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jueves, 6 de mayo de 2021

Lo Trovador Mallorquí. José Taronjí. El Trovador Mallorquín.

Lo Trovador
Mallorquí.

El Trovador Mallorquín.

Lo Trovador Mallorquí.  El Trovador Mallorquín.



Poesías escritas
en mallorquín literario.
Acompañadas de versión
castellana;
por
D. José Taronjí.

Presbítero,


Doctor en Sagrada Teología,
canónigo
de la insigne iglesia del Sacro-Monte,
Catedrático de Retórica y
Poética
en el Colegio-Seminario de San Dionisio.

Palma de
Mallorca.

Tipografía de Bartolomé Rotger.

1883.



Licencia del Ordinario.

Examinada por especial encargo la
presente colección de poesías líricas mallorquinas, con su
correspondiente versión castellana, Su Excelencia Ilustrísima, ha
tenido á bien conceder permiso y licencia para que pueda imprimirse
y publicarse.

Palma 9 de Setiembre de 1882.
Guillermo
Puig.
Canónigo Srio.



Prólogo.

Tras algunos años de espera, debidos á las
circunstacias de mi accidentada vida, puede ver la luz el primer
volúmen de mis versos mallorquines. En 1877, al publicar la obra
sobre el Estado religioso y social de la isla de Mallorca, anuncié
la publicación de LO TROVADOR MALLORQUÍ; no me ha sido posible
hasta hoy realizar lo prometido. No tarda quien llega, afirma un
refrán; y ménos tarda aún, como de fijo deben de asegurar los que
algo entiendan del estado de nuestro comercio de libros y arte de
imprimir, el que á traves de los obstáculos aludidos, llega á ver,
si bien imperfectamente, efectuada la difícil empresa. Hecha esta
necesaria aclaracion, tocaríame, a fuer de buen padre, enterar al
público de lo que concierne á la historia y cualidades de mis
poesías, pobres hijas de mi imaginacion juvenil, nacidas al calor
del sentimiento patrio, iluminadas por el rayo vivificante de la Fe
católica; y á guisa de prólogo, insertar largos capítulos de
teoría literaria tocantes al fondo y a la forma, al medio de
expresion y á los ideales de estos versos. Mas ¿para qué? Aquí
están ellos mismos: hablen y respondan, sin necesidad de abogados
enojosos, pues valor tienen de presentarse, sencillamente y sin
pueriles temores ni vanos alardes, ante el tribunal de la crítica
ilustrada.
Veinte años escasos contaría yo, cuando sentíme
impulsado por la poderosa corriente de renovacion literaria, que los
vientos del Mediterráneo, desde las costas de Cataluña traían á
Mallorca. La voz de la antigua patria catalano-aragonesa, envuelta en
los misterios y atractivos de lo pasado; el sentimiento religioso,
puro, vivo, resplandeciente en mi familia y en la Isla entera, como
la llama del hogar; las suaves emociones que experimentaba mi
corazon, al escuchar los cantos populares de boca de las aldeanas
mallorquinas, incomparable tipo de belleza, en el fondo de blancos
almendrales, á orillas de *tados arroyuelos, ó a lo largo de las
azules playas, cuando murmura dulcemente el mar dormido; la delicada
pasion de mi alma, exhalándose en entusiastas discursos, al
contemplar los muchos monumentos que el genio del Arte, por la Fe
dirigido, levantó en el pequeño territorio de mi patria; todo, todo
me impelía a tomar parte en la que se ha llamado la nueva cruzada;
todo convidaba á sentarse en el banquete de los hijos de los dioses,
todo ponía en mis manos el arpa sonorosa. La naturaleza cultivada
con sus encantadoras armonías; el cielo eternamente azul, que, cual
inmenso pabellon de seda, cobija las altísimas cumbres; el mar, ya
sosegado, ya furiosamente revuelto contra la escollera de rocas que
defiende el N. de la Isla; el derruido castillo, baluarte un tiempo
de la independencia cristiana; la cabaña del leñador amparada de
los vientos por el añoso ramaje de las encinas; la espesa cabellera
de pinares que cubre las graciosas vertientes de los cerros: hé ahí
las fuentes de mi inspiracion poética.
Al fijar la atencion en
las vicisitudes de la humana vida, la complicada urdimbre de
acontecimientos, prósperos y adversos, que la constituyen, levanta ó
abate el espíritu; el cual se dilata en las expansiones de legítima
alegría, ó se contrae bajo el peso del infortunio, ó saca, en su
meditacion científica, provechosas lecciones de las alegorías é
imágenes de la naturaleza . El espíritu se encuentra mecido en una
onda de luz; ó vaga de pronto en menguada circulación de
tinieblas.
Y, por otra parte, mirando la cruz de Jesucristo,
símbolo sublime de nuestra civilizacion, coronar las esbeltas torres
de las parroquias, lo mismo que el pajizo techo de selváticas
ermitas, llevé mi alma á la soledad; y, en el silencio de la
oracion, por el camino del deber, los ejemplos de Dios y de los
mártires y santos infundiéronme ¿por qué no decirlo?, la gracia
del amor, para cantar, con pobrísimos pero sentidos acentos, en mi
nativo restaurado lenguaje mallorquin, ó catalan literario los
afectuosos temores y esperanzas del alma cristiana, los encantos y
grandezas de la Religion, la caridad heróica, nuestros destinos
inmortales.
Por eso la presente coleccion de poesías se divide en
tres libros, cuyos títulos indican suficientemente el asunto:
Recuerdos de la patria; Las luces y las sombras; Granos de
incienso.



Preludi.

LO PRIMER CANT DEL TROVADOR.

The
first, the first! ...oh!
nought like it.
Our
after years can bring.
(Francis Brown.)

Su baix la
forta alzina
Qu´ombreja la marjada,
Y rossinyols estoja
Ab
son negrench fullatje.
Un jovenet s´hi veya
Com l´auba
clarejava.
¿Qué hi fa en aquestes hores?
Tant dematí ¿quí
aguarda?
¿Ascolta per ventura
La suau remor de l´aygua
Del
torrentol vehí
Cobert de flors boscanes?

PRELUDIO.
EL
PRIMER CANTO DEL TROVADOR.

Cabe la robusta encina que se
levanta en el bancal, y en su negruzco ramaje esconde nidos de
ruiseñores;
A la claridad del alba, vese delicado mozo.
¿Qué
hace allí á estas horas? ¿A quién busca tan de mañana?
¿Escucha
tal vez el suave rumor del arroyo, que corre cerca, oculto en
bosquecillo de flores?



¿Quí es lo galant jove?
Riallera té la cara,
Cabells
abundantíssims
Li besan ses espatles.
Com si hagués foch
intern
Inquieta n´es sa marxa,
Y axí com raig de
sol
Llambrejan ses ullades.
Lo jovencell ¿qué porta,
¿Qué
porta en ses mans d´ángel?
La clau de l´harmonía,


la joya d´ell: Un
arpa.
Y alegre la punteja,
Mentres lo Sol dexantne
Los cims
de l´alta serra,
Lo mira ab ulls de pare.
___
M´han dit en
la vila
(Axí canta´l jove)
Que som un trovayre,
Que gloses
sé fer;
M´han dit les donzelles
Que veu melodiosa
No hi há
com la mía,
Que som llur plaher.
No sé lo que pugan
Mes
veus agradarles,
No sé si mos cántichs
Ne son un tresor;
Mes
sé qu´una harpeta
M´han dat, y que vibra
Gratíssimes
notes
Si la polso jo.


¿Quién es ese
simpático jóven? Risueña cara tiene; abundantísima cabellera
flota sobre sus hombros.
Demuestra inquietud en sus pasos, como si
fuego interno le aquejase; sus miradas relampaguean, como rayo de
sol.
¿Qué lleva el niño, qué lleva en sus manos de ángel? La
llave de la armonía, la prenda de su amor: UN ARPA.
Alegremente
la hace vibrar, miéntras el Sol, abandonando las cumbres de la alta
sierra, le mira con ojos de padre.
___
Y canta:
- “Dijéronme
en el pueblo que soy trovador, que sé componer canciones; dijéronme
las doncellas que no hay voz tan melodiosa como la mía, que yo soy
su encanto.
“No sé hasta qué punto les gustan mis armonías;
no sé si mis cánticos son un tesoro: pero me han dado un arpa, y
ésta, cuando la pulso, despide gratísimos sones.



Sols quinze vegades,
En tota ma vida,
De la Primavera
N´he
vist lo tornar;
Mes sént una espurna
De foch dintre l´ánima;
Y
el cor se desperta,
Y ´m plau lo cantar.
¿Quí som? ¿Per qué
´m crida
La gent admirada?
¿Per qué de mí
brollan
Suavíssimes veus?
¿Per qué conmoguda
m´ascolta
ma mare?
Per qué s´en glorían
De mí ´ls parents
meus?...
Tot, tot, vol parlarme.
La gaya fonteta
De dolços
murmuris
Ne fa veu per mí.
¿Quí som? ¿Per qué ´ls
núbols,
Les flors y les aygues,
Sa vida me contan
Per ferme
sentir?
L´Altíssim tal volta
M´envía á la Terra,
Dels
hòmens per calma.
De dòls per espant;
Y arreu les
criatures,
Vehent m ´arribada,
Me diuen: Poeta,
Comença
ton cant.


Áun sólo
quince veces he visto la vuelta de la primavera; mas siento chispas
de fuego en el alma; el corazon se despierta, y me gustan los
cantares.
¿Quién soy? ¿Por qué me llama con cierta admiracion
la gente? ¿Por qué se escapan de mi boca suavísimas palabras? ¿Por
qué conmovida me escucha mi madre? ¿Por qué mis parientes hablan
de mí con complacencia?
Todo quiere hablarme. La gaya fuentecilla
sírvese de dulces murmullos al dirigirse a mí. ¿Quién soy? ¿Por
qué las nubes, las flores y las aguas me cuentan su vida,
comunicándome sus sentimientos?
Tal vez el Altísimo me envía á
la Tierra, para mitigar los dolores de los mortales. Y las criaturas
todas, al ver mi llegada, me dicen: Poeta, empieza tu canto.




¡ Qué hermosa es la Terra!
¡Qué bella es Natura!
M´ encisa
de l´auba
Lo joch matiner.
Qué bella es l´aubada
Quant
surt enllestida,
De flors primerenques
Regant lo planter.
Lo
Sol qui s´axeca,
De llum les ratxades
Envía benévol
Per
serres y valls.
L´oratje qui corre
sorprén les
espigues.
¡Quín goig!; al sentirho
Defugen
traballs...
___
Mon pit té molta d´ansia
Del goig d´esta
ventura;
La gloria y la bellesa
Saltar me fan lo cor.
La
mar, los cels, les aures
Me diuen tendres coses,
De santa Fe ´l
tresor.
¡Oh, vull cantar! ¡No ´s pérdia
Ma veu en mes
entranyes!
Ara, en ma jovenesa,
Mos lays entonaré;
Y quant
les venes flonjes
Me tornin de vellesa,
Encara al mon y als
hòmens
Adeu cantant diré!




¡Qué hermosa es la Tierra! ¡Qué bella es Natura! ¡Qué
encantadores los juegos del alba, al aparecer ésta con su brillante
atavío, rociando los planteles de tempranas flores!
El SOL se
levanta; desparrama benévolamente raudales de luz por sierras y
valles. Pasa la brisa matinal, sorprendiendo las espigas. ¡Qué
gozo! Las penas huyen...
___
Mi corazón ansía gozar tanta
ventura; mi corazon salta de contento por la gloria y la belleza. El
mar, los cielos, las auras me dicen ternuras inefables; y el tesoro
de la santa Fe híncheme el pecho de armonía.
¡Quiero cantar!
¡No vaya a perderse la voz en mis entrañas! Ahora, en la juventud,
entonaré mis cantares. Y cuando la vejez afloje mis venas, todavía
cantando diré adios al mundo y á los hombres!




¿Sentíu la cantoría
Que ´s pert per l´enramada?
Dolcíssima
ressona
Com los gemechs del ayre.
N´es la cançó primera
Que
n´ix del fons d´un ánima;
Del Home d´harmonía
N´es lo
suspir del auba.
Primicies del Ingeni,
Preludi
d´entussiasme;
Del jove Trovador
N´es la primer
cantada.

Abril de 1872.



¿Oís el eco,
que se pierde por la espesura? Resuena dulcísimo como los gemidos
del aire.
Es la canción primera, que sale del fondo de un alma.
Es el suspiro de alborada del Hombre del Ritmo.
Primicias del
ingenio, preludio de entusiasmo; primera cantata del jóven
Trovador.

____




LLIBRE PRIMER.
RECORDANCES DE LA PATRIA.
___

I
Á
MALLORCA x
---
Poesía premiada en lo certámen de Montpeller
de 31 de Mars de 1875, convocat per la “Société pour l´étude
des langues romanes.”
Desde ton trono
escumós,
Desde ta cadira d´algues,
Reb mes
tendres cantoríes,
Mes senzilles codolades.
***

Ben
hajas, Illa preciosa,
Que ets per mí l´estel del auba;
Terra
de les ones filla,
Mallorca mía, ¡ben hajas!
Oh sant niu de
ma naxença
Jardinet de los meus pares,
Que ´l Creador fa
florir
Pera la nostra alegransa.

domingo, 28 de junio de 2020

CAPÍTULO VII.


CAPÍTULO VII.

De la venida de los Romanos. Sucesos y guerras entre ellos y los Cartagineses.

El poder de los cartagineses era tan grande en España, y se iba de cada día acrecentando, que la república romana, émula y enemiga capital de ellos, conoció cuán floja y mal mirada había sido en dar lugar a que mejorasen tanto sus hechos en España, y acordó de mirar en todas las ocasiones se ofreciesen, cómo podría remediar su negligencia y descuido pasado, buscando algún color con que los atajase; y porque sabia que en España había tales aparejos de gentes y voluntades, que pondrían ánimo a los cartagineses para volver a cobrar lo que les habían quitado los romanos en las islas de Cerdeña y Sicilia, de cuya pérdida, aunque lo disimulaban, habían quedado muy lastimados, sin duda Roma quisiera principiar el estorbo que quería hacer a la potencia de los cartagineses en España, si no tuviera información en este mismo tiempo de que los franceses de tras los Alpes se querían juntar con los galos cisalpinos, que es lo que hoy decimos Lombardía, para sojuzgar y destruir del todo la república romana. Por acudir a tan gran peligro, no pudieron estos romanos al presente comenzar en España lo que intentaban contra los cartagineses, pero probaron lo que pudieron, según las otras ocupaciones les daban lugar; porque primeramente renovaron las concordias antiguas con la misma Cartago, porque sabían que si ella y los franceses acometían a la par, no pudieran defenderse. a más de esto, procuraron muy en secreto buscar algunas entradas en España, enviando mensajeros a Marsella; y aunque con otro color, pero el fin de la embajada era para tratar por medio de ellos liga y confederación con los de Empurias, villa principal en Cataluña, no lejos de los montes Pirineos, donde comienza el principio de España y que era la cabeza y más principal pueblo de los Indigetes, que estaban entre cabo de Creus y la ciudad de Gerona. Por medio de los de Empurias, y a su instancia, se concertaron los de Sagunto y Denia. Holgaron todos de la amistad de Roma, por la fama de su buena fortuna y de la fé, bondad y virtud que mantenía a sus amigos, lo que no era en los cartagineses, que a trueque de hacer su negocio, no guardaban la palabra sino en cuanto les convenía para sus provechos y no más. De esta manera entraron los romanos en España a los 528 años de la fundación de Roma y 224 antes de la venida de Jesucristo señor nuestro: y fue tan grande el contento que tuvieron los romanos de esta entrada, que no se pueden contar las gracias que por ello hicieron a sus dioses, de alcanzar parte en tierra tan rica y llena de hombres discretos y valientes; y confiando los romanos de tal nación, tuvo ánimo aquella república para enviar su embajador a Cartago, para pedir y saber si la destrucción de Sagunto había sido orden del senado cartaginés, o acción sola de Aníbal, porque estaban los romanos muy agraviados de aquello, por ser los saguntinos confederados y amigos suyos y tocarles la defensa y amparo de ellos; y después de diversas satisfacciones que dieron los cartagineses a los embajadores romanos, que más parecían escusas que otra cosa, cuenta Tito Livio, que habiendo oído el embajador romano las razones de un cartaginés, escusando el estrago que los suyos habían hecho en Sagunto, tomó una parte de su toga, y la plegó haciendo un seno, y les dijo a los de aquel senado: «Aquí dentro os traemos la guerra y la paz: escoged y tomad de estas dos cosas la que más quisiéredes;» y no espantados de esto los cartagineses, le dijeron a grandes voces, que lo que más quisiese; y el embajador romano, desplegando el seno que había hecho de su vestidura, les dijo que les daba la guerra, y ellos respondieron que la aceptaban, y que con el mismo corazón que la recibían la entendían proseguir. Salieron los embajadores de Cartago y vinieron a España, porque esta era la orden que llevaban, para solicitar las ciudades que quisiesen tener su parte y apartarlas de la amistad de los africanos; y dice Livio, que llegaron primero a unos pueblos llamados Bargusios, de quienes fueron muy bien recibidos: Ad Bargusios primùm venerunt, à quibus benignè accepti. Eran estos pueblos de Cataluña, según dicen Florián, Pujades y otros; y tengo por cierto que eran los de Balaguer y sus contornos, por hallar que Tolomeo entre los pueblos Ilergetes pone en primer lugar un pueblo llamado Bergusia, al que el autor que tradujo la Geografía de Tolomeo en lengua italiana dice ser Balaguer: y no va esto fuera de camino; pues dice Beuter, que ya antes de la destrucción de Sagunto los romanos tenían confederados muchos de los pueblos (que) estaban entre el río Ebro y los Pirineos, aunque se ignora qué romano pasó primero en estas partes, o cómo se introdujeron estos conocimientos y confederaciones; y no faltan algunos que dicen haber pasado algún romano llamado Curcio, que dio el nombre al río de Noguera Ribagorzana (Ripacurcia, Ribagorça, Ribagorza, Ripacurçia, etc), que pasa por medio de los pueblos Ilergetes y viene a desaguar en el río de Segre entre las ciudades de Balaguer y Lérida, en la región o términos donde estaban estos pueblos Bargusios y la ciudad Bargusia, a quienes quedó tal amor y buena voluntad al senado y pueblo romano, que sus embajadores no hallaron en su primera entrada otros pueblos que los recibiesen con mayor amor y muestras de buena voluntad que estos, por lo mucho que estaban cansados del mando y gobierno de los cartagineses, que eran muy aborrecidos de todos aquellos españoles, creo yo que por la crueldad hecha en Murviedro (muro verde), cuya fama sonaría ya por la región de ellos y por otras muchas, o por algún agravio de que estarían sentidos de tiempo pasado cuando los cartagineses procuraban meter sus gentes por aquellas tierras. De aquí pasaron los embajadores romanos a Aragon, en una región a partida de tierra que llama Livio Volcianos (o Voloianos), de quien no se halla memoria en los cosmógrafos antiguos; pero, según se conjetura, caían aquellos pueblos o gentes en la Celtiberia y en la parte más vecina de los Bergusios. Llegados aquí los embajadores romanos, no fueron tan bien recibidos como ellos pensaban; porque les dieron tal respuesta, que fue divulgada por toda España, y fue causa que todos los otros pueblos se apartasen de la amistad de los romanos; porque después de haberles los embajadores romanos propuesto su embajada, se llevaron uno de los más principales, quien les dijo:
«¿Qué vergüenza es esta vuestra, romanos, que andeis pidiendo que antepongamos vuestra amistad a la de los cartagineses, habiendo sido los saguntinos más cruelmente vendidos por vosotros, que destruidos por los cartagineses? Id allá a buscar amigos, donde no se sabe la perdición de Sagunto, que siempre será lamentable ejemplo para que ninguno se fíe más en la fé y compañía de vosotros;» y así les mandaron salir de su comarca, y dice Livio que no hallaron mejor respuesta en ningún pueblo de España.
En este estado estaban las cosas de los romanos en España, cuando en Roma se armaban naves a toda prisa y hacían soldados para pasar acá, y valiéndose de los amigos y de otros que confiaban de nuevo ganar, resistir a los cartagineses hasta del todo echarles de ella, y vengar los agravios y sinrazones que habían hecho a los saguntinos, amigos y confederados del pueblo romano. Aunque estas armadas y levas de soldados eran notorias a los cartagineses, pero no sabían ni atinaban para qué tanto aparato de guerra y tanto soldado, ni juzgaban dónde habían de descargar tales nublados, y todos estaban advertidos. Estando con esta duda y suspensión en España, que era la parte para donde menos pensaban hacerse aquellos aparatos, descubrieron una mañana en el mar de Cataluña copia de navíos largos a manera de galeras bastardas, bien armadas y puestas a punto de guerra, hasta número de setenta, que doblaban el cabo de Creus y se encaminaban al golfo de Rosas, enderezando su camino, a lo que se podía conjeturar, hacia Empurias. Traían en la delantera cuatro galeotas de Marsella, las cuales, como fustas amigas y conocidas ya de los emporitanos, se adelantaron para sosegarlos, si por casualidad tuvieran algún recelo de ver esta flota que se les acercaba, certificándoles ser gente romana, que venían no solo para defender a los amigos y confederados viejos que tenían acá, sino para tomar otros nuevos y echar fuera de España a los cartagineses con su capitán Asdrúbal y otros que la tiranizaban. Venía por capitán general un caballero romano llamado Neyo Scipion, por sobre nombre Calvo, hermano de Cornelio Scipion, que era uno de los dos cónsules que aquel año regían la república romana. Entrado ya Neyo Scipion con su armada por el golfo de Rosas, llegaron a Empurias, y allí, con la seguridad y buena relación que les trajeron las galeotas marsellesas, fueron alegremente recibidos, y saltaron en tierra sin
alguna contradicción ni embargo.