A pesar de la muerte del rey Ramiro I
en pleno asedio de Graus, los cristianos consiguieron rehacerse del
drama que tal desgracia supuso y terminaron por forzar las defensas
de la villa, que tuvo que rendirse. Tras el estruendo de las armas,
como en tantos otros lugares, se impuso la negociación entre
vencedores y vencidos, pactando o imponiendo, según los casos, las
condiciones de la transferencia del poder. Gracias a estas
negociaciones, buena parte de los moros vencidos optaron por
permanecer en los pueblos donde habían nacido.
Cuando Graus pasó a manos cristianas,
los aragoneses permitieron que el antiguo alcaide moro permaneciera
en la tierra que tanto amaba, aunque con dos condiciones: que
accediera al bautismo su hija Zoraida y que ambos vivieran extramuros
de la villa. Amaba tanto a su pueblo, en el que deseaba seguir
viviendo, que el ex-alcaide transigió. Así fue cómo la joven pasó
a ser Marieta y el antiguo alcaide acondicionó y se instaló en una
cueva cercana.
Vivía el antiguo alcaide de un pequeño
huerto, de unas cuantas cabras y del trabajo de la forja y talla de
la madera que dominaba a la perfección. Al cabo de dos años, le
permitieron los grausinos que entrara en la población, donde no sólo
vendía el fruto de su trabajo, sino que enseñaba tales artes a los
cristianos. Él era respetado y querido por moros y cristianos y de
la muchacha no había zagal grausino que no estuviera enamorado de
ella.
Cuando las campanas de la iglesia tocaban a retiro cada tarde,
padre e hija cruzaban la puerta de la muralla y se retiraban a su
cueva.
Un invierno extremadamente frío, una
intensa nevada y hielos persistentes hicieron intransitable el camino
de la cueva al pueblo. Cuando amainó el tiempo y después de tres
días de bonanza, los grausinos echaron en falta a padre e hija y
decidieron ir a la cueva. Nadie había en ella, así es que
recorrieron todos los rincones, hasta que encontraron los cuerpos
helados de ambos al pie del torreón de la Peña del Morral, con la
mirada puesta en el pueblo y una amplia sonrisa en la cara.
La muerte del antiguo alcaide moro y de
su hija Zoraida, Marieta para todos, consternó a los grausinos, que
todavía les recuerdan.
[De Fierro, Lucián, «La Coba los
Moros», Programa de las Fiestas. Graus, 1985.]
El Llibré de Graus. Disponible para la venta y consulta de ediciones desde 1970. El Llibré es el tradicional libro de las fiestas de Graus, en honor al Santo Cristo y a San Vicente Ferrer, y declaradas de Interés Turístico Nacional en 1973. En estos libros o llibrés se encuentran los respectivos programas de fiestas, escritos en grausino, artículos diversos, relatos cortos, poemas, publicidad, las fotografías de los repatanes, etc.