311. LOS CORPORALES DE FRAGA (SIGLO XV.
FRAGA)
Nos hallamos en un día del año 1460.
En Fraga, los frailes predicadores de San Agustín tienen abierta
casa. Están llevando allí a cabo una importante tarea
evangelizadora, sobre todo entre la población judía, aunque bien es
verdad que muchas de las conversiones que se producen lo son un tanto
forzadas por las circunstancias extra religiosas, pues la monarquía
de Alfonso V el Magnánimo y de la reina María favorecía esta
política.
En ese día, en la iglesia conventual
de los Agustinos se ha declarado un voraz incendio y, aunque las
llamas no la han destruido por completo, sí ha ardido totalmente el
hermoso retablo mayor, incluido el Sagrario que lo presidía.
En pocas horas, todo es ceniza: las
maderas y los ropajes, los cantorales y los lienzos. Sin embargo, las
propias llamas transportan por el aire, cercana al techo, la hostia
consagrada que ocultaba el Sagrario en el momento del incendio: la
depositan bajo un candelabro donde al cabo del rato volvió a su
estado natural. También vuelan los corporales, completamente
intactos, como llevados por ángeles, yendo a pegarse en las piedras
de la crucería de la capilla mayor. De allí los recogerán con
artificio unos frailes. También ha quedado milagrosamente indemne
una imagen de Nuestra Señora.
El prodigioso hecho fue conocido
rápidamente en todos los rincones del Reino y, desde luego, no había
podido suceder en un momento más oportuno, cuando los herejes e
infieles dudaban más que nunca. La palabra ilustrada de los frailes
predicadores hizo el resto y les convenció no sólo a quienes
negaban la veneración a las sagradas imágenes, sino también la
real presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento del altar. Allí
mismo, aquel día aciago, acababa de darse una prueba palpable de
ello.
Ferrer de Lanuza, el que fuera Justicia
de Aragón, gobernador por aquel entonces de Fraga, por orden de la
reina María mandó rehacer el retablo para reponerlo en su sitio y
dar a conocer al mundo pruebas testimoniales de la verdadera fe.
[Blasco de Lanuza, V., Historias
eclesiásticas y seculares de Aragón, I, lib. 5, cap. 30. Faci,
Roque A., Aragón..., I, págs. 14-15.]