303. UN EPISODIO DE LA GUERRA ALBIGENSE
(SIGLO XIII. AÍNSA)
Pedro II de Aragón acudió al sur de Francia para apoyar a sus súbditos albigenses, oponiéndosele Simón de Monfort, como es bien conocido. La guerra causó abundantes bajas
entre los contendientes de uno y otro lado. En las filas aragonesas
se contaba el hijo del barón Artal de Mur y Puymorca, que esperaba
temeroso por la suerte que pudiera correr su primogénito.
Mientras esto sucedía, salió un día
don Artal de caza para distraer su espera angustiada, cuando
descubrió una jabalina a la que acorraló en una oquedad. La muerte
del animal era segura. Pero cuando estaba a punto de disparar, el
cazador oyó con sorpresa cómo se le dirigía la fiera, diciéndole:
«Si no me matas, te recompensaré».
Ante hecho tan sorprendente, el barón abandonó la pieza y, sin
poder disimular su asombro, decidió regresar a su casa, donde narró
lo ocurrido.
Aquella noche, después de cenar,
adormilado don Artal junto al hogar, vio atónito cómo de uno de los
troncos surgía y tomaba cuerpo una figura humana. Se trataba de
Satanás que acudía a cumplir la palabra dada por la mañana, pues
la jabalina indultada no era otra que el propio diablo. Así fue cómo
le contó que su hijo estaba a salvo y que no temiera por su vida,
puesto que lo había tomado bajo su protección. Además, cogiendo un
tizón con sus manos lo convirtió en un lingote de oro y se lo
ofreció al barón. Luego desapareció.
A la mañana siguiente, la baronesa
contó a su marido que había soñado que se le apareció la Virgen,
quien le manifestó su deseo de que se le erigiera allí una ermita.
Por su parte, don Artal refirió a su esposa lo sucedido junto al
hogar.
El barón, hombre práctico y
agradecido, propuso a su mujer la construcción de la capilla que
pagarían con el dinero que les proporcionaría el lingote de oro,
pero con la condición de que un día al año se oficiara en la nueva
capilla una misa por el diablo.
El viejo sacerdote de Aínsa puso el
grito en el cielo ante propuesta tan descabellada, pero accedió al
final cuando el barón le dijo que la misa se ofrecería por la conversión del diablo. Desde entonces, pues, una vez al año es
costumbre celebrar en Aínsa una misa por el diablo.
[Domínguez, Juan, «La misa por el
diablo», en Aragón Legendario, II, págs.17-18.]