(1) En nuestro número del 15 del pasado octubre prometimos para el siguiente el artículo de los poetas cubanos, cosa que no pudo tener tampoco efecto por lo que dijimos aquel día; y hoy, que íbamos a cumplir con esta deuda, nos ha parecido también suspenderlo, para dar en su lugar el que acabamos de recibir extendido por el conocido literato el señor don Joaquín María Bover, residente en Palma de Mallorca, y que viene a ser como el ensayo crítico de los poetas de aquel suelo. De este modo, habiendo ya publicado el artículo de los poetas canarios, seguirá este y después el de los cubanos, más distantes que unos y otros de nuestra madre patria. La erudición y la crítica que se notan en este trabajo no desdicen por cierto de las prendas que este autor ha manifestado en otros. Hubiéramos querido en obsequio de su pensamiento y del gusto de nuestros lectores darlo íntegro: pero, no nos lo permiten los límites estrechos de que disponemos para las demás materias.
Mallorca, madre fecunda de hombres en todos conceptos eminentes, ha producido también, desde la antigüedad más remota, vates que supieron distinguirse en los certámenes que celebraban las academias de Barcelona y Tolosa. En el siglo XIII (sólo se lee III), cuando la rima vulgar empezaba y era tan estimada la que se llamó gaya sciencia, Bernardo Mogoda, uno de los caballeros que siguieron a don Jaime I en la conquista de esta isla, creído en el instinto de vaticinar y en el influjo de las estrellas, escribió en el estilo bíblico y oriental muchas predicciones de prosperidades y de infortunios.
Por aquel mismo tiempo vino al mundo Raimundo Lulio, aquel ingenio asombroso que antes que Bacon de Verulamio alzase el noble grito de libertad filosófica y mucho antes que el célebre Erasmo diera al orbe literario días de gloria y honor a las ciencias útiles; dotado por la naturaleza de vastos y grandiosos proyectos, de sublime talento y comprensión universal, dio un agigantado paso en la escabrosa senda del saber, y sepultando en el olvido las ridículas formas del ergotismo, al través de la atmósfera de oscurantismo en que yacían sepultados los pueblos de la Europa, cultivando las lenguas orientales, y observando el majestuoso y sencillo curso de las leyes que rigen al orbe físico, dio el ejemplo, que sirvió de pauta a los restauradores de las ciencias, de establecer sobre la observación y experiencia los conocimientos físicos, que auxiliados de las matemáticas son deudores a Lulio de los rápidos progresos que Newton y demás sabios de primer orden hicieron en el vasto campo de la naturaleza. El inventor de la aguja náutica y del ácido nítrico, el hombre grande de su tiempo, el mallorquín Raimundo Lulio, (Ramón o Ramon Lull) escribía a sus discípulos del colegio de Miramar en esta isla:
Rey poderos de l' alta cort divína
quil fragil hom volgués ab vos vnir,
teniu recort dels qui triste ruina
de mort cruel en esta vall mesquina
volen per vos passar y sofferir:
Datslos esforz d' honrar y venerarvos
yab (y ab : y con) alta veu tots temps glorificarvos.
Frares menors ab ven (veu) clar argentina
recordats ja de qui 's volgué vestir
la nostra carn obrint del cel la mina,
á Miramar á la gent mallorquina
y al seu gran rey han fet prest construir:
aquets, Senyor, iran tots per loarvos (pone lo-arvos)
á convertir los moros en amarvos.
¿Qué tarden donchs de sonar llur botzina
los precadors que volen Deu servir,
bísbes, abats, priors quin la fusina
d' aquest mon trist per lór fan contramina
los pobres tots dexant de fam perir?
Que fan los reis que tarden en mostrarvos
quel seu tresor es sols en exalzarvos?
Grans y mitjans y chichs dins la cortina
d' oprobis grans me volen escarnir;
y amor ab plors y greus suspirs refina
mon esperit en vos qui sou la tina
del meu cos trist quis vol en vos languir:
lenteniment, volér en recordarvos
aumenten ja y en tot temps desitxarvos.
Servir donchs vull, humil verge Maria,
de mon poder, puis desitg esperanza
prest m'ha tramés. Blanquerna ¿quin sabria
dir hon teniu la vostra cetla pia
perqu' hey servis l' Etern yo sens tardanza?
y 'l meu desitg pogués tot saciarse
en ell en qui tot sol pot alegrarse.
El mismo Lulio empieza así su excelente plegaria al (pone la) Todopoderoso, plegaria que no ha visto aún la luz pública:
A principios del siglo XIV floreció el anónimo conocido con el nombre de mercader mallorquí, quien en una de sus poesías expresa elegantemente el desdén:
Cercats duy may, ja siats bella e pros
quels vostres pres e laurs eris plasents:
car vengút es lo temps quem aurets menys;
nom anziura vostro sguard amoros
ne la semblanza gaya;
car trobat nay
altre quim play
sol que luy playa
altra sens vos perque lin voltray be
e tindrem car s' amor que axis convé.
Otro poeta floreció por aquel mismo tiempo que es notable por la pureza de versificación y por la perfección de lenguaje. Hablamos de Lorongo, hijo de Ferrario Roselló (Rosselló), consejero del rey don Jaime III de Mallorca y hermano de Saura casada con el infante don Sancho de este reino. Escribió un epitalamio al casamiento de su tía Blanca con el conde de Cardona y es de notar lo dulce y sentimental de la segunda estrofa.
Generalizado el gusto a la poesía lemosina necesario era un libro que fijase las reglas para aprender a escribirla con toda perfección. Este libro apareció a mediados del siglo XIV siendo su autor el mallorquín Berenguer Noya.
Romeo Burguera, (Romeu Bruguera) célebre dominico, privado íntimo del rey Felipe el Hermoso, a quien ayudó en la expulsión de los templarios, compuso varios tratados ascéticos en poesía lemosina. Su Biblia rimada é en romans, es una verdadera traducción de la latina llamada aurora que en el siglo XII escribió Pedro de Riga, reducida a contar aisladamente en verso los principales sucesos de la historia sagrada con algunos de los sapienciales, inclusos los macabeos. Bruguera siguió el orden que tienen en la Biblia los libros históricos, sin omitir el de los proverbios, cuya traducción es graciosísima. Concluye con el Apocalipsis. Para muestra de su lenguaje copiaremos los versos con que termina el prólogo.
(1) Creemos que esta marquesa de Ampurias es la hija de Guillermo de Peralta, vizconde de Cabrera, que murió a principios del siglo XIII según el historiador Bosch.
La poesía académica o latina no empezó a cultivarse por mallorquines hasta principios del siglo XV. Entonces perdieron su boga los versos bárbaros y leoninos, y el canónigo Esperandeo Español, el caballero Arnaldo Descós, y Antonio Geraldino, escribieron hexámetros muy dignos de la época de León X. De este último copiaremos los que puso sobre el sepulcro de Raimundo Lulio.
Español escribió a la memoria de su padre, que fue uno de los héroes que más se distinguieron en la defensa de Rhodas (Rodas), contra la invasión del Soldán (sultán) de Egipto que tuvo lugar en 1439, los versos que siguen:
En los versos de Arnaldo Descós se observa una elegancia de lenguaje y una pureza de latinidad que pueden competir con las producciones de los autores clásicos. Descós fue uno de los literatos más conocidos de su época. En sus epístolas hace mención honorífica de su maestro el célebre Pedro Daqui, de su condiscípulo Juan de Malleon, obispo de Salamanca y de su amigo Bernardo Bohil, delegado apostólico en la expedición de Colón a las Indias. Así se expresa Descós en una de sus producciones:
Raimundo Lulio, como dice Quadrado, era en aquel tiempo la fuente que inspiraba a los poetas y en que bebían nuestros sabios: en su honor y en su nombre se exigían cátedras, en su honor se celebraban certámenes como el famoso de 1502, y la prensa mallorquina apenas ha sudado sino comentarios a sus obras. ¡Bien merecía esto y mucho más el hombre extraordinario que por dos siglos tuvo por discípulo al mundo entero! En el citado certamen de 1502 se distinguieron los poetas Antonio Massot, Gaspar de Verí (Veri), Jorge Albér y Juan Odón Menorca. De todos ellos hay excelentes composiciones: todos se lucieron a la par, y Gaspar de Veri, a quien se adjudicó el premio, recitó una larga poesía en la que es notable esta estrofa:
El esclarecido literato Nicolás de Pax uno de los primeros catedráticos de la universidad de Alcalá, muy favorecido de su fundador el célebre cardenal Jiménez de Cisneros, habla del monte de Rauda, monumento que la naturaleza quiso prevenir para mostrar al orgullo mallorquín el teatro de las visiones misteriosas del gran Raimundo Lulio, en los términos siguientes:
Rauda tenens regni centrum Balearis, ab alto
aequor et ingentes undique monstrat agros.
Panditur ad Phoebi radios, umbracula passim
prospectus varios concava saxa parant.
Elevat ingenium, curas expectorat omnes
totaque vivaci pectora membra novat.
Hic bibit infusum Raymundus dogma supernè;
hic quoque mirandum condidit artis opus.
Angelus hic illi visus, pastoris amictu,
praebuit et meritis oscula multa libris.
Dixit eos varia passuros multa sub hoste;
sed foire pro sancta fortia tela fide.
Tunc erecta sacrum collustrans cella cacumen,
plena venustatis Gratia nomen habet.
hinc manare potest doctrinae splendor in orbem,
hinc sibi perniciem secta maligna timens.
Por este tiempo el virtuoso sacerdote Francisco Prats ya había publicado en prosa y verso su devotísima contemplació y su poema del Sacrament de bona gracia. Empieza este último con la estrofa que sigue:
Caritat me forsa, y ley me incita
loar lo misteri de laucaristía
lo poc exercici los señys me desvía
en loc baix me posa y el desitg limita
la ploma es presta y no gos escriure
perque la invidia rependre amenasa
las nafres ya em dolen y treball me brasa
sol Crist Deu y home men pot fer desliure.
Jaime de Oleza y Zanglada hijo de una familia ilustre en la que se radicó el cultivo de los conocimientos humanos, escribió en excelentes dísticos latinos un libro de lege cristiana et de cuadruplici peste mundi, en el que apoya su doctrina con bellas razones y sólidas sentencias. En esta obra reprende los vicios, detesta la escuela de los nominales, demuestra la vanidad de las predicciones astrológicas, y confunde la filosofía de Averroes y de todos los antiguos. Este mismo Oleza escribió en rima otras varias obras y un cancionero teologal y espiritual. Como muestra de su numen poético copiaremos el epigrama que dirigió al doctor Caldentey con motivo de haber publicado un tratado del maestro Gerson;
Perstrinxit legis praxim: moresque Joannes
cui de Gersono nomen habere datur.
Si ergo tuum lector pectus coelestia tangunt:
hunc eme: plus solus que ubi mille dabit.
Iste docet mores sacros: animunque perornat:
vitaque sit nobis qua peragenda via.
Quid sit honestum: quid justum: quid denique sanctum:
quidve pium monstrat: quae fugienda mala:
detegit hic coelum: et callem flagrantis averni:
neu phleget honteis afficere malis.
Ad summam hic vigili ducit rectore carinam:
quae mundi immergi naufraga possit aquis.
Huic igitur grates tanto pro munere lector
redde: sed est nobis gratia habenda magis.
Ille opus exegit: fateor: sed copia habendi:
nostra est per terras multiplicata manu.
Del citado Jayme de Oleza fue hijo Francisco, quien con motivo del dolor que le causó la muerte de su esposa doña Beatriz de Sant Martí, escribió el excelente poema titulado menosprecio del mundo, anticipando en él la versificación majestuosa y pura de León y Garcilaso. Con dificultad se
encontrará elegía más tierna y suave. Empieza así:
Ab manta de plors el cel se cobria.
Y tota la terra mostrava gran dol,
mirand d'aquest mon del tot se partia
la qui de virtuts granment resplandia
tristor señyalava la lluna y el sol.
Oh triste jornada! oh cruel partida!
oh perdua digna de plor y lament
morir la qui era de tants bens complida
y de tantas gracias estaba ennoblida
que loar ni plañyer nos pot dignament.
Describiendo el día del juicio final, pone en boca del Juez eterno las palabras siguientes, dignas del poeta Dante. Dirigiéndose Dios a los buenos les dice:
Veniu beneits del meu Etern Pare
puis treballs y penas en lo mon sentis
posseiu lo regna preniulo desdara
car puis meu servit es just queus ampare
yus done per premi letern paradis.
Donat meu á beura cuant yo sedetjaba
haveume vestit essent despullát
haveume pascút cuant yo fametjava
haveume acollit cuant peregrinava
y essent en la carcer heume consolát.
Con los versos que siguen habla Dios a los malos, pintándoles el horror de las penas del infierno.
Per darvos lo sou vos crida y espera
de plors y suspirs ab grans atambors;
los crits serán pifres, les flamas bandera,
fereu escuadrons de nova manera
ab molts arcabusos de cruels dolors.
Dins lo foch ardent feréu ordenanza
ab gran desconcert tot temps caminant,
tindreu dura guerra ab tota ultransa,
de pan (pau) no tenint ya mes esperanza
los uns contra els altres granment batallant.
Ni es cansaran mai los potents ministres,
ni porán morir los qui penarán;
rebrán de continu encontres sinistres;
seran los jamechs clarins e ministres
qui en tal exercit tot temps sonaran.
Miraume las nafres vui com resplandexen,
las cuals mai volgues vivint contemplar!
Mirau los assots cuant bells aparexen!
Mirau vui la creu que els bons tots conexen!
No volteu la cara que be es de mirar.
Ni Rioja cantó con más sublimidad y energía lo vano y fugitivo de las grandezas del mundo.
Tengan de continu en nostra memoria
los treballs y penas de nostres pasats.
Mirem los sepulcres dels rich (richs) y sa gloria,
y las grans banderas señyals de victoria,
apres de tants plers hon son arribats.
Mirém del gran Cesar los fets valerosos
quil mon ab batallas ha tot subyugat,
mirem de Annibal los actes famosos
y dels Scipions los fets gloriosos
escer ya no res vuy tot lo pasat.
Ahon son las honras que han alcanzadas,
y los tants triunfos de gloria gran?
hon las pedras finas en or engastadas
y las ricas robas de perlas brodadas?
mirau vui que son, mirau hon están!
Hon son las viandas granment esquisidas
en los convits bells tots plens de delit? (delit : deleite)
Ahont las gran casas honradas, fornidas,
y d'or y d' atzur pintadas guarnidas?
Mirau com es tot vui ya preterít! (pretérito : pasado)
Al mismo Francisco de Oleza debió el mundo literario una preciosa arte poética escrita en lemosín con el título de Nova art de trovar. Tratando en el prólogo del abandono en que se hallaba la poesía dice:
y tu comells has tornar. (com ells : como ellos, como ellas)
Un hijo del citado Francisco, llamado Jaime de Oleza y San Martí, escribió un hermoso poema en que Jesucristo abre una justa, y como mantenedor de ella sale triunfante de los vicios y de la muerte.
Cuando en 1541 vino a esta isla el rey don Carlos I, los mallorquines Juan Genovard (Ginovart), Pedro Autich (Antich), Gaspar Vidal, Tomás Marcer y Jayme Romañyá hicieron lucir su numen poético. Lamentándose el primero de la decadencia de Mallorca dirigió al monarca los preciosos dísticos que siguen:
Dum fortuna dabat, titulis quod pingerer auri,
invidisse mihi plurima regna putes.
Non eram ab infroenis numidis direpta, sed illi
nomine pallebant candidiore meo.
Tunc mea tercentum complebant littora puppes,
mercibus et variis, Carole, dives eram;
nunc jaceo infelix: vix sum miserabilis ulli,
vixque meo possum tutior esse sinu.
Quare moesta, precor, prisco me redde nitori,
ponendo numidis dura lupata feris;
respice sollicitam, Caesar (pone Coesar), mitissime princeps;
principis est, miseros erupuisse malis.
Romañyá, a más de las diferentes poesías que escribió en dicha ocasión, fue autor de una comedia latina sobre el rico epulón, titulada Gastrimargus, miserable imitación de las de Plauto y Terencio. Esta comedia, ya que no por su mérito, es interesante para la historia del arte dramático, porque puede decirse que se le ve en ella en su primer desarrollo y como en su infancia. Por su asunto, tomado de la historia sagrada, pertenece a los misterios, a los que en los siglos medios debió su origen el teatro moderno, al paso que en sus formas y en su lenguaje, aunque rudo muchas veces y sin combinación métrica de ningún género, se observan reminiscencias de los autores clásicos latinos que con tanto ardor eran estudiados e imitados en el siglo XVI.
En este mismo siglo floreció el erudito sacerdote Dionisio Pon (Pont), que solía firmar sus poesías con el anagrama de Disiponsi. En su curioso poema de la batalla de Lepanto, habla de las proezas del capitán don Juan Despuig y Mir, y dice:
Entusiasta Dionisio Pont por las glorias de su patria, las cantó con la exageración que se lee en el siguiente epigrama que publicó como propio el cronista D. Juan Dameto, a quien tanto imita en los plagios, aunque con menos circunspección, otro cronista de nuestros días:
Divitias natura parens balearibus omnes
contulit, et divum munera quisque sua.
Insula dives opum, Neptuni pulcher ocellus,
Mars hic imperium possidet, atque Venus.
Palladis hic domus est, Cererisque et grata Lydi
gaudia, cum garis aurea Flora tuis.
Ambit aquis Nereus pro muro spumens omnem
aequoreis largè, divitiisque beat.
Dotibus his prestat cunctas Majorica tellus;
hic mihi certa quies vivere, et opto mori.
Contemporáneos a los poetas de que acabamos de hacer mención fueron el P. Antonio Pon, arzobispo de Oristañy, y el doctor Benito Español, sacerdote de gran virtud y doctrina, a quien Francisco de Oleza dedicó su menosprecio
del mundo. Contestó a la dedicatoria con estos hermosos versos:
Mostrau lobra vostra puis es be rimada
y donaune copia á qui la volrá
que vostra señyora qui visque honrada
y ab molt bona fama está sepultada
al cel ab los angels sen alegrará.
Y las vostras coplas serán unas mostras
de homens y donas segons he legit
y ab tals sentecias per las vidas nostras
qui volrá entendre los documens vostras
tendrá en memoria lo mon aborrit.
Yo per la part mia per fervos servicis
en totas mes horas ne faré records
que puis en sa vida fou tants beneficis
per lanima sua faré sacrificis
legint cada dia lofici de morts.
Almoines, responsos, faré per aquella
moltas oracions per ella diré
y ab cremants civis (ciris) en vostra capella
ofertas y misas cantaré per ella
y sobre el sepulcre sovint absolré.
Dos poetas mallorquines encontramos también en el siglo XVI que hacen versos en castellano, pero estos versos, desnudos de toda energía, pueden reputarse por una prosa cortada por sílabas determinadas. El doctor en artes y medicina Damián Carbó, haciendo alarde de sus blasones y de sus gloriosos ascendientes, escribió al pie de su escudo de armas:
La banda y saetas que veis y señales
son armas sin duda que los mis pasados
carbones dejaron con autos nombrados
de fama y de gloria todas inmortales.
Y fueron fundadas por autos de reyes
que aquellas en pago de tantos servicios
a ellos han dado grandes beneficios
no siendo ingratos con muy justas leyes.
De Roma Senados leemos que fueron
y por el mal Sila no sin guerra fuerte
cuarenta mil dellos todos duna muerte
con Mario Carbó juntos recibieron.
Hernando de la Cárcel cantó el desgraciado suceso del destrozo de una nave llamada San Roque, salvada por el capitán Juan de Luca, cuyo canto empieza así:
Suele la necesidad
ser tan diestra en cualquier hora
que tenga oportunidad,
que de cualquier novedad
es muy perfecta inventora:
y no sólo inventa y traza
lo que es muy dificultoso,
que aun en lo peligroso
se pone sin mano escasa
con corazón animoso.
Concluye del modo siguiente:
Saltó en tierra Luca luego
y contando el caso, agro,
muchos sespantan del ruego
mas los que tienen sosiego
van diciendo que es milagro.
Y pues que vino a alcanzar
Juan de Luca tal victoria
contra infieles, viento y mar,
roguemos al que es sin par
que nos de al cabo la gloria.
Los poetas mallorquines que más se distinguieron en el siglo XVII fueron: Mateo Descallar y Damato, hijo de una familia ilustre, de quien es un excelente canto a la virgen María: Nicolás Oliver y Fullana, capitán del ejército de Felipe IV, a quien sirvió en las guerras de Cataluña, y después fue
cosmógrafo y cronista de Carlos II. Describió las islas Baleares con las octavas siguientes:
El balear dominio se compone
de varias islas, fuerte y abundante
sobre las ondas, y marcial se opone
con gran castillo al émulo arrogante.
La de Mallorca, regia se propone
del mar mediterráneo sol brillante;
siendo Menorca, Ibiza y Formentera,
sus más lucientes rayos y Cabrera.
Yace en el quinto clima, inexpugnable (pone inespugnable)
del báleo solio el mallorquín estado,
por sus bélicos hijos formidable,
y sus crujientes hondas celebrado:
de Aragón margarita inestimable,
en la navegación aventajado,
vestido de frondosas maravillas
con dos ciudades y opulentas villas.
La real Palma en la mano aragonesa,
de Mallorca metrópoli valiente,
dio laurel digno a la cartaginesa
y al gran Meleto nombre permanente.
Mahometanas coronas interesa
de insignes reyes tronco floreciente,
puerto de fama, población de lustre
con mitra episcopal y gente ilustre.
Entre dos promontorios se levanta
ciudad Alcudia, desde que aplaudida
al mayor Carlos su obediencia canta:
por el coral que pesca conocida.
Lluchmayor de sus villas se decanta
famosa por la lid que en su florida
campaña dio del rey Jaime tercero
la vida y cetro al enemigo acero.
Campos, por sus salinas es famosa;
bellísima y fructífera Porreras;
Bollenza por sus mirtos prodigiosa;
Artá milagros toda y primaveras;
Sineu de los romanos plaza hermosa;
Felanix, Petra y Manacor guerreras;
Alaró con castillo inexpugnable,
riquísima Inca y Soller admirable.
La fértil isla de Menorca tiene
una ciudad llamada Ciudadela
en la agradable costa que contiene
muralla que defiende y juez que cela.
Del gran Magon fundada se previene,
donde el audaz contrario no recela,
Mahón, que entre otros pueblos se encastilla;
sublime puerto y generosa villa.
Sigue Ibiza de pinos coronada,
dando nombre a su isla inaccesible;
por el fuerte castillo tan nombrada,
como por sus vecinos invencible.
Hoy se ve Formentera despoblada;
Cabrera se propone apetecible;
cobrando fama entre otras Cunillera
del ínclito Annibál patria guerrera.
A mediados de este mismo siglo, floreció Rafael Bover (pone Bovér), a quien Quadrado llama el Garcilaso mallorquín. La siguiente muestra de su numen lírico hará conocer a nuestros lectores la exactitud de tal comparación.
Aldea qui ets tan trista
y sens remei algun per me tristeza,
si no cegar ma vista,
puis no tinc altra cosa que aspereza,
en un camp sens verdura
rahó es que yo muyra ab tal postura.
Posát en esta aldea
un pobre y trist pastor se lamentaba
ausent per sa idea
de lo que en aquest mon mes adoraba:
ja finirá sa vida
per no haberí en el camp cosa florida.
Cert es, señora mia,
que ya en el mes present los camps estaban
tots verts ab gran porfia,
y de ells a son temps fruits aguardaban;
mes ab seguedad tanta
no hayá fruit que esperar ya de tal planta.
Si lo temps fes mudanza
convertintse me pena áb alegría,
se creu mia esperanza
de que lo sech de vert se vestiria,
y la favera ab flor,
Cullint de totas parts lo fruit millor.
No te esquives, pastora,
de lo que yo te escric ab esta lira,
que mon cor te adora:
abrassét en amor y no en ira,
Perdona ma osadia
que per servirte a tu yo moriria.
En el romance que sigue, agotó Bover la suavidad de sus tonos, e hizo triunfar el tiernísimo dialecto mallorquín.
No te espantes que yo cant,
perque men pren com es cisna,
qui cuant ya no te esperanzas
contant acaba sus dias.
Com veix que ma desventura
de poder parlarte hem priva,
de est molt que ma vida acapia,
puis de aliment me servia.
Mos ulls llamentan y ploran,
mon cor se romp com a vidra,
mas entrañas se arrebasan,
ma esperanza se mostia etc.
Pertenecen también al siglo XVII Jaime Pujol abogado, autor de un poema en elogio del serenísimo infante D. Juan, y el doctor Antonio Gual, presbítero y canónigo de esta santa iglesia, digno imitador de Góngora. Entre otras poesías de este último tenemos el poema épico que escribió en 1646 con motivo de la pacificación de los partidos que dividían la nobleza mallorquina. Sus versos son excelentes, y como muestra de ellos copiaremos las octavas que siguen:
….....
El puesto de dos vallas guarnecido,
y en ellas dos informes arrimados
bultos, que de lo humano se han vestido
al yerro de las lanzas destinados:
un duro azote de la diestra asido,
y de sendos broqueles amparados;
vestida ricamente de oro y grana
el aurora salió aquella mañana.
…....
Despertaron al sol confusas voces,
festivo aplauso, alegres alaridos
del vulgo y de la plebe que veloces
se anticipan al puesto mal sufridos,
No Ceres tal, a las villanas hoces
los campos da de espigas guarnecidos,
como se vieron por distancias tantas
cubrir la arena las humanas plantas.
…........
Juan Odón de Togores se descubre
sobre un delfín terrestre que de estrellas
la escama siembra de oro, que le cubre,
de blancos grifos con labores bellas:
su faz, que nube del plumaje encubre,
por el campo marcial siembra centellas:
y habiéndose ostentado reverente
de su mantenedor se puso enfrente.
Cuatro veces al son de los metales
los polos de cristal se estremecieron;
y del averno oscuro en los umbrales,
de las herradas plantas se sintieron
otras tantas los golpes desiguales
con que el globo los brutos sacudieron,
dejando con airoso movimiento
de astillas cada cual poblado el viento.
En el siglo XVIII florecieron don José de Pueyo y Pueyo, marqués de Campo Franco, que hizo ostentación de su excelente numen en la multitud de poesías que compuso en latín, castellano y francés: don Miguel Bover y Ramonell, autor de la comedia titulada la conquista de Mallorca, de la que habla Moratín en sus Orígenes del teatro español: el padre Ramón Nicolau, monje cartujo, que escribió en verso latino hexámetro la vida de Jesús, María y José: el doctor don Antonio González que tan al vivo expresó su melancolía y tristeza en su Teatro de la muerte, y don Luis Focos traductor de la Merope de Maffey y de la comedia El enfermo imaginario de Moliere y autor de un poema épico de la conquista de Orán.
Difusos seríamos si hubiésemos de hacer mención de los poetas mallorquines del siglo XIX, y más difusos si hubiésemos de detenernos en el examen de sus producciones. Sin embargo, no debemos pasar en silencio los nombres de don Antonio Llodrá, don Juan Nicolau, don Juan Muntaner y García, canónigo de esta santa iglesia y arzobispo electo de Caracas, don Leonardo Planes, don Nicolás Armengol, don Nicolás Campaner, oidor de esta real audiencia, don Pedro Andreu y don Vicente Far. Todos ellos han dejado
conceptuosos versos y de todos ellos hemos hablado detenidamente en nuestro diccionario de escritores mallorquines.
De los que actualmente viven omitimos hacer mención, atendida la diversidad de su mérito, temerosos de herir la modestia de los unos, hablando de ellos con el elogio que merecen, y la susceptibilidad de los otros, pasándolos en silencio.
La composición que bajo este título ofrecemos al lector, cuyo hallazgo debemos al diligente anticuario D. Joaquín María Bover, no constituye por desgracia más que un fragmento. Sea que el autor dejase truncada o sin concluir la relación de los hechos de la célebre expedición de Don Jaime I, sea que falten hojas en el códice de donde la sacó el Sr. Bover; lo cierto es, que en ella quedan omitidas las principales hazañas que distinguieron aquella grande empresa del siglo XIII, tan dignamente contada por el mismo conquistador, por Marsilio, Desclot y otros muchos cronistas lemosines. Este poema, que tiene por objeto un asunto verdaderamente épico, empieza con una bella introducción en la que recuerda el autor su insuficiencia para relatar la renombrada conquista, echando menos el éstro con que Ovidio cantó los Fastos, y con que Horacio se elevó en alas de su entusiasmo; o la energía y entonación de Bertran de Born, príncipe de los poetas provenzales. Ábrese después el poema, aumentando la medida de sus versos, con la narración del viaje de la numerosa armada hacia Mallorca, sujeta a la sazón al poderío de los mahometanos. Habla de la tormenta que se desencadenara entonces y que estuvo a punto de destruir las naves expedicionarias; de las oraciones con que el rey y la hueste imploraban la ayuda de Dios en tan duro trance; de su feliz arribo a la Palomera; de la entrevista que tuvo Don Jaime I con el moro Alí que le predice sus triunfos; de su desembarco; de la deslealtad del caballero Gil de Alagón; del ardor belicoso del rey y de la batalla en que perecieron los nobles caudillos Guillén y Ramon de Moncada en el terrible encuentro de la Porrasa. Aquí queda sin duda alguna truncada la obra, faltando por consiguiente los detalles de aquel sangriento combate; la relación de los funerales de los Moncadas en el campamento, de las palabras que vertiera el rey en aquellos solemnes instantes, y de las lágrimas que derramó sobre los inanimados restos de aquellos dos héroes; de la marcha del ejército hacia la ciudad, de las operaciones del sitio, de la alianza del moro Benabet, y de tantos y tantos hechos heroicos que en aquella ocasión tuvieron lugar. Después de tan inmenso vacío, siguen algunas estrofas, con las cuales termina el poema. Hácese mención del caudillo moro Infantilla, vencido por los cristianos, pero nada se dice del asalto general de la ciudad y de la entrada en ella de los sitiadores hasta clavar el pendón aragonés en las torres del palacio de la Almudayna.
Mucho sentimos en verdad la pérdida de tan gran parte de este precioso monumento, doblemente importante por su interes histórico al par que literario; monumento desconocido hasta ahora e ignorado de todos cuantos se han desvivido para restituir a Lulio toda su gloria que en días de ignorancia y ciega parcialidad se quiso poner en tela de juicio. ¡Ojalá que las investigaciones que nos proponemos hacer en honra y prez de nuestra patria, nos diesen algún día por resultado feliz el hallazgo de todo lo que nos falta de esta antigua y notable epopeya de los siglos medios.
Duélennos también las adulteraciones que ha debido sufrir el texto, pues se hace necesario suponerlas en vista de las palabras oscuras que en él encontramos, y en presencia de otras, cuyas terminaciones no son propias del siglo en que el poema hubo de ser escrito. Continuamos la obra tal cual la hemos encontrado; y la creemos de Lulio porque así lo expresa el título "De Lulli" que leemos a su frente, y porque hasta en cierto modo nos lo indica su mismo estilo. No sabemos la fecha en que la escribió, mas la cita de un autor provenzal y de dos poetas latinos que observamos en su introducción, nos hace presumir si la escribiría Lulio antes de su conversión, antes de entregar completamente su éstro a la poesía mística y a la didáctica, cuando es muy regular estuviese familiarizado con las epopeyas de la antigüedad y con las producciones de los trovadores provenzales.
Los notables rasgos que en este fragmento descubrimos, no nos hacen posible resistir al deseo de ofrecer a nuestros lectores un ensayo de traducción que colocamos a la vista del mismo original. No pretendemos haber atinado en todos los pasajes la verdadera equivalencia de las palabras; la adulteración y oscuridad que observamos en algunos vocablos, nos lo han hecho a veces poco menos que imposible, sin embargo hemos procurado conservar cuanto nos ha sido dable el verdadero sentido de la frase y hasta la grandiosa sencillez del original.
DE LULLI.
LO CONQUERIMENT DE MAYLORCHA (1).
Si huy xant lo fayt gotjós, Si huy, donchs, ay pausament Per xantar al conquerós En Jacques, l‘ hom portentós, Que mays feu tant en Pelós (2) Ab els mauresesquarment;
Es perque en l‘ esvesiment De Maylorcha, fon trobada, Sa maravela bassent (3), Par la má de Deus scient, En son laus omnipotent, Conquerent yla argentada.
DE LULIO.
LA CONQUISTA DE MALLORCA.
Si hoy canto con placer la grande empresa; si hoy hallo ocasión para cantar al rey Don Jaime el Conquistador, al varón portentoso que siendo terror y escarmiento de los moros, dejó atrás las gloriosas hazañas de Wifredo el Velloso; (Pelós, Pilós; Joffre, Wilfred)
Es porque con la toma de Mallorca fue encontrada una maravilla; maravilla que la sabiduría inmensa de Dios y su omnipotente poder, permitió que se descubriese al conquistarse una isla de plata.
Unitat, donchs, mant levada; Trò qu' eu puscha ben xantar, ¿Dariatzme ben pleguada D' Abú-Soleyman (4) vessada L' ira e la má coretjada Per en ma pensa escampar?
De ferre e de sanch parlar,
Placia a Deus en mon pregon,
En mon pregon consirar;
Vos volria eu donar
Els fayts grans que vá ordonar N‘ Ovide per tot lo mon. (Ovidio)
Unidad, que te sientas en el lugar más elevado; para que mi canto sea digno ¿por qué no reúnes en mí la ira tremenda, y el esforzado brazo de Abu-Soleyman, y haré pensamiento se dilate del uno al otro confín del mundo?
Pluguiese a Dios que me fuese dado hablar en estilo digno del estruendo de las armas y de la sangre que se vierte en los combates; y que extendiéndome en hondas consideraciones, os pudiese ofrecer una obra que rivalizara con la de los Fastos con que Ovidio dotó al orbe.
Mas ya que no son para mi éstro las más grandes conquistas del mundo, dignas tan sólo del numen de Horacio o de Bertrán de Born y tantos otros poetas insignes; recuerdo en mi canto los hechos siguientes.
Mays ja lo stol nient pòt acorrir (leemos stòl, stòl, stol en pocas líneas)
A son desir del gran esvesiment.
IV.
Lavors lo rey endreça a Deus sa pensa,
E plòrs e plants, ab muyta de tristança:
- “Senyor! vuylatz acorrir ma partensa Per vos honrar, com Nabuch e Faruensa (10); Datz lum al cèl, datz a la mar bonança."
I.
Inflamado por el deseo de la conquista, sale el rey Don Jaime a la mar con su armada compuesta de numerosas naves: acompáñanle sus barones, donceles y prelados, los mejores guerreros de su tiempo, los cuales secundan con ardor el bienaventurado deseo de su monarca.
II.
Flotaba la armada de mil galeras, formando sobre las ondas un puente de madera, cuando aquel que tiene en el cielo su esplendente trono, lanzó sobre nuestras riberas y nuestros mares todos los horrores de los vientos desencadenados, del rayo y de la tempestad.
III.
La nave que a su placer conduce el esclarecido rey a la gran conquista, hizo sus señales para reunir la armada que consideraba ya extraviada y perdida; mas la flota no puede favorecer el gran deseo del rey para llevar a cabo la atrevida empresa.
IV.
Dirigió entonces el rey su pensamiento a Dios, y sollozando y vertiendo lágrimas, dijo con mucha tristeza: - "Señor! dignaos prestarme vuestro auxilio en este viaje, que emprendí por honra vuestra, así como protegiste a Nabucodonosor y a Faraon después de haberlos castigado; restituid la luz al cielo y al mar la calma."
V.
*Senyor! placiatz qu' es puscha ben complir Per exalçar la cròtz de vostre axyll; Placiatz, Senyor, qu' es faça mon desir, E que puscatz de Maylorches ausir ' Als infaels, sens que no spectetz nuyll (11)." -
- "A Deus ja plach, guardau, Senyor, guardau El vostre stòl; e si voletz anau
Sens triguá nient, virant vers de mitj dia." -
IX.
Cant viu lo rey lo stòl tant desirats, Dix ab plòrs muytz, ab muyta de tristança:
- “Senyor! lo stòl que vos me havetz tornats
Irá vers vos a metra sotterrats Dins los inferns dels maures l' adunança." -
V.
"Plázcaos que pueda llevar a feliz término el hecho que emprendí, para ensalzar la cruz donde espirasteis en el destierro de este mundo. Plázcaos, Señor, que se cumpla mi deseo, a fin de que no oigáis más a los infieles de Mallorca sin que nada de ellos podáis esperar." -
VI.
Entonces el rey hizo enarbolar en el mástil de su nave el pendón de Jesu-Christo, y en los bajeles apareció la bandera aragonesa. Casi toda la armada había estado a punto de perecer, mas no plugo esto a Dios, que había abierto a las armas de Aragón el camino de la gloria.
VII.
Las ondas del mar que enfurecidas habían desbaratado aquel inmenso escuadrón de naves, recobró su perdida calma. Las cumbres de la isla aparecían ya a los ojos de los conquistadores: y el brazo de Dios que durante aquel día tan adverso se había mostrado, hizo aparecer en el cielo la luz del sol, y la armada toda trocó en alegría su tristeza.
VIII.
Entonces el almirante Bonet que guía la nave mayor, con gritos de alegría se acercó a la galera del rey y le dijo: - "Ya plugo a Dios por fin! Mirad, señor, mirad otra vez reunida vuestra flota, y si es la voluntad de mi rey, dirijámonos sin tardanza hacia la parte de mediodía.” -
IX.
Cuando el rey vio todas sus naves, que en tanto cuidado le habían tenido, dijo pesaroso, derramando lágrimas de ternura: - " Señor! la grande armada que habéis querido restituirme, salva de los horrores de la tormenta, os prometo que irá por vos a lanzar en las profundidades del infierno el coaligado poder de los mahometanos." -
E cant lo gaug de tròp lo stòl estava; En Nono dix, ab sos uyls vers mitj dia: - "Senyor en rey! Si 'us plau bé se poria
Auració fer a la dona María.” - Donchs de Maylorcha lo menaret vessaba (15).
XIII.
Plach a lo rey cant en Nono ha parlat; Pausá senyera d' en Jacques la gran nau; Son ganfaró tot lo stòl ha pausat; Lavors lo rey, e l' avesque (16), e l' abat (17), (vispe, bisbe, obispo, episcopus) Ab dolent còr sa pensa han endreçat, E auració a tot lo stòl fer plau.
Y en tanto que así hablaba el rey, con sus ojos fijos en el cielo, inquieto por el daño que había sufrido su flota, vio al bajel de Don Nuño que hacia él se adelantaba, y díjole el esforzado caudillo con el gozo y la alegría pintados en su semblante: - “Señor rey! plázcaos seguir adelante en vuestro viaje." -
XI.
Entonces la nave real hizo seña, a la cual respondieron todos los bajeles, levantando en alto sus confalones. El mar acabó de serenarse, y la brillante lumbrera del cielo hacía más agradable el camino que la flota seguía; y esta continuó su curso gritando todos: - "Sús! sús! guerra a muerte a los moros!” - (sus, sús : arriba; amunt)
XII.
La flota se desliza rápidamente sobre las aguas sin que apenas lo adviertan los guerreros, entregados todos a la alegría. Don Nuño exclama, fijando sus ojos a la parte de mediodía y distinguiendo los elevados minaretes de la isla: - "Señor rey! si os place, pudiéramos dirigir nuestras preces a la virgen María." -
XIII.
Plugo al rey lo que Don Nuño proponía; la nave real dio aviso por medio de sus señales, y la flota contestó levantando en alto sus confalones. Entonces el rey, el obispo y el abad, con ánimo contrito, dirigieron su pensamiento al cielo y la hueste toda se puso en oración.
XIV.
Y el obispo, con voz trémula, entonó el Ave-Maris en honor de la reina de los cielos, y todos los prelados juntamente con el rey, puestos en fervorosa oración, cantaron devotamente y con voz triste el Kirieleyson. (Kyrieeleyson, kirieeleison)
XV.
- "Senyor en rey! ja poretz desirar, En Nono dix, cant huy se puscha fer Per lo començ, si volets conquerar De maures buckrs, donchs ja deixam la mar, (se lee en textos anteriores leixar, no deixar) E de Maylorches lo pòrt poretz prener.” -
XVI.
Consira en Jacq cant fer huy se poria:
Dix a l' avesque, e dix a lo Guastó (19):
- "Un gualeot si ‘us par eu trametria
Per aguayt far dementre ix lo dia,
E per guardar lo lòchs seretz meyló." -
XVII.
- "Si ‘us plau, en rey, l' avesque li respòs, Pora ‘y anar den Bonet lo navyll, Per enquerir lo lòch meyns perylós,
Hont tot lo stòl pendre puscha redós, E vostras gents entrar sens gran peryll." -
XVIII.
Plach a lo rey e dix a n' en Bonets: - "Alors, alors, ab vostra nau ixquiu, E de Maylorches lo point hon bé porets
Cercats sens triguá nient, e tornarets Per dir si un bon point prest haurets viu." -
XIX.
- "Senyor en rey! li dix a sa requesta L' hom de la mar, cant bé ensercatz havia,
Pendrer no 's pòt lòch nient per aquesta Meytat de l' yla pus brossa e enquesta (20); Si ‘us plau, virar poretz vers de mitj dia." -
XV.
Entonces D. Nuño exclamó: - "Señor rey! puesto que ya dejamos la mar y nos es necesario tomar puerto en Mallorca, pensad en lo que debemos hacer para dar comienzo a nuestra empresa, si os place batallar con la odiosa horda sarracena.” -
XVI.
Reflexiona el rey lo que en tal ocasión conviene hacer, y dice al obispo y a D. Gastón: - "Si os parece, podríamos enviar un galeote hacia la costa para explorarla, en tanto que el día amanece, y elegir el lugar mejor en donde pueda dar fondo nuestra flota." -
XVII.
- "Si lo tenéis a bien, le respondió el obispo, podría prestar este servicio la nave del almirante Bonet, el más apto para inquirir el sitio, en el cual con menos peligro la armada toda pueda guarecerse, y que ofrezca mayores ventajas para el desembarco de vuestro ejército." -
XVIII.
Plugo al rey cuanto propuso el obispo y dijo al almirante Bonet: - "Vamos! vamos! adelantáos con vuestro bajel y buscad sin tardanza el punto de la costa mallorquina más apropósito para nuestro objeto, y volved enseguida a decírnoslo, si habéis conseguido encontrarle." -
XIX.
Cuando con su nave el intrépido marino hubo hecho la exploración que se le había confiado, volvióse a la flota y dijo al rey: - "Señor! por esta mitad de la isla no es posible tomar puerto, porque la costa es brava y escarpada. Si os place podremos dirigirnos hacia la parte de mediodía.” -
XX.
De los barons ab seny lo stòl viraba,
E vench lo rey en vers la Palomera (21);
E cant en Jacq tots sos navyls vesaba,
Las mans e 'ls uyls lavors al cèl levaba,
E dix: - "Aydatzme, Deus, en la quarrera." -
XXI. E vench n' Alí (22) del rey en la galea, E dix an Jacq ab lo ginoyl ficat: - "Cuytatz, senyor, corretz a la ribea,
Vostr‘ es, en rey, cesta yla sens malea: Ma mayre ho dix, ma mayre ho ha trobat (23).” -
XXII.
Ab tant lo rey dix a ceyls dels navils;
- "Façetz camí cant la nuyt será entrada;
Gardatz lo lòch hon exir fora mils." -
E ‘nsemps volgren anar a lo perils
En Nono Sanç e 'n R. De Monchada (24).
XXIII.
E lurs navyls ab muyt de caylament
Tuyta la nuyt faéren lur aguayt;
E cant exí lo jórn vers l' orient,
En Nono dix: - "Senyor, no tembretz nient!
Dessá ví lòch hon l' exir fora fayt (25)." -
XXIV.
E tuyt lo stòl ensemps e sens brugit En vers lo pòrt la lur quarrera féu; Mays li paguá trò ‘l cèl levá lur crit, E ‘n Jacques dix, coratjós e ardit:
- "Tòst, companyon! anem en nom de Deu!" -
XX.
Con acuerdo de los barones y ricos hombres del ejército, la armada cambió de rumbo, hasta anclar en el lugar llamado la Palomera; y cuando el rey vio allí reunidas todas sus naves, elevó sus ojos y sus manos al cielo, exclamando :- "Ayudadme, o Dios, en esta grande empresa!" -
XXI.
Y entonces vino el moro Alí en la galera real, y prosternándose de rodillas ante el rey Don Jaime, exclamó: - "Apresuráos, señor! corred hacia la ribera! vuestra es esta preciosa isla en donde el mal nunca se albergó! Así me lo ha dicho mi anciana madre, que escrito lo encontró en el libro de los destinos." -
XXII.
Mientras esto acontecía, el rey dijo a los marineros: - "Seguid el camino tan luego como entre la noche; y observad cual sea el lugar mejor para nuestro desembarco." - Y émulos en gloria y valor D. Nuño Sanz y D. Ramón de Moncada, quisieron lanzarse juntos al lugar del peligro.
XXIII.
Y sus naves con mucho silencio y cautela exploraron la costa durante toda la noche, y estuvieron en acecho, y cuando el albor de la mañana apareció en el oriente, dijo D. Nuño al rey: - “Señor! nada temáis: por esta parte encontré lugar donde pudiéramos desembarcar felizmente." -
XXIV.
Y la armada entera levó las anclas sin hacer el menor ruido, y se encaminó hacia el punto designado. Mas los paganos no bien de ello se hubieron apercibido, cuando levantaron hasta el cielo su gritería: y entonces el rey Don Jaime dijo, lleno de ardimiento y valor: - "Pronto, compañeros! adelante en nombre de Dios!" -
XXV.
E ‘n Nono Sanç, e 'n Pònç (26) e ‘n Cerveyló (27)
Volgren exir en terra deventers; Et en Guilem (28) de tot son còr hi fó; E lo Ramon son frare (29) e lo Guastó (30), (Guillem, Guillermo y Ramón de Moncada)
E puis lo rey, barons e cavaylers.
XXVI.
Dementre en Jacq de lur navyl ixia,
Los sarrahins ferí lo de Monchada;
E ab los lurs pus fòrt escometia;
E 'spahordit tuyt li maure fugia;
E a negun la vida fon lexada (31).
XXVII.
Cant viu lo rey ja fayta la bataya,
Irat eyl dix: - "Fortment nos en dolem!
Bataya 's féu, e 's féu sens nos! Malhaya!
¡Ah, cavaylers! a nos seguir eus playa;
Dels maures buckrs la sanch veser volem (32).” -
XXVIII.
E 'n son cavayl lo rey bé cavalcant,
Ab mantz dels lurs entrassen en la terra,
De çá e lá de son còr massacrant;
Et enapres ardits, de bò talant,
Vaéren tuyt li maur sus en la serra (33).
XXIX.
Lavors lo rey un maure viu armat,
Et en vers d' eyl ab lança s' endreçava;
E li dixqué lo rey: - Réntte, malvat!" -
E 'l maur respòs:- "Hanc no me só rendat."
E un cavayler, de mòrt lo colpejava (34).
XXV.
Obedientes a esta voz D. Nuño Sanz, D. Ponce Hugo y D. Gerardo de Cervellón quisieron los primeros saltar en la enemiga tierra, y D. Guillén de Moncada lo hizo con la mayor decisión y denuedo, y tras él su hermano D. Ramón con D. Gastón de Bearne, y luego el rey con todo su séquito de barones y ricos hombres.
XXVI.
Y en tanto que Don Jaime saltaba a tierra, D. Ramón de Moncada acometió valerosamente al enemigo, y con los bravos soldados de su mesnada arrolló las contrarias filas. Espantados los moros con el fuerte empuje, huyeron despavoridos y en desorden, y no hubo sarraceno que quedase con vida de cuantos estuvieron al alcance de las armas cristianas.
XXVII.
Cuando el rey hubo puesto pie a tierra y encontró ganado el primer encuentro, dijo enojado: - "Mucho nos duele! Batalla travóse sin que nos estuviésemos en ella! Malhaya! ¡Sús, caballeros! Seguidme, que tengo afán de ver sangre musulmana." -
XXVIII.
Y montando Don Jaime a caballo, entróse tierra adentro con varios de los suyos, persiguiendo a los fugitivos. Peleando a derecha y siniestra, muchos fueron los enemigos que cayeron bajo el filo de su espada. Poco después el monarca y los que le seguían vieron con placer la hueste numerosa de los sarracenos que se había tomado posición sobre un cerro.
XXIX.
Entonces distingue el rey a un moro armado de pies a cabeza que hacia él se dirigía, amenazándole con la punta de su lanza. Al columbrarle el rey, le dijo: - "Ríndete, malvado! " - Y el sarraceno respondió: - "Jamás estuve acostumbrado a rendirme!" - Y en tanto un caballero del séquito del rey le hirió de muerte.
XXX.
E cant lo rey pus luny viu en la terra A Mem-Ladró (35) ab els maures combatre, Dix an en Nono: - "Féu aguayt en la serra
Ab n‘ Alagó (36) e n' Arnau Finisterra (37), Dementr' eu ixq per III maures abatre." -
XXXI.
Mays n' Alagó a lo rey descresent, Ab còlps de mayns nafrá a II maurs lo càp; Lavors lo rey a n' Alagó vinent, Li dixqué: - "Dònchs ¿no sàp l' ordonament De bon donçeyl, l' ordonament no sàp?". -
"Donchs n' Alagó nient vostre servey, E ‘ls maures vos massacraretz, si ‘us platz, Que donçeyl bon il vostre stòl ferrey Lurs guarretjiers, quax n' Alagó porrey." - E lo rey dix: - "Anatz, pelós, anatz! (39)" -
XXXIV.
E ‘n vers lo còyl la hòst aná lavòrs (collado; coll)
Firent li maur, faéntli gran dampnatje;
Entrò de M. lá sus ne foren mòrs,
E 'spahordits ab critz, sospirs e plòrs, Fugiren tuyt en vers de lo boscatje.
XXX.
Y cuando Don Jaime vio más lejos en el campo a Mem-Ladrón que combatía con los sarracenos, dijo a D. Nuño: - "Acechad tras ese collado con Gil de Alagón y Arnaldo de Finisterra, en tanto que voy a vencer aquellos tres moros que más allá distingo.” -
XXXI.
Mas, Gil de Alagón, desobedeciendo las órdenes del rey, se precipitó sobre dos sarracenos, hiriéndoles el rostro con sus puños, y Don Jaime entonces corriendo hacia D. Gil, le dijo: - "¡Qué! ¿Acaso no sabe el de Alagón el ordenamiento de buen doncel?" -
XXXII.
Y D. Gil de Alagón contestó: - "Señor rey! Sabed que aquí vine para matar infieles. Si es otra vuestra voluntad, podéis reprender al mal barón cuando os desobedece, pero no ofender de tal modo al buen doncel."
XXXIII.
"Y sabed también que Gil de Alagón se separa desde ahora de vuestro servicio. Sarracenos matareis vos si os place; y donceles hay que sabrán batir a los guerreros de vuestro ejército, y aun a Gil de Alagón le será dado hacerlo.” - Y el rey le replicó: - "Id, miserable, id enhoramala.” -
XXXIV.
Y la hueste se dirigió entonces hacia el collado cargando sobre los moros, y haciéndoles gran destrozo. Muy cerca de mil de los sarracenos cayeron allí sin vida; y espantados los demás, dando alaridos, huyeron internándose por la selva.
XXXV.
Lo rey torná 's a lo camp ab plaer,
E 'nfaylonit Ramon dix ab raysós:
- "¿E qu' havetz fayt, en rey? ¿voletz perdrer A vos mateix e 'l vostre cavayler? E vos perdut ¿e quí viurá de nos? (40)" -
XXXVI.
E no respós lo rey a lo sermó, E 'n Guilem dix: - "Gran eximpli 'ns donatz De bon guerrer, qu' altre semblant no ‘n fó; Mas foylament vos havetz fayt en ço;
Pus no ho façatz, en rey, pus no ho façatz! (41)" -
Armada havetz ab ferre vostra má, Deus es en vos, e tuyts eus ha per seus; ¡Ah, bons guerrers! feritz ab còlps pus greus, N' haurá lo cèl lo qui de vos morrá (44)."
XXXV.
Y luego el rey volvióse al campo muy satisfecho de la jornada, y al verle Ramón de Moncada le dijo con razón y enojado: - “¿Qué hicisteis, señor rey? ¿Os habéis acaso propuesto perderos y perdernos a todos? Si lanzándoos al peligro sucumbierais, ¿quién de nosotros escaparía con vida de esta tierra?" -
XXXVI.
Guardó silencio el rey a estas palabras, y añadió D. Guillén de Moncada: - "En verdad que nos demostráis ser modelo de caballeros. Sin duda que ninguno hay tan valiente y esforzado como vos; mas con poco seso procedéis exponiéndoos así al peligro. No obréis otra vez así, señor rey, no obréis otra vez así.” -
XXXVII.
Y cuando la noche empezaba a difundir la sombra por el cielo, todos los barones pusieron en el campo sus avanzadas; y en tanto el xeque (jeque; xaíc) de Mallorca salía con toda su hueste de la capital, que hermosa aparecía en lontananza; y allí sobre los cerros de Portopí se preparó para dar la gran batalla.
XXXVIII.
Apresuróse Mem-Ladrón a dar noticia de esto al rey, enviándole desde luego mensajeros. Entretanto vino la luz del alba y con ella se levantó la hueste toda. Llama el rey a los guerreros para que asistan al santo sacrificio de la misa que ordena celebrar; y acabado que fue, dijo el obispo D. Berenguer:
XXXIX.
- "Marchad, barones! puesto que vuestra mano ha empuñado las armas por la honra de Dios, Dios os acompañará en el combate y a todos os tendrá por suyos. Adelante, paladines! herid con golpes fuertes y certeros, que alcanzará el cielo el que de vosotros muera por la fé de Jesu-Cristo." -
Al sarrahi noent, la deventera Ben guerretjá lá sús per son Salvayre (47); E lá 'n Guilem fení la lur quarrera (48), E lo Ramon deffenent lur senyera (49), Et en Desfar (50), e n' Huch lo bòn trovayre (51). (dez Far, Dezfar, Desfar)
De n' Infantyl (53) lo stòl pos abatut, Dels maures buckrs víu d' en Jacques lo ferra Pauchs environ; a lo Deus ha plascut
Donar de mayll lo phloch que fóu digut; E dix lo rey: - "Presem pus prest la terra! (54)" -
****
E d' Aragó se víu prest la senyera, De Mafumet se víu trestot cremat; E' n Nono dix ab gaug pus vertadera:
- "Senyor en rey! acesta es la quarrera De vostra terra, presetzla la primera." - E de Maylorcha rey fó prest cridat (55).
XL.
Y en seguida empezó a moverse la vanguardia, que se componía de los soldados de D. Guillén y D. Ramón de Moncada y de los templarios; y pronto se distinguió tras el collado a la horda sarracena, preparada para el combate; y dada la señal, con pavoroso estrépito se trabó la lid, haciendo cada parte cuanto podía.
XLI.
La vanguardia hizo experimentar grandes daños al enemigo, porque los cristianos peleaban con denuedo por la fé de Cristo. Mas allí acabó peleando D. Guillén de Moncada su gloriosa carrera; allí murió también D. Ramón de Moncada como un héroe defendiendo su estandarte, y con ellos el valiente Desfar y Hugo de Mataplana, el buen trovador.
XLII.
…............. ***
Hallábase ya derrotado y vencido el ejército de Infantilla, y las armas de la hueste del rey Don Jaime apenas encontraban ya enemigos que vencer por aquellos alrededores. Plugo a Dios dar a los infieles el castigo que merecían, y dijo el valeroso monarca: - "Entremos en la ciudad!" - ***
Y pronto se vio tremolar sobre las torres de sus muros el pabellón aragonés, y reducido a cenizas el de Mahoma: y D. Nuño, con muestras de verdadero gozo, dijo a Don Jaime: - "Señor rey! esta es la puerta de la ciudad que ya os pertenece, tomadla ante todo, y sed vos el primero que entre por ella.” - Y en seguida fue aclamado y victoreado por rey de Mallorca.
***
- "Alors! alors! dix en Jacques cant víu De Maylorches la vila mant dampnada, A sos prelats e sos barons; porriu L' esgard haver (56), dònchs huy bé la teniu La vila ferma, e lexatz lo morriu (57); Dònchs plach a Deus, Maylorqu‘ es conquerada (58)." -
- "Adelante! adelante! dijo Don Jaime a sus prelados y barones, cuando vio a la hermosa ciudad llena de escombros, extended vuestras miradas; y pues tenemos segura la posesión de la capital, podéis desceñiros el casco, que con el auxilio de Dios, está ya conquistada la isla de Mallorca." -
***
Y entonces el rey para descansar de las fatigas de aquel día, y para reponerse del daño que había experimentado, se quitó el yelmo, depuso su espada y se desnudó de su armadura. Y luego exclamó: - "Honremos a Mallorca, colmándola de beneficios." -
***
Y ya que el rey, ó Dios mío, ha dejado las armas que con tanto esfuerzo ha empleado en honra y servicio vuestro; ya que las afiladas lanzas están descansando sin que arranquen a los combatientes lágrimas ni lamentos, razón es que suspenda mis versos y dé fin a mi canto.