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lunes, 18 de octubre de 2021

EL MAL APÓSTOL Y EL BUEN LADRÓN, DRAMA DE D. JUAN EUGENIO HARTZENBUSCH.

EL
MAL APÓSTOL


Y
EL BUEN LADRÓN,


DRAMA
DE


D.
JUAN EUGENIO HARTZENBUSCH.


Cuando
el espíritu del hombre deja de ser humilde girasol de la luz
increada, cuando apartados los ojos del cielo se enamora de sí
mismo; su frágil y prestada soberanía le ensoberbece, forma
estrecha alianza con mal nacidas pasiones que despóticamente lo
tiranizan so color de rendirle vasallaje, y poco a poco nace en el
corazón del hombre la rebeldía, y en su entendimiento crece y se
entroniza la duda. Entonces, cual un ebrio a caballo, tan pronto cae
de un lado como de otro, y rodeado de profundas tinieblas, lucha y
forcejea para abrirse paso a la luz; pero una mano fatal le empuja de
abismo en abismo, hasta que se hunde en el lodazal de su miseria,
alumbrado en su congojosa agonía por los vacilantes resplandores de
la razón, a la manera del que se ahogase con una lámpara colgada
del cuello. El Sr. Hartzenbusch ha personificado en su drama
simbólico esa enfermedad de almas soberbias, con aterradora verdad y
maestría incomparable. Como Paulo en El Condenado por desconfiado,
que se atribuye a Tirso de Molina, el escéptico de Hartzenbusch es
un varón singularmente colmado por el Señor de beneficios inmensos;
a su paso brotan y florecen los portentos de la gracia: es un
apóstol, es Judas. Pero su aviesa condición y ruines
pensamientos inutilizan todos los tesoros espirituales que Dios ha
puesto a su alcance, y una pasión vil, la más infame de todas, le
acaba de despeñar al abismo de su perdición. ¡Insensato!


Se
empeña en acrisolar con su razón envilecida los actos de su Divino
Maestro.
Le ve resucitar muertos, y duda; le ve acoger con
inefable mansedumbre su inaudita traición y duda; le ve morir, las
peñas se rompen de dolor, y su corazón no se quebranta, y duda
todavía cuando el orbe todo estalla a los pies de su Señor, muerto
en la cruz. En cambio, Dimas, bandolero como el Enrico de Fr.
Gabriel Téllez, deja obrar la gracia sin entorpecer su acción
inefable con los sofismas y cavilaciones del orgullo, y la secunda
con los deseos ardorosos de regenerar su naturaleza degradada.
(En
el Vita Christi, el niño Dimas, hijo de bandoleros del desierto,
ladrones y asesinos, es curado por Jesús y María en su viaje a
Egipto.
Será después el “ladrón bueno” "buen ladrón" que morirá
crucificado junto a Jesús. )


El
Sr. Hartzenbusch, con el tacto que le distingue, ha puesto en el
corazón de Judas el apego
inmoderado a los bienes terrenales, como cómplice poderoso de su
sempiterno escepticismo. Así, no sólo ha respetado la tradición
bíblica de todos los tiempos respecto a la pasión que
avasallaba al traidor de los traidores, sino que ha alejado
toda idea de predestinación, principio teológico que nuestra
irreverente sociedad no se mostraría tal vez dispuesta a recibir con
sumiso acatamiento.
A esta doble ventaja que lleva al Paulo
del padre Téllez (Gabriel Téllez es Tirso de Molina) la creación del esclarecido dramático moderno,
debe agregarse que las manifestaciones naturales de una pasión
práctica se ajustan más de lleno a las condiciones del drama actual
que las consecuencias de un principio más o menos abstracto. Con
igual destreza el Sr. Hartzenbusch se ha abstenido de aglomerar sobre
la conciencia de Dimas las ignominias y abominaciones con que ha
cargado la de Enrico el padre Téllez, pues si bien este lujo de
crímenes podría parecer conducente para patentizar con toda
evidencia el poder eficacísimo de la gracia; mirándolo bajo el
aspecto de la utilidad puramente dramática del personaje, es lo
cierto que tanta maldad le enajenaría la estimación del público,
causando su milagrosa conversión más sorpresa que tierna y dulce
alegría. Aún más: si el portento de divina misericordia que salva
al buen ladrón recayese en un malhechor tan fríamente criminal como
el Enrico del
P. Tellez, no hubiera dejado de parecer
sobrado voluntarioso y gratuito a un siglo tan habituado a deslindar
los derechos de todos como el nuestro, y tan poco amigo de bajar la
indomable cerviz ante los inescrutables designios de la Providencia.

El Sr. Hartzenbusch, con su instinto dramático, ha hecho que los
crímenes de Dimas arrancasen de la venganza tomada por un acto
bárbaramente injusto; y la venganza, cuando es la reparación de una
injusticia atroz, suele encontrar cierta secreta excusa entre los
hombres, ya que no ante Dios. Damos nuestro humilde parabién al
autor de tantas obras maestras, por la conciencia con que ha trazado
las dos figuras principales del drama sacro que nos ocupa, que son, a
no dudarlo, dos creaciones inmortales por la profunda verdad que las
enaltece.


Los
demás caracteres están briosa y magistralmente trazados. El de
Procla es un modelo acabado. Su dignidad es una preclara mezcla de la
entereza esforzada, común en las matronas de la Roma gentil, y del
vivo sentimiento de noble decoro que constituye la más preciada
corona de las mujeres cristianas. Esta dignidad castiza y de buena
ley, que siempre dimana de sentimientos hidalgos y levantados,
contrasta con los arranques de cesárea vanidad con que su marido
Poncio Pilatos quiere cubrir la ruin bajeza de sus
pensamientos y la torpeza de sus liviandades. Betsabé es una
figura radiante de pureza ideal y de adorable candor. Los rayos de
celeste luz que parten de la doctrina del Crucificado, no necesitan
derretir en el bello corazón de María ningún afecto
bastardo, ninguna pasión vergonzosa. No hacen más que añadir un
cambiante de divina luz a aquel prisma de puros resplandores. El de
Sara es de suma belleza. Sumisa, buena, apacible, es toda
abnegación y bondad. El cuadro de sus ambiciones, y la historia de
su corazón, están entrañados en esta deliciosa octava:


SARA.
Tu amor es mi único anhelo:


Dar
el calzado a tu planta,


Collares
a tu garganta,


Lazos
y lustre a tu pelo.


No
quiero cosa ninguna


De
cuanto aquí se atesora;


Quiero
a mi joven señora


Porque
he mecido su cuna.


Nacor,
aunque apenas asoma en la escena, aparece bosquejado de perfil con
palpitante energía. Son admirables las estrofas en que pinta su
pasión favorita, roca que el aliento de Cristo ha convertido en
manantial de aguas cristalinas, de amor al prójimo y entrañable
caridad. Dice así:


NAC.
¿Prestarme crédito


Dificultáis?
¡Ya! ¡Tenía


Yo
tanto amor al dinero! -


Perdí esposa, hijos perdí;


Pero
salvé un cofre lleno


De
oro. Lloraba a mis hijos,


Pero
encontraba consuelo


Abriendo
el cofre. Pasaban


Los
años, iba en aumento


Mi
caudal; otro era el cofre,


No
pudiera ya moverlo


Ni
Sansón: el arca grande


Volvió
mi dolor pequeño.


Miraba
yo el oro, y él


Mirábame
sonriendo;


Tocábale
yo, y hablaba;


Quedito,
eso sí, muy quedo.


«No
hay mal que no cure yo,»


Decía,
sonando a cielo:


Ya
suena a cántaro frágil


Que
tiran roto al estiércol. -


¡Esposa
mía! ¡Hijos míos!


Pronto
necesito veros!


¡Avaro
fui, ya soy hombre!


Si
tuviésemos que trasladar todas las tiradas de bellísimos versos que
esmaltan y enriquecen el drama del Sr. Hartzenbusch, no acabaríamos
nunca esta informe y desaliñada revista. No podemos, sin embargo,
resistir al deseo de citar las sublimes estrofas en que Procla
describe al asombrado Poncio el sueño con que Dios le ha manifestado
el futuro y glorioso triunfo de la cruz y los ya célebres versos con
que Dimas relata el acto más meritorio de su vida:


SUEÑO
DE PROCLA. (Prócula)


PROC.
Escucha. Tarde me dormí, con pena


La
prisión del Ungido recordando.


Por
él temía, y a la par temblaba


Por
ti, sin acertar a separaros.


Audaz
mi pensamiento el velo rompe


De
los siglos futuros y lejanos,


Y
miro alzar y derruir ciudades,


Y
virgen tierra de la mar brotando.


Sobre
varas de cónsules partidas


Y
púrpura imperial rota en harapos,


Hundiendo
en lodo sanguinosas aras


Y
efigies de metales y de mármol;


Despedazadas
Juno y Citerea,


Sin
bidente Pluton
, Júpiter manco;


Rico
de oro y marfil, con lenta marcha,


Entre
pompa triunfal rodaba un carro.


De
pie matrona de sin par belleza


Descollaba
en el plinto levantado,


Y
en vez de águila de oro vencedora,


(¿Quién
pudiera jamás imaginarlo?)


¡Tremolaba
una cruz!
PIL. ¡Una cruz! ¡Ese


Instrumento
cruel, patibulario,


Lecho
de muerte para el crimen, sólo


De
verdugos y víctimas tocado!


PROC.
Ese adoraban, la rodilla en suelo,


Generaciones
por venir, de rasgos


Que
Roma nunca vio: cruz en su trage,


La
cruz de sus pendones era ornato;


Puesta
la vi sobre real corona,


Y
henchir las plazas y poblar los campos,


Y
en altísimas torres empinada,


La
región de los vientos dominando.


Y
en recia voz unísono decía


De
tantas gentes el concurso vario:


«Creo
en un solo Ser Omnipotente,


Dios
Padre que crió cuanto hay criado;


Y
en Jesús, unigénito del Padre,


Dios
que hombre fue para su gloria darnos;


Que
padeció bajo el poder de Poncio...»


¿Qué
Poncio es ese? pregunté. - «Pilatos,»


Pontífices
y reyes me dijeron,


Mercader
y pastor, niño y anciano.


PIL.
¡Poncio Pilatos! ¡Yo!


PROC.
Tú, esposo mío.


Válete
del anuncio: yo he soñado


Para
que tú no yerres: mira, Poncio,


Que
añadieron después los que me hablaron:


«Borrará
el tiempo la memoria y nombre


De
Codro y Belo, César y Alejandro;


La
del cobarde juez del Nazareno


Durará
lo que el sol en el espacio.»
El trozo en que Dimas cuenta a
Betsabé la manera como salvó al niño Jesús, que el público acoge
siempre con tempestades de frenéticos aplausos, es sin duda uno de
los mejores que han salido nunca de la musa castellana. Es como
sigue:
DIM. La historia de niño halaga:


Oye
una infantil historia.


Diez
años contaba yo,


Y
mi padre mercader


Un
viaje tuvo que hacer,


Saliendo
de Jericó.


Marchar a Egipto debió:


Y
yo, que en pueril estilo


Manifestaba
intranquilo


De
errante vida el antojo,


Ver
quise el piélago Rojo,


Las
pirámides y el Nilo.


Caminamos
por jarales


Y
hondonadas y laderas;


Bramidos oí de fieras,


Bramidos
de vendavales.


Movedizos arenales
Embazaron al camello.
Ya de vuelta su resuello

Noche barruntó lluviosa:
Negra vino y espantosa
Que en
pie nos puso el cabello.
De una peña cobijados,
En mantas
nos envolvimos,
Cuando pisadas oímos
Y voces de hombres
armados.
«Cruzarán los tres cuitados
(Habló una voz) por
acá;
El rey niño morirá.
- Matar al niño es tu encargo

(Dijo otro); no descuidarse,
Que pudieran escaparse
Por
el torrente a lo largo.»
Yo temblaba; sin embargo,
Ya ideaba
algo atrevido.
Cesó de pasos el ruido...
«Padre (dije) ya
no llueve:
Cenemos. ¡Al vino! ¡Bebe!»
Bebió; se quedó
dormido.
Mi padre, al amanecer,
Aún reposaba; ¡yo en vela!

Corro como una gacela,
Y en alto me pongo a ver.
«¡Tres!
¡Ellos! ¡Él! Ha de ser
Disfraz su modesto aliño.»
Canto,
me miran, les guiño,
Y grito en llegando en frente:
«¡Señora,
por el torrente;
Que si no, matan al niño!»


Esto
sí que es manejar primorosamente esa lengua pura como el oro, sonora como la plata, flexible como el acero, que Carlos I consideraba hecha
para hablar con Dios.


El
mal apóstol y el buen ladrón
es una obra trascendental y profunda
en su intención simbólica, admirable por la verdad magistral con
que sus caracteres se hallan trazados, por la variedad de las
situaciones que el variado juego de los mismos produce, por la
grandiosidad de sus proporciones, y por la incomparable riqueza de su
versificación. Uno de los méritos que más la avaloran es que la
sagrada figura de Cristo no aparece nunca en escena, y que el público
sabe la historia de su pasión y muerte por boca de los demás
personajes, causando un terror sublime y un interés extraordinario,
sin exponer los misterios de la agonía de un Dios a los ojos
profanos de una sociedad que nunca podría poner sus corazones,
profanados por tanta multitud de mezquinos sentimientos, al diapasón
del dolor más profundo e insondable y del más alto misterio que han
asombrado a los cielos y a la tierra.


El
Sr. Hartzenbusch, insigne autor de dramas inestimables, ha añadido
una joya más de gran valor a su diadema de gloria. Cíñala con
legítimo orgullo, pues la posteridad la colocará también,
enriquecida sin duda por otras preseas de no menos estimación,
encima de su nombre glorioso, que es ya una estrella fija en el
brillante cielo de nuestras glorias nacionales!
____

sábado, 25 de septiembre de 2021

LOS CIEN NOMBRES DE DIOS. ELS CENT NOMS DE DEU. I-XIX, 1-19

LOS
CIEN NOMBRES DE DIOS.


La extensa obra que bajo este título
escribió Raimundo Lulio en Roma por el año de 1285, se compone de
cien salmos hechos quizás para el canto plano, puesto que si bien
sus versos no carecen de rima dejan de guardar orden en la medida o
en el número de sus sílabas. El prólogo en prosa que el autor
colocó al frente del poema nos explica el objeto con que Lulio lo
compusiera, dispensándonos por consiguiente de entrar en ulteriores
observaciones.



Algunos
han querido deducir del contexto del citado prólogo que Lulio no
poseía el latín, puesto que dirige su voz al Santo Padre de la
Iglesia y a los cardenales para que dispongan una versión latina del
poema. Mas sobre no probar esto la suposición, consta por otra parte
de datos positivos, que Raimundo no sólo sabía escribir en aquel
idioma, sino que en él explicaba su Arte general en la Universidad
de París y en muchas de las escuelas en que le enseñó; y aún
manifiesta que le fue necesario introducir en el poema algunas voces
latinas para explicar más propiamente los conceptos; por
consiguiente, aquel dicho en que se apoyan los antagonistas de Lulio,
que se empeñan deprimir su saber, no justifica otra cosa, sino que
deseaba que el poema se pusiese en un latín castizo, bello y
elegante; cosa a decir verdad no muy asequible en aquel tiempo en que
tanto se había barbarizado el idioma de Horacio.



Lo
que hace a veces pesada la lectura de esta obra es la circunstancia
de estar trazada en muchas de sus partes, según el método de su
Arte demostrativo: de modo que llega a menudo a una sutileza casi
incomprensible, más regular en los tratados escolásticos que en la
poesía. Sin embargo el carácter que domina por lo general en la
composición es el sentencioso, y de ella pudieran entresacarse un
sin número de máximas de la moral más exquisita. - "Poner en
obra, dice, un amor virtuoso, y una inteligencia sin vanidad, vale
más que edificar altas torres o soberbios castillos. - Poco sabe la
naturaleza del amor quien ama a Dios para salvarse o para evitar los
eternales castigos. - El hombre a quien el pecado esclaviza no tiene
franca la voluntad, porque la justicia se la aprisiona. - Santo es
Dios en sí mismo, y de él no puede venir mal, antes santifica a
quien le sigue. - Quien vilmente vive, muere cada día. - La virtud
tiene más valor que cualquier tesoro, porque ella es la mejor
defensa del hombre contra su enemigo. - La verdad hace al hombre rico
de bondad y de espíritu, al paso que la mentira le hace mendigo. -
La verdad se encuentra en el dadivoso y no en el avaro, porque la
verdad es amiga de dar. - La justicia hace humilde a la criatura y
inspira piedad, misericordia y amor; y el que a sí mismo se juzga,
está próximo a ser perdonado y tiene los pies en el camino de la
salvación. - El que se defiende con lealtad, rectitud y verdad, se
defiende mejor que el que va armado.
- Más vale defenderse con
la virtud que con escudo y lanza, porque con ella mejor se levanta el
hombre cuando caído. - Quien tuviere el entendimiento enfermo, ponga
en alto sus pensamientos y lo sanará; quien tuviere enfermo el amor,
diríjalo a Dios con todo su entendimiento y su memoria. - No es
esforzado ni valiente quien no cumple con sus deberes, pues el mal
obrar hace cobardes. - La caridad está vestida de suavidad. - Mejor
sirve el hombre a Dios con pensamientos leales y humildes que con
lanza y riquezas: y vale más la buena intención que todo el oro y
la fortuna que tuvieron Salomón y Alejandro."



Cuando
no brotan del talento fecundo de Raimundo las ideas sentenciosas, o
no divaga en deducciones teológicas según su sistema, toma a veces
la obra un carácter individual al par que elegíaco. - "Con
grande tristeza estoy, exclama, cuando veo que la trinidad del Dios
omnipotente es ignorada y no amada de todos. Tú eres, o Dios, mi
padre, porque de la nada me criaste; mas yo no soy hijo tuyo porque
estoy en pecado. - Ah Espíritu Santo, que por el amor fuiste
concebido! tuyo es el mundo, que casi perdido está porque poco te
ama y te conoce. Por ti se unen grandeza y bondad por naturaleza de
amante, amable y amado, une pues en nosotros piedad y misericordia. -
Dios mío! tú que oyes las súplicas de cada uno de los mortales
para el bien especial, ¿por qué no me oyes a mí que te ruego para
el bien general, que vale más que todo? Pídote que infundas a los
hombres saber y voluntad para que te sirvan, y no sé si querrás
escucharme; y con suspiros y lágrimas te imploro la gracia de que me
des predicadores celosos que publiquen tus excelencias. - Dios me ha
dado gran fuerza de voluntad para hacer bien, mas por castigo de mis
culpas no me ha dado gran poder para ejecutarlo. - Largo tiempo ha
que soy procurador de Cristo para que se le ensalce y se le honre por
toda la faz de la tierra; mas por desgracia no encuentro quien me
ayude." -



Como
ejemplo de inspiración melancólica es notable, entre otros, el
salmo XLIV, que no podemos menos de traducir en su mayor parte. -
"Dios, dice, da consuelo al hombre culpable, cuando le
representa en su memoria la penosa pasión que quiso sufrir por el
amor que nos tiene; mas, ay! yo no puedo consolarme cuando veo el
menosprecio en que al Criador se tiene por los hombres en el mundo.
¿Y quién no ha de dar rienda suelta a sus lágrimas al ver cuán
poco es el amor que le dispensan aquellos que tanto le deben? Día y
noche estoy sumido en la más profunda aflicción si considero las
ofensas que recibe, y los eternos castigos que aguardan a los que así
le ultrajan con sus pecados. Quien se consuela cuando ve a su Señor
vituperado por sus mismos servidores, no sabe ni conoce la fuerza del
amor. Dios consuela al hombre con los dones de amor y de esperanza,
con el perdón y dádivas de inestimable precio. La paciencia y la
piedad, la justicia y la lealtad consuelan al que se ve sumido en las
amarguras del vilipendio. Y a quien tiene abierto a Dios su corazón,
poco le importa la pérdida de todos los bienes mundanales, porque
Dios satisface completamente todas las necesidades; ni cabe ya el
consuelo en quien está sumido en el lodazal del pecado, porque el
culpable desespera siempre de la divina misericordia." -



Seríamos
difusos en las citas si hubiésemos de detenernos en los pasajes
dignos de mentarse por el mérito de los conceptos, así como lo
fuéramos también si debiésemos tildar todos aquellos de pesada y
fastidiosa lectura. Mas de todos modos tenemos por resultado que el
poema de los Cien nombres de Dios, a pesar de que contiene no pocas
bellezas, es seguramente la obra poética de Lulio que menos gloria
reporta a su autor, si bien es la que con más frecuencia ha corrido
en manos de los aficionados al estudio de las obras del célebre
mártir. Varias son las copias que andan manuscritas de este poema,
debidas a la avidez sin duda con que han procurado proporcionárselo
los adeptos de Lulio; lo cual no ha dejado de contribuir a que fuese
más generalmente conocido, aun en perjuicio de las otras poesías de
un mérito mayor, muchas de las cuales no sabemos que existan más
que en los códices que tenemos la fortuna de poseer. Y visto esto,
ya no es extraño que algunos escritores al tratar de hacer mención
de Lulio, considerado como poeta, le designen con el nombre de el
autor de los Cien nombres de Dios, como si no tuviera títulos
mejores y más valederos para alcanzar la fama poética de que
generalmente se ha querido prescindir al tratar de tan gran maestro.



No
concluiremos empero sin hacer observar al lector las palabras que
Raimundo Lulio estampa en el prólogo del poema, repetidas en
muchísimas obras de su pluma, y que se refieren al Padre Santo y a
la Iglesia, a cuya corrección somete completamente el escrito por si
acaso contiene algunos errores. Esta humilde sumisión en un poema de
moralidad sin tacha, fruto de la más cristiana y ardorosa fé y del
más acendrado catolicismo, demuestra la injusticia y la sinrazón
con que se han ensañado contra Lulio sus contrarios, al contar en el
catálogo de los heresiarcas al más celoso apóstol de la doctrina
de Cristo, y al más entusiasta por la dilatación de la fé
católica.





ELS
CENT NOMS DE DEU. (Se encuentra más veces los como artículo
plural )



Deus,
ab ta virtud comença RAMON aquest libre qui es del Cent noms
teus.



Com
los sarrayns entenen provar lur lley esser donada per Deus,
per ço car l' Alcorá es tan bell dictat que no 'l poria fer null
hom semblant d' éll, segons que ells dien; eu, Ramon indigne,
me vull esforçar ab ajuda de Deus, de fer aquest libre, en qui ha
meyllor materia que en l'Alcorá e a significar que en axí com eu
fas libre de meyllor materia que en l'Alcorá, pòt esser altre home
que aquest pos en axí bell dictat com l' Alcorá. E aço fas que hom
puscha arguir los sarrayns que l'Alcorá no es dat de Deus: jat sia
aço que sia bell dictat. Empero deim que aquest libre e tot bé es
donat de Deus, segons que dir se cové. Perque eu, Ramon, supplich al
sant Pare Apostolich e als senyors Cardenals qu' el fassen pausar en
lati, car eu no li sabria pausar, per ço car ignor
grammática. E si eu en alguna cosa erre en aquest libre contra la
fe, sotmet lo dit libre a correcció de la santa Esgleya romana.



Los
sarrayns dien que en l'Alcorá son noranta nou Noms de Deus, e qui
sabria lo centé sabria totes coses, perque eu fas aquest libre de
CENT NOMS DE DEUS, los quals scé. E per tot ço no's
segueix que sapia totes coses, e aço fas a rependre lur falsa
opinió.
En aquest dictat pos mols noms que son pus
propris a Deus, que alguns qu'els sarrayns a Deus apropien. La manera
que propós tenir en aquest libre es que parla naturalment dels noms
de Deus qui simplament a éll se pertanyen; e que de aquells noms qui
a Deus se pertanyen parle segons esguardament de creatura e segons ço
que als noms de Deus se pertanyen. En cascun dels Noms de Deus posam
X versos, los quals hom pòt cantar segons que els psalms se canten
en la Esgleya. E aço fem per ço car los sarrayns canten l'Alcorá
en lur mesquita. Aquest libre es bon a contemplar e a conexer Deus e
a provar la fe christiana, segons que en éll appar. E es libre de
gran consolació e plaer, e es bon a preycar. En aquest libre coven
usar de alguns vocables que son en latí, sens los quals no' l
poriam tan bellament ne bon a fer. Lo primer Nom es Deus, lo segon
Essencia, e axí dels altres segons que en las rubriques appar. Com
Deus haja pausada virtud en paraules, pedres, e en herbes, quant mes
donchs la ha pausada en los seus noms. Perque eu conseyl que hom
cascun dia diga los CENT NOMS DE DEUS, è ab si escrits los aport.
Com haurá dit un capítol diga aquella Laor en loch de Gloria Patri,
la qual es escrita avall en la fí de aquest libre. Aquests versos
arrimam per ço que hom los puscha mils saber de còr. E no fem força
si en alguns versos ha mes síllabes que en altres, per ço que
meyllor materia puscham pausar en aquest libre. E ha major dificultat
pausar tan subtil (pareix subtll) materia en rims, que no es
pausar l' Alcorá en lo dictat que es pausat.



I.



iO
DEUS!







¡O
Ens divinal! tú est Deus per obrar,



Que
en tú has axí com est Deus per estar,



Perque
en tú null accident no y pòt estar.
Si no fosses Deus en obrant



E
que fosses Deus en estant,



Fóres
menor Deus en amant.
Tú est Deus per ta bontat,



E
ta bontat per deitat,



E
est Deus per lur unitat.
Si en bondat no fós deificar,



E
si en deitat no fós bonificar,



Deus
no fóre Deus per son obrar.
Tú est un Deus per unitat,



Si
com est Deus per deitat,



Est
amorós per voluntat.
Infinit bé en Deus no pogra estar



Si
en sa bontat no hagués bonificar,



Per
natura de entendre e de amar.
Aquell Ens qui es Deus appellat,



Cové
que sia sens peccat,



Sens
temps e sens quantitat.
Si en Deus fós ociositat,



De
sa granea e bontat,



Covengra
que en éll fós peccat.
Tant es Deus larch del nom seu



Que
home Christ fá nomnar Deu,



Al
qual present tot mí e 'l meu.



Aorte
Deus en ta majestat,



De
deificant, deificable, deificat,



Distincts
tots tres en trinitat.







II.



¡O
ESSENCIA!







¡O
Essencia, qui est eternal e infinida



E
qui estas de tot ben cumplida!




est mon conort, gaug e ma vida.
¡O Essencia paternal, filial,
espirital!




ets tres en nombre personal,



E
estás una en nombre substancial.
Tú, Essencia, estás sens
ociositat



De
bontat, infinitat, eternitat;



De
essenciant, essenciar, essenciat.
Si tú, Essencia, fosses sens
essenciar,



Bona
e gran fóres en ton amar,



E
no bona ne gran en substanciar.
Si Essencia no fós luny a
minoritat



Per
essenciant, essenciar, essenciat,



Fóre
prop a no esser per ociositat.
Essencia divina! tú estás aytant
infinidament



Per
infinit, infinir, infinient,



Com
fas per amant, amable, e amament.
Tú, Essencia, estás
indistincta en trinitat,



Qui
está distincta proprietat,



De
tú, Essencia, en personalitat.



Si
tú, Essencia, no fósses en essenciar,



No
pogres esser en concordança ni en concordar,



Ne
egualtat, egualar no pogra en tú estar.
O esser qui est de tot
altre esser senyor!



Esdevengut
es lo meu esser peccador,



Perque
't prec te membres esser perdonador.
¡O esser infinit, tan luny
a peccat,



Que
peccat en sí no pòt haver entitat,



Per
ço que en res no 't sia assemblat!







III.



¡O
UNITAT!



Eternitat
e infinitat



Son
un esser en singularitat,



Lo
qual esser es Deus appellat.



Si
fossen molts Deus o fóre la U termenat,



O
fóre l' altre en infinitat,



Qui
no fóre en gran singularitat.



Cové
donchs que sia un Deus tan solament,



Per
ço que sia gran bé e gran compliment,



E
en sa Unitat omnipotent.
Granea de la divina Unitat,



Es
que en sí haja gran unificat,



Distinct
de unificant, unificar en trinitat.
Si en divina Unitat no fós
unificar,



No
hagra gran poder, saber e amar,



E
pogra en sí mateixa ociosa estar.
Enaxí se han Unitat e unir,



Com
se han compliment e son complir,



Perque
Unitat e unir no 's poden departir (1).
Major poder ha Unitat en
unir,



Que
no ha sensualitat en sentir,



Ne
volentat d' home en desir.
Tan gran poder ha divina Unitat,



Que
pòt estar en distincta trinitat,



E
romanir U en substancialitat.



Enaxí
's coven que en Deus U sia de un,



Com
se coven que éll sia un,



Per
ço que en éll sia propri e comun.



Volch
Deus mostrar lo poder de sa Unitat



E
en esser home unit ab divinitat,



Una
persona de deitat e humanitat.


IV.



¡O
TRINITAT!



¡O
divina molt alta Trinitat!



Enaxí
es per tú tota pluralitat,



Com
es unitat creada per divina unitat.
Si Deus no fós en distincta
Trinitat,



No
fóren en éll concordança, concordar e egualtat,



E
fóre prop a contrariar, desagualar, e contrariat.
Estan en Deus
divinas proprietats,



Per
ço que en éll sian entenduts e amats,



Actus
distincts de deitat no separats,
Está Trinitat deitat divina en
paternitat,



Filiació,
espirabilitat,



E
totes tres están una essencia en una deitat.
En Deus no pòt
quaternitat estar,



Pus
que a deitat poren bastar,



Deificant,
deificable e deificar.
Sens Trinitat no pogra deitat



Estar
en natura de amable, amant e amat,



Sens
los quals fóre en vacuitat.
Si no fós distincció entre
entenent, entendre e entes,



No
pogra Deus saber negun dels tres qual es,



Ne
infinit e eternat no pogra esser nulla res.
En tristicia estich e
en pensament,



Car
la Trinitat de Deus omnipotent



No
es amada e sabuda per tota gent.



Cell
qui sab Trinitat e no la vòl mostrar



A
aquells qui la porian saber e amar,



No
par que de colpa se puscha escusar.



V.
¡O
PARE!

¡O Deus Pare, qui est molt gloriós!



Tú,
has fill Deus ab qui est poderós,



En
espirar Sant Esperit d' amdós.
Deus es Pare en sa
substancialitat



Entenent
sa gran potestat,



En
engenrar lo fill de sa deitat.
Es de Deus Pare fill Deu,



Al
qual ha dat lo esser seu,



Al
qual fá esser Deus meu.
Es Deus Pare en singularitat,



Per
ço que a una paternitat



Abast
una infinitat.



Deus
es Pare en engenrant,



Entenent
que éll pòt en aytant,



Com
es son poder en estant.
Es Deus Pare en comensamen,



En
qui done esser e no 'l pren



D'
altre perque Pare s' enten.
Aytant es Deus Pare substancialment,



Com
está Pare relativament,



E
per ço está Pare sens negun accident.
Si fós Deus Pare per
sola relació,



Sens
deitat, pogren dir que no



Es
tan gran Pare com per creació.
Tú est, Deus, mon Pare en
creant,



Mas
eu no son ton fill en peccant,



Fem
donchs ton fill mercé clamant.



Si
tú est Pare bò, sávi e virtuós,



Eu
so fill, mal fill e viciós,



Quit
clam Pare just e misericordiós.





VI.
¡O
FILL!







¡O
Deus Fill! Per çó estás sens quantitat,



Car
est Fill en infinitat e eternitat,



De
infinida e eternal paternitat.




est, Fill, per ço que pare puscha estar,



E
que tú e éll Deus posqués donar,



Que
es Sant Esperit per espirar.



Car
entre pare e Fill se pertany major volentat,



Major
poder e major egualtat,



Son
pare e Fill en Deus de necessitat.



Si
en Deus pare e Fill no poguessen estar,



No
pogra en Deus estar major concordar



Per
natura de entendre e de amar.
E están lo pare e lo Fill en
unitat



De
natura, essencia e deitat,



E
son distincts en natura de engenrant e engenrat.
Está lo Fill en
lo pare per amor,



El
pare, el Fill per ardor d' amor,



Ix
d' amdós espirant Deus d' amor.



Deus,
qui es Fill de Deitat,



Es
pare de home deificat,



Per
ço que en deificar sia al pare ressemblat.
Si el Fill de Deus en
home no fós encarnat,



Mes
pogra home de Deus pendre bontat,



Que
no li 'n volgra dar divina volentat.
Car Fill eternal e Fill
creat



Están
en major proporcionitat;



No
fó lo pare n' el Sant Esperit encarnat.



A
tú, Fill home Deus encarnat,




mon enteniment e ma volentat,



Si
't plau qu' els muts de pena e de peccat.




VII.



¡O
SANT ESPERIT!







¡O
Sant Esperit, qui estás espirat



De
engenrant e de engenrat,



Hages
merce de nos e pietat!



Es
Sant Esperit per ço que complir



Puscha
infinitat lo seu infinir,



E
divina amor lo seu desir.



Car
lo pare e 'l fill s' han gran volentat,



Espiren
Sant Esperit qui es proprietat,



En
qui s' ha fina natura d' amor e d' amistat (2).
Axí com lo pare
ha lo fill entenent conçebut,



Han
lo pare e 'l fill lo Sant Esperit volgut,



Amantlo
un e l' altre ab granea de virtut.



Si
el amar qu' el pare e 'l fill s' han no fós personat



En
natura de infinitat e eternitat,



Fóre
lur amar finit ab quantitat.
Tant s' aman lo pare e ‘l fill en
unitat,



Que
amdos han una sola espiritivitat,



En
espirar una sola espirabilitat.
¡O Sant Esperit, en qui' s
complex lo nombre de trinitat,



Per
ço car no espires, estás espirat,



Espira
a nos a fer la volentat!



Entre
‘l pare e 'l fill cové esser espirar,



Per
ço que en amdós sia gran concordar



Per
natura d' amor e d' amar.



Ah
Sant Esperit, qui per amor est conçebut!



Lo
mon es teu, e es tot quaix perdut,



Per
ço est poch amat e conegut.



Com
per tú, Sant Esperit, sian conjuntes granea e bontat,



E
aço per natura d'amant, amable e amat,



Conjuny
per nos misericordia e pietat.




VIII.



¡O
SINGULAR!







¡O
Ens, qui estás Singular



En
infinir e eternar!



A
tú tot sol dó mon amar.
Molt major es eternitat



Si
está ‘n singularitat



Que
si fós en dualitat.



Axi
com Deus es Singular en infinitat,



Cové
que sia Singular en eternitat,



Per
ço que en éll haja egualtat.
Singular es Deus en infinir,



En
eternitat e en complir,



E
en deificar e en unir.



En
Deus poder, saviesa e volentat



Están
en singularitat,



En
quant ensemps son una unitat.
Amar es Singular en amor



De
amable e de amador,



E
axí mateix es de lausor.
Singularment es granea bona per bontat,



E
singularment es amada per volentat,



E
materialment es creació de creat.
Deus ha presa una humanitat,



Per
ço que en una singularitat



Encarnació
haja mays de bontat.
Si en Deus no fós singularitat,



De
propria proprietat,



No
fóra gran sa unitat.



Car
Deus es Singular en valor,



A
éll pertany singular honor



Que
sia a totas major.


IX.



¡O
ESTANT!



¡O
rey qui est Deus en Estant!




estás Deus en engenrant,



E
estás Deus en espirant.
Enfre Estant e estar



Está
molt gran concordar



De
entificant e entificar.
Está poder en amar,



Está
amar en possificar,



Está
infinit en infinitar.
Poder, saber, e volentat



Están
en Deus en unitat



De
essencia, natura e deitat.
Está granea en bontat,



Está
bonea en eternitat,



Está
Deus bò, eternal en infinitat.
Deus está aondós



De
gloria e de gloriós,



A
la qual gloria ha creat nos.
Car en Deus está jutjar,



Pietat
e perdonar,



Devem
estar en temor e en esperar.
Com en Deus estiga veritat,



Home
estant en falsetat



No
pòt estar en amabilitat.
Car en Deus está egualtat



De
intelligibilitat e amabilitat,



A
amar e a entendre es hom obligat.
Está mon cor en tristor,



Car
no pusch empetrar honor



A
Deu digne de lausor.



X.



¡O
FAENT!



Deus
pare obra en virtut,



Fill
qui d' éll es conçebut,



Esperit
Sant d' amdos produt.



Obrant,
obrable e obrar



Fan
la trinitat estar



Per
natura de' entendre e d' amar,



Obra
que sia de bontat,



De
infinitat è eternitat,



No
ha de rè necessitat.



Si
en Deus no fós obrar



De
infinit e eternar,



Falliment
en éll pogra estar.



Bon
fá de veritat



Verificable,
verificat



Ab
verificar qui ix d' amich e d' amat.
Obrar amar que sia virtuós,



E
entendre que no sia ergullós,



Val
mes que obrar castells ne tors.
Deus ha obrat hom ab bontat,



E
hom mal obra ab peccat,



Mal
dir e mala volentat.



Si
no fós Deus per son obrar,



Fóre
major per son estar



Que
per son entendre e amar.
Obrá sens fé e caritat



Esperança
e fermetat,



Es
obra de mal e peccat.



Mes
val haver bon pensament



Que
guessanyar aur ne argent,



Ne
haver fills ne honrament.







XI.



¡O
ENS NECESSARI!



Deus,
qui est de necessitat,



Per
çó car est infinitat e eternitat,




sias conegut, amat e honrat.
En infinitat es necessari infinir,



Axí
com en compliment complir,



Sens
lo qual compliment no 's pogra sofferir.
Si no fós eternitat



Seguir
es de necessitat



Que
çó qui es, fós per sí començat.
Necessari es que en Deus sia
poder,



E
qu' en volentat se puschan saber,



Amant,
amable e voler.



En
Deus poder, saviesa e volentat,



Son
una natura de necessitat,



Per
ço que éll sia infinit en unitat.
Necessari es que en Deus
obrar



Sia
aytant gran com son estar,



Perqu'
en Deus puscha esser deitar.
En Deus es necessari concordar,



Distinccionar
e egualar,



Per
ço que ociós no puscha estar.
No ha Deus fora sí necessitat,



Car
complit es de tota bontat,



Perque
ha en sí obra e obrat.
Deus es nostra necessitat,



Car
sens Deus no fóre ens sustentat,



Ne
a neguna fí menat.



Necessari
es a hom Deus amar,



Conexer,
servir e honrar,



E
bé está en Deus mercé e perdonar.



XII.



¡O
PERSEITAT!

Deus está per sí en poder,
En volentat é en
saber,
E pòt en tot quant vòl haver.
Es Deus causa e no
causat,
Perque tot hom es obligat
A obeir sa volentat.
Deus
está per sí aondós,
E assí mateix ha creat nos,
Aytal per
sí es gloriós.
Es Deus per sí paternitat,
Filiació,
espirabilitat,
Es donchs per sí en trinitat.
Deus está per sí
en bontat,
Infinitat e eternitat,
Donchs deu esser per sí
amat.
Qui ama Deus per sí salvar,
E que infern puscha
esquivar,
Poch sab de natura d'amar.
Null hom pòt per sí
estar,
Ne pòt per sí negun be far,
Perque no's deu en sí
fiar.
Per si es null hom senyor,
Perque no li tany
servidor,
Pus que per sí no há honor.
Pus que per mí no son
creat,
Tort ay e fas gran pecat
Si per mí vull esser
honrat.
Per sí está hom peccador,



E
enemich de bona amor,
Perque de mí ay gran pahor.

XIII.
¡O
LIBERTAT!

Franch es Deus en son estar,
E es franch en son
obrar,
Ab possificant, possificable, possificar.
Poder franch
ha Deus en sa bontat,
De bonificant, bonificar e bonificat,
E
aço mateix en infinitat e eternitat.



Deus
es pus franch en son poder
Que no es home en son voler:
Sa
Libertat ¿quí la poria saber?
Está Deus franch en infinir,
En
eternar e en complir,
A Deus no pòt rè contradir.
Mays val
franquea en voler,
En remembrar e en saber,
Que en regnar ne en
haver.
Creá Deus hom franch en virtut,
Mays hom es servu
esdevengut,
Per ço car s'es desconegut.
Tot hom pòt Libertat
haver
En amar Deus e car tener,
Car Deus no força null
voler.
Hom qui es servu de peccat,
No está franch de
volentat,
Car justicia l'ha encarçerat.
No está servu hom ab
virtut,
Ne está franch home caút
En pecat trò s'es
conegut.
Mays val servitut en turment
Ab que hom hi sia
justament,
Que Libertat en honrament.




XIV.



¡O
SIMPLE!



Car
Deus es sa simplicitat,



Es
aytant Simple en trinitat,



Com
es Simple en Unitat.
En Deus está simplificar,



Per
engenrar e espirar,



E
en éll compost no pòt estar.
Deus de la sua simplicitat,



Simplifica
simplificat,



En
simplificat engenrat.
Está Deus Simple en estant,



E
está Simple en obrant,



Car
no ha detrás ne davant.
Está en Deus Simple poder,



Simple
saber, Simple voler,



E
per ço pòt Simple haver.
Simplement están en bontat,



Bonificant,
bonificat,



Ab
bonificar espirat.
Concordança e egualtat



Están
en Deus simplicitat,



Per
natura de trinitat.



A
vos, ver Deus omnipotent,



Me
dó enaxí simplement,



Que
d' altre no vull honrament.
Aquell que ha Simple saber,



Simple
membrar, Simple voler



En
honrar Deus, no pòt caer.



Aquell
ama Deus simplement



Qui
fá per éll principalment



Tot
ço que fá a son scient.







XV.



¡O
SANCT!



¡O
Sanct dels sancts qui est sanctetat!



A
tú dó tota ma entitat



E
tú donem paciencia e caritat.
Deus es Sanct en sí mateix,



E
d' éll negun mal no 's segueix,



E
es tot hom Sanct qui 'l serveix.



Car
Deus es Sanct, se cové



Qu'
en éll sia Sanct de bé



E
que 'l Sanct sia de sé.
Sanct está Deus en amar,



E
Sanct está en son jutjar,



E
Sanct está en perdonar.
Qui ha bona volentat



Está
fill de sanctetat,



Qui
'l vest de sa puritat.
Mays val home per sanctetat,



Que
per emperi ne regnat,



Per
vida e sanitat.
Sanctetat fá hom humil,



E
li fá fér fayts gentil,



E
'l guarda de mal e peril.
Sanctetat fá humilitat,



Mesura
gran e leyaltat,



E
aporta de Deus bon grat.
Mays val en sanctetat morir



Que
tostemps viure sens finir,



Ço
que val Sanct ¿qui ho pòt dir?



Esguardats
els sancts qui son passats



Per
quants homens son remembrats,



E
los no sants com son oblidats.




XIV.



¡O
VIDA!

¡O divina, eternal e sancta Vida!



En
tú viu bonea infinida,



De
bonificant, bonificable, bonificar complida.
Viu Deus en amant,
amable e amar,



Vivificant,
vivificable e vivificar,



Per
natura de engenrar e espirar.
Deus es viu sens mortalitat,



E
en éll viuen misericordia e pietat,



Perque
null hom no deu esser desesperat.
Viu bon entendre de bon amar,



E
viu amar de bon cogitar,



E
viuen entendre e amar de bon membrar.
Viu bonea de magnificar,



E
viu granea de bonificar,



E
mòr bonea en malificar.



Aquell
viu qui ha bon pensament,



E
aquell mòr qui fá falliment,



E
aquell viu qui ama mes Deus que son parent.
Qui vòl viure per
haver honrament,




com muyra en foch ardent,



Deshonrat
perpetualment.
Mays val morir honradament



Que
longa vida croyament,



Car
tots jorns mòr qui viu vilment.
Hom qui ben viu no pòt morir,



Ne
qui mal viu no pòt servir



A
Deus, ne a vida venir.



No
deu hom viure per menjar,



Per
honrament, per sajornar,



Mays
per servir Deus e honrar.







XVII.



¡O
INFINITAT!



¡O
Deus qui estás Infinit,



En
Pare, Fill e Sanct Esperit!



Mal
fá aquell qui t' ha en oblit.
Deus es Infinit en estar,



E
Infinit en son obrar,



Per
engenrar e espirar.
No pogra esser Infinitat



Sino
en singularitat,



En
qui no sia quantitat.
Infinit es Deus en bontat,



Ab
bonificant, bonificat,



E
ab bonificar eternat.
Si en Deus no fós Infinir,



No
pográ son poder complir



De
Infinitat nostre desir.
Poder, saber e volentat,



Son
Infinits en unitat,



De
natura e deitat.
Deus pare infinidament



Infinix
fill extensament,



Sens
quantitat e moviment.
Infinit es de Infinitat,



Sens
la qual fóre termenat,



En
poder, temps e quantitat.
Plasent causa es consirar



Infinit
d' entendre e d' amar,



En
eternitat sens cessar.



Be
n' es foll e desconexent



Qui
ama mays petit movent



Que
Infinit sens mudament.




XVIII.



¡O
ETERNITAT!







Si
fós ver que no fós Eternitat,



Ço
qui es fóre per sí comensat,



E
fóre no res sa potencialitat.



Es
donchs Eternitat sens dubtar,



En
la qual covenen estar



Eternant,
eternable, eternar.



Si
eternar en Eternitat no fós,



Fóre
per son poder avar e ociós,



E
no fóre amable ne gloriós.



Eternar
cové esser de Eternitat,



Sens
la qual no poria esser abastat,



Eternat
de entendut e d' amat.



Plasent
causa es membrar



En
Eternitat, eternar,



Engenrar
e espirar.



Greu
causa es consirar



En
foch eternal estar,



E
’n ira de Deus sens perdonar.



Deus
pòt de sa Eternitat



Plus
en sa natura de bontat,



Que
en tot ben que haja creat.



Si
fós ver que Eternitat hagués par,



No
fóre per ella Deus singular,



E
infinir valgra plus que eternar



No
ha conexensa de Eternitat,



Qui
diu qu' el mon no es creat,



Ne
de Eternitat e infinitat sab egualtat.





XIX.



¡O
TOT!







¡O
Deus, qui est Totalitat



De
ta essencia e de ta bontat!




est Tot sens divissibilitat.



No
fóre Deus tota essencia de bontat,



Si
no fós bonificant, bonificar, bonificat,



Perque
cové en éll esser trinitat.



En
Deus poder es Tot saber,



E
en Deus saber es Tot poder,



E
per ço pòt en Tot quant vòl, voler.



Poder,
saber e volentat



No
están en tota bontat



Si
donchs no son en una unitat.



Deus
ama ab Tot son voler,



Axí
com sab ab Tot son saber,



Amemló
donchs ab Tot nostre poder.



Sens
distincció e concordar,



Començament
e egualar,



Totalitat
de bé no pòt estar.



Tot
está Deus en unitat,



E
Tot está en trinitat



Per
natura de infinitat.



Aquell
qui 's dona Tot a Deu,



pòt
dir que Deus está Tot seu,



Perque
eu li dó Tot mí e 'l meu.



Cascun
hom pòt Deus Tot haver,



Ab
que l' am de Tot son poder,



Car
Deus no 's frany ans es sencer.



Deus
está Tot en veritat,



Perque
no ha gens falsetat,



Ni
es enemich de leyaltat.