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lunes, 18 de noviembre de 2019

EL PRÍNCIPE DE VIANA ESCAPA DE MALLÉN


163. EL PRÍNCIPE DE VIANA ESCAPA DE MALLÉN (SIGLO XV. MALLÉN)

Es de todos conocido cómo las relaciones entre Juan II, rey de Aragón, y su primogénito don Carlos, príncipe de Viana —nacido de su primer matrimonio con doña Blanca de Navarra— fueron difíciles y generalmente hostiles, tanto como para cambiar el signo de la propia Historia de haber heredado a su padre en los reinos navarro y aragonés.

EL PRÍNCIPE DE VIANA ESCAPA DE MALLÉN (SIGLO XV. MALLÉN)


Buena parte de su vida —hasta que muriera quizás envenenado por orden de su propia madrastra, doña Juana Enríquez, segunda esposa de Juan II— la pasó don Carlos confinado o prisionero de su padre en lugares diversos (Lérida, Aytona o Morella), contándose entre ellos el zaragozano pueblo de Mallén, situado en el límite fronterizo entre Aragón y Navarra, reino este último en el que el príncipe contaba con bastantes adeptos inquebrantables, aglutinados en el bando llamado de los beamonteses.

En su forzoso destierro de Mallén, para tratar de sobrellevar mejor el confinamiento, el príncipe se hizo enviar a la estancia del castillo donde estaba cautivo algunas de sus más preciadas pertenencias personales (libros, alhajas, objetos de arte mueble) que, sin duda alguna, le aliviaron el transcurrir tedioso del día a día mientras esperaba una vez más su liberación.

Pero como considerara injusta la sanción impuesta por su padre, el príncipe de Viana decidió fugarse del castillo de Mallén, tramando la manera de hacerlo con sus partidarios, que eran muchos. Como la ocasión de evadirse se presentara de manera súbita, mucho antes de lo esperado, apenas tuvo don Carlos tiempo para ir sacando disimuladamente sus pertenencias sin levantar sospechas, de modo que, convenientemente guarecidas, se decidió a enterrarlas con todo sigilo y secreto en el edificio y solar que había sido su cárcel, tarea para la que sólo contó con su paje de confianza.

Llegado el momento convenido, amparado en la ayuda que se le prestaba desde el exterior, en la oscuridad de la noche y en una cierta permisividad por parte de sus carceleros, don Carlos huyó, dejando al parecer tras de sí un importante tesoro que él nunca recuperó y que generación tras generación de Mallén han buscado infructuosamente hasta hoy.

[Transmitida oralmente.]


Príncipe o princesa de Viana es el título que ostenta el heredero o heredera del Reino de Navarra. Fue instituido por Carlos III el Noble para su nieto Carlos, llamado desde entonces de Viana, nacido del matrimonio entre su hija Blanca y Juan, príncipe de Aragón. Tras la conquista del Reino de Navarra por Castilla en 1512, dicho título se transmitió a dicha Corona y posteriormente a los monarcas españoles, unido al de príncipe de Asturias, Gerona, duque de Montblanc, conde de Cervera y señor de Balaguer.


Actualmente ostenta el título la heredera de la Corona española, Leonor de Borbón.

Fue un reflejo de lo que venía ocurriendo en Europa, donde los príncipes herederos recibían un título que los dotaba de unas rentas para su beneficio personal. Así existen, entre otros, el príncipe de Asturias, en Castilla; el príncipe de Gerona, en Aragón; el delfín, en Francia; el príncipe de Gales, en Inglaterra; o ya en épocas más recientes, el príncipe de Beira, en Portugal o el príncipe de Orange en Holanda.

El documento que instauró dicho título está fechado en Tudela el 20 de enero de 1423 y dice así:

Carlos, por la gracia de Dios, rey de Navarra, duque de Nemours: a todos los presentes, y advenir, que las presentes letras verán, salud. Como el linage humano sea inclinado, y apetezca, que los hombres deban desear pensar en el ensalzamiento del estado y honor de los hijos, y descendientes de ellos, y poner y exaltar aquellos en acrecentamiento y supereminencia de dignidad y honra, y por gracia, y bendición de nuestro Señor Dios, nuestros muy caros y muy amados hijos el infante D. Juan de Aragón y la reina D.ª Blanca, nuestra primogénita y heredera, hayan habido entre ellos al infante D. Carlos, lur hijo nuestro muy caro y muy amado nieto, hacemos saber, que Nos por el paternal amor, afición y bienquerencia, que habemos, y haber debemos al dicho infante D. Carlos nuestro nieto, queriendo poner, constituir, y ensalzar en honor y dignidad, según somos, tenidos y lo debemos hacer, movidos por las causas, y razones sobredichas, y otras que luengas serán de exprimir, y declarar, de nuestra cierta sciencia, y movimiento proprio, gracia especial, y autoridad real, al dicho infante D. Carlos habemos dado y damos, por las presentess, en dono y gracia especial, las villas y castillos y lugares que se siguen. Primo, nuestra villa y castillo de Viana con sus aldeas. Ítem nuestra villa y castillo de Laguardia con sus aldeas. Ítem nuestra villa y castillo de Sanct Vicente con sus aldeas. Ítem nuestra villa y castillo de Bernedo con sus aldeas. Ítem nuestra villa de Aguilar con sus aldeas. Ítem nuestra villa de Uxenevilla con sus aldeas. Ítem nuestra villa de Lapoblación con sus aldeas. Ítem nuestra villa de Sanct Pedro, y de Cabredo, con sus aldeas y todas nuestras villas, y lugares, que habemos en la Val de Campezo; y assí bien nuestros castillos de Marañon, Toro, Ferrera y Buradón; y habemos erigido y erigimos, por las presentes, nombre y título de Principado sobre las dichas villas y lugares, y le habemos dado, y damos título y honor de Príncipe; y queremos, y ordenamos, por estas presentes, que de aquí adelante se intitule y nombre Príncipe de Viana, y todas las dichas villas, castillos, y lugares, hayan de ser y sean del dicho Principado, y de su pertenencia. Ítem ultra, al dicho infante nuestro nieto, ultra las villas de Corella y Cintruénigo, que le dimos antes de ahora, habemos dado, y damos por las presentes, en herencio perpetuo, nuestra villa de Peralta y Cadreita con sus castillos; y queremos que de aquí adelante él se haya de nombrar señor de las dichas villas de Corella y Peralta. Y todas
nuestras dichas villas, castillos, y lugares, habemos dado y damos, por las presentes, al dicho infante D. Carlos nuestro nieto, con todos sus vasallos, que en ello son, y serán, para que los tenga, possida, y espleite y defienda, como cosas suyas propias. Toda vez por cuanto, según fuero, y costumbre del dicho reyno de Navarra, aquel es indivisible, y non se puede partir, por esto, el dicho infante, non podrá dar en caso alguno, vender, y alienar, empeynar, y dividir, ni distrayer, en ninguna manera, las dichas villas y castillos, y lugares en todo, ni en partida, en tiempo alguno en alguna manera; antes aquellas quedaren íntegramente, é perpetualmente, á la corona de Navarra.

Y así mandamos á nuestro tesorero, y procuradores, fiscal y patrimonial, y qualesquiere nuestros oficiales, que las presentes verán, que al dicho infante D. Carlos, ó a su procurador por él, pongan en possession de las dichas villas, castillos, y lugares, y le dexen, sufran, y consientan possidir, y tener aquellos, como cosas suyas propias; car assi lo queremos, y nos place. En testimonio de esto Nos habemos fecho sellar las presentes en pendientes de nuestro gran sello de chancillería con lazo de seda en cera verde. Dada en Tudela en veinte de jenero l'aynno del nacimiento de nuestro Señor mil quatrocientos y veinte y tres. Por el Rey: Martín de San Martín, secretario.

Tras la conquista del reino de Navarra peninsular por Fernando el Católico (Medio hermano del fallecido Carlos, príncipe de Viana), a principios del siglo xvi, y al proclamarse Fernando rey de Aragón y Navarra, el título de príncipe de Viana quedó vinculado al heredero de la Corona de Aragón primero, Castilla después y finalmente, España.

Tanto la dinastía de los Albret como su sucesora, la dinastía Borbón, también siguieron usando los títulos de rey de Navarra y de príncipe de Viana en Ultrapuertos (Baja Navarra), convirtiéndose más tarde en la dinastía reinante en Francia.

Escudo de Carlos I en la muralla de Viana, con las armas de Navarra en 1. En 2 Castilla y León; en 3 Aragón y Dos sicilias y en 4 Aragón.


Escudo de Carlos I en la muralla de Viana, con las armas de Navarra en 1. En 2 Castilla y León; en 3 Aragón y Dos sicilias y en 4 Aragón.

sábado, 29 de junio de 2019

RAMIRO I HUYE DESNUDO DE TAFALLA


92. RAMIRO I HUYE DESNUDO DE TAFALLA (SIGLO XI. TAFALLA)

RAMIRO I HUYE DESNUDO DE TAFALLA (SIGLO XI. TAFALLA)


García III, rey de Pamplona, ofreció sellar la paz con su hermano don Ramiro I, rey de Aragón, cuando éste entró con su ejército por tierras navarras, contestando a la provocación que había recibido del pamplonés. Para atestiguar el cese amistoso de sus diferencias, invocaba a sus hermanos Fernando I, rey de Castilla, y Sancho, conde de Ribagorza, quienes participarían como garantes de la paz entre ambos.
En realidad, con esta medida el rey pamplonés sólo pretendía ganar tiempo al tiempo y tramar con mayor reposo la manera de vencer al aragonés, intentando, incluso, apresarlo personalmente. Así es que reunió a sus capitanes, planeó la estrategia a seguir y les dio consignas de estar prevenidos con sus tropas en espera de sus órdenes.
En efecto, aprovechando la oscuridad de la noche y el descuido de los confiados centinelas aragoneses, lanzó a sus soldados contra el real del rey don Ramiro, que había confiado plenamente en la palabra dada por su hermano. Los aragoneses, con su rey al frente, apenas se pudieron defender, porque unos estaban durmiendo y otros desarmados, de manera que buena parte de sus hombres cayó muerta o fue hecha prisionera. Los pocos que pudieron escapar de la encerrona lo hicieron desnudos y descalzos, abandonando sus armas, sus tiendas y todo cuanto en ellas había.
El propio rey Ramiro I se vio en tanta necesidad y peligro que se escapó desnudo y descalzo sobre un caballo sin silla y sin freno, hasta llegar a sitio seguro, gracias a la oscuridad reinante y al conocimiento que tenía del terreno. A duras penas había podido salvar la vida.
García III de Pamplona no sólo recuperó las tierras que le había tomado el aragonés, sino que, tras repartir el botín entre los suyos, como era costumbre tras una hueste o cabalgada, quedó inmensamente rico.
En recuerdo de aquella deshonrosa victoria, fruto de una estratagema poco caballerosa, mandó colocar dos sillares artísticamente labrados, con sendas inscripciones, a un tiro de ballesta una de la otra, en la huerta de Tafalla.

[Ubieto, Agustín, Pedro de Valencia. Crónica, págs. 67-68.]

Manu de Tafalla (concursante de Saber y Ganar, Boom, crítico de cine)


Tafalla es un municipio y ciudad de España, en Navarra, situada en la Merindad de Olite, en la comarca homónima de la cual es el centro comercial y económico, y a 34,5 km al sur de la capital de la comunidad, Pamplona. Es la cabeza del Partido judicial homónimo. Su población en 2018 fue de 10.065 habitantes (INE).


Durante la dominación romana su denominación pudo ser Tubala aunque de varias hipótesis sobre el verdadero origen de su nombre, es muy probable que sea de origen árabe (Al-Tafaylla) que quiere decir "Donde comienzan los cultivos".

Para José María Jimeno Jurío el nombre guarda relación con nombres como atahulla, atafulla de Andalucía, Murcia y Valencia y con los nombres de lugar Altafulla (Tarragona), Tahullas (Almería); Tahull (Lérida); Tavalles (Asturias); Tarfaya (cerca de El Aaiún). Para todos estos nombres Corominas propone la etimología tahwila (que un autor del siglo XIII traduce como ager 'campo cultivado') y tahwîl ('traslación, mutación, cambio'). Al habitante de Tafalla se le denomina tafallés o tafallesa, aplicable al masculino y femenino respectivamente y en lenguaje coloquial tafallica.



LA CORONACIÓN DE SANCHO GARCÉS


90. LA CORONACIÓN DE SANCHO GARCÉS (SIGLO X)

LA CORONACIÓN DE SANCHO GARCÉS (SIGLO X)


Mientras andaba el rey García Íñiguez, hijo de Íñigo Arista, por tierras navarras, su esposa, la reina Urraca, se encontraba de incógnito en el valle de Gistaín y, más concretamente, en el monasterio de Santa Cruz. Había acudido al cenobio en busca del reposo que le había sido prescrito por los médicos. Durante su retiro, supo que iba a ser madre y, en contra de los consejos recibidos, vestida con hábito de monja para seguir guardando el anonimato, se puso en camino para intentar llegar a Señés, donde quería darle la noticia personalmente al fiel Pedro de Sesé, quien la transmitiría al rey.
En el camino, doña Urraca padeció un repentino desmayo que la hizo caer. Afortunadamente, de manera increíble, la roca sobre la que cayó se ablandó y, en lugar de despedirla al abismo, le sujetó el pie, dejando una huella que aún hoy se puede ver, el llamado «Pie de la monja». Luego, recuperada y animada por el prodigio, siguió camino hasta Señés, donde contó a Pedro de Sesé la noticia de su embarazo para que éste se la transmitiera al rey. Pocos días después, García Íñiguez fue personalmente a buscar a su esposa para llevarla a Pamplona.
Tras descansar en el monasterio de Tabernas —donde el santo abad Pedro bendijo a madre e hijo—, pusieron rumbo a Navarra. A la altura de Lecumberri, fruto de una emboscada, murieron el rey, la reina y casi toda la comitiva, excepto Pedro de Sesé, Antón Guillén y Fortún de Garde.
Cuando estos últimos se repusieron de la refriega, volvieron al lugar del atentado y, al ver muerta a la reina, no dudaron en arrancarle del vientre al niño que gestaba, llevándolo con sumo cuidado a Señés, donde fue criado.
Pasó el tiempo y, vacante el trono, se reunieron las Cortes para elegir nuevo rey para Pamplona y Aragón. Cuando los barones se hallaban deliberando, se presentaron Pedro de Sesé y Antón Guillén explicando lo que sucediera hacía catorce años, dando toda suerte de explicaciones y testimonios acerca de quién era el muchacho que les acompañaba, calzado con rústicas abarcas. Ante las pruebas aportadas, las Cortes proclamaron rey a Sancho Garcés, al que cariñosamente se le apodó Abarca.

[Olivera, Gonzalo, «Reyes de Aragón. Sancho Garcés», en Linajes de Aragón, II
(1911), págs. 61-62
Dueso Lascorz, Lucía, «Leyenda del peu de la moncha (Bal de Chistau)», en Leyendas del Alto Aragón, págs. 71-110.
Andolz, Rafael, «La peña de San Martín». Cuadernos Altoaragoneses, 36 (1987), IV.]








Según la tradición este entorno de La Comuna ha sido testigo de episodios históricos muy relevantes para la historia de Aragón y orígenes del reino. Hoy los datos históricos y los míticos se mezclan de tal forma que es difícil separar realidad de ficción, pero ciertamente muy próximos a nosotros se encuentran algunos que fueron claves para explicar interesantes hechos de nuestra historia ocurridas allá por los siglos IX y X.

Sobre un escarpado terreno, en la ladera de la Pena San Martin se hallan los restos (hoy prácticamente absorbidos  por la maleza), lo que fuera la Santa Cruz de Chistau, sitio conocido popularmente como Es Combentos. La tradición sitúa allí un modesto y sencillo claustro de monjas en que estuvo Doña Urraca de Aragón, esposa del Rey García Iñiguez de Navarra, cuando llevaba un hijo en sus entrañas. Se explica así que cuando mueren los dos reyes, fuera en Señes en Casa Sasé, el lugar en el que vivió oculto hasta la edad de 14 años el hijo de ambos, el primer rey de Aragón y Navarra, Sancho Garcés I.

Pasaría a la historia como un rey bueno para su pueblo, el rey Sancho Abarca de quién se dice que tomó este apodo por el calzado que le acompañó en su infancia y que él quiso seguir calzando siempre para homenajear al pueblo de Señes y al Bal de Chistau, que también los había tratado y protegido y del que se sentía muy orgulloso.
El Peu de la Moncha.
Camino de los combentos, hay en una piedra una original marca, es una huella, cuenta la tradición que estando Doña Urraca de Aragón embarazada del que sería el rey Sancho Abarca, estuvo a punto de caer precipitada por un zillo, si no fuera porque esta piedra le sujeto un pie. Todavía está piedra se puede observar por el camino de La Esacadiella.
La Espluga Mur García.
En una cueva situada camín d´El Collé, vivía Mur García que no era otro, sino el noble que tenía encomendada una difícil misión proteger el acceso al Bal de Chistau, mantenerlo libre de incursiones moras y dar aviso con su sonora cuerna si fuera necesario, era por tanto desde su privilegiada atalaya el “Señor guardián” de la mítica Santa Cruz de Chistau y sus combentos. Esta cavidad contiene restos neolíticos.





UN NOBLE ARAGONÉS SALVA DE LA MUERTE A SANCHO ABARCA


89. UN NOBLE ARAGONÉS SALVA DE LA MUERTE A SANCHO ABARCA
(SIGLO X. AIBAR)

UN NOBLE ARAGONÉS SALVA DE LA MUERTE A SANCHO ABARCA, SIGLO X, AIBAR, fractus est castro Aybaria a Mohamed Ben Lup


Cuando murió el rey García Íñiguez, la reina doña Urraca, su mujer, se hallaba esperando un hijo. Un día en que ésta transitaba por el valle de Aibar acompañada de un corto séquito, unos moros asaltaron e hirieron a la dama hasta hallar la muerte junto a los demás caballeros que la acompañaban, de modo que no quedó vivo ninguno.
Al cabo de un rato de haber sucedido tan luctuoso hecho, pasó por aquel paraje un noble caballero aragonés a quien, a través de la herida mortal que la reina presentaba, le pareció ver la mano de un niño que se agitaba. Trabajosamente lo sacó del vientre de la reina muerta y lo llevó consigo para criarlo, poniéndole por nombre el de Sancho García.
Pasó lentamente el tiempo y al cabo de algunos años, con ocasión de hallarse las gentes del reino reunidas para tratar de hallar y nombrar un nuevo rey, aquel bondadoso noble vistió al niño con ropas de pastor y abarcas y se encaminó con él hacia el palacio real de Pamplona, donde se habían congregado. Una vez allí explicó a todos los presentes los tristes avatares y circunstancias que habían rodeado su nacimiento así como el origen real de aquel niño que le acompañaba.
Tras escuchar en silencio y con asombro las explicaciones dadas por el noble aragonés, todos los allí congregados comenzaron a vitorear y a aclamar al niño, todavía de corta edad, como a su nuevo rey Sancho II de Navarra y, quitándole la ropa vulgar con la que iba vestido, lo invistieron con los hábitos distintivos de la realeza.
Como hecho ciertamente curioso y en recuerdo de haberlo hallado calzado con abarcas, decidieron llamarle desde entonces Sancho Abarca, sobrenombre por el que se le conoce en la Historia.

[Príncipe de Viana, Carlos, Crónica de los Reyes de Navarra, págs. 47-50.]






La primera referencia a la población aparece en el año 882 y refiere: "fractus est castro Aybaria a Mohamed Ben Lup". Otras referencias medievales del topónimo aparecen bajo formas similares:
Agibare, Albar, Aibare, Aibari, Aivar (la hostia), Aivare, Aiubare, Aiuuar, Aiuruuare, Aivar, Aybare, Aybar, Ayuar o Ayvar. El significado etimológico del topónimo parece compuesto por la palabra en lengua vasca ibar, que significa valle o vaguada; pero el término que precede a esta palabra resulta desconocido.


El nombre en lengua vasca del valle es Oibar. En documentos de 1074 y 1076 se recoge ya la similar forma de "Oiuarr". La existencia en la zona de numerosos topónimos en euskera demuestra que se habló este idioma en Aibar durante muchos siglos.​ En un documento de 1763 se menciona Oibarbidea (que significa el camino de Oibar), considerándose la primera mención exacta de este topónimo. El nombre se perdió en el propio municipio al dejar de hablar sus habitantes en euskera, pero se ha conservado hasta la actualidad en el Valle de Salazar. En 2001 el ayuntamiento, a pesar de que estaba legalmente en la zona no vascófona de Navarra, adoptó la denominación oficial bilingüe de Aibar/Oibar.

Inicialmente adscrita a la zona no vascófona por la Ley Foral 18/1986, en junio de 2017 el Parlamento navarro aprobó el paso de Aibar a la Zona mixta de Navarra mediante la Ley foral 9/2017.

Los gentilicios más usados en la población son aibareses / aibaresas y oibartarrak.

El escudo de armas de la villa de Aibar tiene el siguiente blasón:

Trae de gules y un castillo de tres torres de oro, la central más alta que las laterales y almenadas de tres almenas. Debajo del castillo dos llaves del mismo metal cruzadas en sotuer.

Otazu Ripa, Jesús Lorenzo:
Quizás provenga este blasón del sello céreo que usaba la villa desde el siglo XIII y que representaba, bajo una arcada flanqueada de dos torres y sumada de una tercera más alta, la imagen del patrón San Pedro empuñando una llave. En siglos posteriores y siguiendo las leyes heráldicas, la arcada con las torres se simbolizó en el castillo y la figura del santo en las llaves.

Situación:
Cáseda, Leache, Lumbier, Sangüesa, Sada, Rocaforte. Aibar está situado en la parte este-centro de la Comunidad Foral de Navarra. Su término municipal tiene una superficie de 47,79 km² y limita al norte con Ibargoiti y Urraul Bajo, al este con Sangüesa, al sur con Cáseda y al oeste con Sada y Leache.

La villa de Aibar se encuentra situada a orillas del arroyo Uñezar, sobre una ladera entre Sada y Sangüesa a 531 msnm. En la parte norte de su término municipal se encuentra la sierra de Izco donde la cota máxima de altitud es el pico Olaz con 884 msnm. En ella también desatacaríamos otros montes como Biescas, La Vizcaya, Menditxuri, San Millán y Pinillas con cotas que oscilan entre los 900 y 1.000 msnm.

La administración política se realiza a través de un ayuntamiento de gestión democrática cuyos componentes se eligen cada cuatro años por sufragio universal desde las primeras elecciones municipales tras la reinstauración de la democracia en España, en 1979. El censo electoral está compuesto por los residentes mayores de 18 años empadronados en el municipio, ya sean de nacionalidad española o de cualquier país miembro de la Unión Europea. Según lo dispuesto en la Ley Orgánica del Régimen Electoral General,8​ que establece el número de concejales elegibles en función de la población del municipio, la corporación municipal está formada por 7 concejales. La sede del Ayuntamiento de Aibar está en la plaza Consistorial.

Monumentos religiosos:
Basílica de Santa María: Es un edificio de estilo románico, de la segunda mitad del siglo XII y está formado por una sola nave de cuatro tramos y cabecera semicircular. Por soporte tiene unas pilastras con medias columnas adosadas que se apoyan en unos pedestales prismáticos con plintos lisos y basa compuesta por toro y escocia con bolas en los ángulos. Las esculturas de los capiteles son motivos simples sin figuración humana. La bóveda es de medio cañón apuntado y está jalonada por cuatro arcos fajones apuntados y doblados que descansan en las pilastras. Del su interior destaca el retablo mayor de estilo barroco que preside el templo el cual data de 1710.
Basílica de San Joaquín: Es un edificio del siglo XVIII formado por una sola nave de cuatro tramos y cabecera recta. Está cubierto por una bóveda de lunetos jalonada por arcos fajones muy planos que descansan sobre unas ménsulas muy sencillas, a cuya altura corre una imposta lisa. Su exterior es de sillarejo y la puerta del templo tiene un arco de medio punto con dovelas de sillar. también tiene una espadaña con campana a los pies sobre la fachada. De su interior destaca el retablo de San Joaquín de estilo barroco de la primera mitad del siglo XVII.
Iglesia de San Pedro: Es un edificio de estilo románico del siglo XII, formado por tres naves de tres tramos, la central más ancha que las laterales. Además éstas presentan cierta irregularidad en su trazado y son más estrechas en el tramo próximo a la cabecera que en los pies. En el siglo XVI le fue añadido un amplio crucero más la capilla mayor y la sacristía.

martes, 11 de junio de 2019

Tomo I, texto XLVII, rey Navarra, Charles


XLVII.

Legajo de cartas reales autógrafas. 13 de febrero de 1410.

A nuestro muy caro e muy amado hermano el rey Daragon. - Muy caro e muy amado hermano. Por el grant deseo que nos avemos de oir continuadament de vuestro buen estado et salut vos escrevimos a present rogandovos que todas vezes que en plazer vos vendra nos en querades certificar a nuestra consolacion: nuestro Seynnor Dios quiera que sea tal et tan bueno como vos mesmo lo deseades. Et muy caro et muy amado hermano si de vuestra honor et cortesia deseades saber del nuestro quando las presentes fueron scriptas nos heramos Dios loado en buena prosperidat de nuestra personna gracias a nuestro Seynnor qui esto por su gracia vos quiera otorgar. Otrossi muy caro et muy amado hermano con layuda de Dios nos partiremos daqui pora yr en nuestro regno el XVII° dia deste mes et entendemos passar par Bourges en Berry et veer nuestra muy cara et muy amada thia la duquesa de Berry et dailli en fuera continuar nuestro camino et passar por vuestros regnos et seynnorios segunt ante dagora por nuestras otras letras vos havemos scripto: si vos rogamos muy caro e muy amado hermano que por nos guiar et dar entrada en las villas et logares de vuestro regno vos querades imbiar a nuestro encuentro a Perpergnan uno de vuestros cavailleros: et muy caro et muy amado hermano en esto vos nos farades honnor et plazer singular por lo qual vos sentiremos buen grado. Muy caro et muy amado hermano si cosa alguna vos cumple que por vos fazer poramos fazetnoslo saber et fazerlo hemos de buen grado. El sanct Esprit vos tenga en su goarda. Escripta en Nemoux el XV° dia de febrero. - El rey de Navarra - CHARLES.

miércoles, 8 de mayo de 2019

LA RECONQUISTA DE BORJA, siglo XII


2.51. LA RECONQUISTA DE BORJA (SIGLO XII. BORJA)

El jefe musulmán de Borja, amparado en lo inexpugnable de su castillo, realizaba constantes razzias en los territorios cristianos del norte, lo que le proporcionaba pingües beneficios.

LA RECONQUISTA DE BORJA (SIGLO XII. BORJA)


En cierta ocasión, se adentró con sus huestes en Navarra y, junto con la captura de un gran botín, raptó a la hija de un noble cristiano con ánimo de convertirla en su esposa, como así hizo. Llevó a la joven a Borja, se casó con ella y la confinó entre las paredes del castillo, prohibiéndole realizar prácticas de su religión cristiana y mucho menos que se las enseñara al hijo que esperaban. En realidad, nació una niña, mientras la desdichada madre moría en el parto. La niña fue confiada a una nodriza.
Las cosas se complicaron para el jeque borjano, pues sus enemigos cristianos le atacaron en varias ocasiones con evidente peligro. Redobló la vigilancia y mejoró las defensas, pero todo era poco, así es que, totalmente en secreto, pactó con el diablo.
A la vez que el jefe moro buscaba apoyos tan extraordinarios, el ama nodriza —no sabiendo nada del hechizo y temiendo por el futuro de la niña— la bautizó, mientras los asaltantes cristianos arreciaban en la pelea. Fue entonces cuando tuvo lugar el cataclismo, pues la niña quedó convertida en una estatua de piedra.

El diablo, cuando vio roto el pacto sellado y el poco provecho que podía sacar de la situación, pues no se podía llevar el alma de una inocente, deshizo el sortilegio y los cristianos entraron en la fortaleza. El jeque murió y el diablo, huyendo a la vez que lanzaba enormes alaridos, se escondió por Ambel, donde puede oírsele en determinadas ocasiones.

El ama nodriza, enloquecida por la pena, escondió la estatuilla de la niña (que todavía no ha sido hallada) y se marchó a Trasmoz, donde se unió a las brujas de su castillo, dejando oír de cuando en cuando sus bufidos y lamentos sin límite.
[Bordejé, Federico, «La mora encantada», en Aragón, 69 (1931), págs. 120-122.]