Imp. Clásica, Zaragoza.
VIDAL I MICÓ, Francisco (1735),
Historia de la portentosa vida y milagros del valenciano apóstol de
Europa, San Vicente Ferrer. Valencia.
VIDIELLA, Santiago (1909), «Calanda y
Foz-Calanda. Prehistoria: datos y tradiciones»,
BHGBA, I-II (Alcañiz), 24.
VIGUERA, Mª Jesús (1981), Aragón
musulmán. Librería General, Zaragoza.
XIMENEZ CERDAN, Johan, «Letra
intimada», en Bonet, A.; Sarasa, E.; y Redondo, G.,
El Justicia de Aragón: Historia y
Derecho, fol. XLIXvº.
XIMÉNEZ DE RADA, Rodrigo (1968), De
rebus Hispaniae. Anubar, Valencia.
YANGUAS HERNÁNDEZ, Salustiano (1992),
Cuentos y relatos aragoneses. Gráficas Bau, Zaragoza.
ZAMORA LUCAS, Florentino (1971),
Leyendas de Soria. CSIC/Centro de Estudios Sorianos, Madrid.
ZAPATER, Alfonso (1988), Aragón pueblo
a pueblo (18 vols.). Aguaviva, Zaragoza.
ZURITA, Jerónimo (1967),
Anales de la Corona de Aragón. Ed. Antonio Ubieto. Anubar, Valencia.
IV. ÍNDICES (la paginación corresponde con el PDF original)
II.1. ÍNDICE DE LEYENDAS
1. LA CONQUISTA
MUSULMANA.......... 43
2. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN
............... 55
2.1. RECONQUISTA
................... 55
2.2.
REPOBLACIÓN....................... 115
3. EL MUNDO CRISTIANO
............. 123
3.1. LOS
REYES.......... 123
130. Jaime II elige esposa (1314)
.............. 160
132. La condesa de Urgell pretende
envenenar a Fernando I.
134. Fernando II, armado caballero de
María....... 163
3.2. LA NOBLEZA Y LOS SEÑORÍOS
............... 165
136. El nacimiento de la nobleza
aragonesa .... 165
137. El origen de los Aysa
.............. 166
138. García Aznárez, asesino de
Céntulo de Bigorra....... 167
139. La cruenta muerte del barón de
Espés...... 168
140. El origen de los Maza
............. 169
142. El origen del topónimo
Nonaspe....... 170
143. El señorío de Albarracín,
vasallo de Santa María ..... 171
144. Origen de la baronía de Escriche
....... 172
145. Pedro Fernández de Azagra,
milagrosamente ileso . 173
146. El nombramiento del primer conde
de Luna .... 173
147. La fuerza de las armas
................... 174
148. Revuelta
campesina........................... 175
149. La muerte del conde Artal, señor
de Mequinenza . 176
150. Las herraduras del marqués de
Ayerbe ...... 177
151. La historia también gasta bromas
.... 178
152. El mal «señor» de Fabara
........... 179
153. La curación milagrosa del hijo
del conde de Ribagorza .... 180
3.3. LA VIDA
CORTESANA................................. 181
154. La condesa traidora ....................... 181
155. Los afectos castellanos de la
reina Sancha ... 182
156. La prisión de la reina doña
Urraca ....... 182
157. El duque de Híjar y la hija de
Jaime I....... 183
158. Jaime I castiga a su
trovador.... 184
159. La sombra de la princesa doña
Blanca ...... 185
160. Nace la Orden de la Banda de la
Virgen del Pilar.. 186
161. La reina María llora la ausencia
de Alfonso V .. 187
162. El trovador de la Aljafería
..... 188
163. El príncipe de Viana escapa de
Mallén .. 189
164. El trovador que murió de amor
.......... 189
3.4. LAS PUGNAS
FAMILIARES............................... 190
165. Las primeras armas de Jaime
I............ 190
166. Las consecuencias de la pugna
entre los Albir y los Frago 191
167. Los Marcilla y los Segura, frente
a frente......192
168. La pelea de
Pedrola............................. 193
169. Los Urrea contra los Cornel
................ 194
170. La loca enamorada de
Montalbán..... 195
171. Los Luna y los Urrea,
enfrentados................ 196
172. Luchas de los Luna contra los
Urrea ....... 197
173. Los Muñoz y los Marcilla, frente
a frente .... 197
3.5. LA GUERRA ENTRE
CRISTIANOS....198
174. Las mujeres, vencedoras ante las
tropas de Pedro el Cruel 198
175. Miguel de Bernabé, en el sitio de
Daroca ... 199
176. La defensa del castillo de
Báguena.......... 200
177. La resistencia heroica de Bueña
........... 201
178. El portal de la
traición................................... 202
3.6. AMORES Y DESAMORES
................. 203
179. Los celos de Alfonso de
Barbastro............ 203
180. Los amores de Clara y
Manfredo......... 204
181. Un nuevo puente sobre el Turia: el
de doña Elvira.205
182. La venganza de Arnaldo, señor de
Castro de Malavella.. 206
183. Los amores de Berenguer de Azlor y
Aldonza de Entenza 206
184. El juramento incumplido
....... 207
4. EL MUNDO
MUSULMÁN................................ 213
190. La reina mora de Guarrinza
.......... 215
191. Las tres moras de
Zaragoza........... 215
192. La piedra horadada por el amor
........ 216
193. La princesa mora que buscó la
libertad.......... 217
194. El toro de oro que espera
oculto.......... 218
195. La construcción del castillo de
Trasmoz........ 219
196. La venganza de
Abdelmelic............. 220
197. El tesoro escondido de Alí
Mohal......... 221
198. Las revueltas musulmanas previas a
la reconquista de Sarakusta .. 222
199. El tesoro de Cañarda
......... 223
200. La eterna espera de la mora de
Guadalaviar..224
201. El tesoro de la reina mora
................. 224
202. La mora de la
basa............. 225
203. La mora encantada de Bastarás
............. 226
204. La mora encantada de
Sallaón............................................................... 227
205. El amor de Zoraida y los alarifes
de Teruel...... 228
206. La losa
mora............................................... 229
207. El tesoro de la mora de Siresa
......... 230
208. La larga espera de la reina
mora.............. 230
209. El tesoro de El Castellar
............. 231
5. EL MUNDO JUDÍO
............ 233
210. El Cid expulsa a los judíos de
Tamarite ....... 233
211. Los amores de Juan el herrero y la
bella hebrea ....... 234
212. El milagroso hallazgo del cuerpo
de santo Dominguito
de
Val........... 235
213. El monasterio de San Miguel de
Foces, asaltado ...... 236
214. La venganza del judío
noble................. 236
215. El augurio de Vicente
Ferrer............. 237
216. La conversión de los judíos
darocenses......... 238
217. La conversión del judío dormido
................ 239
6. RELACIONES ENTRE CRISTIANOS Y
MUSULMANES............. 241
6.1. RELACIONES AMISTOSAS
............. 241
218. Los mozárabes de Peralta de la
Sal........... 241
219. Los amores imposibles de Zoma y
María ....... 242
220. La enamorada del Cid
................ 243
221. El nacimiento de un mudéjar
................ 244
222. Los amores de Roderico de Mur y
Zulima......... 245
223. Almanzor y los mozárabes de La
Almunia .......... 245
224. Dos pretendientes para Zaida
.............................. 246
225. La cueva de la mora encantada
................ 247
226. El amor pudo a la religión
....................... 248
227. El alma del castillo de Gallur
........... 249
228. El amor, nueva
religión.......................... 250
229. La conversión del moro
Tocón.................... 251
230. El tesoro escondido de
Mustafá................. 252
231. El amor de don Pedro de
Azagra................ 252
232. La mora que acudió a la Virgen de
Salas.............. 253
233. La mora
peinadora..................................... 254
234. La cristiana peinadora
......................... 255
235. La conversión del alfaquí
zaragozano................ 256
236. La lavandera morica de Sena
................. 257
237. Las tres doncellas encantadas
............................. 258
238. La mora solitaria y el pastor de
Luesia............ 259
6.2. RELACIONES
PROBLEMÁTICAS........ 260
239. Orosia muere a manos
musulmanas......... 260
240. Nunilo y Alodia, víctimas de la
intransigencia religiosa...... 261
241. Visorio, asesinado por una partida
de moros ..... 261
242. La persecución de
Elena.............. 262
243. Los mozárabes de Zaragoza,
expulsados a El Burgo .... 263
244. El agua de Tarazona
.................... 264
245. La venganza del conde
cristiano...... 265
246. El celebrado salto de Pero Gil,
escudero del Cid .... 266
247. La conversión de un moro
............ 267
248. Galiano Galinás roba un cáliz a
los moros ............... 268
249. El pozo de
Ainés.............. 269
250. La expulsión de los moros de
Pina................ 270
7. ASPECTOS RELIGIOSOS
..................................... 271
7.1. LOS
MONASTERIOS................... 271
251. Nacimiento de San Juan de la
Peña.................... 271
252. Voto y Félix, en San Juan de la
Peña ........... 272
253. García Jiménez funda San Juan de
la Peña ................ 273
254. Fundación del monasterio de San
Martín de Cercito .... 274
255. Antecedentes del monasterio de
Trasobares.......... 275
256. Balandrán, elegido heraldo de la
virgen del Pueyo ... 275
257. Fundación del monasterio de
Trasobares........ 276
258. Don Pedro de Atarés, fundador de
Veruela...... 277
259. La reina Sancha funda el
monasterio de Sigena ...278
260. Los condes de Sástago construyen
el santuario de Monler. 279
261. Gil de Atrosillo, señor de
Estercuel, y la aparición de la Virgen
................ 280
262. La fundación del monasterio de
Santa Fe............. 281
263. Los condes de Sástago crean la
cartuja de Fuentes..... 282
264. El túnel bajo el
Ebro........................... 283
7.2. LOS PEREGRINOS
......................................... 283
265. San Marcial visita
Benasque......................... 283
266. El peregrino anónimo
........................284
267. Los peregrinos
escultores................... 285
268. El romero de
Castiello................................. 286
269. San Gregorio, peregrino
...................... 287
7.3. LOS SANTOS
................... 288
270. El vaticinio de san Valero
..................... 288
271. El destierro del obispo san
Ramón................... 289
272. San Ramón cura a una joven
desahuciada..................... 290
273. San Ramón libera a dos
soldados...................... 291
274. San Licer quiso reposar
definitivamente en Zuera........ 291
275. Santo Domingo predica la devoción
del rosario ..... 292
276. Santo Domingo intercede por la
noble Alejandra........... 293
277. Santo Domingo, amamantado por una
vaca ........ 294
278. San Roque, en el hospital de
Valdealgorfa ........ 295
279. Los predicadores Gregorio y
Domingo, en Besiáns ............... 296
280. Vicente Ferrer, predicador en Mora
de Rubielos ..... 297
281. La endemoniada de
Piedra................... 297
282. El crucifijo de san Vicente Ferrer
.................. 298
283. Vicente Ferrer salva su propia
vida ......... 299
284. Vicente Ferrer se apiada de la
madre trastornada.................. 300
285. Vicente Ferrer vaticina la
destrucción de Teruel..................... 301
286. Vicente Ferrer predica en
Calatayud................................................. 302
287. Los falsos frailes
............... 302
288. Vicente Ferrer impide que los
diablos se acerquen a Caspe 303
289. Vicente Ferrer aplaca una
tempestad .... 304
290. Vicente Ferrer instituye la
procesión de la disciplina........... 305
291. La palabra de Vicente Ferrer en
Aínsa ........ 306
292. El mas de
Ferrer................ 307
293. El cuadro
desprendido............................ 307
294. Pedro Arbués, pretendiente de
santa Bárbara ...... 308
295. San Gil y san Ginés,
predicadores........ 309
296. San Blas elige Torrecilla de
Alcañiz para quedarse..... 310
297. Elección de santa Tecla como
patrona 311
7.4. LOS PORTENTOS
......................... 312
298. La justicia del obispo
Bencio.......... 312
299. Un antídoto contra la
sequía............. 312
300. La Virgen viajera
........................... 313
301. Los corporales llegan a
Daroca......... 314
302. Invención del
rosario............................ 315
303. Un episodio de la guerra
albigense.......... 316
304. La palidez de la Virgen de Salas ... 317
305. Las avenidas del Ebro y de la
Huerva . 318
306. Martín Visagra,
perjuro.................... 319
307. Los corporales de
Aniñón...... 319
308. Los corporales de Andorra
..... 320
309. El agua, transformada en sangre
.... 321
310. La absolución de Lope Fernández
de Luna . 322
311. Los corporales de Fraga
.......... 323
312. Los corporales de
Aguaviva........ 324
313. Los corporales de San Juan de la
Peña, intactos ... 325
314. Los presagios de la campana
......... 325
315. Graus salvada de la inundación
......... 326
316. El cadáver del papa
Luna............... 327
317. Catalina, librada de los
demonios.......... 328
318. San Macario cura una
quebradura............ 329
7.5. LAS RELIQUIAS
............. 330
319. El brazo del apóstol san Pedro,
en Siresa ..... 330
320. García Aznárez trae a Aragón
los restos de san Indalecio. 331
321. El relicario de Jaime
I.......... 332
322. Jaime I dona una espina de la
corona de Cristo al monasterio de
Samper..... 333
323. Pan de la Última Cena salvado de
las llamas.... 333
324. El Santo Grial, en Aragón
............ 334
325. Europa busca el
Graal.................. 335
8. ASPECTOS
SOCIO-CULTURALES............... 337
8.1. LA
JUSTICIA................ 337
326. Nacimiento de los fueros de
Sobrarbe y del Justicia ............. 337
327. La justicia real en
entredicho.......... 338
328. Los falsificadores de moneda
............ 339
329. Justicia para todos
................ 340
330. Alfonso V interviene en la lucha
de los Marcilla y los Muñoz 340
331. El escudo de armas del Justicia de
Aragón....... 341
8.2. PLAGAS Y EPIDEMIAS
............................ 342
332. El miedo a la peste
.................... 342
333. La fundación de Salinas de Hoz
............................. 343
334. San Miguel lucha contra la plaga
de la langosta .... 344
335. San Sebastián libró de la lepra
a Fayón......... 345
336. La peste de la calle Baja
....................... 346
337. La plaga de la langosta dominada
por la Virgen ... 347
338. San Sebastián detiene la peste en
Azanuy ....... 347
339. La lucha contra la peste
................. 348
340. La desaparición de un pueblo:
Daymús...... 349
341. Fuentes de Ebro salvada de la
plaga de la langosta................ 350
342. La peste despuebla
Niablas..................... 351
8.3. LA CULTURA
................. 352
343. Las medicinas de san
Caprasio....... 352
344. Los excrementos del caballo de
Roldán .......... 353
345. Contienda juglaresca
................. 354
346. El quitamiedos de Robres
......... 354
347. Surge la
jota................. 355
348. Salmón a precio de oro
................ 356
8.4. ARAGONESES ALLENDE LAS
FRONTERAS........ 357
349. Embajada de Pedro Martínez de
Bolea a Castilla... 357
350. Santa Isabel hizo de monedas rosas
............. 358
351. El cautivo de los griegos........................ 359
352. El rescate de un esclavo aragonés
en Jerusalén.... 360
353. Sancho Fernández de Heredia y la
conquista de Cerdeña .... 361
8.5. ARAGONESES CON PERSONALIDAD............ 362
354. Juan Fernández de Heredia lucha
contra los turcos... 362
355. El mar reconoce a Pedro de Luna
como papa ... 363
356. La
tozudez de Benedicto
XIII......................... 363
357. El envenenamiento de Benedicto
XIII ............. 364
358. El Papa Luna se traslada en
secreto a Roma ...... 365
359. Benedicto XIII recibe a los
emisarios del concilio de Constanza....366
2. ÍNDICE DE LUGARES DE ORIGEN
Acumuer (H): 82/186/254. Adahuesca (H):
240/332. Aguaviva (T): 312.
Aguilar de Alfambra (T): 66.
Aínsa
(H): 17/291/303.
Aísa (H): 137.
Alagón (Z): 50/348.
Albarracín (T):
45/143/159/192/196/231. Albentosa (T): 123.
Alcañiz (T): 60.
Alcolea de Cinca (H): 266. Alcorisa
(T): 69/165.
Alcubierre (H): 343. Almonacid de la
Cuba (Z): 86.
Alquézar (H): 25/26/213.
Andorra (T): 308/318. Aniñón (Z):
307.
Aquilué (H): 233.
Arándiga (Z): 337.
Atea (Z): 15.
Ayerbe (H): 150/151/194. Azanuy (H):
338.
Báguena (T): 176.
Barbastro (H):
28/29/30/31/164/179/245/256/271/289/326. Bastarás (H): 203.
Benabarre (H): 292.
Benasque (H): 265.
Besiáns (H): 279.
Betorz (H): 240.
Biescas (H): 242.
Bijuesca (Z): 53.
Biscarrués (H): 33.
Blecua (H): 187. Boltaña (H): 241/267.
Bono (H): 258.
Borja (Z): 7/51/52/195/347. Broto (H):
77.
Bueña (T): 177.
Bujaraloz (Z): 336.
Burbáguena (T): 177.
Calanda (T): 11/40/61. Calasanz (H):
23.
Capella (H): 299.
Caspe (Z): 37/283/288. Castejón de las
Armas (Z): 134. Castejón de Valdejasa (Z): 209. Castellote (T): 199.
Castelnou (T): 270. Castiello de Jaca
(H): 268. Cella (T): 224.
Centenero (H): 10.
Cervera de la Cañada (Z): 297. Chía
(H): 248.
Cimballa (Z): 309.
Cortes de Aragón (T): 247. Cretas (T):
68.
Cuevas de Cañart (T): 201. Cutanda
(T): 54.
Daroca (Z):
9/57/58/65/78/79/125/146/175/189/216/219/229/287/301/ 306.
Echo (H): 97/112/190.
El Frasno (Z): 133. El Grado (H): 204.
Escatrón (Z): 264.
Escriche (T): 144.
Estercuel (T): 261.
Fabara (Z): 152.
Fayón (Z): 335.
Fraga (H): 63/64/311.
Frías de Albarracín (T): 193. Fuentes
de Ebro (Z): 341.
Fuentes de Jiloca (Z): 174.
Gallur (Z): 42/226/227. Gistaín (H):
202.
Graus (H): 94/221/222/290/315.
Griegos (T): 188/220. Guadalaviar (T):
200.
Híjar (T): 157.
Huesca:
34/35/36/95/107/109/110/111/140/232/293/304.
Ibieca (H): 214.
Illueca (Z): 316.
Inogés (Z): 352.
Jaca (H): 18/19/21/108/239/320.
La Iglesuela del Cid (T): 41. Labuerda
(H): 241.
Lagueruela (T): 121. Lanaja (H):
55/263.
Loarre (H): 1.
Lobera (Z): 277.
Luesia (Z): 238.
Luna (Z): 38.
Lupiñén (H): 295.
Maella (Z): 5/148/284. Magallón (Z):
166/321. Mallén (Z): 163.
Mequinenza (Z): 149.
Monreal del Campo (T): 197/230.
Montalbán (T): 170/183.
Montearagón (H): 323.
Monzalbarba (Z): 305.
Monzón (H): 44/116/118/119/122.
Nonaspe (Z): 142.
Ortilla (H): 295.
Oto (H): 342.
Pedrola (Z): 168.
Peñarroya de Tastavíns (T): 339.
Peralta de Alcofea (H): 39.
Peralta de la Sal (H): 32/218. Piedra
(Z): 145/182/281/317.
Pina de Ebro (Z): 250.
Pueyo de Araguás (H): 22.
Rasal (H): 208/234.
Ricla (Z): 228.
Roda de Isábena (H): 272/273. Robres
(H): 346.
Rueda de Jalón (Z): 43/59.
Sabiñán (Z): 237. Salinas de Hoz (H):
333.
Sallent de Gállego (H): 138.
Samper de
Salz (Z): 322.
San Juan de la Peña (H): 81/88/136/251/252/253/313/324/325.
Sástago (Z): 147/260.
Seira (H): 16.
Sena (H): 236.
Siresa (H): 207/319. Sopeira (H):
139/327.
Tamarite (H): 210.
Teruel:
70/71/117/167/173/178/181/205/285/329/330.
Tierga (Z): 62.
Torla (H): 77.
Torrecilla de Alcañiz (T): 296.
Tosos
(Z): 294.
Tramacastilla (T): 246. Trasmoz (Z):
195/328.
Trasobares (Z): 4/255/257.
Valdealgorfa (T): 120/278. Valdesgorfa.
Velilla de
Cinca (H): 340.
Velilla de Ebro (Z): 314.
Veruela (Z): 211/258.
Villanueva de
Sigena (H) 259.
Villarroya de la Sierra (Z) 310. Villel (T): 72.
Yebra de Basa (H): 239.
Zaragoza:
2/8/12/47/48/49/93/113/132/135/153/160/161/162/169/
171/191/198/212/217/235/262/269/275/276/300/331/345/152.
Zuera (Z): 274.
Aragón: 90/99/105/106.
Castilla: 154.
Cataluña: 127.
Chipre: 130.
Aibar (NA): 89.
Amposta (T): 104.
Belem (Portugal): 350.
Burdeos: 129.
Calahorra (Rioja): 24.
Monterroso (Galicia): 103.
Montpellier (Francia): 115.
Nájera (Rioja): 91.
Palermo: 128.
Peñíscola: 355/356/357/358/359.
Perpignan: 158.
Roma: 114.
San Miguel de Aralar: 96.
Soria:
100/101/102.
Valencia: 131.
Sin lugar: 155/206/302/344.
3. ÍNDICE ANALÍTICO
Abad: Alaón:
Benito Larrás, 327; Leire: García, 108; Montearagón: 169; Rueda:
Gastón de Ayerbe, 147; Samper del Salz: Guillermo, 322; San Ponce de
Tomeras: 110; San Juan de la Peña: Jimeno, 88; Paterno, 93; Sancho,
320; San Pedro de Tabernas: 90; Veruela: 169.
Abárzuza, 253.
ABDALA, alarife turolense, 205.
ABDELMELIC BEN RAZIN, señor de
Albarracín, 196. ABDERRAHMAN, rey de Huesca, 36.
ABDELAZIZ, gobernador musulmán de
Zaragoza, 81. ABDEL-MECH, rey de Zaragoza, 43.
ABDEMELIC, militar moro de Zaragoza,
81. ABDERRAHMAN AL-GAFEQUI, 343.
ABD-AL-RAHMAN [III] AL NASIR, califa de
Córdoba, 12. ABEL EL MALEK, walí de Jaca, 18.
ABEN AMED MUTAMIN,
alcaide moro de Borja, 52. ABEN-GAMA, gobernador moro de Daroca, 57, 65. ABEN GANYA,
rey de Valencia, 63, 64.
ABEN JAIR, 188. ABEN JAYE, 188.
ABEN JOT, creador de la jota, 347.
ABENLUPO, juez moro de Jaca, 239. Abetito, monte, 88.
Abiego (H), 26, 332.
Abín Ferruz, almunia, 338.
ABU-AMER, santón moro de Daroca, 219.
Abuán, 224.
ABUHASALEM, moro de Zaragoza, 198.
ABU MERUAN, señor moro de Albarracín,
192. ABU ZEYT, rey moro de Valencia, 78, 125.
ACISCLO, obispo, 239.
ACMET, moro, 21.
Acol, antecedente de Alcorisa, 69.
Acueducto: de Cella, 192. Acumuer (H),
82, 186, 254.
Adahuesca (H), 240, 332. Adakún (Vid.
Alacón).
ADELFA, mora de Zaragoza, 198. África,
1, 18, 104, 161.
AGNES, reina y esposa de Ramiro II,
107. Ágreda (Soria), 100.
Aguaviva (T), 309, 312.
Aguasvivas, río, 86.
ÁGUEDA, santa, 338.
Aguilaniu (H), 271.
Aguilar de Alfambra (T), 66. Aguilón
(Z), 294.
AHMAR, moro de
Daroca, 189. AHMED BEN
IBRAIN, 58.
AHMED BEN ABD-AL-MALIK, rey de Rueda de
Jalón, 59. AIMERICO DE NARBONA, 28.
AINES, mudéjar turiasonense, 249.
Ainielle (H), 342.
Aínsa (H), 3, 17, 19, 23, 253, 291,
292, 303.
Aísa (H), 137.
AIXA, hija del rey de Albarracín, 193;
mora de Aquilué, 233. Alacón (T), 196.
Alagón (Z), 50, 348.
ALAMAÑAC, compañero de san Jorge, 36.
Alaón, monasterio, 327.
Alarcos, batalla, 63, 155.
Alarife: Abdalá, de Teruel, 205; Omar,
de Teruel, 205. ALBA, esposa del rey Lobo, 231.
Albalate del Arzobispo (T), 318.
Albarracín (T), 45, 143, 145, 159,
167, 177, 188, 192, 193, 196, 197, 200, 220, 231,
246.
ALBAYACETO, judío de Zaragoza, 212.
Albentosa (T), 123.
Albero Alto (H), 165. Alberuela de
Laliena (H), 332. Albigenses: 303.
ALCADIR, rey moro de Valencia, 197.
Alcaide: 185, 192, 195, 316; Báguena:
Miguel de Bernabé, 175, 176, 177, 178; Borja: Abén Amed Mutamín,
52; Cella, Garcí Núñez (224); Daroca: Pedro Gilbert, 175; Zoma
(219); Gallur: 226; Graus: 221; Monreal: Mustafá, 230; Peralta de la
Sal: 218; La Puebla de Castro: Alhor Ben Alí, 222; Villel: Setí
Mahomat, 72.
Alcalá, despoblado cerca de Pina (Z),
250. Alcanadre, río, 55, 236, 259, 266, 271, 344.
Alcañiz (T), 12, 60, 285, 288, 296.
Alcolea de Cinca (H), 266. Alcoraz,
batalla, 34, 36, 37, 52.
Alcorisa (T), 69, 165.
Alcubierre (H), 343.
ALDA, hija de Vicente Belbís, 78.
ALDONZA DE ENTENZA, 183.
ALEJANDRA, dama zaragozana, 276.
ALEJANDRO [V], papa, 359.
Alfajarín (Z), 169.
Alfambra (T), 67, 173.
Alfaquí: de Zaragoza, 235; Jahy ben
Jaldún, 58. ALFONSO [I], falso, 113.
ALFONSO [I] EL BATALLADOR, rey de
Aragón, 5, 6, 15, 34, 43, 46, 47, 48, 49, 50, 52,
53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 62, 63,
64, 68, 95, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 104,
105, 106, 107, 108, 110, 111, 113, 138,
141, 142, 156, 198, 229, 243, 255, 257, 258,
259, 266, 271, 272, 273, 346.
ALFONSO [II], rey de Aragón, 66, 68,
70, 71, 74, 76, 113, 144, 155, 199, 259.
ALFONSO [III], rey de Aragón, 120.
ALFONSO [IV], rey de Aragón, 130.
ALFONSO [V] EL MAGNÁNIMO, rey de
Aragón, 131, 132, 160, 161, 173, 311, 314, 316,
324, 330, 334.
ALFONSO [VI], rey de Castilla, 101.
ALFONSO [VII], rey de Castilla, 59, 63. ALFONSO [VIII], rey de
Castilla, 155. ALFONSO DE BARBASTRO, 179.
Algás: castillo, 68; río, 68.
Alhambra, 134.
ALHOR, moro de Zaragoza, 191.
ALHOR BEN-ALI, alcaide de La Puebla de
Castro, 222. ALI MALHALI, moro de Zaragoza, 191.
ALI MOHAL, moro, 197. ALICIA, 149.
Aljafería, palacio, 12, 39, 43, 93,
161, 198, 246, 324, 350. Aljama: judía de Barbastro, 289; judía de
Zaragoza, 212. ALMANZOR, 154, 223.
Almazán, 100.
Almenar, 39.
Almería, 320.
Almériz, término de Huesca, 304.
Almohades: 155.
Almonacid de la Cuba (Z), 86. Almonacid
de la Sierra (Z), 172. Almorávides: 45, 54, 56, 59.
AL-MOSTAIN, gobernador moro de
Zaragoza, 35. AL-MOTAMID, rey de Sevilla, 320.
ALMUGDAVIR, rey moro de Zaragoza, 93.
AL-MUZAFFAR, señor de Lérida, 30.
ALODIA, santa, 240.
Alquézar (H), 25, 26, 213, 240, 271.
ALSHAMA, moro de Zaragoza, 191.
Altabás, arrabal de Zaragoza, 35. AL-TAMIN, jefe almorávide, 54.
ALVARADO, peregrino darocense, 216.
AMAD DOLA, rey moro de Zaragoza, 198. Amán, peña, 111.
Ambel (Z), 51.
Amezcóa, 253.
Amposta, 104.
ANA, santa, 353.
Andalucía, 59, 168, 320.
Andorra (T), 308, 309, 318.
Andorra la Vella, 308, 318.
ANDRÉS MARTÍNEZ DE GOMBALTE, 177.
Anento (H), 270.
ANFORTAS, hijo de Titurel, 325. Aniñón
(Z), 307.
Antequera, 172.
Antioquía, 68; batalla, 36, 37.
ANTÓN GUILLEN, 90.
ANTÓN DE LUNA, 171, 172.
ANTONIO ARTAL, 162.
Añavieja, laguna, 244. Apriz, castillo
de Jaca, 18. Aquilué (H), 233.
Aquitania, ducado, 239.
Ara, río, 17, 267, 291, 342.
Arabia, 2, 57.
Aragón, río, 19, 101, 252.
Aralar, monte, 96.
Arán, valle, 298.
Aranda, río, 337.
Arándiga (Z), 337. Arba de Biel, río,
38.
Arba de Luesia, río, 238.
Arco: del Cid, en Calanda, 40.
ARGENTINA, esposa del conde Garcí
Fernández, 154. Arguedas, 209.
Armas: Aguja de salmar, 72; alabarda,
139; alfanje, 13; almajaneque, 63; arco, 70,
112, 185; armadura, 165; ballesta, 69,
70, 92; cortaplumas, 25; cuchillo, 72; escudo, 109; espada, 24, 109,
111, 139, 143, 144, 146, 165, 171; espada corta, 127;
flecha, 97, 112, 185; lanza, 18, 24,
70, 102, 172; máquina, 175, 178; mazas, 35,
140; puñal, 211, 276; saeta, 34, 95,
188; venablo, 103.
ARMENGOL, conde, 31.
ARMENTARIO, conde de Ribagorza, 16.
ARNALDO, señor de Castro de Malavella, 182.
ARTAL, conde y señor de Mequinenza,
149; hijo de Blasco de Alagón, conde de Sástago, 263.
ARTAL DE ALAGÓN, señor de Gallur,
227.
Arzobispo: Zaragoza: 169, 171, 308;
Alonso de Arhuello, 235; García Fernández de Heredia, 172, 283;
Lope Fernández de Luna, 310.
Asia, 113.
Atarés (H), 88, 251.
Atea (Z), 15.
Ateca (Z), 134.
ATO GARCÉS, señor de Barbastro y
alférez real, 100. ATÓN, obispo de Pallars, 23.
Aurín, río, 254.
AVA, condesa de Ribagorza, 154.
Avignon, 147, 331, 359.
Ayerbe (H), 150, 151, 194, 208.
Ayerbe de Broto (H), 342. Aytona, 163.
Azanuy (H), 338.
AZNAR, conde, 18, 19, 21, 82, 254.
AZNAR ATÓNEZ, 138.
AZUCENA, hija de la gitana Estrella,
162.
Babilonia: Baligante, emir de, 2.
Badajoz, 42.
Báguena (T), 65, 175, 176, 177, 178.
Bailo (H), 324.
BALANDRÁN, santo, 256.
BALIGANTE, emir de Babilonia, 2. BANU
HUD, familia, 59.
Baños: árabes de Tarazona, 225.
Barahona, 101.
BÁRBARA, santa, 294.
Barbastro (H), 23, 28, 29, 30, 31, 100,
164, 179, 245, 256, 271, 273, 274, 289, 291,
292, 326.
Barcelona, 122, 130, 146, 180, 257,
324, 351.
Barcos: chalanas, 2; galeras, 2.
Bardallur (Z), 59.
BARIO, Nuestra Señora de, 3.
Barón: de Escriche, 144; de Espés,
139; Artal de Mur y Puymorca, 303; Francisco de Ezpeleta, 216.
Barrancohondo, foz del Guadalaviar,
246.
Barrio: Alcañiz, Alcañiz Viejo, 60;
Calanda, mozárabe, 61; Pina, morería o de la Parroquia, 250;
Trasobares, mozárabe, 255; Zaragoza, mozárabe, 243; morería,
235; Altabás, 35.
BARTOLOMÉ, san, 294.
Basarán (H), 342. BASCUEL DE CUTANDA,
179.
Bastarás (HB), 203.
Batalla: naval, 104; Aínsa, 17;
Alarcos, 63, 155), Alcoraz, 34, 36, 37, 52; Antioquía,
36, 37; Chío, 301; Cutanda, 54, 56,
58; Épila, 146; Fraga, 55, 63, 68, 99, 100, 104,
110, 113; Graus, 94; Guadalete, 9;
Jaca, 19; Maluenda, 56; Muret, 119; Navas de
Tolosa, 137, 155, 274; Piedratajada,
33; Zalaca, 63.
Batea, 68.
Bea (T), 121.
Bearn, 274, 320.
BEATRIZ, de Daroca, 65.
BEATRIZ DE LUNA, mujer de Blasco de
Alagón, conde de Sástago, 263.
Beceite (T), 68.
Belchite (Z), 12, 56, 86.
Belem (Portugal), 350.
BELLA, nodriza de la reina Constanza,
180. Belmonte (Z), 6.
Belsierre (H), 3.
BELTRÁN, escudero, 21, 145. BELTRÁN
GASCON, de Trasobares, 4. BEN AL-AFHIR, cronista, 105.
BEN ALHAG, moro de Zaragoza, 198. BEN
AWARRE, 13.
Benabarre (H), 292.
Benasque (H), 52, 248, 265.
BENEDICTO, monje de San Juan de la
Peña, 252, 253. BENEDICTO [XIII], papa, 316, 331, 355, 356, 357,
358, 359.
BENITO LARRAS, abad de Alaón, 327.
Berbegal (H), 23.
Berbería, 161.
Berdejo (Z), 53. Berdún, canal de, 23.
BERENGUER DE AZLOR, 183.
BERENGUER DE ENTENZA, señor de Ricla,
228, 301. BERENGUER DE PERATALLADA, 129.
Bergua (H), 342.
BERNARDO, fray, 275; san —, fundador
del Cister, 257; BERNARDO DE CABRERA, 146.
BERNARDO DE RIBAGORZA, conde, 23; hijo
del conde Ramón, 21, 23. BERNAT AGUILÓ, estafador, 287.
Besináns (H), 279.
Beso, fuente de Tarazona, 180.
Bestué
(H), 3.
Betorz (H), 240.
Bielsa (H), 191.
Biescas (H), 242. Bigorra, conde de,
27. Bijuesca (Z), 53.
Biscarrués (H), 33.
BLANCA, reina de Navarra y esposa de
Juan II de Aragón, 160; infanta aragonesa, 159. BLANCA DE ANJOU,
esposa de Jaime II de Aragón, 130.
BLANCA DE NAVARRA, reina y mujer de
Juan II de Aragón, 163. BLAS, santo, 296.
BLASCO DE ALAGÓN, 129; conde de
Sástago, 147, 263. BLASCO GARCÉS DE MARCILLA, caballero, 70.
BLASCO MAZA, señor de Gallur, 227.
BLASCO PÉREZ, sacristán de Tarazona, 328. Blecua (H), 187.
Boca del Infierno, 97. Bohemia, ducado,
239.
Boltaña (H), 191, 241, 267.
Bono (H), 298.
Borau (H), 324.
BORIBONIO, duque de Bohemia o
Aquitania, 239. Borja (Z), 7, 51, 52, 106, 107, 195, 232, 258, 321,
347.
Botaya (H), 81.
Botín: 18, 64, 86, 92, 104.
Brecha de Roldán, 111. BRIANDA DE
LUNA, 169.
Bruja: Kundrie, 325; de Trasmoz, 328.
BUCAR, rey, 45.
BUCHAR, sobrenombre de Texufín ben Alí
ben Yusuf, 104. Bueña (T), 177.
Buera (T), 25.
Bujaraloz (Z), 336.
Burbáguena (T), 125, 353.
Burdeos, 129.
BUVES DE COMARCIS, hijo de Aimerico de
Narbona, 28.
Cacabiello, castillo, 10.
Cadeillán, 241.
Cadrete (Z), 262.
CAJAL, 108.
Calahorra, 24.
Calamocha (T), 125.
Calanda (T), 11, 40, 61.
Calasanz (H), 23.
Calatayud (Z), 12, 56, 62, 145, 146,
174, 175, 177, 178, 215, 286, 309, 347, 349, 352.
CALATRAVA, Orden, 68, 137.
Calcena (Z), 324.
CALILA, mora de Ricla, 228.
Calle: Alquézar: San Gregorio, 213;
Bujaraloz: Baja, 336; Daroca: Gragera, 219; Ejea:
Mediavilla, 156; Ramón y Cajal, 156;
Fayón: Arrabal, 335; Monzón: Traición, 44;
Mosqueruela: Ricoshombres, 124;
Zaragoza: Buenaire, 12; Sepulcro, 169.
Camarero real, Pedro Martínez de
Bolea, 349.
Camarlengo real, de Fernando II, 133.
Candespina, 102.
Canigó, monte, 127.
Cannes, 343.
Cañarda, sierra, 199.
Capella (H), 271, 299.
Carabantes, 53.
Carboneras, castillo, 87,
Carcasona, 343.
Cárcel: de Florencia, 357. Cariñena
(Z), 146, 178, 316.
CARLOMAGNO, 2, 21, 23, 111, 189.
CARLOS, rey de los francos, 16;
príncipe de Viana, 160, 162, 163.
CARLOS DE ANJOU, 128, 129.
CARLOS MARTEL, 343.
CARLOS [III] DE NÁPOLES, 130.
Cartuja: de Nuestra Señora de Fuentes,
263. Casasnovas, 87.
Caspe (Z), 37, 131, 171, 172, 280, 283,
285, 288.
Castejón de las Armas (Z), 134.
Castejón de Valdejasa (Z), 209. Castellote (T), 199.
Castelnou (T), 270.
Castelserás (T), 296. Castiello de
Jaca (H), 268.
Castilla, 24, 45, 64, 91, 92, 94, 98,
99, 100, 101, 102, 103, 105, 131, 133, 135, 140, 143,
146, 154, 171, 175, 177, 178, 209, 255,
273, 310, 349.
Castillo: Abuán, 224; Aguilar de
Alfambra, 66; Alacón, 196; Alagón, 50; Albarracín,
143, 193; Albentosa, 123; Albero Alto,
165; Alcañiz, 60; Alcolea, 266; Alfajarín,
169; Algás, 68; Alquézar, 25; de
Antón de Luna, 171; Apriz, en Jaca, 18; Ayerbe,
194; Báguena, 176, 177, 178;
Barbastro, 28, 29; Batea, 68; Belmonte, 6; Bijuesca,
53; Borja, 7, 52; Cacabiello, 10;
Calatayud, 56; Carboneras, 86; Castejón de las
Armas, 134; Castro de Malavella, 182;
Panifico, en Cercito, 82; Peña, 126; Peñíscola, 316, 355, 356,
357, 358; Peralta de la Sal, 218; Pitilla, 126; Pomar, 116; Ricla,
225; Rueda de Jalón, 43; Sabiñán, 237; Santa María de Eruson, 82;
Sástago, 147; Sora, 156; Sos, 184;
Suelves, 84; Tamarite, 210;
Tarazona, 180; Tierga, 62;
Trasmoz, 51, 126, 195, 328; Trasobares,
4; Valtierra, 209; Villel, 72.
Castro de Malavella, 182. CATALINA,
endemoniada, 317.
Cataluña, 135, 171, 266.
Catarroja, 301.
Catedral: Albarracín, 143; Barbastro,
289, 290; Barcelona, 122; Jaca, 43; Valencia,
131, 307; San Salvador de Zaragoza,
132, 146, 172, 212, 235, 287, 316.
Caulor, 59.
Cazorla, tratado, 155.
Cea, río, 64.
Cella (T), 70, 192, 224, 330.
Centenero (H), 10. CÉNTULO DE BEARN,
320.
CÉNTULO DE BIGORRA, conde, 138.
Cercito (H), 82, 254.
Cerdeña, 353.
Cervera de la Cañada (T), 297.
CHAFAR AMAD BEN HUD, llamado Zafadola,
59. Chaves, cueva, 203.
Chía (H), 248.
Chinchín, puerta de Graus, 222. Chío
(H), castillo, 301.
Chipre, 130.
Chistau (Vid. Gistaín).
Ciezmo, monte de Tarazona, 249. Cillas
(H), 342.
Cimballa (Z), 309.
Cinca, río, 3, 14, 17, 22, 31, 55, 64,
116, 122, 139, 191, 204, 262, 266, 271, 291, 340.
Cinco Villas, 156.
Cinegia, puerta de Zaragoza, 8.
CIRIACO, obispo de Zaragoza, 319. CÍSTER, orden, 257.
CLARA, muchacha de Tarazona, 180.
Clarés, río, 20.
CLARIÓN DE VAUDUNE, 28.
CLEMENCIO, acólito de san Visorio,
241. CLEMENTE, papa, 331.
Cóculo, monte, 252.
Cofradía: Albentosa: Nuestra Señora
de los Angeles, 123; Belchite, 86;
Binaced, San Marcos, 87; Pedrola:
Nuestra Señora de los Angeles, 168; Zaragoza: del Rosario, 275, 276.
Comendador: Berenguer de Azlor, de
Santiago, 183; de San Miguel de Foces, 213. Comminges, 274.
Compromiso de Caspe: 131, 171, 288.
Comunidad: Albarracín, 177; Calatayud,
177, 309; Daroca, 177, 307; Teruel, 124, 177.
Concilio: 16; Constanza, 359; Pisa,
359.
Conde: Armengol, 31; Artal, señor de
Mequinenza, 149; Gómez de Candespina, 102; González Salvadórez,
43; Guillermo de Poitiers, 56; Lope de Luna, 146; Nuño Álvarez de
Lara, 43; Ramón, 21; Waldo, hijo de don Rodrigo, 18; Alfambra:
Rodrigo, 67; Aragón: Fortún Jiménez, 88, 239; García Aznar, 136;
Atarés: 88; Barbastro: 245; Barcelona: Ramón Berenguer IV, 65, 257;
Bigorra: 27; Céntulo, 138; Camañas: Rodrigo, 67; Castellano: Fernán
González, 154; Garcí Fernández, 154; Sancho, 95; Castilla: García
Ordóñez de Nájera, 35, 36; Gonzalvo, 36; Gutierre
Fernández, 59; Rodrigo Martínez, 59;
Entenza: Fernando, 164; Jaca: Aznar, 18,
19, 21, 82, 254; Galindo, 21, 82, 254;
Poitou: 106, 107; Provenza: Ramón, 119; Ribagorza: Alonso de Aragón,
153; Armentario, 16;
Bernardo, 21; Ramón II, 154;
Sancho, 92; Sástago: 260, 263;
Urgell:
262, 283; Jaime, 171, 172.
Condesa: de Urgell, 132; Ava, de
Ribagorza, 154; Blanca de Navarra, de Ribagorza, 160; Garsenda de
Ribagorza, 154; Hermenjart, 28; Maribel, hija de Fernando de Entenza,
164.
CONRADINO, sobrino de Manfredo de
Sicilia, 128, 129. CONRADO DE LLANZA, 129.
Conserans, obispo de, 274.
Constantinopla, 323, 351.
Constanza, 359.
CONSTANZA, reina de Aragón y mujer de
Pedro III, 128, 180. Córdoba, 9, 12, 28, 29, 63, 154, 189.
CORNELIO, hermano de santa Orosia, 239.
Corporales: Aguaviva, 309, 312;
Andorra, 308, 309; Aniñón, 307; Daroca, 146, 216,
CORSOUT DE TABARIE, moro, 28.
Cortes: Aragón, 336;
Borja, 106, 107;
Monzón, 106, 107;
Teruel, 330;
Zaragoza, 169.
CRISTINA, hija del Cid, 119.
Crucelos, 332.
Cuenca, 58, 196.
Cueva: Biescas, 242; El Grado, 204;
Rasal, 234; San Juan de la Peña, 251; San Vicente de Labuerda, 241;
Yebra de Basa, 279; Chaves, en Bastarás, 203; Forato de la Mora, en
Aquilué, 233; de la Mora, en Guadalaviar, 200.
Cuevas de Cañart (T), 201. Cutanda
(T), 54, 56, 58, 125.
Dachera, puerto, 190.
Daroca (Z), 9, 56, 57, 58, 65, 78, 79,
125, 146, 175, 176, 177, 178, 189, 216, 219, 229,
287, 301, 306, 307, 312.
Daymús, despoblado, 340.
Despoblados: Alcalá, cerca de Pina,
250; Daymús, 340; El Castellar, 100, 102, 162, 209;
Lascasas de Sevil, 332; Niablas, 342;
Novillas, 5;
Saz, 15; Torrenublos, 41; Villa,
333.
DIEGO, escudero, 145.
Diócesis: Lérida, 262; Zaragoza, 298.
DIONÍS, rey de Portugal, 180, 350.
DOMINGA LÓPEZ, mujer de Vicente
Belbís, 78. DOMINGO: santo, 275, 276, 277, 300, 302; beato, 279.
DOMINGO DE LA FIGUERA, mercader, 129.
DOMINGUITO DE VAL, 212.
DONATO, abad de San Pedro de Tabernas,
16.
Ducado: Bohemia o Aquitania, Boribonio
y Ludemila, 239; Híjar, 157; Villahermosa, Alonso de Aragón, 153.
Ebro, río, 2, 3, 4, 5, 9, 12, 13, 20,
24, 32, 33, 39, 42, 46, 47, 50, 54, 56, 81, 94, 95, 99,
102, 104, 132, 147, 156, 169, 172, 189,
190, 209, 212, 218, 227, 243, 255, 259, 260,
264, 269, 305, 314, 319, 341, 344, 348.
Echo (H), 97, 112, 190, 254.
EDUARDO, rey de Inglaterra, 129.
El Grado (H), 204. El Pilaret, 340.
ELENA, santa, 242.
ELISENDA DE MONCADA, mujer de Jaime II
de Aragón, 130. ELOÍSA, hija del rey de Chipre, 130.
ELVIRA, 181; mujer de Alfonso de
Barbastro, 179.
Endemoniada: Aínsa, 291; Piedra, 281;
Soria, Catalina, 317.
Enfermedades: cólera, Villa, 333;
dolor de genitales, Pedro I, 96; lepra, Fayón, 335; mal de amores,
343; migraña, 343; peste, Azanuy, 338; Bujaraloz, 336; Lascasas de
Sevil,
332; Niablas, 342; Peñarroya de
Tastavíns, 339; Vallibona, 339; Villa, 333; quebradura, 318;
reumatismo, 343.
ENRIQUE [III] EL DOLIENTE, rey de
Castilla, 161.
Épila (Z), 146.
Ermita: 47, 80, 85, 96, 116, 119, 122,
131, 166, 229, 242, 247, 257, 262, 263, 269, 275,
300, 304, 340.
Escalas, paso, 327.
Escartín (H), 342.
Escatrón (Z), 147, 264.
Esclavo: 71, 72; aragonés en
Jerusalén, 352; Gracia, cristiana, 76; Teófilo, cristiano de
Zaragoza, 198.
Escó (Z), 126.
Escondilla, 72.
Escriche (T), 144.
Escudo: Aragón, 17, 22; Justicia de
Aragón, 331; los Aysa, 137; los Isarre, 26; Alcorisa, 69; Caspe, 37;
Jaca, 19; Maella, 148; Monzón, 44.
Escultor: peregrino, 266, 267; de
Zaragoza, 300; de Jaime I, 122.
Esera, río, 22, 248, 290, 315.
Espada: de Jaime I, 118; de don Lope
Juan, 108; «Durandel», de Roldán, 344; «Preclara», del conde
Bernardo, 21; «Tizona», del Cid y Jaime I, 119; «San Martín», de
Jaime I, 119; «Villardell», de Jaime I, 119, 120.
ESPARZA, 141.
ESPÉS, barón de, 139.
ESTEBAN, obispo de Huesca, 271, 272,
273, 299. ESTEFANÍA, reina de Pamplona, 94.
Estercuel (T), monasterio, 261. ESTHER,
judía de Alquézar, 213. ESTRELLA, gitana, 162.
Europa, 325, 331. EUROSIA (Vid.
OROSIA).
EVANCIO, monje pinatense, 320.
Extremadura, 59.
Fabara (Z), 152.
FACUNDO, mártir, 64. Falsificador: de
moneda, 328. Fantova (H), 279.
FÁTIMA, señora musulmana de Mora, 73.
Fayón (Z), 68, 335.
FELIPA DE LA CASA, 292. FELIPE [III] DE
ANJOU, 161. FÉLIX, santo, 252, 253, 313.
FERNANDO, infante, 146; hermano de
Pedro II de Aragón, 126; conde de Entenza, 164.
FERNANDO [I], rey de Aragón, 131, 132,
171, 172, 283, 288, 355, 356, 358; rey de Castilla, 24, 91, 92.
FERNANDO [II], rey de Aragón, 133,
134, 135, 153, 209, 263, 314.
FERNÁN GONZÁLEZ, conde de Castilla,
154. FERRER DE LANZA, justicia de Aragón, 311. FERRIZ, 108.
FIRMINIANO, acólito de san Visorio,
241.
FLOR, amante de Arnaldo, señor de
Castro de Malavella, 182. Florencia, 357.
FLORINDA, la Caba, 1.
Flumen, río, 111, 344.
Forato de la Mora, cueva de Aquilué,
233. FORTÚN, 139; Maza, 35; obispo de Jaca, 88. FORTÚN DE GARDE,
90.
FORTÚN JIMÉNEZ, conde de Aragón, 88,
239. FORTUÚN DE LIZANA (Vid. Fortún de la Maza).
FORTUÑO FERNÁNDEZ DE HEREDIA, señor
de Godojos, 353. FORTUÑO DE VIZCARRA, 13.
Foz: de Barrancohondo, en el río
Guadalaviar, 246.
Fraga (H), 31, 55, 63, 64, 68, 99, 100,
104, 110, 113, 266, 309, 311, 340.
Francia, 1, 2, 28, 107, 128, 129, 154,
191, 239, 257, 268, 274, 298, 303, 331, 344, 349.
FRANCISCO DE EZPELETA, barón de
Daroca, 216. FRANCISCO DE VILLANUEVA, juez de Teruel, 330.
Frías (T), 193.
Fuenclara, monasterio, 262.
Fuente: Barbastro, 30; Beso (Tarazona),
180; de la Bóveda (Sos), 184; Cella, 224;
Mentirosa (Frías), 193; Monzón, 118;
Rasal, 208; Saso (Monzón), 119, 122; San
Juan (Tarazona), 244.
Fuentes de Ebro (Z), 12, 341. Fuentes
de Jiloca (Z), 174.
Fuero: del Reino, 136; Pamplona, 141;
Sobrarbe, 326; Teruel, 71, 178, 330.
Gaeta, 314.
Galias, 2, 103, 343.
GALIANO GALINAS, cristiano de Chía,
248.
GALINDO, conde, 21, 82, 254; hermano de
García Aznárez, 138.
Gállego, río, 10, 194, 269, 274.
Gallipienzo, 126.
Gallocanta (Z), 58.
Gallur (Z), 42, 126, 226, 227.
GARCÍA, monje pinatense, 320; abad de
Leire, 108; obispo de Zaragoza, 171.
GARCÍA [III], rey de Pamplona,
91, 92, 93, 94, 108.
GARCÍA AZNAR, de Trasobares, 4.
GARCÍA AZNÁREZ, señor de Latrás,
138; señor del valle de Tena, 320. GARCÍ FERNÁNDEZ, conde
castellano, 154.
GARCÍA FERNÁNDEZ DE HEREDIA,
arzobispo de Zaragoza, 172, 283.
GARCÍA ÍÑIGUEZ, rey de Pamplona,
89, 90; rey de Sobrarbe, 19.
GARCÍA JIMÉNEZ, rey de Sobrarbe, 17,
253.
GARCI NÚÑEZ, señor de Cella, 224.
GARCÍA ORDÓÑEZ DE NÁJERA, conde de
Castilla, 35, 36. GARCÍ PÉREZ, escudero, 145.
GARCÍA SÁNCHEZ [II], rey de Pamplona,
88.
GARSENDA, esposa del conde Ramón II de
Ribagorza, 154. Gas, río, 19.
Gascuña, 27, 35.
GASTÓN DE AYERBE, abad del monasterio
de Rueda, 147. GASTÓN DE ESPES, 27.
Gavarnié, 344.
Gelsa (Z), 250.
Génova, 331.
Germania, 2.
Gerona, 130.
Gibraltar, 1, 4, 7.
GIL, santo, 295; hermano de Pelegrín
de Atrosillo, 165. GIL DE ATROSILLO, señor de Estercuel, 261.
GINÉS, santo, 295.
GINFAR AMAD, rey de Rueda de Jalón,
43. GIOMAIL BEN ZEYAN, moro de Valencia, 78. GISBERTA, esposa de
Fortuño de Vizcarra, 13. Gistaín (H), 90, 191, 202.
GLAFAR, rey moro de Rueda de Jalón,
43. Godojos (Z), 353.
GÓMEZ DE CANDESPINA, conde, 102.
GONZÁLEZ SALVADÓREZ, conde, 43.
GONZALO GARCÍA, mayordomo del infante
Jaime, 329. GONZALVO, conde de Castilla, 36.
GRACIA, esclava cristiana, 76.
Gran maestre: Juan Fernández de
Heredia, de la Orden de Malta, 354. Granada, 134, 168.
Graus (H), 94, 221, 222, 271, 290, 291,
292, 315.
GREGORIO, santo, 269; beato, 279; papa,
319.
GREGORIO [VII], papa, 319, 320.
GREGORIO [XII], papa, 359.
Grial: 307, 324, 325.
Griegos (T), 188, 220.
Gruta del Gato, en Monreal, 197.
Guadalaviar, río, 72, 143, 159, 192,
200, 224, 246.
Guadalope, río, 296.
Guara, sierra, 111, 191.
Guarrinza, valle, 190.
Guaso (H), 19.
GUILEIN, hijo de Buvés de Comarcís,
28.
GUILLÉN DE MONTRODÓ, maestre del
Temple, 119.
GUILLERMO, abad de Samper del Salz,
322; obispo de Pamplona, 48.
GUILLERMO DE POITIERS, conde, 56.
GUIRART, hijo de Buvés de Comarcís,
28. Gurrea (H), 34.
GUTIERRE FERNÁNDEZ, conde, 59.
GUZMÁN, cristiano de Ricla, 228.
GUZMÁN EL BUENO, 177.
HERMENJART, condesa, 28.
Híjar (T), 12, 157.
Horca, cerro, en Villel, 72.
Horno: Villel, 72. Horta de San Juan,
68
Hospedería: Boltaña, 267; Castiello
de Jaca, 268. Hospital: Boltaña, 267; Lascasas de Sevil, 332.
HOSPITAL, Orden, 87.
Huecha, río, 347.
Huerva, río, 262, 305.
Huesca, 8, 30, 34, 35, 36, 37, 38, 39,
91, 93, 95, 104, 107, 109, 110, 140, 146, 165, 191,
208, 232, 233, 240, 271, 274, 293, 299,
304, 323.
HUGO DE LUSIGNAN, rey de Chipre, 130.
HURTADO, renegado cristiano, 78.
Ibieca (H), 214.
Ibiza, 77.
IBN ABDALA, gobernador de Zaragoza,
189.
Iglesia: Alcolea: San Juan Bautista,
266; Andorra: Santa María Magdalena, 308; San Julián, 318; Ayerbe:
San Pedro, 150; Burbáguena: parroquial, 353; Daroca: San Marcos,
301; Santa María la Mayor, 125; Ejea: Santa María, 156; Escatrón:
San Javier, 264; Graus:
San Miguel, 315;
Loarre: mozárabe, 1;
Montalbán: parroquial, 183; Munébrega: parroquial, 282; Teruel: San
Martín, 205; San Salvador, 205; Santa María, 329; Zaragoza: San
Gil, 212;
San Miguel de los Navarros, 243, 341; Santa María la
Mayor, 8, 12, 198, 269.
Illueca (Z), 316.
INDALECIO, san, 253, 313, 320.
Inglaterra, rey, 129.
INOCENCIO [III], papa, 114, 119.
Inogés (Z), 352.
ÍÑIGO, san, 215.
ÍÑIGO FORTUÑONES, 142.
Inquisidor: Pedro de Arbués, 294.
ISABEL, doncella de Borja, convertida
en Zaida, 52. ISABEL LA CATÓLICA, reina, 133, 153.
ISABEL DE PORTUGAL, infanta aragonesa,
mujer de Dionís de Portugal, 180, 350.
ISABEL SEGURA, amante de
Teruel, 167.
ISABEL DE URREA, 146.
Isábena, río, 21, 290, 315.
ISARRE, hermanos, 26.
Isuela, río (del Moncayo), 62, 257,
337; (del Pirineo), 344.
Italia, 161.
Jaca (H), 18, 19, 21, 23, 108, 138,
239, 251, 255, 313, 320, 324. JAHY BEN JALDUN, alfaquí, 58.
JAIME, conde de Urgell, 171, 172; hijo
de Jaime II, 329; san, 41.
JAIME [I], rey de Aragón, 75, 76, 77,
78, 79, 86, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 121, 122,
123, 124, 125, 126, 157, 158, 165, 301,
321, 322, 328.
JAIME [II], rey de Aragón, 130, 329.
JAIME DE BOLEA, 183.
JAIME DÍEZ DE AUX, caballero de
Daroca, 57. JAIME PÉREZ EL MENOR, juez de Teruel, 329.
JAIME DE
URGELL, 132.
Jalón, río, 43, 50, 56, 75, 134, 174,
215.
Jérica, 197, 301.
Jerusalén, 130, 352.
Jiloca, río, 58, 174, 175, 197, 215,
306.
JIMENA, esposa del Cid, 24.
JIMENO, abad de San Juan de la Peña,
88.
JIMENO
GARCÉS, 142.
JIMENO DE RADA, tenente, 126.
JORGE,
san, 34, 36, 37, 41, 52, 338.
JOSÉ DE ARIMATEA, 324.
JUAN, san, 269; Fray, 78; herrero, 211;
habitante de Escatrón, 264; rey de Navarra, 314; rey de Portugal,
314.
JUAN [II], rey de Aragón, 133, 153,
160, 162, 163, 186, 307.
JUAN ALBIR, habitante de Magallón,
166.
JUAN DE ARAGÓN, infante de Aragón,
luego Juan II, 160. JUAN DE ATARÉS, eremita, 251, 252, 253.
JUAN BAUTISTA, san, 251, 252, 266.
JUAN FERNÁNDEZ DE HEREDIA, Gran
maestre de la Orden de Malta, 354.
JUAN LER, anacoreta, 260.
JUAN DE LUNA, sobrino de Benedicto
XIII, 316; el Jaque, de Daroca, 9.
JUAN MARTÍNEZ DE MARCILLA, 173;
amante de Teruel, 167.
JUAN DE LA PIEDAD, habitante de El
Frasno, 133.
JUAN DE PRÓCIDA, caballero siciliano, 128.
JUAN RODRÍGUEZ DE SALAMANCA,
compromisario, 171. JUAN XIMÉNEZ CERDÁN, justicia de Aragón.
JUANA, reina de Nápoles, 161.
JUANA ENRÍQUEZ, esposa de Juan II de
Aragón, 133, 163.
Judíos: aragoneses, 284, 308;
darocenses, 58; Barbastro, 31, 245, 289; Calatayud, 215;
Ibieca, 214; Lérida, 210; Munébrega,
282, Peñalba, 283; Tamarite, 210; Teruel,
285; Trasmoz, 211; Zaragoza, 132, 212,
217; Albayaceto, de Zaragoza, 212; Esther,
de Alquézar, 213; Leví,
de Alquézar, 213; Manasés, de Daroca, 216.
Juegos: ajedrez, 126; dados, 126;
pelota, 150.
Juez: Alquézar, musulmán, 240;
Bujaraloz, 336; Huesca, Zumail, 240; Jaca, Abenlupo, 239; Peñarroya
de Tastavíns, 339; Teruel, 173, 178; Francisco de Villanueva, 330;
Ibáñez Domingo Mortón, 71; Jaime Pérez el Menor, 329; Martín de
Orihuela, 330.
Juglar, 179, 345.
JULIÁN, conde visigodo, 1. Juslibol
(Z), 209, 269.
Justa: Burdeos, 129; Peralta, 39;
Soria, 101.
Justicia: Ferrer de Lanza, de Aragón,
311, 326; Juan Ximénez Cerdán, de Aragón, 331.
JUSTINA, pastora de Tarazona, 244.
KUNDRIE, bruja, 325.
La Almunia de Doña Godina (Z), 172,
223. La Codoñera (T), 296.
La Fresneda (T),
185.
La Ginebrosa (T),
312.
La Iglesuela del Cid (T), 41. Labuerda
(H), 241.
Lagueruela (T), 121.
Lanaja (H), 55, 263.
Langa (Z), 229.
Lagres (Francia), 343.
Las Arcas, puerto de montaña, 139. Las
Facenas, 87.
Las Tiesas, 137.
Lascasas de Sevil, despoblado, 332.
Laspuña (H), 3.
Lastra, monte, 145.
Latrás (H), 138.
LEANDRO, san, obispo de Sevilla, 319.
Leciñena (Z), 166, 321.
Lecumberri (Navarra), 90.
Leire, monasterio, 108.
León, 64, 102, 179.
LEÓN ISAURIO, emperador de
Constantinopla, 351. LEONOR SESÉ DE URREA, 162.
Lérida, 63, 93, 99, 163, 210, 262,
266; Al-Muzaffar, señor de, 30. Lerins, isla de Francia, 343.
LICER, san, 269, 274.
Lizana, 165.
LIZANA, noble, 111.
Lledó (T), 68.
Lobera de Onsella (Z), 277.
LOBO, en realidad Muhammad ben
Mardanis, rey, 45, 231. LOPE DE ALBERO, señor de Alcorisa, 165.
LOPE ARTAL DE AZLOR, noble, 162.
LOPE FERNÁNDEZ DE LUNA, arzobispo de
Zaragoza, 310. LOPE JUAN, espada de don, 108.
LOPE XIMÉNEZ DE URREA, 169.
LÓPEZ DE GURREA, hermanos, 34.
LOPE DE LUNA, el «caballero de la
espuela», primer conde de Luna, 146. LORENZO, san, 324, 325.
LUDEMILA, duquesa de Bohemia o
Aquitania, 239. Luesia (Z), 238.
LUIS CORNEL, 169.
LUIS DE FRANCIA, santo y rey de
Francia, 28, 128. Luna (Z), 38.
Lupiñén (H), 295.
MACARIO, SAN, 318.
Maella (Z), 148, 284.
Maestrazgo, 40, 41.
Maestre: Guillén de Montrodó, del
Temple, 119. Magallón (Z), 78, 166, 321.
Maladeta, Pico, 252, 298.
Malanquilla (Z), 53.
Maleján (Z), 347.
Mallén (Z), 5, 163.
Mallo, castillo, junto a Mosqueruela,
76. Mallorca, 77, 261.
Malta, isla y orden, 354. Maluenda (Z),
56, 174.
MANFREDO, trovador, 213; rey de
Sicilia, 128, 129; paje de la reina Constanza, 180. Manises, 301.
MANRIQUE DE LARA, trovador, 162.
MARCELO, monje de San Juan de la Peña,
252, 253. MARCOS, cofradía, 87.
Marcuello (H), 194.
MARÍA, joven de Alquézar, 25;
cristiana de Daroca, 219; nombre cristiano de Zulima, 222; reina y
esposa de Pedro II, 115; reina y esposa de Alfonso V, 161, 311.
MARÍA BAYOD, hija natural de Jaime I,
157.
MARIBEL, condesita, hija de Fernando de
Entenza, 164. MARIETA, Zaida de mora, 221.
Martín, río, 85, 157.
Mártires: de Zaragoza, 198; Orosia,
239;
San Pedro de Arbués, 314. MARSILIO, walí de Zaragoza, 2, 20.
MARTÍN, santo, 254; hijo de Fortuño
de Vizcarra, 13; obispo de Albarracín, 143.
MARTÍN [I], rey de
Aragón, 171, 172, 215, 280, 309, 324.
MARTÍN [V], papa, 359.
MARTÍN DE ALPARTIR, cronista, 316.
MARTÍN DE AYSA, 137.
MARTÍN GONZÁLEZ, caballero aragonés,
24.
MARTÍN MARTÍNEZ DE GOMBALTE, 177.
MARTÍN DE ORIHUELA,
juez de Teruel,
330.
MARTÍN PÉREZ, señor de Escondilla y de Villel, 72.
MARTÍN
PÉREZ DE LUNA, noble aragonés, 125.
MARTÍN PÉREZ DE VILLEL, señor de
Ricla, 228.
MARTÍN DE RAVANERA, 65.
MARTÍN VISAGRA, vecino de Daroca, 306.
Mas de la Pudiola, 292.
Matamoros,
barranco, 20.
Matarraña, río, 68, 148.
MATEO MARTÍNEZ, mosén darocense, 301.
MATILDE, prometida de Juan de Luna, 9.
Mayordomo: Gonzalo García, del infante
Jaime, 239. Mediano (H), 14.
Medicinas: brebajes, 343; conjuros,
117; hierbas, 117; medicinas de san Caprasio, 343; músicas, 117;
pócima, 67; quitamiedos de Robres, 346; sopas de ajo, 117.
MELEK, hijo del walí de Albarracín,
224.
MELILAH, princesa mora, 57.
MENCIA, mujer de Arnaldo, señor de
Castro de Malavella, 182. Mequinenza (Z), 149.
Mercado: Bujaraloz, 336; Valencia, 71;
Zaragoza, 172.
METODIO, santo, 239.
Mezquita: Daroca, 219.
Midi, 269.
MIGUEL, arcángel san, 48, 74, 310,
334.
MIGUEL DE BERNABÉ, alcaide de Báguena,
175, 176, 177, 178. MIGUEL IN EXCELSIS, santo, 96.
MIGUEL PÉREZ ZAPATA, señor de Cuarte,
Cadrete y Purroy, 262. Milagro, 209.
Mirabayo, paradero, en Híjar, 157.
Miralsot (H), 340.
MOHAMAD, moro turolense, 205.
MOHAMED ALTABILL, rey moro de Zaragoza,
191. Molina de Aragón, 58, 145, 196.
Molino: Albentosa (de Arriba), 123;
Villel, 72. Momagastre, castillo, 32.
Mombrún, 87.
Monasterio: Alaón, 327; Fuenclara,
262; Leire, 108; Montearagón, 99, 169, 309, 323;
Montserrat, 351; Piedra, 145, 182, 281,
309, 317; Predicadores, de Zaragoza, 275;
Rueda, 147, 264; Samper del Salz, 322;
San Juan de la Peña, 17, 19, 81, 88, 93,
104, 136, 251, 252, 253, 313, 320, 324,
325; San Martín de Cercito, 82, 254; San
Pedro de Siresa, 82, 97, 207, 254, 255,
257, 319, 324; San Pedro de Tabernas, 16,
90, 324; San Ponce de Tomeras, 107,
110; Santa Cruz, 90; Santa Fe, 262; Santa
María de Obarra, 21, 23, 139;
Selvamayor, 27; Sigena, 155, 259; Trasobares, 255,
257; Trinitarios, de Daroca, 306;
Veruela, 169, 211, 258.
Moncayo, 62, 195, 211, 244, 257, 258,
324.
Monedas: aragonesa, 328; mazmudinas,
126; morabetinos, 126, 209; morabetinos aiars, 126; morabetinos
alfonsinos, 126; morabetinos lupinos, 126; siclos de plata, 88.
Monegros, 55, 155, 259, 263, 283.
Monreal del Campo (T), 65, 197, 230.
Montalbán (T), 170, 173, 183. Monte
Mayor (antigua Luna), 38. Monte Perdido, pico, 77.
Montearagón, monasterio, 99, 169, 309,
323.
Monteros: reales, 97.
Monterroso, 103.
Monler, santuario, 260.
Monsalvat (Vid. San Juan de la Peña).
Montpellier, 115, 301.
Monzalbarba (Z), 166, 305.
Monzón (H), 39, 44, 77, 83, 106, 107,
116, 118, 119, 122, 126.
Mora: 65; de Albarracín, 220; de la
Basa, 202; Bastarás, 203; Borja, 232; Gallur, 226;
Guadalaviar, 200; Guarrinza, 190;
Luesia, 238; Rasal, 208, 234; Sabiñán, 237; Sallaón, 204;
Saravillo, 206; Sena, 236; Siresa, 207; Tarazona, 225; Aixa, de
Albarracín, 193; Aixa, de Aquilué, 233; Calila, de Ricla, 228;
Fátima, de Mora, 73; Serena Alma, de Gallur, 227; Zaida, de Cella,
192; Zoraida, de Teruel, 205.
Morata (Z), 174.
Morella, 100, 132, 163, 261.
Morería de: Pina, 250; Zaragoza, 47,
49, 235.
Morilla de Ilche (H), 256. Mosqueruela
(T), 76, 124.
Mozárabes: 13, 15, 20, 42, 60, 61,
137, 152; Cretas, 68; Daroca, 219; Huesca, 240; La
Almunia, 223;
Loarre, 1; Peralta de la
Sal, 218; Tamarite, 210; Tarazona, 244;
Trasobares, 255, 257; Zaragoza, 243,
305, 341; Pedro Cardona, valenciano, 78.
Mudéjares: 49, 194, 205, 208, 230;
Borja, 232; Langa, 229; Pina, 250; Tamarite, 210;
Zaragoza, 235; Ainés, turiasonense,
249; alcaide de Graus, 221; Tocón, 229.
MUDIELOS, hermanos, 34. Muela, en
Teruel, 70.
Muela de San Juan, 188, 200.
MUHAMMAD BEN MARDANIS, llamado rey
Lobo, 231. MUHAMMAD BEN MAXIN, de Zaragoza, 12.
MULEY TAREC, gobernador moro de
Valencia, 347. Munébrega (Z), 282, 354.
Muniesa (T), 247.
Muralla: Alagón, 50; Aguilar de
Alfambra, 66; Albarracín, 193; Báguena, 175, 176;
Bijuesca, 53; Bueña, 177; Calatayud,
215; Constantinopla, 351; Daroca, 58, 146,
175, 189; Ejea, 156; Fraga, 63; Fuentes
de Jiloca, 174; Huesca, 34, 95, 140; Lizana, 165; Mora de Rubielos,
74; Muela de San Juan, 188; Pomar, 116; Teruel, 178;
Valencia, 79; Zaragoza, 47, 48, 56,
172, 300, 305.
Murcia, 59, 63, 64, 231.
Murero (Z), 15.
Muret, batalla, 119.
MURID OMED, moro de Daroca, 57.
Música: flauta, 67; tamboril, 161;
trompeta, 161. MUSTAFA, alcaide moro de Monreal, 230.
MUZA, 8, 10, 18, 189.
Nájera, corte de, 91.
Nápoles, 130, 160, 161, 314, 349.
Narbona, 343; obispo de, 79; Aimerico
de, 28.
Navarra, 19, 51, 90, 126, 163, 177,
186, 314.
Navas de Tolosa, batalla, 137, 155,
274.
Niablas, despoblado, 342.
Nimes (Francia), 343. Noguera
Ribagorzana, río, 21. Nonaspe (Z), 68, 142.
Novillas (Z), 5.
Nuestra Señora: Alegría: Barcelona,
122; Monzón, 122; Aliaga: Muniesa, 247; Ángeles:
Albentosa, 123;
Cubel, 80; Pedrola,
168; Zaragoza, 351; Antigua: Monzalbarba,
305; Bario:
Bestué, 3;
Blanca: Piedra,
317;
Cantal: Oliete, 85; Capítulo: Trasobares,
255, 257; Castillo: Alagón, 50;
Aniñón, 307; Belmonte, 6; Bijuesca, 53; Cerro: Castejón de las
Armas, 134; Cigüela: Torralba, 20; Encontrada: Chía, 248; Fuente:
Peñarroya de Tastavíns, 339; Fuentes: Lanaja, 263;
Guía del Guerrero:
Cubel, 80; Huerta: Arándiga, 337; Huesca, 304; Magallón,
166, 321; Humillada: Calanda, 61; Jerusalén: Inogés, 352; Linares:
Benabarre, 292; Magallón: Leciñena, 166; Mar: Munébrega, 354;
Mártires: Atea, 15; Mayor: Zaragoza, 8, 12, 166, 198, 269; Milagro:
Zaragoza, 300; Miramonte: Biscarrués, 33; Monler: Sástago, 260;
Mora: Peralta de la Sal, 32; 218; Nieves: Bujaraloz, 336; Oliva:
Ejea, 46; Olivar: Estercuel, 261;
Zaragoza, 275, 300; Palacios: La
Almunia, 223; Peña: Aguilar de Alfambra, 66; Pilar: Zaragoza, 61,
135, 153, 160; Portillo: Zaragoza, 47, 166; Pueyo: Barbastro, 256;
Ríos: Rasal, 208; Rosario: Zaragoza,
276; Sagrada: Monzalbarba, 166, 305; Salas:
Huesca, 232, 304; Silla: Lagueruela,
121; Tocón: Langa, 229; Veruela: Veruela, 258;
Victoria: Jaca, 19; Villarroya:
Villarroya, 310; Zaragoza la Vieja: El Burgo, 243, 341.
NUNILO, santa, 240.
NUÑO ÁLVAREZ DE LARA, conde, 43.
OBAIDALA, señor moro de Alacón, 196.
Obispo: Acisclo, 239; Albarracín:
Martín, 143; Barbastro: Ramón, 271, 272, 273, 299;
Conserans: Licer, 274; Huesca: Esteban,
271, 272, 273, 299; Jaca: Fortún, 88; Narbona, 79; Pallars: Atón,
23; Pamplona: Guillermo, 48; Ribagorza: 16; Sevilla: san
Leandro, 319; Zaragoza: 93, 125;
Bencio, 8, 16, 93, 298; Ciriaco, 319; García, 171;
Paterno, 93.
Oliete (T), 85.
Olite (Navarra), 160.
Olsón, sierra, 13.
OMAR, alarife turolense, 205.
OMAR BEN
AHMED, jerife, 58.
Onda, 39.
Ontiñena (H), 344.
Orden: Órdenes Militares, 152, 199;
Banda, 160; Calatrava, 68, 137; Císter, 257, 258,
281, 322; Dominicos, 309; Franciscanos,
98, 309, 351; Hospital o San Juan, 68,
87, 155, 213, 259; Jarra, 161; Malta,
354; Montesa, 359; Predicadores, 275, 279,
287, 293, 300; 315; San Agustín, 310;
Santiago, 183; Temple, 65, 77, 118, 119,
122, 227, 259; Trinitarios, 306.
ORDERIC VITAL, cronista, 104. Ordesa,
valle, 344.
Oroel, monte, 19.
OROSIA o EUROSIA, santa, hija de los
reyes de Bohemia o Aquitania, 239. Ortilla (H), 295.
Otal (H), 342.
Oto (H), 342.
OTO DE POITIERS, emir, 21.
Oza, selva, 112.
PALACÍN, señor de Gallur, 227.
Palacio: Real de: Nájera, 91;
Pamplona, 89; Zaragoza, 348; Albarracín, 193, 196; Daroca, 219;
Lanaja, 55; Olite, 160; árabe de Zaragoza, 198; la Aljafería, 12,
43, 93,
161, 246, 324, 350; la Alhambra, 134;
la Zuda, 12; de Almanzor, en La Almunia, 223; de doña Urraca, en
Soria, 100, 102; de Urriés, de los marqueses de Ayerbe, 150, 151;
duque de Híjar, 157; conde de Ribagorza, en Zaragoza, 153; de Jaime
I, en Mosqueruela, 124.
Palermo, 128.
Pallars, Atón, obispo de, 23.
Palomera, sierra, 67.
Pamplona, 19, 89, 90, 92, 94, 95, 108,
141.
Panifico, castillo de Cercito, 82.
Panillo, sierra, 22.
Pano, sierra, 22, 81, 251.
PANTALEÓN, santo, 269.
Papa: Alejandro V, 359; Benedicto XIII,
316, 331, 355, 356, 357, 358, 359; Clemente,
331; san Gregorio VII, 319, 320;
Gregorio XII, 359; Inocencio III, 114, 119; Martín V, 359; san
Sixto, 324. Paracuellos de Jiloca (Z), 174.
Paradero o parque: de Mirabayo, en
Híjar, 157. París, 23, 28, 257.
Parroquia, barrio de Pina, antigua
morería, 250. PARSIFAL, 325.
Pastor: 33, 302; de El Burgo, 243;
Fuentes de Ebro, 341; Lobera, 277; Luesia, 238; la
Maladeta, 298; Sigena, 259, Yebra de
Basa, 239; san Balandrán, 256; san Visorio,
241; Justina, de Zaragoza, 244; Pedro
Novés, 261.
PATERNO, abad de San Juan de la Peña y
obispo de Zaragoza, 93.
Patrón: San Bartolomé (Tosos), 294;
san Blas (Torrecilla de Alcañiz), 296; san Caprasio (Alcubierre),
343; san Gil (Ortilla), 295; san Ginés (Lupiñén), 295; san Macario
(Andorra), 318; san Pedro Arbués (Aguilón), 294; san Sebastián
(Fayón), 335; san Vicente Ferrer (Graus), 290.
PEDRO, santo, 289, 319; abad de San
Pedro de Tabernas, 90; fray, 78;
señor de Mediano, 14; habitante de
Zaragoza, 275; doncel, hijo de Ato Garcés, 100; infante de Aragón,
luego Pedro I, 320.
PEDRO [I], rey de Aragón, 34, 35, 36,
37, 39, 44, 95, 96, 106, 140, 273; rey de Castilla, 174, 175, 176,
177, 178.
PEDRO [II], rey de Aragón, 114, 115,
118, 119, 122, 126, 155, 274, 303.
PEDRO [III], rey de Aragón, 120, 127,
128, 129, 180, 349, 350.
PEDRO [IV], rey de Aragón, 146, 169,
174, 177, 178, 336, 347.
PEDRO AHONES, noble aragonés, 125.
PEDRO ALFONSO, 345.
PEDRO ARBUÉS, santo e inquisidor, 294,
314. PEDRO ATARÉS, señor de Borja, 106, 108, 258.
PEDRO CARDONA, mozárabe de Valencia,
78.
PEDRO GILBERT, alcaide de Daroca, 175.
PEDRO GONZÁLEZ DE LARA, 102.
PEDRO MARTÍNEZ DE BOLEA, camarero
real, 349.
PEDRO MARTÍNEZ DE LUNA (Vid. Benedicto XIII).
PEDRO
NOVES, pastor, 261.
PEDRO DE SESÉ, 90. PEDRO TIZÓN, 106.
PEDRO DE URREA, noble aragonés, 172.
Pedrola (Z), 168.
Peña, castillo, 126.
Peña del Morrón, en La Iglesuela del
Cid, 41. Peñacil (o Peña del Cid), en Montalbán, 170, 183. Peñalba
(H), 283.
Peñalén (Navarra), 141. Peñarroya de
Tastavíns (T), 339.
Peñíscola, castillo, 316, 355, 356,
357, 358, 359. Peralta de Alcofea (H), 39.
Peralta de la Sal (H), 32, 218.
Perarrúa (H), 279, 299.
Peregrino: De Alcolea, 266; Boltaña,
267; Castiello de Jaca, 268; Monzón, 118; conde francés, 154;
Alvarado, de Daroca, 216; Blasco de Alagón, 147; García Aznárez,
320; san Gregorio, san Juan, san Licer y san Pantaleón, 269; san
Marcial, 265.
PEREGRINO DE CASTILLAZUELO, 106.
Perpignan, 158, 331, 343, 356.
PETRONILA, reina de Aragón, 107, 113,
257.
Piedra, monasterio, 145, 182, 281, 309,
317; río, 145. Piedra del Moro, 32.
Piedratajada, batalla, 33.
Pina (Z), 250.
Pirineos, 190, 207, 239, 241, 253, 269,
270, 274, 298, 324, 325, 326, 343, 346.
Pisa (Italia), 359.
Pitilla (Navarra), 126.
Plagas: De la langosta en: Arándiga,
337; Fuentes de Ebro, 341; Tauste, 334. Plan (H), 202.
Plaza: De Aínsa, 291; Alta, de Ayerbe,
150; Mercado, de Calatayud, 286; Mercado, de Teruel, 329.
Poitou, conde de, 106, 107. Pomar de
Cinca (H), 116. Portalé, puerto de montaña, 138.
Portento: 301, 302, 307, 308, 309, 310,
311, 312, 313, 314, 315.
Portugal, 180, 314.
Posada: Mora de Rubielos, 280; cerca de
Sariñena, 263. Pota del Caballo, 40.
PRADO, noble gallego, 103.
Presa hidráulica: Almonacid de la Cuba,
86. PRIMITIVO, mártir, 64.
Provenza, 119.
Puebla de Fantova (H), 279.
Puente: Calanda, del Cid, 40; Mediano,
14; Teruel: san Francisco, 181; doña Elvira, 181. Puerta: Barcelona:
San Ibo, en la catedral, 122; Calanda, de Valencia, 61; Calatayud, de
Zaragoza, 286; Graus, de Chinchín, 222; Teruel, de la Traición,
178; de Zaragoza, 178; Zaragoza, Cinegia, 8; Oriente, 8; Quemada,
305; Valencia, 48.
Puerto de mar: Barbastro, 28; Ragusa,
351.
Puerto de montaña: Dachera, en
Guarrinza, 190; Tena, 186. Puértolas (H), 3.
Puebla de Castro (H), 222. Pueyo,
santuario, 256.
Pueyo de Araguás (H), 22. Punta la
Mora, en Luesia, 238.
Purroy (Z), 262.
Puyarruego (H), 3.
Queiles, río, 180.
QUELO, habitante de Fayón, 335.
Quemada, puerta de Zaragoza, 305. Quicena (H), 323.
QUITERIA, santa, 119, 122.
Ragusa, puerto, 351.
RAMIRO, infante pamplonés, 141;
habitante de Mosqueruela, 76. RAMIRO [I], rey de Aragón, 24, 91, 92,
93, 94, 105, 221.
RAMIRO [II], rey de Aragón, 106, 107,
108, 109, 110, 111, 112, 257.
RAMIRO GARCÉS, infante de Pamplona,
43.
RAMIRO SÁNCHEZ, señor de Monzón, 119.
RAMÓN, conde, 21; infante pamplonés,
141; conde de Provenza y primo de
Jaime I, 119.
RAMÓN [II], conde de Ribagorza, 154.
RAMÓN BERENGUER [IV], conde de
Barcelona, 65, 257.
RAMÓN GUILLERMO o SAN RAMÓN, santo,
obispo de Barbastro, 271, 272, 273, 299.
Rasal (H), 208, 234.
Reina: Agnes, esposa de Ramiro II de
Aragón, 107; Alba, mujer del Rey Lobo, 231; Blanca de Navarra, mujer
de Juan II, 163; Constanza, mujer de Pedro III, 128, 180; Elisenda de
Moncada, mujer de Jaime II, 130; Estefanía, de Pamplona, 94; Isabel
de Aragón, reina de Portugal, 180, 250; Isabel la Católica, 133,
153; Juana Enríquez, mujer de Juan II, 133, 163; María, esposa de
Pedro II, 115; María, mujer de Alfonso V, 161, 311; María de
Lusignan, mujer de Jaime II, 130; Petronila, de Aragón, 107, 113,
257; Sancha de Castilla, mujer de Alfonso II, 155, 259; Urraca, de
Castilla, 98, 99, 100, 102, 103, 105, 156.
Reino: De Albarracín, 200; Granada,
134; Monzón, 116; Pomar, 116. Redonda, monte de la, 261.
Relicario: Alfonso I, 64; Jaime I, 321;
Montearagón, 323; Samper de Salz, 322; San Juan de la Peña, 324,
325.
Reliquia: 16, 64, 319, 320, 321, 322,
323, 324, 325.
Rey: Albarracín, 246; Almería, 320;
Francia, 331, 349; Nápoles, 349;
Sarakosta, 246; Sevilla, 320;
Sobrarbe, 82; Abderrahmán, de Huesca, 36; Abdel-Mech, de Zaragoza,
43; Abu Zeyt, de Valencia, 78, 125; Ahmed ben Abd al Malik, de Rueda
de Jalón, 59; Alcadir, de Valencia, 197; Alfonso [I], de Aragón, 5,
6, 15, 34, 43, 46,
47, 48, 49, 50, 52, 53, 54, 55, 56, 57,
58, 59, 60, 62, 63, 64, 68, 95, 97, 98, 99, 100,
101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, 108,
110, 111, 113, 138, 141, 142, 156, 198, 229,
243, 255, 257, 258, 259, 266, 271, 272,
273, 346; Alfonso [II], de Aragón, 66, 68,
70, 71, 74, 76, 113, 144, 155, 199,
259; Alfonso [III], de Aragón, 120; Alfonso [IV],
de Aragón, 130; Alfonso [V], de
Aragón, 131, 132, 160, 161, 173, 311, 314, 316,
324, 330, 334; Alfonso [VI], de
Castilla, 101; Alfonso [VII], de Castilla, 59, 63; Alfonso [VIII], de
Castilla, 155; Al-Motamid, de Sevilla, 320; Almugdavir, de Zaragoza,
93; Amad Dola, de Zaragoza, 198; Arturo, de Inglaterra, 325; Bucar,
45; Carlos [II], de Nápoles, 130; Dionís, de Portugal, 180, 350;
Eduardo, de Inglaterra, 129; Enrique [III], de Castilla, 161;
Fernando [I], de Aragón, 131, 132, 171,172, 283, 288, 355, 356, 358;
Fernando [I], de Castilla, 24, 91, 92; Fernando [II],
de Aragón, 133,134, 135, 153, 209,
263, 314; García [III], de Navarra, 91, 92, 93, 94, 108; García
Íñiguez, de Pamplona y Sobrarbe, 19, 89, 90; García Jiménez, de
Sobrarbe, 17, 253; García Sánchez [II], de Pamplona, 88; Ginfar
Amad, de Rueda de Jalón, 43; Glafar, de Rueda de Jalón, 43; Hugo de
Lusignan, de Chipre, 130; Íñigo Arista, de Pamplona y Sobrarbe, 22,
90; Jaime [I], de Aragón, 75, 76,77, 78, 79, 86, 115, 116, 117, 118,
119, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 157, 158, 165,
301, 321, 322, 328; Jaime [II], de
Aragón, 130, 329; Juan, de Navarra, 314; Juan,
de Portugal, 314; Juan [II], de Aragón,
133, 153, 160, 162, 163, 186, 307; Lobo, de Murcia y Valencia, 45,
231; san Luis, de Francia, 28, 128; Manfredo, de Sicilia, 128, 129;
Martín [I], de Aragón, 171, 172, 215, 280, 309, 324; Mohamed
Al-tabill, de Sarakosta, 191; Pedro [I], de Aragón, 34, 35, 36, 37,
39, 44, 95, 96, 106,
140, 273; Pedro [I], de Castilla, 174,
175, 176, 177, 178; Pedro [II], de Aragón,
114, 115, 118, 119, 122, 126, 155, 274,
303; Pedro [III], de Aragón, 120, 127, 128,
129, 180, 349, 350; Pedro [IV], de
Aragón, 146, 169, 174, 177, 178, 336, 347; Ramiro [I], de Aragón,
24, 91, 92, 93, 94, 105, 221; Ramiro [II], de Aragón, 106,
107, 108, 109, 110, 111, 112, 257;
Sancho [II], de Castilla, 94; Sancho [III] el Mayor, de Pamplona, 91;
Sancho [IV], de Pamplona, 141; Sancho [IV], de Castilla, 349; Sancho
[VII], de Navarra, 126, 155;
Sancho Garcés, de Pamplona y Sobrarbe,
22, 89, 90, 136, 319; Sancho Ramírez, de Aragón, 26, 27, 30, 33,
34, 38, 44,
94, 95, 138, 140, 141, 255, 257, 320.
Ribagorza, 13, 16, 21, 23, 32, 92, 93,
153, 160, 298, 299.
Ribota, río, 20.
Ricla (Z), 78, 223, 228.
Riguala (H), 13.
Ríos: Aguasvivas, 86; Alcanadre, 55,
236, 259, 266, 271, 344; Algás, 68; Ara, 17, 267,
291, 342; Aragón, 19, 101, 252;
Aranda, 337; Arba de Biel, 38; Arba de Luesia,
238; Aurín, 254; Cea, 64; Cinca, 3,
14, 17, 22, 31, 55, 64, 116, 122, 139, 191, 204,
262, 266, 271, 291, 340; Clarés, 20;
Ebro, 2, 3, 4, 5, 9, 12, 13, 20, 24, 32, 33, 39,
42, 46, 47, 50, 54, 56, 81, 94, 95, 99,
102, 104, 132, 147, 156, 169, 172, 189, 190,
209, 212, 218, 227, 243, 255, 259, 260,
264, 266, 269, 305, 314, 319, 341, 344, 348;
Ésera, 22, 248, 290, 315; Flumen, 111,
344; Gállego, 10, 194, 269, 274; Gas, 19;
Guadalaviar, 72, 143, 159, 192, 200,
224, 246; Guadalete, 9; Guadalope, 296;
Huecha, 347; Huerva, 262, 305; Isábena,
21, 290, 315; Isuela (Moncayo), 62,
257, 337; Isuela (Pirineo), 344; Jalón,
43, 50, 56, 75, 134, 174, 215; Jiloca, 58, 174,
175, 197, 215, 306; Martín, 85, 157;
Matarraña, 68, 148; Noguera Ribagorzana,
21; Piedra, 145; Queiles, 180; Ribota,
20; Segre, 344; Selcós, 244; Sosa, 122; Sotón, 295; Tajo, 9; Turia,
117, 178, 181, 270; Vero, 29, 30, 163, 290, 299.
Rivas (Z), 347.
Robres (H), 346.
Roda de Isábena (H), 13, 272, 273,
299. RODRIGO, rey visigodo, 1; conde de Camañas, 67.
RODRIGO DÍAZ DE VIVAR (EL CID), 24,
39, 40, 41, 45, 94, 101, 119, 192, 196, 197, 210,
220, 224, 246.
RODRIGO DE LIZANA, noble aragonés,
165. RODRIGO MARTÍNEZ, conde, 59.
RODERICO DE MUR, caballero grausino,
222. ROLDÁN, 2, 344; descendiente de Roldán, 111.
Roma, 96, 114, 147, 271, 319, 320, 324,
325, 358, 359.
Romería: Santa Quitería, 340. ROQUE,
santo, 278, 338.
Rosario: 275, 276, 302.
Rosellón, 174.
Royuela (T), 143. Rubielos de Mora (T),
73.
Rueda, monasterio, 147, 264.
Rueda de Jalón (Z), 43, 59.
Sabiñán (Z), 237.
Sabiñánigo (H), 138.
Sagunto, 65.
Sahla, 196.
Salerno, 96.
Salinas de Hoz (H), 334. Sallaón,
collado, 204.
Sallent de Gállego (H), 138. Samper
del Salz (Z), 322.
San Beltrán de Comminges, 265. San
Clemente, peña, 279.
San Francisco, puente de Teruel, 181.
San Juan, sierra, 19.
SAN JUAN, Orden, 68, 155.
San Juan de Mozarrifar (Z), 269.
San Juan de la Peña (H), 17, 19, 81,
88, 93, 104, 136, 251, 252, 253, 313, 320, 324,
325.
San Lázaro, próximo a Teruel, 71.
San Martín de Cercito, monasterio, 82,
254. San Miguel, peña, 111.
San Miguel de Aralar, santuario, 96.
San Pedro de Siresa, monasterio, 82,
97, 207, 254, 255, 257, 319, 324.
San Pedro de Tabernas, monasterio, 16,
90, 324. San Pedro de Torrecilla, 94.
San Ponce de Tomeras, monasterio, 107,
110. San Salvador, ermita, 116.
San Vicente, ermita de Monzón, 119.
San Vicente de Labuerda, 241.
SANCHA, reina de Aragón y mujer de
Alfonso II, 155, 259; Ava, condesa de Ribagorza, 154.
SANCHA LÓPEZ, mujer de Pelegrín de
Atrocillo, 165. SANCHA MARTÍNEZ DE MARCILLA, 173.
SANCHO, infante de Pamplona, 43; hijo
de Sancho [III] el Mayor y conde de Ribagorza, 92; conde castellano,
95; infante, hijo ilegítimo del rey García de Pamplona, 94; hijo de
Garcí Fernández, 154; abad de San Juan de la Peña, 320.
SANCHO [II] GARCÉS (ABARCA), rey de
Pamplona, 22, 89, 90, 136, 319; rey de Sobrarbe, 22.
SANCHO [II], rey de Castilla, 94.
SANCHO [III] EL MAYOR, rey de Pamplona,
91. SANCHO [IV] DE PEÑALÉN, rey de Pamplona, 141. SANCHO [IV], rey
de Castilla, 349.
SANCHO [VII] EL FUERTE, rey de Navarra,
126, 155. SANCHO FERNÁNDEZ DE HEREDIA, 353.
SANCHO FRAGO, habitante de Magallón,
166.
SANCHO RAMÍREZ, rey de Aragón, 26,
27, 30, 33, 34, 38, 44, 94, 95, 138, 140, 141, 255,
257, 320.
SANCHO DE RAVANERA, de Daroca, 65.
SANCHO SÁNCHEZ MUÑOZ, caballero, 70.
Sangüesa (Navarra), 186. Santa Isabel,
sierra, 10. Santa Cruz, monasterio, 90.
Santa Cruz de la Serós (H), 81. Santa
María de las Cellas, 119. Santa María de Eruson, 82.
Santa María la Mayor, iglesia de
Zaragoza, 93. Santa María de Obarra, monasterio, 21, 23, 139. Santa
Quiteria, ermita de Monzón, 119.
Santas: Águeda, 338; Alodia, 240; Ana,
353; Bárbara, 294; Elena, 242; María Magdalena, 308; Nunilo, 240;
Orosia, 239;
Pelagia, 68; Quiteria, 119, 122, 340; Tecla,
297.
Santiago, 154, 265, 266, 268.
SANTIAGO, apóstol, 41, 269; Orden,
183. Santísimo, acampo de Zaragoza, 269.
Santo Domingo, sierra, 277.
Santos: Agustín, 311; Balandrán, 256;
Bartolomé, 294; Bernardo, 257; Blas, 296; Caprasio, 343; Domingo,
275, 276, 277, 300, 302; Dominguito de Val, 212; Félix,
252, 253, 313; Francisco, 351; Geraldo,
27; Gil, 295; Ginés, 295; Gregorio, 269,
319; Indalecio, 253, 313, 320; Íñigo,
215; Jaime, 41; Jorge, 34, 36, 37, 41, 52, 338;
Juan, 269; Juan Bautista, 251, 252,
266; Julián, 318; Leandro, 319; Licer, 269,
274; Lorenzo, 324, 325; Macario, 318;
Marcial, 265; Marcos, 87, 301; Martín, 254;
Metodio, 239; Miguel, 48, 310, 315,
334, 341; Miguel Arcángel, 74; Miguel in Excelsis, 96; Nicolás de
Bari, 314; Pablo, 289; Pantaleón, 269; Pedro, 289, 319, 324,
331, 358; Pedro Arbués, 294; Ramón,
271, 272, 273, 299; Roque, 278, 338; Santiago, 41; Sebastián, 296,
335, 338; Sixto, 324; Valero, 270, 296, 340; Vicente, 119,
122; Vicente Ferrer, 132, 215, 216,
217, 266, 280, 281, 282, 283, 284, 285, 286,
287, 288, 289, 290, 291, 292, 293, 309,
315, 331, 358; Victorián, 36; Visorio, 241;
Voto, 252, 253, 313.
Santos Lugares, 354.
Santuario: Albarracín: Nuestra Señora
de los Dolores, 143; Aralar: San Miguel, 96; Atea: Nuestra Señora de
los Mártires, 15; Barbastro: Nuestra Señora del Pueyo, 256;
Biescas: Santa Elena, 242; Ibieca: San Miguel de Foces, 213; Huesca:
Nuestra Señora de Salas, 232, 304; de Monler: 260; Monzalbarba:
Nuestra Señora de la Antigua, 305; Monzón: Nuestra Señora de la
Alegría, 122; y San Vicente y Santa Quiteria, 119, 122; Selgua: San
Salvador, 116; Velilla de Ebro: San Nicolás de Bari, 314; Zaragoza:
Nuestra Señora del Olivar, 275; y San Miguel de los Navarros, 48.
Saona, 331.
Saravillo (H), 202, 206.
Sariñena (H), 263.
Sasa (H), 342.
Saso, fuente, en Monzón, 118, 119,
122.
Sástago (Z), 147, 260, 263.
SEBASTIÁN, santo, 296, 335, 338;
vaquero de Soria, 244.
SEGISMUNDO, emperador, 356, 359.
Segorbe, 197, 301.
Segre, río, 344.
Seira (H), 16.
Selcós, río, 244.
Selgua (H), 116.
Selva, Oza, 112.
Selvamayor, monasterio, 27.
Sena (H), 236.
Sens (Francia), 343.
Señés (H), 90.
Señor: Alacón: Obaidalá, 196;
Albarracín: 159, 167; Abdelmelic ben Razín, 196; Abú Meruán, 192;
Pedro de Azagra, 231; Pedro Fernández de
Azagra, 145; Pedro Ruiz de
Azagra, 45, 143; Alcorisa: Lope de Albero, 165; Amezcoa y Abárzuza:
García Jiménez, 253; Atarés: 88; Barbastro: Ato Garcés, 100;
Borja: Pedro Atarés, 106,
108, 258; Camañas: Rodrigo, 67; Castro
de Malavella: Arnaldo, 182; Cella: Garcí Núñez, 224; Cuarte,
Cadrete y Purroy: Miguel Pérez Zapata, 262; Daroca: Alvar Pérez de
Azagra, 65; Escondilla: Martín Pérez, 72; Espés:, 139; Estercuel:
Gil de Atrosillo, 261; Fabara: 152; Gallur: Artal de Alagón, 227;
Blasco Maza, 227; Orden del Temple, 227; Palacín, 227; Godojos:
Fortuño Fernández de Heredia, 353; Híjar, 157; Latrás y Valle de
Tena: 138, 320; Lérida: Al-Muzaffar, 30; Mediano: Pedro, 14;
Mequinenza: conde Artal, 149; Monzón: Ramiro Sánchez, 119; Ricla:
Berenguer de Entenza, 228, 301; Martín Pérez de Villel, 228;
Rubielos de Mora: Alonso, 73; Sástago: Blasco de Alagón, 147, 260,
263; Somed: 182;
Suelves: 84; Villel: Martín Pérez, 72.
Señora: Fátima, de Mora, 73; Martina
Pérez de Lozano, de Mombrún, Fuenclara, Las Facenas y Casasnovas,
87.
Sepúlveda, 102.
SERENA ALMA, mora de Gallur, 227.
SETI MAHOMAT, alcaide moro de Villel,
72. Sevilla, 42, 320.
Sicilia, 128, 129, 130.
Sierra/monte: Abetito, 88; Albarracín,
188, 224, 246; Alcubierre, 343; Amán, 111; Ara-
lar, 96; Canigó, 127; Cañarda, 199;
Ciezmo, 249; Cóculo, 252; Frías, 193; Guara,
111, 191; Ibérico, 133; Lastra, 145;
Luna, 38; Maladeta, 252, 298; Morena, 80; Ol-
són, 13; Oroel, 19, 251; Palomera, 67;
Panillo, 22; Pano, 22, 81, 251; Peñacil, 170;
Perdido, 77; Pueyo, 256; Redonda, 261;
Sallaón, 204; San Clemente, 279; San
Juan, 19, 251; San Miguel, 111; San
Valero, 340; Santa Isabel, 10; Sevil, 332; Sil,
13; Troncedo, 22.
Sigena, monasterio, 155, 259.
Sil, sierra, 13.
SIMÓN DE MONTFORT, 119, 303.
Sinagoga: Zaragoza, 212.
Siresa (H), 2, 82, 112, 207, 319, 324,
325.
SIXTO, papa, 324.
SOBEYA, hija de Mohamed Altabill, 191.
Sobrarbe, 17, 19, 22, 23, 32, 93, 136,
241, 251, 253, 326.
Sobrepuerto, 342.
Somed, 182.
Somontano, 164, 218, 292.
Somport, 268.
Sopeira (H), 139, 327.
Soperún (H), 23.
Sora, castillo, 156.Soria, 100, 101,
102, 244, 300, 317.
Sos, 248.
Sos del Rey Católico (Z), 126, 133,
184.
Sosa, río, 122.
Sotón, río, 295.
Sotonera, 295.
SULAIMAN BEN YAQZAN BEN AL-ARABI, 2.
Taifa: Reinos taifales, 59; Albarracín,
195, 196; Gallur, 42; Rueda, 59; Zaragoza, 43,
52, 62, 195, 198.
Tajo, río, 9.
Tamarite (H), 210.
Tarazona (Z), 56, 62, 100, 146, 177,
180, 225, 244, 249, 328.
Tarbes (Francia), 274.
Tarifa, 177.
TARIK, 8, 9, 219.
Tauste (Z), 5, 334.
TECLA, santa, 297.
TEMPLE, Orden, 65, 77, 118, 119, 122,
227.
Templos: Mezquita, 2; sinagoga, 2.
Tena, valle, 138, 186, 320.
TEÓFILO, esclavo cristiano de
Zaragoza, 198.
Teruel, 65, 70, 71, 72, 73, 74, 76, 78,
117, 124, 125, 146, 167, 173, 174, 176, 177, 178,
181, 205, 285, 329, 330.
Tesoro: 42, 49, 55, 108; Ayerbe, 194;
Castellote, 199; Cuevas de Cañart, 201; El Cas-
tellar, 209; Griegos, 188; Guarrinza,
190; Monreal, 197, 230; Siresa, 207; Sos, 248;
Tierga, 62.
TEXUFIN BEN ALI BEN YUSUF, 104.
Tierga (Z), 62.
TITUREL, 325.
TOCÓN, moro de Langa, 229.
TODA, hija del conde Galindo, 21; mujer
del conde Bernardo de Ribagorza, 23. TODA RAMÍREZ, fundadora del
monasterio de Trasobares, 257.
Toledo, 8, 9, 42, 59, 98.
Torla (H), 344.
Torre: Albarracín: Doña Blanca, 159;
Daroca: Jaque, 9; del «caballero de la espuela» o de Cariñena,
146; Graus: Peña del Moral, 221; Teruel: San Martín, 205; San
Salvador, 205; Zaragoza: Santa María la Mayor, 269; Zuda, 172.
Torrecilla de Alcañiz (T), 296.
Torrelapaja (Z), 53.
Torrenublos, 41.
Torrijo (Z), 53.
Tórtoles (Z), 328.
Tortosa, 99, 100.
Tosos (Z), 294.
Tozal de las Forcas, en Alquézar, 26.
Tozal de la Mora, en Sena, 236.
Tramacastilla (T), 246.
Trasmoz (Z), 51, 126, 195, 211, 328.
Trasobares (Z), 4, 255, 257.
Tratado: Cazorla, 155.
Tributo: 93, 203.
Troncedo, sierra, 22.
Trovador: de Barbastro, 164; de Jaime
I, 158; Guzmán, 228; Manfredo, 213; Manri-
que de Lara, 162; Pedro, 100.
Tudela (Navarra), 5.
Túnel: Ejea: Carasoles, 156; Corona,
156; Cuco, 156; Rueda: bajo el Ebro, 264; Tierga, 62.
Turia, río, 117, 178, 181, 270.
Urci, 320.
Urgell, 132, 171, 172, 262, 283.
URRACA, reina y mujer de García
Íñiguez, 89, 90; reina y mujer de Alfonso I el Batallador, 98, 99,
100, 102, 103, 105, 156.
Urrea (Z), 59.
Usón (H), 319.
Valdealgorfa (T), 278.
Valderrobres (T), 68.
Valencia, 45, 58, 63, 64, 71, 75, 76,
77, 78, 79, 117, 119, 121, 124, 131, 146, 171, 173,
197, 199, 220, 231, 246, 261, 284, 301,
307, 324.
VALERIANO, emperador romano, 324.
VALERO, santo, 270, 296, 340.
Vallibona, 339.
Valtierra (Navarra), 209. Vaudune,
Clarion de, 28. Velilla de Cinca (H), 340. Velilla de Ebro (Z), 314.
Velilla de Jiloca (Z), 174.
Vero, río, 29, 30, 163, 290, 299.
Veruela, monasterio, 169, 211, 258.
VICENTE, santo, 119, 122.
VICENTE BELBÍS, de moro llamado Abu
Zeyt, rey de Valencia, 78.
VICENTE FERRER, fraile dominico y
santo, 132, 215, 216, 217, 266, 280, 281, 282, 283,
284, 285, 286, 287, 288, 289, 290, 291,
292, 293, 309, 315, 331, 358.
VICMAR, fraile, 21.
VICTORIÁN, santo, 36.
Villa, despoblado, 333.
Villafeliche (Z), 80.
Villahermosa, ducado, 153.
Villanueva de Sigena (H), 236, 259.
Villar (T), 246.
VILLARDELL, espada, 119, 120.
Villarroya de la Sierra (Z), 310.
Villel (T), 72.
VISORIO, santo, 241.
Vitoria, 95.
VOTO, santo, 252, 253, 313.
WALDO, conde e hijo de don Rodrigo, 18.
Wali: Albarrarín, 224; Alquézar, 25;
Borja, 195; Cella, 224; Jaca, 18; Tarazona, 244;
Zaragoza, 2, 12, 20.
WITIZA, 1.
Yebra de Basa (H), 239, 324.
YUSUF, alcaide moro de Camañas, 67.
ZAFADOLA, de nombre Chafar Amad ben
Hud, 59.
ZAIDA, hija de Abú el Malek, 18; hija
del alcaide de Cella, 192; de Cella, 224; la cristiana Isabel
convertida en, 52.
Zaidín (H), 340.
Zalaca, batalla, 63.
ZALDÍVAR, vasco, 21.
Zaragoza, 2, 5, 8, 9,11, 12, 16, 20,
35, 36, 37, 38, 39, 42, 43, 46, 47, 48, 49, 50, 52, 53,
54, 56, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 81, 93,
104, 105, 113, 121, 125, 132, 133, 134, 135,
146, 153, 156, 160, 161, 162, 165, 166,
169, 189, 191, 196, 198, 209, 212, 217, 227,
229, 233, 235, 243, 246, 252, 260, 262,
269, 274, 275, 276, 287, 298, 300, 305, 310,
319, 326, 331, 345, 348, 351.
ZILA, moro de Zaragoza, 198. ZOMA,
alcaide de Daroca, 219.
ZORAIDA, hija del rey moro de Mallorca,
77; mora de Graus convertida como Marieta, 221; mora de Teruel.
Zuda, palacio de Zaragoza, 12. Zuera
(Z), 35, 191, 269, 274.
ZULEIKA, mercader, 57.
ZULEYA, hija del walí Abén Amed
Mutamín, de Borja, 52. ZULIMA, hija del alcaide de La Puebla de
Castro, 222.
ZUMAIL, juez moro de Huesca, 240.
ÍNDICE GENERAL
I. INTRODUCCIÓN
..................................................................................... 5
1. Algunas cuestiones previas
................................................................. 7
2. Una historia paralela a través de
las leyendas 13
II. ANTOLOGÍA DE LEYENDAS 41
1. La conquista musulmana (1/12) 43
2. Reconquista y repoblación
(13/87) 55
2.1. Reconquista (13/80) 55
2.2. Repoblación (81/87) 115
3. El mundo cristiano (88/187) 123
3.1. Los reyes (88/135) 123
3.2. La nobleza y los señoríos
(136/153) 165
3.3. La vida cortesana (154/164) 181
3.4. Las pugnas familiares
(165/173) 190
3.5. La guerra entre cristianos
(174/178) 198
3.6. Amores y desamores (179/187) 203
4. El mundo musulmán (188/209) 213
5. El mundo judío (210/217) 233
6. Relaciones entre cristianos y
musulmanes (218/250) 241
6.1. Relaciones amistosas (218/238) 241
6.2. Relaciones problemáticas
(239/250) 260
7. Aspectos religiosos (251/325) 271
7.1. Los monasterios (251/264) 271
7.2. Los peregrinos (265/269) 283
7.3. Los santos (270/297) 288
7.4. Los portentos (298/318) 312
7.5. Las reliquias (319/325) 330
8. Aspectos socio-culturales
(326/359) 337
8.1. La Justicia (326/331) 337
8.2. Plagas y epidemias (332/342) 342
Índice general
8.3. La cultura (343/348) 352
8.4. Aragoneses allende las fronteras
(349/353) 357
8.5. Aragoneses con personalidad
(354/359) 362
III. BIBLIOGRAFÍA 369
IV. ÍNDICES 379
1. Índice de leyendas 381
2. Índice de lugares de origen 391
3. Índice analítico 397
ALGUNAS CUESTIONES PREVIAS
La reconstrucción histórica se ha
basado fundamentalmente en las fuentes documentales escritas (en
general, las emanadas del poder establecido) y en las arqueológicas,
pero cada vez van adquiriendo mayor empuje otro tipo de fuentes y
ayudas, como las que proporcionan la arqueología industrial, la
elaboración seriada y estadística de datos, la fotografía, los
exvotos, la cartografía histórica, etc. Entre las que últimamente
han adquirido un fuerte vigor en Aragón están las leyendas,
transmitidas oralmente, en principio, pero recogidas ya la mayor
parte por escrito en un momento determinado, aunque en los medios de
difusión más variopintos, dispersos o inalcanzables.
Aunque todavía quedan bastantes por
plasmar en letra impresa, es habitual hallar leyendas escritas
sueltas en programas de fiesta, hojas parroquiales, revistas
escolares, boletines municipales, novelas, cuadernos culturales,
prensa e incluso intercaladas en libros de temática diversa. Algunos
medios de información incorporan de cuando en cuando colaboraciones
sueltas en las que aparecen firmas habituales, como las de Salvador
Gisbert (siglo XIX), Rafael Andolz, Víctor Azagra, Manuel Iglesias,
etc.
Por otra parte, si en los cincuenta y
siete años que median entre 1929 y 1986 aparecieron al menos cinco
libros monográficos sobre leyendas (José Beltrán, Tradiciones y
leyendas de Daroca, 1929; César Tomás, Leyendas y tradiciones de la
sierra de Albarracín, 1954; Jaime de Caruana, Relatos y tradiciones
de Teruel, 1965; Lucía Dueso, Leyendas de l’Alto Aragón, 1985; y
Juan Domínguez Lasierra, Aragón legendario, 1984-86), en los siete
últimos años —19901996— han visto la luz no menos de siete
monografías (Antonio Beltrán, Leyendas aragonesas, 1990; Francisco
Lázaro, El bardo de la memoria. Historias y leyendas turolenses,
1992; Alberto Serrano, Guía mágica de la provincia de Teruel, 1993;
Rafael Andolz, Leyendas del Pirineo para niños y adultos, 1994;
Alberto Serrano, Historia fantástica del viejo Aragón, 1994; José
Ramón Marcuello, Mitos, leyendas y tradiciones del Ebro, 1996; y
Alberto Serrano, El Moncayo, fantástico, legendario y misterioso,
1996), cuya lectura recomiendo por el atractivo que encierran.
Es en este contexto en el que hemos
intentado aportar una antología de leyendas históricas aragonesas
de temática medieval —trescientas cincuenta y nueve
concretamente—, que nos pueden permitir esbozar una jugosa historia
paralela del Aragón medieval a través de la leyenda, puesto que las
hay desde las que explican a su manera la conquista musulmana o el
posterior proceso reconquistador y repoblador cristiano, pasando por
nuestros reyes, la nobleza y los señoríos, la vida cortesana, las
pugnas familiares, las guerras entre cristianos, los amores y
desamores. También retratan el mundo musulmán y el judío, así
como las relaciones entre cristianos y moros, sin olvidar los
aspectos religiosos (los monasterios, los peregrinos, los santos, los
portentos y las reliquias) y los socio-culturales (la justicia, la
cultura, las plagas y epidemias, los aragoneses allende las fronteras
y los aragoneses con personalidad), todo ello en el marco cronológico
que va del siglo VIII al XV.
Por otra parte, el presente trabajo
nació con vocación didáctica y, a pesar de las vicisitudes
sufridas, pretende tener también una aplicación didáctica, pues
gracias a las conclusiones extraídas hoy creemos estar en
condiciones de aportar resultados, aunque sea en otro momento y en
otro lugar, para su aplicación en el aula.
Originariamente, el trabajo consistía
en lograr que algunos profesores, en varios colegios e institutos,
recogieran con sus alumnos leyendas de sus respectivas comarcas para
trabajarlas en clase, y no fueron pocas las aportaciones recibidas
allá por el año 1982, pero los resultados obtenidos,
individualmente considerados, fueron escasos.
Se involucraron bastantes centros
educativos —a cuyos profesores y alumnos agradezco su inestimable
colaboración—, que no sólo hicieron una importante tarea
recopiladora sino que, además, trabajaron en las aulas con el
material conseguido. Sus aportaciones quedan patentes en cada leyenda
lograda por esta vía, que vienen a suponer un 4,8% del total de las
referencias, pues otras muchas propuestas no eran leyendas, se salían
del marco temporal de la Edad Media o ya habían sido fijadas en
algún tipo de texto escrito. A este grupo de narraciones recogidas
por vía oral en los centros hay que añadir las conseguidas
personalmente que no estuvieran publicadas o no tuviera constancia de
ello, lo que supone otro 8,6%, de modo que las 59 aportaciones
meramente orales a la obra suponen un 13,4% del total.
Todo esto significa que el 86,6% de las
narraciones que presentamos (antes o después, desde el siglo XIII
hasta el XX) ya se habían fijado en textos escritos, aunque muchas
veces hayan sido difíciles de detectar. La pluralidad de fuentes es
enorme, lo que nos obliga a reagruparlas:
De libros específicos sobre leyendas
se han tomado 55 referencias, lo que supone un 12,5% del total.
Un 0,4% (2 referencias) han sido
tomadas de manuscritos de los siglos
XII y XIII.
Un 0,9% (4) son leyendas incrustadas en
canciones de gesta.
Un 3,5% (16) han sido localizadas en
crónicas medievales de los siglos
XIII (5), XIV (9) y XV (2).
El romancero ha aportado un 1,4% (6
referencias).
En diversas historias generales de
España hemos hallado un 10,4% del total, 2 del siglo XVIII y 10 del
XX.
Diversos libros de historia sobre
Aragón han aportado el 18,2% del total de referencias: siglo XVI
(7), XVII (3), XVIII (44), XIX (8) y del XX (18).
Las historias de comarcas han
contribuido en un 6,5%, distribuidas así: siglo XVII (2), siglo XIX
(23) y siglo XX (4).
Las historias locales han supuesto un
11,1% de aportaciones: del siglo
XVIII (3), del XIX (8) y del XX (38).
En libros sobre historias personales o
familiares se ha recogido un 6,3%: del siglo XVII (2), del XVIII
(10), del XX (16).
En libros de temática general sobre
Aragón se han tomado 21 referencias, lo que significa un 4,7% de la
totalidad.
De libros generales atípicos, 2 (un
0,4%).
Las revistas, a pesar del enorme
esfuerzo de búsqueda, sólo han significado un 8,6%, 7 del siglo XIX
y 31 del XX.
Una fuente que a priori se vislumbraba
importante era el periódico, pero la realidad ha sido bien distinta,
pues la mayor parte de las leyendas presentadas ya habían aparecido
escritas con anterioridad en otros de los medios enumerados. Al siglo
XIX pertenecen 3 (un 0,7%) y al XX, 31 (un 7%) del total.
Como en el caso anterior, los programas
de fiestas han sido parcos en resultados, pues únicamente se han
tomado 3 referencias, un 0,7%.
Exactamente igual se puede decir de los
periódicos escolares, que han aportado 3 referencias (un 0,7%).
Por último, permítaseme abrir un
capítulo de varios, con 11 referencias o, lo que lo mismo, un 2,4%
de aportación.
Está claro, por lo tanto, que un
enorme porcentaje de las leyendas aragonesas de temática medieval, o
al menos las que en esta obra quedan recogidas —cerca de un 90%, un
86,6% exactamente— han alcanzado antes o después la letra impresa.
Ello quiere decir que, si pretendemos ampliar el 13,4% de las que no
lo han sido, a este esfuerzo, que ha sido grande, se debe sumar el de
todos, pues donde menos se espera puede aparecer una joya ignorada.
En este sentido, esta aportación queda abierta por inacabada.
Todos y cada uno de los textos
ofrecidos —unos conocidos, otros novedosos— son igualmente
queridos para el recopilador, que ha tenido que meditar sobre cada
uno de ellos (tarea en la que, en parte, han colaborado
Teresa Sas, del Instituto de Estudios
Altoaragoneses, y mi hija María) y proponer una redacción cuidada
para no perder datos e intenciones y ajustarlos todos a una medida
estándar, lo cual ha supuesto no pocas dificultades.
Pero no todas las leyendas han tenido
la misma fortuna en su devenir. Unas han pasado de puntillas en
libros apenas leídos, otras yacen enmascaradas en crónicas de los
siglos XIII al XV («Crónica de los Estados Peninsulares»,
«Chronica Adefonsi imperatoris», «Crónica de los Reyes de
Navarra», «Crónica de Pedro Valencia», «Crónica de Desclot»,
«Crónica de Muntaner», «Crónica latina de los Reyes de
Castilla», «Crónicas Anónimas de Sahagún», «Primera Crónica
General» y «De rebus Hispaniae» de Ximénez de Rada, entre otras),
textos de donde ha habido que arrancarlas. Unas son casi coetáneas
al momento al que se refieren, otras son muy posteriores, incluso de
pleno Romanticismo; unas son cultas, otras populares. No obstante,
todas pretenden dar sentido a hechos y situaciones concretos.
Un buen puñado de leyendas debieron
ser cantadas o glosadas por trovadores y juglares, puesto que, al
menos con certeza cuatro, dieron origen a canciones de gesta, y otras
tres con mucha probabilidad. De una canción de gesta del siglo XIV
nace, o ella misma da origen a la canción, la toma de Zaragoza por
Carlomagno y Roldán [leyenda 4] —a lo largo de los 1.410 versos
conservados—, con un argumento absolutamente fantástico. El conde
Bernardo de Ribagorza, que gobernó a principios del siglo X, dio
origen, asimismo, a un relato épico [21, 23], como lo orignaran el
sitio de Barbastro por los cruzados en 1064 (canción de 7.392
versos, de finales del siglo XII o comienzos del XIII, narración
fantástica donde las haya) [28], y la muerte de Sancho Ramírez ante
los muros de Huesca [95]. Prosificada nos ha llegado la canción de
gesta que narra la elección de Ramiro II como rey de Aragón [106],
mientras alcanzaba más fortuna a través de los siglos, en canción
de gesta redactada hacia 1224-1227, la famosa «Campana de Huesca»
[110]. Por último, un posible cantar de gesta narró el
enfrentamiento de Pedro de Ahones con el rey Jaime I y la muerte de
aquel noble [125].
Otras leyendas alcanzaron tal
notoriedad que dieron origen nada menos que a los cuarteles del
escudo de Aragón. La victoria de las tropas de García Jiménez en
Aínsa, estimuladas por la aparición de una cruz roja sobre una
encina [17], es una de ellas, como también lo es la cruz blanca
sobre fondo azul, cruz que alentó y guió a los guerreros de Íñigo
Arista en Araguás [22], mientras que las cuatro cabezas del tercer
cuartel representan a las de los jefes moros que quedaron segadas
tras la batalla de Alcoraz [37].
En torno a la religión, hoy podemos
recogernos en la
iglesia de San Miguel de los Navarros zaragozana,
que recuerda la ayuda del santo en la reconquista de Zaragoza [48], o
podemos venerar a
santo Dominguito de Val, asesinado por los judíos,
porque una luz cegadora delató dónde estaba enterrado su cuerpo
[212]. Por otro lado, aunque no fueron los únicos que se originaron,
los
Corporales de Daroca se basan en una bella tradición legendaria
[301], como el importante «voto» que múltiples pueblos de Aragón
ofrecieron a los restos de
san Indalecio traído desde al-Andalus
hasta
San Juan de la Peña [320], mientras que el
Santo Grial todavía
se puede venerar hoy en la
seo valenciana, tras haber permanecido en
el
monasterio pinatense y en la
Aljafería [324, 325], y haber dado
origen a la célebre ópera
Parsifal. Por fin, celebrado fue en toda
la Península, pero sobre todo en Portugal y en Aragón, el portento
obrado por
santa Isabel de Portugal, la reina que naciera en el
palacio de la
Aljafería, al trocar en rosas las monedas que no quiso
que viera su marido [350].
Importante para los aragoneses fueron
sus
Fueros y el
Justicia de Aragón, ambos fundamentados en una
narración legendaria [326], como lo es el famoso «
Torico»
turolense [70], o el «
Primer viernes de mayo»
jacetano, que
conmemora anualmente la victoria del
conde Aznar sobre los
musulmanes, ayudado por las mujeres jacetanas y por la
Virgen de la
Victoria [19].
Por último, los amores de
Manrique de
Lara, el «
Trovador» prisionero de la Aljafería, inspirarían al
italiano
Verdi su ópera «
Il Trovatore», representada en todo el
mundo [162], mientras que otros enamorados, los
«
Amantes de Teruel» se han convertido
en espejo mundial donde se miran quienes viven amores atormentados
[167].
Pero si estas y algunas otras leyendas
han alcanzado fortuna y fama, con la suma de todas las demás,
incluida la más modesta, es posible ensamblar una historia paralela,
aunque legendaria, del Aragón medieval, una historia menos fiel que
la tramada por otro tipo de fuentes, sobre todo las escritas, pero
mucho más jugosa, la historia que esbozamos a continuación.
1. UNA HISTORIA PARALELA A TRAVÉS DE
LAS LEYENDAS
1. LA CONQUISTA MUSULMANA
La presente historia comienza cuando un
grupo armado de musulmanes atraviesa el estrecho de Gibraltar para
apoyar a uno de los dos bandos políticos que se disputaban el trono
hispanogodo. En menos de diez años, la administración cambió por
completo y los musulmanes se extendieron como un reguero de pólvora
por toda la Península. Pues bien, nuestra historia, la tejida con
las trescientas cincuenta y nueve leyendas que siguen, ya nos reserva
una de ellas para estos momentos iniciales y no pequeña:
el conde visigodo don Julián, a quien se le achaca el hecho de haber llevado
las conversaciones que facilitaron la
entrada de los moros,
estuvo preso de éstos en Loarre, donde murió y fue
enterrado en terreno no
sacro por los cristianos en castigo de lo que para ellos fue una
traición [
1].
Lo cierto es que la avalancha mora fue
imparable y todo lo que ahora es Aragón capituló o cayó en sus
manos por las armas en menos de diez años. De estos momentos, no
existen muchos testimonios escritos, ni siquiera de los cronistas
árabes, por eso son de agradecer algunos relatos legendarios que van
desde la profecía de san Valero, en el siglo IV, de que Castelnou
nunca sería invadido por los musulmanes, cuando éstos todavía no
existían, hasta los actos heroicos más diversos.
Sabemos, por las leyendas,
naturalmente, que
Bestué, al norte de Aínsa,
no fue conquistado nunca por los moros [
3]; conocemos cómo se produjo el
despoblamiento
y la
huida de las
gentes de Novillas antes de que llegaran los
soldados [
5] o el
despoblado de Saz, descubierto en el siglo XII
[
15]; o el traslado de los habitantes de
Centenero buscando seguridad
[10], así como la huida a las montañas del
obispo de Zaragoza,Bencio, con todas las
reliquias y objetos de valor de la
sede, pocas
horas antes de que entraran en la ciudad los
islamitas [
8]. Algunas
poblaciones resistieron denodadamente y los
cristianos dieron grandes
pruebas de valor y astucia colectiva e individual, cuales son los
casos de Trasobares [4],
Belmonte (
de Gracián) [
6],
Borja [7] o
Daroca [9], aunque
al final acabaron sucumbiendo.
2. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN
2.1. RECONQUISTA
El proceso de recuperación por los
cristianos de las tierras que los moros les habían arrebatado fue
lento y lleno de dificultades. Si las fuentes escritas son
relativamente abundantes en datos y nombres, las leyendas al respecto
son también muchas y bastante más jugosas en su información.
Sólo a través de la leyenda tenemos
conocimiento del nombre del
primer almogávar que se echó al monte
para resistir y hostigar al moro:
Fortuño de Vizcarra, en las
tierras quebradas de Roda [
13]; o cómo el monasterio de
San Pedro de
Tabernas —donde fueron a parar varios obispos a cuya cabeza estaba
el
zaragozano Bencio— se convirtió en el primer núcleo organizado
de resistencia, desde donde se conectó con el mundo carolingio [16]
en busca de ayuda.
Las primeras y estimuladoras victorias
de los cristianos se centran en
Aínsa,
Jaca y
Pueyo de Araguás. En
Aínsa, la portentosa aparición de una cruz roja sobre una encina
dio bríos a los hombres del
rey de Sobrarbe,
García Jiménez, y al
origen posterior de uno de los cuarteles del
escudo actual de Aragón
[17]. En Jaca, la lucha por la reconquista se fragua entre amores
imposibles [18] —los de
Waldo y
Zaida—, con la intervención
armada de las mujeres jacetanas, así como la colaboración de la
Virgen que fue decisiva para asegurar la ciudad [19], más la ayuda
que prestara el conde
Bernardo de Ribagorza al jacetano
Galindo [21].
Muy cerca, en
Araguás, cuando todo parecía perdido para los
cristianos sitiados, una cruz dibujada en el cielo permitió al
rey
Íñigo Arista llegar con los refuerzos precisos para vencer a los
moros [22], proporcionando así motivo para un nuevo cuartel del
escudo aragonés de hoy: una cruz en campo azul celeste.
Se sublevaron los
mozárabes de Torralba en pleno siglo IX y
reconquistaron su terruño, aunque
efímeramente [
20], mientras
Bernardo de Ribagorza continuaba con sus
gestas de fábula tomando el enclave de
Calasanz y ensanchando su
condado por el sur [23].
Por el oeste,
Ramiro I y su hermano, el
castellano
Fernando I, pugnaban por la estratégica plaza de
Calahorra, decidiendo jugársela en lucha personal entre el
Cid y el
aragonés
Martín González, que perdió [24]. Poco después caería
en manos cristianas
Alquézar, donde fueron decisivos tanto la
valentía de una muchacha de
Buera que dio muerte al
walí [25] como
el arrojo de los hermanos Isarre, a los que distinguió
Sancho
Ramírez [26], a quien, por cierto, vemos
reconquistando
transitoriamente
Ejea con ayuda de guerreros franceses [27].
La toma y ocupación de Barbastro, en
1064, cuya campaña motivara la predicación de la primera cruzada
conocida, nos ha legado varios relatos legendarios, algunos de ellos
encumbrados a la categoría de canción de gesta, como aquel que
trajo a los narbonenses y al propio rey Luis de Francia al puerto
marítimo barbastrense [28]; o la terrible matanza de moros mientras
buscaban el agua vivificadora del Vero [29]; o el relato que narra
cómo un moro traidor debió delatar al enemigo cristiano dónde
estaban las fuentes de agua de la ciudad, lo cual significaba
entregarla [30], o, por último, el rasgo humanitario del caballero
cristiano liberando a una esclava [31].
Si singular es la huida del señor moro
de Momagastre, que quedó sepultado bajo una enorme losa cuando
pretendía llevar consigo la imagen de la Virgen [32], curiosa es la
solicitud de ayuda de Sancho Ramírez a la Virgen en Biscarrués que
le condujo a la victoria en la inexistente batalla de Piedratajada
[33], o la toma de Monte Mayor que, por haber ocurrido en una noche
de luna llena, pasó a denominarse Luna [38]. Mientras, el Cid, que
dejaba huellas que llegan hasta hoy en Calanda donde se refugió
[40], era ayudado por Santiago en la conquista de Torrenublos, junto
a La Iglesuela del Cid [41], o por Pedro Ruiz de Azagra, el
albarracinense, en la toma de Valencia [45], o sus tropas se peleaban
con las de Pedro I de Aragón cerca de Peralta de Alcofea [39].
El cerco de Huesca, por su parte, fue
prolífico en detalles legendarios, encabezados por la muerte de
Sancho Ramírez [95] y la ayuda prestada por el caballero san Jorge
en la batalla de Alcoraz [36], pero no son menos interesantes los
relatos que nos hablan del recuento de guerreros famosos que había
en cada bando, lo que permitió a Pedro I predecir el triunfo de los
suyos al contar con uno más [35]; o las gestas de los hermanos
Mudiello a lo largo de la muralla oscense, que dieron origen al
linaje de los López de Gurrea [34], y la aportación de los bravos
caspolinos, en cuyo territorio quedaron las cabezas segadas de tres
de los cuatro reyes moros que perecieron en la batalla y que
quedarían inmortalizados en las tres y cuatro cabezas de los escudos
de Caspe y de Aragón [37], respectivamente.
Además de tomar Monzón, al parecer
con la ayuda traicionera de alguno de sus habitantes moros que dieron
la señal de ataque con una campana [44], los prolegómenos del
cercode Sarakusta adquieren forma legendaria en Gallur, Rueda de Jalón y
Ejea. En la taifa de Rueda, tuvo lugar una alevosa traición del moro
Glafar [43], mientras la taifa de Gallur, gobernada por una mujer,
caía en manos cristianas [42], en tanto que Ejea era ganada por
Alfonso I el Batallador, con la ayuda de la Virgen y de los franceses
[46], victoria tan importante que le hizo merecer la reconciliación
con su esposa Urraca [98].
Por fin, le tocaba el turno a Zaragoza,
en cuyo asedio y posterior ataque Alfonso I se vio socorrido por los
navarros y éstos por san Miguel, lo que daría origen a la iglesia
de San Miguel de los Navarros actual [48]. El monarca aragonés
capituló las condiciones de la rendición con los moros zaragozanos
dando muestras de magnanimidad [49], aunque tuvo que soportar el
levantamiento de los mudéjares que quedaron en la ciudad que a
punto estuvieron de recuperarla para el Islam, lo que no consintió
la virgen del Portillo, que avisó del peligro a los guardianes
cristianos que estaban dormidos [47].
Tras la caída de
Zaragoza, el
Batallador asedió y tomó Alagón guiado durante la noche por la luz
intensa que les producía la
Virgen [50] y, poco después,
Borja, que
cayó en sus manos a pesar del pacto que el
alcaide moro había hecho
con el
diablo [51, 52]. En
Bijuesca, los
islamitas a punto estuvieron
de recuperar el castillo, pero lo impidió la
Virgen con sus ánimos
a los exhaustos cristianos [53]. Luego sitió
Calatayud, tomó
Tierga
—donde todavía aguarda un
enorme tesoro— [
62],
reconquistó Maluenda [
56] y se encaminó a
Daroca, en cuyo asedio y toma destacó
Jaime Díez de Aux [57], población ésta que estuvo a punto de
perderse cuando, dormidos los centinelas cristianos, los moros fueron
descubiertos al despertarse aquéllos por los ruidos producidos por
una
bandada de ocas [58]. Como puede verse, rodeado por las tierras
recién ganadas por
Alfonso I, quedaba
Zafadola en su
reinecillo
taifal de
Rueda, de modo que tramó y logró una espectacular huida a
Castilla [59].
El Batallador, sabedor de los refuerzos
almorávides que llegaban del
Levante, les preparó concienzudamente
una
celada en Cutanda [
54] y con su victoria no sólo aseguró las
tierras que había ganado sino que pudo proseguir su camino
triunfante. Así entraron los cristianos en
Lanaja, donde
la hija del
alcaide se convirtió en toro al ser perseguida por el cristiano que
la amaba [55], se adueñó de buena parte de
Los Monegros —destacando
el valor de los guerreros de
Robres gracias al
quitamiedos que
ingerían antes de cada combate— [346], y se apoderó de
Alcañiz,
de donde huyeron al exilio muchos moros [60].
Y llega así el momento culminante de
la lucha por la importante plaza de
Fraga, donde, en principio,
Alfonso I obtuvo una victoria parcial gracias al influjo de las
singulares
reliquias que atesoraba en una
arqueta que siempre llevaba
consigo [64], pero no aceptó la rendición de los
fragatinos, a los
que pretendía vencer por completo por las armas o por las
imprecaciones de un
monje [63]. Lo cierto es que, tras ser derrotado
y herido de muerte, tuvo todavía fuerzas para vencer a sus enemigos
en una batalla naval [104], y su muerte fue considerada por muchos
como un castigo de Dios [99].
La toma de
Teruel y su ubicación
actual, en el montículo donde apareció un
toro entre cuyas astas
brillaba una
estrella [70], constituyó otro hito importante en el
proceso reconquistador aragonés, aunque la ciudad estuvo a punto de
perderse por la
traición de uno de sus jueces [71], pues se
aseguraba un punto estratégico. Así, por ejemplo, cayeron a
continuación
Villel —gracias a la actuación heroica de una mujer—
[72] y
Mora de Rubielos, cabiendo la duda si tras un
asedio
prolongado [74] o por el matrimonio de la
señora musulmana de Mora de Rubielos y del señor cristiano de
Rubielos de Mora, ambos
profundamente enamorados [73].
Las últimas actuaciones
reconquistadoras de los cristianos aragoneses tuvieron lugar en
tiempos de Jaime I, que cercó
Morés durante meses, pues no supo
cortar el aprovisionamiento de agua y pescado de los moros sitiados
[75], y la toma del castillo de
Mallo, junto a
Mosqueruela,
aprovechando la estratagema urdida en torno a la bella muchacha
Gracia [76].
Las acciones
bélicas y
reconquistadoras de los
aragoneses, como acabamos de ver, están
suficientemente representadas en este
corpus legendario, explicando,
a su manera, alguno de los hechos acaecidos que son callados u
omitidos por otro tipo de documentación.
2.2. LA REPOBLACIÓN
Tras la
conquista del territorio
quedaba una ingente tarea por hacer:
repoblar,
reconstruir,
organizar, administrar... Es cierto que en este terreno existen
muchas menos noticias, pero algunas hay.
Sabemos, por ejemplo, cómo los
cristianos que huyeron a las
montañas pirenaicas en el momento de la
invasión construyeron, cerca de donde luego surgiría el
monasterio pinatense, una ciudad de nueva planta, la de
Pano, aunque no pudo
aguantar el primer ataque moro y fue arrasada hasta no quedar
vestigio alguno [81]. Asimismo, conocemos los pormenores de la
fundación de la villa de
Acumuer, en el siglo IX, a cuyo municipio
se asignó el recién fundado
monasterio de San Martín de Cercito
[82]. Y los casos de la
repoblación de Suelves, cuyo señor (
el marqués de Suelves) repartió
entre sus vasallos tierra para su supervivencia [
84] y la
reconstrucción de
Oliete tras su reconquista, con el hallazgo
bajo una piedra de una imagen de la
Virgen, que por eso se llamó
del
Cantal [85].
Por último, la leyenda nos ha dejado
testimonio de la construcción de una importante obra de utilidad
pública que ha llegado hasta nosotros, la presa de
Almonacid de la Cuba en el cauce del
río Aguas, fruto de la ayuda militar pactada
por los hombres de
Almonacid y de
Belchite con
Jaime I el Conquistador a cambio de su construcción [86].
3. EL MUNDO CRISTIANO
3.1. LOS REYES
Entre los reyes aragoneses hay algunos
absolutamente legendarios, inexistentes, pero sobre casi todos los
monarcas reales existen leyendas más o menos verosímiles. Los dos
tipos están representados en los relatos reunidos.
Entre los reyes fabulosos, nos
encontramos a un primer rey de Sobrarbe, llamado García Jiménez, al
crear el primer cenobio pinatense [253] y vencer a los moros a las
puertas de Aínsa tras aparecérsele una cruz roja sobre una encina
[17] y a Iñigo Arista en acción semejante ante el Pueyo de Araguás
[22]. También nos dice la leyenda que muerto el rey sobrarbense
Sancho García los nobles se reunieron para nombrar nuevo monarca y
pactaron con él [136], o que García Sánchez II otorgó a San Juan
de la Peña la heredad de Abetito [88], mientras que de Sancho
García, llamado Abarca,
tenemos dos versiones de cómo fue
arrancado del vientre de su madre, la reina, una vez que ésta fuera
asesinada por unos desalmados [89, 90].
Sobre
Ramiro I tenemos varias noticias
legendarias, encabezadas por la que nos narra cómo debió el reino a
la defensa que hiciera de su madre, acusada de adulterio por su
propio hermano, al negarle ésta la montura de un caballo [91]. Luego
le veremos
huir desnudo de Tafalla cuando el
campamento aragonés fue asaltado por los
hombres del rey de Pamplona, su hermano [
92], y
peleará contra el hermano castellano,
Fernando I, por la posesión
de
Calahorra [24]. También nos aparece nombrando obispo de los
mozárabes zaragozanos al abad pinatense Paterno [93], para acabar
muriendo a manos de Sancho II de Castilla por haber dado cobijo a la
esposa de éste [94].
A su hijo y sucesor,
Sancho Ramírez,
lo hallamos varias veces: distingue a los hermanos Isuerre por sus
acciones bélicas en la toma de
Alquézar [26], es apoyado por
guerreros franceses en la efímera
reconquista de Ejea [
27], se
adentra en solitario en terreno enemigo y rescata la virgen de
Trasobares que llevará a
Siresa [255], solicita ayuda a la Virgen
para que le valga en la batalla de
Piedratajada [33] o asedia y
conquista la plaza de
Monte Mayor, o sea,
Luna [38] y de
Monzón
[44], desterrando de
Navarra a los
Esparza [141] y de
Aragón al
noble
García Aznárez por haber asesinado a
Céntulo de Bigorra
[138], aunque éste se ganará su perdón cuando llevó a
San Juan de
la Peña los restos de
san Indalecio [320]; o para acabar muriendo
frente a los muros de Huesca [95], ante los cuales hace jurar a los
suyos de que acatarán a su hijo Pedro I.
A Pedro I lo vemos ante las murallas de
Huesca cuando manda hacer recuento de efectivos [35], premia el valor
demostrado por los hermanos Mudielo [34], o levanta el destierro a
Maza que acude a ayudarle con una nueva arma [140]. Sabemos de él en
la batalla de Alcoraz, cuando recibiera la ayuda de san Jorge [36] o
recompensara a los caspolinos por su arrojo [37]. Cambiando de
escenario, lo hallamos en el asedio y toma de Monzón [44] y, cerca
de allí, en Peralta de Alcofea, enfrentándose en una escaramuza al
Cid [39]. Pero también es humano cuando acude a San Miguel in
Excelsis para ser curado de una grave dolencia [96].
La riqueza legendaria sobre Alfonso I
el Batallador es variada y rica en matices, pues no en vano fue uno
de los personajes más populares de la Europa del momento. Ya siendo
niño se hizo rodear de una escolta personal de chesos que le
acompañarán toda la vida [97]. Como soldado, que conoce las
características de todos sus hombres [346], lo vemos en la conquista
de Ejea [46], de Zaragoza [47, 48, 49], de Alagón [50], de Borja
[52], de Maluenda [56], de Daroca [57], de Tierga [62] y de Alcañiz
[60], y prepara concienzudamente la celada que le condujo a la
importante victoria de Cutanda frente a los almorávides [54], e
incluso a una primera victoria sobre los fragatinos [64], ante
quienes fue derrotado [63], aunque luego, herido de muerte, vencería
en una fantástica batalla naval [104].
Aunque se reconcilió con su mujer,
Urraca, tras la toma de Ejea [98], la encerró en
El Castellar [156]
y en
Soria [100] y acabó
divorciándose de ella [103], vengando su
propio honor en
Candespina [102], pero nada tuvo que ver el fracaso
de su matrimonio en la pretendida
homosexualidad que le achacaron sus
enemigos [
105]. Antes de su
muerte, que fue considerada por algunos
como un
castigo de Dios por haber sido negligente con él [99], tuvo
que sufrir el oprobio de verse
vencido en Soria por
la Varona [
101].
Lo cierto es que su fama hizo que muchos años después de su muerte
apareciera un falso
Alfonso I, durante la minoría de edad de
Alfonso
II, que creó no pocos problemas sociales y políticos [113].
La trama legendaria nos presenta a
Ramiro II siendo elegido rey en Monzón por los nobles frente a Pedro
Taresa [106] y obligado a casarse con doña Agnés para dotar al
reino de un heredero [107]; unos nobles y guerreros que se burlan de
él cuando monta armado a caballo [109] y de los que se toma cumplida
venganza, dando origen a una de las más famosas leyendas de la
historia, la de la Campana de Huesca [110]. Pudo huir ileso de la
trampa que le tendiera en Pamplona García Ramírez [108] y llegó a
enfrentarse con éxito a Roldán, un descendiente del famoso Rolando
carolingio [111], antes de morir en Echo de manera accidental durante
una cacería [112].
A la reina Petronila, siendo todavía
menor de edad, la encontramos dando su conformidad a doña Toda
Ramírez para que fundara el monasterio de Trasobares [257], y a su
marido, el conde barcelonés Ramón Berenguer IV, en la reconquista
de Monreal del Campo [65].
El escenario en el que vemos a Alfonso
II es, naturalmente, el de la actual provincia de Teruel. Está en el
asedio de Aguilar de Alfambra, en cuya fortaleza entra tras un rebaño
de cabras con los cuernos en llamas [66], y entra triunfador en
Cretas el día de santa Pelagia [68], pero su acción más importante
se desarrolla ante Teruel [70], donde tuvo que actuar con celeridad
para castigar al juez que estuvo a punto de entregar la ciudad al
enemigo [71]. Por otro lado, los defensores del castillo sarraceno de
Mora a punto estuvieron de disuadirle para que levantara el cerco
cuando arrojaron por los muros todo tipo de vituallas, como indicando
que podrían resistir indefinidamente [74], aunque no les sirvió la
estratagema y la plaza pasó a poder del monarca aragonés. Por
último, lo hallamos nombrando barón de Escriche al valiente que
logró librar a la comarca de una terrible fiera que tenía
atemorizados a todos [144]. En cuanto a su mujer, la reina Sancha, de
quien se decía que estaba enamorada en secreto del rey castellano
Alfonso VIII [155], la hallamos fundando el monasterio de Sigena
[259].
Pedro II no ha sido excesivamente
afortunado con las leyendas, pero conservamos una que muestra el
carácter del monarca, cuando urdió una estratagema para no ser
coronado por el Papa con los pies, pues hizo amasar una corona con
miga de pan lo que obligo al pontífice a tomarla con las manos
[114].
Sin embargo, Jaime I el Conquistador ha
visto enriquecer su ya bien documentada biografía con abundantes
relatos legendarios que comienzan antes incluso de su nacimiento,
puesto que, según la tradición, fue concebido merced a una treta
palaciega [115]. Siendo todavía niño, recibe su primera espada en
Monzón [118], a la que luego añadiría las espadas Villardell [120]
y Tizona, heredada ésta del propio Cid [119]. Hombre cultivado por
sus preceptores templarios tanto en las artes marciales como en las
letras, pronto asistimos a su estreno con las armas luchando contra
Rodrigo de Lizana en favor de don Lope de Albero, desde entonces
incondicional apoyo [165], o imponiendo su autoridad ante el díscolo
Pedro Ahones [125], a la par que observamos las buenas relaciones con
el duque de Híjar de quien será huésped su hija María [157].
Se distinguió don
Jaime I en completar
la
reconquista aragonesa y aun en sumar a su corona otras tierras, de
modo que tenemos noticias legendarias de la incorporación de los
reinos de Monzón y Pomar al vencer a sus sobrinos [116], o ganando
Morés tras larguísimo asedio [75] y el
castillo del Mallo [76],
cercano a
Mosqueruela, villa ésta a la que convirtió en
sede
veraniega de la corona [124]. Luego le veremos intentando recuperar
Ibiza, donde su íntimo amigo de la niñez
Íñigo Zaidín fracasó
como jefe de la expedición [77], y recibiendo al rey moro valenciano
Abu Zeyt como aliado [78], para acabar conquistando Valencia [79].
Por cierto que, antes de esta importante expedición, a punto estuvo
de morir a causa de una misteriosa enfermedad en Teruel, de la que se
salvó gracias a unas sopas de ajo [117]. Pero no sólo guerreó,
sino que también repobló la tierra adentro, cual es el caso de la
construcción de la presa sobre el río Aguas en Almonacid [86] a
cambio de ayuda militar en la huerta levantina.
Fue hombre cultivado y sensible —por
eso castigó a su trovador que había destrozado las vasijas de un
ceramista que tarareaba una canción suya [158]— y bastante
religioso, por lo que podemos verle regalando una preciada espina de
la corona de Cristo al monasterio de Samper [322] o un relicario
personal a la virgen de la Huerta de Magallón [321]. Asimismo, hace
donación de la imagen de la Virgen que llevaba siempre en su silla
de montar a las gentes de Lagueruela [121] o se hace cofrade de la de
los Ángeles en Albentosa [123], pero su principal devoción mariana
era, sin duda alguna, la virgen de la Alegría del Monzón de su
niñez, de manera que hizo colocar una réplica exacta en la catedral
de Barcelona [122]. Por todo eso no encaja mucho el hecho de haberse
jugado la plaza de Petilla con el rey navarro [126].
Pedro III —hijo de don Jaime I y doña
Violante de Hungría y padre de santa Isabel de Portugal— nos es
mostrado como un valiente tanto cuando desafía a un dragón en
solitario en el monte Canigó [127], como cuando acepta el reto de
vengar a Conradino de Sicilia [128] y acude rodeado de peligros y
enemigos a la justa de Burdeos [129]. Pero también es magnánimo al
perdonar a Pedro Martínez de Bolea, quien, actuando por su cuenta,
pactó con el rey de Castilla evitando una guerra segura [349]. De
cuando en cuando iba a su palacio de Tarazona que tanto gustaba a su
mujer, la reina Constanza, donde tuvo lugar el drama amoroso entre la
turiasonense Clara y Manfredo, el paje siciliano de ésta [180].
De sus hijos Alfonso III y Jaime II no
abundan las noticias legendarias, pues sólo conocemos lo acontecido
en Chipre a los embajadores del segundo cuando fueron a procurarle
una esposa [130].
Si la leyenda pasa de puntillas sobre
Alfonso IV, no ocurre lo mismo con su hijo Pedro IV el Ceremonioso, a
quien vemos nombrar como primer conde de Luna a don Lope de Luna, que
le había ayudado a luchar contra los unionistas [146], intervenir en
la pugna entablada entre los Urrea y los Cornel en Zaragoza [169], o
abolir los fueros turolenses tras la traición del juez que permitió
la entrada de los ejércitos castellanos en Teruel [178]. Pero
también sabe recompensar a los herederos de los hermanos Gombalte,
que fueron inmolados por el alcaide de Bueña antes que entregar la
plaza a Pedro I el Cruel de Castilla [177], en la lucha que durante
años mantuvo con éste.
De los hijos del Ceremonioso, don Juan
I pasa desapercibido por nuestras páginas y Martín I el Humano nos
aparece como responsable del traslado del Santo Grial de San Juan de
la Peña a la Aljafería zaragozana [324] y del agua que se convirtió
en sangre en Cimballa al monasterio de Piedra [309].
El primer monarca de la casa
castellana, Fernando I de Antequera, no sólo tuvo que luchar
directamente en el campo de batalla contra su opositor, el conde de
Urgell, sino que estuvo a punto de ser envenenado por la condesa
[131]. No fue así, y le vemos nombrando confesor suyo a fray Vicente
Ferrer, su gran valedor en Caspe, tras enterarse de cómo había
logrado impedir que los diablos se acercaran a esa ciudad durante las
deliberaciones de los compromisarios [288].
De
Alfonso V sabemos que
nació entre terremotos y espanto [
132] o cómo su mujer, la
reina María, lloraba
su
prolongada ausencia italiana [161], pero también lo vemos en
Teruel interviniendo para poner fin a las
sempiternas luchas entre
los
Muñoz y los
Marcilla [173, 330], incluso recortando los fueros
turolenses, o accediendo a que se trasladara el
cadáver de Benedicto
XIII desde Peñíscola a su villa natal,
Illueca [316].
No tuvo mucha más suerte
Juan II, pero
aún le podemos ver encerrando en
Mallén a su
hijo Carlos, el
Príncipe de Viana, que logró evadirse de la prisión [163], y
conocemos al
soldado Juan Miguel, que marchó a la guerra con el rey
[
186] y todavía
le espera en Acumuer Martina, su prometida. Pero
mayor repercusión tuvieron dos milagrosas curaciones de la virgen
del Pilar, la de su mujer, la reina doña Blanca [160] —en cuyo
honor instituyó la Orden de la Banda— y la de su nieto, hijo de
don Alonso de Aragón, conde de Ribagorza [153].
Por fin, de Fernando II el Católico
sabemos, por ejemplo, que fue engendrado en El Frasno [133], armado
caballero de María, poco antes de dirigirse a la conquista de
Granada, en Castejón de las Armas [134], y salvado de la muerte por
la virgen del Pilar [135].
A través de este repaso de urgencia,
vemos cómo la imaginación popular ha tratado de explicar algunas
sinrazones y no pocos hechos que carecían de sentido desde la
ignorancia. Pero también observamos, en ocasiones, noticias
premeditadas de cronistas del bando contrario que pronto se
convirtieron en leyenda, pues muchas de las invenciones se
escribieron en crónicas coetáneas con claras intenciones,
generalmente descalificadoras. No obstante, por ser leyendas no dejan
de tener su porqué y su para qué.
3.2. LA NOBLEZA Y LOS SEÑORÍOS
Pero no sólo los reyes aragoneses
dieron origen a esta trama legendaria, enormemente jugosa, divertida
unas veces o cruel otras. También la nobleza y sus señoríos, todo
un régimen social y político característico del antiguo régimen,
desempeñaron un papel estelar.
Sabemos, por ejemplo, cuándo tiene
lugar su nacimiento, tras la muerte del cuarto rey de Sobrarbe,
Sancho García, y del quinto conde de Aragón, García Aznar. En
torno a San Juan de la Peña, donde estaban refugiados, los guerreros
más influyentes creyeron llegado el momento de cambiar el rumbo de
los acontecimientos y para ello decidieron nombrar de entre ellos a
doce barones, en quienes recayó el gobierno del territorio, con lo
que dieron origen a los «seniores», poco después llamados
«ricos-hombres», germen de la nobleza aragonesa [136].
Conocemos, asimismo, el origen de
algunas de las casas y familias de nobles aragoneses, como la de los
Aysa, en las montañas de Jaca [137]; la de los Esparza navarros, en
tiempos de Sancho Ramírez [141]; o el influyente linaje de los Maza,
nacido junto a los muros de la Huesca sitiada por Pedro I [140].
Asistimos al nacimiento de la baronía de Escriche, cuando Alfonso II
nombró primer barón al valiente que libró a la comarca de una
terrible fiera [144], y al alumbramiento del condado de Luna, merced
de Pedro IV a don Lope de Luna por la ayuda que le prestara con sus
soldados frente a los coaligados unionistas [146].
Somos testigos del vasallaje que Pedro
Ruiz de Azagra hiciera del liberado feudo de Albarracín a Santa
María [143], y también de algunas actuaciones negativas, como el
asesinato que García Aznárez cometiera en la persona de Céntulo de
Bigorra, que le valió ser desterrado por Sancho Ramírez [138], o la
cruenta muerte del barón de Espés durante uno de sus frecuentes
viajes a Obarra [139]. Terrible fue, asimismo, el comportamiento del
señor de Sástago cuando asesinó al abad del monasterio de Rueda
para solventar las diferencias existentes entre ambos [147], y
trágica la muerte del conde Artal, a la sazón señor de Mequinenza,
por tratar de abusar de una muchacha [149]. Noticias tenemos del
marqués de Ayerbe y de su palacio [150], así como de la burla que
vivió el prócer por parte de las gentes de la villa por su vil
comportamiento [151].
Y es que los problemas de algunos
señores con sus súbditos fueron frecuentes, cual es el caso del
enfrentamiento del de Nonaspe con los suyos [142], o la bella
historia de amor que se teje al calor de una revuelta campesina que
dio origen al nombre de la villa de Maella [148], así como la
precipitada huida del señor de Fabara ante las protestas del pueblo
por sus constantes vejaciones y tiranía [152].
Los relatos legendarios nos hablan
también de algunos hechos singulares como, por ejemplo, la milagrosa
salvación de don Pedro Fernández de Azagra, señor de Albarracín,
que salió indemne tras perderse durante una noche tormentosa por las
cercanías del monasterio de Piedra [145]; o lo sucedido al hijo del
conde ribagorzano Alonso de Aragón, hijo del rey Juan II, que fue
salvado in extremis por la propia virgen del Pilar cuando ya los
médicos lo habían dado por muerto [153].
Podemos seguir, por fin, la actuación
de un trovador en Barbastro en la pequeña corte del conde de Entenza
[164].
3.3. LA VIDA CORTESANA
Poseemos interesantes informaciones
tanto de la corte real como de los salones de algunos señoríos, en
los que las mujeres constituyeron un foco de atención primordial.
Ese es el caso de la condesa ribagorzana Ava, a la que hallamos en
Castilla donde, tras apasionadas escenas de amores y desamores, entra
en connivencia con el propio Almanzor [154]; o sabemos de la amistosa
acogida que el duque de Híjar dispensara en su palacio a María,
hija de Jaime I [157]. También conocemos con cierto detalle el
exilio de la princesa aragonesa doña Blanca en la corte
albarracinense, donde no sólo fue muy querida sino donde ha dejado
una imperecedera huella legendaria que llega hasta hoy, puesto que
todavía se puede ver su leve figura en las noches limpias de
plenilunio [159].
Varias reinas se asoman también a las
páginas legendarias. La que más huella ha dejado es, sin duda
alguna, la castellana y controvertida doña Urraca, esposa de Alfonso
I el Batallador, a la que vemos confinada por éste en El Castellar,
desde donde caminaba a Ejea por un larguísimo túnel
[156] y donde se reconcilió con su
esposo tras tomar el rey la villa [98], para encontrarla de nuevo
enclaustrada en Soria [100] antes de solicitar el divorcio [103].
Conocemos, asimismo, las desventuras de doña Sancha, mujer de
Alfonso II y fundadora del real monasterio de Sigena, a la que muchos
creían enamorada en silencio del rey castellano Alfonso VIII, aunque
jamás le declaró su amor [155]. Más tarde advertimos la grave
enfermedad y curación milagrosa de doña Blanca de Navarra, quien
peregrinó a Zaragoza para dar gracias a la virgen del Pilar por
haberle salvado la vida y
donde instituyó en su honor la Orden
de la Banda [160]. Vemos, por fin, a la queridísima reina María
llorando la prolongada ausencia de su esposo, el rey Alfonso V [161].
Desde la leyenda, podemos asistir a las
desventuras y vicisitudes amorosas del noble Manrique de Lara, el
famoso trovador prisionero en la Aljafería, que llegaría a su
consagración definitiva a través de una famosa ópera [162], a la
par que vemos encarcelado por su padre Juan II, en Mallén, al
Príncipe de Viana, si bien logró fugarse con sus bienes merced a la
ayuda de sus incondicionales [163].
Podemos oír, por fin, las melodías de
los trovadores que van de corte en corte, de modo que al famoso
juglar de la Aljafería se le unirá el que en Barbastro actúa para
el conde de Entenza, de cuya hija se enamora locamente hasta morir
[164]. E incluso asistimos al castigo impuesto por Jaime I a su
trovador por haber destrozado éste las vasijas de un ceramista
porque entendía que tarareaba mal sus tonadas [158].
3.4. LAS PUGNAS FAMILIARES
En este mundo cortesano, fueron
frecuentes las pugnas entre familias de abolengo, de modo que el
monarca se vio obligado a intervenir en múltiples ocasiones para
tratar de imponer la paz entre ellas. No es extraño, por lo tanto,
que Jaime I hiciera sus primeras armas luchando contra Rodrigo de
Lizana que había atacado injustificadamente a don Lope de Albero
[165].
Los Albir y los Frago dirimieron con
las armas sus diferencias en Magallón hasta terminar su contienda en
drama, cuando Juan Albir fue muerto en la misma ermita de la Virgen,
que acabó huyendo a los montes de Leciñena, donde se apareció a un
pastor [166]. Los Segura y los Marcilla, dos importantes familias
turolenses, turbaron la paz de la ciudad durante años, finalizando
en tragedia los amores de Isabel y Diego, inmortalizados para siempre
por la leyenda como los «Amantes de Teruel» [167]. También en
Teruel lucharon los Marcilla contra los Muñoz, lo que dio origen a
unos segundos «amantes», a la par que para sofocar el conflicto se
viera obligado a intervenir el propio rey Alfonso V [173].
Existen todavía más casos de
enemistades, y así podemos ver a los Luna y los Urrea, enfrentados
por la cuestión sucesoria al trono, ensangrentando el solar
aragonés, como cuando Antón de Luna cortó la mano al obispo García
de Zaragoza [171] o cuando tras matar el mismo don Antón
—defensor del conde de Urgell— al
arzobispo de Zaragoza, Pedro de Urrea le presentó batalla campal
junto a la Zuda cesaraugustana [172] obligándole a huir.
Los Urrea, una vez más, y los Cornel
lucharon a muerte en Zaragoza y sus alrededores debido a la fuga
perpetrada por los amantes Brianda de Luna y Luis Cornel, hasta que
Pedro IV llevó el caso ante las mismas Cortes del reino [169].
Con final más feliz acabaron las
desavenencias de dos muchachos de familias rivales de Pedrola pues,
tras perdonar la vida uno de ellos al otro, fueron a dar gracias a la
Virgen [168], hecho que todavía se conmemora hoy en la localidad,
como se recuerda con simpatía en Montalbán el enlace de una
muchacha y un joven de familias antagónicas, tras fingir ella que
estaba loca [170].
3.5. LA GUERRA ENTRE CRISTIANOS
Pero además de las pugnas internas
entre familias rivales, las leyendas nos han transmitido abundantes e
impresionantes testimonios del enfrentamiento entre los castellanos y
los aragoneses en la llamada «guerra de los dos Pedros», Pedro IV
el Ceremonioso de Aragón y Pedro I el Cruel de Castilla.
A lo largo del recorrido del ejército
castellano —que se adueñó de parte de las Comunidades de
Calatayud, Daroca, Albarracín y Teruel—, encontramos hitos
señalados, como, por ejemplo, la victoria aragonesa en Fuentes de
Jiloca, donde las mujeres de la localidad sorprendieron a los
invasores [174]. Luego asistiremos al asedio de Daroca, en cuya
defensa tuvo una participación destacada Miguel de Bernabé [175],
el alcaide de Báguena, que poco después prefirió morir abrasado
entre los muros de su castillo antes que rendirse al invasor [176].
En el camino hacia Teruel, las tropas
de Pedro I el Cruel hallaron resistencia inusitada ante la fortaleza
de Bueña, a cuyos pies murieron los hermanos Gombalte por negarse su
alcaide a entregar la plaza, lo que motivó el reconocimiento de
Pedro IV a los herederos de los hermanos sacrificados [177]. Poco
después, el juez de Teruel abrió el «Portal de la Traición» a
los castellanos que dominarían la ciudad durante varios años [178].
3.6. AMORES Y DESAMORES
Para finalizar este repaso de urgencia
a las vivencias legendarias del mundo cristiano medieval aragonés,
antes de adentrarnos en el musulmán y el judío, señalaremos unas
historias de amores y desamores, alguna de las cuales finalizó bien,
como les ocurriera a los enamorados de Montalbán [170], e incluso
otras están todavía por terminar, como en el caso de Martina, que
todavía espera en Acumuer a que regrese su Juan Miguel, que se fue a
la guerra a luchar al lado de Juan II [186], pero, por regla general,
la tragedia fue el denominador común.
Recordemos los dramas amorosos en los
que estuvieron mezcladas las familias turolenses de los Marcilla con
los Segura [167] y con los Muñoz
[173] y las tormentosas relaciones por
cuestión semejante entre los Urrea y los Cornel en Zaragoza [169].
Pero también asistimos al desenlace borrascoso provocado por los
celos de Alfonso de Barbastro que le llevaron a la cárcel [179], o a
la muerte del paje siciliano Manfredo que murió en Tarazona a manos
de su despechada enamorada, la turiasonense Clara [180].
En Teruel, la joven doña Elvira costeó
las obras de un nuevo puente sobre el río Guadalaviar, que todavía
está hoy en pie, para no tener que atravesar el entonces existente
en el que fue asesinado su marido por un enamorado celoso [181].
Constancia queda en una oquedad del monasterio de Piedra de los
cuerpos inertes de Flor y su amante, muertos por el marido de
aquélla, el señor de Castro de Malavella, don Arnaldo [182].
Sabemos, asimismo, de las desventuras
amorosas de Berenguer de Azlor y Aldonza de Entenza que, como en el
caso de los amantes turolenses, fueron enterrados juntos en la
iglesia de
Montalbán [183].
También murió por amor
la hija del alcaide del castillo de
La Fresneda a manos de los
arqueros de su
padre [
185].
Por otra parte, la hija del señor de
Sos del Rey Católico todavía vaga por los contornos de la villa por
haber faltado al juramento de fidelidad a su prometido mientras éste
luchaba contra los moros para tratar de hacer fortuna [184], mientras
en
Blecua tenía lugar un
singular drama fruto de la costumbre de los
padres de comprometer el matrimonio de sus hijos. En efecto, una
muchacha de la localidad no aceptó como marido al joven que sus
padres le habían destinado enamorándose de otro y, tras aparecer
muertos por el candidato despechado, fueron enterrados en tumbas
cercanas,
entrelazándose poco después las ramas de los
rosales que
nacieron en sus cabeceras [
187].
4. EL MUNDO MUSULMÁN
Aunque no con tanta abundancia como en
el caso de los aragoneses cristianos, también nos ha quedado
constancia legendaria de los aragoneses musulmanes, a quienes poco
después de la conquista ya los vemos buscar los tesoros escondidos
por los cristianos en su precipitada huida, cual es el caso de la
Muela de San Juan, junto al actual pueblo turolense de Griegos [188].
Y es que el de los tesoros es un tema recurrente en las relaciones
entre ambas comunidades.
Así, por ejemplo, antes de pasar a
manos cristianas el castillo de Ayerbe, los sarracenos escondieron un
tesoro para el día que regresaran [194], como hiciera Alí Mohal,
que peregrinó con el suyo desde Valencia hasta Monreal, quedando
enterrado con él [197]. Exactamente igual hicieron los moros de
Castellote quienes, ante la inminencia de la conquista cristiana,
escondieron sus riquezas en la montaña Cañarda [199], tal como
hicieran la reina mora de Cañart [201] y los habitantes de El
Castellar en su huida hacia Castejón de Valdejasa [209]. También
sabemos de la mora codiciosa de Siresa que vagaba por los bosques
atesorando riquezas [207] o cómo Mustafá de Monreal que, aunque se
quedó a vivir como mudéjar esperando tiempos mejores, jamás reveló
dónde había escondido el suyo [230].
Comentario aparte merecen algunas
mujeres agarenas que se retiraron en soledad a esperar el regreso de
los suyos, regreso que nunca se produjo, como le ocurriera a la mora
de Guadalaviar que aún confía en la vuelta de su guerrero [200], o
la mujer musulmana que vagó de valle en valle buscando a su
enamorado hasta dar con su cuerpo muerto [206], o la reina mora de
Rasal que todavía confía en el retorno de su marido [208].
Por otra parte, es normal hallar
noticias legendarias de moras encantadas que suelen narrar historias
de convivencia pacífica, siendo casi siempre aceptadas con cariño y
asombro por los cristianos que las contemplan, excepto en el caso de
la mora de Bastarás, que tenía atemorizados a todos los pastores de
la comarca [203]. Preciosa es la historia de la joven y bella
islamita que decidió vivir sola en la actual Basa de la Mora, cerca
de Saravillo, hastiada por las continuas luchas entre los hombres
[202] y que muchos dicen verla aún en el fondo de aguas limpias del
ibón, como enternecedora es la historia de la mora encantada de
Sallaón, en El Grado, que se unió a un cristiano y ambos todavía
mantienen limpios los pozos de agua [204]. Aún recuerdan en Sena la
siempre joven mora que tendía la ropa limpia al sol, aunque nunca
era vista de día [236].
Como en el lado cristiano, no es
difícil hallar referencias legendarias acerca de problemas
cortesanos, cual es el caso del gobernador moro de Zaragoza
permanentemente rechazado por la darocense Salima, a la que mandó
enterrar viva por despecho y aún pide venganza en ocasiones desde la
muralla [189]. Vemos, asimismo, a la inmensamente rica reina mora de
Guarrinza, pero aislada de los suyos en pleno Pirineo [190].
Sabemos con cierto detalle, por otro
lado, de las tres hijas del
rey moro de Sarakusta que huyeron a
Francia para librarse de su padre, si bien murieron heladas bajo la
nieve, siendo delatadas hoy por la montaña de las Tres Sorores
[191]. También huyó Aixa, subyugada por su padre, el rey de
Albarracín, que buscó la libertad, aunque una hechicera la
convirtió en fuente cerca de Frías [193].
Entrañable es la historia de amor
entre el joven príncipe Abenracín y Zaida, hija del señor moro de
Cella, de cuyo romance nos queda hoy, según la leyenda, el acueducto
que toma sus aguas en el Guadalaviar [192]. Como fruto de la pugna
amorosa por la hermosa Zoraida podemos admirar ahora las torres de
San Martín y San Salvador de Teruel levantadas por sus dos
pretendientes [205].
Por fin, noticias tenemos de
Abdelmelic, señor de la taifa de Albarracín, que sufrió un
atentado en casa del alcaide de Alacón, su cuñado y vasallo, por lo
que recibió un castigo ejemplar [196], como poseemos datos acerca de
las revueltas internas que tuvieron lugar en Zaragoza poco antes de
su reconquista, entre los que destaca la que protagonizó uno de sus
prohombres, Zila [198].
5. EL MUNDO JUDÍO
Respecto al mundo judío, son
frecuentes los intentos de conversión a la fe católica,
fundamentalmente por parte de fray Vicente Ferrer, a quien
encontramos en su tarea evangelizadora en Daroca [216] o en Zaragoza,
donde logró convencer a un afamado rabino [217], si bien en
Calatayud fue apedreado por toda la población, incluida la
cristiana, lo que le condujo a predecir que la ciudad sería inundada
por los ríos que allí se juntan, el Jalón y el Jiloca, aunque san
Íñigo salió en defensa de los bilbilitanos [215].
Las relaciones entre católicos y
hebreos no fueron excesivamente cordiales a juzgar por las leyendas
que nos son conocidas. Así, por ejemplo, Juan, herrero que trabajaba
en la construcción del monasterio de Veruela, se vio rechazado por
una bella judía de Trasmoz, lo que le llevó a quitarse la vida
[211], pero más grave fue el incidente ocurrido en la aljama
zaragozana, cuando los hebreos asesinaron a Dominguito de Val, cuyo
cuerpo, ocultado por aquéllos, fue delatado por una luz fantástica
[212]. Asimismo, el monasterio de San Miguel de Foces fue totalmente
arrasado por mandato de un judío despechado porque los monjes no
quisieron acudir en ayuda de su hija [213, 214]. No es extraño,
pues, que los miembros de esta minoría religiosa fueran expulsados
de algunas poblaciones, como ocurriera en Tamarite, donde se reclamó
la presencia para ello del propio Cid [210].
6. RELACIONES ENTRE CRISTIANOS Y
MUSULMANES
6.1. RELACIONES AMISTOSAS
Entre las comunidades cristiana y
musulmana hubo trato constante, siendo abundantes los casos de
tolerancia y comprensión mutua. Así, por ejemplo, vemos al alcaide
moro de Peralta de la Sal permitiendo que los mozárabes de la
localidad siguieran venerando a la Virgen, a la que incluso invocó
su propia mujer en más de una ocasión [218]. Por su parte, los
cristianos de Graus facilitaron que el antiguo alcaide musulmán y su
hija Zoraida siguieran viviendo entre ellos, llorando amargamente la
muerte de ambos [221], aunque más
sorprendente parece el hecho de que el
propio Almanzor consintiera que los cristianos de La Almunia de Doña
Godina veneraran públicamente a la Virgen [223] o que, en Langa, la
imagen de la Virgen en cuya ermita se había cometido un crimen
eligiera la casa del moro Tocón para buscar refugio [229]. Pero
todavía es más llamativo el hecho de que una mora de Borja,
preocupada por la incurable enfermedad de su hijo, decidiera
peregrinar hasta la ermita de la virgen de Salas de Huesca, donde
alcanzó la curación [232].
Ejemplos de relaciones amistosas
existen varios, como el de la mora encantada de Aquilué que peinaba
todos los días a una señora cristiana [233] o el contrario, el de
la mujer cristiana de Rasal que hacía lo propio con la esposa de un
ganadero mudéjar [234], aunque más singular es la actitud del
pastor cristiano de Luesia que llevaba todos los días leche a una
mora solitaria [238]. En este clima no es de extrañar, por lo tanto,
alguna conversión, como le ocurriera a un alfaquí zaragozano [235].
Abundantes son, por otra parte, las
relaciones amorosas entre miembros de ambas comunidades, relaciones
que no siempre tuvieron el resultado feliz de Zoma, el alcaide moro
de Daroca, con la cristiana María [219], de Zaida de Cella con el
conde cristiano Hernando [224], del joven cristiano de Tarazona que
se fue a vivir con una mora encantada [225], o de la bella mora de
Ricla y su enamorado cristiano que decidieron olvidar de sus
respectivas religiones aquello que les separaba y mantener lo que les
unía [228].
En otras ocasiones, las cosas no
resultaron tan positivas. Y así, la hija del rey moro de Albarracín,
que estaba enamorada del Cid, fue encantada por una bruja para
impedir que el amor prosperara [220]. Más dramático fue el final de
Zulima, la hija del alcaide sarraceno de La Puebla de Castro, quien
tras enamorarse y unirse al reconquistador de la plaza, Roderico de
Mur, fue asesinada en Graus por moros enemigos de su padre [222].
Final dramático tuvieron, asimismo, el
joven guerrero cristiano que, una vez liberada Gallur, regresó para
unirse a una muchacha musulmana [226], y el tenente de la misma
localidad, don Artal de Alagón, quien enamorado del espectro de Alma
Serena, enloqueció de amor [227], mientras que Alba, la mujer del
Rey Lobo, se enamoró de don Pedro de Azagra, aunque falleció
llevándose su secreto [231]. Por fin, recordemos la bella historia
de las tres doncellas moras de Sabiñán que fueron encantadas y
convertidas en tres palomas por querer a tres muchachos cristianos, a
los que todavía esperan revoloteando en torno a las torres del viejo
castillo [237].
6.2. RELACIONES PROBLEMÁTICAS
Pero no siempre las relaciones entre
moros y cristianos fueron amistosas, pues en ocasiones privó la
intransigencia religiosa, como le ocurriera a la joven Orosia, que
fue hecha prisionera y sentenciada a muerte [239], lo mismo que les
sucedió a las muchachas Nunilo y Alodia, que prefirieron
morir antes que renunciar a su fe
[240]. O la actitud del conde cristiano que se negó, una vez
reconquistada Barbastro, a propiciar el rescate de dos jóvenes
agarenas [245], mientras que un mudéjar turiasonense fue engullido
por la tierra por trabajar en domingo [249].
Existieron persecuciones enconadas y
encarnizadas, como la que terminó con la vida del joven Visorio,
asesinado por una partida de moros [241], o la que puso en aprietos a
Elena de Biescas, que se salvó de manera milagrosa [242], aunque más
espectacular fue la huida de un escudero del Cid, quien, acorralado
por varios soldados musulmanes, dio un salto inverosímil con su
montura en la foz del Guadalaviar y burló a sus perseguidores [246].
Hubo apresamientos inhumanos, cual es
el caso de un mozárabe de Tarazona, que lo fue porque descubrió de
dónde procedía el agua que manaba en las fuentes de la ciudad,
circunstancia que las autoridades musulmanas querían mantener en
secreto para que nadie pudiera envenenarla [244], o el apresamiento
de un joven cristiano de Muniesa que se salvó gracias a la
intervención prodigiosa de la Virgen [247].
También tenemos noticias legendarias
de robos cometidos entre ambas comunidades, como el caso
protagonizado por un cristiano de Chía, quien sustrajo un cáliz a
los moros de Sos y pudo salvarse de su persecución al producirse una
avenida repentina del río Ésera una vez que él lo había cruzado
[248].
No es de extrañar, por lo tanto, que
se produjeran expulsiones por uno y otro lado. Así vemos cómo los
mozárabes de Sarakusta fueron echados de la ciudad y confinados en
lo que desde entonces se llamaría El Burgo de Ebro, acudiendo allí
la imagen de la Virgen que veneraban [243], pero también asistimos
al exilio de los mudéjares de Pina merced a una estratagema de los
cristianos de la localidad [250].
7. ASPECTOS RELIGIOSOS
En la sociedad medieval aragonesa, todo
lo relacionado con la religión tuvo una gran importancia, por eso no
es de extrañar que sean abundantes las leyendas que tienen como
fondo alguna motivación religiosa. De entre la variada gama de este
tipo de leyendas, nos detendremos fundamentalmente en aquellas que
hablan de los monasterios, los peregrinos, los santos, los milagros o
portentos y las reliquias.
7.1. LOS MONASTERIOS
Los monasterios desempeñaron un papel
primordial en el sistema religioso, político, económico y social de
la época, y son muchos los relatos legendarios que nos dicen cosas
de ellos.
Entre los viejos cenobios pirenaicos,
tenemos noticias de San Martín de Cercito —que fue asignado a la
recién nacida villa de Acumuer [82] tras haber sido fundado por el
conde Galindo [254]—; de Alaón, cuyo abad fue condenado a muerte
por el rey por haberle desobedecido [327]; de San Pedro de Tabernas,
convertido en el primer núcleo de la resistencia cristiana tras la
invasión musulmana [16]; de San Pedro de Siresa, donde fue a parar
un brazo del apóstol san Pablo [319]; y, sobre todo, de San Juan de
la Peña. De éste sabemos de su primer eremita, Juan de Atarés
[251], de la construcción del primer cenobio por parte del rey
García Jiménez [253], de la instalación de la primera comunidad
cenobítica con Voto y Félix [252], de la donación de Abetito que
recibió de García Sánchez II [88], así como de la arqueta que
contenía el Santísimo Sacramento y quedó intacta tras un pavoroso
incendio de su iglesia [313] y del Santo Grial hasta que Martín I lo
mandó a la Aljafería [324] o Parsifal se lo llevó a Oriente [325].
Hallamos luego los cenobios del
Somontano y aledaños, como el levantado en honor de la Virgen del
Pueyo de Barbastro después de aparecerse a Balandrán [256], el de
San Miguel de Foces, junto a Ibieca, donde tuvieron lugar dos
luctuosos hechos protagonizados por los judíos [213, 214], y el de
Montearagón, en el que se declaró un gran incendio del que quedó
indemne el fragmento de pan de la Última Cena que en él se
conservaba [323].
Por último, tenemos noticias de los
monasterios que nacieron con la expansión territorial del reino. Así
sabemos de las fundaciones del convento de Trasobares por doña Toda
Ramírez [255, 257], del de Veruela por Pedro Atarés [258] y de
Sigena por la reina doña Sancha [259]. Los condes de Sástago
propiciaron tanto el nacimiento de Monler [260] como de la Cartuja de
las Fuentes [263], y don Gil de Atrosillo, señor de
Estercuel,
levantaba el de Nuestra Señora del Olivar [261]. Del de Rueda
tenemos dos noticias: el asesinato de su abad a manos del señor de
Sástago [147] y el descubrimiento del pasadizo que por debajo del
Ebro unía el monasterio con
Escatrón [264]. Por su parte, los
monjes de
Fuenclara, molestados por los hombres del
conde de Urgell,
decidieron instalarse en Santa Fe, levantado su nueva casa cerca de
Zaragoza, a la vera del
Huerva [262]. Por último, tenemos noticias
tanto del monasterio de Samper, al que
Jaime I donó una
espina de la
corona de Cristo [322], como del que fundaron los monjes franceses de
San Caprasio, en la
Sierra de Alcubierre [343], que fue famoso por
las medicinas que ellos mismos elaboraban.
7.2. LOS PEREGRINOS
No son ajenos al mundo legendario los
peregrinos que iban y venían de un confín a otro. Algunos de ellos
eran santos que tomaban esta caracterización, como sucediera en
Benasque con
san Marcial [265], o el viaje conjunto que emprendieron
los santos
Licer, Juan, Gregorio y
Pantaleón [269], que fueron
quedándose en
Zuera, San Juan de
Mozarrifar, montes aledaños a
Zaragoza y
Juslibol, respectivamente.
En
Alcolea se recuerda todavía al
peregrino anónimo que, después de tallar un magnífico
crucifijo,
desapareció sin dejar rastro [266], tal como sucediera con otros dos
romeros escultores en la villa de
Boltaña [267]. Por su parte, en
Castiello de Jaca se conservan todavía las reliquias que
transportara un romero que iba a
Santiago y al que fuerzas ocultas no
le dejaban salir de la población [268].
7.3. LOS SANTOS
Abundantes son las noticias
legendarias
referentes a diversos santos en todo
Aragón. Muchas de ellas
explican por qué algunos pueblos los eligieron como patrones. Si
san
Licer lo es de
Zuera se debe a que al paso de sus
reliquias por allí,
llevadas por soldados franceses, las campanas comenzaron a repicar
solas [274]. San Pedro
Arbués, patrón de
Aguilón, tuvo problemas
cuando intentó cortejar a
santa Bárbara, patrona de
Tosos [294].
San Blas eligió
Torrecilla de Alcañiz para quedarse [296] y
santaTecla fue nombrada patrona de
Cervera de la Cañada después de salir
repetidamente su nombre de entre las bolas introducidas en un saquete
[297]. Por su parte, san Gil y san Ginés, que predicaron juntos por
tierras de la Hoya de Huesca, se vieron sorprendidos por una avenida
del río Sotón, quedando uno a cada orilla, de modo que uno se
refugió en Ortilla y el otro en Lupiñén, cuyos habitantes acabaron
proclamándolos patrones respectivos [295]. Los habitantes de
Cretas,
por otro lado, tal como habían decidido con antelación, nombraron
patrona a la santa del día de la liberación por
Alfonso II,
santa Pelagia [68]. En
Graus, por último, sus habitantes eligieron como
patrón a
san Vicente Ferrer, población en la que vivió durante
algún tiempo y donde instituyó la procesión de la
disciplina
[290].
Vemos en nuestras páginas a varios
santos aragoneses, comenzando por el citado
san Pedro Arbués [294].
Así hallamos a
san Ramón cuando huye de su
diócesis barbastrense
hacia
Roda, presionado por el
obispo de Huesca, obrando milagros por
los pueblos que pasa [271] y, más concretamente, resucita a una
joven desahuciada en Roda [272], libera a distancia de la cárcel a
dos soldados cargados de grilletes a quienes vemos en Roda para orar
ante la tumba de su libertador [273] o provoca la lluvia que tan
necesaria era para las gentes de Capella [299]. San Balandrán, un
joven pastor de Ilche a quien se le aparece la virgen del Pueyo, será
su heraldo ante los barbastrenses [256]. En san Voto y su hermano
Félix está el germen de la primera comunidad de San Juan de la Peña
[252]. Santas Nunilo y Alodia morirían como mártires en Huesca por
no renunciar a su fe cristiana [240], como le sucedió a san Visorio,
asesinado por una partida de moros incontrolados [241]. Y, por
último, nos encontramos con santa Isabel, hija de Pedro III de
Aragón y reina de Portugal, convirtiendo en rosas las monedas que
llevaba para repartir entre los pobres cuando fue descubierta por su
marido, el rey portugués [350].
Hallamos, asimismo, nombres
tradicionales en el santoral cristiano. San Valero, un hombre del
siglo IV, por ejemplo, al pasar por Castelnou hacia su destierro,
pronosticó que dicha población no sería invadida por los
musulmanes cuando éstos todavía no existían [270]; san Gregorio se
instala en las proximidades de Zaragoza [269]; san Roque visita el
hospital de Valdealgorfa donde todavía quedan pertenencias suyas
[278]; san Blas eligió a Torrecilla de Alcañiz para quedarse [296];
san Miguel vence a la plaga de la langosta en tierras de Tauste
[334]; san Sebastián no sólo libró de la lepra a las gentes de
Fayón [335], sino que también detuvo la peste en Azanuy [338]; san
Marcial fue peregrino por tierras de Benasque [265]; san Macario
salvó de la muerte a un muchacho de Andorra [318]; y santa Orosia
era sentenciada a muerte en tierras jacetanas [239], mientras los
beatos predicadores Gregorio y Domingo morían en Besiáns dando
origen a un hecho portentoso [279].
Consideración aparte merecen santo
Domingo, san Indalecio y san Vicente Ferrer. Santo Domingo, que fue
amamantado de niño por una vaca en tierras de Lobera de Onsella
[277], lo hallamos en Zaragoza predicando la devoción del Rosario
[275] e intercediendo por la noble y pecadora Alejandra, de modo que
logró que su alma no se escapara de su cabeza separada del cuerpo
antes de que pudiera confesar [276]. Los restos mortales de san
Indalecio, por su parte, fueron traídos desde Andalucía a San Juan
de la Peña por el proscrito García Aznárez, lo que le valió el
perdón de Sancho Ramírez [320], pero lo más importante fue el
multitudinario voto al que se sumaron multitud de pueblos de Aragón.
Por último, es de destacar la gran cantidad de leyendas propiciadas
por san Vicente Ferrer.
El dominico valenciano, que desempeñara
tan importante papel en la crisis dinástica que se resolvió en
Caspe, ha dejado abundante constancia legendaria de su paso por todo
Aragón en su intento de convertir a los judíos. Aunque en alguna
ocasión tuviera problemas, cual es el caso de Calatayud, donde fue
apedreado [215], o de Teruel, cuya destrucción vaticinó tras
marchar de la ciudad sin haber logrado convertir a ningún hebreo
[285], lo normal es hallar leyendas positivas de su peregrinar. Lo
vemos predicando con éxito ante los judíos de Daroca [216], de
Calatayud, donde salvó de la muerte a un muchacho despeñado [286],
y de Zaragoza, donde fue capaz de convertir a un influyente rabino
[217]. Predica en Mora [280], Maella [284], Barbastro [289], Graus
[290], Aínsa [291], Benabarre [292], lugares todos ellos en los que
queda constancia de los milagros realizados. Además, en Piedra, sanó
a una endemoniada [281], logró salvar su propia vida en Caspe ante
los sicarios del conde de Urgell [283] e impide que los demonios
entren en la ciudad del Compromiso durante las deliberaciones [288];
descubre a los falsos frailes que timaban a los comerciantes de
Daroca [287]; en el convento de Huesca, cuando ya había fallecido,
hizo que
se desprendiera un cuadro sobre la
cabeza del prior dominico por negarse a festejar su aniversario por
coincidir con la Semana Santa [293]. Y si Munébrega conserva un
crucifijo tallado por el propio fraile [282], Graus se salvó de la
inundación provocada por los ríos Ésera e Isábena gracias al
crucifijo que legara al pueblo el fraile predicador [315].
7.4. LOS PORTENTOS
Las páginas legendarias están
repletas de narraciones milagrosas o portentosas, de hechos y
circunstancias inexplicables a la luz de la razón: victorias
militares casi imposibles, curaciones inverosímiles, castigos
ejemplarizantes, favores especiales, victorias contra los elementos
naturales desatados, etc.
Una buena parte de este tipo de relatos
legendarios se centran en la ayuda portentosa, milagrosa podríamos
decir, que los guerreros cristianos recibieron en el momento menos
esperado. La aparición de una cruz roja sobre una encina dio ánimos
a los hombres de García Jiménez para reconquistar Aínsa [17] y
otra cruz recortada en el cielo azul posibilitó la victoria de Íñigo
Arista en Araguás [22]. La intercesión de la Virgen fue
determinante en la reconquista de Ejea [46], Zaragoza [47], Alagón
[50], Bijuesca
[53] y Calanda [61] o en la liberación
de prisioneros [247]. San Jorge intervino en la reconquista de Huesca
[36], Santiago ayudó al Cid en Torrenublos [41] y san Miguel en
Zaragoza [48], mientras san Ramón ayudaba a evadirse a dos soldados
[273]. Por fin, Alfonso I venció a los musulmanes en Fraga con la
ayuda de las reliquias que portaba consigo [64].
Llenas están las páginas legendarias,
asimismo, de curaciones portentosas. Pedro I fue curado por san
Miguel in Excelsis [96]; la virgen del Pilar sanó a Fernando II
[135], al hijo del conde ribagorzano [153] y a la reina doña Blanca
de Navarra [160]; san Ramón arrancó de la muerte a una joven de
Roda [272], san Vicente Ferrer a un muchacho en Calatayud [286] y san
Macario a otro de Andorra [318]. La peste fue detenida en Azanuy por
san Sebastián
[338] y este mismo santo libró a Fayón
de la lepra [335]. Por último, diversas endemoniadas fueron sanadas
por san Vicente Ferrer en Piedra [281] y en Aínsa [291], y por la
intercesión de la virgen Blanca en Piedra [317].
Asistimos a castigos ejemplares, como
el caso del mudéjar de Tarazona que vio abrirse la tierra bajo sus
pies por haber trabajado en domingo [249], la petrificación de un
pastor y sus reses cerca de Bono por el obispo Bencio de Zaragoza
[298], o la conversión en estatua de piedra del darocense Martín
Visagra por perjuro [306].
Varios son los casos en los que los
elementos naturales desatados (riadas, tempestades, plagas, etc.)
fueron aplacados milagrosamente, como el caso de la tempestad que
conjuró san Vicente Ferrer en Barbastro [289], la avenida del Ebro
en Monzalbarba contenida por la Virgen [305] o la riada padecida en
Graus que remitió gracias al crucifijo que allí había dejado san
Vicente Ferrer [315], mientras que san Ramón, por el contrario, hizo
llover en Capella que padecía una pertinaz sequía [299]. La plaga
de la langosta fue abortada de manera portentosa en sitios tan
dispares como Tauste [334], Arándiga [337] o Fuentes de Ebro [341].
Por otra parte, varias fueron las
poblaciones aragonesas, además de Daroca [301], en las que se
produjeron Corporales —Aniñón [307], Andorra [308], Fraga [311],
Aguaviva [312] y San Juan de la Peña [313], entre otras— lo que
dio origen a todo un reguero de fervorosas peregrinaciones, mientras
en Cimballa el agua utilizada en misa, ante la duda del sacerdote que
la celebraba, se convirtió en sangre, reliquia que el rey Martín I
hizo llevar al monasterio de Piedra [309].
El fervor de algunos fieles consiguió
favores especiales a la hora de la muerte, como los casos de la noble
Alejandra, que conservó el alma en la cabeza que tenía separada del
cuerpo hasta que logró ser confesada [276] y del hombre decapitado
en Villarroya de la Sierra que, en idénticas circunstancias, fue
confesado por el arzobispo de Zaragoza [310].
Hallamos narraciones curiosas, como la
ayuda que Gallinás recibió de la Virgen tras haber robado un cáliz
a los moros [248], la de la imagen de la Virgen que viajó varias
veces entre Soria y Zaragoza [300], el caso del pastorcillo que vio
transformados en rosas milagrosamente los nudos que hacía en un
junto, con lo que inventó el rosario [302], la palidez que le ha
quedado a la virgen de Salas de Huesca tras haber sido profanado su
templo [304], o el olor a néctar que despidió el sepulcro del Papa
Luna en Peñíscola antes de ser trasladado a Illueca [316]. En otro
caso, una fulgurante luz mostró dónde había sido enterrado santo
Dominguito de Val tras ser asesinado por los judíos [212], o sonó
una campana sin que nadie la tañera, como ocurriera cuando los
restos de san Licer pasaban por las calles de
Zuera [274] o las
varias veces que la campana de Velilla de Ebro ha presagiado
acontecimientos diversos [314].
Por último, no faltan casos de
relación con el propio
Diablo, como el pacto que sellara el
walí
moro de Borja para defender la plaza de los cristianos [51, 52], o
como cuando san Vicente Ferrer impidió que se acercara a Caspe
durante la celebración de las deliberaciones del Compromiso
[288] o el pacto que hiciera con él el
barón Artal de Mur, en honor del cual llegó a
instituir en Aínsa
la «misa del Diablo» [303].
7.5. LAS RELIQUIAS
Para finalizar este somero repaso
acerca del sacralizado mundo medieval aragonés, haremos referencia a
las reliquias, que dieron lugar a un curioso movimiento en todo el
mundo cristiano, rivalizando iglesias, monasterios, reyes y nobles.
Ya hemos visto al
obispo Bencio de Zaragoza, en su huida hacia el Pirineo poco antes de tomar los moros
la ciudad, transportando los
tesoros y las
reliquias de la
sede
cesaraugustana para ponerlos a salvo [8], cómo Alfonso I logró
vencer a los musulmanes gracias a las
reliquias que siempre le
acompañaban [64] o lo que le sucedió en
Castiello de Jaca al romero
que transportaba un saco lleno de ellas [268].
Sabemos, por otra parte, que
Jaime I el Conquistador hizo entrega del preciado relicario que siempre llevaba
consigo a la
virgen de la Huerta de Magallón en reconocimiento a la
ayuda que ésta le prestara en la guerra [321] y donó una
espina de
la corona de Cristo al monasterio de
Samper [322]; o cómo el
rey
Sancho Garcés sólo logró sanar de la grave enfermedad que padecía
ante el
brazo del apóstol san Pedro custodiado en
Siresa [319].
También nos ha llegado noticia legendaria del traslado de los restos
de
san Indalecio al
monasterio de San Juan de la Peña [320],
cenobio
en el que estuvo durante mucho tiempo una de las reliquias más
importantes que puedan existir, el
Santo Grial [324, 325].
Por último, recordemos cómo el
monasterio de Montearagón pudo vanagloriarse de custodiar pan de la
Última Cena, que se salvó milagrosamente de un pavoroso incendio
[323].
8. ASPECTOS SOCIO-CULTURALES
8.1. LA JUSTICIA.
Si otras fuentes han sido incapaces de
precisar el nacimiento exacto de la institución del Justicia de
Aragón, la leyenda precisa cuándo y en qué circunstancias,
justamente cuando alumbran los no menos legendarios fueros de
Sobrarbe [326], un Justicia al que vemos al final de nuestro
recorrido en la Seo zaragozana dando origen a su escudo de armas ante
el Papa Luna [331].
Por otra parte, hallamos algunas
leyendas referidas a la administración de justicia, sobre todo la
real. En una ocasión, con motivo de la condena a muerte del abad de
Alaón, quedó en entredicho [327]; en otra, la vemos actuar con
contundencia, cual es el caso de los falsificadores de moneda de
Trasmoz [328]. En Teruel, dos son las ocasiones que motivaron
enfrentamiento entre la justicia real y los jueces turolenses
apegados al Fuero, una con motivo de la visita a la ciudad del
infante don Jaime, hijo de Jaime II [329], y otra cuando Alfonso V se
vio obligado a intervenir en la secular lucha entre los Marcilla y
los Muñoz, recortando las libertades del fuero turolense, lo que
motivó un gran descontento popular [330].
8.2. PLAGAS Y EPIDEMIAS
Abundantes son, asimismo, las noticias
legendarias referentes a plagas y epidemias, verdadero azote de una
sociedad que no disponía de medios técnicos ni médicos para
combatirlas.
La peste, por ejemplo, originó el
despoblamiento de Lascasas de Sevil [332] y de Niablas —cuyos
supervivientes fueron a parar a Oto [342]— y, si no sucedió lo
mismo en Azanuy, fue debido a la intercesión protectora de san
Sebastián [338]. Por otro lado, tras perecer ahogados en el río
Cinca casi todos los habitantes de Daymús, la peste afectó a los
escasos supervivientes, muy pocos de los cuales pudieron buscar nuevo
acomodo fundando el poblado de Velilla de Cinca [340]. Por su parte,
el juez de Bujaraloz dio órdenes de aislar toda la calle Baja para
que la terrible enfermedad no contagiara al resto de la población
[336]. Finalmente, tenemos noticias de las siete muchachas de
Peñarroya de Tastavíns que accedieron a casarse con siete jóvenes
supervivientes de la enfermedad en Vallibona, gracias a lo cual se
salvó de la desaparición este pueblo [339], hecho que todavía se
conmemora actualmente cada siete años.
Tenemos noticias de la gran mortandad
que causó el cólera en Villa que quedó despoblada pues los pocos
supervivientes abandonaron sus casas y dieron lugar al nacimiento de
Salinas de Hoz [333], aunque mejor suerte corrió Fayón, a la vera
del Ebro, pues san Sebastián libró milagrosamente a sus gentes del
contagio de la lepra [335].
Por último, veamos tres ejemplos de la
demoledora plaga de la langosta. Tauste se vio libre merced a la
lucha titánica de san Miguel [334] y Arándiga gracias a la
intercesión de la Virgen [337], tal como sucediera en Fuentes de
Ebro, cuya feraz huerta se vio cubierta por estos voraces insectos,
aunque Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja, trasladada desde El
Burgo de Ebro para la ocasión, les hizo levantar el vuelo y
desaparecer salvando las cosechas de la supervivencia [341].
8.3. LA CULTURA.
Desafortunadamente no nos han llegado
muchas las leyendas de tipo cultural y las existentes lo son de
temática variada y dispersa, lo cual no permite hacer síntesis
coherente, aunque un aspecto destaca de los demás, la existencia y
proliferación de trovadores, como aquel al que Jaime I castigó por
haber destrozado las vasijas de un ceramista por el hecho de que éste
tarareaba con entonación deficiente una de sus trovas [158]. Famoso
fue el trovador Manrique de Lara, encarcelado en la torre de la
Aljafería e inmortalizado por Verdi [162]. También sabemos de los
amores y desventuras del juglar que actuó en Barbastro para el conde
de Entenza y su familia [164] y podemos asistir a una contienda de
juglares en Zaragoza que fue solventada por el propio rey [345].
Aparte de esto, son de destacar las
medicinas que hicieron famosos a los monjes franceses de san
Caprasio, asentados en la Sierra de Alcubierre [343], y el
quitamiedos que elaboraban e ingerían los soldados de Robres que
lucharon junto a Alfonso I el Batallador, que les hacía ser
superiores a todos los demás, aunque guardaron en secreto su
composición [346].
Por último, cabe destacar la llegada
al reino de un moro valenciano exiliado que se asentó en Borja o
Calatayud, no queda claro, y que trajo consigo unos nuevos acordes
musicales que darían origen a la jota [347].
8.4. ARAGONESES ALLENDE LAS FRONTERAS.
Tenemos constancia legendaria de
algunos aragoneses que vivieron fuera de su tierra desiguales
aventuras. Hallamos así en la corte portuguesa a santa Isabel, la
princesa hija de Pedro III, nacida en la Aljafería, y reina del país
vecino, convirtiendo en rosas las monedas que a punto estuvo de
descubrirle su marido cuando las iba a dar a los pobres [350].
Sabemos de las andanzas en Castilla de Pedro Martínez de Bolea
quien, arriesgando su vida y hacienda, logró que Pedro III no
entrara en guerra con el monarca castellano [349]. Hallamos a Sancho
Fernández de Heredia regresando a su Burbáguena natal y trayendo
consigo una imagen de santa Ana que aún se venera en la localidad
[353]. Conocemos noticias de un aragonés que estuvo cautivo en
Constantinopla y trajo a Zaragoza, tras vivir varias peripecias, una
hermosa imagen de la Virgen que halló enterrada junto a los muros de
la ciudad oriental [351]. La leyenda nos cuenta, en fin, las
vicisitudes que padeció otro aragonés que vivió como esclavo en
Jerusalén y que, tras lograr su liberación, trajo consigo a su
pueblo de Inogés otra talla mariana [352].
8.5. ARAGONESES CON PERSONALIDAD.
Para finalizar este recorrido temático
a través de las narraciones legendarias que constituyen esta
antología, nos detendremos momentáneamente en la consideración de
dos personajes reales y legendarios a la vez. Por una parte, hallamos
a Juan Fernández de Heredia quien, tras vencer a los turcos en los
Santos Lugares, recaló en su pueblo,
Munébrega, donando una bella
imagen de la Virgen que había adquirido como botín de guerra [354].
Pero el personaje que ha originado más relatos legendarios, no podía
ser de otra manera, es don
Pedro de Luna, a quien el propio mar
reconoció como auténtico
papa [355], se salvó de morir por
envenenamiento gracias al aviso que le hizo llegar una bruja [357],
hizo un viaje de incógnito a Roma sobre su propia capa [358] y
recibió a los emisarios del
Concilio de Constanza [359].
Terne en no abdicar como pontífice,
cuando toda Europa —incluso su rey— estaba en su contra, nos
lanza su famosa frase de «
estoy en mis trece», refiriéndose a
Benedicto XIII, naturalmente [356], y es capaz, en plena crisis, con
su personalidad arrolladora, de dar origen al escudo de armas del
Justicia de Aragón en la seo de San Salvador de Zaragoza [331]. Por
eso no es extraño que de su tumba de
Peñíscola irradiara olor a
néctar, poco antes de ser trasladados sus restos mortales a su villa
natal,
Illueca [316], por decisión de
Alfonso V.
Continúa en :
conde don Julián prisionero muerto Loarre