318. SAN MACARIO CURA UNA QUEBRADURA
(SIGLO ¿XV? ANDORRA)
Los ganaderos catalanes y del pirenaico
valle de Andorra, cuando llegaba el invierno, solían enviar sus
rebaños a los montes de Albalate del Arzobispo, en busca de los
magníficos pastos de «las masadicas royas» y de un clima más
benigno. Los mayorales y pastores se acomodaban en las torres y
masadas repartidas por todo el término a cambio del pago de su
hospedaje.
Una de esas familias de masoveros tenía
un hijo de corta edad que estaba aquejado de hernia o quebradura,
como se le llama por estos contornos, mal que le producía intensos
dolores y que se fue agravando poco a poco. No cesaron los padres del
muchacho de implorar sucesivamente el patrocinio de diversos santos,
sin resultado alguno, hasta que decidieron ponerlo en manos del
cirujano.
Sabedor y apenado del problema un
pastor, de nombre ignorado, que se hospedaba en casa de la atribulada
familia, llegó a tiempo de arrancar al niño de las manos del
cirujano, asegurando que «el remedio de este niño se encuentra en
el patrocinio san Macario, venerado en mi patria del valle de Andorra
como patrono de los quebrados». El caso es que, invocada la
intercesión del santo abad alejandrino, el zagalillo quedó sanado
en el acto.
Agradecidos los padres al pastor por
tan sabio consejo, se negaron a cobrarle el hospedaje. Mas, ante la
insistencia de éste, acordaron que se sentirían suficientemente
pagados si su amo o el mayoral les proporcionaban una imagen de san
Macario cuando regresaran al año siguiente.
Cuando pasó el invierno, regresaron
los pastores a su tierra y narró el mayoral en el valle de Andorra
lo sucedido. El amo, un hombre piadoso, mandó una imagen de san
Macario al año siguiente, que fue llevada a casa del niño sanado,
donde era muy visitada e invocada por la gente de la comarca. Pero
muy pronto, para que tuviera un mejor y más digno acomodo,
depositaron la imagen en una capilla de la iglesia de San Julián
hasta que le construyeron una ermita propia. Por fin, por acuerdo
unánime, nombraron a san Macario patrón de la localidad de Andorra,
lugar del término de Albalate, donde iban los ganados trashumantes a
invernar.
[Bernal, José, Tradiciones..., págs.
178-179.
Vázquez Lacasa, Generoso, Sobre la muy
noble villa de Andorra, págs. 38-41.]