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lunes, 20 de septiembre de 2021

Ramon Lull, obras rimadas, introducción

INTRODUCCIÓN.

obras rimadas Ramon Lull, Gerónimo Rosselló, idioma catalan-provenzal, Raimundo Lulio



El gran Ramon Lull (Raimundo Lulio), tan universalmente admirado por
teólogos y moralistas, por físicos y químicos, por astrónomos y
matemáticos; tan recomendable en la república de las letras como
humanista y como ascético; y tan docto en la jurisprudencia como en
la medicina, en la astrología como en la náutica; Ramon Lull, el
célebre inventor de aquel Arte general que por espacio de
cinco siglos ha llenado de asombro el mundo entero, y cuyo nombre
brilla con eterno resplandor en la historia de todas las ciencias y
de todos los ramos del saber humano, no ha tenido entrada hasta aquí
en el catálogo de los poetas; no porque no fuese del número de los
elegidos, sino porque la incuria y el descuido han dejado permanecer
en la oscuridad y en el olvido las rimas con que daba
espansion (expansión) a su ánimo, cantando el orden
del mundo y las grandezas y escelencias (excelencias) de Dios.



Semejante
abandono si bien puede disimularse a los pasados siglos en que las
letras no alcanzaban la atención merecida, fuera imperdonable en
nuestros días en que se envanecen los hombres con el título de
estudiosos y de investigadores. Así pues, la publicación del testo
(texto) original de las obras rimadas del gran pensador
del siglo XIII, nos ha parecido no sólo un deber, sino la
satisfacción de una deuda que tenía con el mundo literario la
patria del gran maestro. A cumplir este deber, a pagar esta deuda
consagramos hace tiempo nuestros esfuerzos; y si bien por una parte
hemos tenido la fortuna de encontrar códices que reunidos nos han
dado por resultado la estensa (extensa) colección que
ofrecemos al público, cosa a que no era dado aspirar tratándose de
un autor de tan antigua fecha, por otra sentimos no tener mayores
fuerzas para hacer nuestro trabajo más digno de unas obras, que amén
de su importancia literaria, tienen en alto grado la filológica, por
la circunstancia de pertenecer a la época de transición del
lenguaje provenzal al
llamado comúnmente lemosin
y que con mayor propiedad puede calificarse con el nombre más
significativo de catalan-provenzal.



Ante
esta doble importancia que tienen las obras que nos ocupan, no
creemos sea una oficiosidad inútil enriquecer con ellas la
literatura nacida de aquel idioma que hablaban en otro tiempo pueblos
que dieron el ejemplo de la cultura al resto del mundo, monarcas que
se distinguieron por la fuerza de su poder y por el valor de sus
conquistas, y soldados que hubieran podido avasallar naciones
enteras. Al contrario, estamos persuadidos de que al ofrecer este
ejemplo de lo que era capaz ya en el siglo XIII el idioma de los
Jaimes, de los Pedros y de los Alfonsos, manejado por uno de los que
con más fecundidad y pureza se valieron de él para expresar sus
altísimas concepciones, despertará el deseo de sacar del olvido los
tesoros inmensos de una literatura digna en verdad de más atención
y de mejor suerte.



Lanzándonos
pues al desempeño de nuestra humilde tarea, vamos a manifestar
simplemente los códices o manuscritos de que nos hemos servido para
formar la presente colección:



1.°
Uno en 4.° de 115 folios, escrito en papel y pergamino y propiedad
del diligente bibliógrafo D. Jaime Antonio Prohens, que ha podido
reunir a costa de grandes afanes y desvelos una preciosa colección
de obras lulianas impresas y manuscritas que nos ha facilitado
con generoso desprendimiento. Este códice de un valor inapreciable
es de letra del siglo XV, clara y esmerada, y está muy bien
conservado; si bien no exento de erratas debidas al descuido del que
lo escribió o al original de donde se sacó la copia. Los versos
cortos están a dos columnas, los demás no; y los epígrafes de los
capítulos y las iniciales con que estos empiezan son de carmín, sin
adornos. Este códice contiene la Medicina del peccat que
ocupa poco menos de la mitad de sus folios; sigue después Lo cant
de Ramon
, las poesías que empiezan A vos dona verge Sancta
María
, Senyor ver Deus rey gloriós, Lo plant de nostra dona
Sancta María,
la obra
Del consili que feu mestre Ramon Lull malorquí, Lo dictat de Ramon
,
el opúsculo sobre el pecado de Adán que empieza
Un Senyor
rey qui be enten
, Lo desconort y concluye con las Horas
de nostra dona Sancta María.




2.°
Otro en folio de 152 hojas sin numerar, escrito en papel y que nos
pertenece. Es de letra de últimos del siglo XVI o principios del
XVII y está así mismo muy bien conservado. Carece absolutamente de
adornos y no se halla exento tampoco de errores de pluma. Contiene
este códice los Cent noms de Deu, a cuya obra siguen las
Horas de nostra dona Sancta María, el libro quinto de
la Medicina del peccat, bajo el título de Oració per las
reglas
, el Desconort, el Plant de la verge María
que el códice anterior titula Plant de nostra dona Sancta María,
la Aplicació de l' Art general, el Cant de Ramon, el
Consili, el capítulo III de la parte cuarta de la Medicina
del peccat
, llamado De trinitat, el citado opúsculo sobre
el pecado de Adán, Lo dictat de Ramon, y varios otros
capítulos de la Medicina del peccat que designa con el nombre
de Tractat de las sinch virtuts.


3.°
Otro en folio de abultado volumen existente en la biblioteca del
Instituto Balear, y que perteneció en otro tiempo a la de los
religiosos dominicos de Palma. Entre varias obras en prosa lemosina
ó sea catalana-provenzal
debidas a la pluma de nuestro autor,
como el Libre del gentil y de los tres savis, de la Primera
y segona intenció
y de la
Consolació del ermitá
, hay en este precioso códice la
composición sobre L'art de la Alquimia, un índice de los
Cent noms de Deu, la poesía que empieza; Senyor ver Deus
rey gloriós
, y el Desconort, cuya letra se remonta quizás
hasta el siglo XIV.



4.°
Otro en 4.° existente en la misma biblioteca que contiene entre
otras cosas una copia lemosina
del Desconort, de mano de D. Nicolás de Pax, varón
esclarecido, muy versado en el estudio de las obras de nuestro autor,
y traductor de varias de ellas.



5.°
Otro en 8.° de 100 folios, que nos pertenece. Es de letra de últimos
del siglo XVI y no está exento de frecuentes equivocaciones de
pluma, observándose en él muy poco esmero en la ortografía.
Contiene los Cent noms de Deu y las Horas de nostra dona Sancta
María, copiadas ambas obras de distinta mano.



6.°
Otro en 4.° de 24 folios que así mismo nos pertenece. Es de letra
también del siglo XVI, y contiene únicamente la quinta parte de la
Medicina del peccat bajo el epígrafe de Oració.



7.°
Otro en 8.° de 36 folios que se nos ha franqueado, de letra también
del siglo XVI, y que además de la misma quinta parte de la Medicina
del peccat sobre la Oració, contiene otros varios fragmentos.



8.°
Varios códices existentes en la biblioteca del Instituto Balear que
entre otras obras contienen algunos de los opúsculos ya citados.



9.°
Un tomo en 8.° que comprende una copia moderna de los Cent noms de
Deu, sacada quizás de alguno de los códices mencionados
anteriormente.



¡O
Y por último una copia de mano de D. Joaquín María Bover, que
contiene el fragmento que va fielmente incluido en la presente
colección, titulado De Lulli. - Lo conqueriment de Maylorcha; cuya
copia hemos trascrito exactamente, no obstante de las palabras
adulteradas que en ella se observan, por no habernos sido dable
consultar el original, aunque nos asegura el Sr. Bover haber cotejado
escrupulosamente su traslado con el texto de donde lo sacó.



De
todos estos códices hemos podido entresacar las obras rimadas de que
hacen mención D. Nicolás Antonio, el P. Antonio Raimundo Pascual y
otros bibliógrafos y esclarecidos varones que se han ocupado de las
obras y doctrina del gran maestro, si se exceptúan las trovas que
escribió éste en su juventud, un tratado de lógica en verso que
cita el mismo P. Pascual, y que vio D. Nicolás Antonio, si es que
sea el mismo que va mencionado en su catálogo, conocido con el
nombre de Lógica de Grozell y que será sin duda el que cita Lulio
en su Doctrina pueril y que empieza: Deus per fer á nos honrament,
el libro llamado Reglas introductorias al Arte demostrativo, que
según dice el citado Pascual, está escrito en verso lemosin;
y por último el que el nombrado D. Nicolás Antonio continúa en su
catálogo con el nombre de Tractatus vulgaris metricus septem fidei
articulos demonstrans: cuyas obras no nos ha sido dable encontrar a
pesar de todas nuestras pesquisas.



El
mismo D. Nicolás Antonio hace mención en su catálogo de otros
opúsculos en verso que no son más que libros separados de los
tratados inclusos en la presente colección o continuados con
distinto nombre. Así por ejemplo el que continúa bajo el de
Orationes per regulas artis versibus rhithmicis vulgaribus, no es más
que la parte quinta de la Medicina del peccat sobre la Oración; el
que llama Liber ducentorum carminum vulgaris linguæ, es el opúsculo
sobre el pecado de Adán; y el que titula Liber hymnorum, quizás sea
el llamado Horas de nostra dona Sancta María.




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martes, 1 de septiembre de 2020

colección documentos inéditos archivo general corona Aragón, tomo XIV, 14

COLECCIÓN 
DE 

DOCUMENTOS INÉDITOS DEL ARCHIVO GENERAL
DE LA
CORONA DE ARAGÓN,
PUBLICADA DE REAL ORDEN
POR
SU CRONISTA,
D. Próspero de Bofarull y Mascaró.

TOMO XIV.

LEVANTAMIENTO
Y
GUERRA DE CATALUÑA
en tiempo de don Juan II.
DOCUMENTOS RELATIVOS A AQUELLOS SUCESOS,
PUBLICADOS DE REAL ORDEN
POR
D. PRÓSPERO DE BOFARULL Y MASCARÓ;
Cronista de la Corona de Aragón.

Tomo I.

BARCELONA.
EN LA IMPRENTA DEL ARCHIVO.
1858.

/Nota de Ramón Guimerá Lorente: Se actualiza la ortografía en el texto de Bofarull, NO en los originales/.

AL LECTOR.

Conocidas son las turbulencias de que fue teatro el Principado de Cataluña durante el reinado de don Juan segundo, y que han sido historiadas por muchos y distinguidos escritores; pero son también muy diversos los juicios que sobre ellas se han emitido. Para los unos, la culpa de aquellos tristes sucesos estuvo toda de parte del Principado, que no hizo más que cubrir su espíritu de rebeldía con el manto de la legalidad y del celo por la paz de la real familia: para los otros, don Juan, por propio impulso o dominado por su segunda esposa doña Juana Enríquez, fue para su hijo don Carlos un verdadero padrastro, y para la provincia un verdadero tirano, como quebrantador de sus constituciones y privilegios. Al hijo le han llamado algunos rebelde: otros le apellidaron santo. Como quiera, es lo cierto que aquellos disturbios nacieron del propósito, hipócrita o sincero, de restablecer entre el padre y el hijo la deseada concordia, turbada por las males artes de pérfidos consejeros, y de amparar y defender a este último en los derechos que por la ley le competían; pero malogrados o torcidos los primeros pasos, por culpa tal vez de quien más debía encaminarlos a buen término, sobrepúsose luego a la fría razón el hervor de las pasiones, y faltando a los unos la necesaria cordura para llegar a un pronto y fácil acomodamiento, perdido por los otros el respeto a la Majestad, y roto al cabo el freno de la obediencia, vióse Cataluña envuelta en una desastrosa guerra civil de doce años, en que por ambas partes se malgastaron torpemente las fuerzas que el pais había empleado en mejores tiempos en acrecentar su grandeza, y durante la cual anduvo el Principado poco menos que mendigando reyes por toda Europa, puesta como quien dice en almoneda la corona condal de Barcelona.
No pretendemos aquí, ni es de nuestra incumbencia, el emitir un nuevo juicio acerca de aquellos acontecimientos: tratamos solamente de manifestar, que aun después de lo mucho que sobre ellos se ha escrito, puede ser que el proceso no se halle suficientemente instruido, y que, por lo mismo, no ha de ser del todo estéril para el que se consagra a semejantes estudios el cúmulo de cartas, acuerdos y otros papeles cuya publicación emprendemos con este tomo decimocuarto de nuestra Colección; porque pudiendo examinar así el asunto en sus últimos pormenores, podrán entenderse más claramente los móviles que se pusieron en juego en aquellas fatales circunstancias, la presión que sobre los ánimos de los jefes del movimiento pudo ejercer la opinión de la muchedumbre, y la rigidez de principios, extremada si se quiere, en que la Diputación
catalana y su consejo fundaron, primero su adhesión al Príncipe de Viana, y luego su desobediencia manifiesta a un soberano a quien consideraban como conculcador de los fueros de la provincia y violador de la fé jurada.
Bajo este supuesto, pasamos a dar razón de los originales con que contamos para el esclarecimiento de aquellos hechos, y que vamos ahora a dar a luz en este y otros tomos sucesivos de nuestra Colección.
Existen en primer lugar en este Archivo once volúmenes, que bajo el título: Turbationum Cathaloniae, contienen las actas de la junta que, compuesta de los diputados y oidores de cuentas del General, y de otras veintisiete personas que a estos se agregaron, se constituyó en esta provincia luego de haber sido prorogadas las cortes de Lerida, y por comisión de estas, para atender al pro común y procurar la libertad del Príncipe de Viana. Entre otros documentos, se lee en aquellas actas la voluminosa correspondencia que siguió dicha junta, ya con las numerosas embajadas que envió a la corte, ya con los comunes de la provincia, ya con los diputados de Aragón y de Valencia, ya en fin con los jefes que puso al frente de las armas, cuando creyó llegado el caso de alzar banderas contra el rey don Juan. Por ellas, pues, daremos ahora principio a nuestra publicación, trasladándolas íntegras, sin más que reducir a breve expresión la parte formularia del escribano; porque si bien podíamos haber cercenado mucho, ya que no todos los documentos han de tener igual importancia, y por necesidad habrán de verse repetidas más de una vez las mismas ideas, hemos preferido pecar de redundantes, a constituirnos árbitros de una elección que podía no ser para todos acertada.
Pero aquella junta cesó en sus funciones luego que, proclamado conde de Barcelona don Pedro, condestable de Portugal y ex-maestre de Avis, llegó este a las playas de la capital y tomó posesión del gobierno, a principios del año 1464. La soberanía de don Pedro no podía avenirse con las omnímodas facultades de una corporación que, desde que la provincia había negado la obediencia a don Juan, venía también ejerciendo atribuciones de soberana: y la junta fue disuelta. Por esto sus actas no alcanzan más allá de aquella fecha. La guerra continuaba, sin embargo; murió don Pedro de Portugal, y fue proclamado Renato de Anjou; perseveró Cataluña en su obstinada resistencia, y no se restableció la paz hasta fines del año 1472. Mas como durante esta segunda época continuó la diputación funcionando, si no como soberana, con las extensas facultades que le atribuían entonces las instituciones en la gestión de los negocios públicos de la provincia; en los registros de este Cuerpo, en sus Dietarios, en sus Libros de Deliberaciones y en los del diputado Zaportella, único que apartándose de sus compañeros, abrazó muy al principio la causa de don Juan, y pasándose a Tarragona, pretendió representar alló por si solo la Generalidad de Cataluña, (los diputats del General de Cathalunya residents en Barchinona ) hallaremos los materiales necesarios para la completa ilustración de este último periodo. En una palabra, poniendo a contribución todos los papeles de esta clase cuya custodia nos está confiada, entresacando y trasladando cuantos nos parezca que pueden dar alguna luz sobre aquellos graves sucesos; procuraremos en esta serie suministrar al lector todos los datos que puedan ayudarle a tener de ellos un cabal conocimiento, y a juzgarlos por si mismo, sin prevención y con justicia.
Tal es, en suma, nuestro propósito; tales son los elementos con que contamos para llevarlo a cabo: si contra nuestros deseos no lo conseguimos, y no podemos en este punto llenar cumplidamente el encargo que el Gobierno de S. M. nos ha confiado, cúlpese nuestro poco acierto, no nuestra falta de celo.

PROCESSUS FACTUS PER DOMINOS DEPUTATOS ET EORUM CONSILIUM PRO LIBERATIONE ILLUSTRISSIMI DOMINI CHAROLI PRIMOGENITI ARAGONUM ET SICILIE PER SERENISSIMUM DOMINUM REGEM PATREM SUUM DETENTI VIRTUTE COMISSIONIS PER CURIAM GENERALEM QUE IN CIVITATE ILERDE CELEBRABATUR DICTIS DOMINIS DEPUTATIS FACTE.

martes, 10 de diciembre de 2019

Unión del condado de Barcelona con el Reino de Aragón

PARTE PRIMERA. 

Unión del condado de Barcelona con el Reino de Aragón.

Don Ramón Berenguer IV y doña Petronila.

I.
Perg. N° 6 (1) 19 de julio 1131.
(1) Las citas marginales se refieren a la colección de pergaminos de don Ramon Berenguer IV; y la letra A. que aparece en algunas, indica que el documento ha sido sacado del apéndice de dicha colección. Los documentos que no llevan anotada al margen su fecha, pertenecen a la colección de los de su clase, que tiene dicho reinado, y a ella se refiere el número que llevan. Las fechas notadas al margen espresan el año de la encarnación.

Postquam a paradisi gaudiis propter inobedientiam suam humanum genus exclusum est et juste mortis incurrit periculum ne eternaliter hoc vinculo detineretur semper Conditor pie miseratus ammonuit. Quod ego Raimundus Berengarii gratia Dei barchinonensis comes et marchio multum mecum retractans tantique sententiam judicis propter enormitatem meorum peccaminum valde pavescens dum vivo et valeo et loqui possum credidi ordinandas omnes res meas prout ipse inspirare dignatus est Igitur in nomine sancte et individue Trinitalís Patris et Filii et Spiritus sancti facio hoc meum testamentum et eligo manumissores meos scilicet dominum Ollegarium tarraconensem archiepiscopum et Berengarium gerundensem episcopum et Raimundum episcopum ausonensem et Aymericum fratrem meum et Guillermum Raimundi Dapiferum et Berengarium
de Cheralt
et Gaucerandum de Pinos et Guillermum de Cardona et Raimundum Bernardi de Guardia et Guillermum Gaufredi de Cerviano et Riamballum de Baseia et Raimundum Bernardi ut isti distribuant omnes res meas sicut hic invenerint scriptum. In primis dimitto Sancte Marie Rivipullensis cenobii corpus meum ut ibi sepeliar ubicumque me mori contigerit. Et dimitto ei villam de Isogol ab integro cum omnibus pertinentiis et afrontationibus ac terminis suis sine blandimento ullius hominis vel femine
cum omnibus adempramentis que ibi habuit vel habere ullo modo potuit unquam potestas cum molendinis molendinariis aquis aquarum vieductibus vel reductibus pratis pascuis silvis garricis et cum omnibus que ad se pertinent sive infra sive extra terminos ejus contineantur ut nec senioraticum neque bajuliam nec quicquam omnino aul servicii aut usatici vel ullius hereditatis quicquam ibi habeat ullus homo nec bonum nec malum nisi Sancta Maria et monaci ejus in perpetuum secundum illorum voluntatem ut semper offerant Deo sacrificia et libamenta pro anima mea et parentum meorum. Item dimitto eidem Sancte Marie dominicaturas meas de Septem Casis et de Lanars cum suis omnibus pertinentiis et cum omnibus meis equabus quas habeo ubicumque sint. Item dimitto sedi Sancte Crucis Sancteque Eulalie omnem decimam navium barchinonensium ex meis directis: et ad canonicam ipsius sedis ipsas meas franchedas de Curtibus et ipsa molendina de Stadella que habuit Ricardus Guillermi pro remedio anime mee. Item dimitto eidem sancte sedi omne ipsum directum et voces et auctoritates quas querelabam in domibus que fuerunt Raimundi Dalmacii pro emendatione illius turriç et muri quod addidi meo palatio. Item dimitto Sancto Petro Puellarum illam pariliatam quam Raimundus Poncii tenet in pignus pro me pro L morabatinis: et redimant illam puelle. Cenobio Sancti Cucuphatis dimitto omnes meas franchedas quas habeo intra suum honorem pro emendatione illius tabule quam inde habui et pro remedio anime mee simul cum Monte Majori qui est super Calidas sicut ego illum habeo et per directum habere debeo et in scripturis Sancti Cucuphatis terminatur et resonat. Cenobio Sancti Laurentii Montis unum de melioribus mansis quos habeo in Terraza. Sancte Marie Montis Serrati unum de melioribus mansis quos habeo in Apiera. Sancte Marie de Calidis unum de melioribus mansis quos ibi habeo ut una lampas semper ibi ardeat pro anima mea. Sancto Michaeli de Fallio unum de melioribus mansis quos habeo in Villa majore. Sancto Sebestiano Penitensi unum de melioribus mansis quos habeo in Avinione. Canonice Sancti Petri sedis Vici ipsum mansum quem Berengarius capud scole tenuit per laborationem ut prius restauretur ecclesie argentum quod inde habui et postea habeat illum prefata canonica pro remedio anime mee. Sancto Petro de Castris-serris unum de melioribus mansis quos habeo in Franciag prope villam Albini. Sancto Petro de Cervaria ipsum moIendinum quod dicitur de Vergos et vineas quas habeo in Molnellis. Sancto Petro de Archellis ipsum campum qui est ante ipsum locum prope viam que transit per transversum de Monte Pavoni. Sancto Benedicto de Badiis dimitto vineas que erant in contentu in termino Cervarie in valle de Molnellis et unum mansum in Minorisa et vineas que sunt in contentu inter me et ipsum locum. Sancte Cecilie MontisSerrati unum mansum in Terracia. Dimitto etiam Sancte Marie sedis Gerunde omnes capellanias quas habeas in episcopatu gerundensi solide et libere et ad ipsius canonicam ipsam ecclesiam de Buada cum decimis et primiciis et oblationibus universis tali modo ut cum victus in ipsa canonica quacumque occasione defecerit prefate ecclesie de Buada fructus habeant prefate sedis canonici in victum comunem. Cum vero per Dei gratiam in ipsa canonica victus more solito habundaverit prefate ecclesie de Buada fructus omnes sint ad restauramentum ipsius ecclesie et altaris Sancte Marie. Et Sancto Felici Gerunde et Sancte Marie sedis dimitto ipsam vineam que fuit Bernardi Raimundi sacriste. Cenobio Sancti Petri Gallicantus ad operam ipsius ecclesie dimitto tertiam partem gerundensis monete ita ut predicti mei elemosinarii faciant eam mittere in opera ipsius ecclesie usque habeant ibi missos ducentos morabatinos. Sancto Daniheli Puellarum unum mansum in Calidis. Sancte Marie Amerensi unum mansum in Calidis qui fuit de Artallo Vitallis. Sancto Michaeli de Crudilliis unum mansum in Palacio Frugelli. Sancti Felici Guissalis unum mansum cum vineis que erant in contentu inter me et illum. Sancto Salvatori de Breda illam terram totam quam Gaufredus Bonissimi dimisit eidem Sancto Salvatori cum vinea. Sancto Paulo de Maritima unum mansum in Monte Palatio. Sancto Paulo foris murum Barchinone unum mansum in Avinione. Sancto Petro Campirotundi dimitto campum ipsum quem tenet Guillermus Udalardi cum consilio rivipullensis abbatis et G. prioris. Sancto Michaeli Coccanensi dimitto omnes albergas et toltas et forcias quas in honore ejusdem monasterii ubi ut habui cum uno de melioribus mansis quos habeo in Frumigera et villa de Eu cum omnibus pertinentiis suis quam habet in pignus Raimundus Bernardi per DC solidos monete melgurensis, Et si ego non recuperabo illam ante mortem meam donet illi abbas Sancti Michaelis DC solidos et habeat villam ad integrum. Excipio tamen ab hac laxatione Sancti Micbaelis illud quod habeo in Ariano et in Centens. Sancte Marie Celsone dimitto medietatem decime de Meresana quam Raimundus Mironis de Pugalt tenet in pignus per C morabatinos quam ipsi redimant tantum et habeant illam cum vinea quam clericus Cervarie dimisit eidem loco. Sancto Martino de Canigone unum mansum in Corneliano. Sancte Marie Bisulluni unum mansum in Moio. Sancto Petro Bisulluni unum mansum in Moione. Sancto Micheli Fluviani unum mansum in Palatio Frugelli propter violationem quam feci in ejus sacraria. Sancto Petro Rodensi duos mansos in Palatio Frugelli pro emendatione mali quod ei feci et ut cotidie celebrent missas pro anima mea. Ad Sanctam Mariam de Stagno dimitto cum consilio domini Raimundi ausonensis episcopi ipsam capellaniam de Modeiano cum omnibus alodiis eidem ecclesie Sancte Marie pertinentibus tali conditione ut in ipsa congregatione de Stagno addatur unus regularis canonicus qui semper celebret Deo missas pro anima mea. Sancto Stephano de Balnoles totum quod est comitale et quod habeo ad integrum in villa Savarres. Ad Sanctum Laurentium super Bisulle omnes albergas et toltas et forcias quas habeo in ejus honore dimitto et unum de melioribus mansis in Pratis. Cenobio Sancti Johannis totum meliorem mansum de Pratis. Sancte Marie Villebertrandi unum mansum in Palatio Frugelli. Sancte Marie Arularum albergas quas habeo in ejus honore de Plano de Curtis. Sancte Marie de Corneliano unum mansum in Corneliano. Ad Sanctum Sepulcrum Domini unum de melioribus mansis in Langostera. Ad cavalleriam Jherusalem equum meum Danc cum omni armatura mea. Ad Hospitalem Jherusalem dimitto unum mansum in Villa Majore juxta alium quem dedi ei et equum meum nigrum quem redimat filius meus Raimundus mille solidis. Dimitto etiam Deo omnes leudas et malos usaticos quos noviter misi in civitatibus meis. Omnem alium meum honorem dimitto Raimundo Berengarii filio meo et Barchinonam et comittatum barchinonensem cum omnibus sibi pertinentibus et cum omni honore marchiarum et Hispaniarum et episcopatum predicte civitatis et comitatum tarraconensem et archiepiscopatum ejus cum omnibus sibi pertinentibus et castrum de Stopagnano et de Podeo Rubeo et de Castris-serris et de Pinzano et de Camarasa et de Cubellis et castrum de Barberano et alia castella et omnia alia que pertinent ad ista supradicta et quod avus meus Raimundus Berengarii reliquit mihi in Cardona et in Guardialada in suo testamento et comitatum ausonensem et episcopatum ejus cum omnibus sibi pertinentibus et castrum Cervarie cum omnibus sibi pertinentibus et comitatum Minorise cum omnibus sibi pertinentibus et comitatum et episcopatum gerundensem cum omnibus sibi pertinentibus et ipsam dominationem et bajuliam quam habeo in Petralata et comitatum bisullunensem vallespirensem foliolitensem petrapertusensem cum omnibus sibi pertinentibus et comitatum ceiritaniensem et confluentensem berchitanensem cum omnibus sibi pertinentibus et Castel Follit de Rivo Meritabili et Malacara et ipsam dominationem et bajuliam quam habeo in Petralata cum omnibus sibi pertinentibus et comitatum carcasonensem et episcopatum cum omnibus sibi pertinentibus et comitatum redensem cum omnibus pertinentibus suis. Berengario Raimundi filio meo dimitto omnem meum honorem Provincie et comitatum et archiepiscopatus et episcopatus et abbatias et omnia que ibi habere debeo et illum quem habeo in Rotensi patria et in Gavallano (Gaval-lano en dos lineas) et in Karlateso cum civitatibus et archiepiscopatibus et episcopatibus et castellis et omnibus ad predictos honores pertinentibus ita ut ipse maritet sorores suas honorifice cum consilio archiepiscoporum et episcoporum et magnatuum Provincie. Si autem evenerit alterum horum obire sine filiis de legitimo conjugio revertantur predicta omnia ad illum qui superstes extiterit. Omnes honores meos sicut superius testatus sum dimitto filiis meis exceptis illis quos sanctis Dei dimisi. Et dimitto Sancto Petro de Roma et domino
pape C morabatinos et ad Sanctam Mariam de Podio L et ad Sanctum Jachobum de Gallesia L et mando ut mei elemosinarii teneant medietatem de dominicaturis et usaticis meis donee persolvant omnia ista debita et alia que hic scripta non sunt et induant CCC pauperes de tunicis. Si filii mei dederint vel vendiderint aliquid de honoribus a me sibi dimissis usque habeant XXV annos non valeat. Et dimitto filios meos in potestate Dei et sancte Dei genitricis Marie et bajulia beati Petri apostolorum principis et domini pape seu omnium archiepiscoporum et episcoporum et magnatuum totius mee dominationis ac terre qui juste et fideliter voluerint agere erga me et filios meos. Si filie mee ipsa de Castella et illa de Fuxo reverse fuerint in terra mea filius meus Raimundus Berengarii cum consilio magnatum meorum maritet eas honorifice cum meo honore et meo avere et interim ipsa de Castella stet in Lagostera et ipsa de Fuxo in Ripis et Berengarius Raimundi de Provincia faciat similiter de aliis. Si Raimundus Berengarii et Berengarius Raimundi filii mei obierint sine filiis de legitimo conjugio remaneant omnis honor quem relinquo filio meo Raimundo ad filiam meam de Castella et ad filios ejus et omnis honor quem relinquo Berengario Raimundi filio meo remaneat aliis filiabus meis. Adhuc dimitto Sancte Marie de Crassa pro emendatione de suo avere quod habui ipsam albergam de Pediano quousque Raimundus filius meus donet ei in pace ipsam albergam de Astagel et tam ibi quam in aliis sanctis locis a me hereditatis omni tempore Deum exorent pro anima mea habitantes in eis. (1)

Factum est translatum V kalendas aprilis anno ab incarnatione Domini MCCIIII (1204 !!). Anno dominice incarnationis MCXXXI (1131). Sig+num Raimundi comes. - Sig+num Aimerici de Narbona. Sig+num Guillermi Raimundi Dapiferi. Sig+num Raiambaldi de Baseia. Sig+num Guillermi Gaufredi de Cerviano. Sig+num Raimundi Renardi. Sig+num Ollegarii archiepiscopus. Sig+num Berengarius Dei gratia gerundensis ecclesie episcopus. Sig+num Bernardi de Bellog. - Sig+num Raimundi Comes. - Petrus scriptor translatavit hoc testamentum in anno ab incarnatione dominice MCCIIII V kalendas aprilis cum literis rasis et emendatis in VII et XXI linea et suprascriptis in XXXVII et quadragesima prima +.

(1) En este traslado se advierte que el escribiente puso inadvertidamente la fecha del traslado antes que el año 1131, en que el conde otorgó el testamento; del mismo modo que el nombre del conde y de los testigos que lo presenciaron; y por consiguiente no debe estrañarse la repetición de aquella fecha. En lo demás dicha copia o traslado está exacta, menos en algunas variantes de poca monta y de ortografía, con las que han publicado algunos escritores, especialmente con la del arzobispo Marca, que la sacaría del mutilado libro grande de los feudos de este archivo.

Sigue en el II

martes, 23 de julio de 2019

corona catalano-aragonesa

"Los historiadores catalanes siempre han tenido el complejo de inferioridad de que nunca han sido un reino y no existe un solo documento en el que se hable de que Jaime I hubiera querido crear un reino de Cataluña, lo de las señas de identidad es a partir de la Renaixença."
(Antonio Ubieto Arteta)

Próspero de Bofarull y Mascaró:

A LOS LECTORES.

Interrumpida esta publicación durante más de un año, aunque por causas que le habrán de producir desde luego no pocas ventajas, la emprendemos ahora nuevamente con más viva fé y con mejores medios, porque habiendo el Gobierno de S. M. autorizado el establecimiento en el mismo Archivo de una pequeña imprenta destinada exclusivamente a este objeto, podrá así continuarse la edición con mucha más regularidad y mayor esmero.
Hemos debido también modificar algún tanto el plan que habíamos trazado desde un principio: la publicación de todas las actas de nuestras antiguas cortes; porque habiéndose propuesto la Real Academia de la Historia incluir las de todos los reinos y señoríos de España en la Colección de ellas que con tanto aplauso está dando a luz, obtuvo al efecto la correspondiente autorización de S. M., y se nos relevó al mismo tiempo del compromiso que habíamos contraído de publicar las que se custodian en este Archivo. Por nuestra parte hemos suministrado y suministraremos a la Academia, como nos está mandado, cuantas noticias y cuantos documentos teníamos recogidos sobre esta materia, para contribuir con lo que alcancen nuestras escasas fuerzas al mayor complemento de una publicación, que nadie, como aquel sabio Cuerpo, puede llevar a cabo con la perfección que su importancia requiere. De esta manera quedarán satisfechos con usura nuestros deseos de que vean la luz pública las actas de las antiguas asambleas de nuestra Corona aragonesa, y no menguará por ello el interés de nuestra Colección, ya que afortunadamente es tan abundante la mina cuyo laboreo nos está encomendado, que en la elección de los documentos que venimos publicando está la única dificultad con que tropezamos.

Para vencerla ahora con el posible acierto, hemos creído que después de haber dado a luz en el tomo 4.° de esta Colección los documentos relativos a la unión de Cataluña con Aragón, no sería fuera del caso el publicar los Repartimientos de MallorcaValencia Cerdeña, que aparte del interés histórico que ofrecen en general, y en particular para cada uno de los territorios a que se refieren, constituyen, por decirlo así, el único titulo fehaciente de la agregación de aquellos estados a la monarquía catalano-aragonesa, son la más brillante ejecutoria de nuestros condes-reyes, y en medio de los muchos y preciosos datos que contienen sobre las fuerzas y estado social de los vencidos y de los vencedores en aquellos remotos tiempos, dan margen a serias meditaciones al que considere de qué manera se llevaron a cabo aquellas conquistas, y el universal despojo de que fueron víctimas los
invasores musulmanes, del cual se libraron solamente los pocos tránsfugas o apóstatas que recibieron de los conquistadores el premio de su traición o de sus servicios.

domingo, 24 de mayo de 2020

PEDRO MIGUEL CARBONELL

COLECCIÓN DE DOCUMENTOS INÉDITOS DEL ARCHIVO GENERAL DE LA CORONA DE ARAGÓN
PUBLICADA DE REAL ORDEN
POR
SU ARCHIVERO,
D. MANUEL DE BOFARULL Y DE SARTORIO.
TOMO XXVII.

OPÚSCULOS INÉDITOS DEL CRONISTA CATALÁN
PEDRO MIGUEL CARBONELL,
ILUSTRADOS Y PRECEDIDOS DE SU BIOGRAFÍA DOCUMENTADA
POR
D. MANUEL DE BOFARULL Y DE SARTORIO,
ARCHIVERO DEL GENERAL DE LA CORONA DE ARAGÓN, SOCIO CORRESPONDIENTE
DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA, DE NÚMERO DE LA DE BUENAS LETRAS DE BARCELONA Y DE OTRAS CORPORACIONES LITERARIAS.

TOMO I.

BARCELONA.
EN LA IMPRENTA DEL ARCHIVO.
1864.

// Editado por Ramón Guimerá Lorente. Ortografía actualizada en parte en los textos de Manuel Bofarull Sartorio. Los números 3 y 5 son muy parecidos en el texto original, quizás haya errores. //

Manuel Bofarull Sartorio
Manuel Bofarull Sartorio

Fue dedicada esta obra por su autor en testimonio de respetuosa gratitud, a la Real Academia de la Historia, que aceptó este justo y propio homenaje con su acostumbrada benevolencia, y esta circunstancia, capaz de realzar por si sola la obra de un particular, ha contribuido en esta ocasión a que el autor, desprendiéndose del derecho que como tal le compete, la cediera, atendida su importancia histórica y diplomática, a la Colección oficial que actualmente dirige como Archivero general de la Corona de Aragón.

PRÓLOGO.

Para proceder con acierto al completo y fructuoso estudio de la historia de cualquier pais es absolutamente indispensable, después de hojeada no muy someramente la general de todas las naciones, descender a la más detenida y metódica lectura de todos los autores que han tratado hasta nuestros dias de la particular o propia que constituye el objeto de nuestras miras. Pero aun asi no puede prescindirse de comenzar por los más antiguos e ir bajando gradual y cronológicamente hasta los más modernos, si se quiere que la severa critica, madre de todos los adelantos en esta materia, comunique su clara luz a nuestra inteligencia. Y aplicando este tan admitido principio a nuestra Cataluña, es imposible entrar en el lleno y exacto conocimiento de todos los pasos que han dado nuestros mayores y de las diferentes fases que en el decurso de los siglos ha presentado nuestra patria, sin empaparnos en la lectura de las crónicas e historias que nos han legado nuestros predecesores, desde los dos anónimos monjes de Ripoll en sus preciosísimos M. SS. de mediados del siglo XII y fines del XIII, publicados por el erudito Arzobispo de Paris en su Marca Hispanica, hasta el escogido ramillete que de todas ellas y de las que siguieron hasta la época presente formó nuestro distinguido, concienzudo e incansable amigo D. Pablo Piferrer y Fábregas en sus Recuerdos y bellezas de España.
Ciertamente el que haya acometido tan arduo y trabajoso estudio, después de admirar la severidad de estilo de los citados monjes, el castizo lenguaje de don Jaime el Conquistador, la mucha exactitud de Ramon de Muntaner, la circunstanciada narración de Bernardo Desclot y la buena fé de Pedro Tomich, no podrá dejar de hacer alto en las Croniques de Espanya de Pedro Miguel Carbonell. Es indudable que este cronista sobrepujó en mérito a todos los que le habían precedido, ya fuese porque encontró trillado el camino, ya por haber bebido de la rica fuente del Real Archivohasta entonces no beneficiada, ora porque generalizó sus trabajos no ciñéndose a un hecho o reinado solo, como lo verificaron aquellos, sino abarcando todas las épocas desde los fabulosostiempos de Tubal hasta los de D. Juan II inclusive, ora finalmente por haber sido el primero en adoptar el sistema de apoyar la mayor parte de sus dichos en documentos que actualmente siguen los historiadores de más nota.
Estas ventajosas consideraciones y la particular circunstancia que reunía Carbonell, tan interesante para nosotros, de haber corrido a su cargo por espacio de 40 años a fines del siglo XV y principios del XVIla custodia del mencionado Archivo, hicieron nos detuviésemos más y más en su lectura, admirando la fluidez y naturalidad de su narración y la exactitud de sus datos, y gozándonos no pocas veces en sus mismas digresiones y lunares, que tan inconsideradamente le echan en cara algunos de sus plagiarios, sin hacerse cargo del gusto y fisonomía especial de la época en que escribía su crónica.
Nos aguijoneó entonces y por mucho tiempo el deseo de traducir aquella obra al castellano,adicionándola y corrigiéndola a la vez con el único objeto de generalizarla; y aunque no desconocíamos la dificultad que ofrecía semejante empresa, la hubiéramos acometido con ánimo resuelto, y procurado llevarla a cabo, si a aquella dificultad no se hubiesen acumulado otras y otras menos superables, que nos han obligado a aplazarla para otra época más oportuna. Como nuestro objeto es dar a conocer tan solo la parte inédita de las obras y trabajos del cronista archivero, alcanzará fácilmente el lector que, no correspondiendo por su índole la reproducción de una obra impresa en una colección de documentos inéditos, prescindamos esta vez de aquella, ya que, a pesar de la escasez de ejemplares, puede ser leida y examinada en diferentes bibliotecas públicas o particulares, y reservemos en tal caso su reproducción o traducción para cuando, sin carácter oficial, consideremos oportuno hacer este obsequio a la memoria de Carbonell.
Posteriormente y con el decurso de los años, entre los códices y registrosdel Archivo general de la Corona de Aragón hallamos algunas otras producciones históricas de su activa pluma, que no habían visto la luz pública, y nos propusimos desde luego dar a la imprenta. Dedicámonos con asiduidad en todos los ratos de ocio que se nos ofrecían a la más escrupulosa busca de todas cuantas pudiese haber dejado escritas; y tuvimos la satisfacción de ver muy en breve coronados nuestros trabajos del mejor éxito, y a la verdad mucho mayor del que jamás habíamos esperado. A más de la detallada relación de la enfermedad, muerte y magnificos funerales de D. Juan II de Aragón, que presenció y describió de orden del hijo y sucesor de este monarca, D. Fernando el Católico, de los minuciosos extractos y apuntes de los procesos y demás actos de la Inquisición, y de un crecido número de cartas relativas a diferentes puntos históricos, dimos con algunas producciones poéticas, que si bien no del todo perfectas en la parte métrica, tienen la inestimable particularidad de trazar un exacto bosquejo de las costumbres de los cortesanos y altos funcionarios públicos de su época. Bajo este aspecto jamás fue conocido Carbonell; asi es que este descubrimiento se nos hizo tanto más interesante y grato cuanta mayor novedad ofrecía.
Además de todos los materiales que acabamos de enumerar y que se custodian en el Archivo de la Corona de Aragón, otros tuvimos ocasión de ver fuera de él, y en especial el códice que, bajo el título exterior de Petri Michaeli Carbonelliadversaria, o, según la portada del mismo, Codex epigrammata epistolas et alia quamplurima continens in quo sunt aliqua raptim scripta quae sunt emendatione digna qaasi per totum manu mea scripta, se conserva en el archivo de la catedral de Gerona, a cuyo ilustrado cabildo, y en su representación a los SS. canónigos de la misma Matute, Ruscalleda y Murtra, debemos consignar aqui nuestra gratitud por sus atenciones y cooperación al logro de nuestra tarea literaria.
Sabedores de cuanto importa evitar la menor confusión en esta clase de trabajos, y estribando su primera calidad en el mejor orden posible, separamos las obras históricas de las poéticasy de las literarias, sin que a ninguna hayamos dejado de añadir las notas que nos parecieron convenientes, ya para su mayor claridad, ya también para corregir algunos leves descuidos del autor, a quien sin duda sorprendería la muerte antes de dar a aquellas la última mano. Pero debemos advertir a nuestros lectores que nos ceñimos constante y estrictamente al original, cuyo descifre nos fue muy a menudo engorrosísimo por estar escrito en mal borrador, peor letra y enredado con inumerables acotaciones. Nos pareció asimismo muy oportuno dar en sus respectivos lugares noticias de algunas obras, que no puede dudarse compuso Carbonell, por más que hayan desaparecido para siempre.
Tampoco dejamos de hacer algunas reflexiones sobre la Crónica y demás obras ya publicadas, aunque traspasemos los limites de nuestro propósito. Al menos no podemos prescindir de desvanecer la equivocación que padecieron D. Nicolás Antonio en la pág. 219 del tom. 2.° de su Biblioteca hispana nova, y el P. Manuel Marcillo en la 362 de su Crisi de Cataluña, al asegurar que en Barcelona se hicieron de la Crónica dos ediciones; y en su lugar oportuno probaremos que no hubo más que una.
Al practicar tales investigaciones, dimos con no pocos apuntes o notas autógrafas puestas al margen, en las cubiertas y aun intercaladas las más de las veces en el texto mismo de sus opúsculos, relativas al interior de su familia e indicadoras de su carácter, las cuales nos sugirieron la feliz idea de irlas reuniendo insensiblemente con el objeto de poder más adelante bosquejar unos ligeros apuntes biográficos. Tan interesantes se fueron haciendo aquellos y llegaron a un número tan copioso y considerable que, contra lo que jamás habriamos previsto, nos hallamos en disposición de extender, no ya unos meros apuntes como nos propusimos al principio, sino una biografía, y tan completa cual pueda apetecerse, de una persona que floreció hace cuatro siglos. La detenida lectura de su Crónica, el contexto de algunos documentos que hemos rastreado entre los infinitos que abrazan los registros,escrituras y demás papeles del Archivo general de la Corona de Aragón, y el examen de su 28.° memorial o protocolo que posee actualmente uno de los escribanos públicos de esta ciudad, han enriquecido también el caudal de preciosos datos que ya poseíamos. Costoso trabajo ha sido a la verdad el de unirlos y combinarlos; pero su minuciosidad y profusión mismas nos fueron allanando el camino, y hoy día el exacto conocimiento de su carácter llega a representar a menudo a nuestros ojos casi la imagen del Cronista.
Quizás el lector echará a menos en esta biografía el juicio critico de sus producciones: bien sabemos que él debe llevarse la parte principal cuando se trata de un escritor conocido, pero nosotros lo omitimos de intento, convencidos de que tendrá lugar más a propósito al frente de cada una de aquellas.
La mayor recompensa de nuestra penosa tarea es la convicción que tenemos de que no sentamos un solo dicho sin que venga en su apoyo un documento intachable o una nota escrita de su propio puño. Esta circunstancia y el deseo de no interrumpir la narración con la lectura de unos y otras nos hicieron emplear el medio de continuarlos todos en seguida de la biografía, poniendo en esta las correspondientes llamadas o números, y separando las notas autógrafas de los que deben considerarse como meros documentos. De esta manera, al paso que se favorece la claridad, el lector encontrará fácilmente los comprobantes de nuestros asertos cuando ocurra consultarlos: el conocerá si hemos andado o no acertados en la adopción de este sistema; que si quedare complacido, no puede caber mayor galardón a nuestros desvelos.


Biografía

PEDRO MIGUEL CARBONELL

COLECCIÓN DE DOCUMENTOS INÉDITOS DEL ARCHIVO GENERAL DE LA CORONA DE ARAGÓN
PUBLICADA DE REAL ORDEN
POR
SU ARCHIVERO,
D. MANUEL DE BOFARULL Y DE SARTORIO.
TOMO XXVII.

OPÚSCULOS INÉDITOS DEL CRONISTA CATALÁN
PEDRO MIGUEL CARBONELL,
ILUSTRADOS Y PRECEDIDOS DE SU BIOGRAFÍA DOCUMENTADA
POR
D. MANUEL DE BOFARULL Y DE SARTORIO,
ARCHIVERO DEL GENERAL DE LA CORONA DE ARAGÓN, SOCIO CORRESPONDIENTE
DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA, DE NÚMERO DE LA DE BUENAS LETRAS DE BARCELONA Y DE OTRAS CORPORACIONES LITERARIAS.

TOMO I.

BARCELONA.
EN LA IMPRENTA DEL ARCHIVO.
1864.

// Editado por Ramón Guimerá Lorente. Ortografía actualizada en parte en los textos de Manuel Bofarull Sartorio. Los números 3 y 5 son muy parecidos en el texto original, quizás haya errores. //

Manuel Bofarull Sartorio
Manuel Bofarull Sartorio

Fue dedicada esta obra por su autor en testimonio de respetuosa gratitud, a la Real Academia de la Historia, que aceptó este justo y propio homenaje con su acostumbrada benevolencia, y esta circunstancia, capaz de realzar por si sola la obra de un particular, ha contribuido en esta ocasión a que el autor, desprendiéndose del derecho que como tal le compete, la cediera, atendida su importancia histórica y diplomática, a la Colección oficial que actualmente dirige como Archivero general de la Corona de Aragón.

PRÓLOGO.

Para proceder con acierto al completo y fructuoso estudio de la historia de cualquier pais es absolutamente indispensable, después de hojeada no muy someramente la general de todas las naciones, descender a la más detenida y metódica lectura de todos los autores que han tratado hasta nuestros dias de la particular o propia que constituye el objeto de nuestras miras. Pero aun asi no puede prescindirse de comenzar por los más antiguos e ir bajando gradual y cronológicamente hasta los más modernos, si se quiere que la severa critica, madre de todos los adelantos en esta materia, comunique su clara luz a nuestra inteligencia. Y aplicando este tan admitido principio a nuestra Cataluña, es imposible entrar en el lleno y exacto conocimiento de todos los pasos que han dado nuestros mayores y de las diferentes fases que en el decurso de los siglos ha presentado nuestra patria, sin empaparnos en la lectura de las crónicas e historias que nos han legado nuestros predecesores, desde los dos anónimos monjes de Ripoll en sus preciosísimos M. SS. de mediados del siglo XII y fines del XIII, publicados por el erudito Arzobispo de Paris en su Marca Hispanica, hasta el escogido ramillete que de todas ellas y de las que siguieron hasta la época presente formó nuestro distinguido, concienzudo e incansable amigo D. Pablo Piferrer y Fábregas en sus Recuerdos y bellezas de España.
Ciertamente el que haya acometido tan arduo y trabajoso estudio, después de admirar la severidad de estilo de los citados monjes, el castizo lenguaje de don Jaime el Conquistador, la mucha exactitud de Ramon de Muntaner, la circunstanciada narración de Bernardo Desclot y la buena fé de Pedro Tomich, no podrá dejar de hacer alto en las Croniques de Espanya de Pedro Miguel Carbonell. Es indudable que este cronista sobrepujó en mérito a todos los que le habían precedido, ya fuese porque encontró trillado el camino, ya por haber bebido de la rica fuente del Real Archivohasta entonces no beneficiada, ora porque generalizó sus trabajos no ciñéndose a un hecho o reinado solo, como lo verificaron aquellos, sino abarcando todas las épocas desde los fabulosostiempos de Tubal hasta los de D. Juan II inclusive, ora finalmente por haber sido el primero en adoptar el sistema de apoyar la mayor parte de sus dichos en documentos que actualmente siguen los historiadores de más nota.
Estas ventajosas consideraciones y la particular circunstancia que reunía Carbonell, tan interesante para nosotros, de haber corrido a su cargo por espacio de 40 años a fines del siglo XV y principios del XVIla custodia del mencionado Archivo, hicieron nos detuviésemos más y más en su lectura, admirando la fluidez y naturalidad de su narración y la exactitud de sus datos, y gozándonos no pocas veces en sus mismas digresiones y lunares, que tan inconsideradamente le echan en cara algunos de sus plagiarios, sin hacerse cargo del gusto y fisonomía especial de la época en que escribía su crónica.
Nos aguijoneó entonces y por mucho tiempo el deseo de traducir aquella obra al castellano,adicionándola y corrigiéndola a la vez con el único objeto de generalizarla; y aunque no desconocíamos la dificultad que ofrecía semejante empresa, la hubiéramos acometido con ánimo resuelto, y procurado llevarla a cabo, si a aquella dificultad no se hubiesen acumulado otras y otras menos superables, que nos han obligado a aplazarla para otra época más oportuna. Como nuestro objeto es dar a conocer tan solo la parte inédita de las obras y trabajos del cronista archivero, alcanzará fácilmente el lector que, no correspondiendo por su índole la reproducción de una obra impresa en una colección de documentos inéditos, prescindamos esta vez de aquella, ya que, a pesar de la escasez de ejemplares, puede ser leída y examinada en diferentes bibliotecas públicas o particulares, y reservemos en tal caso su reproducción o traducción para cuando, sin carácter oficial, consideremos oportuno hacer este obsequio a la memoria de Carbonell.
Posteriormente y con el decurso de los años, entre los códices y registrosdel Archivo general de la Corona de Aragón hallamos algunas otras producciones históricas de su activa pluma, que no habían visto la luz pública, y nos propusimos desde luego dar a la imprenta. Dedicámonos con asiduidad en todos los ratos de ocio que se nos ofrecían a la más escrupulosa busca de todas cuantas pudiese haber dejado escritas; y tuvimos la satisfacción de ver muy en breve coronados nuestros trabajos del mejor éxito, y a la verdad mucho mayor del que jamás habíamos esperado. A más de la detallada relación de la enfermedad, muerte y magnificos funerales de D. Juan II de Aragón, que presenció y describió de orden del hijo y sucesor de este monarca, D. Fernando el Católico, de los minuciosos extractos y apuntes de los procesos y demás actos de la Inquisición, y de un crecido número de cartas relativas a diferentes puntos históricos, dimos con algunas producciones poéticas, que si bien no del todo perfectas en la parte métrica, tienen la inestimable particularidad de trazar un exacto bosquejo de las costumbres de los cortesanos y altos funcionarios públicos de su época. Bajo este aspecto jamás fue conocido Carbonell; asi es que este descubrimiento se nos hizo tanto más interesante y grato cuanta mayor novedad ofrecía.
Además de todos los materiales que acabamos de enumerar y que se custodian en el Archivo de la Corona de Aragón, otros tuvimos ocasión de ver fuera de él, y en especial el códice que, bajo el título exterior de Petri Michaeli Carbonelliadversaria, o, según la portada del mismo, Codex epigrammata epistolas et alia quamplurima continens in quo sunt aliqua raptim scripta quae sunt emendatione digna qaasi per totum manu mea scripta, se conserva en el archivo de la catedral de Gerona, a cuyo ilustrado cabildo, y en su representación a los SS. canónigos de la misma Matute, Ruscalleda y Murtra, debemos consignar aqui nuestra gratitud por sus atenciones y cooperación al logro de nuestra tarea literaria.
Sabedores de cuanto importa evitar la menor confusión en esta clase de trabajos, y estribando su primera calidad en el mejor orden posible, separamos las obras históricas de las poéticasy de las literarias, sin que a ninguna hayamos dejado de añadir las notas que nos parecieron convenientes, ya para su mayor claridad, ya también para corregir algunos leves descuidos del autor, a quien sin duda sorprendería la muerte antes de dar a aquellas la última mano. Pero debemos advertir a nuestros lectores que nos ceñimos constante y estrictamente al original, cuyo descifre nos fue muy a menudo engorrosísimo por estar escrito en mal borrador, peor letra y enredado con inumerables acotaciones. Nos pareció asimismo muy oportuno dar en sus respectivos lugares noticias de algunas obras, que no puede dudarse compuso Carbonell, por más que hayan desaparecido para siempre.
Tampoco dejamos de hacer algunas reflexiones sobre la Crónica y demás obras ya publicadas, aunque traspasemos los limites de nuestro propósito. Al menos no podemos prescindir de desvanecer la equivocación que padecieron D. Nicolás Antonio en la pág. 219 del tom. 2.° de su Biblioteca hispana nova, y el P. Manuel Marcillo en la 362 de su Crisi de Cataluña, al asegurar que en Barcelona se hicieron de la Crónica dos ediciones; y en su lugar oportuno probaremos que no hubo más que una.
Al practicar tales investigaciones, dimos con no pocos apuntes o notas autógrafas puestas al margen, en las cubiertas y aun intercaladas las más de las veces en el texto mismo de sus opúsculos, relativas al interior de su familia e indicadoras de su carácter, las cuales nos sugirieron la feliz idea de irlas reuniendo insensiblemente con el objeto de poder más adelante bosquejar unos ligeros apuntes biográficos. Tan interesantes se fueron haciendo aquellos y llegaron a un número tan copioso y considerable que, contra lo que jamás habríamos previsto, nos hallamos en disposición de extender, no ya unos meros apuntes como nos propusimos al principio, sino una biografía, y tan completa cual pueda apetecerse, de una persona que floreció hace cuatro siglos. La detenida lectura de su Crónica, el contexto de algunos documentos que hemos rastreado entre los infinitos que abrazan los registros,escrituras y demás papeles del Archivo general de la Corona de Aragón, y el examen de su 28.° memorial o protocolo que posee actualmente uno de los escribanos públicos de esta ciudad, han enriquecido también el caudal de preciosos datos que ya poseíamos. Costoso trabajo ha sido a la verdad el de unirlos y combinarlos; pero su minuciosidad y profusión mismas nos fueron allanando el camino, y hoy día el exacto conocimiento de su carácter llega a representar a menudo a nuestros ojos casi la imagen del Cronista.
Quizás el lector echará a menos en esta biografía el juicio critico de sus producciones: bien sabemos que él debe llevarse la parte principal cuando se trata de un escritor conocido, pero nosotros lo omitimos de intento, convencidos de que tendrá lugar más a propósito al frente de cada una de aquellas.
La mayor recompensa de nuestra penosa tarea es la convicción que tenemos de que no sentamos un solo dicho sin que venga en su apoyo un documento intachable o una nota escrita de su propio puño. Esta circunstancia y el deseo de no interrumpir la narración con la lectura de unos y otras nos hicieron emplear el medio de continuarlos todos en seguida de la biografía, poniendo en esta las correspondientes llamadas o números, y separando las notas autógrafas de los que deben considerarse como meros documentos. De esta manera, al paso que se favorece la claridad, el lector encontrará fácilmente los comprobantes de nuestros asertos cuando ocurra consultarlos: el conocerá si hemos andado o no acertados en la adopción de este sistema; que si quedare complacido, no puede caber mayor galardón a nuestros desvelos.


Biografía

lunes, 30 de agosto de 2021

COLECCIÓN DE CARTAS ESCRITAS POR LA DIPUTACIÓN DE CATALUÑA, CORRESPONDIENTES AL AÑO DE 1463.

COLECCIÓN DE CARTAS ESCRITAS POR LA DIPUTACIÓN DE CATALUÑA,
CORRESPONDIENTES AL AÑO DE 1463.

ADVERTENCIA.

Hasta la última fecha citada, ocho de marzo de mil cuatrocientos sesenta y cinco, en que se aprueba la deliberación tomada en dos del propio mes, ninguna interrupción ha habido respecto al orden cronológico de los actos, sesiones, deliberaciones, correspondencias y demás, aun cuando, ya desde algún tiempo, ha de haberse observado la decadencia del cuerpo que representaba en cierto modo el espíritu del país, y la transformación consiguiente que aquel, por la misma causa hubo de sufrir. Así en un principio se ve obrar a la Diputación con toda su fuerza e influencia; más adelante, cuando los apuros crecen y aparecen defecciones inesperadas, aquel cuerpo se da la mano, como igualándose mutuamente sus poderes, con el concejo de la ciudad de Barcelona, en términos, que al pie de cada deliberación va la aprobación o desaprobación de la ciudad, notándose ya en este caso gran simplificación en lo concerniente a la parte que podría llamarse ceremonial del cuerpo; y por último, se llega ya al extremo de prescindirse enteramente de los individuos que componían los diferentes brazos, cuya asistencia en las sesiones del consejo general era indispensable para votar y deliberar, y se faculta a un determinado número de personas que, representando a la Diputación y a la ciudad, deliberen de común acuerdo con los pocos o muchos diputados u oidores que se hayan mantenido en su cargo hasta la fecha a que antes se ha hecho referencia, siendo de esta clase la última sesión y deliberación con que da fin el registro que concluye en la página precedente, y con la circunstancia, además, de llevar al pie una aprobación de la ciudad, cuando las que la preceden de su clase no la llevan, y de no advertirse al margen, según era costumbre, que las tres personas facultadas para deliberar con las que representan a la Diputación pertenezcan al Cuerpo municipal.
Otras variaciones pueden haberse observado en el decurso de estos importantes hechos, sobre todo en los que empiezan en el tomo anterior, a saber, la desaparición de la correspondencia oficial, desde el agosto del año mil cuatrocientos sesenta y dos en adelante, de modo que desde esta fecha quedan consignadas solamente en los registros las deliberaciones y se prescinde enteramente de toda carta; y luego la reducción del número de sesiones, en términos que, pasado el mes de enero de mil cuatrocientos sesenta y cinco, que contiene un número regular, se reducen las demás a una docena para llegar al julio del mismo año, o acaso al marzo del siguiente, pues hay que advertir, que se encuentra este mes con posterioridad al julio de mil cuatrocientos sesenta y cinco, aunque estas equivocaciones, frecuentes en las últimas páginas, son fáciles de adivinar en los demás casos y quizá se deban en gran parte al copista.
Inducen estas observaciones a pensar si podían haber influido en el ánimo de las personas que dirigían los negocios públicos, en la marcha de estos y por consiguiente en el orden y sistema de administrarlos y regirlos, ya que en todo se observa una transformación decadente, los fatales sucesos que tuvieron lugar durante el año mil cuatrocientos sesenta y cuatro, a saber, el hambre y miseria que se experimentaron en varios puntos del Principado, la inevitable entrega de Lérida al rey don Juan, la concordia entre este y don Juan de Beaumont, la batalla de Calaf, donde el condestable de Portugal, el mismo que habían aclamado por rey los catalanes, quedó vencido y derrotado,
mientras que hubieron de pasar al cautiverio la mayor parte de caudillos que representaban y defendían los principios proclamados por la Diputación; o por otra parte, si, para adoptar otro sistema menos complicado en la formación de los registros, se prefirió, desde la fecha ya citada anteriormente, separar toda la correspondencia de las actas y con ella arreglar otra colección especial de cartas, instrucciones etc. Por lo primero no sería de extrañar que los papeles concernientes a una causa vencida quedaran acaso en cierto desorden, y hubiera poco interés en coordinarlos o salvarlos: así se encuentra el único registro de cartas a que se alude presentando la fecha del primer documento que encierra, posterior de un año a la que lleva la última carta transcrita en el tomo precedente, y así se observa en la última página de aquel empezada una
carta que no concluyó, de manera que por ello no puede deducirse si faltan solamente folios al registro o si se extraviaron el volumen de cartas pertenecientes al tiempo intermedio que se indica y los que tal vez seguían al único salvado; y de lo segundo, ninguna duda puede quedar ya al lector, cuando el tomo que se conserva ofrece una serie no interrumpida de cartas, que guarda riguroso orden cronológico, con la particularidad de ser estas solamente las emitidas por la Diputación, y no a la vez las emitidas y recibidas, como se había practicado en los registros anteriores, cuando se copiaban al pie de las deliberaciones, lo que cuando menos revela un nuevo plan o sistema.
Este interesante volumen de correspondencia es el que ofrecemos, pues, a los lectores, con la idea de proporcionar todos los datos que puedan contribuir a poner en claro la turbulenta época en que reinó don Juan II, y de aglomerar materiales, aun cuando fueron inconexos (inconnexos) entre sí, para formar un conjunto diplomático sobre la misma época, con ayuda del cual, (conforme ¡remos acreditando en lo sucesivo,) pueda después el historiador trazar con toda imparcialidad y fácilmente el cuadro de los sucesos, y presentar a los que en ellos intervinieron con los grados de mérito o culpa que desapasionadamente se les deban atribuir. Sin apartarnos, por consiguiente, del sistema adoptado (odoptado) en todos los tomos ya publicados, y trasladando el volumen con la exactitud que corresponde, esto es, sencillo como puede serlo un copiador de cartas, sin que le preceda advertencia, portada o prefacio alguno, daremos principio por la primera carta que encierra, cuyo contenido es como sigue. 

Carta al rey de Portugal

lunes, 3 de junio de 2019

COLECCIÓN DE DOCUMENTOS INÉDITOS DEL ARCHIVO GENERAL DE LA CORONA DE ARAGÓN. Tomo I

COLECCIÓN DE DOCUMENTOS INÉDITOS DEL ARCHIVO GENERAL DE LA CORONA DE ARAGÓN.
Publicada de Real órden
POR EL ARCHIVERO MAYOR
D. Próspero de Bofarull y Mascaró.

TOMO I.


(Ortografía actualizada en algunos casos, como dia: día, á: a)

PRELIMINAR.

Pocos monarcas de Europa pueden gloriarse de poseer y conservar un depósito tan rico y copioso de actas del alto gobierno y de correspondencias diplomáticas y familiares de sus augustos predecesores, como los de España que ciñen la corona de los antiguos estados de Aragón.
El archivo general de este reino, establecido en la ciudad de Barcelona, custodia en efecto, no solo las matrices o registros de cancillería y del real sello secreto de aquellas interesantes escrituras, si que también muchas y diferentes colecciones de pergaminos originales sueltos, de bulas pontificias, de procesos de las antiguas cortes por estamentos, de cartas reales, de códices y códigos curiosos, de causas de Estado y de gravámenes, de sentencias de la antigua real Audiencia del principado de
Cataluña, etc., con otra multitud de volúmenes de registros, pergaminos y papeles no menos interesantes, que han pertenecido a diferentes autoridades y corporaciones estinguidas, y particularmente al voluminoso archivo de la antigua Diputación de los tres Brazos de Cataluña, que suprimió el Sr. D. Felipe V en 1714, agriado por la guerra de sucesión.
Estas escrituras, ordenadas cronológicamente y colocadas con el mejor método y aseo, empiezan en el gobierno del primer conde soberano de Barcelona D. Wifredo el Velloso, a mediados del siglo 9.°, y acaban en los reinados de la dinastía de Borbon en España, después de la muerte sin sucesión de Carlos 2.° de la de Austria; formando juntos la serie de diez siglos y treinta y nueve soberanos, divididos en sus cuatro épocas principales, que son:
1a, la de los primitivos condes de Barcelona.
2a, la de los antiguos reyes de Aragón.
3a, la de los de la casa de Austria;
y 4a, la de la casa de Borbon, que felizmente reina en la augusta persona de Doña Isabel 1a de Aragón y 2.a de Castilla (q. D. g.).
Desde el año 1346, en el floreciente reinado de Pedro 3.° de Cataluña y 4.° de Aragón, llamado el Ceremonioso y vulgarmente el del punyalet, hasta nuestros días, todos los soberanos sin interrupción han dictado varias providencias más o menos atinadas para el aumento, conservación y arreglo de este precioso archivo; especialmente el Sr. D. Fernando 7.° (q. D. b.), a quien debe su casi completa restauración y un doble volumen de papeles del que tenía a su regreso de Francia en el mes de marzo de 1814.
Mas ninguno de aquellos monarcas, en tan larga serie de años, estimó conveniente mandar, que se publicase una colección de documentos escogidos de él, para ilustrar la historia del propio y ajeno reino en toda la estension de sus diferentes ramos; por manera que puede decirse con sobrada razón, que esta abundantísima mina de oro apenas se ha comenzado a esplotar.
Sin embargo es preciso reconocer, que ninguno de nuestros soberanos, a pesar del espíritu de reserva y ocultación del Sancta Sanctorum de los archivos en los pasados siglos, ha tenido en
absoluta inacción este tesoro; pues son muchos y muy antiguos y recientes los reales permisos concedidos a diferentes escritores nacionales y estranjeros, para investigar, copiar y publicar las escrituras de este sagrado depósito de fé pública; con cuya sabia medida se ha suplido y suple en parte la falta de una colección diplomática general, tan deseada, como necesaria a la pública ilustración.
Así es, que sin estos permisos ni la Crónica universal de España de Pedro Miguel Carbonell, ni los Anales de la Corona de Aragón de Gerónimo Zurita, ni la Historia inédita de los condes de Urgel de Diego Monfart (que original se conserva en este archivo), ni la Crónica universal de Cataluña de Gerónimo Pujades, ni la Historia de los condes de Barcelona de Fr. Francisco Diago, ni los Anales de Cataluña de Narciso Feliu, ni la continuación de la España sagrada de Fr. José de la Canal, ni el Viaje literario a las Iglesias de España de Fr. Jaime Villanueva, ni las memorias de Capmany, ni la Historia de España del Sr. Cortada, ni finalmente otras muchas obras que han publicado diferentes escritores para ilustración de la historia de estos reinos, tendrían el mérito que han podido proporcionarles estos Reales permisos:
Pero todas estas publicaciones juntas, aunque de grande estima, no son más en realidad que una pequeña parte de la copiosa colección que ofrecen los inmensos materiales que encierra este archivo; pues algunos de los indicados escritores se han limitado a referir solo los hechos, sin citar siquiera las escrituras de las que los estrajeron; al paso que las vaciadas en los apéndices de los demás son en tan corto número, que comparativamente no merecen el nombre de colecciones generales.
Las inéditas que compilaron los eruditos canónigos premostratenses de Sta. María de Bellpuig, Caresmar, Pascual y Martí, y otros sabios investigadores; no menos que la publicada por el Ilmo. arzobispo de París en el apéndice de su Marca hispánica, contienen solo un muy corto número de documentos de este archivo: únicamente a la principiada por el P. Mariano Ribera, religioso mercenario y especulador del establecimiento durante la sangrienta guerra de sucesión, que existe en el mismo, puede dispensársele con algún fundamento este título general; porque abraza los dos primeros siglos después de la restauración de Barcelona por Ludovico Pio, el año 801 de la
Encarnación. En la obra de los Condes de Barcelona vindicados se citan o copian también todos los documentos de este archivo que más pueden esclarecer la oscura y escasa época de aquellos soberanos.
Pero nada de esto es comparable con lo mucho que todavía puede publicarse de este archivo, especialmente de la florida edad media, en que enlazada la casa de Aragón con la de Barcelona, conquistadas Valencia y las Baleares, estendida la dominación de estos soberanos a Italia y a varios otros puntos de Asia y África, aumentadas rápidamente la civilización, las relaciones diplomáticas y los negocios, cabalmente en la oportunidad de la introducción del uso del papel en la cancillería de este reino, que facilitó la escritura, crecieron asimismo considerablemente las existencias y la importancia de este establecimiento.
Con tantos y tan ricos materiales como se ha indicado, carece, sin embargo, el público de una colección diplomática que dé a conocer y justifique cuáles fueron en sus tiempos nuestros usos y costumbres, nuestras leyes y cortes, nuestras espediciones marítimas y terrestres, gloriosas o desgraciadas, nuestras relaciones así interiores como esteriores, el temple de nuestras antiguas instituciones políticas, la circunspección, firmeza, sabiduría, prudencia y tino con que se condujeron nuestros mayores en las crisis y situaciones más espinosas y delicadas, y en fin todo cuanto pueda contribuir a esclarecer nuestros hechos cual pasaron, y no como los pintan y desfiguran algunos
escritores modernos que nunca han visitado nuestros archivos, olvidando a cada paso que la verdad y la imparcialidad son los dos ejes sobre que debe girar la historia de las naciones.
Para desvanecer sus inexactitudes y ausiliar a los escritores sesudos y de buena fé, así nacionales como estranjeros, facilitándoles armas para impugnarlos; y a fin de proporcionarles al mismo tiempo un caudal de verdades para esplayar sus talentos sobre los diferentes puntos o ramos de la historia, sin que tengan que emprender largos, costosos y aventurados viajes; la Reina Ntra. Sra., que tanto se desvela en difundir las luces en sus dominios, considerando que la publicación de los más interesantes documentos que conserva este rico depósito del archivo de la Corona de Aragón ha de ser un presente de gran valía para la historia nacional, y también para la literatura y las ciencias, se ha servido disponer en reales órdenes de 28 de marzo y 7 de junio de 1846, y 28 de abril del presente año, que sin pérdida de tiempo se forme y publique a expensas y bajo la inspección de su ilustrado gobierno una continuada colección de estos documentos, dirigida por el actual jefe del
mismo establecimiento.
Deseando asimismo S. M. que esta colección se ponga cuanto antes en estado de producir alguno de los muchos y buenos resultados que con tanto fundamento se promete, y considerando también que las antiguas cortes son indudablemente las fuentes de las que ha emanado la buena legislación que elevó este antiguo reino al más floreciente y respetable estado, y las supremas asambleas, en las que se trataban y resolvían por los monarcas los negocios más graves del Estado; ha resuelto igualmente, que la publicación empieze por los procesos de aquellas respetables cortes, dando la preferencia a las actas del parlamento que los catalanes celebraron en las ciudades de Barcelona y Tortosa, para que, después de conciliados los aragoneses y valencianos, que en aquella sazón hervían en bandos y parcialidades, pudiesen los tres reinos de consuno resolver con prudencia y justicia sobre el gran negocio de la sucesión a la corona, que se hallaba vacante por muerte sin
hijos del desventurado D. Martín, ocurrida en el monasterio de Valldoncella, estramuros de Barcelona, el día 31 de mayo de 1410: hecho singular en la historia de las naciones, digno de ser imitado por todas las que se precian de cultas y humanas, y que, al fin, produjo el célebre compromiso de Caspe y la elección del infante de Castilla D. Fernando de Antequera, con
la que se apagaron nacientes odios, y se evitaron el derramamiento de sangre de millares de inocentes y los horrores de la cruel y fratricida guerra que amenazaba a los pueblos, y que la sabiduría, prudencia y tino de nuestros antepasados supo neutralizar.
Para completa ilustración de tan memorable hecho, le prepararemos con una sucinta introducción, acompañada de varios documentos curiosos, comprobantes de sus antecedentes y del lastimoso estado que presentaba la casa real de Aragón en los últimos años anteriores a la muerte del rey D. Martín, en que la horfandad de los reinos precisó al cuerpo municipal o consejo de Ciento de Barcelona y a los tres brazos de Cataluña, escitados por el gobernador general del Principado D. Gerardo Alamany de Cervelló, a instalar un parlamento que, tomando la iniciativa y poniéndose de acuerdo con los que formasen Aragón y Valencia, pudiesen los tres unánimes resolver en justicia el gran negocio de la sucesión a la corona, según y conforme lo había ordenado el difunto monarca en los últimos momentos de su existencia.
Las dificultades casi insuperables que hubieron de vencerse, tanto para conciliar los partidos y enemistades en que hervía el reino, como para contener los amagos y amenazas de los aspirantes al trono, las pondrá de manifiesto el segundo período de esta colección, presentando un estrado de las actas de dicho parlamento de Cataluña, y copia fiel en su idioma natural de los documentos de conocido interés en los respectivos lugares, hasta la final y unánime determinación de los tres parlamentos de Aragón, Cataluña y Mallorca, y Valencia, que se redujo a nombrar nueve compromisarios, tres por cada reino, y uno por cada brazo, que, reunidos en el castillo de Caspe,
decidieron por fin aquella gran cuestión, nombrando a D. Fernando de Antequera, infante de Castilla, sin más contradicción que la del malhadado D. Jaime, último conde de Urgel.
Las actas de dicho compromiso formarán el último período de esta primera publicación, que continuará después bajo el mismo método por los demás procesos de cortes, hasta entrar en las colecciones de documentos más interesantes de cada reinado y de algunos preciosos códices que conserva este archivo, a tenor de las citadas reales órdenes, que en todos tiempos serán para los literatos un grato recuerdo de la ilustración de S. M.

REALES ÓRDENES.

Ministerio de la Gobernación de la Península. = Sección de instrucción pública. Negaciado 3.° = En la memoria que ha remitido V. S. a este ministerio de mi cargo, dando cuenta de los trabajos ejecutados en ese archivo durante el año próximo pasado, ha llamado la atención de S. M. la colección de actas de cortes y demás documentos que ha reunido V. S., y cuya importancia los hace dignos de ver la luz pública, para esclarecer puntos interesantes de la historia nacional. Siendo notorio el afán que demuestran en el día casi todos los gobiernos europeos por sacar del polvo de los archivos estos preciosos monumentos que tan útiles son a la literatura, S. M. desea que no quede España ajena a este general movimiento, dejándose a los estranjeros, como lo están haciendo, la gloria de aprovecharse de las muchas riquezas que de este género poseemos. Es por lo tanto su voluntad, que sin desatender la necesaria economía se emprenda una serie de publicaciones, en que se vayan dando a conocer cuantos documentos dignos de ver la luz contenga ese depósito, confiando a V. S. tan importante trabajo, como la persona más apropósito para dirigirlo y llevarlo a cabo con buen éxito. En su consecuencia, manifestará V. S. las actas o documentos que para este objeto merezcan la preferencia; el modo más conveniente de hacer la publicación, pudiendo ser por entregas mensuales o quincenales; el costo de la impresión y demás gastos que esta empresa debe ocasionar, añadiendo cuantos datos juzgue oportunos y sea preciso tener a la vista para el mayor acierto. De Real orden lo comunico a V. S. para su inteligencia y efectos consiguientes. Dios guarde a V. S. muchos años. Madrid 28 de marzo de 1846.= Burgos.= Sr. Archivero general de Aragón.

Ministerio de la Gobernación de la Península. = Sección de instrucción pública. Negociado núm. 3.= La Reina (q. D. g. ) considerando que la publicación de las actas de cortes y otros muchos documentos interesantes que se conservan en ese rico depósito de la Corona de Aragón ha de ser un presente de gran precio para la historia nacional y también para la literatura y las ciencias, se ha servido disponer que, sin pérdida de tiempo, se forme y publique una ordenada colección de ellos bajo la inmediata dirección de V. S. y a espensas del Gobierno, con cargo a la partida concedida por las cortes para esta clase de trabajos en el artículo de Archivos generales del presupuesto. De real orden lo digo a V. S. para los efectos correspondientes. Dios guarde a V. S. muchos años. Madrid 7 de julio de 1846.= Pidal.=Sr. Archivero de la Corona de Aragón.

Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas. = Instruccion pública. Negociado 4.° = Deseando la Reina (q. D. g. ) llevar a cumplido efecto lo determinado en sus soberanas resoluciones de 28 de marzo, y 7 de julio del año próximo pasado, relativamente a la impresión y publicación de cuantos documentos dignos de ver la luz pública contenga ese archivo, ha tenido a bien resolver se adopten con este fin las disposiciones siguientes:
1.a La colección de los documentos inéditos del Archivo general de la Corona de Aragón, deberá salir a luz a la mayor posible brevedad, y tau luego como se hallen impresos dos o tres cuadernos, a fin de que no se interrumpa la publicación, que se procurará sea regularmente periódica desde que parezca la primera entrega. Al efecto se principiará por las Actas del compromiso de Caspe, según el original remitido por el archivero para su exámen y revisión.
2.a Por la depositaría de la universidad de Barcelona se facilitarán al archivero general de Aragón las cantidades que necesite para este objeto, siempre que no escedan de cuatro mil reales mensuales; y dándose cuenta por aquel de su inversión, para la aprobación de S. M.
3.a Se dará órden a todos los administradores de correos para que se entiendan con el referido archivero respecto de las suscripciones. El importe de estas ingresará en las depositarías de las universidades del reino, a donde lo entregarán los comisionados o administradores del ramo comprendidos en el respectivo distrito universitario.
4.a Con el objeto de que esta colección tenga la debida publicidad, se remitirán prospectos por el ministerio de Estado a los cónsules y agentes consulares de S. M. en países estranjeros, pudiendo los mismos admitirlas suscripciones que se presenten y librar su importe a favor del tesorero de este ministerio de mi cargo; y dando al propio tiempo el oportuno aviso al archivero encargado de la publicación, para que espida los correspondientes ejemplares a los interesados.
5.a El número de ejemplares de la obra no escederá de mil, de los cuales se remitirán doscientos a este ministerio para distribuirlos según convenga entre las secretarías del Despacho, Potencias estranjeras, Academias Nacionales, Bibliotecas y demás establecimientos públicos. De Real órden lo digo a V. S. para su inteligencia y cumplimiento en la parte que le corresponde, a cuyo fin le devuelvo el manuscrito que comprende las primeras entregas de la obra enunciada. Dios guarde a V. S. muchos años. Madrid 28 de abril de 1847. = Pastor Díaz. = Sr. Archivero general de la Corona de Aragón.


PROCESOS DE LAS ANTIGUAS CORTES
Y PARLAMENTOS
DE
CATALUÑA, ARAGÓN Y VALENCIA,
CUSTODIADOS EN EL ARCHIVO GENERAL
DE LA
CORONA DE ARAGÓN,
y publicados de real órden
por
el Archivero mayor
D. Próspero de Bofarull y Mascaró.

Tomo I.
Barcelona,
en el Establecimiento tipográfico y litográfico de
D. JOSÉ EUSEBIO MONFORT.
1847.

ACTAS DEL PARLAMENTO DE CATALUÑA, QUE PRECEDIÓ AL COMPROMISO DE CASPE Y ELECCIÓN DEL INFANTE DE CASTILLA DON FERNANDO, EL DE ANTEQUERA, DESPUÉS DE LA MUERTE DEL REY DE ARAGÓN DON MARTÍN EL HUMANO (1).



(1) La fundación del acreditado colegio de medicina y cirujía de Barcelona, que tantos profesores eminentes ha dado en alivio del doliente; la espaciosa y bien dispuesta fábrica del hospital general de Santa Cruz de la misma ciudad, en que este rey puso la primera piedra; y sus muchas limosnas y disposiciones benéficas, son otros tantos comprobantes de la justicia con que la posteridad honra su memoria con el renombre de humano. Merece particular mención, por lo que puede contribuir a ilustrar el origen de la sífilis, la Real orden que dio en 20 de noviembre de 1401 (92 años antes de la venida de Cristóbal Colón de América) a las autoridades de Gerona, para que castigasen y espeliesen de aquella ciudad a los rufianes y mujeres prostitutas, que contagiaban y propagaban la putrefacción de su mal, en perjuicio de la salud pública y de las buenas costumbres. Aunque en el día se tenga ya casi por indudable que la existencia de tan terrible enfermedad ha sido muy anterior al descubrimiento del Nuevo Mundo; apuntamos este documento, porque no son pocos los que creen todavía, que la importaron en Europa los compañeros de Colón. Tampoco nos atreveremos a asegurar si es físico o solamente moral el sentido que debe darse a las palabras de la citada Real órden; pero de cualquier modo es un documento que justifica las miras humanitarias del monarca que la espidió. Véanse los registros núm. 2,211, fol. 132; 1,325, fol. 41; 2,197, fols. 149 y 199; 2,198, fol. 93; 2;,203, fols. 17, 20 y 21, y otros.


INTRODUCCIÓN.

Un monarca justo y pío, de las mejores prendas y del más suave carácter, de complexión algo débil; entrado en años; sin esposa, sin hijos, hermanos ni descendiente alguno legítimo que le sucediese; importunado incesantemente con pretensiones prematuras e inconsideradas de ambiciosos y poderosos parientes, rodeado de cortesanos intrigantes movidos por diferentes afecciones: acometido el país de una mortífera peste, y envuelto finalmente el Estado en disensiones intestinas y en un espantoso cisma que dividía la unidad de la Iglesia católico-romana …: tal era el triste cuadro que presentaba la casa real de Aragón en los primeros años del siglo XV, y tal el porvenir funesto que podían prometerse los reinos de aquella antigua y respetable corona, que descansaba en las sienes del desventurado D. Martín.
Este digno sucesor del conde soberano de Barcelona D. Ramón Berenguer 4.° y de su esposa la reina doña Petronila de Aragón, hija de Ramiro el Monje, amado de sus vasallos y lleno de satisfacciones y esperanzas, mantenía en una dichosa y sólida paz sus estados, sin otro grave cuidado que el de procurar con los demás príncipes cristianos de Europa la apetecida unión de la Iglesia católica, conciliando a su deudo Pedro de Luna o Benedicto XIII (1) con los demás pontífices electos en diferentes cónclaves por los cardenales de sus respectivas partidos, que por tantos años turbaron la comunión de la Iglesia romana.

(1) Aunque varios escritores dicen que el antipapa Luna fue pariente de la reina Doña María, y el respetable Zurita afirma que nació en la villa de Illueca de Aragón y que fue hijo de la distinguida familia de los Lunas, que tanto figuraron en aquel reino, especialmente en la época que describimos; sin embargo el pueblo de Figuerola de la Conca de Tremp, en Cataluña, conserva la tradición de haber nacido allí este antipapa de otra familia también distinguida que antiguamente habitaba en aquel pueblo, y de la que todavía queda la casa solar arruinada y muchas noticias de ella en los libros parroquiales.
También se gloria el mismo pueblo de Figuerola de ser patria del célebre almirante de Aragón Roger de Luria o Lauria, como que existe aun la familia de Llenes, establecida en el día en Anglesola, cuyos señores después del apellido de Llenes añaden el de Roger de Luria en sus firmas.
La discreta reina doña María, condesa de Luna, descansaba a su augusto esposo, desempeñando con toda eficacia y acierto la lugartenencia del reino que le tenía confiada; mientras que el esclarecido príncipe heredero, don Martín, rey de Sicilia por sus derechos o por heredamiento de su primera esposa doña María, hija de Federico 2.° de aquel reino, reducía con su pericia militar y política y con los ausilios de su padre a algunos rebeldes de Sicilia y Cerdeña que se habían sustraído a su obediencia.
En esta tranquila situación se hallaban la real casa y estados del bondadoso don Martín, cuando las enemistades, odios y encarnizados bandos de los Urreas y Lunas en Aragón, y de los Soleres y Centelles en Valencia, fueron un triste presagio de mayores discordias, y de los males sin cuento que dentro de poco hubieron de sumergir al rey y al reino en la mayor consternación.
La inesperada y temprana muerte de la reina doña María, ocurrida en Villareal del reino de Valencia en 29 de diciembre de 1407 (1), después de haber otorgado el día anterior su testamento, nombrando heredero al rey de Sicilia y usufructuario al de Aragón, llenó de amargura el corazón de este monarca, que mandó conducir el cadáver de su esposa al magnífico panteón del monasterio de Sta. María de Poblet con todo el ceremonial y pompa regia acostumbrada en aquellos siglos (2).

(1) Si bien algunos escritores refieren la muerte de esta reina al año 1406, y otros la ponen al siguiente, no se sigue de aquí ningún anacronismo, pues todos convienen en opinión; porque los primeros cuentan los años del nacimiento de Cristo en el sentido común o vulgar, es decir, de 1 de enero a 31 de diciembre, inclusive; mientras que los segundos los toman a lo curial de la antigua cancillería, que los empezaba el mismo día de Navidad y los concluía en el de Noche buena o 24 de diciembre siguiente. En este concepto, habiendo muerto la reina doña María de Luna el día 23 de diciembre en el sentido vulgar, debe entenderse el año 1406, que en el curial es el 1407.
Debemos también advertir, en orden a datas, que todas las escrituras de este archivo desde el siglo 9° al 12° están fechadas por calendas romanas y por años de los reinados de Francia, a excepción de alguna que otra que a estos años añade los de la Trabeacion o Encarnación que en el sentido moral es lo mismo. Para sacar la correspondencia, cuando se necesite, podrá acudirse al «arte de verificar las datas» de los PP. Maurinos. La costumbre de datar los escribanos por los reinados de Francia la abolió el rey don Alfonso el Casto de Aragón en el concilio que se celebró en Tarragona en 1.180, mandando que en adelante se datase por calendas y años de la Encarnación; y así se practicó hasta mediados del año 1351, en que el rey don Pedro el Ceremonioso mandó en las cortes de Perpiñan, que en adelante se fechase por días del mes y año del nacimiento de N. S. Jesucristo, cuya práctica desde entonces no ha sufrido alteración. Castilla fechaba antiguamente por
la Era de Augusto y días andados del mes: Italia por calendas e indicciones.

(2) El ceremonial de la coronación de los reyes y reinas de Aragón, y el de las exequias, cuando ponían de cuerpo presente sus cadáveres en el tinell o salón mayor del palacio de Barcelona y el camarlengo mayor y los alguaciles rompían delante del regio cadáver los sellos reales y las varas á presencia del pueblo, con otras curiosidades dignas de todo recuerdo, pueden verse minuciosamente en la colección de registros de este archivo, n° 1,529, y n° 3 de la colección de códices.

Si fue dolorosa para don Martín la pérdida de su excelente esposa la reina doña María de Luna, pudo no obstante mitigar este sentimiento el cariño de un hijo que le quedaba de las más elevadas prendas y adorado de sus pueblos, a quienes prometía un digno sucesor de la gloriosa estirpe varonil del conde don Wifredo el Velloso y conservada sin alteración por espacio de cinco largos
siglos.
Este esperanzado sucesor, jurado en las cortes de San Salvador de Zaragoza el año 1398, había casado de primeras nupcias con la reina doña María de Sicilia, de la que enviudó a mediados del de 1399, sin que le quedarse hijo alguno de esta señora; y aunque enlazó de segundas, en 1402, con doña Blanca (1), hija y heredera de Carlos el Noble de Navarra, tampoco los tenía de esta reina, cuando la muerte de la de Aragón; por haberse malogrado en la infancia uno llamado don Martín como su padre. Pero como este príncipe y su esposa doña Blanca vivían en la mejor armonía, y se hallaban ambos en lo más florido de su edad, no causaba la menor alarma pública la falta momentánea de un segundo sucesor, que estaba en el orden de todas las probabilidades.
Entretanto, reparado el monarca de Aragón de la pérdida de su esposa doña María, y ocupado enteramente en el buen gobierno de sus estados y en el gran negocio de la unión de la Iglesia, pasaba sus días con tranquilidad en Barcelona y en su inmediata quinta de Bellesguart, donde recibió el día 14 de julio de 1409 con la mayor satisfacción la plausible noticia de haber su hijo don Martín de Sicilia ganado la famosa batalla de Sant-Luri a los rebeldes del partido de Brancaleon Doria, con la que se aseguraba la pacificación de la isla de Cerdeña.
La alegría del tierno padre por tan señalada victoria y las acciones de gracias que con tan plausible motivo tributó públicamente al Todo-Poderoso fueron tales, cuales pueden verse en la carta que dirigió el rey a su gran privado y mariscal don Pedro Torrelles, en la que se pintada la gran piedad del monarca (2) y su bellísimo carácter.

(1) Esta señora casó algunos años después con don Juan 2.° de Aragón, y fue la madre del desgraciado príncipe don Carlos de Viana.

(2) fue efectivamente don Martín tan dado a la piedad, como acredita el número de iglesias y capillas que mandó fabricar, y la multitud de reliquias que poseyó y resultan de varias cartas y del inventarío (Registro núm. 2,526) que en su muerte recibió su esposa la reina doña Margarita. Una de ellas fue Calicem lapideum, cum quo dominus noster Jhesus-Christus in sua sacra coena sanguinem suum pretiosissimum consecravit, et quem beatus Laurentius, qui ipsum habuit a sancto Sixto, existente Summo Pontifice, cujus discipulus erat, missit et dedit monasterio, etc., y que, según el pergamino núm. 136 de la colección de este reinado, adquirió el rey don Martín del abad y monasterio de San Juan de la Peña, en cambio de otro de oro, que después de algunos años,
según una nota de Pedro Miguel Carbonell, se custodiaba en la seo de Valencia, así como se guarda hoy en Génova el Grasér o fuente en que se sirvió el cordero pascual en aquella sagrada cena.

Pero aun humeaban los inciensos en las bóvedas de la iglesia catedral de Santa Cruz y Santa Eulalia, en que se celebraron, cuando llegó a Barcelona la dolorosa e infausta nueva del fallecimiento del idolatrado príncipe don Martín, ocurrido en el castillo de Cáller de Cerdeña el día 25 del mismo mes de julio en que se dio aquella batalla, después de haber otorgado su testamento, nombrando heredero a su padre, recomendándole sus dos hijos naturales don Federico y doña Violante, y eligiendo vicario o lugarteniente general del reino de Sicilia a su esposa la reina doña Blanca.
El llanto de los barceloneses y sucesivamente de los demás pueblos de Cataluña, Aragón, Valencia y Mallorca luego de divulgada tan infausta nueva está fuera de toda ponderación; pues según refieren los dietarios antiguos y los historiadores de más nota, los vecinos de todas edades y sexos de esta desconsolada ciudad andaban por las calles anegados en lágrimas, exclamando que aquel día habían perdido toda su honra y gloria, adquiridas con grandes sacrificios en tantos siglos.
No fue menor el sentimiento y conflicto en que se hallaron las autoridades para participársela al rey, que estaba bien ajeno de este disgusto en su quinta de Bellesguart; pero como afortunadamente estuviese allí con el monarca el apóstol y taumaturgo valenciano el Mtro. Vicente Ferrer, religioso dominico, cuyas virtudes, doctrina y predicación pública por las plazas de los pueblos de Cataluña le habían adquirido la mayor reputación e influencia, especialmente con don Martín; se dio el encargo a este santo religioso para que, acompañado de los conselleres de la ciudad (1), participasen al descuidado padre la dolorosa noticia.
Recibióla el rey con la más cristiana resignación, aunque estuvo a pique de sucumbir al dolor y desconsuelo que le causó, no solo por la inesperada y temprana muerte de un hijo único y de tales prendas, si que también por las fatales consecuencias que preveía en daño de sus amados pueblos.

(1) El cuerpo municipal de Barcelona, por privilegio del rey don Jaime 1:° concedido a esta ciudad a 3 de las nonas de noviembre del ano 1274 (Registro núm. 10, fol. 191.) se
componía de cinco conselleres y cien jurados, cuyo cargo era anual y no requería más circunstancias que la probidad del elegido, probus homo. Por esta razón se titulaba Consejo
de Ciento
, y su primitiva atribución fue la de congregarse dos veces cada semana para aconsejar al veguer y al baile lo más conveniente a la utilidad pública y fidelidad al rey. La elección para estos encargos la hacían en un principio los vocales cesantes; pero, posteriormente fue preciso valerse de la insaculación, para evitar las intrigas. Su autoridad y atribuciones fueron tan grandes y democráticas, que pueden compararse con las de un senado republicano, cuyo dux o presidente era el primer consejero o Conseller en cap: Senatus Populusque Barchinonensis se lee aun en la lápida del dintel de la puerta del gran salón de las Casas Consistoriales en que este consejo celebraba sus sesiones. El señor don Felipe 5° extinguió este cuerpo municipal después de la guerra de sucesión, sustituyéndole el Ayuntamiento .

Desde este momento empezaron, en efecto, a notarse gestiones ambiciosas y prematuras en algunos personajes elevados, deudos de la real casa de Aragón. Don Jaime, conde de Urgel, el desdichado, biznieto por línea masculina de don Alfonso 3.° de Aragón, que acababa de casar con la infanta doña Isabel, hija de don Pedro 3.° y hermana del mismo don Martín, no dudaba por ambos respetos que le asistía el derecho de preferencia en la sucesión a la corona de Aragón: el anciano don Alfonso, duque de Gandía y conde de Ribagorza y Denia, descendiente por la misma línea masculina de la casa de Aragón, e hijo de don Pedro, conde de Ampurias y Ribagorza, que lo fue de don Jaime 2.° y hermano de don Alfonso 3.°, no era de los que se creían con menos derecho: con el mismo se consideraba don Fernando de Antequera, hijo segundo de la reina de Castilla doña Leonor, que lo fue de don Pedro 3.° de Aragón y hermana de don Martín: don Luis, duque de Calabria, hijo de doña Violante, que lo era de don Juan 1.° de Aragón, casada con el duque de Anjou, que se titulaba rey de Nápoles, fundaba el suyo en la proximidad del parentesco en que se hallaba con los últimos monarcas de Aragón, si bien que de línea femenina: finalmente, el hijo natural de don Martín de Sicilia, don Federico, que su difunto padre había tan eficazmente recomendado en el sobredicho testamento, y a quien su abuelo amaba con la mayor ternura, no sin deseos de elevarle a la dignidad real, al menos del reino de Sicilia, también se hallaba en el caso
de poder gestionar con bastante fundamento.
Sin embargo, como la edad del desventurado don Martín no estaba tan adelantada ni destituida de la esperanza de poder conservar la estirpe varonil del inmortal conde don Wifredo el Velloso, no faltó prudencia ni buena intención en las cortes de Cataluña, que se hallaban entonces abiertas, para aconsejar e inducir al monarca a que pasase a segundas nupcias con doña Margarita, hija del
conde de Prades y de doña Juana de Cabrera, joven modesta y agraciada, deuda de la misma casa real y educada por la difunta reina doña María de Luna, a quien realmente pasó a sustituir.
Celebráronse las bodas en la real capilla de la quinta de Bellesguart el día 17 de setiembre de 1409, con dispensa y bendición del entonces papa Benedicto 13.°, que depuesto por el concilio de Pisa y abandonado de todos los príncipes cristianos, menos del rey don Martín, su deudo y amigo, se había refugiado al reino de su naturaleza, donde por fin acabó sus días en la obstinación, retirado al castillo de Peníscola, el día 23 de mayo del año 1423 (1). Asistieron a la ceremonia otros varios personajes, incluso el Mtro. Vicente Ferrer, que tanta influencia tuvo en los negocios públicos de aquella turbulenta época.

( l ) Fue este antipapa en Peníscola lo que Napoleón en la isla africana, que jamás pudo olvidar la púrpura que había vestido en las orillas del Sena, según refieren las historias de los presentes y pasados tiempos. Cuando después de haber favorecido con todas sus fuerzas la elección de don Fernando, se vio abandonado por este monarca, cuéntase que al despedirse de él le entregó un papel en que le decía: «Ex nihilo feci te, et pro mutua mercede, solum me dereliquisti in deserto. Dies tui erunt pauci, et vita tua abreviabitur, illegilimaque tua progenies, in nefario incestu concepta, non regnavit usque ad quartam generationem. » Cuyas proféticas palabras vio el vulgo cumplidas en
parte con la prematura muerte de dicho soberano, acaecida en Igualada a 2 de abril de 1416.
Así lo refiere Monfart en su Historia inédita de los condes de Urgel, cap. 63. § 32.

Pero a pesar de la condescendencia de don Martín, ni se logró el efecto deseado, ni acallaron las pretensiones de los aspirantes al trono; en tanto, que el rey se vio insultado por alguno de sus deudos en su mismo real palacio, mientras que las cortes, que se hallaban aun reunidas en Barcelona, noticiosas de tales demasías, y viendo por otra parte que no aparecían síntomas de una esperanza que tranquilizase la alarma pública, resolvieron en sesión de 15 de abril de 1410 presentar una súplica al rey, rogándole respetuosamente que sobre el grave negocio de la sucesión se dignase tomar consejo de sus reinos, y dictar una medida preservativa y bastante a acallar la ansiedad general.
Habíase anticipado ya el rey a los deseos de las cortes, escribiendo a todos sus reinos que le enviasen mensajeros, para que con su asistencia y consejo pudiese declarar a quien correspondería la corona, en caso que a Dios pluguiese llamarle a sí, sin haberle concedido hijos varones: y esta fue la respuesta que dio el monarca a la demanda que se le hacía, añadiendo haber obrado así espontáneamente para mayor bien del reino, y no porque reconociese en los demandantes ningún derecho para obligarle a ello.
A pesar de tanta diligencia, no parece que tuviese efecto la junta convocada, ya porque los reinos, faltos aun del necesario acuerdo acerca de la persona que más les convenida designar, demorasen el acudir al llamamiento; ya porque el mismo don Martín no anduviese tampoco muy solícito en dar su fallo, en duda como estaba, y luchando entre la conciencia del derecho, y el extremado cariño que profesaba a don Fadrique: mas no dejó de ventilarse privadamente el negocio en los consejos del monarca, abogando por quien bien le placía cada uno de los cortesanos.
Esta irresolución del rey, unida a lo dudoso del negocio, fomentaba las esperanzas de todos los aspirantes, dándoles aliento para continuar sus intrigas en palacio y sembrar la discordia en el país, con la mira de acrecentar el número de sus partidarios. A poco de haber don Martín contraído su segundo matrimonio, presentáronsele ya los embajadores de don Luis y doña Violante de Nápoles, que entre las felicitaciones que le dirigieron por su enlace, soltaron una demanda de herencia a favor del hijo de aquellos príncipes, y pidieron además, que como inmediato sucesor fuese educado en la corte de Aragón; pero el rey no quiso dar oídos a semejante súplica, juzgándola, como debía, muy prematura, ya que solo por complacer a sus reinos y cumplirles el deseo de que les dejase un heredero directo acababa de pasar a segundas nupcias. No había sido tampoco de los menos diligentes el conde de Urgel don Jaime de Aragón: fuerte, más que por su derecho, por los numerosos partidarios que le daban sus multiplicadas relaciones de parentesco y amistad con las principales familias de Cataluña, el favor de que gozaba con los Lunas de Aragón, y la adhesión que le profesaban todos los valencianos; no tuvo reparo en ostentar muy altamente sus pretensiones, y en subir luego, como quien dice, el primer escalón del trono, pidiendo le fuese conferida la lugartenencia general del reino, cargo que solamente se daba al inmediato heredero.
Don Martín, con quien gozaba el conde de muy poco valimiento, ya porque le diese sombra su
desmesurado poder, ya porque se recelase de la influencia y altivo carácter de su madre, accedió sin embargo a lo que le pedía, y le envió a Zaragoza, sin duda más que por complacerle y aumentarle autoridad, con la mira de alejarle de sí, y comprometerle entre los bandos de Lunas y Urreas (1) que agitaban aun a la sazón aquel reino. Así sucedió en efecto; y aunque fue allá el conde, nunca pudo
llegar a ejercer su oficio, y privado del apoyo y autorización del rey, hubo de abandonar aquella capital al cabo de poco tiempo, retirándose al pueblo de Almunia.

Seguía entretanto don Martín en sus deseos de que le sucediese don Fadrique; pedíanselo además los sicilianos, se lo pedían también algunos aragoneses, y para este objeto habíase ya tratado secretamente de la legitimación de aquel príncipe con el papa Benedicto. El conde de Urgel, a quien su madre, que no se apartaba del monarca, y la misma reina, que también le favorecía, noticiaban todo lo que ocurría en palacio, empezaba ya a perder sus esperanzas; y acabaron estas de desvanecérsele, cuando el rey señaló el día 1.° de junio para celebrar solemnemente la legitimación de su nieto. Trasladóse para esto don Martín de su quinta de Bellesguart al monasterio de Valldoncella; pero cuando iba a ver satisfechos sus más constantes anhelos, sorprendióle a 29 de mayo una cruel enfermedad que en pocos días le llevó al sepulcro, muriendo en la celda de la abadesa de aquel monasterio a los 31 días de mayo del año 1410, sin haber designado el sucesor, ni haber tenido siquiera resolución bastante para contestar categóricamente a las preguntas que sobre esto le hicieron, así la condesa de Urgel y otros magnates que le rodeaban,
como las repetidas embajadas que las cortes le enviaron para explorar su voluntad.

(1) … pero había otro linaje, que era el de los Urreas, que no estaba bien con las cosas del conde, y se había ya declarado por Ludovico, hijo de la reina de Nápoles; y el que más se mostraba por él era el arzobispo de Zaragoza don García Fernández de Heredia, que había sido obispo de Vique en Cataluña, y era fama que recibía algunas rentas del rey Carlos de Francia. Monfart, fol. 383.

Monarca bondadoso, deseó como el que más el bienestar de sus pueblos, y sacrificó sus inclinaciones por lograrlo; pero dudando del derecho que asistía a cada uno de los aspirantes al trono, aborreciendo quizás más de lo que debía al desdichado conde de Urgel (2), y encariñado con su nieto don Fadrique, no se atrevió a decidir por sí negocio de tanta importancia, y legó al país
una manzana de discordia, que hubiera podido acarrear fatales consecuencias, sin el celo de algunos buenos patricios, y la sensatez y cordura de todos los súbditos. Favorecíale hasta aquí la suerte al de Urgel; pues murió el rey en sazón que todos sus competidores contaban aun con escasas fuerzas, o se hallaban lejanos del territorio donde debía decidirse la competencia: así es que, contando además con la común opinión de todo el principado, que le era favorable, no se contentaba ya con usar de su oficio de lugarteniente, sino que aspiraba a tomar insignias de rey; y las hubiera usurpado, a no haber visto que el país acogía malamente sus exageradas pretensiones.

(2) Mereció justamente este conde el sobrenombre de desdichado, que le dan todos los historiadores. Después de haber visto contra toda esperanza desatendidas por los compromisarios
de Caspe
sus pretensiones al trono, fue el único de los competidores que se rebeló e hizo armas contra el rey don Fernando; pero sitiado en Balaguer, hubo de rendirse; entregóse prisionero, vió confiscados todos sus estados, y separado de su familia, fue llevado al castillo de Ureña y de allí al de Játiva, donde acabó desastradamente sus días, después de haber expiado su rebelión con diez y nueve años de cárcel. Hállanse curiosas noticias acerca de este último conde de Urgel, en la historia manuscrita de Diego Monfart, y en el proceso que contra él y su familia mandó formar el rey don Fernando.
Las cortes entretanto, que con la prematura muerte de don Martín habían quedado abiertas; nombraron, antes de separarse,
doce personas que representasen y gobernasen el principado; y encargaron al gobernador de Cataluña, asociado de los cinco conselleres de Barcelona; el despacho de cuantas providencias fuesen necesarias para la tranquilidad del país.
Fue una de las primeras el intimar al conde de Urgel que licenciase su gente de guerra y se abstuviese de usar de su lugartenencia; pues no debían permitirse semejante autoridad ni tales aprestos, si habían de ser iguales todos los pretendientes y debía al cabo prevalecer la justicia. Tampoco el principado quería decidir por sí solo este negocio, pues recordaba cuan quejosos quedaron aragoneses y valencianos, cuando Cataluña, sin consultar su voluntad, aclamó por reina a doña María, primera consorte del mismo don Martín, entonces duque de Montblanc; pero no tuvo reparo en tomar la iniciativa, instando al gobernador para que convocase un parlamento (1), que se pusiese de acuerdo con los demás reinos para la celebración de otro general, en que se descerniese la corona a quien tuviese mejor derecho. Accedió el gobernador, y espidió la convocatoria.

Tales fueron los hechos que prepararon la reunión de aquel gran jurado nacional, que adjudicó a un infante de Castilla la herencia de los Wifredos y Berengueres. Así se desprende de documentos que a continuación van insertos, y de otros muchos análogos que se hallan custodiados en este archivo.

(1) Para que las asambleas de la nación mereciesen el nombre de cortes, era esencial que fuesen convocadas y presididas por el monarca. Cuando les faltaba esta circunstancia, como sucedía en los interregnos, entonces se les daba el nombre de parlamento.


ÍNDICE
de los documentos de la introducción al Parlamento de Cataluña, por su orden cronológico (cronolójico en el original) y correspondencia de su numeración romana.

AÑO DE 1403.
Núm.I, 15 de enero.
Convenio entre el rey don Martín de Aragón y el Común de la república de Génova, confirmando las paces ajustadas a 21 de noviembre de 1386, y estableciendo ciertas reglas para indemnizar los perjuicios que aragoneses y genoveses se habían causado mutuamente desde la celebración de aquel tratado.

AÑO DE 1405.
II. 4 de mayo.
Capítulos de paz y alianza ajustados por los reyes don Martín de Aragón y don Martín de Sicilia, padre e hijo, con el rey moro de Granada don Mafomat, hijo del rey Abolageig, en que estipularon el mutuo comercio, la ayuda que debían darse, la devolución de cautivos y otras cosas que resultan de este tratado.

AÑO DE 1407.
III. 7 de junio.
Carta del rey don Martín a la reina doña Violante, su cuñada, en la cual le dice, que habiéndole participado su consejero mosen Galcerán de Sentmenat la prisión de Artal de Alagón, rebelde y traidor a él y al rey de Sicilia, su primogénito; y que el rey de Jerusalén y de Nápoles, hijo de la misma dona Violante, le hizo prender en París en el hostal de les tres puncelles, y llevarlo después al castillo de Ganges, según se contaba en la corte del padre santo; le escribía a dicho rey de Nápoles, rogándole que lo tuviese bien guardado, hasta tanto que él le avisase de su intención.


IV. 8 de junio.
El rey don Martín escribe al conde de Urgel, diciéndole que su hermana la infanta doña Isabel no había podido partir de Barcelona hasta el sábado último, por haber de menester algunas cosas necesarias a su partida; y que no habiéndose podido por lo mismo verificar la solemnización del matrimonio de dicha infanta con don Jaime, hijo de dicho conde; le suplicaba que lo prorogase
hasta por todo el mes de junio, dentro de cuyo término, con la gracia de Dios, se podría solemnizar.

V. 9 de junio.
Carta del rey don Martín de Aragón a Dalmacio Bier, procurador real en los condados de Rosellon y Cerdaña, diciéndole, que habiéndole participado su hermana la reina doña Violante, que el rey Luis de Francia había preso en París a Artal de Alagón; partiese inmediatamente a verse con dicho rey Luis, y le suplicase de su parte que le entregase el preso, mandándole conducir a uno de los puertos de mar de Provenza, a donde don Martín enviaría una galera para recogerle y castigarle por sus traiciones, rebeldías y confederaciones con el común enemigo Lanzalao; y que para más obligar a dicho rey Luis, le participase que su hijo el rey de Sicilia, don Martín, había dado consejos y ayuda de naves y gente al capitán de las suyas que se hallaban en Palermo, y salvaguardia a la princesa de Taramo contra del referido Lanzalao.

VI.17 de agosto.
Instrucciones dadas por el rey don Martín al baile general de Aragón y a Berenguer de Bardaxí, sus consejeros, de lo que debían decir de su parte en el concilio provincial que iba a celebrarse en Zaragoza sobre la unidad de la Iglesia.

VII. 4 de octubre.
Carta del papa Benedicto 13° (Pedro de Luna) al rey don Martín, refiriéndole la desunión que había entre él y Angelo Corario, el cual aspiraba al pontificado y se hacía nombrar Gregorio.

VIII. 2 de diciembre.
Testamento de don Martín, rey de Aragón, nombrando heredero suyo a don Martín,rey de Sicilia, su primogénito.

IX. 30 de diciembre.
Carta del rey al camarero de la reina, pidiéndole la cama de terciopelo, y la tunicella con que se había consagrado reina su mujer, para en el caso de que le subsiguiese la muerte. A continuación va el documento que manifiesta el fallecimiento de dicha reina doña María de Aragón.

AÑO DE 1408.

X. 27 de junio.
Carta del rey don Martín a los diputados de Aragón, pidiéndoles consejo sobre si daría o no acogida en sus reinos al Padre santo, que trataba de venirse a ellos por causa de la desunión que se había suscitado entre él y el rey de Francia, a quien había escomulgado porque le había negado la obediencia.

XI. 18 de agosto.
Contesta el rey don Martín al conde de Urgel, manifestándole el gran placer que había tenido en saber que su mujer hubiese dado a luz una infanta; y que hallándose indispuesto para ir personalmente a sacarla de pila, había trasmitido sus veces al efecto al abad de Santas Cruces. / 
nostra molt cara sor linfanta vostra muller /


XII. 20 de setiembre.
Contesta el rey don Martín a la carta que el conde de Denia le había escrito, implorando su amparo y protección para con el duque de Gandía, su padre, quien le había desheredado por via de testamento, nombrando heredero suyo al rey de Sicilia.

XIII. 20 de setiembre.
El rey don Martín, accediendo a la súplica del conde de Denia, escribe al duque de Gandía para que no le desherede, antes bien le bendiga y perdone; previniéndole al mismo tiempo que el rey de Sicilia no admitirá la herencia.

XIV. 19 de octubre.
Carta o mandato del rey don Martín de Aragón a don Lope de Gurrea, quejándose de que sus bandos con don Antonio de Luna habían influido en las elecciones de los jurados de Ejea contra toda costumbre, y que si se entrometía otra vez en estos asuntos, sería castigado en su persona y bienes.

XV. 23 de octubre.
El emperador de Constantinopla, contestando a las cartas que por parte del rey don Martín le había presentado Pedro de Quintana, su mensajero, le renueva sus afectuosas relaciones y amistad, y le envía por medio de su embajador Manuel Crusolora, o Chrysolora, algunas reliquias que le había pedido, correspondientes a la pasión de Jesucristo, como son: algunas partículas de la columna en la que fue ligado; de la piedra sobre que san Pedro se había recostado llorando amargamente su trina negación; de la piedra en que había sido puesto el Redentor para ser ungido después del descendimiento de la cruz; y de las parrillas en que había sido asado san Lorenzo. A continuación de dicho carta se halla el salvoconducto de la Diputación de Cataluña a favor de dicho Manuel Crusolora, para que pudiera volverse a Constantinopla.

AÑO DE 1409.

XVI. 27 de enero. (probablemente de 1409)
Carta de varios cardenales al rey don Martín, desde Pisa, suplicándole que envíe sus nuncios o embajadores e interponga todo su valimiento, a fin de que el papa Benedicto Luna acuda al concilio que iba a celebrarse en aquella ciudad.

XVII (Sin fecha: pero se halla entre los documentos de 1409).
Instrucciones que el rey don Martín de Aragón dio a su camarero Francisco Martorell, sobre lo que debía decir al papa (Luna) en orden a las declaraciones del concilio de Pisa, que S. M. reprobaba altamente.

XVIII. 29 de abril.
Convenio celebrado entre don Martín de Aragón y su sobrino don Juan 2.° de Castilla, sobre comercio y apertura de puertos marítimos y terrestres, cerrados en el reinado de don Enrique 3.°; libre tráfico de mercaderías entre ambas potencias, y arreglo del derecho de quema por los daños causados en las pasadas guerras, etc. / aparece lengua aragones / damnificados /

XIX. 7 de mayo.
Capítulos matrimoniales entre don Federico, hijo natural del rey de Sicilia, de una parte; y doña Violante, hija del ínclito don Jaime de Prades, de la otra.

XX. 18 de mayo.
Carta del rey don Martín de Aragón al maestro Vicente Ferrer (San Vicente), credencial de su consejero el religioso Francisco Perera, penitenciario del papa, que le enviaba para cierto asunto de interés.


XXI. 1.° de junio.
Carta del rey don Martín de Aragón a su primogénito el rey de Sicilia, dándole parte de su buena salud, y manifestándole la satisfacción que le habían causado las noticias que le daba de la suya y de su reino, y sobre las ordenanzas que había dictado a la escuadra de Sicilia: le avisa de los socorros que le enviaba con mosen Pedro Torrelles, y le da algunos buenos consejos.

XXII. 25 de junio.
Carta del rey don Martín de Aragón al emperador Miguel Paleologo, moderador de Romea, recomendándole eficazmente al noble Alioto de Caupena, señor de la Legena de la Payada.

XXIII. 6 de julio.
Los diputados del general de Cataluña felicitan al rey de Sicilia, por haberle declarado sucesor a la corona de Aragón el rey don Martín, su padre.

XXIV. 22 de julio.
Carta del rey don Martín a mosen Pedro Torrelles, su embajador en Sicilia, significándole el gran placer que había experimentado al recibir las nuevas que le comunicaba de la victoria obtenida en Sant-Luri por su primogénito. Le da noticia de hallarse en Barcelona el maestro Vicente Ferrer «que dice misa alta y predica maravillosamente todos los días,» y le dice que el papa estaríatambién aquí el día 1.° del próximo agosto.

XXV. 25 de julio.
Testamento del señor don Martín, rey de Sicilia, nombrando heredero a su señor padre don Martín, rey de Aragón, dejando el condado de Luna a su hijo natural don Federico, habido cuando soltero de cierta mujer llamada Tarsia, también soltera; y encargando a dicho señor su padre que se digne casar con magnificencia a su hija natural Violante, que había tenido también de otra mujer soltera, por nombre Agatucia.

XXVI. agosto.
Instrucciones sobre lo que mosen Jaime Roura ha de hacer y decir, por mandato del rey de Aragón, a la señora reina de Sicilia y otras personas de aquel reino en su embajada. Jacme Roure.

XXVII. 3 de agosto.
Carta del rey de Aragón don Martín al rey de Sicilia, su primogénito, haciéndole saber que en el concilio de Pisa había sido elegido papa el cardenal de Milán, natural de Candía, que es llamado Alejandro 5.°; y que de esta elección disentían su primo-hermano el rey de Castilla, y otros reyes y condes



Alejandro 5.°


XXVIII. 5 de agosto.
Don Martín, rey de Aragón y de Sicilia, después de la muerte de su primogénito, nombra gobernador de la isla de Cerdeña a mosen Guillermo Ramon de Moncada. (Muncada)

XXIX, 6 y 8 de agosto.
Cartas del rey de Aragón y de Sicilia a la reina de Sicilia, su nuera, consolándola por la muerte de su esposo, y confiriéndole la administración y gobierno de aquel reino.

XXX. 7 de agosto.
Proposición hecha a la corte de Cataluña por mosen Sperans-in-deo Cardona, vicecanciller del rey don Martín, sobre el modo de proveer a los gastos que habían de ocurrir para la conservación de Cerdeña y Sicilia, después del fallecimiento del soberano de este reino.

XXXI. 13 de agosto.
Carta del rey don Martín a mosen P., mandándole que él, en unión con los barones, nobles, caballeros y gentiles hombres que están en Cerdeña, ponga todo su conato en recobrar y reducir totalmente dicho reino a su obediencia, siguiendo lo que él y otros habían hecho ya para gloria y exaltación de su real corona, antes del fallecimiento del rey de Sicilia, su primogénito.

XXXII. 18 de agosto.
Carta del rey a mosen Pedro Torrelles, capitán general de la armada, en que le decía, que accediendo a las súplicas del conde de Urgel y diputados de Cataluña, y tomado consejo del Padre santo en presencia del maestro Vicente Ferrer, del prior de Vall-de-Jesuchrist y mosen Francisco de Aranda, había determinado casarse cuanto antes; que luego pasaría a Cerdeña, y para el efecto le mandaba que le enviase bien aparejada la galera dels Cans, para pasar en ella personalmente a dicho reino.

XXIII. 22 de agosto.
Nombramiento de tutor y curador del egregio niño don Federico, hijo natural del rey de Sicilia, ya difunto, hecho por el rey don Martín de Aragón a favor de Pedro de Torrelles, con amplios poderes para dirigir, gobernar y administrar los bienes de dicho pupilo, ya legitimado por dicho rey don Martín.

XXXIV. 26 de agosto.
Carta del cardenal de España al rey don Martín, participándole, que el dux y común de Venecia, después de grandes consejos tenidos con los mayores letrados, y oídas y consideradas todas las razones de los embajadores del concilio general, y las de los embajadores deAngelo Corario y otros, determinaron que la obediencia que daban a dicho Corario fuese retirada, y dada al papa Alejandro 5.°

XXXV. 16 de setiembre.
Carta del rey don Martín a los mallorquines, notificándoles que habiendo quedado sin hijo heredero por la muerte del rey de Sicilia, su primogénito, había deliberado con consejo del Padre santo y a ruego de las cortes generales de Cataluña, elegir por mujer y reina a la egregia doña Margarita de Prades, y celebrar al siguiente día su matrimonio.

XXXVI. 24 de setiembre.
Contestación del rey don Martín al cardenal de España, diciéndole que siempre tendría por verdadero papa y vicario de Cristo a Benedicto 13.°, y no consentiría que en sus dominios fuese maltratado por nadie.

XXXVII. 18 de octubre.
Carta del rey don Martín al procurador de Catania, dándole orden para que de los fondos secretos provenientes de su oficio, pague a Antonia, nodriza del ínclito Federico de Aragón, nueve onzas de oro anuales, que el rey de Sicilia difunto le había concedido como a tal nodriza.

XXXVIII. 21 de octubre.
Carta del rey don Martín al rey don Carlos el noble de Navarra, en la que, después de manifestarle el sentimiento que tenía por la muerte de su primogénito el rey de Sicilia, le hace saber que había conferido la lugartenencia de aquel reino a la reina viuda, en los mismos términos con que la tenía en vida de su marido.

XXXIX. 7 de noviembre.
Carta del cardenal de España al rey don Martín, diciendo que aquel a quien él llamaba papa, y el otro (Angelo Corario) que se titulaba Gregorio, habían sido por todo el concilio general y universal Iglesia declarados, pronunciados y condenados por públicos y notorios herejes y cismáticos, y depuestos del papazgo y de la Iglesia; y que concordemente y sin contradicción alguna había sido elegido papa y verdadero vicario de Cristo Pedro de Candía, de la orden de san Francisco, cardenal de Milán y natural de Grecia.

XL. 22 de noviembre.
Carta del rey don Martín al rey de Navarra, su hermano, en la que, después de participarle que él y su amada mujer disfrutan de salud, le ruega que dé crédito a cuanto de su parte le dirá su consejero mosen Dalmacio de Dernius.

XLI. 22 de noviembre.
Otra carta del mismo rey, dirigida al duque de Borgoña, diciéndole lo mismo.

XLII. 22 de noviembre.
Otra al duque de Berry de igual contenido.

XLIII... Instrucciones dadas al embajador Dalmacio de Dernius, enviado a Francia.

XLIV. 30 de noviembre.
Carta de don Pedro Torrelles, proponiendo para obispo de Sales a don Ramon de Moncada, (Muntcada) porque el obispo que había estaba preso en su poder, pues era cismático y afecto al antipapa, y andaba predicando entre los sardos malas doctrinas.

XLV. 16 de diciembre.
Comunicaciones que mediaron entre las cortes de Cataluña y el vicecanciller del rey, a fin de que dicho señor saliese de Barcelona junto con la señora reina su esposa, y eligiese S. M. el punto que fuese más conveniente en el Principado para trasladar a él la corte, y evitar el peligro que amenazaba las vidas de tan sagradas personas, con motivo de la grande epidemia que se había desarrollado en Barcelona.

AÑO DE 1410.

XLVI. 9 de enero.
Habiendo escrito el rey don Martín al conde de Cardona para que fuese a juntarse con él, le contesta el conde desde Lérida, (Leyda) diciendo que no puede cumplirlo por el accidente ocurrido a su hermano el obispo. Mas creyendo que le llamaba para tratar de los asuntos de Cerdeña, le dice que para dar fin a la conquista de aquella isla y reducirla a la obediencia, como conviene al honor de la casa de Aragón, era necesario hacer gastos de consideración y socorrer a los que en ella estaban prestando servicios.

XLVII. 15 de febrero.
Carta del rey de Navarra don Carlos al rey de Aragón, suhermano, diciéndole que pensaba partir para su reino el día 17 de febrero; que entendía pasar por Bourges y ver a su amada tía la duquesa de Berry, y de allí continuar su camino, pasando por los reinos y señoríos suyos; a cuyo fin le rogaba que para guiarle y darle entrada en las villas y lugares de su reino, le enviase a Perpiñan uno de sus caballeros que le saliese al encuentro.

XLVIII. 19 de febrero.
Carta del rey don Martín al príncipe Roberto, rey de romanos, anunciándole la misión de su consejero y embajador Tomas de Collibre, enviado para tratar con él de negocios de la Iglesia. (Colliure, Coquolibero)

XLIX. 12 de abril.
Carta del rey don Martín a su nuera la reina de Sicilia, diciéndole que había deliberado pasar a aquel reino para ponerlo en buen orden; y que ya lo hubiera ejecutado, sino hubiese estado esperando a los mensajeros de todos sus reinos y tierras, para que fuesen presentes a la declaración que quería hacer sobre la sucesión de sus estados, en caso de que Dios fuese servido que muriese sin hijos varones: y que luego de hecha hecha aquella declaración, partiría inmediatamente para aquel reino; rogándole que en el entretanto tuviese gran diligencia y cuidado de regirlo y gobernarlo bien, para cuyo fin le enviaría luego algunos sicilianos y catalanes de probidad, para aumentar el número de los de su consejo.

L. 15 de abril.
Las cortes de Cataluña piden al rey don Martín, que en atención a haber fallecido su hijo el rey de Sicilia, escriba a todos sus reinos y tierras para que destinen y envíen incontinenti notables y solemnes embajadores, que determinen el orden de sucesión a la corona, en el caso que Dios permitiera que muriese sin hijo varón. A cuya petición se contesta por parte del rey, que dicho
señor había ya para entonces escrito de motu propio a la mayor parte de sus reinos y tierras que le enviasen sus embajadores, no porque creyese estar obligado a ello ni necesitar su consentimiento, sino porque quería llevar el negocio a buen término, como lo había comenzado. (fill mascle)

LI. 20 de abril.
Revocación de una real provisión, en la cual se hace mérito de que san Vicente Ferrer fue a Vich, y predicaba sus sermones en la plaza.

LII. 29 de abril.
Exhorto del rey al baile general de Valencia y a Domingo Masconi, enviándoles por duplicado el requerimiento (requirimiento) que había hecho a las cortes de aquel reino, con motivo de no haber querido juntarse ni enviar mensajeros para tratar de la sucesión a la corona.

LIII. 50 de abril.
Carta del rey don Martín de Aragón a los obispos de Valencia y Segorbe y a todo el brazo eclesiástico de aquel reino, quejándose de que después de tanto tiempo como se lo había pedido y mandado, no le hubiesen enviado aun personas instruidas para aconsejarle sobre la persona que debía nombrar sucesor suyo en la corona de Aragón, en el desgraciado caso de morir él sin hijos; y
haciéndoles responsables de los males que este retardo pudiese ocasionar a sus vasallos.

LIV. 4 de mayo.
Don Jaime de Aragón, conde de Urgel, contesta al rey don Martín su tío, diciéndole que los zaragozanos estaban contentos de que él usase de la lugartenencia general del reino, conforme se lo habían acreditado con actos públicos certificados por escribano de su consejo; y le instaban que les jurase los fueros, privilegios y libertades del reino, y que les hiciese justicia: a cuya instancia había accedido, habiendo quedado todos acordes, a excepción del arzobispo y don Pedro de Urrea con sus partidarios, que eran los que se oponían.

LV. 10 de mayo.
Carta del conde de Urgel al rey don Martín su tío, diciéndole que el arzobispo de Zaragoza con don Pedro de Urrea se habían fortificado en la seo, en su casa y en otras diez o doce casas vecinas, donde se habían establecido los hombres más malvados de la ciudad, rebelándose contra las reales disposiciones.

LVI. 11 de mayo.
Carta del conde de Urgel, en la que se queja al rey su tío de que su secretario le mudase el nombre en una credencial que había recibido el día antes por su tesorero Narciso Sabastida, para que guardase de desórdenes la ciudad de Zaragoza; y le dice que él ha sufrido por guardar la lugartenencia lo que no hubiera sufrido para sí mismo, y que en adelante no recibiría otra carta alguna, que no le fuese dirigida bajo el nombre de Jaime de Aragón, que era el suyo verdadero.

LVII. 12 de mayo.
Carta del rey don Martín al arzobispo de Zaragoza, en que le dice, que habiendo ocurrido muchos escándalos en el reino de Aragón, y especialmente en dicha, ciudad de Zaragoza, por la oposición que se hacía a que el conde de Urgel ejerciese su oficio de lugarteniente general de aquel reino; escribía al justicia, mandándole que echase (gitar, foragitar) fuera de la ciudad a dichas gentes armadas, y le ruega a él que trabaje también por su parte para que así se cumpla.

LVIII. 14 de mayo.
El conde de Urgel da parte al rey don Martín su tío de los grandes escándalos ocurridos en Zaragoza el día 14 de mayo, habiendo tocado las campanas a rebato y trabádose batalla en la calle Mayor (carrera major, en la que hubo muchos heridos y muertos) entre los partidarios del conde al ir a la plaza del Pilar a jurar los fueros, y los del arzobispo y del justicia que se oponían a dicha jura.

LIX. 18 de mayo.
Carta del rey don Martín a su sobrino el conde de Urgel, mandándole que sobresea totalmente en usar del oficio de lugarteniente suyo general de Aragón, hasta tanto que por el justicia sea pronunciado que deba ser admitido; y en caso que éste dijese que no deba serlo, que cese del todo en dicho oficio: apercibiéndole que, para el caso de resistencia, le revocaba y anulaba la comisión que le había conferido y todas las demás provisiones que le hubiese otorgado.

LX. 29 de mayo.
Carta del rey don Martín a mosen Antonio Torrelles, en al que le acusa el recibo de la que le había escrito participándole la buena salud de su nieto don Federico, conde de Luna, y el buen estado de aquel país, que se hallaba libre de epidemias; y le ruega afectuosamente que dé siempre a dicho su nieto todos los gustos y placeres que pueda.

LXI. 30 y 31 de mayo.
Acta pública por la cual consta, que hallándose el rey don Martín, el 30 de mayo a las once de la noche, enfermo en la cámara de la abadesa del monasterio de Valldoncella, pero en su sano juicio y con habla, le preguntó el conseller de Barcelona Ferrer de Gualbes, si le placía que la sucesión de sus reinos y tierras recayese después de su muerte en aquel a quien de justicia correspondiese; y el rey contestó: Hoc. Cuya pregunta le fue repetida el día siguiente, pocas horas antes de fallecer, sin que pudiese lograrse de él ninguna otra respuesta más explícita (esplícita).
Hoc: Oc : en occitano, Langue d´Oc : Languedoc : Occitan (5 dialectos principales: provenzal, lemosín, gascón, auvernhat, vivaroaupenc, y otros subdialectos como el aranés, sin olvidar que el catalán siempre fue un dialecto de esta lengua).

LXII. 4 de setiembre.
Carta de los diputados del general de Cataluña residentes en Barcelona al gobernador del Cataluña, que se hallaba en Monblanch, diciéndole que les duele el haber tenido que retardar su ida al parlamento; pero que habiendo consistido dicha tardanza en el mal tiempo, partirían luego que éste lo permitiese.

LXIII.
Varias noticias sacadas de la historia inédita de los condes de Urgel, por Diego Monfar. (Monfart)


Continúa con el 

parlamento en Barcelona