2.71. EL JUEZ TRAIDOR (SIGLO XII.
TERUEL)
Una vez que ya había sido
reconquistada Teruel por el rey aragonés Alfonso II, y dada la
importancia estratégica que esta ciudad tenía, los musulmanes intentaron recuperarla en
reiteradas ocasiones o, cuando menos, depredaban sus campos y huertas
o hacían cautivos a los labradores que sorprendían en los campos en
plena faena, para ser luego vendidos como esclavos en el mercado de
Valencia, ciudad que todavía era sarracena.
Una de estas molestas y peligrosas
acciones tuvo lugar entre 1183-1184, cuando la ciudad era regida por
un juez llamado Ibáñez Domingo de Mortón quien, bien por miedo a
las amenazas recibidas, cada vez más serias, bien presa de la
codicia, intentó vender Teruel al enemigo a cambio de los numerosos
tesoros que le habían sido prometidos y que esperaba disfrutar tras
su planeada huida a tierra de moros.
Pero la traición fue descubierta a
tiempo por los turolenses y el juez Domingo de Mortón fue juzgado de
acuerdo con el Fuero concedido hacía bien pocos años por el rey
Alfonso II. Tras el juicio, en el que fue condenado a morir ahorcado,
fue ejecutado en un viejo olmo solitario que crecía en una zona
próxima a la ciudad denominada de San Lázaro, debajo del actual
viaducto, donde se confinaba a los leprosos.
La ciudad se salvó para siempre de ser
recuperada por los musulmanes y el hecho sirvió de escarmiento.
[Caruana, Jaime de, Relatos y tradiciones de Teruel, págs. 33-35.]
* Según Caruana, este hecho es histórico, puesto que en el Libro de las Crónicas de Teruel, conservado en el Ayuntamiento, tras el nombre de este juez se señala que «fue enforcado en el olmo de San Lázaro porque quiso vender a los moros Teruel», y prosigue diciendo que una mano posterior añadió: «de Castiel y de Villel», apostillado el propio Caruana que Villel era cristiana desde 1180, pero Castiel —hoy Castielfabib— efectivamente continuaba siendo musulmana y no la conquistaron los cristianos hasta el año 1210.
olmo, ulmus |