168. LA PELEA DE PEDROLA (SIGLO XIV.
PEDROLA)
La reconquista había finalizado hacía
tiempo en todo Aragón y quienes habían hecho de la guerra un medio
de vida debían buscar aventuras fuera de él, ya dirigiéndose al
sur —donde todavía quedaba en manos moras buena parte de la actual
Andalucía, en torno a la ciudad de Granada—, ya lanzándose a la
aventura que el Mediterráneo podía proporcionar sin duda.
En el interior del reino, sin embargo,
no siempre hubo la paz y el sosiego deseados, pues las diversas
pugnas entre los señores, el secular enfrentamiento entre los
agricultores y los ganaderos, y las múltiples rencillas locales
entre familias con intereses más o menos encontrados dieron origen a
no pocas luchas más o menos sangrientas.
Este era el ambiente y el clima en el
que, entre otros muchos lugares, vivía Pedrola. En efecto, dos
familias influyentes de la localidad se hallaban enfrentadas por cuestiones
patrimoniales, aunque el amor entre jóvenes de ambas no andaba
lejos, como solía ser habitual. Pero el caso ahora era que sendos
caballeros, representantes de las dos casas rivales, se desafiaron y
lucharon en duelo hasta que uno de ellos muriera.
La pelea fue extremadamente larga y
ambos contendientes estaban casi exhaustos cuando un golpe de fortuna
favoreció a uno de ellos, que estuvo en condiciones de matar a su
rival. Sin embargo, generosamente perdonó la vida a su contrario.
Cuando renació la calma y se
restañaron poco a poco las heridas, la mente y el corazón aunaron
sus esfuerzos de modo que el vencedor, en lugar de vanagloriarse por
una victoria que a punto estuvo de segar una vida, decidió dar
gracias al cielo porque la sangre no había corrido, fundando una
cofradía, la de Nuestra Señora de los Ángeles.
Tanto caló el gesto en el pueblo que
su recuerdo se perpetuó, de modo que, durante las fiestas anuales en
honor de la virgen de los Ángeles, un divertido festejo pretendía
recordar el histórico duelo.
[Sánchez Pérez, José A., El culto mariano en España, pág. 42.]