353. SANCHO FERNÁNDEZ DE HEREDIA Y LA
CONQUISTA DE CERDEÑA
(SIGLO XIV. BURBÁGUENA)
En el pueblo de Burbáguena, vivía el
noble don Fortuño Fernández de Heredia, señor de Godojos, cuyos
hijos, dos valientes caballeros llamados Sancho y Lorenzo, partieron
acompañando al infante don Alfonso a la reducción de la isla de
Cerdeña. Después de varias batallas victoriosas, y una vez que fue
firmada la paz, el infante premió a ambos hermanos, quienes
decidieron comenzar una nueva vida al margen de la milicia. Mientras
Lorenzo prefirió quedarse en la isla mediterránea, Sancho, como
primogénito de la casa, se dispuso a regresar a Aragón, su añorada
patria.
Embarcado en una galera con parte de
los valerosos guerreros junto a los que había luchado, emprendía
Sancho la vuelta ansiada. Ignoraba entonces que, tras tantos duros
combates como había disputado en la isla, todavía habría de librar
la última y más peligrosa de las batallas.
Ocurrió que, estando ya el barco en
alta mar, se desató una tempestad como no se recuerda otra
semejante, de manera que no había fuerza humana que pudiera auxiliar
a aquellos desventurados, cuyo naufragio y muerte parecían seguros.
Al verse desamparados e indefensos, alzaron sus ojos al cielo,
hincaron sus rodillas en el suelo y pidieron a los respectivos
patrones de sus pueblos para que intercedieran por ellos ante el
Altísimo. Sancho, ferviente devoto de santa Ana, se aclamó a ella
buscando su patrocinio.
En medio de tantos mareos, súplicas y
oraciones, divisaron a lo lejos una luz tenue que cobraba mayor
fulgor al acercárseles flotando sobre el agua. El misterioso
resplandor apaciguaba los vientos y amansaba la mar a su paso. Cuando
estuvo al lado de la galera y las aguas se aquietaron, los
tripulantes, viéndose libres de todo peligro, se acercaron para
descubrir que la luz procedía de un farol posado sobre una caja. Al
abrirla, pudieron ver dentro de ella una pequeña imagen de santa
Ana.
Don Sancho pudo quedarse con la imagen
de la santa y, cuando llegó a su patria, la depositó en la capilla
familiar de la iglesia parroquial de Burbáguena, donde todavía hoy
se puede venerar.
[Faci, Roque A., Aragón..., II, págs.
186-187.]