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martes, 23 de junio de 2020

298. LA JUSTICIA DEL OBISPO BENCIO


7.4. LOS PORTENTOS

298. LA JUSTICIA DEL OBISPO BENCIO (SIGLO VIII. BONO)

298. LA JUSTICIA DEL OBISPO BENCIO (SIGLO VIII. BONO)


El obispo de Zaragoza, Bencio, instado por sus fieles había huido a las montañas ribagorzanas antes de que la ciudad fuera conquistada por los musulmanes. Con él se había llevado los principales bienes muebles y ornamentos sagrados de la diócesis, con la esperanza de que llegarían mejores y más sosegados tiempos para regresar.

Ya en tierras de Ribagorza, llevó a cabo Bencio una intensa actividad pastoral y política, puesto que fue partícipe principal de la resistencia que se inició en aquellas tierras contra los moros. Él encabezó precisamente la delegación cristiana que atravesó al otro lado de los Pirineos para solicitar ayuda militar y humana al rey de los francos.

La comunicación con las gentes del país vecino fue frecuente y es en el transcurso de uno de esos viajes de Bencio a Francia cuando sucedió la siguiente escena. Fue en el momento de atravesar la montaña que separa Ribagorza del valle de Arán, la llamada —en virtud precisamente de este hecho— la Maladeta o, lo que es lo mismo, la Maldita.

Se hallaba todavía el obispo en el lado ribagorzano, aunque no lejos de la cumbre, cuando se encontró con un rebaño y su pastor. Éste, sin venir a cuento y sin haber mediado ninguna palabra previa, motejó e incluso amenazó al religioso que no sabía qué hacer ante aquella actitud, excepto pasar de largo. Una pastora que se encontraba próxima al lugar de la escena al cuidado de otro rebaño, viendo el desprecio y la vejación de que era objeto Bencio se acercó a él para socorrerle, ayuda que agradeció enormemente éste.

Habían transcurrido sólo unos instantes cuando el sacerdote, que estaba muy enfadado por lo sucedido, avisó a la pastora del castigo que iba a imponer a aquel desalmado y le pidió que se retirara un tanto valle abajo con sus animales. Lo hizo así la zagala e inmediatamente se oyó un enorme estruendo, momento en el que el pastor y sus reses quedaron todos petrificados, tal como todavía se les puede ver hoy.

[Moner, Joaquín M., Historia de Ribagorza, II, págs. 170-171.]


http://www.piedras-sagradas.es/rebanos-petrificados-de-la-maladeta-benasque/