2.36. SAN JORGE PELEA EN EL CERCO DE
HUESCA (SIGLO XI. HUESCA)
Estaba casi finalizando el siglo XI.
Abderrahmán, rey moro de la fortaleza de Huesca, decidió solicitar
ayuda a su correligionario zaragozano temiendo que el nuevo rey
cristiano de los aragoneses, Pedro I, pudiera atacar la ciudad de
nuevo en cualquier momento, tal como le habían anunciado sus espías.
El rey de Sarakusta, a su vez, solicitó para la ocasión la
colaboración de los condes cristianos castellanos García Ordóñez
y Gonzalvo. El primero de estos, acompañado de numerosos peones
armados y trescientos hombres a caballo, acudió a la llamada y,
junto con las huestes del monarca de Sarakusta, fueron a socorrer al
moro oscense.
Ante tan importante y numerosa
coalición militar del enemigo, el rey Pedro I, para tratar de
fortalecer la moral de los suyos —algo minada por las noticias
adversas que corrían por el campamento—, hizo trasladar el cuerpo
de san Victorián, venerado mártir que yacía en el nuevo
convento castillo del cercano Montearagón, hasta el lugar de la
lucha, que tuvo como escenario los campos cercanos del Alcoraz.
Al fin se entabló la pelea que habría
de ser definitiva. Y ocurrió que ese mismo día y casi a la misma
hora, san Jorge estaba ayudando en la batalla de Antioquía, librada
en Oriente, al caballero Alamañac, subiéndolo a la grupa de su
caballo y poniéndolo a salvo. Muy poco después, en la misma
jornada, ambos, como por arte de magia, aparecieron juntos en los
llanos de Alcoraz para apoyar con su arrojo al ejército cristiano de
Pedro I, que venció y pudo por fin tomar la plaza de Huesca.
El caballero Alamañac, que era hombre
letrado, en principio creyó que se trataba de una sola batalla, pero
luego dio testimonio de que en la misma jornada había intervenido en
dos bien distintas y alejadas una de la otra junto a san Jorge: en
Antioquía, allá en el Oriente lejano, y en los campos de Alcoraz,
junto a Huesca.
[Zurita, Jerónimo, Anales, I, págs.
132-133.
Ubieto, Antonio, Crónica de los
Estados Peninsulares, págs. 121-123.]