309. EL AGUA TRANSFORMADA EN SANGRE
(SIGLO XIV. CIMBALLA)
En el reino de Aragón, como ocurriera
en el resto de los territorios peninsulares, se estaba debatiendo la
supremacía de las tres religiones que convivían en su solar: la
cristiana (amparada en el dominio militar y político de los estados
cristianos), la judaica (minoritaria, pero muy cohesionada) y la
islámica (en franco retroceso, a tenor de los fracasos militares
cosechados a partir del siglo XIII).
En el último tercio del siglo XIV,
asistimos a un proceso de evangelización masiva por parte de los
frailes dominicos y franciscanos fundamentalmente —basta recordar a
Vicente Ferrer, por ejemplo—, tratando de convertir al cristianismo
a musulmanes y judíos. Es la época de los grandes portentos
—milagros para otros—, la de los Corporales de Aguaviva,
Montearagón, Andorra, Fraga, etc., que son utilizados como signos de
propaganda.
En este clima de religiosidad
exacerbada, tuvo lugar en el pueblecito de Cimballa, sito en la
Comunidad de Calatayud, un hecho portentoso, que fue aprovechado
convenientemente por las autoridades laicas y religiosas para tratar
de vencer la obstinación de los herejes.
Una mañana, tras clarear el día, un
clérigo de Cimballa estaba celebrando misa. Era una jornada de labor
y los asistentes no eran muchos, pues el campo requería brazos. La
iglesia estaba envuelta en la penumbra, apenas rota por dos velas encendidas.
El ambiente era de recogimiento. Al acabar de consagrar, dudó el
sacerdote si estaba allí real y verdaderamente Cristo. Al instante,
el agua que contenía el cáliz se convirtió en auténtica sangre.
Los asistentes a tan prodigioso hecho
hicieron correr a los cuatro vientos la voz de lo acontecido, y
Cimballa se convirtió rápidamente en lugar de peregrinación. El
clamor fue tanto que llegó hasta la Corte misma, y el rey Martín,
benefactor del monasterio de Piedra, ordenó, en 1398, que se
trasladara allí la sangre del milagro, no sólo para que pudiera ser
mejor custodiada, sino también para fortalecer la creciente fama del
cenobio.
[Blasco de Lanuza, V., Historias
eclesiásticas y seculares de Aragón, I, lib. 4, cap. 20. Faci,
Roque A., Aragón..., I, págs. 11-12.]