296. SAN BLAS ELIGE TORRECILLA DE
ALCAÑIZ PARA QUEDARSE (SIGLO XV. TORRECILLA DE ALCAÑIZ)
En cierta ocasión, san Blas, san
Sebastián y san Valero coincidieron predicando en Alcañiz.
Finalizada su tarea pastoral, organizaron su escaso bagaje y
emprendieron juntos el camino en busca de nuevos horizontes en los
que sembrar o afianzar la semilla cristiana con su palabra. Su
caminar, como el de los jumentos que transportaban su equipaje
ligero, era cansino, pausado, sin prisas...
Cuando llegaron a Castelserás,
hallándose los tres a orillas del río Guadalope —en aquellos días
bastante crecido merced a las últimas lluvias caídas—, san Blas
tomó la iniciativa y le dijo a san Sebastián que se quedara allí,
puesto que era el único que llevaba aparejos de pesca, pensando en
salar los peces que a buen seguro irían a picar en su anzuelo. A san
Sebastián le pareció bien la idea y se dispuso para la pesca.
San Blas y san Valero continuaron
juntos el camino. Al llegar a Torrecilla de Alcañiz, san Blas le
dijo a su compañero que, puesto que tenía una red para cazar
pájaros, fuera a La Codoñera, donde podría hacer buen acopio de
volátiles pensando en el mañana. Aunque san Valero protestó
bastante, se vio forzado a marchar ante la amenaza que san Blas le
hacía de lanzarle un bolo que llevaba en el morral, instrumento para
jugar al típico juego aragonés, de gran tradición en Torrecilla (birla, birles).
Cuando san Valero emprendió el camino
hacia La Codoñera, san Blas, uno de los catorce más famosos
auxiliadores medievales, entró en las calles de Torrecilla de
Alcañiz. Pronto comenzó su tarea evangelizadora y pronto se hizo
con las voluntades de sus habitantes, quienes acabarían nombrándole
patrón del pueblo.
Una de las múltiples coplillas que le
dedican anualmente los «despertadores» hacen referencia a esta
leyenda:
«San Blas, obispo de Sebaste,
que en Torrecilla vino a quedarse,
tiene un brazo y una varilla depositada en la capilla.»
[Burgués, José P., Religiosidad
popular en Torrecilla de Alcañiz, págs. 40-41.]