2.79. LOS DAROCENSES EN LA RECONQUISTA
DE VALENCIA
(SIGLO XIII. DAROCA)
Jaime I preparaba el ataque definitivo a Valencia. Necesitaba para ello un gran ejército, pues la empresa
era de enorme envergadura, de modo que muchos caballeros aragoneses
acudieron a su llamada. Uno de ellos fue el darocense Hernando Díez
de Aux, que partió a la lucha contento por poder servir a su rey,
pero inmensamente triste, pues dejaba en Daroca a su amada, Martina,
que le vio partir con gran dolor, dando comienzo a una larga espera.
El avance de las tropas cristianas era
lento, hasta que, finalmente, se estableció a las puertas de Valencia un gran campamento desde donde, en el momento oportuno, se
iniciaría el ataque definitivo. Las escaramuzas entre ambos
ejércitos eran frecuentes y sangrientas, muriendo muchos guerreros
por ambas partes. A Daroca llegaban noticias tanto de las grandes
hazañas de algunos caballeros como de la triste suerte de otros que
morían por su rey. Pero nadie podía informar a Martina sobre la
suerte de su Hernando.
Tal fue su desesperación que, vencida
por la impaciencia, tomó la resolución de disfrazarse de caballero,
para lo que se apropió de las armas de su padre, don Juan Moreno, y
se unió a las huestes del obispo de Narbona, que pasaba por Daroca
rumbo a Valencia, hasta cuyas puertas llegó.
Una vez en el campamento cristiano, los
esfuerzos de la joven disfrazada por encontrar a su amado fueron
vanos: nadie sabía de él ni lo había visto. El tiempo transcurrió
en la búsqueda y un día, sin previo aviso, sonaron las trompetas en
señal de ataque. Rápidamente se organizó todo el ejército para
tratar de entrar en la ciudad. Martina se aprestó también.
Los guerreros cristianos intentaban
sobrepasar el muro, pero los musulmanes se defendían con denuedo. En
un momento de la batalla, Martina creyó ver a Hernando enarbolando
una bandera aragonesa y luchando con varios moros a la vez. Su
alegría se tornó rápidamente en desesperación cuando uno de los
infieles lo hirió, cercenándole el brazo. Corrió Martina en su
ayuda para gran sorpresa del joven, quien se dejó socorrer muy
gustosamente por su amada.
Jaime I entró en Valencia y concedió
a los darocenses dos banderas que todavía se conservan en Daroca,
por haber sido los primeros en levantar su pendón en la Valencia reconquistada.
[Beltrán, José, Tradiciones y
leyendas de Daroca, págs. 89-94.
Esteban Abad, Rafael, Estudio histórico-político..., págs. 71-72.]
Esteban Abad, Rafael, Estudio histórico-político..., págs. 71-72.]
http://www.navarra.es/appsext/bnd/GN_Ficheros_PDF_Binadi.aspx?Fichero=RPVIANAnro-0064-pagina0331.pdf