11. LA TOMA DE CALANDA POR LOS
MUSULMANES (SIGLO VIII. CALANDA)
La población de Calanda, como todos
los núcleos del actual bajo Aragón, pasó muy pronto a poder de los
moros una vez que capituló la ciudad de Zaragoza, llave del Ebro.
Durante el asedio, asalto y conquista por los musulmanes tuvo lugar
en la villa, según reza la tradición, un portentoso suceso
relacionado con un convento de religiosas benitas que allí había,
en el que se congregaban en torno a trescientas monjas o más.
En efecto, temerosas las religiosas de
caer en manos de los invasores, de cuyo comportamiento habían oído
verdaderas atrocidades, se congregaron todas en el coro para rezar,
rogando a Dios que las salvase de aquel peligro que sobre ellas se
cernía. Mientras los hombres de armas luchaban por la suerte de
Calanda, las religiosas entonaban cánticos de súplica al cielo. Sin
duda alguna, su plegaria fue escuchada pues, de improviso, tras un
estruendo que se oyó por toda la comarca, se hundió completamente
el monasterio bajo sus pies, quedando sepultadas sin sufrir daño
alguno sus moradoras.
La actividad continuó bajo tierra, y
mientras vivieron las religiosas que habían quedado sepultadas,
parece ser que a menudo se oían el órgano y las campanas,
indicadores de que la vida de la comunidad continuaba, enterrada bajo
la tierra, mientras que la firmeza del terreno proporcionaba en la
superficie paso seguro a los musulmanes y sus caballerías.
Cuando transcurrió el tiempo y era
imposible que ninguna de las religiosas pudiera vivir ya, fácilmente
comenzaron a abrirse simas donde se precipitaban las aguas de la
acequia para reaparecer a gran distancia; muchas personas
aprovecharon estas aberturas para curiosear el contenido de los
subterráneos misteriosos, donde afirmaban haber visto bodegas,
bóvedas y muchos maderajes.
[Vidiella, Santiago, «Calanda y Foz
Calanda»... BHGBA, I-II (1-XI-1909), 23.]
Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón
Rompida de la hora, 2019