Transcurridos algunos años desde aquel
memorable día de la conquista, el rey volvió a pasar por Albentosa,
ciertamente hambriento y cansado, acompañado tan sólo por un puñado
de escogidos guerreros. El pueblo, situado como tantos otros en la
falda del monte, estaba desierto cuando entró el rey en él,
encontrando en sus calles tan sólo a un niño al que Jaime I le
preguntó dónde estaban los demás vecinos. Respondió el muchacho
que todos estaban en el castillo, hacia el cual dirigió el monarca
su montura siendo seguido a cierta distancia por sus acompañantes.
Conforme se iban acercando a las
murallas del alcázar, se oían más nítidamente la algarabía y el
bullicio del interior. Desde la puerta, pudo observar el rey que se
estaba preparando una apetitosa y abundante comida, circunstancia que
aún provocó más a su estómago desfallecido. Ante sus insistentes
llamadas, acudió a la puerta una mujer anciana que no reconoció en
el caballero al monarca y, sin mediar palabra alguna por parte de
éste, le dijo que nadie que no fuera cofrade de la virgen de los
Ángeles podía entrar aquel día en el castillo, ni siquiera el rey,
a no ser que se hiciera miembro de la cofradía.
Jaime I, tras aquella información tan
escueta y tajante, preguntó a la anciana qué era necesario para ser
admitido como cofrade, pues él estaba dispuesto a hacerse,
respondiéndole la mujer que bastaba con pagar una pequeña cuota y
tener deseo de serlo. Entonces, el rey llamó a su escribano y sobre
un pergamino hizo donación a la Virgen de múltiples bienes,
destacando el llamado Molino de Arriba, todavía en funcionamiento
hasta hace pocos años.
Cumplidos con creces los requisitos
precisos, el rey y su hueste pudieron penetrar en el castillo, donde
fueron recibidos como cofrades de Nuestra Señora de los Ángeles y
pudieron saciar, por fin, su hambre.
Albentosa es una localidad y municipio de la comarca Gúdar-Javalambre en la provincia de Teruel, en la comunidad autónoma de Aragón, España.
Tiene un área de 68 km² con una población de 267 habitantes (INE 2016) y una densidad de 3,93 hab/km².
En el término municipal se encuentran las localidades de: Albentosa (capital del municipio), y los barrios Venta del Aire, Estación de Mora de Rubielos, Fuen del Cepo y Los Mases.
Propiedad de la tierra: Siempre de realengo, por pertenecer a la comunidad aragonesa. Estuvo encuadrada en la comunidad de aldeas de Teruel el la Sesma del Campo de Sarrión, hasta la división provincial de 1833.
En la localidad destacan la iglesia de estilo gótico tardío y renacentista de Nuestra Señora de Los Ángeles del siglo XVI, restos del castillo (actual cementerio), el ayuntamiento, del siglo XVIII y el puente medieval de los siglos XV y XVI.
Sus fiestas Patronales son el 2 de agosto, Virgen de los Ángeles. Organizadas de forma voluntaria por Comisiones de fiestas, a partir de la Asociación Cultural V.A.
Comprenden aproximadamente una semanas de actos festivos y otra de actos culturales.
Ibáñez González, Javier (coord.) (2009). Las Hoces del Mijares y los Caminos del Agua. Qualcina. Arqueología, Cultura y Patrimonio. ISBN 978-84-937190-0-5.
Ibáñez González, Javier & Casabona Sebastián, José F. (2013). Castillos, murallas y torres. La arquitectura fortificada de la Comarca de Gúdar´Javalambre. Qualcina. Arqueología, Cultura y Patrimonio. ISBN 978-84-937190-5-0.
172. LUCHAS DE LOS LUNA
CONTRA LOS URREA (SIGLO XV. LA ALMUNIA)
Hallándose en Antequera
preparando hueste contra el moro el noble castellano don Fernando,
llegaron al campamento mensajeros con la triste noticia de la muerte,
sin heredero directo, de don Martín el Humano, rey de Aragón, su
tío. Por los mismos mensajeros supo, asimismo, cómo las tierras del
reino aragonés quedaban enormemente alteradas por las intrigas de
varios pretendientes, fundamentalmente por la pugna entre don Pedro
de Urrea (partidario y defensor del propio don Fernando), que «quería justicia»
frente a los demás pretendientes, y don Antón de Luna, erigido en
defensor del conde de Urgell como rey «por fuerza» y no por razón
y derecho.
Ante la difícil situación
creada, intentó el arzobispo zaragozano don García de Heredia
actuar de mediador entre ambas partes, dirigiéndose para ello hacia
La Almunia de Doña Godina, con el fin de «concertallos» y hacerles
entrar en razón, pero don Antón de Luna, que estaba acampado con
sus guerreros junto a Almonacid de la Sierra, le salió por sorpresa
al encuentro arropado por más de cincuenta caballeros armados
quienes, tras herirle con sus lanzas, provocaron su muerte.
Enterado don Pedro de
Urrea del crimen perpetrado en la persona del arzobispo, acudió
presto con sus huestes a Zaragoza para enfrentarse al conde de
Urgell, quien, como monarca que pretendía ser, se había trasladado
con celeridad a la capital acompañado de un gran ejército y la
intención de tomarla y coronarse en San Salvador como tal. Junto al
mercado, cerca del Ebro, al pie de las murallas romanas, con el
torreón de la Zuda por testigo, tuvo lugar una sangrienta batalla,
en la que el conde quedó vencido y obligado a huir de la ciudad
vadeando como pudo el río.
Almonacid de la Sierra debe su nombre a la antigua comunidad árabe y a su situación aunque hay discrepancias sobre su significado, pues podría significar «lugar fronterizo» o «el monasterio». // Ahora leed aquí abajo: al-Munascid //
El Castillo y la villa de Almonacid de la Sierra fueron fundados por el musulmánal-Munascid, siendo citados por el cronista al-Udri. Por ello, la época de dominación musulmana fue importante para la localidad; el topónimo, el trazado de sus calles y la tradición alfarera así lo atestiguan. De su pasado morisco dan cuenta una serie de manuscritos árabes y aljamiados encontrados en la localidad, que se custodian en la biblioteca Tomás Navarro Tomás, del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. El hallazgo tuvo lugar al reparar una casa antigua en el verano de 1884, constituyendo uno de los más importantes hallazgos de este tipo realizados en la península ibérica.
Como reducto árabe, Almonacid resistió los envites cristianos hasta el reinado de Alfonso I el Batallador. Tras su reconquista, la población pasó a manos de la condesa doña Sancha y más tarde a las de Pedro de Sessé, señor de Medina. A finales del siglo XIII, Almonacid fue concedida a Pedro Martínez de Luna, fundador de los Luna de Almonacid y de los que derivarían los de Illueca.
Pero los Luna perdieron la población cuando Antón de Luna, ferviente partidario del pretendiente a la corona Jaime II de Urgel, asesinó en 1412 al obispo de Zaragoza, García Fernández de Heredia, quien apoyaba a Fernando de Antequera, a la postre rey después del Compromiso de Caspe. El nuevo monarca de Aragón confiscó a Antón de Luna todos sus bienes, entre ellos la villa de Almonacid, pasando ésta a ser propiedad de Pedro Ximenez de Urrea en 1414, quien sería primer Conde de Aranda. La casa de Urrea regiría los destinos de la localidad hasta la supresión de los señoríos en 1812.
La población de Almonacid, que contaba con 88 hogares —unos 400 habitantes— de acuerdo al fogaje de 1495, estaba mayoritariamente compuesta por moriscos, conviviendo junto a judíos y cristianos. Por ello, la expulsión de los moriscos a comienzos del siglo XVII, tuvo importantes repercusiones para la localidad. El geógrafo portugués Juan Bautista Labaña recogió en su Itinerario del Reino de Aragón, realizado entre 1610 y 1611, que «Almonazir es un lugar grande situado al pie de la sierra, es del conde de Aranda, quien tiene en este lugar una muy buena casa situada en lo alto de un otero, al pie del cual yace el lugar». Asimismo explica que «fue población de moriscos y fueron los últimos que salieron de este reino, había 300 vecinos y ahora no hay más que cincuenta». Las cifras aportadas por historiadores apuntan que pudo haber más de 1 200 habitantes de Almonacid expulsados de sus casas. Ello conllevó un gran retraso en el desarrollo de la localidad que no fue superado hasta muchos años después, aunque los señores concedieron en 1628 una carta de población a los colonos con que se repobló Almonacid.
Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España de 1845, describe a Almonacid en los términos siguientes: «Tiene 300 casas de regular construccion distribuidas en varias calles y plazas espaciosas y bien empedradas; un pósito, una carniceria, dos posadas públicas, una escuela de primeras letras... y una iglesia parroquial bajo la advocación de Nuestra Señora». Refiere que «el terreno llano en general es de buena calidad y muy feraz, aunque pudiera serlo mas á tener las aguas suficientes para el riego». En cuanto a la economía, señala que la localidad «produce vino, trigo puro, centeno, cebada, avena, garbanzos, judías, pocas frutas y hortalizas, y cria ganado lanar, cabrío y alguna caza» y que quedaban algunas alfarerías, la fábrica de aguardiente y la arriería.
321. EL RELICARIO DE JAIME I (SIGLO
XIII. MAGALLÓN)
Existía en pleno monte, en las afueras
de la villa de Magallón, una pequeña pero bonita ermita dedicada a
la Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de la Huerta, a la
que sus habitantes acudían con frecuencia puesto que le profesaban
una gran devoción.
En cierta ocasión, cuando el rey don
Jaime I el Conquistador pasó al frente sus tropas por aquí con
intención de enfrentarse al monarca castellano, acampó e hizo
noche, confraternizando con las gentes de Magallón, que le dedicaron
grandes agasajos.
Fue entonces cuando el rey se enteró
de aquel fervor popular hacia Nuestra Señora de la Huerta, a la que
se le atribuían múltiples milagros, de modo que decidió visitar la
capilla y, esperando ganarse los favores de la Virgen, decidió
adoptarla como patrona.
Al día siguiente, antes de proseguir
el camino con sus huestes hacia Borja, volvió a visitar la capilla y
ofreció a la Virgen un completísimo relicario si la batalla que iba
a disputar llegaba a significar el término de la guerra que mantenía
contra el monarca castellano. Se trataba de un relicario que siempre
llevaba pendiente del cuello y al que tenía en gran estima.
Como la campaña militar contra el rey
castellano fue un verdadero éxito, al regresar victorioso a sus
tierras aragonesas, a pesar de la prisa que llevaba, tuvo el tiempo
preciso para detenerse en Magallón mientras sus tropas seguían
camino adelante y volver a la ermita para cumplir su promesa. Una vez
ante la Virgen se despojó del preciado relicario y lo depositó a
los pies de Nuestra Señora de la Huerta, la misma que pocos años
después, como consecuencia del crimen sacrílego que se cometió
ante ante ella en el recinto de la ermita, abandonó el lugar para
reaparecer en los montes de Leciñena.
[Faci, Roque A., «Nuestra Señora de
Magallón», en Aragón..., I, pág. 84.]