175. MIGUEL DE BERNABÉ,
EN EL SITIO DE DAROCA (SIGLO XIV. DAROCA)
Los ejércitos castellanos
de Pedro el Cruel habían tomado y sobrepasado ya Calatayud y
amenazaban toda la ribera del Jiloca. Las tropas aragonesas se veían
impotentes y las poblaciones del valle se aprestaron a su defensa,
entre ellas Daroca: se abrieron fosos, se repararon muros, se
levantaron parapetos... Al anuncio del peligro, muchos fueron los
caballeros aragoneses que acudieron al castillo darocense, a cuyo
frente está su alcaide, Pedro Gilbert. Destacaba entre todos uno que
ocultaba su rostro con la visera y llevaba sobre el casco un águila
blanca. Nadie, excepto el alcaide, sabía cómo se llamaba ni quién
era.
Las tropas castellanas
avistaban ya Daroca y la lucha fratricida entablada fue cruel como
pocas. Los asaltos se sucedían uno tras otro y sólo al caer la
noche se detenía la batalla para dar sepultura a los numerosos
muertos. Fue entonces cuando, desde el muro darocense, cayó a los
pies del rey castellano un cartel retador, en el que un hombre que se
firmaba «El Almogávar» retaba al caballero castellano de la pluma
verde por llevar el lema «Por encima de Aragón». Aceptó éste el
reto y el duelo tuvo lugar. «El Almogávar», que no era otro que el
caballero del águila blanca, acabó vencedor y el rey castellano,
enfurecido, mandó a sus hombres que lo persiguieran, aunque logró
escapar.
Todavía no había
amanecido cuando se reinició el ataque castellano con mayor ímpetu.
Poco a poco se aproximaban las máquinas con las que
irremediablemente se abriría el muro, mas cuando la primera de ellas
estuvo próxima, el caballero del águila blanca, descolgándose por
el muro con un caldero lleno de materias inflamables, lo vertió
sobre la máquina y le prendió fuego. La ciudad estaba salvada.
Ante la imposibilidad de
tomar el castillo darocense y vistos los estragos que le ocasionaban
sus defensores, Pedro I, muy airado, decidió levantar el cerco e ir
a Báguena, donde también se había marchado el caballero del águila
blanca.
Ante los muros de Báguena, los esfuerzos del rey castellano
fueron denodados, destacando en su defensa su alcaide, Miguel de
Bernabé, que no era otro que el caballero del águila blanca. El
ataque fue tan duro que, falto de ayuda, el alcaide decidió
incendiar el castillo antes que entregar sus llaves, muriendo
abrasado con sus defensores.
[Beltrán, José,
Tradiciones y leyendas de Daroca, págs. 100-104.]