109. LA BURLA DE RAMIRO II (SIGLO XII.
HUESCA)
El hecho de que Ramiro II hubiera
profesado como fraile con anterioridad a su coronación como rey de
los aragoneses dio origen a no pocas controversias de todo tipo,
sobre todo por parte de sus detractores, que aprovecharon cuantas
ocasiones tuvieron para satirizarlo y ridiculizarlo, hasta que el escarmiento de Huesca, cuando
quiso fabricar una campana que se oyera en todo el reino, acalló
cualquier otro intento.
En cierta ocasión, cuando se hallaba
con sus huestes dispuesto a entrar en batalla contra los moros, hizo
que le entregaran las armas para ponerse al frente de los suyos, pero
si la operación entrañaba, sin duda, algunas dificultades incluso
para los más avezados guerreros, cuanto más para él puesto que,
siendo hombre de iglesia como era, parece que apenas conocía los
distintos componentes del traje guerrero y menos cómo moverse con
ellos encima.
Cuando se hubo montado sobre un hermoso
caballo bayo, sus ayudantes le pusieron el escudo en su mano
izquierda, como era costumbre, y la espada en la derecha. Una vez
cogidos ambos como le indicaron, aunque sin mucha desenvoltura por
cierto, preguntó entonces el monarca dónde debería llevar la
rienda de la montura que había quedado colgada. Como le dijeran que
en la mano izquierda, que ya tenía ocupada naturalmente con el
escudo, pidió que se la pusieran en la boca.
Ante aquella situación tan grotesca, y
más tratándose del propio rey, provocó entre las filas del campo
cristiano, incluidos los propios seniores, risas más o menos
contenidas y burlas disimuladas, aunque no tanto como para que don
Ramiro no se percatara de ello, cosa que no le gustó en absoluto.
Así es que se hizo el propósito de idear el escarmiento adecuado a
aquella falta de respeto, sobre todo entre sus seniores y ricos
hombres. Fue así como se fue fraguando en su mente una broma
auténticamente digna de un rey, lo cual parece que desembocó en la
conocida «Campana de Huesca».
[Gella, José, Romancero..., págs.
68-69.]