Mostrando entradas con la etiqueta descuartizó a su propio hijo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta descuartizó a su propio hijo. Mostrar todas las entradas

martes, 23 de junio de 2020

284. VICENTE FERRER SE APIADA DE LA MADRE TRASTORNADA


284. VICENTE FERRER SE APIADA DE LA MADRE TRASTORNADA
(SIGLO XV. MAELLA)

284. VICENTE FERRER SE APIADA DE LA MADRE TRASTORNADA  (SIGLO XV. MAELLA)


El fraile valenciano Vicente Ferrer no sólo fue muy conocido, sino también muy admirado por sus contemporáneos cristianos en el reino de Aragón, en muchas de cuyas localidades predicó en ocasiones varias, sobre todo intentando la conversión de los judíos aragoneses al Cristianismo. Una de esas poblaciones fue Maella, donde el predicador acudió invitado por un vecino del pueblo con el que tenía vieja y duradera amistad. Una vez en la villa, el amigo rogó a Vicente que dirigiera la palabra al vecindario, que en aquellos días festejaba alborozado las fiestas mayores.

El santo valenciano se alojó, como era natural, en casa del citado amigo, que trató de obsequiarlo con lo mejor de su despensa y con manteles y sábanas de hilo. Para el día central de la fiesta, recomendó a su mujer —algo desequilibrada mentalmente por haber padecido cierta enfermedad hacía poco tiempo— que cocinara un guiso de arroz, plato típico de Valencia, y que lo aderezara con los mejores alimentos de que pudiera disponer.

La mujer —llevada por su incipiente locura y por el desmedido afán de obsequiar lo mejor posible a tan célebre amigo de su marido— descuartizó a su propio hijo, un niño de pocos meses de edad, mezclándolo con los demás ingredientes y el propio arroz.

Durante la comida, en el plato del marido apareció un dedo, lo que motivó su sorpresa. Al preguntar a su mujer por la causa de aquello, respondióle ésta que lo mejor que tenía en casa para obsequiar al amigo ilustre era su propio y querido hijo. La desesperación del marido, ante la tragedia que acababa de descubrir, fue enorme.

El santo Vicente, haciéndose cargo de la situación, sobre todo de la enfermedad de la dueña de la casa que había provocado tal tragedia, tomó el dedo del niño y, estirando de él, sacó de la paellera, envuelto en arroz, al niño entero que, por fortuna, aparecía sano y salvo.

[Recogida oralmente.]