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martes, 23 de junio de 2020

303. UN EPISODIO DE LA GUERRA ALBIGENSE

303. UN EPISODIO DE LA GUERRA ALBIGENSE (SIGLO XIII. AÍNSA)

Pedro II de Aragón acudió al sur de Francia para apoyar a sus súbditos albigenses, oponiéndosele Simón de Monfort, como es bien conocido. La guerra causó abundantes bajas entre los contendientes de uno y otro lado. En las filas aragonesas se contaba el hijo del barón Artal de Mur y Puymorca, que esperaba temeroso por la suerte que pudiera correr su primogénito.

Mientras esto sucedía, salió un día don Artal de caza para distraer su espera angustiada, cuando descubrió una jabalina a la que acorraló en una oquedad. La muerte del animal era segura. Pero cuando estaba a punto de disparar, el cazador oyó con sorpresa cómo se le dirigía la fiera, diciéndole:
«Si no me matas, te recompensaré». Ante hecho tan sorprendente, el barón abandonó la pieza y, sin poder disimular su asombro, decidió regresar a su casa, donde narró lo ocurrido.

Aquella noche, después de cenar, adormilado don Artal junto al hogar, vio atónito cómo de uno de los troncos surgía y tomaba cuerpo una figura humana. Se trataba de Satanás que acudía a cumplir la palabra dada por la mañana, pues la jabalina indultada no era otra que el propio diablo. Así fue cómo le contó que su hijo estaba a salvo y que no temiera por su vida, puesto que lo había tomado bajo su protección. Además, cogiendo un tizón con sus manos lo convirtió en un lingote de oro y se lo ofreció al barón. Luego desapareció.
A la mañana siguiente, la baronesa contó a su marido que había soñado que se le apareció la Virgen, quien le manifestó su deseo de que se le erigiera allí una ermita. Por su parte, don Artal refirió a su esposa lo sucedido junto al hogar.

El barón, hombre práctico y agradecido, propuso a su mujer la construcción de la capilla que pagarían con el dinero que les proporcionaría el lingote de oro, pero con la condición de que un día al año se oficiara en la nueva capilla una misa por el diablo.

El viejo sacerdote de Aínsa puso el grito en el cielo ante propuesta tan descabellada, pero accedió al final cuando el barón le dijo que la misa se ofrecería por la conversión del diablo. Desde entonces, pues, una vez al año es costumbre celebrar en Aínsa una misa por el diablo.

[Domínguez, Juan, «La misa por el diablo», en Aragón Legendario, II, págs.17-18.]