229. LA CONVERSIÓN DEL MORO TOCÓN
(SIGLO XII. DAROCA)
Tras la reconquista de Sarakusta por
Alfonso I el Batallador, pasó a poder de los cristianos aragoneses
un importante número de poblaciones, entre las que se encontraban
Daroca y las aldeas aledañas de su término. Entre éstas se hallaba
el cercano pueblecito de Langa, habitado tras la reconquista por
mudéjares que se entregaron fundamentalmente al cultivo de la tierra
y al pastoreo de unas cuantas ovejas. De entre esos mudéjares, la
providencia dispuso que uno, conocido por el nombre de Tocón, pasara
a la posteridad.
Por aquel entonces, aparte de la guerra
abierta y permanente entre musulmanes y cristianos, cuyo escenario
principal se había desplazado hacia el sur y el Levante, en el reino
aragonés fueron habituales y constantes las rencillas y los
enfrentamientos entre los propios seniores o nobles cristianos,
conflictos que muchas veces tuvo que cortar de raíz el propio
monarca.
Así es que, poco tiempo después de la
reconquista de Daroca y su término, tuvo lugar una de estas
sangrientas disputas y uno de los nobles, acosado por los hombres
armados de su rival, fue a refugiarse en una pequeña ermita que,
levantada en medio del monte, estaba dedicada a la Virgen. De nada le
sirvió al fugitivo acogerse a este recinto sagrado, de modo que fue
asesinado y su cuerpo sin vida abandonado.
La imagen de Nuestra Señora, al ver
profanada su propia mansión, decidió dejar el templo profanado y
fue a buscar cobijo en una humilde cabaña propiedad de un moro de
Langa llamado Tocón, un hombre de recta e intachable conducta aunque
su Dios fuera otro que el de los cristianos que se mataban de manera
tan ignominiosa.
Los cristianos de Langa, ahora
dominadores, no podían consentir que la imagen continuara en poder
de Tocón, un moro en definitiva, y arrebatándosela la depositaron
en la nueva iglesia del pueblo, mientras levantaban una ermita en el
lugar donde la Virgen había elegido. El moro Tocón, sintiéndose
llamado por aquella señal del cielo, se convirtió al cristianismo y
se hizo bautizar, y la Virgen que le distinguiera con su elección
recibió desde entonces el nombre de Nuestra Señora de Tocón,
denominación por la que todavía se le conoce.
[Faci, Roque A., Aragón..., II, págs.
35-37. Bernal, José, Tradiciones..., págs. 152-153.
Sánchez Pérez, José A., El culto
mariano en España, pág. 405.]