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viernes, 5 de febrero de 2021

22 DE JUNIO.

22 DE JUNIO.

No hubo sesión, con motivo de la fiesta que se dispuso el día anterior, en celebridad de la concordia que se había firmado. Con igual objeto, los señores Diputados y oidores de cuentas, junto con el señor Primogénito, los individuos del Consejo y gran multitud de habitantes, de ambos sexos, se trasladaron a la capilla de santa Eulalia de la catedral, donde fue celebrada misa solemne, acompañada de órgano y canto.
En este día recibieron los señores Diputados la carta que sigue.

Dirigitur dominis ambaixiatoribus.
La Reyna.
Reverend venerables pares en Christ egregis nobles magnifichs e ben amats e feels nostres. Vostra letra havem rebuda de XXI de juny. Havem hagut molt gran consolacio del plaer que haveu de la ferma per nos feta e de la bona voluntat e promptitud que mostrau al servey de la Majestat del Senyor Rey e de nos. Speram en nostre Senyor e en la virtut de vosaltres axi ho fareu que nostra ferma confiansa tal es de vosaltres que per la experiencia haveu vist e podeu conexer lo amor benignitat e clemencia ab que la Majestat del Senyor Rey e nos havem prosseguit lo lllustrissimo Primogenit fill nostre molt car e molt amat e aquest Principat no resta altra cosa que continuacio de bon amor e devocio mostrant ho per obra axi com be e fermament de tots se spera. Nos havem manades despatchar les scripturas e estan en expedicio. Com sien acabades aquesta nit o dema tremetrem les persones en vostra dita letra mencionades per que en tot se puixa donar compliment. Dada en Vilafrancha a XXII de juny any Mil CCCCLXI. - La Reyna.

La Reyna. Reverend venerables pares en Christ egregis nobles magnifichs e ben amats e feels nostres. Vostra letra havem rebuda de XXI de juny.

La Reyna, Juana Enríquez

WIKI:

Juana Enríquez (¿Medina de Rioseco?, 1425 - Tarragona, 13 de febrero de 1468), fue reina consorte de Navarra (1447-1468) y de Aragón (1458-1468),
V señora de Casarrubios del Monte, perteneció al importante linaje de los Enríquez, rama ilegítima de los reyes de Castilla. Mujer ambiciosa e imperante, era hija de Fadrique Enríquez, almirante de Castilla y de su primera esposa, Marina Fernández de Córdoba también llamada Marina de Ayala, muerta en 1431.

Fue la segunda esposa de Juan II de Aragón y de Navarra, viudo desde 1441, con quien contrajo matrimonio el 17 de julio de 1447, contando diecinueve años. Tuvieron dos hijos:

Fernando el Católico
(Sos, del rey católico, 10 de marzo de 1452 ​- Madrigalejo, 23 de enero de 1516), rey de Aragón y de Castilla (consorte, con el nombre de Fernando V) desde diciembre de 1474 por su matrimonio en octubre de 1469 con Isabel I la Católica;

Juana (16 de junio de 1455​-1517), segunda esposa de Fernando I de Nápoles, primo bastardo de Fernando II de Aragón.

La muerte en 1458 del rey Alfonso V de Aragón significó la ascensión al trono de Juan II y su mujer Juana.

​ Uno de los más grandes deseos de Juana Enríquez, hacia el que tendió hábilmente su política, fue el matrimonio (en octubre de 1469) de su hijo Fernando, de dieciséis años, con Isabel de Castilla, de unos diecisiete. No pudo verlo realizado pues murió el 13 de febrero de 1468​ por complicaciones de cáncer de mama.


CONSIDERACIONES SOBRE ALGUNOS ASPECTOS GENEALÓGICOS Y HERÁLDICOS DEL ALMIRANTAZGO DE CASTILLA

Jaime de SALAZAR Y ACHA
Doctor en Derecho


(en Castilla la Mancha no hay mar, pero en la Castilla histórica sí. Y después de 1492 mucho más.)

Me propongo en los próximos minutos llevar a cabo algunas reflexiones sobre diversos aspectos personales y familiares,
referentes a los personajes que ostentaron en su día esta dignidad del Almirantazgo de Castilla, aspectos especialmente relacionados con estas ciencias instrumentales de la historia, como son la genealogía y la heráldica, cuestiones que incluimos en lo que podríamos definir como ámbito personal de la Institución o señas de identidad de sus titulares.
Creo que, tras las conferencias ya pronunciadas, han quedado claros los orígenes de la Institución, los distintos avatares con los que tuvieron que enfrentarse sus protagonistas, así como las funciones que les tocó desempeñar, tanto en los momentos de guerra como en la política de su época. No vamos por tanto a insistir en nada de lo dicho, pero sí, al hilo de todo ello, plantearnos una serie de preguntas que van a constituir la razón y justificación de esta conferencia. Es decir, ¿quiénes eran estos personajes que ostentaron el primer rango naval de su tiempo?, ¿cómo eran seleccionados?, ¿a qué nivel social o estamento pertenecían?, ¿ cómo pasó este cargo de ser un oficio militar a ser una mera dignidad honorífica?, ¿cuáles eran sus emblemas o cómo se distinguían sus poseedores del resto de la nobleza de su tiempo? Creo que es interesante profundizar en estos temas, porque su estudio, a causa de un prejuicio ideológico,
ha sido soslayado durante mucho tiempo por la moderna historiografía y profundizar en ello nos ofrece frecuentemente una visión de la realidad social y de la mentalidad de aquella sociedad estamental mucho más certera y auténtica que otras divagaciones teóricas, a menudo más alejadas del contacto con la realidad coetánea y viciadas por enfoques ajenos a la mentalidad de aquellos tiempos. (Y hasta aquí puedo leer... más en el PDF de arriba.)

lunes, 22 de junio de 2020

258. DON PEDRO DE ATARÉS, FUNDADOR DE VERUELA


258. DON PEDRO DE ATARÉS, FUNDADOR DE VERUELA
(SIGLO XII. VERUELA)

258. DON PEDRO DE ATARÉS, FUNDADOR DE VERUELA


Don Pedro de Atarés (o Pedro Taresa, como le denominan algunos documentos), uno de los seniores o tenentes más importantes del momento, era un noble aragonés emparentado con la monarquía, que a punto estuvo de convertirse en rey tras la muerte de Alfonso I el Batallador, ante la crisis dinástica que entonces tuvo lugar. Tenía don Pedro el centro principal de su señorío en Borja y sus tierras aledañas.

Era don Pedro un hombre de acción, por lo que también era frecuente verle recorrer sus dominios, interesándose por todo cuanto en ellos acontecía. No es extraño, pues, que, en cierta ocasión, una auténtica tempestad le sorprendiera en las inmediaciones del Moncayo, donde de paso pretendía cazar.

Se perdió el noble en plena montaña y a punto estuvo de despeñarse con su cabalgadura. La cortina de agua era intensa; varios rayos cayeron a su alrededor segando de raíz inmensos árboles; las torrenteras se habían convertido en auténticas cataratas; y el viento huracanado apenas dejaba avanzar a su caballo que, enloquecido por el espectáculo, acabó por derribar al jinete, que se encontraba perdido y solo.

Quizás por la gran devoción que le profesaba, en momento tan trágico para el noble se le apareció la Virgen a don Pedro. Venía a consolarle y a infundirle ánimos para seguir luchando contra los elementos adversos, como así sucedió. A la vez, invitó al señor de Borja a que levantara en aquellos parajes un monasterio en su honor, para que se convirtiera en centro espiritual de la comarca y en refugio de los caminantes como él.

Pocos días después de acaecido este suceso, don Pedro de Atarés preparó los documentos pertinentes, dotó de dinero el proyecto que le diseñó su propio arquitecto y comenzó a levantar, con obreros llegados de todas las latitudes, el que se conocería como monasterio de Santa María de Veruela y que encomendó a una congregación de monjes cistercienses, orden religiosa que hizo del cenobio un centro de enorme importancia repobladora y cultural para el desarrollo ulterior del Reino.

[Recogida oralmente.]