286. VICENTE FERRER PREDICA EN
CALATAYUD (SIGLO XV. CALATAYUD)
Aquella no era la primera vez que el
dominico valenciano Vicente Ferrer iba a predicar en la ciudad de
Calatayud, población en la que tenía verdaderos y numerosos adeptos
entre los cristianos. Hay tradición de que en las ocasiones
precedentes, buscando un espacio adecuado para que cupieran todos
cuantos querían oírle, se había tenido que dirigir a los fieles en
cuatro lugares distintos al menos, pues como la gente anhelaba
escucharle no cabía ni en las iglesias ni en la plaza del Mercado.
Con estos antecedentes, en la presente
ocasión se precisaba un lugar mucho más capaz, por lo que para
evitar posibles problemas de aglomeración las autoridades pensaron
en habilitar los cerros inmediatos que se elevan en los extremos de
la población, uno tras la puerta llamada de Zaragoza y otro más
allá de la Peña.
Trabajaron en el acondicionamiento del
lugar elegido varios hombres y se preparó cuanto mejor se pudo el
cerro cercano a la puerta de Zaragoza. Bastante antes de que llegara
el momento señalado, que había sido anunciado por los alguaciles
por toda la ciudad, los fieles fueron ocupando las laderas del cerro,
pero su pendiente hacía sumamente peligroso el lugar. Solventados
los problemas como mejor se pudo comenzó la plática.
Cuando había transcurrido un rato sin
incidentes dignos de mención, un muchacho cayó despeñado desde lo
alto del cerro. La altura era tan considerable que todos los
asistentes contaron con la muerte segura del infortunado, así es que
se aprestaron a bajar para recoger su cadáver. Pero aún no habían
comenzado el arriesgado descenso cuando vieron con asombro que el
joven se levantó sano y salvo, sin ninguna magulladura ni rotura,
como si nada hubiera ocurrido, intentando volver a subir al mismo
lugar de donde cayera.
No lo pudieron evitar y todos volvieron
enseguida sus admiradas miradas hacia el fraile que tenían delante
de sus ojos, convencidos de que gozaba de poderes extraordinarios
como para haber salvado a aquel muchacho de una muerte segura. La
plática continuó.
[Fuente, Vicente de la, Historia de Calatayud, págs. 287-288.]