104. LA VICTORIA NAVAL DE ALFONSO I EL BATALLADOR (SIGLO XII.
AMPOSTA)
Tras la derrota de Alfonso I el
Batallador en Fraga después de haber reconquistado casi todo el
valle del Ebro, las noticias de su suerte fueron confusas. Unos le
daban por muerto en Zaragoza; otros, en San Juan de la Peña o
Huesca. Por eso, algunos creyeron que estaba vivo cuando cuarenta
años después se presentaba un falso Alfonso I.
Lo cierto es que una narración legendaria, debida al monje normando Orderic Vital, lo mantiene vivo
tras el desastre de Fraga pues, una vez repuesto de sus heridas
aparece de nuevo, sus guerreros se pusieron gozosos inmediatamente a
su disposición. Rehízo como pudo sus tropas, hizo acopio de
vituallas para varios días y, por caminos recónditos, se presentó
en la orilla del Mediterráneo, donde numerosos sarracenos estaban
cargando todavía las naves con el botín que habían ganado tras su
victoria en tierras fragatinas. A la vista de las fuerzas enemigas,
desde su puesto de observación estudió Alfonso I el Batallador la
mejor táctica a emplear en aquella ocasión especial y se lanzó por
sorpresa sobre los moros en el momento preciso, causándoles una gran
mortandad.
Una de las naves iba cargada con las
cabezas de los soldados cristianos derrotados, como presente que
Buchar (Texufin ben Alí ben Yusuf) enviaba a África a su padre en
testimonio de la victoria. También hallaron los hombres de Alfonso I
a más de setecientos prisioneros, hacinados como animales en las
bodegas de varias naves, y cuantioso botín capturado en Fraga y
durante el camino victorioso de regreso.
Los prisioneros cristianos —tras la
sorpresa que supuso la llegada inesperada de los soldados aragoneses,
y aprovechando que sus guardianes intentaban repeler el ataque de
Alfonso I el Batallador— fueron soltando sus cadenas en sus
respectivas naves y, poco a poco, se incorporaron a la pelea. La
derrota de los moros fue total.
Pudo Alfonso I enterrar cristianamente
las cabezas de los muertos en Fraga, controló a los prisioneros
moros para llevarlos a Zaragoza y recuperó multiplicado el botín.
Pero la alegría por la victoria naval que acababa de conseguir se
vio empañada por la enfermedad del propio rey que, fatigado y
exhausto, acabó por morir ocho días después.
[Lacarra, José María, Vida de Alfonso
el Batallador, pág. 132.]
Edificios religiosos:
Iglesia Arciprestal de la Asunción. Se empezó a construir en el siglo XVIII y está inacabada, ya que falta uno de los dos campanarios proyectados.
Iglesia de San José, en el barrio del Grao.
Iglesia del Sagrado Corazón en el barrio de Valletes.
Iglesia del Sagrado Corazón en el barrio de Valletes.
Ermita de la Virgen del Montsiá (Mare de Déu del Montsià). Situada a pie de la montaña del Montsianell.
Museos:
Museo de las Tierras del Ebro, antiguo Museo del Montsià, situado en el antiguo edificio de las escuelas públicas. Contiene diversas exposiciones permanentes de arqueología del Montsià, fauna y flora del Delta del Ebro, y también cuenta con algunas salas de exposiciones temporales.
Casa de Fusta (Casa de Madera), cerca de l'Encanyissada, ubicada en un antiguo refugio de cazadores. Contiene una amplia exposición de flora y fauna del Delta.
Patrimonio civil:
Puente colgante de Amposta, construido entre 1915 y 1921, proyectado por el ingeniero José Eugenio Ribera.
Torre de la Carrova, torre defensiva s.XIV situada sobre un montículo en el margen derecho del Ebro a unos 3,5 km de la ciudad.
Torre de Sant Joan, torre defensiva s.XVII-s.XIX, ordenada construir por el rey Felipe II para la protecció de la boca del puerto de los Alfaques de los ataques sarracenos.
Restos del Castillo, s.XIII-s.XV, actualmente sede de la Biblioteca Comarcal y de la Escola d'Art i Disseny.
Enlaces wiki:
http://www.castillosnet.org/espana/informacion.php?ref=T-CAS-103
- Ayuntamiento de Amposta (en catalán, la página cuenta con traductor)
- Portal de Comercio, Servicios y Industria de Amposta (en occitano y próximamente nuevos idiomas)