(SIGLO XIII. ZARAGOZA)
Como es sabido, santo Domingo había
estado en Zaragoza para predicar y difundir el rezo del rosario y,
antes de marcharse, había fundando una cofradía a la que se
aproximó y afilió la noble dama Alejandra, protagonista de una
historia legendaria. Ocurrió que la belleza de esta dama provocó
los requerimientos amorosos de dos jóvenes zaragozanos que
decidieron solventar sus diferencias respecto a la mujer en duelo a
muerte, de modo que el superviviente tendría el camino expedito. El
desenlace, sin embargo, fue muy distinto al esperado, pues acabaron
muriendo ambos contendientes.
Los padres de los dos jóvenes,
conocedores de que Alejandra había sido la causante de la desgracia,
decidieron vengarse, de modo que allanaron su casa y, encontrándola
sola, le quitaron la vida a puñaladas, no sin antes negarle la
posibilidad de confesarse como les suplicaba con sollozos la joven
muchacha.
Una vez perpetrado el asesinato, el
padre de uno de los muchachos cortó la cabeza del cuerpo de
Alejandra, y la arrojó al fondo del pozo de la propia casa. Mas como
la joven al verse atacada había invocado fervorosamente a Nuestra
Señora del Rosario, ésta logró que su alma no escapase de la
cabeza cortada hasta tener la posibilidad de confesarse.
Advertido santo Domingo de lo que había
sucedido, y puesto que conocía a la joven desde su primera estancia
en Zaragoza, aprovechó su regreso a esta ciudad —era el año 1200—
y acercándose al pozo comenzó a llamar a Alejandra. La cabeza, con
el apoyo de un grupo de ángeles, comenzó a subir poco a poco hasta
ser colocada en el brocal del pozo. Una vez allí, santo Domingo la
confesó.
Pasados dos días, durante los cuales
varios cofrades se turnaron para rezar el rosario junto al cadáver
de Alejandra, el alma de la muchacha se separó al fin de su cabeza,
que fue enterrada con el resto del cuerpo. Después de todo lo
sucedido, santo Domingo logró aumentar en Zaragoza los prosélitos
defensores del rezo del rosario y, para perpetuar los acontecimientos
acaecidos, levantó un altar a Nuestra Señora del Rosario.
[Faci, Roque A., Aragón..., I, págs.
301-302.]
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