240. NUNILO Y ALODIA, VÍCTIMAS DE LA INTRANSIGENCIA
RELIGIOSA (SIGLO IX. ADAHUESCA Y BETORZ)
Nunilo y Alodia eran dos niñas de
Adahuesca, localidad del somontano oscense, hijas de madre cristiana
y de padre musulmán. Dada la radicalización de los primeros tiempos
de la conquista, no fue nada fácil vivir en el seno de una familia
mixta como la suya, pero fueron educadas por consenso de sus padres
en la religión materna.
Cuando su padre murió relativamente
joven, siguiendo los preceptos de la religión islámica, las niñas
pasaron a estar bajo la tutela y amparo del pariente varón más
cercano, que en este caso era un tío, cuyo radicalismo obligó a que
ambas se educaran en adelante en la religión paterna, es decir, la
islámica. Como la madre persistiera terne en su empeño de que
fueran cristianas, a pesar del parentesco el intransigente tío las
denunció ante la autoridad del juez musulmán de Alquézar.
Se tomó su tiempo el juez, buscando la
mejor manera de solventar el problema, resolviendo al fin, movido por
la juventud de las muchachas, no condenarlas. Pero al tío no le
satisfizo aquella sentencia exculpatoria de modo que, enfurecido,
decidió apelar a la autoridad del juez superior de Huesca.
Tras pasar vicisitudes varias por el
camino, llegaron a la capital del distrito. Aquí, el juez Zumail,
tras tomarles declaración y exhortarles a que adjuraran de la
religión católica, les preguntó si estaban dispuestas a ello pues,
de lo contrario, tendría que condenarlas a la pena máxima.
Las niñas se mantuvieron firmes y
firme fue también la decisión de Zumail, que las condenó a morir
degolladas. Sus cuerpos sin vida fueron a parar al muladar.
Ocurrió que durante varios días,
sendas luces de origen desconocido lucieron permanentemente en el
vertedero donde habían sido abandonadas, por lo que pusieron al
corriente del hecho al juez. Éste, para evitar cualquier tipo de
reacción de la población mozárabe cristiana, ordenó horadar un
profundo pozo y enterrarlas en él. Una vez cubierto, se señaló el
lugar con una cruz.
[Datos proporcionados por Ana Mª
Cavero, Eva Gálvez, Raquel Gutiérrez y Mª Soledad Laborda, del
Colegio «San Vicente de Paúl». Barbastro.]