Mostrando entradas con la etiqueta Báguena. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Báguena. Mostrar todas las entradas

jueves, 21 de noviembre de 2019

LA DEFENSA DEL CASTILLO DE BÁGUENA


176. LA DEFENSA DEL CASTILLO DE BÁGUENA (SIGLO XIV. BÁGUENA)

LA DEFENSA DEL CASTILLO DE BÁGUENA (SIGLO XIV. BÁGUENA)


Estamos en 1363, en plena «guerra de los dos Pedros» y las tropas de Pedro I el Cruel, rey de Castilla, acababan de levantar el sitio de Daroca para proseguir su camino hacia Teruel, tratando de encerrar en un círculo las cuatro comunidades aragonesas o buena parte de ellas.

En ese itinerario, la aldea de Báguena contaba entonces con un importante castillo, cuyas ruinas se pueden observar todavía hoy. Y es históricamente cierto que, ante sus muros, el ejército castellano encontró una resistencia numantina que exasperó a los jefes castellanos que vieron entorpecido su triunfal paseo.

Mandaba la defensa del castillo de Báguena su alcaide, Miguel de Bernabé, quien no sólo tuvo que soportar el asedio sino también la flaqueza de algunos de los suyos que le aconsejaban la rendición. Pero lo cierto es que antes de que llegara el enemigo habían hecho acopio de víveres y se aprestaron a defenderse.

Las tropas castellanas —tras no obtener la rendición que esperaban— formalizaron el sitio. Seis días duró el asedio, aunque al final los sitiados prácticamente no daban señales de vida, excepto para lanzar las piedras de sus propias almenas y torreones, las únicas armas que les quedaban. Pedro I el Cruel decidió, por fin, rodear la fortaleza de leña y prenderle fuego. Ardió el castillo y Miguel de Bernabé, con los pocos hombres que le quedaban, se refugió en la torre del homenaje.

Ante la petición de rendición del castellano, el alcaide extendió su brazo, asiendo en su mano las llaves de la fortaleza. Al poco tiempo, murieron todos los defensores abrasados.

Cuando los soldados castellanos entraron, por fin, en lo que había sido un castillo encontraron todo absolutamente calcinado excepto, ahora ya según la leyenda, el brazo y la mano de Miguel de Bernabé que todavía tenía asidas las llaves de la fortaleza.

[Gisbert, Salvador, Glorias de la Provincia. Gil de Bernabé.
Esteban, Rafael, Estudio..., págs. 106-106.
Monterde Juste, Eusebio, La villa de Báguena..., págs. 74-77.]


Báguena es un municipio y población de España, perteneciente a la Comarca del Jiloca, al noroeste de la provincia de Teruel, comunidad autónoma de Aragón a 89,9 km de Teruel, y a una altitud de 793 metros por encima del nivel del mar. Tiene una superficie de 25,17 km² que se reparte en 1.788 hectáreas de superficie cultivada, de las cuales 278 hectáreas son de regadío, 15 hectáreas de prados y 171 hectáreas de superficie forestal. Tiene una población de 442 habitantes (INE 2008) y una densidad de 17,56 hab/km². El código postal es 44320.


En un principio su nombre se escribía con v. Vaguena. Proveniente del adjetivo latino vacuus, vacío, desocupado, desierto, que al castellanizarse perdió la terminación del acusativo del que salieron los nombres y adjetivos, conservando la consonante muda suave inicial, “v,” y la “a” tónica, al tiempo que la consonante muda fuerte “c”, en virtud de la ley de debilitación se cambió en su correspondiente suave “g” al encontrarse entre dos vocales. Así se tendría:

Vacuum > vacu > vagu, más el sufijo “ena”, muy común en Aragón, y de significado desconocido.

En el siglo XVIII, comenzaron las dudas entre las grafías “v” y “b”, hasta que en el XIX se impuso la “b”. Báguena.

Los primeros moradores se establecieron en el tercer cuarto del siglo XII.

En el año 1142, Ramón Berenguer IV, en un nuevo intento de repoblar Daroca y su amplio alfoz le concedió un fuero de población, convirtiéndola en “señora” de todo su término con plenos poderes jurisdiccionales y fiscales sobre él y los núcleos habitados ya existentes.

El concejo de Daroca era quien repartía los lotes de tierra a los que venían a establecerse en tierras vacías de su dominio. Los nuevos asentamientos eran considerados barrios de Daroca, y adscritos a una de sus parroquias.

La primera mención de su nombre se halla, en el año 1205, en el documento en que el obispo de Zaragoza, D. Raimundo de Castrocol, distribuía los diezmos y primicias de los lugares entre las parroquias de Daroca. Báguena lo fue a la de Santa María.


En el año 1248, por privilegio de Jaime I, las villas y lugares se desligaron de la dependencia de Daroca, y se vertebraron en una organización superior con la creación de la Comunidad de Aldeas de Daroca. Pese a llevar su nombre, Daroca no formaba parte de la Comunidad, y ésta celebraba sus plegas sin representantes de ella e, incluso, con la prohibición expresa de celebrarlas allí.

Las villas y lugares que formaron la Comunidad, se agruparon en cinco distritos menores, denominados sesmas, cada una de ellas compuesta por núcleos variables de población. Báguena formaba parte de la Sesma del Campo de Gallocanta, que la componían Anento, Báguena, Balconchán, Bello, Castejón de Tornos, Ferreruela, Gallocanta, Manchones, Murero, Odón, Retascón, San Martín del Río, Santed, Torralba de los Sisones, Used, Val de San Martín, Valdehorna, Villanueva del Jiloca y Vilarroya del Campo.

En un primer momento, los lugares estuvieron regidos por cinco hombres buenos u hombres honrados según disponían las primeras Ordenanzas de la Comunidad. Con el paso del tiempo y la creciente complejidad de los servicios y prestaciones asumidos por la incipiente administración concejil, ésta pasó a estar formada por los Jurados 1.º y 2.º, un procurador, encargado de las finanzas, y un número variable de Oficiales, según su población.

El desempeño de estos cargos estaba limitado a un año. Su renovación tenía lugar el día de San Miguel, el 29 de septiembre. Para su nominación, por insaculación, era preciso estar inscrito, al menos, en la regla de medio postero. Estaban excluidos para el desempeño de estos cargos los pertenecientes al estamento noble y los que ejercieran alguno de los oficios considerados como viles: herrero, zapatero, sastre, tejedor, pelaire, carpintero, tendero, carretero, carnicero, esquilador, hornero, albéitar, mesonero y adulero.


A partir de los Decretos de Nueva Planta, tras la Guerra de Sucesión, el concejo cambió su denominación por la de Ayuntamiento, y a ser regido por el Alcalde, Teniente alcalde, dos Regidores y el Síndico Procurador. En el siglo XIX, pasó a serlo con los cargos y nombres que se conocen hoy: Alcalde, Teniente alcalde y Concejales.

MIGUEL DE BERNABÉ, EN EL SITIO DE DAROCA


175. MIGUEL DE BERNABÉ, EN EL SITIO DE DAROCA (SIGLO XIV. DAROCA)

Los ejércitos castellanos de Pedro el Cruel habían tomado y sobrepasado ya Calatayud y amenazaban toda la ribera del Jiloca. Las tropas aragonesas se veían impotentes y las poblaciones del valle se aprestaron a su defensa, entre ellas Daroca: se abrieron fosos, se repararon muros, se levantaron parapetos... Al anuncio del peligro, muchos fueron los caballeros aragoneses que acudieron al castillo darocense, a cuyo frente está su alcaide, Pedro Gilbert. Destacaba entre todos uno que ocultaba su rostro con la visera y llevaba sobre el casco un águila blanca. Nadie, excepto el alcaide, sabía cómo se llamaba ni quién era.

ocultaba su rostro con la visera y llevaba sobre el casco un águila blanc


Las tropas castellanas avistaban ya Daroca y la lucha fratricida entablada fue cruel como pocas. Los asaltos se sucedían uno tras otro y sólo al caer la noche se detenía la batalla para dar sepultura a los numerosos muertos. Fue entonces cuando, desde el muro darocense, cayó a los pies del rey castellano un cartel retador, en el que un hombre que se firmaba «El Almogávar» retaba al caballero castellano de la pluma verde por llevar el lema «Por encima de Aragón». Aceptó éste el reto y el duelo tuvo lugar. «El Almogávar», que no era otro que el caballero del águila blanca, acabó vencedor y el rey castellano, enfurecido, mandó a sus hombres que lo persiguieran, aunque logró escapar.

Todavía no había amanecido cuando se reinició el ataque castellano con mayor ímpetu. Poco a poco se aproximaban las máquinas con las que irremediablemente se abriría el muro, mas cuando la primera de ellas estuvo próxima, el caballero del águila blanca, descolgándose por el muro con un caldero lleno de materias inflamables, lo vertió sobre la máquina y le prendió fuego. La ciudad estaba salvada.

Ante la imposibilidad de tomar el castillo darocense y vistos los estragos que le ocasionaban sus defensores, Pedro I, muy airado, decidió levantar el cerco e ir a Báguena, donde también se había marchado el caballero del águila blanca.

Ante los muros de Báguena, los esfuerzos del rey castellano fueron denodados, destacando en su defensa su alcaide, Miguel de Bernabé, que no era otro que el caballero del águila blanca. El ataque fue tan duro que, falto de ayuda, el alcaide decidió incendiar el castillo antes que entregar sus llaves, muriendo abrasado con sus defensores.



domingo, 12 de mayo de 2019

LA RECONQUISTA DE MONREAL DEL CAMPO


2.65. LA RECONQUISTA DE MONREAL DEL CAMPO (SIGLO XII. DAROCA)

Una tarde, Beatriz lloraba desconsoladamente. Junto con Sancho de Ravanera, su hermano, escuchaba preocupada al pregonero. En nombre del señor darocense, Alvar Pérez de Azagra, estaba haciendo un llamamiento para ir a la guerra contra el moro. Sancho, que decidió acudir para ir a tierras de Monreal, llevó a Beatriz a la grupa de su caballo hasta Báguena, donde se quedaría en casa de su tío Martín de Ravanera. Luego se unió a la expedición.

LA RECONQUISTA DE MONREAL DEL CAMPO (SIGLO XII. DAROCA)

Durante mucho tiempo, Sancho guerreó contra los musulmanes por tierras de Teruel hasta llegar a Sagunto siendo uno de los más distinguidos: tomó un castillo, dio muerte a su alcaide y varios servidores y cogió prisionera a una hermosa joven mora que, según averiguaciones posteriores, resultó ser hija de Abén-Gama, antiguo régulo de Daroca. Se enamoró de la muchacha y callando el secreto de querer casarse con ella, la llevó a Báguena para que su hermana la instruyera en la religión cristiana. El resultado fue la fijación del día del bautismo para cuando regresara Sancho.

Enterado Abén-Gama del paradero de su hija, hizo una incursión por tierras de Báguena, lo que obligó a Ramón Berenguer IV a retirar la frontera de Monreal y retrasarla a Daroca. El caudillo moro tomó Báguena y, tras dar muerte a sus heroicos defensores, se llevó a su hija y a Beatriz. A ésta la mató y a su hija, que le confesó el deseo de convertirse al cristianismo, la encerró en una mazmorra, encargando de su custodia a un feroz sarraceno, que la forzó. No obstante, antes de morir, un ángel le administró las aguas del bautismo.
Con la paz, Daroca era un ir y venir de gentes. Se construían iglesias, se empedraban calles, se reparaban las murallas. Sancho reposaba del fragor de la batalla sin saber nada de Beatriz ni de la mora. Indagó entre las gentes, mas nadie sabía nada. Pero al llegar a una plaza, un juglar recitaba una historia que llamaba «el romance de la mora». Al contarla, Sancho reconoció a su hermana y a su amada. Le preguntó al juglar dónde había oído aquella historia y éste le dijo que lo narraban aldeanos turolenses fronterizos con los moros.
Sancho de Ravanera ingresó en la Orden del Temple y, junto a Ramón Berenguer IV, estuvo en la reconquista de Monreal. Hasta que, en una de sus correrías, tuvo la oportunidad de apresar a Abén-Gama, a quien dio muerte para vengar a las dos mujeres de su vida.
[Beltrán, José, «El Templario», en Tradiciones y leyendas de Daroca. Daroca, 1929.]





https://es.wikipedia.org/wiki/Monreal_del_Campo

No os perdáis las mentiras de la serie Knightfall, sobre los Templarios.


Y aquí otro video de catalanistas idiotas que no saben ni mirar en la wikitrolas.cat para ver quién era rey de Aragón, Navarra, Francia en esa época.