7. ASPECTOS RELIGIOSOS
7.1. LOS MONASTERIOS
251. NACIMIENTO DE SAN JUAN DE LA PEÑA
(SIGLO VII. SAN JUAN DE LA PEÑA)
Don Juan de Atarés era un respetado
caballero cristiano que, perteneciente a una noble y prestigiosa
familia hispanogoda, tenía su casa solariega en Atarés, pueblecito
cercano a Jaca, donde fundamentalmente se dedicaba a la agricultura y
a la ganadería. Un día, a fines del siglo VII, movido por su
profunda vocación religiosa, decidió renunciar a sus cuantiosos
bienes y a su familia y se hizo penitente.
Se estableció en solitario Juan de
Atarés en una cueva del monte llamado Pano, en un aislado paraje de
la sierra de San Juan, cerca de Jaca, donde pasaba las horas orando.
Un día, sin saber por dónde había llegado, lo fue a visitar un
caballero ricamente vestido (era, en realidad el propio Lucifer
disfrazado) y ambos salieron a hablar al exterior de la cueva. De
pronto se oyó un gran estruendo y las piedras de la montaña
comenzaron a moverse hasta formar un hermoso palacio. Mostró así
Satanás a don Juan su inmenso poder y le incitó a que renunciara a
Dios regresando a las cosas del siglo. Por respuesta, el anacoreta
Atarés comenzó a rezar y cayó al suelo privado de sentido.
Cuando volvió en sí vio que se
hallaba en presencia de un ángel y observó cómo el suntuoso
palacio se venía abajo con otro gran estruendo. «Ya ves lo que
queda del poderío del enemigo de Dios que ha venido a tentarte», le
dijo el ángel, y le pidió que se trasladara a una gran cueva que
había en el monte Uruel y labrara allí un altar bajo la advocación
de san Juan Bautista, a quien debía encomendar su vida y su alma.
Una vez que desapareció el ángel,
Juan de Atarés se aprestó a cumplir la orden recibida. Anduvo por
el monte y encontró una oquedad, en cuyo fondo existía una inmensa
gruta. Preparó un pequeño habitáculo para resguardarse de la
intemperie y colocó una imagen de san Juan Bautista toscamente
modelada con su propia navaja en un improvisado altar, fundando así
una iglesia en honor de san Juan, donde andando el tiempo surgiría
un famoso monasterio en el que los monjes harían vida en común y de
donde arrancaría —la leyenda se encargará de decírnoslo— el
nacimiento del reino de Sobrarbe y del condado de Aragón.
[Libro de S. Voto. Manuscrito Bibl.
Universitaria de Zaragoza. Cop. siglo XIII, fol. 0-2.
Papebroch, D., Acta Sanctorum, Mai VII,
págs. 61-63. Risco, P., España Sagrada, 30, págs. 400-408.
Sánchez Pérez, José A., El Reino de
Aragón, págs. 118-120.]