En nuestros pueblos y ciudades, las
relaciones entre los musulmanes, dominadores, y los cristianos
mozárabes, sometidos, solían ser generalmente pacíficas, pero, no
obstante, en determinados momentos la coexistencia entre ambos
pueblos se deterioraba.
En cierta ocasión, una joven muchacha
de la localidad de Biescas, llamada Elena —que había salido a
llevar la comida a su padre y hermanos y le aguardaban en la borda alta donde
estaban trabajando— fue perseguida enconadamente por un grupo de
moros armados. La muchacha, que apenas si mantenía corriendo la
distancia que le separaba de sus perseguidores, sintió los efectos
del cansancio y se paró para tomar aire y sentarse en una piedra.
En aquel momento, se sucedieron una
serie de hechos absolutamente insólitos. La losa sobre la que
descansaba Elena se convirtió en silla cómoda y, junto a ella,
brotó una fuente abundante de agua clara que le permitió recuperar
fuerzas. En el suelo, humedecido por el agua, quedaron marcadas las
huellas de sus pies. Este último detalle no tendría importancia si
no fuera por el hecho de que la joven se había puesto las zapatillas
al revés para tratar de despistar a sus perseguidores, como así
sucedió.
Esta estratagema le proporcionó una
cierta ventaja, aunque al fin los moros perseguidores adivinaron la
añagaza que había urdido la joven y volvieron a pisarle los
talones.
Sintiéndose perdida, la muchacha se
introdujo en una cueva para esconderse. Sin duda alguna, este hecho
hubiera sido inútil si una araña, trabajando con celeridad
inusitada, no hubiera cerrado con su tela sutil la entrada del antro.
Porque, en efecto, al llegar allí los moros perseguidores y ver la
telaraña intacta, dijeron: «Donde la araña tejió, Elena no
entró». En ese momento, desorientados sobre el camino que Elena
podía haber emprendido, desistieron en su persecución.
En la actualidad, una ermita y una
fuente junto a la cueva delatan el paso de santa Elena, que todavía
tiene allí su santuario, en las afueras de Biescas.
[Datos proporcionados por Isabel
Castillo. Colegio «San Vicente de Paúl». Barbastro.]
Desnivel: 200 m. Duración: 2 horas. Época recomendada: todas. Punto de partida y de llegada: capilla de Santa Elena. Asentada junto a la carretera A-136, en pleno desfiladero del Río Gallego, se halla esta construcción religiosa ubicada a 4,5 km de Biescas y a 31 KM de Jaca, que permite a sus aledaños el estacionamiento de vehículos. Marca el inicio del Valle de Tena hacia el norte.