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domingo, 28 de junio de 2020

339. LA LUCHA CONTRA LA PESTE

339. LA LUCHA CONTRA LA PESTE (SIGLO XV. PEÑARROYA DE TASTAVÍNS)

339. LA LUCHA CONTRA LA PESTE (SIGLO XV. PEÑARROYA DE TASTAVÍNS)


La población del Bajo Aragón, como toda la del reino aragonés, padeció los azotes de sucesivas epidemias de peste, terrible enfermedad que se había extendido desde los puertos mediterráneos a partir de mediados del siglo XIV, siglo en el que en Peñarroya de Tastavíns llegaron a fallecer los dos notarios, de modo que el juez local tuvo que autorizar a un simple vecino para que hiciera sus funciones. En varios pueblos hubo que habilitar nuevos cementerios, pues los existentes se vieron desbordados por la mortandad. La situación era dantesca y prácticamente no hubo localidad que no se viera más o menos afectada.

A lo largo de todo el siglo XV, los brotes pestíferos se sucedieron de manera sistemática en toda la comarca diezmando todavía más la escasa población superviviente. Tal fue el grado de virulencia de una de aquellas terribles mortandades que, en la cercana aldea de Vallibona, localidad hoy castellonense, las posibilidades de engendrar nuevas vidas era ya casi nula, pues murieron apestadas, además de las personas mayores y los niños, casi todas las mujeres jóvenes capaces de procrear y apenas quedaban varones adultos.

Había que tomar alguna decisión antes que abandonar los campos de su subsistencia y las casas donde habían nacido para buscar nuevos e inciertos horizontes de vida. Fue entonces cuando siete jóvenes muchachos supervivientes de Vallibona caminaron los treinta kilómetros que los separaban de Peñarroya, pueblo menos castigado en aquel embate, y, tras exponer sus cuitas y sus pretensiones, lograron que siete mujeres en edad de engendrar nuevas vidas accedieran a casarse con ellos y fijar su residencia en el pueblo castellonense, que no sólo se salvó de la extinción total, como ocurriera con tantos otros lugares, sino que logró rehacer su horizonte vital.

Desde entonces, los vecinos de Vallibona, en agradecimiento por la ayuda humanitaria prestada, cada siete años (tantos como muchachas salieron entonces) acuden a pie a Peñarroya para festejar juntos, en torno al santuario de Nuestra Señora de la Fuente, un hermanamiento que tiene antecedentes históricos bien lejanos.

[Serrano Dolader, Alberto, Guía mágica... de Teruel, págs. 61-62.]






lunes, 22 de junio de 2020

NUNILO Y ALODIA, VÍCTIMAS DE LA INTRANSIGENCIA RELIGIOSA


240. NUNILO Y ALODIA, VÍCTIMAS DE LA INTRANSIGENCIA RELIGIOSA (SIGLO IX. ADAHUESCA Y BETORZ)

Nunilo y Alodia eran dos niñas de Adahuesca, localidad del somontano oscense, hijas de madre cristiana y de padre musulmán. Dada la radicalización de los primeros tiempos de la conquista, no fue nada fácil vivir en el seno de una familia mixta como la suya, pero fueron educadas por consenso de sus padres en la religión materna.

Cuando su padre murió relativamente joven, siguiendo los preceptos de la religión islámica, las niñas pasaron a estar bajo la tutela y amparo del pariente varón más cercano, que en este caso era un tío, cuyo radicalismo obligó a que ambas se educaran en adelante en la religión paterna, es decir, la islámica. Como la madre persistiera terne en su empeño de que fueran cristianas, a pesar del parentesco el intransigente tío las denunció ante la autoridad del juez musulmán de Alquézar.

Se tomó su tiempo el juez, buscando la mejor manera de solventar el problema, resolviendo al fin, movido por la juventud de las muchachas, no condenarlas. Pero al tío no le satisfizo aquella sentencia exculpatoria de modo que, enfurecido, decidió apelar a la autoridad del juez superior de Huesca.

Tras pasar vicisitudes varias por el camino, llegaron a la capital del distrito. Aquí, el juez Zumail, tras tomarles declaración y exhortarles a que adjuraran de la religión católica, les preguntó si estaban dispuestas a ello pues, de lo contrario, tendría que condenarlas a la pena máxima.

Las niñas se mantuvieron firmes y firme fue también la decisión de Zumail, que las condenó a morir degolladas. Sus cuerpos sin vida fueron a parar al muladar.
Ocurrió que durante varios días, sendas luces de origen desconocido lucieron permanentemente en el vertedero donde habían sido abandonadas, por lo que pusieron al corriente del hecho al juez. Éste, para evitar cualquier tipo de reacción de la población mozárabe cristiana, ordenó horadar un profundo pozo y enterrarlas en él. Una vez cubierto, se señaló el lugar con una cruz.

[Datos proporcionados por Ana Mª Cavero, Eva Gálvez, Raquel Gutiérrez y Mª Soledad Laborda, del Colegio «San Vicente de Paúl». Barbastro.]


lunes, 20 de mayo de 2019

El juez traidor, siglo XII, Teruel


2.71. EL JUEZ TRAIDOR (SIGLO XII. TERUEL)


Una vez que ya había sido reconquistada Teruel por el rey aragonés Alfonso II, y dada la importancia estratégica que esta ciudad tenía, los musulmanes intentaron recuperarla en reiteradas ocasiones o, cuando menos, depredaban sus campos y huertas o hacían cautivos a los labradores que sorprendían en los campos en plena faena, para ser luego vendidos como esclavos en el mercado de Valencia, ciudad que todavía era sarracena.
Una de estas molestas y peligrosas acciones tuvo lugar entre 1183-1184, cuando la ciudad era regida por un juez llamado Ibáñez Domingo de Mortón quien, bien por miedo a las amenazas recibidas, cada vez más serias, bien presa de la codicia, intentó vender Teruel al enemigo a cambio de los numerosos tesoros que le habían sido prometidos y que esperaba disfrutar tras su planeada huida a tierra de moros.
Pero la traición fue descubierta a tiempo por los turolenses y el juez Domingo de Mortón fue juzgado de acuerdo con el Fuero concedido hacía bien pocos años por el rey Alfonso II. Tras el juicio, en el que fue condenado a morir ahorcado, fue ejecutado en un viejo olmo solitario que crecía en una zona próxima a la ciudad denominada de San Lázaro, debajo del actual viaducto, donde se confinaba a los leprosos.
La ciudad se salvó para siempre de ser recuperada por los musulmanes y el hecho sirvió de escarmiento.

El juez traidor, siglo XII, Teruel, viaducto


* Según Caruana, este hecho es histórico, puesto que en el Libro de las Crónicas de Teruel, conservado en el Ayuntamiento, tras el nombre de este juez se señala que «fue enforcado en el olmo de San Lázaro porque quiso vender a los moros Teruel», y prosigue diciendo que una mano posterior añadió: «de Castiel y de Villel», apostillado el propio Caruana que Villel era cristiana desde 1180, pero Castiel —hoy Castielfabib— efectivamente continuaba siendo musulmana y no la conquistaron los cristianos hasta el año 1210.

olmo, ulmus
olmo, ulmus