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domingo, 26 de julio de 2020

CAPÍTULO LIX.

HISTORIA DE LOS CONDES DE URGEL.

CAPÍTULO LIX.

Vida de don Armengol de Cabrera, XVI conde de Urgel. - Estado del condado de Urgel cuando murió el conde don Álvaro. - El conde de Foix trata de que el conde Armengol cobre el condado de Urgel, y déjase de hacer, por estar el conde en desgracia del rey.
- De las disensiones que hubo entre el rey y los condes de Urgel y otros señores de Cataluña. - De los servicios hizo el conde de Urgel al rey don Pedro, pasando a África, hasta tomar el reino de Sicilia. - De lo que pasó entre el rey y el conde don Armengol, sobre algunas pretensiones tenía el rey en los estados del conde. - De algunas cosas particulares del conde y condado de Urgel. - De la muerte y testamento del conde Armengol, y fundación del convento de Predicadores de la ciudad de Balaguer.

Muerto don Álvaro, quedó el condado de Urgel en el más mísero e infeliz estado que jamás se hubiese visto, lleno de confusión y división. El rey don Jaime, que después de haber tomado las tenencias de los castillos se quedó son (con) ellos, tenía ocupado casi lo mejor de él, y los pueblos y castillos más principales. Don Álvaro murió empeñado, cargado de inumerables deudas y obligaciones; era su recámara pobre y poca, y las rentas de los estados tenía en Castilla se cobraban con dificultad, y los acreedores, que eran muchos, pedían su dinero, y no había de dónde acudirles, y el rey no quería por entonces pagar na*
Guerau de Cabrera, vizconde de Cabrera, hermano * conde, que era de edad de veinte y cuatro años, decía * él era conde de Urgel, y que le competía aquel estado * el testamento de su padre, que había hecho muchos gra* de substitución, y entre otros, que muriendo su hijo segundo, que él llamaba Rodrigo, sin hijos varones de legítimo matrimonio, fuese heredero Guerau, su cuarto hijo, * había nacido poco antes que muriera el padre, porque *cia que don Armengol y don Alfonso no eran legítimos, * tenían derecho ni podían suceder en el condado de Urgel * y él les había de ser preferido; pero el rey poseía en sí * aquel estado o lo mejor de él, y don Guerau, que no te* posibilidad de pagar las muchas deudas de padre y herma* no continuó su pretensión. El rey, por mejor asegurarse en el condado, y por dar satisfacción a los que era justo * fuesen pagados, fue pagando 
lo que le pareció legítimamente deberse, que era mucho y pasaba más de doscientos cincuenta mil sueldos, que era más que ahora doscientos cincuenta mil ducados; porque hallamos en memorias * estos tiempos ser grande el valor de la moneda, por ha* poca y estimarse mucho, de donde se originaba el * barato de las cosas, porque de aquello que hay más abundancia se hace menos estima, y mucha de lo que * poco: por eso en estos tiempos un par de capones, según parece en registros y tarifas antiguas, valía diez y ocho dineros, un par de gallinas diez y seis dineros, un par de perdices ocho dineros, un par de xíxelles cuatro dineros, una liebre ocho dineros, un par de tórtolas cuatro dineros, y el cuarto del mejor carnero diez y ocho dineros, y un *cabrito lo mismo; y a ese precio estaban tasados estos mantenimientos en Barcelona; y el real era del mismo metal, peso, cuño y quilate que es el día de hoy; y este barato tan grande no era solo en Barcelona y Principado de Cataluña, pero aun en Castilla era lo mismo. Refiere el padre Mariana, que en el año 1239 se padecía en Córdoba mengua de mantenimientos, y valía la hanega de trigo doce maravedis, que, según la cuenta y averiguación del maestro Ambrosio de Morales, eran cuatro reales, porque el maravedí antiguo valía poco más que once de los de ahora, y tres maravedís antiguos hacían un real del mismo peso y quilate que es el día de hoy; así que vale el real castellano treinta y cuatro maravedís de los de ahora y tres de los antiguos, y la hanega de la cebada tres, que es un real y un maravedí de ahora, y esto en aquel tiempo se tenía por grande y subido precio; y en una hambre que hubo el año de 1228 en Cataluña, lo que se padecía era igual a lo que se padece en largos cercos: valía la cuartera del trigo veinte y ocho reales, que era un precio excesivo y muy extraordinario, y lo cuentan por cosa en aquellos tiempos no vista ni oída; y esto no solo pasaba en los tiempos que digo, pero en los años después era lo mismo. González de Ávila, en su historia de Salamanca, refiere el barato que había en el año 1415 en aquella ciudad, donde la hanega de trigo valía diez maravedís, el arrael de la vaca dos maravedís, y otro tanto el azumbre del vino. ¡Dichoso tiempo en que tanta abundancia había de mantenimientos y tan grande era el valor del dinero! Quisiera que consideraran esto algunos de levantado espíritu, que hacen escarnio y menosprecio cuando oyen hablar del gasto de los reyes y señores de aquellos tiempos y de lo que daban de dote a sus h*teniéndolo por bajeza y mengua, sin considerar la falta * oro y de plata que había, y el valor tan subido en que *taba entonces este metal, y que no acudían las flotas * las Indias con la abundancia y facilidad que hoy vien* porque pasaron muchos años antes que no se descubr* aquel nuevo mundo; y es muy verisímil que si el comer* de las Indias cesaba, o por acabarse las minas, o faltar * que trabajan en ellas, o por cualquier accidente, volve*mos al mismo tiempo de los romanos; y si queremos ir * atrás, en tiempo de Salomón era grande la copia de oro y plata que corría por sus señoríos, y las cosas se vendían * caras; pero después cesó todo eso, y los tiempos se m*ron, por faltar los minerales y los que trabajaban en * y vino a haber tanta carestía de oro y de plata y barat* mercaderías, como lo conocerá el que con atención le* las historias antiguas y modernas, y viere los autos y *tratos de unos siglos y otros. 

Volviendo, pues, a nuestra historia, digo, que * que murió el conde don Álvaro, los ejecutores de su testamento, que eran Jaime de Cervera, A. de Fluvia, abad de Fontfreda y antes de Poblet, y Juan, abad * Nuestra Señora de Bellpuig, tomaron posesión de los *estados de don Álvaro, para pagar lo que debía; pero por estar * pueblos más principales en poder del rey, se vieron * imposibilitados de poder acudir a las obligaciones del *difunto, y defender el condado y vizcondado de tantos *ensores como cada día salían, y por esto le renunciaron * favor del rey, con obligación y promesa de pagarse de * doscientos cincuenta mil sueldos que se le debían, y que * salían otros acreedores del conde, o se hubiese de pagar algo de las pías causas dejadas en su testamento o de su padre, lo cumpliría, según lo ordenarían los dichos ejecutores, y que luego que fuese pagado y satisfecho de todo, restituiría los estados e aquellos a quien de derecho pertenecieren.
Obligóse el rey a recuperar a sus costas los castillos y lugares del dicho condado, y que le fuesen pagadas solo las costas hiciere en la guarnición de los tales castillos y no más.
Esto pasó en Aljecira a 4 de los idus de marzo del año de la Encarnación 1267; y prometió que haría que el infante don Pedro, su hijo, lo firmase y jurase. Esto no agradó a don Guerau, hermano de don Álvaro, que decía que aquella renunciación habían hecho los marmesores le era muy perjudicial; pero porque estaba del todo imposibilitado de alcanzar el señorío de Urgel, que había sido de su hermano y pasados, suplicó al rey que, en satisfacción y enmienda de sus derechos, le asignase alguna parte de él con que pudiese vivir, y él renunciaría en su favor lo que le pertenecía por razón del testamento de su padre; y el rey, que no deseaba otra cosa, vino en ello. Entonces don Guerau renunció en favor del rey todos los derechos le competían en los estados de su hermano, y los derechos le competían sobre el conde de Foix, por razón del vizcondado de Castellbó, que poseía, y contra cualquier persona que tuviese tierras del dicho vizcondado, reservándose el castillo de Ager franco de todo servicio, y con obligación de dar las tenencias siempre que por parte del rey fuese requerido, y los castillos y villas de Os, Tartareu, Claramunt, Millas, Montsor, Boix é Ivars, en puro y franco alodio, y muriendo él sin hijos, hereden los dichos lugares Ramón y Guillen de Peralde, don Guillen de Peralta y doña Marquesa, su mujer y hermana de don Guerau, que ya era muerta, y que * castillo de Monfort no se pueda reedificar de nuevo, y que * que está edificado se derribe del todo, y si acaso de nuevo * se hiciera algún edificio, pueda el rey mandarlo derribar * sin embargo ni contradicción alguna. Este castillo está * sobre la Noguera Ribagorzana, y a los límites de Aragón y Cataluña, y debía ser gran conveniencia del rey, según * veras con que lo prohíbe; y por mayor seguridad, se obli* como a fianza G. de Anglesola. Esto pasó en Aljecira (Alcira, Alzira, vemos Valencia; no Algeciras) a 12 de las calendas de abril de este año de la Encarnación de 1267; y porque los hijos de don Álvaro y de doña Cecilia de Foix, favorecidos del conde de Foix, su curador y d*do muy cercano, pretendían suceder a su padre, según la disposición del testamento de don Ponce, su abuelo, conc* que en caso se pleitease esto, tomase él por propio el pleito y le continuase hasta sentencia definitiva, a gastos del rey, y que ganado, transfiriese y cediese todo su derecho en favor del rey: esto se concertó por medio de don Sancho de *ralta, obispo de Zaragoza, Jaime de Cervera, Guillen Bernat de Fluviá, arcediano de Ribagorza, y Jayme Gruny, ciudadano de Barcelona; y entonces el rey se quedó en posesión de dicho condado y de todas las villas y castillos de * y cobró algunas que había tomado el vizconde de Cardona cuando murió don Álvaro, y dejada en ellas buena guarnición, el rey se vino de Valencia a Aragón, y mandó * infante don Pedro que se fuese a Cervera y estuviese * cuidadoso del condado de Urgel, y si alguna cosa se movía en él, diese pronto remedio; y el rey de Aragón se *vino a Barcelona, para pasar a la conquista de la Tierra Santa de Jerusalén, movido por lo que refiere Zurita y otros autores.
Doña Constanza de Moncada, por razón de sus créditos dotales, quedó señora de cuatro lugares del condado de Urgel y vizcondado de Ager, y eran Agramunt y Linyola, Ager y Castelló de Farfanya; pero estos dos últimos el rey se los tenía ocupados. Pareció a Jaime de Cervera y a Guerau de Cabrera, que entre otros eran ejecutores del testamento del conde don Álvaro, que el valor de estos dos pueblos excedía a los créditos de doña Constanza, y que de aquellos les había de ayudar a pagar las deudas del conde, que eran muchas; pero ella no venía bien en eso, porque a más de sus créditos dotales, había de ser pagada de los gastos había hecho en Roma y otras partes, por razón de la causa matrimonial. Sobre esto había cada día contiendas, sin concluir nada; y Jaime de Cervera la llamó a juicio delante del rey: argumento claro que debía ser grande la justicia de los
testamentarios, pues les obligaba a convenir a la condesa delante del rey, que era deudo suyo muy cercano. Ella no quiso comparecer, sino que envió un caballero de su casa,
llamado Maymon de Castellaulí, y dijo que ella no podía pagar lo que se le pedía, porque el rey la había desheredado de Agramunt y Linyola, y que cuando se los restituyese, haría lo que debía; y que aunque es verdad que le quedaban Ager y Castelló, pero que aquel no era negocio para tomarse delante del rey, por ser aquellos castillos alodiales; y en este caso no quiere responder sino en poder de mano criminal, por ser esta la costumbre de Cataluña y observarse así, y más que ella poseía aquellos castillos por prenda, y no debía volverlos sino a aquel que se los dio o * sus herederos; pero dado que todo fuese como pretendían los ejecutores, aquella causa se había de tratar, no delante del rey, sino delante de juez eclesiástico, por ser cosa de última voluntad y legado pío, y que ella estaría a lo que fuese legítimamente declarado. Esto pasó en Lérida a * de las calendas de julio de 1268; el rey se sintió mucho de ello, porque no gustaba que declinase de fuer* y se quisiese apartar de su juicio, y se lo dio muy bien a entender dos días después; pero no pasó mucho tiempo que * se concertaron los ejecutores del testamento del conde, * y la pagaron de su dote y concertaron que de tres mil morabatines que ella tenía de esponsalicio (escreix, que decimos), recibiese dos mil a sus voluntades, y que pues el rey
tenía casi todo el condado de Urgel, que la pagase; * así lo prometió, dándole tres mil sueldos jaqueses de renta hasta que fuera pagada de dichos dos mil morabatines, por ello le obligó las rentas de Vallobar y Tamarit, con pacto que si las rentas excedían tres mil sueldos jaqueses el exceso fuese del rey, y si faltaba, el rey lo supliese, * que el año que se le pagasen los dos mil morabatines, * fuese pagada íntegramente de los dichos tres mil sueldos. Este concierto fue a 3 de las nonas de octubre de este año 1268; pero no quedó contenta de él doña Constanza porque le pareció que aquello perjudicaba a los derechos
tenía ella en los bienes del conde, por razón * gastos y marcas que en su favor habían adjudicado el romano pontífice y otros jueces apostólicos, y que obstaba a sucesión y derechos pertenecían a Leonor, su hija, en * condado de Urgel; pero el rey le dio satisfacción cumplida declarando no serle de perjuicio alguno. Estos lugares de Vallobar y Tamarit no debieron de quedar mucho tiempo en poder de la condesa, porque ya en mayo de 1273 el rey los dio a don Guerau de Cabrera, hermano de don Álvaro, por razón de ciertos concambios que hicieron.
Por estos tiempos los marmesores de don Álvaro dieron el lugar de Llorens, que les había quedado, a Maymon de Castellulí y Berenguer de Cardona, ejecutores del testamento de don Guillen de Cardona, y pidion guiaje al rey y seguridad, porque cada día les inquietaban en la posesión; y el rey lo concedió, y mandó a sus oficiales, que ninguno del dicho lugar pudiese ser preso o ejecutado, sino por delito líquido y claro, pues el rey les metía bajo su salvaguardia. En el año 1270, a 5 de los idus de noviembre, el rey, estando en Valencia, incorporó en la corona real los lugares y castillos de Albesa y Menargues, que habían sido de la condesa doña Margarita, madre del conde don Álvaro, que ya era muerta; y declara que los dichos lugares sean inseparables de la corona real, salvo en caso que de justicia perteneciesen a los hijos del conde don Álvaro, y les confirmó todos los privilegios.
El año de 1271, a 19 de las calendas de enero, dio el rey la bailía de Menargues a Arnaldo de Calaph, la cual dice el rey ser suya, y le enfeudó el castillo y lugar de Ivars, que dice el rey haber sido del conde de Urgel, y quiere que tenga de dar las tenencias, iratus et pacatus, según la costumbre de Cataluña. Este Arnaldo de Calaph había sido muy gran servidor del conde; el rey hacía mucha cuenta de él, y en vida del conde había tenido en custodia cuatro años y medio el castillo de Castelló de Farfanya, y aun muerto
el conde perseveró en ella, y se le debían once mil cuatrocientos y diez sueldos jaqueses, así por razón de dicha guarda, como por haber tenido otras cuentas con el conde * y el rey se lo mandó pagar todo en mayo de 1273, y asignó la paga sobre los derechos recibía el rey de la cal*ra de Lérida, de que hablamos en otra ocasión.
No poseyó mucho tiempo Arnaldo la villa de Ivars, * que convino al rey cobrarla, y en enmienda de ella le * el lugar y castillo de Gil, en el reino de Aragón, en feu* honrado, según consuetud de Cataluña y Usajes de Barcelona, y que le haya de dar, iratus et pacatus, las tenencias siempre que sea requerido, y que no esté obligado a hacer servicio alguno, y que cuando diere las tenencias * esté obligado a dar escombrado el castillo, antes bien * den en él todos los bienes muebles que hubiere, y el * se los asegure; y que en caso él los queira sacar del castillo y meter en poder de otro, donde quiera que fuere, el *rey se los guía y asegura; y por mayor seguridad, mandó el *rey a Jaime de Roca, sacrista de Lérida, que en su nombre lo jurase y prometiese, y después el rey lo firmó, y el * Arnaldo de Calaph se hizo hombre del rey, el cual le ace* por tal: esto pasó en Lérida a 9 de las calendas de * del año 1273, y he visto este auto en el Archivo Real de Barcelona, en un registro de estos años, del rey don Jaime, y hay copia de él en el armario de Sobrarbe, saco A, * 23. De esta manera iba el rey cobrando y añadiendo a la corona los castillos y villas del condado de Urgel y vizcondado de Ager.
Por este mismo tiempo, a 9 de las calendas de mayo de 1273, estando el rey en Lérida, le pidió Guerau de Cabrera alguna enmienda, porque no tenía efecto la donación que le había hecho del vizcondado de Ager y demás lugares y pueblos de aquel valle, porque el vizconde de Cardona y sus valedores le poseían; y el rey entonces cobró el *echo competía a don Guerau, y en recompensa de ello, *ió el castillo y villa de Vallobar, y el castillo y villas de *uarres y de Lesquarte, en franco alodio, y también el castillo y villa de Estopanyá, en feudo, y con obligación de las tenencias; pero que no alcanzando don Guerau el condado de Urgel por vía de justicia, esta permuta fuese * ningún valor, y las cosas volviesen como estaban antes de * este concambio. Están estos tres lugares en el reino de Aragón, y parece en memorias antiguas, que el dicho Guerau de Cabrera, a 16 de las calendas de enero del año 1277,los volvió al infante don Pedro, hijo del rey, y no * lo que cobrase el castillo de Ager y demás lugares de * Val de Ager (Val + Ager : Balaguer).
Estando en poder del rey el condado de Urgel y vizcondado de Ager, sucedieron las guerras civiles o deseximents * enviaron al rey el vizconde de Cardona y sus valedores
y amigos: cuéntanlos muy largamente Zurita en sus Anales, * el rey, en su historia, y Miedes en sus comentarios, y * muy ajustados con lo que hallamos en los registros *
este rey y escrituras de su tiempo. Turbóse entonces todo el Principado, y por los grandes disgustos que el vizconde y los de su bando dieron al rey, cayeron en su *desgracia y merecieron castigo. El conde Armengol y don *aro, su hermano, se declararon por el vizconde, y dieron cartas de deseximent de esta manera: que el conde * en la del vizconde, que se despachó en Solsona, donde *ban fortificados, su jornada de 6 de las nonas de julio de 1274; y don Álvaro dio la suya a 7 de las calendas de octubre del mismo año; y a 3 de las calendas de noviembre * dio el rey sus respuestas, escribiendo al vizconde de Cardona y a los que con él habían firmado una carta, y otra a don *varo. Hay de todo esto un registro en el real archivo, titulado Jacobi I, annorum 1273, 74 et 75. Sobre esto *nacieron entre el rey y estos barones muchas discordias, * duraron todo el tiempo de su vida, que refieren largo * autores arriba alegados.
Murió el rey don Jaime en Aljecira del reino de Valencia a 27 de julio del año 1276, después de haber reinado *sesenta y tres años y le sucedió en el reino el infante don
Pedro, su hijo, a quien sus hechos gloriosos dieron el nombre de Grande. Este rey tuvo grandes disgustos con los mismos que los había tenido su padre; porque en *ocasión
que estaba él ocupado en guerra con los moros del reino de Valencia, llamaron los barones de Cataluña a Roger Bernat, conde de Foix, que era muy poderoso y rico: jun*ronse con él Armengol, conde de Urgel, don Álvaro, su hermano, Arnaldo Roger, conde de Pallars, Ramón Rog* don Ramón de Anglesola, don Ramón Guillen de Jo*
Guillen Ramón, vizconde de Vilamur, Pedro de Moncada, Berenguer de Puigvert, Guerau Alamany de Cervelló y su hermano, Pons de Ribelles, Hugo de Troja, Guerau y Berenguer Despes, Gispert de Guimerá, Guillen de Belle* Ferrer de Abella, Ponç Çacosta, Ramón de Boxadors, P* de Oluja, Juan de Ponç, Guerau de Meyá, Guerau de *Aguiló, Jaime de Peramola y otros. Estos, después de haber enviado al rey sus cartas de deseximent, se confederaron * juramento de hacer guerra al rey, aunque ausente y ocupado en la guerra de los moros; combatieron muchos lugares y pueblos reales, y arruinaron toda la tierra. El de Foix y el de Urgel, con sus valedores, hicieron más daño: el obispo de Urgel, don Pedro Urg, fue notablemente damnificado, y dió razón de ello al rey, que estaba en Montesa, y firmó de derecho delante de él, prometiendo de estar a lo que fuese de justicia y declarase el rey; pero no aprovechó, porque sin hacer caso de unas letras reales que el
rey envió al conde, cada día hacían mil daños, y tomaba cada uno lo que podía. Pons de Ribelles tomó los castillos y lugares de Aguilar, de Çaclusa y Dansamora, y B. de Josa
el castillo de Tuxent, que eran de la mensa episcopal de Urgel: el rey les mandó los restituyesen, y que si no lo hacían, que Ferrico de Liçana, gobernador de Cataluña, o su lugarteniente, los sacase de paz y tregua, y a todos los vegueres, bailes, paeres y demás oficiales reales y subditos suyos, que favorezcan y den favor y valenza al obispo y a sus vasallos y cosas, siendo requeridos. El conde de Foix hizo también muchos daños; y el rey mandó, desde Valencia, al gobernador de Cataluña, que procediese contra de él, obligándole a dar satisfacción y enmendar el daño había dado al obispo y a sus cosas, y no por eso obedeció. El motivo porque hacían esto era porque el rey, después de su coronación, no acudía a tener cortes a los catalanes y confirmarles con juramento las leyes, privilegios y libertades que los reyes y condes de Barcelona, sus pasados, les habían concedido; y la causa era porque había algunas cosas que el rey no quería confirmar, sino que fuesen revocadas, por ser de algún perjuicio, dejando lo demás en su ser y disposición.
Los barones de Cataluña, sentidos de la resistencia * el rey hacía, hicieron su liga y enviaron al rey cartas de deseximent y despedida, firmadas y selladas de todos; y el *rey
respondió, que a él poco cuidado le daba lo que ellos *podían hacer; pero con todo ofreció y prometió de estar * ellos a lo que fuese de justicia, y enmendarles lo justo * debido.
Pero ellos no por eso se sosegaron, ni quisieron seg* sus causas por vía y medio de justicia, y partieron con *sus gentes a correr las tierras, y más en particular las del obispo de Urgel, sin que le valiese haber ofrecido estar a lo *que fuese juzgado por el rey, el cual mandó a don Ramón de Moncada, gobernador del reino de Aragón, que con la *gente que tenía fuese en ayuda del obispo, y lo mismo mandó a los bailes de Ribagorza y Pallars y a los vegueres de Cervera y Urgel; y por medio de don Estévan de *Cardona, repostero de la reina, trató con el conde de Pallars, don Guerau de Cabrera, don Guillen de Anglesola, don Ramón de Peralta, don Ramón de Cervera, don Ramón de Moncada, don Bernat y don Ramón de Anglesola y otros, *q diesen favor al obispo contra los condes de Foix y de Urgel; mandó que los concejos de Lérida, Tamarit, *Almenara, Camarasa, Cubells y Mongay se ajuntasen para *resistirle; y escribió a todos los barones que tenían feudos en Cataluña, que por todo el mes de marzo siguiente *estuviesen juntos, para irle a servir contra los condes de Foix y Urgel. Dejó el rey aparte todos los negocios de Aragón y Valencia y vino a Cataluña, y con las huestes habían acudido a *su llamamiento, fue al condado de Urgel, en ocasión que el conde de Foix había tomado a Pons y a Monmagastre, * se había fortificado con él. El conde de Urgel y los vizcondes de Cardona y de Ager, y otros que, temiendo al rey, habían escapado como mejor pudieron por no dar en sus manos, se fortificaron en Balaguer y otros castillos; y el conde de Foix, no se teniendo seguro allá, se pasó a Ciudad, castillo muy fuerte, en el vizcondado de Castellbó, con intento de defenderse: tomó el rey a Pons y a Monmagastre, y mandó derribar los castillos, y de allá pasó a Agramunt, y puso cerco a la villa y castillo. Entonces se movieron tratos de paz entre el rey y los condes y sus valedores, los que ofrecieron dejar las armas, si el rey les hacía derecho y les daba lo que *era suyo. Fueron los medianeros el obispo de Tarragona y *el abad de Poblet; y entre otras cosas que se trataron, fue *casar al infante don Jaime, hijo segundo del rey, que después sucedió en la corona (Jaime II), con doña Constanza, hija primogénita del conde de Foix y de doña Margarita, hija única y heredera de don Gaston de Moncada, señor de Bearne, a * quien Guillermo de La Perriere, en la historia de los condes de Foix, llama Juana, y la hace hija tercera del conde *(es error, así como lo es afirmar que tuvo efecto aquel casamiento). El rey, por contemplación de este matrimonio, *hacía donación al infante de todas las tierras tenía en Ribagorza y Pallars; y el conde daba a su hija el vizcondado de Castellbó, y muriendo sin hijos varones, el condado de Foix. Fueron los concertadores de este matrimonio, Ponce *Hugo, conde de Ampurias, Arnaldo Roger, conde de Pallars, Ramón de Peralta, Ponce de Ribelles y Pedro Martínez de Artesona. En esta ocasión, valiéndose el de Foix * favor del rey, le suplicó que el conde de Urgel fuese restituido en su condado y cobrase todos los pueblos y castillos de aquel estado, que estaban en poder del rey y sus ministros, y el rey, que no deseaba otra cosa sino dar *gusto al conde y obligarle más en su servicio, vino bien en *ello y estando en la villa de Agramunt, le dio a don Armengol en feudo el dicho condado de Urgel y el vizcondado de Ager (porque, a lo que conjeturo, era ya don Álvaro muerto – (pone esto en el texto en latín: Ermegaudo filio quondam nobilis Alvari quondam), según uso y consuetud de Barcelona, con todas las villas, castillos y lugares, grandes y pequeños, hombres y mujeres, * jurisdicciones, con todo lo demás que había en quel condado y vizcondado, con gran largueza y cumplimiento.
Reservóse el rey valenza contra cualquiera que le *ofendiese - es valenza la obligación que tiene el vasallo de valer * favorecer al señor cuando está en necesidad, y ayudarle con armas contra sus enemigos, y las tenencias de todos los castillos en el auto mencionados, y en ciertos casos de *rompimientos de paz y tregua, se reserva el rey la cognicion * ello. Oblígale a haber de asistir a las convocaciones generales de cortes, así como los otros nobles y caballeros, * esto porque estos condes de Urgel pretendían ser tan señores en sus tierras, que no les obligaban las Constituciones * Usajes de Cataluña, ni tenían obligación de asistir a cortes. A todo previno el rey para asegurarse de ello; pero nada bastó, según veremos adelante. El auto de esta donación, sacado del real archivo, es el siguiente:

Nos Petrus dei gratia rex Aragonum etc. ob gratiam et *honorem nobilis viri Rogerii Bernardi comitis damus et *concedimus per nos et nostros ad feudum ad consuetudinem *Barchinone vobis Ermegaudo filio quondam nobilis Alvari quondam *comitis Urgellensis et vestris perpetuo totum comitatum et vicecomitatum Urgelli cum omnibus castris et villis scilicet *castrum et villam de Balagario et de Albesia et de Menarguis et *de Linyola et de Acrimont et de Munmagastre et de Pontibus (Pons, Ponts, Ponç) de * Ribes et de Collfret de Uliana et de Tiurana et de Vilaplana et de Castilion (Castelló de Farfanya) et de Ager et de Os et de Tartareu et de Boix et de *Montassor et de Milla et de Claramunt et de Ivars et de Camols et de Peramola et de Lavansa et de Pinell et de Madrona et de Biosca et de Taltahull et omnia alia castra et munitiones villas et loca tam parva quam magna cum militibus et dominabus et aliis hominibus cujuscumque conditionis sint in dictis comitatu et vicecomitatu castris villis sen (seu) aliis locis heremitibus et habitalis et cum justitiis jurisdictionibus moneta questiis ademprivis usibus servitiis servitutibus senioraticis et cum montibus et planis silvis *guarrigiis (garrigas, garrigues) nemoribus aquis fluviis et omnibus aliis juribus universis salva tamen et retenta nobis et nostris in omnibus predictis valensa contra omnes homines et quod de predictis comitatu et vicecomitatu castris villis et aliis locis et omnibus aliis predictis que vobis damus et concedimus ad feudum faciatis nobis et nostris vos et vestri homagium et sacramentum et quod vos et vestri detis nobis et nostris potestates de omnibus predictis castris et locis irati et pacati quandocumque et quotienscumque a nobis et nostris fueritis requisiti ad consuetudinem et usaticos Barcinone quos in predictis comitatu et vicecomitatu et aliis locis volumus observari salvis specialibus consuetudinibus predictarum terrarum. Retinemus etiam nobis in predictis comitatu et vicecomitatu et aliis locis paces et treguas in hunc modum: quod si vos vel alius de terra vestra frangeretis pacem et treguam contra aliquem hominem nostrum vel regionum terre nostre quod pro his habeatis firmare et respondere in posse nostro vel officialium nostrorum secundum forum pacis et tregue: et si vos frangeretis pacem et treguas in aliquo exceptis hominibus nostris teneamini similiter firmare et respondere pro pace et tregua in posse nostro vel officialium nostrorum: si vero homines nostri inter se frangerent pacem vel treguam vel hominum religiosorum existentium in comitatu et vicecomitatu habeatis vos in eis pacem et treguam quam pro nobis teneatis ad feudum sicut alia que vobis damus ad feudum in hoc instrumento. Retinemus etiam nobis et nostris quod teneamini vos et vestri venire ad curiam (corte, cortes) nostram sicut alii nobiles Cathalonie: confirmantes et concedentes vobis et vestris nihilominus omnia jura vobis competentia quoquomodo in predictis ante *hujusmodi donationem et concessionem salvis tamen nobis et re*tis omnibus supradictis ut superius sunt expressa. Ad hec * Ermegaudus (Ermengaudus, Armengol) predictus recognoscentes vobis domino regi * fieri per vos gratiam specialem gratis et ex certa scientia *pimus a vobis predictum comitatum et vicecomitatum et *castris villas et omnia alia loca predicta et omnia alia suprascripta * feudum secundum usaticum Barcinone sub forma et *consuetudinibus seu conventionibus supradictis salvo tamen jure *abbatis monasterii Sancii Petri Agerensis in castro de Ager: et *promittimus et convenimus per nos et nostros vobis et vestris *facere homagium pro predictis feudis et dare vobis potestates * omnibus predictis castris villis et locis que a vobis recipi* in feudum irati et paccati quandocumque et quotiescumque
vobis vel vestris fuerimus requisiti et venire ad curiam * alii nobiles Cathalonie et juvare et valere vobis et vestris * et nostri cum corpore nostro et cum terra nostra et *hominibus nostris et servare et complere inviolabiliter omnia et singula que vobis retinetis in hac donatione et omnes conventiones * superius continentur. Et ad majorem vero cautelam juramus * Deum et ejus sancta quatuor evangelia per nos corporaliter *tacta omnia et singula attendere et complere inviolabiliter ut superius sunt expressa et ea bona fide firmiter observare et *fecimus vobis de presenti homagium ore et manibus pro *bus supradictis. Quod est actum in Acrimonte tertio idus *decembris anno Domini millessimo ducentessimo *septuagessimo octavo (1278).- P. Marquesii.

Esta fue la enfeudación que hizo el rey a don Armengol del condado de Urgel y el título con que lo poseyó, y otra vez que después de haberlo tomado los reyes lo volvieron a los descendientes de aquellos primeros Ermengaudos, *que tan libre y francamente lo poseyeron, y sin tantas condiciones como después añadieron los reyes, los cuales, cada vez que le volvían a los condes, los hacían obligar de nuevo, *para asegurarlos más en su servicio: pero no bastaban las prevenciones de los reyes, porque cuanto más se aseguraban de * más irritados los dejaban, y luego que hallaban sazón * tenían poder, era cierta la guerra entre ellos, para echar *de sí los pactos y obligaciones de nuevo impuestas; porque *aunque lo aceptaban y recibían de mano de los reyes y * las condiciones que ellos querían, no atendían sino solo * la sangre y gran linaje de donde venían, y va* con que sus ilustres progenitores habían adquirido aquel * de los moros, con sus armas y vasallos, y sin tantos *reconocimientos y sujeciones como después se les añadieron. Pocos días después, que fue a 17 de diciembre de 1278, el conde, en presencia de algunos magnates de la corte del rey, le hizo homenaje por todo el condado de Urgel y vizcondado de Ager, confesando y reconociendo tenerlos por el rey, con los cargos y obligaciones que quedan referidas; y *porque se había ya tratado, por medio de Arnaldo Roger, conde de Pallars, Ramón de Peralta y Pons de Ribelles y Pedro Martínez de Artesona, justicia de Aragón, que luego * el conde tuviese donación del condado, asegurase al rey * pagarle dentro de diez años, con diez iguales pagas, lo que se le debía de tiempo de don Álvaro, su padre, de cuan* los ejecutores de su testamento le entregaron el condado; * cumplimiento de ello obligó al rey todas las rentas y *provechos del condado y vizcondado y de todos los lugares tenía en feudo del rey, y por mejor asegurarlo, dio por fianza * conde de Foix; y el rey, con conocimiento del conde de Urgel,
dio en comanda al de Foix todo aquello que el de Urgel le había obligado, para que lo tenga por espacio de *ocho años en feudo del rey, y que no tenga obligación, durante el dicho tiempo, de volverlos o dejarlos, sino es que él se lo mandase, y que todos los frutos y provechos qued* en poder del de Foix. Y el rey prometió al conde de Urgel que, cuando llegue a edad de veinte y cinco años, le restituirá todo aquello que había dado en comanda al de Foix para que el conde lo tenga con los mismos pactos que se había dado en el auto arriba referido, obligándole al conde y a don Álvaro, su hermano, que se intitulaba vizconde de Ager y tenía algunos lugares en la Val de Ager, hiciesen * debido homenaje, siempre que por parte del rey fuesen requeridos. Todo esto pasó a los 16 de diciembre * dos días después prometió el rey al conde de Foix, que dentro de los dichos ocho años no le pediría ninguno de * pueblos y castillos le había encomendado: y por cuanto * castillo, villa y Val de Ager estaban en feudo del monasterio de San Pedro de Ager, de canónigos regulares de San Agustín, Pedro, abad de aquel monasterio, aprobó aquella donación que el rey había hecho, el cual prometió * haría el debido reconocimiento por razón de aquel, siempre que fuese requerido por parte de él y de los abades sucesores. Todo esto hacía el rey para facilitar la paga * aquello que se le debía, y asegurar más al conde y a sus valedores en su servicio, aunque aprovechó poco, por las *alteraciones y novedades que después de esto acontecieron en este principado de Cataluña.
No tuvo efecto el matrimonio se trataba entre la hija del conde de Foix y el hijo del rey; y el conde de Foix se * a Perpiñan a ver el rey de Mallorca, su cuñado, casado con Esclaramunda, su hermana. Tenía el rey de Mallorca algunos disgustos con el de Aragón, por razón del supremo *dominio tenía en sus estados; y aunque se vieron los dos reyes por dar asiento a ellos, quedaron más disgustados, como suele acontecer de las vistas de dos reyes. El de Foix se volvió dentro de pocos días a Cataluña, y juntóse con los demás señores del principado, y los halló muy quejosos del rey. El autor del Flos mundi dice que eran cuatro las quejas tenían del rey: la primera, porque no celebraba cortes generales; la segunda, porque no les confirmaba los privilegios y libertades; la tercera, porque les hacía nuevas demandas, pidiéndoles nuevos servicios; y la última, querían que les hiciese francos en alodio sus bienes, así como lo eran antiguamente: y por esto le enviaron sus embajadores, y el rey no lo quiso otorgar. Por esto se juntaron con el de Foix, el de Urgel y Álvaro, su hermano el conde de Pallars, el vizconde de Cardona, Pons de Ribelles, Arnau Roger, sobrino del de Pallars, Ramón de Avella, Pedro de Josa, Guillen de Canet, Bernat Roger de Eril, Ramón Roger, Ramon de Anglesola, Guillen Ramón, vizconde de Vilamur, Pedro de Moncada, Berenguer de Puigvert, Guerau Alemany de Cervelló, Hugo de Troja, Berenguer Despes, Guerau Despes, Gispert de Guimerá, Guillen de Bellera, Ferrer de Abella, Pons Çacosta, Ramón de Boxadors, Pons de Oluja, Juan de Pons, Guerau de Mejá, Guerau de Aguiló, Jaime de Peramola y otros, y enviaron al rey sus mensajeros con cartas de despedida o desafío, selladas con los sellos del de Foix y de los demás; y la respuesta del rey fue: que aunque sus desafíos y despedidas le daban poco
cuidado, quería estar a justicia y derecho con ellos en todas sus demandas y pretensiones, ofreciéndoles que les desagraviaría; pero ellos, que estaban poderosos, no hicieron caso de esto, y el rey, indignado, les sacó de la paz y tregua en que con él estaban, por pretender que ellos la habían *rompido. Hallábase el rey en Aragón, y allá mandó fortificar muchos castillos y convocó muchas gentes de armas, dejando en defensa toda su tierra. En esta ocasión Ramón Folc, vizconde de Cardona, con su gente, pasó una *noche el río de Llobregat, y corrió toda aquella comarca, hasta llegar a los muros de Barcelona, de donde salió Gombau Benavent, que era veguer, y le hizo retirar a Cabrera, dejando muchos heridos y maltratados: luego él y todos los pueblos reales dieron al rey aviso de lo que pasaba, pidiéndole con mucha instancia socorro y favor, porque los condes de Foix y Urgel también corrían la tierra y *llegaban a las puertas de Lérida, haciendo notables daños, y los labradores no osaban salir al campo; que por eso fue poca la *sementera de aquel año, y por faltar los mantenimientos *hubo hambre en Cataluña, y se pusieron a precio desmesurado.
Aunque el rey sabía lo que pasaba, no pudo acudir tan pronto como deseaba a remediarlo; pero mandó a sus *caballeros y pueblos que eran de su obediencia, estuviesen *prevenidos para cierto día, que él diría lo que habían de hacer. *Estando aún en Aragón, supo como el conde de Foix y sus valedores y amigos estaban en la ciudad de Balaguer, *con seiscientos hombres de a caballo y siete mil infantes, * intención de hacer una gran entrada en tierras del rey y sus servidores: el rey, con gran diligencia y con intento de tomarles desapercibidos, caminando de día y de noche, llegó a Lérida, y aquí tomó gente de nuevo, y con la que él ya llevaba, llegó al amanecer a Balaguer, en ocasión que los de dentro aún estaban en las camas. Ellos, oyendo el ruido de armas, se asomaron al muro y vieron que el rey con muy lucida gente asentaba su castro en una parte, y en otra el infante don Alonso el suyo, y que por momentos iban creciendo, por
la mucha gente que llegaba, así que, en breve tiempo se halló el rey con tres mil caballos y cien mil infantes, y entre ellos el rey de Mallorca, su hermano, que aunque entre los dos reyes habían pasado algunas disensiones, en razón de los feudos, pero no por esto dejó al rey, su hermano, en esta ocasión. Cercaron entonces la ciudad de Balaguer, y con cinco trabucos, que llamaban brígolas, (fonévols) muy grandes, de día y de noche, con piedras, combatían los muros y casas de aquella ciudad. Los cercados, que no eran gente bisoña, sino muy valientes y pláticos en aquel menester, se defendían muy bien, y de noche levantaban aquello que de día había derribado la batería, y la ciudad amanecía más fortificada, y ellos se ponían a la defensa, con gran valor y ánimo, sin que les espantase el numeroso ejército que les tenía cercados por todas partes. Esto pasó a la fin de junio de este año 1280. Estando en esto, aconteció que Ramón Roger, hermano del conde de Pallars, Ramón de Anglesola, Ramón de Marcha-Fava, caballero de la Gascuña, y Squiu de Miralpeix, caballero de Tolosa, con sesenta ballesteros de ballestas de cuerno, y cuarenta de a caballo, se juntaron en la villa de Agramunt, para entrar a dar socorro a los de Balaguer, y de allí enviaron un correo muy diligente, con cartas para los cercados, asegurándoles el socorro, y que en teniendo la entrada segura, sacasen dos faginas ardiendo en lo más alto del castillo, y después las dejasen caer en el foso, y con esta señal, ellos, con sesenta soldados y cuarenta caballos, acudirían la noche siguiente a la puerta de la ciudad. El correo fue desgra* porque llegando al real y conocido de los guardas *fue preso y llevado al rey: en las cartas supieron lo *que pasaba, y como se iban acercando a la torre de Alm* (Almenar?) por estar más cercanos a la ciudad, el rey, por mejor *gerlos, mandó que en la misma noche desde lo más alto de la iglesia de Nuestra Señora de Almata, donde * aposentado el rey, sacasen dos faginas ardiendo y las dejasen caer; y como era de noche y el castillo e iglesia * cerca y en igual altura, creyeron que los del castillo habían recibido las cartas y hacían la señal concertada * marcharon a toda prisa por dar el socorro a los cercados * el rey no mandó atajar los pasos, porque pensaba que darían el socorro hasta la noche siguiente, como decían las cartas, pero ellos, que ya estaban en la torre de Alme*, vistas las señales, no aguardaron más, sino que *salieron luego, caminaron tan aprisa, que a la media noche *estaban ya muy cerca de las trincheras del real. Enviaron *una espía, porque mirase si había centinelas o quien
*pudiese descubrir por la parte que habían de entrar, q* por el vado del río, que estaba entre ellos y los cercados * que por la puente era imposible la entrada, porque *los del rey la guardaban con mucha diligencia: la espía volvió y dijo que no había nadie que les pudiese impedir la entrada, y que ya los de la ronda habían pasado por aquella parte.
Con esto, caminaron hasta la orilla del río, * viendo estorbo, sin cuidar del vado, caminaron río a* hasta llegar a la puente: en ella tenían los de la ciudad *centinelas, e ignorantes del socorro, pensaron que los *del *rey escalaban la ciudad; tocaron alarma, y todos acudían a los muros, y los caballeros que habían de entrar, por no perder tiempo en allanar el paso de la puente, arrojados en el agua, pasaban nadando, y apellidaban: ¡Foix y Cardona! para darse a conocer, porque los de la villa no les dañasen.
Los del rey, que oyeron estos gritos, con ballestas y hondas les dieron una rociada; pero no impidieron el paso, y dieron poco daño; y uno de ellos se acercó a la ciudad y pidió por el conde de Pallars, y le dijo, que acudiese a socorrer a su hermano y a los demás que, por socorrerles, se habían echado a pasar el río, y que temía, por ser en aquella parte muy hondo, que no se habiesen ahogado. El conde, muy enojado de oír tales nuevas, echó de sí con despecho y enfado el escudo y celada y acudió a la puerta, donde halló a su hermano y los demás caballeros y peones, excepto cuatro caballeros y veinte y cinco de los demás, que quedaban ahogados en el río; y fue tal el contento de ver aquellos que se habían salvado, que les hizo olvidar la pérdida de los otros. Uno de los que hallaron menos fue Squiu de Miralpeix: éste, hallándose bajo la puente y en la parte donde corre el agua con más ímpetu, perdió el caballo, que se le fue al fondo, y él, como mejor pudo, se asió a un pilar de la puente y quedó abrazado en él, con harta pena, porque estaba armado; los caballeros de la ciudad salieron para recogerle a él y a otros, si hallaban por el río, y con un barco se pusieron bajo la puente, porque se dejase caer en él; pero estaba muy alto, y no se quiso aventurar, temiendo errar el salto y anegarse, y así le dejaron, porque la corriente no les dejaba parar en aquel lugar, y prosiguieron buscando los demás, y no hallaron ninguno. Creciendo el día, los del rey descolgaron al de Montesquiu de aquel lugar, y preso, le subieron a Almata, donde estaba el rey, el cual le preguntó él quién era, y le dijo * nombre y que iba a socorrer al conde de Foix, su deu* con diez y ocho caballeros y otros tantos peones. El rey * mandó desarmar y le dio un vestido suyo muy rico, y * mandó poner en buena guarda, quedando muy descontento del socorro que en la ciudad había entrado; y por impedi*le otra vez, mandó labrar dos puentes, una de estacas, * arriba de la ciudad, y otra más abajo, de barcas *atadas con cadenas, y en ellas muchos soldados de guarnición, que de día y de noche impedían la entrada a cualquiera. Quedaron con esto los cercados tan oprimidos, que por ninguna parte, si no era volando, podían salir, ni entrarles * la batería nunca cesaba, aunque salían ellos algunas veces a impedirla; sentíase ya falta de mantenimientos, y los *vecinos de Balaguer estaban cansados del cerco, y más de ver * sus ojos sus alquerías y huertas destruidas, y las casas, *por todas partes, con las piedras de los trabucos *derribadas
no podían tolerar tantos daños y pérdidas, y temían ser *dos a saco, si el rey entraba la ciudad por fuerza. * excusar todo esto, avisaron al rey con grande secreto, que si dentro de breve tiempo los caballeros cercados no daban traza de concierto, su voluntad era entregar la ciudad. Esto no fue tan secreto que no llegase a oídos de ellos, y consideraban que si los paisanos daban entrada al rey, sin saberlo ellos, habían todos de morir a sus manos, porque era hombre que no toleraba desobediencias, como, * siendo infante, lo había experimentado Fernán Sánchez, * hermano. Tuvieron entonces todos aquellos magnates, * estaban recogidos en el castillo, por mejor partido entregarse
en mano del rey y rendírsele: los que sentían *esto eran Ramón Roger, Ramón de Anglesola y Pons de Ribelles, y se lamentaban mucho de haberse de meter en poder
del rey, porque desconfiaban del perdón y de las vidas suyas y de los que con ellos estaban; pero habían llegado a un punto, que no lo podían excusar, y enviaron al rey a darle aviso de su venida, y poco después salieron desarmados de la ciudad, y llegados ante el rey, postrados a sus piés, le pidieron perdón y misericordia, suplicándole los tratase con piedad; *mas el rey, casi sin hacer semblante de oírles, mandó al infante don Alfonso, su hijo, les llevase presos, con buenas guardas, no curando de prender a los demás caballeros y peones que les habían servido, antes les dejó ir seguros, con sus
armas y caballos, y a todos los que le habían servido dio licencia para ir a descansar a sus casas. Esto pasó el día de santa Margarita de este año; y el infante llevó los presos
a Lérida y los encerró en una casa fuerte: Zurita dice en el castillo, y el anal de Ripoll dice esparcidos en diversos castillos de sus reinos; y cargados, según dice Desclot, de grillos y cadenas, con buenas guardas, estuvieron en ellas mucho tiempo. Al conde de Foix, que fue el caudillo de todos, y de quien más sentido estaba el rey, porque muchas veces le faltó en lo que le había prometido, y muy atrevidamente daba a entender al rey, que, si salía de la prisión, le haría mayor daño y guerra que hasta allí le había hecho, mandó de pasar al castillo de Ciurana. Tomic dice que el rey metió algunos de los prisioneros en el castillo de Miravet, que está a la ribera del Ebro, muy fuerte por arte y por naturaleza; y el conde de Foix, impaciente de la prisión, echaba bravatas de hacer, si estaba en libertad, todos los deservicios que pudiese al rey, el cual le mandó dar libertad, porque entendiese el poco caso que hacía de él, y que * poderoso, si se atrevía a hacer lo que decía, de castiga* así por lo hecho, como por lo que podía hacer.
Quedaron en la cárcel hasta el mes de mayo del * 1281; y Ramón Folc, vizconde de Cardona, Arnau *Roger, conde de Pallars, y Ramón, su hermano, Bern* Roger de Erill y Ramón de Anglesola, por cobrar la libertad, se concertaron con el rey, y pusieron en su poder los castillos y villas que tenían, hasta que fuese dada *entera satisfacción a los que se quejaban de ellos, y pag* al rey las costas que hizo su ejército real en el cerco de Balaguer, según fuese juzgado; y en caso que debieran * confiscados aquellos castillos, se los volvería, porque * tuviesen en feudo por el rey, otorgándoles toda jurisdicción
civil y criminal, y que estuviesen obligados a dar al rey las tenencias, siendo requeridos; y después estando el rey en Lérida, a 20 de agosto de este año, los jueces que fueron
nombrados para esto condenaron a los dichos en * suma inmensa, y por quedar imposibilitados a la paga de ella, dieron al rey sus castillos y villas, y el rey se los *
en feudo, obligándoles a ciertos reconocimientos; y de aquella hora en adelante todos quedaron en su servicio.
Fuera de esta concierto quedaron por entonces los condes de Foix, de Urgel y don Álvaro, su hermano, Guillen Ramón de Josa, Pons de Ribelles, Ramón de *Vilamur, Guillen y Galceran de Cartellá, y otros caballeros que * tiempo después* con el íntegro dominio de sus cosas, *vieron en servicio y gracia del rey, el cual los ocupó * cargos y puestos muy preeminentes en sus reinos, valiéndose de ellos en todos las empresas y sucesos de más importancia, * porque, olvidadas las cosas pasadas, y reconociendo la benignidad con que el rey les había tratado, hicieron en su servicio todo lo que pudiese hacer cualquier buen vasallo por su rey y señor.
Referiré sumariamente lo que hallo en memorias antiguas del conde don Armengol: él fue uno de los caballeros catalanes que con el rey don Pedro el Grande pasaron
a Berbería, llevando consigo muchos de sus vasallos que en aquella empresa quisieron seguir su fortuna; aquí guardó la vida al conde de Pallars, que siendo más valiente de lo
que debiera, solo, acometió un escuadrón de sesenta moros, y después de haber muerto a dos, que eran caudillos de los demás, otro le dio una cuchillada en un muslo. Por escaparse del peligro en que estaba, picó el caballo y atravesó todo el escuadrón, y se vio en manifiesto peligro de perderse: el conde de Urgel, con dos hijos de Vidal de Sarriá, acudió a socorrerle; pasó por medio de los sesenta moros (-2 muertos) hasta juntarse con el de Pallars, y dio una lanzada a un moro, que le pasó adarga y pecho, llevándose el caballo al moro, sin que el conde pudiese cobrar la lanza; sobrevino el de Pallars, que confiado en sus fuerzas, mayores que las del conde de Urgel, asió del cuento, y tiró tan fuertemente, que rompiendo las correas de la adarga, se la llevó atravesada en la lanza, cayendo el moro en tierra muerto.

Cuando fueron los desafíos tan nombrados entre el rey don Pedro y Carlos de Anjou, rey que fue de Sicilia, el conde de Urgel fue uno de aquellos cuarenta caballeros que en nombre del rey don Pedro, y por su parte, habían de jurar que cumpliría el rey todo lo que con Carlos estaba concertado, en razón de sus desafíos, so ciertas penas que refieren los autores que cuentan estos desafíos.
Fue asímismo uno de aquellos cien caballeros que el rey don Pedro escogió para combatir con el dicho rey Carlos y con otros tantos que habían de venir con él al desem*
aplazado en la ciudad de Burdeos, del reino de Francia * poseída entonces de Eduardo, rey de Inglaterra.
En aquel general entredicho que puso el pontífice *Martín en todas las tierras del rey don Pedro y de sus vasallos * los estados del condado de Urgel fueron de los más *trabajados, y duró mucho tiempo que no se ministraron otros *sacramentos, sino el bautismo a los que nacían, y la penitencia a los que morían: solo se permitía en las iglesias catedrales y colegiales una vez cada semana celebrar misas, para renovar la santísima Eucaristía para los que estaban en peligro de muerte, y esto era cerrados los templos.
Cuando Felipe, rey de Francia, hijo de san Luis, entró en Cataluña para la conquista de ella, jamás dejó las armas para defensa de ella y del rey, a quien siempre asistió; y fue
uno de aquellos caballeros que aconsejaron al rey, después de haberse fortificado en la villa de Peralada, que se saliese de ella, por no estar aquella villa para poderse defender
del ejército del rey de Francia largo tiempo, porque supo que había trazado el rey don Jaime de Mallorca, cómo el rey y el conde don Armengol y los demás estaban allá vinieran en poder del rey de Francia.
Menos faltó en los reencuentros que tuvo el rey con los franceses, cerca del cerro de Tudela, el día de Nuestra Señora de Agosto de este año 1285, en que el rey se vio en grandes peligros. De esta manera le fue sirviendo, hasta que murió, que fue a 10 de noviembre de 1285, en Igualada. (como Fernando I, el de Antequera)
Muerto el rey, fue a visitar la ciudad de Balaguer y demás pueblos de su estado, y arregló el regimiento de ellos, porque con las continuas guerras hubo en el principado de Cataluña necesitaban todas aquellas tierras de su presencia.
No estuvo mucho tiempo allá, porque el rey don Alfonso *, hijo del rey don Pedro y sucesor suyo en la corona, le *llamó, porque él y todos los demás caballeros de su corona asistieran a las exequias había de hacer al rey, su padre, en el monasterio de Santas Cruces, donde fue sepultado, *ara el mes de febrero de este año 1286.
Por estos tiempos, y por ser muerto el gran rey don Pedro, suscitó el vizconde de Cardona algunas pretensiones que *venían de años atrás, sobre algunos lugares y castillos del condado de Urgel; el vizconde rompió las treguas que había entre los dos, y el conde de Urgel le desafió, y *la uno de ellos llamó en su favor a sus valedores, y se
*citaron grandes bandos que de cada día se iban encen*ndo, y el rey, que de Valencia había de ir a Huesca, vino a Cataluña y los dejó en paz.
En la conquista del reino e isla de Menorca, sirvió al rey don Alfonso con quinientos infantes y grandes sumas de * y cebada, en socorro de la armada real que pasó a aquella isla.
Cuando el rey prometió dar libertad a Carlos, príncipe de *o, hijo del rey Carlos, que lo fue de Sicilia y estaba * en estos reinos, dio por rehenes al rey de Inglaterra, * intervino en aquel negocio, al infante don Pedro, su hermano, a los condes de Urgel y Pallars y al vizconde de Cardona.
Muerto el rey don Pedro, su hijo, el rey don Alfonso * fue continuando las empresas a que aquel gran rey no *pudo dar fin: para apartar de estos reinos a los enemigos, pa*
las conquistas de Mallorca, Menorca e Iviza; tuvo guerra con el rey de Castilla, y en la mar sustentaba gran armada, que gobernaba el almirante Roger de Lluria. Era * rey de natural liberal y dadivoso, por donde le quedó el nombre de franco, y así le nombran comunmente, para diferenciarle de los demás Alfonsos. Esta naturaleza del rey conocieron todos los barones y demás vasallos suyos, y *abusaron de ella: el rey no sabía negar cosa que le pidiesen, y * lo que daba le parecía poco, medido con su deseo; no *
ninguno de los que le cortejaban, que no saliese med* y rico. Obligaban al rey (a más de su natural) a ser ta* liberal y franco, la gran necesidad tenía él de sus vasallos, * notable perjuicio le había de ser, si le dejaban; y ello* entendían así, y le vendían muy caro el servicio que le hacían.
Entre muchas mercedes que hallamos en sus registros, * una en favor del conde Armengol, que, sacada de su *nal, dice así:

Noverint universi quod Nos Alfonsus dei gratia rex Arago* Majoricarum et Valentie ac comes Barcinone attendentes * vos nobilis Ermengaudus comes Urgelli exibuistis illustri* domino regi patri nostro inclite recordationis et nobis * grata et idonea servitia et quotidie exiberis et que de vob* posterum speramus idcirco concedimus vobis quod habeatis * et vestri comitatum Urgelli cum omnibus pertinentiis et ju* universis ad feudum prout nobilis Alvarus pater vester quondam comes Urgelli ipsum comitatum habebat et tenebat ad feudum pro domino rege avo nostro sic quod vos et vestri ipsum comitatum castra et alia loca ipsius comitatus teneatis pro nobis ad feudum sub illa conditione sub qua dictus pater vester ipsum tenebat pro dicto rege avo nostro. Salvamus igitur nobis et successoribus nostris integre jus quod pertinebat dicto domino regi Jacobo in comitatu predicto tempore quo vivebat dictus Alvarus pater vester revocantes de presenti ex certa scientia instrumenta conveniencias atque pacta inita inter dominum reem * patrem predictum ex una parte et vos seu nobilem Rogerium Bernardi comitem Fuxiensem nomine vestro ex altera super restitutione dicti comitatus et vicecomitatus Agerensis vobis facta per ipsum dominum regem patrem nostrum que quidem instrumenta convenientias et pacta inita carere volumus omni robore firmitatis: salvo tamen nobis et successoribus nostris in
predicto comitatu jure nobis pertinente et pertinere debente prout superius est jam dictum. Absolventes nihilominus de presenti omnes ricos homines milites et alios in dicto comitatu et vicecomitatu habitantes ab omni homagio et sacramento quod dicto domino regi patri nostro fecerunt ratione dictorum instrumentorum convenientiarum et pactorum initorum inter ipsum dominum regem patrem nostrum ex una parte et vos seu comitem Fuxiensem nomine vestro ex altera super restitutione dicti comitatus et vicecomitatus. Non tamen intendimus ipsos absolvere ab illo vinculo quo tenebantur dicto domino avo nostro tempore dicti nobilis Alvari patris vestri. Data Osce XII kalendas julii M.CC.LXXXVI. (1286)

Después, a 7 de las calendas de julio, se despacharon letras, absolviendo a todos los del condado de Urgel de todo sacramento y homenaje prestado al rey su padre, por razón de los instrumentos y concesiones hechas entre el dicho rey su padre y los condes de Urgel y Foix, sobre la restitución del condado de Urgel.
Eran estas y las demás donaciones muy por fuerza; por eso, estando el rey en su palacio real de Tarragona, con el mayor secreto le fue posible, a las idus de diciembre del año 1287, siendo testigos de ello Pedro Marqués, (P. Marquesii) su secretario, y Juan Sabata, juez de su casa y corte, mandó a Miguel Boter, notario de Tarragona, tomase auto y memoria de las donaciones y mercedes había hecho por fuerza contra su voluntad, y entre ellas, dice, donationem factam nobili Ermengaudo comiti urgellensi de quibusdam castris et juribus ipsius comitatus; y porque entendiesen mejor su intención, declara ser inválidas y contra su voluntad aquellas en que faltan estas palabras: gratis et spontanea voluntate et ex certa scientia; y pareciéndole que con esta primera declaración no quedaba bien explicada su voluntad, estando en Barcelona, a 17 de las calendas de abril de 1288, siendo testigos el dicho Pedro Marqués y Bernardo Guillen y notario Pedro Marc, con el mismo secreto, hace memoria de muchas mercedes y concesiones, entre ellas, donatio quam fecit comiti Urgelli de comitatu Urgelli; y dice haberlas hecho *inverec
petentium inhiatione et impressione et non motus de propria voluntate sed nimia impressione petentium, y siendo de menor edad, en caso que no le era lícito disminuir el real patrimonio; que su intención era, cuando tuviese oportunidad, revocarlas públicamente, porque todo lo hecho era con temor que los donatarios no le fuesen contrarios en aquellas guerras o estorbo en sus empresas.
No debieron ser, a lo que se puede conjeturar, estas revocaciones tan secretas, que no llegasen a noticia del conde, porque después de hechas, no hallo que asistiese al rey ni le sirviese como de antes; sino que todo el tiempo que vivió el rey, *asta 18 de junio de 1291, vivió retirado de la *casa real.
* el rey don Alfonso, heredó los reinos de la corona * don Jaime, rey de Sicilia, su hermano, que llama*uroso, el cual dejando aquel reino a don Fadrique * hermano, se pasó a Cataluña. Las cosas más notables * acontecieron al conde y condado de Urgel, conti*, según las he hallado en las memorias y regis*te rey.
*e las idus de mayo de 1297, reconociendo el *rvicios del conde y de sus pasados, estando en Va* confirmó la donación que a 12 de las calendas de *1286 le hizo el rey, su hermano, del condado de *clarando nulas cualesquier revocaciones que hubiese *icho rey, y en caso que pareciesen, quiere sean de *uerza o valor.
* mismo año le nombró el rey por juez, para de* juntamente con el maestre del Templo y el vizconde de Cardona, las diferencias había entre los pretenso* ndado de Pallars, que fueron tales, que pusieron * encender crueles guerras en estos reinos.
* en el mes de agosto del año 1298, el rey don * embarcó su gente en la marina de Pati, en la *Sicilia, se le rindieron, entre otros, el castillo de * el cual se volvió después a la obediencia del rey *.
El rey, o sentido de la mudanza, o porque le im*uella plaza, envió para tomarla al conde de Ur* na buen número de soldados, y la combatió por * hasta llegar a darle asalto; pero fue poco afor* porque los paisanos con piedras, vigas y armas, se defendieron animosamente, de manera que obligaron * conde y a su gente a haberse de retirar, dejando del to* el castillo; y pensando los de dentro que el conde había *ido por más gente, para dar más recio el combate, desampararon la plaza, la cual quedó vacía de gente, así de la del rey como de los enemigos, de la manera que en nuestros días
aconteció en el campo de Leucata, en el año de 163* cuando se retiró el duque de Cardona, dejando todo bagaje y artillería.
Fue esta misma campaña poco favorable al vizconde de Ager, hermano del conde, el cual, con don Berenguer y * hermano don Ramón de Cabrera, capitaneando un buen número de gente que estaba bajo de sus banderas, corrieron las campañas de Petra Percia, con pensamiento de tomar * los sicilianos, sus enemigos, todo lo que hallasen por aquellas comarcas; de lo que teniendo noticia don Blasco de Alagón, capitán del rey don Fadrique, puso su gente en celada, en un lugar llamado Jaretania, y acometiéndolos en un paso estrecho, por todas partes, en una noche muy tempestuosa de 
relámpagos y truenos, fueron desbaratados * presos, y llevados a Catania y presentados al rey Fadrique (Federico, Frederic) * los capitanes y cabos fueron llevados con buena guarda, * los demás ensartaron atándoles a todos en una larga cuerda * y así los entraron en aquella ciudad. 

En el año 1299, cuando el rey pasó a Italia, fueron con él el conde y don Álvaro, su hermano; y en el mes de mayo, cuando a instancia del rey Carlos dio libertad a
Berenguer de Entença, prometió que en diez años no tomaría las armas contra el rey Carlos, so pena de dos mil marcos de plata, que era suma notable en aquellos tiempos. Dio por *fianza al conde, a don Guillen de Entença, su hermano, a Ramón de Cervera y a Pedro Giménez, obligándose cada * por quinientos marcos.
En este tiempo, en las batallas navales que tuvieron él y *rey, y su hermano don Fadrique, en que fue herido el * de Aragón, murieron don Álvaro y don Berenguer de *Cabrera, y don Arnaldo, su hermano; y entonces el vizconde de Ager volvió a unirse con el condado de Urgel, y el * fue conde de Urgel y vizconde de Ager, porque no *daron ningunos hijos de don Álvaro, aunque fue casado * doña Sibilia de Cardona. Esta Señora murió a 11 de
las calendas de setiembre (no dicen las memorias que he * de qué año) y está sepultada en el real monasterio de *Poblet, sobre la puerta que pasa de la iglesia al claustro, *ce la memoria que era hermana de Ramón Folc, vizconde de Cardona, y dejó fundado, entre otras pías instituciones, un aniversario en la iglesia del monasterio de San *ente, de la villa de Cardona, celebrador perpetuamente * mismo día que murió.
En el mes de febrero de este mismo año declaró el rey, * la remisión y venta había hecho en favor del principado de Cataluña del derecho llamado bovaje, no fuese en perjuicio ni diminucion del que el conde solía recibir de sus *vasallos, porque si es que tal derecho le compita, su inten* solo era remitir y vender lo que él recibía, sin perjudicar al conde, el cual, aunque le recibía en algunas partes, no * era debido, y así, después de muerto, sus albaceas lo *restituyeron, como veremos en su lugar. Esto pasó en la ciudad de Barcelona, en las nonas del dicho mes del año 1299, *ante Ponce Hugo, conde de Ampurias, Ramón Folc, vizconde da Cardona, Hugueto de Mataplana, conde de Pallars, don Guillen de Entença y don G. de Anglesola.
El mismo día, delante de los dichos, confirmó al con* todas las donaciones, privilegios y concesiones le había hecho el rey, su hermano, y quiere sean firmes y válidas, así como lo eran antes de la celebración de las últimas cortes; por razón de lo hecho en ellas, no quiere sea de perjuicio al conde. El haber tenido noticia de las revocaciones había hecho el rey don Alfonso, siempre le tenía con recelo * sospecha.
En las cortes celebró el rey don Jaime en el año 1300 se hizo una constitución, que es la sesta, título de accione * y obligaciones, que habla del conde Armengol.
Fundóse por el rey don Jaime, este año de 1300, el estudio general de Lérida, (universidad) de quien en otra parte se hace larga mención.
Asímismo en este año, siendo viudo el conde de doña Sibilia de Moncada, hija de don Pedro de Moncada, y no teniendo hijos de ella, casó con doña Faydida, dama francesa, hija de Jordan, quinto de este nombre, vizconde de Illa (Dilla, D´Illa), y de madama Guillerma de Durfort, caballeros muy principales del reino de Francia; y hallo memoria como en dicho día el padre de la condesa y sus hermanos, Bernardo Jordan y Jordan de Illa, confesaron deber al conde Armengol cuatro mil quinientas libras *turonensium parvorum. Era este linaje muy antiguo y principal en el reino de Francia, y descendían de los condes de Tolosa: escribe de ellos Arnaldo Oihenarto, autor francés, en su Notitia Vasconiae, libro lleno de gran erudición y verdad.
* año 1307, a 4 de los idus de marzo, siendo tes* ello Guillen de Anglesola, Guillen de Moncada, * Ribelles, Bernardo de Bibelles, Berenguer de *, Hugo de Cardona, arcediano de Barcelona, *er de Sarriá, almirante, se concordaron el rey * de sobre la jurisdicción de algunos lugares con* con el condado de Urgel. El caso fue, que los * y otros oficiales reales de Lérida, Tárrega y Cer*an del mero y misto imperio en los lugares y cas* La Morana, Concabella, Hostafranchs, Riber, *Garayó, Montalé, Lo Canós, Queralt, Conil, Riudo*, Figuerosa, Luçá, Altet, Claresvalls, Cespigol, *Tornabous, Castelladral, Montclé, Roda, Lyll, La Foliola, Val* apçenic, Lo Pual, Guaten, Belvis, Termens, Çafa*galls, Ceteró, Spallargues, Florejáchs, Les Siges, * Belver, Ratera, Ganalon, Orçó, Besaldú, Alma*ascó, Ballestar y Castellserá, y el conde pretendía * él. Sobre la cognicion de esto nombró el rey por * Pedro .... , obispo de Lérida, y a Juan de *, capiscol de aquella iglesia, para que averiguasen *jercían estas jurisdicciones en tiempo del rey don * primero, y de don Álvaro, padre del conde; y * hay un proceso de testigos en el real archivo de *Barcelona.
Después cometió el rey esta causa a Berenguer *guers, arcediano de Urgel, y a Ramón de Penyafrac*lo de Lérida, que fue subrogado en el lugar del *po. Sobre esto se hicieron grandes averiguaciones, * el conde de ello, por evitar pleitos, que ya en *pos eran tan largos y enfadosos como usan hoy, *do en manos del rey, porque escogió antes alcanzar su derecho por vía de gracia y merced que de justicia * nombró por esto algunas personas que le hicieron relación de todo, y entonces hizo el rey merced al conde de la *íntegra
jurisdicción de los lugares de La Morana, Florejac*, Siges, Spallargues, Concabella, Hostafranchs, Ratera, Orç* Montalé, Castellserá, Ballestar, Bellvis, Tarascó, Almaç*
Besaldú, La Foliola, Valvert, Castelladral, Tornabous, Cespigol, Lo Pual, Xarapçenic, Çafaretg y Guaten, concediéndole la misma jurisdicción que tiene en el condado de Urgel
y declara que esta concesión no sea en perjuicio de * derechos y jurisdicciones que en dichos lugares *tuvieran otros, y que el conde lo haya de tener todo en feudo, * como tiene la ciudad de Balaguer y las otras jurisdicciones * y él lo aceptó todo. Está este auto con los sellos del rey * del conde pendientes: el del conde es de cera colorada con su figura a caballo, armado de todas piezas, con un escudo en la una mano de sus armas, y espada desnuda en la otra, silla y estribos de armar a la antigua, encubertado * caballo de paramentos jaquelados, y con unas letras por * orla, que dicen: Sigillum Ermengaudi comitis urgellensis; los listones do pende el sello son de seda amarilla y negra * tejidos a jaqueles como son las armas de Urgel; y el *sello o signum del conde es el que los condes de Urgel han usado siempre como a señal propio y particular de ellos.
A 14 de las calendas de setiembre de 1311 se decl* sobre la pretensión que tenía Ramón de Vilalta, rector de Balaguer, que la notaría o escribanía de aquella ciudad era suya y de la iglesia de Balaguer, y que el escribano de la corte del conde podía hacer las escribanías judiciales o procesales y los autos de los negocios pertenecientes al conde y a sus oficiales, y no otros, y que a solo el notario de dicho rector e iglesia pertenecía hacer escrituras públicas; y después, a 13 de las calendas de noviembre de 1331, el rey lo confirmó en Tortosa.
Con cuidado he visto los registros del rey don Jaime que están en el real archivo de Barcelona, y hallo que uno de los caballeros que más asistieron a aquel rey en las ocasiones de paz y de guerra, fue el conde, el cual por eso y continuos servicios fue muy estimado y preferido a muchos señores de sus reinos y señoríos.
El testamento del conde se otorgó en la villa de Camporells, del condado de Ribagorza, donde se era retirado, para gozar de buenos y saludables aires: allí le apretó la última enfermedad y acabó la vida. Tomólo Arnaldo de Gerona, notario de Balaguer, a 10 del mes de julio del año 1314; y en él ordenó de sus cosas en esta manera: que si quedare hijo varón, que sea heredero, y a la hija que en tal caso dejare, lega diez mil áureos; y si quedaren dos hijos varones, al mayor deja heredero, y al otro aquello que, por derecho de legítima, le perteneciere: si quedare una hija sola, la nombra heredera, y si muchas, heredera la primogénita, y diez mil áureos a cada una de las demás; y no quedando hijos, ordena y quiere que sus albaceas, que eran fray Ramón de Trebailia, obispo de Urgel, del orden de San Benito, Guillen de Moncada, tío y consanguíneo del testador, Bernardo de Peramola, señor de Peramola, Bernardo de Guardia, caballero, y Arnaldo de .... de
Balaguer (a quien nombra baile general de todas sus tierras, tanto cuanto tiempo estuviesen en poder de los testamentarios, confirmándole la gracia le había hecho de la
*bailía de Balaguer, y a quien encarga muy en particular * el manejo de la ejecución de su testamento y marme* con plenísimo poder), ejecuten y cumplan su testamento *siguiendo en todo el consejo y parecer de fray Bernardo Pi* la orden de San Francisco, conventual de Lérida, * muerto, del guardián que fuere de san Francisco de Lérida, y dando forma a su disposición, manda que vendan el condado de Urgel y vizcondado de Ager al rey don Jaime de Aragón, por precio de cien mil libras jaquesas, y a más de ellas, haya de dar a la condesa Faydida, su mujer, *por dote y esponsalicio, quince mil libras barcelonesas, a *
deja también mille aureos alfonsinos y todas sus joyas * recámara de ella, para que pueda hacer a su voluntad * albedrío, y que el rey haya de casar al infante don Alfonso * su hijo segundo, que después fue rey, con doña Teresa de Entença, y tomar armas de Urgel, sin mezcla algu* intitularse conde de Urgel, y asímismo cualquier que *viniere a suceder en dicho condado y vizcondado. Era doña Teresa hija de don Gombaldo de Entença y de doña *Constanza de Antillón, su mujer, que era hija de Sancho de Ant* y de doña Leonor, hermana del testador, por parte de padre, y no de madre, porque ella era hija de doña
Constanza de Moncada, y él de doña Cecilia de Foix.
Era este linaje de los Entenças muy antiguo y prim* en Aragón, y eran ricos hombres de natura y de gran * tuvieron señorío de honor en Zaragoza, Calatayud y T* y fueron muy estimados de los reyes. Fue esta casa de las más ricas de la corona, y hubo en este linaje muchos *varones principalísimos, que tuvieron muy gran parte en la conquista de los reinos de Valencia, Cerdeña y Sicilia y otros.
Sus armas eran un escudo de oro, con la cabeza negra.
En Cataluña y en las orillas del Ebro hay otra baronía que llaman de Entença, que fue de los duques de Cardona; pero es diferente de la baronía de Entença del reino de Aragón, que consiste en los pueblos que diremos después, en el capítulo siguiente.
En caso que el infante don Alfonso, hijo primogénito del rey, muriese antes de casar doña Teresa con él, quiere que esta case con el infante don Pedro, hijo tercero del rey don Jaime, que después casó con doña Guillerma de Moncada; y en caso que muera doña Teresa antes de casar, quiere que case don Alfonso con doña Urraca, su hermana, que después casó con Arnaldo Roger, conde de Pallars, hijo de Hugo de Mataplana, que sucedió a la condesa Saurina en aquel estado; y faltando Alfonso y Teresa, quiere que case el infante don Pedro con doña Urraca; y si antes de casar faltaren las dos hermanas Teresa y Urraca, llama al condado y vizcondado al infante don Alfonso, y él muerto, a don Pedro, obligándoles a que en su debido tiempo se hayan de casar; y si Alfonso viniere a ser rey de Aragón, como lo fue, quiere que suceda en el condado y vizcondado su hijo segundo. Revoca una donación que él y Álvaro, su hermano, años atrás habían hecho al
conde de Foix, que después movió harto ruido, como veremos en su lugar, ante Arnaldo de Gerona, notario de Balaguer, por muchas razones, y en particular por ser mayor de quinientos escudos, y carecer de los requisitos que el derecho dispone, y porque no cumplió ciertas cosas a que era obligado, y no le tenía buena correspondencia. Declara
también y quiere que sean revocados unos codicilos * antes de pasar el rey a Sicilia había otorgado, a 5 de los idus de julio de 1298, en que ordenó que, muerto Álvaro, su hermano, sin hijos, fuese heredero el conde de Foix, *con tal que estuviese en gracia del rey, y cuando no, le priva * la herencia, porque no quiere goce de sus bienes *hombre que no fuese muy servidor y buen vasallo del rey, y lo *repite dos veces.
Escogió su sepultura en el monasterio de Nuestra Señora de Bellpuig de las Avellanas, del orden Premostratense, * entiendo ser suyo un sepulcro muy suntuoso con un *simulacro sobre la tapa de la tumba, que está en la capilla * Cristo de la dicha iglesia, a la parte del evangelio; y dejó *para el gasto de las funerarias cien escudos, y sus armas y caball* y si no le tiene, quiere que sea comprado uno de valor * mil sueldos acrimonteses; y para reparar los edificios * aquel convento, mandó mil áureos, y dos mil en enmienda
de los daños o tuertos hubiere hecho al dicho monasterio * a sus cosas, a conocimiento del dicho su confesor, de *fray Pedro Olivon, del orden de predicadores, del maestro
Ramón Vilalta, rector de Balaguer, y de Berenguer Sala, *letrado de Lérida, a quienes, antes de morir, dio facultad * plenísimo poder para juzgar, conocer y enmendar y *mandó
restituir cualquier injurias, agravios, dineros u otras cosas cualquier cosas a que estuviese obligado en conciencia, *como realmente lo hicieron, y pasó el conde por lo que ellos
*saron, al revés de aquellos que de todas sus cosas *aguardan la enmienda para después de muertos, como * sus albaceas hubieran de saber mejor sus obligaciones y cargos, que ellos mismos que las hicieron; y mandó asímismo fuesen pagados los legados y dejas de sus pasados.
A su confesor legó cincuenta morabatines, para que los reparta en limosnas; y a los monasterios de Poblet y de las Franquesas, que era de monjas cistercienses y estaba en la vega de Balaguer, deja a cada uno, en enmienda de sus pecados y de sus mayores, mil morabatines, y quiere que las monjas de las Franquesas hayan de comprar bienes raíces en aumento del convento.
Al monasterio de Trago dejó doscientos morabatines; y quiere que si fuese declarado ser deudor a los dichos tres monasterios de Poblet, Franquesas y Trago, por razón de
injurias o daños causados a ellos o sus cosas, sean en pago de ello, y cuando no bastaren, sea hecho debido cumplimiento, según fuere tasado por los dichos nombrados para descargar su conciencia.
A los monasterios de Vallbona, Pedregal, Vallsanta y Bonrepós, dejó cincuenta morabatines a cada uno, y doscientos a la iglesia de Nuestra Señora de las Parrellas, junto a Balaguer,
Al monasterio de Nuestra Señora de Monserrate quiere sea hecha una campana de valor de cuatrocientos morabatines, y que de ciento cincuenta morabatines sea creado un
censal de pensión de diez quintales de aceite, o de cien sueldos acrimonteses, para que ardan diez lámparas perpetualmente en aquel monasterio.
A las monjas de los conventos de Santo Domingo y San Francisco de Lérida, deja doscientos morabatines a cada uno, y así a los dichos dos monasterios, como a los de
la Merced y Trinidad para rescatar cautivos, a la obra de la iglesia de Santa Eulalia de Agramunt, a Santa María de Pons, y a la iglesia de Albesa, y a la de Serriols y de Monmagastre, treinta morabatines a cada uno; a la iglesia * Seo de Lérida, setenta áureos para la obra; a la iglesia de Santa María de Salas, para ornamentos, cien *morabatines a Nuestra Señora de Almata, que era la iglesia *mayor de Balaguer, dejó cien morabatines, y otros cien a la cofradía * aquella, de la cual dice ser él cofrade, para que de ell* compre un censal; a la obra de san Salvador de Balaguer cuarenta morabatines, y a las iglesias de Nuestra Señora de Gualter, San Pedro de Pons, y Agramunt, cien morabatines a cada una, para cálices, y veinte a san Pedro de *Ager * Nuestra Señora del castillo de Farfanya; y a cada iglesia, *hospitales de sus tierras y señoríos, dejó a cada uno *
morabatines para cálices; a Santa Quiteria de Ayre, en *Gascuña, in cujus commenda, dice, nos sumus, deja setenta morabatines; y finalmente, que para satisfacción de sus pecados, hayan sus albaceas de distribuir diez mil *morabatines de oro alfonsíes en limosnas a los pobres del condado y otros señoríos del conde.
A don Guillen de Moncada dejó quinientos morabatinos, y a los demás, a Berenguer de Morello, Pons de Casti* a Jacinto, sobrino del conde, hijo de Pedro Martínez, * a cada uno; y así mismo a muchos caballeros y *servidores suyos, que nombra en su testamento, hace diversos *legados y mandas.
Quiere que sean fundados cinco perpetuos aniversarios * uno en Almata, otro en Ager, otro en Agramunt, otro en Pons, otro en Bellpuig, y deja, para fundación y *dota de ellos, doscientos cincuenta morabatines, y que le * de celebrar tal día como aconteciere el morir: y que Ager, Balaguer, Pons, Agramunt, Albesa y Castilló sean fundados seis cirios, de peso de una libra de cera cada uno, para llevar delante del santísimo Sacramento, cuando fuere a los enfermos, y que sea hecho un censo perpetuo de seiscientos sueldos, para vestir pobres en Pons, Balaguer y Agramunt.
Y aunque es verdad que todas estas instituciones fueron muy señaladas y pías, el día presente hay poca memoria de ellas, así por haber subido el precio de las cosas, como por haberse perdido muchas de las rentas se fundaron para ellas. Lo que es más notable y duradero es la fundación del monasterio de Predicadores de la ciudad de Balaguer, que
mandó fuese edificado en la huerta o llano de Villanueva, cerquita del cabo de la puente del río Segre, delante de la ciudad de Balaguer, uno de los mejores y más apacibles sitios de Cataluña; y ordena que le sean comprados libros, cálices de plata, cruces, paños y cualesquier ornamentos, y todos los demás aparamentos y aderezos que fuesen necesarios, y un censal de mil y quinientos sueldos de renta cada año, y le diesen la agua fuese menester de la acequia que pasa junto aquel puesto, y que hayan de vivir en él un prior y doce frailes: este convento no se edificó hasta el año 1323, y para ello alcanzó el rey don Jaime una bula del papa Juan XXII, dada en Aviñon, en que dio licencia paras esta fundación. Es obra y edificio muy suntuoso y bien labrado, todo de sillería, muy grande y capaz, con muchas y muy buenas capillas, y dos claustros muy grandes y espaciosos: hay buenos dormitorios, y todos los cuartos y oficinas necesarias para un gran convento y de los mejores de la Corona; pues anduvieron en este edificio tan liberales los testamentarios como el conde, si viviera. Hay en la iglesia muchas sepulturas de caballeros de la ciudad de Balaguer y condado de Urgel: en la capilla de san Pedro, mártir, hay una caja * mármol, muy bien labrada, larga cuatro palmos, y en la *dra que la cubre dos figuras que denotan ser de m*chos hijos del rey, con sus coronas en las cabezas y esp* en las manos; las almohadillas tienen bajo sus cabezas es* sembradas de escudos muy pequeños, unos con los palos * Cataluña, otros con las armas de Entença, señal cierto * de los hijos de los infantes don Alfonso y doña Teresa de Entença. El año 1636 algún curioso movió la tapa y * halló dentro de la caja cosa alguna: pudo ser que el *tiempo *que ha pasado desde doña Teresa de Entença hasta el d* año, que son más de trescientos años, haya consumido *aquellos cuerpecitos, o que de allí los hayan mudado a *Poblet o Almata, donde dice el rey don Pedro en su historia que tienen sepultura sus hermanos, que todos fueron *hijos de doña Teresa.
Este convento, aunque de esta vez quedó tan magníficamente edificado, el año 1413 fue muy maltratado de la *gente de guerra del rey don Fernando el primero de Aragón cuando asedió en aquella ciudad al último conde de Urgel * y se alojó en el convento el tercio del duque de Gandía, y *recibió mucho daño de la casa fuerte de la condesa, que *estaba vecina a aquel lugar, aunque después se reparó el *daño recibido, mandando el rey que Hernando de Bardaxí, *ector general del condado de Urgel, pagase dos mil * florines de oro de Aragón, para reparo de este *convento que de la guerra quedaba muy arruinado. Despachó el rey *esta orden en Montblanc, a 3 de octubre de 1414. Han *salido de este convento insignes religiosos en santidad y letras: uno de ellos fue fray Bartolomé de Panadés, lector de Sentencias en el sacro palacio, y después provincial de la Corona, y fray Bartolomé de la Rápita, que también fue provincial; y se han celebrado en este convento cinco capítulos provinciales, y seis congregaciones.
Continuando la disposición del testamento del conde, reconoció y declaró, que él ni sus antepasados no tenían bovaje ni monedaje en los hombres de sus lugares, ni en los vasallos de las iglesias del condado, ni en otras personas; y reconociendo y confesando que todo lo que por ello había recibido era injusto, quiere que sea plenariamente restituido a aquellos de quien lo había exigido.
A los vasallos manda obedezcan a sus albaceas en todo, correspondiendo con ellos, así como a él mismo, si viviera. Y porque fuesen conservadas a sus vasallos sus franquezas
y privilegios, manda, que antes que su heredero o su sucesor, cualquiera que sea, reciba el homenaje y juramento de sus vasallos, les apruebe y confirme plenísimamente, y con
auto público, todas las libertades, inmunidades y privilegios, en especial o en general por él y sus pasados a ellos concedidos; y si aquellos a quien tocare ejecutar su voluntad fueren en cumplirlo descuidados, ruega al obispo de Urgel les obligue a ello, y suplica al rey no lo impida; y que si alguno moviere pleito contra lo contenido en este su testamento, haya de perder lo que le manda, aunque sea su heredero, e instituye los pobres de Jesucristo nuestro Señor. Ratifica asímismo la donación había hecho a Bernardo de Foix, del lugar de Vilaplana, y a Ramón de Mur de ciertas rentas junto a Balaguer.
Tuvo el condado como cuarenta y seis años, y fue el último de los condes de la casa y linaje de Cabrera, que señorearon aquellos estados de Urgel y Ager, y que tanto trabajaron por poseerlos pacíficamente. Poseyéronle, con cortas interrupciones, por espacio de ciento y seis años, que tantos pasaron desde la muerte de Armengol, el octavo, en 1208, hasta la de este conde, y a la postre se acabaron así como los demás señoríos del mundo.


domingo, 28 de abril de 2019

Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval

Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval

http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/30/14/_ebook.pdf

Agustín UBIETO ARTETA. 


https://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_Ubieto_Arteta

Originario de Ayerbe, nacido en plena guerra civil, a su inequívoca vocación docente (fue profesor ayudante de universidad, catedrático de instituto y de escuela universitaria e inspector de bachillerato antes de convertirse en el primer profesor titular hispano de universidad de didáctica de la historia) une la investigadora, siendo autor de más de treinta libros y medio centenar de artículos, tanto de historia medieval (varios cartularios y crónicas; El real monasterio de Sigena (1188-1300); Toponimia medieval aragonesa; Los tenentes de Aragón y Navarra en los siglos XI y XII; Historia de Aragón en la Edad Media: bibliografía para su estudio; Aproximación al estudio de la nobleza aragonesa -siglos XI y XII-: aspectos genealógicos; La documentación eclesial aragonesa de los siglos XI al XIII, dentro del contexto socioeconómico de la época, etc.) como de didáctica de la historia (Ideas para comentar textos históricos; Los mapas históricos: análisis y comentario; Lecturas para comprender Aragón; Aragón, comunidad histórica –Atlas histórico-didáctico–; Cómo se formó Aragón; El entorno, lo que nos rodea, como fuente histórica y materia de estudio; Archivos locales y didáctica de la Historia: utilización de fuentes de acceso fácil para el estudio de la localidad; etc.), además de la faceta divulgadora a través de la serie de cortometrajes didácticos titulada Comprender Aragón (El porqué de los despoblados; El lenguaje de los castillos; Los nombres de nuestros pueblos; La sal, instrumento del poder; El debe y el haber de los monasterios; El Derecho aragonés, indultado; El lino y el cáñamo; etc.).


http://manuelsiurana.blogspot.com/2008/04/don-agustn-ubieto-arteta-por-manuel.html


http://dialnet.unirioja.es/servlet/busquedadoc?db=2&t=Agust%C3%ADn+Ubieto+Arteta&td=todo






























































































































  • 1972: Toponimia aragonesa medieval.

    • 1976: Un obituario calahorrano del siglo XV.
    • 1978: Notas sobre el patrimonio calceatense en los siglos XII y XIII.
    • 1987: Los Mapas históricos: análisis y comentario.
    • 1988: El Entorno, lo que nos rodea, como fuente histórica y materia de estudio.
    • 1994: Aragón: territorio, evolución histórica y sociedad.
    • 1997: Vicisitudes históricas del cenobio sijenense.
    • 1998: Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval.
    • 1999: Los monasterios medievales de Aragón. Función histórica.
    • 1999: El Monasterio dúplice de Sigena.
    • 2001: El largo camino hacia las comarcas en Aragón: (aproximación didáctica).
    • 2005: Cómo se formó Aragón (versión web y .pdf).
    • 2007: Propuesta metodológica y didáctica para el estudio del patrimonio.
    • 2007: Lecturas para comprender Aragón 2.

    La reconstrucción histórica se ha basado fundamentalmente en las fuentes documentales escritas (en general, las emanadas del poder establecido) y en las arqueológicas, pero cada vez va adquiriendo más empuje otro tipo de fuentes y ayudas, como las que proporcionan la arqueología industrial, la elaboración seriada y estadística de datos, la fotografía, los exvotos, la cartografía histórica, etc. Entre las que últimamente han adquirido un fuerte vigor en Aragón están las leyendas, transmitidas oralmente, en principio, pero recogidas ya la mayor parte por escrito en un momento determinado, aunque en los medios de difusión más variopintos, dispersos o inalcanzables.
    Las trescientas cincuenta y nueve leyendas recopiladas permiten hilvanar una historia más o menos paralela del Aragón medieval, una historia quizás algo alejada de la realidad, pero creada por el pueblo, que ha tratado de buscar explicaciones a hechos cuya trama interna no alcanzaba a descifrar ni comprender. La Historia que el pueblo ha trazado con estos relatos legendarios carece de rigor científico, pero gana en calor humano, en sencillez y en naturalidad.
    Primera edición,
    1998 Segunda edición, 2010

    Publicación número 2.817 de la Institución «Fernando el Católico»,
    Organismo autónomo de la Excma. Diputación de Zaragoza, plaza de España, 2, 50071 Zaragoza (España)

    ifc@dpz.es http://ifc.dpz.es
    Diseño de la colección Víctor M. Lahuerta
    Impresión Gráficas Mola, SC
    ISBN 978-84-9911-081-3 D.L. Z 3265/2010
    © Agustín Ubieto Arteta. Zaragoza, 2010
    © del diseño gráfico, Víctor M. Lahuerta. Zaragoza, 2010
    © de la presente edición, Institución «Fernando el Católico». Zaragoza, 2010 Impreso en España Unión Europea / Printed in Spain European Union


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    YANGUAS HERNÁNDEZ, Salustiano (1992), Cuentos y relatos aragoneses. Gráficas Bau, Zaragoza.
    ZAMORA LUCAS, Florentino (1971), Leyendas de Soria. CSIC/Centro de Estudios Sorianos, Madrid.
    ZAPATER, Alfonso (1988), Aragón pueblo a pueblo (18 vols.). Aguaviva, Zaragoza.
    ZURITA, Jerónimo (1967), Anales de la Corona de Aragón. Ed. Antonio Ubieto. Anubar, Valencia.


    IV. ÍNDICES (la paginación corresponde con el PDF original)

    II.1. ÍNDICE DE LEYENDAS

    1. LA CONQUISTA MUSULMANA.......... 43
    6. La pérdida de Belmonte .......... 47
    10. El origen de Centenero .................. 51

    2. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN ............... 55
    2.1. RECONQUISTA ................... 55
    13. El primer almogávar aragonés.............. 55
    14. La defensa de Mediano........................... 56
    15. La localización de Saz ....... 57
    17. La reconquista de Aínsa ...................... 59
    18. La reconquista de Jaca..................... 59
    19. Las mujeres en la reconquista de Jaca................. 60
    22. La Santa Cruz guía el camino.................... 63
    25. La reconquista de Alquézar........... 65
    28. El sitio de Barbastro de 1064............. 68
    38. La reconquista de Luna.......... 77
    40. El Cid, en Calanda............................... 78
    43. La traición del moro Glafar................ 81
    44. La reconquista de Monzón ............ 81
    50. La reconquista de Alagón ..................... 87
    51. La reconquista de Borja ............... 87
    52. Borja, en manos del Batallador ............... 88
    54. La cañada de la celada ......... 90
    56. La reconquista de Maluenda ......... 92
    57. La reconquista de Daroca ........ 93
    59. El exilio de Zafadola ............. 95
    60. La reconquista de Alcañiz.............. 96
    62. La cabra de oro inalcanzable............. 97
    67. La reconquista de Camañas.......... 102
    69. El origen de Alcorisa...................... 104
    70. La fundación de Teruel..................... 105
    71. El juez traidor........... 105
    72. La reconquista de Villel............ 106
    75. La reconquista de Morés ............... 109
    80. La promesa del guerrero.......... 114
    2.2. REPOBLACIÓN....................... 115
    86. La presa de Almonacid ........... 119
    87. El legado de Martina Pérez.............. 120
    3. EL MUNDO CRISTIANO ............. 123
    3.1. LOS REYES.......... 123
    109. La burla de Ramiro II ................. 141
    112. La muerte de Ramiro II ............ 144
    113. La aparición de un falso Alfonso I................. 145
    118. La primera espada de Jaime I ............... 150
    120. La espada de Villardell................ 151
    126. La pérdida de Pitilla......... 156
    127. Pedro III desafió a un dragón................. 157
    128. El guante de Conradino para Pedro III ............... 158
    130. Jaime II elige esposa (1314) .............. 160
    132. La condesa de Urgell pretende envenenar a Fernando I.
    134. Fernando II, armado caballero de María....... 163
    3.2. LA NOBLEZA Y LOS SEÑORÍOS ............... 165
    136. El nacimiento de la nobleza aragonesa .... 165
    137. El origen de los Aysa .............. 166
    138. García Aznárez, asesino de Céntulo de Bigorra....... 167
    139. La cruenta muerte del barón de Espés...... 168
    140. El origen de los Maza ............. 169
    142. El origen del topónimo Nonaspe....... 170
    143. El señorío de Albarracín, vasallo de Santa María ..... 171
    144. Origen de la baronía de Escriche ....... 172
    145. Pedro Fernández de Azagra, milagrosamente ileso . 173
    146. El nombramiento del primer conde de Luna .... 173
    147. La fuerza de las armas ................... 174
    148. Revuelta campesina........................... 175
    149. La muerte del conde Artal, señor de Mequinenza . 176
    150. Las herraduras del marqués de Ayerbe ...... 177
    151. La historia también gasta bromas .... 178
    152. El mal «señor» de Fabara ........... 179
    153. La curación milagrosa del hijo del conde de Ribagorza .... 180
    3.3. LA VIDA CORTESANA................................. 181
    154. La condesa traidora ....................... 181
    155. Los afectos castellanos de la reina Sancha ... 182
    156. La prisión de la reina doña Urraca ....... 182
    157. El duque de Híjar y la hija de Jaime I....... 183
    158. Jaime I castiga a su trovador.... 184
    159. La sombra de la princesa doña Blanca ...... 185
    160. Nace la Orden de la Banda de la Virgen del Pilar.. 186
    161. La reina María llora la ausencia de Alfonso V .. 187
    162. El trovador de la Aljafería ..... 188
    163. El príncipe de Viana escapa de Mallén .. 189
    164. El trovador que murió de amor .......... 189
    3.4. LAS PUGNAS FAMILIARES............................... 190
    165. Las primeras armas de Jaime I............ 190
    166. Las consecuencias de la pugna entre los Albir y los Frago 191
    167. Los Marcilla y los Segura, frente a frente......192
    168. La pelea de Pedrola............................. 193
    169. Los Urrea contra los Cornel ................ 194
    170. La loca enamorada de Montalbán..... 195
    171. Los Luna y los Urrea, enfrentados................ 196
    172. Luchas de los Luna contra los Urrea ....... 197
    173. Los Muñoz y los Marcilla, frente a frente .... 197
    3.5. LA GUERRA ENTRE CRISTIANOS....198
    174. Las mujeres, vencedoras ante las tropas de Pedro el Cruel 198
    175. Miguel de Bernabé, en el sitio de Daroca ... 199
    176. La defensa del castillo de Báguena.......... 200
    177. La resistencia heroica de Bueña ........... 201
    178. El portal de la traición................................... 202
    3.6. AMORES Y DESAMORES ................. 203
    179. Los celos de Alfonso de Barbastro............ 203
    180. Los amores de Clara y Manfredo......... 204
    181. Un nuevo puente sobre el Turia: el de doña Elvira.205
    182. La venganza de Arnaldo, señor de Castro de Malavella.. 206
    183. Los amores de Berenguer de Azlor y Aldonza de Entenza 206
    184. El juramento incumplido ....... 207
    187. Los rosales del amor............................ 210
    4. EL MUNDO MUSULMÁN................................ 213
    188. Un toro de oro espera ............... 213
    190. La reina mora de Guarrinza .......... 215
    191. Las tres moras de Zaragoza........... 215
    192. La piedra horadada por el amor ........ 216
    193. La princesa mora que buscó la libertad.......... 217
    194. El toro de oro que espera oculto.......... 218
    195. La construcción del castillo de Trasmoz........ 219
    196. La venganza de Abdelmelic............. 220
    197. El tesoro escondido de Alí Mohal......... 221
    198. Las revueltas musulmanas previas a la reconquista de Sarakusta .. 222
    199. El tesoro de Cañarda ......... 223
    200. La eterna espera de la mora de Guadalaviar..224
    201. El tesoro de la reina mora ................. 224
    202. La mora de la basa............. 225
    203. La mora encantada de Bastarás ............. 226
    204. La mora encantada de Sallaón............................................................... 227
    205. El amor de Zoraida y los alarifes de Teruel...... 228
    206. La losa mora............................................... 229
    207. El tesoro de la mora de Siresa ......... 230
    208. La larga espera de la reina mora.............. 230
    209. El tesoro de El Castellar ............. 231
    5. EL MUNDO JUDÍO ............ 233
    210. El Cid expulsa a los judíos de Tamarite ....... 233
    211. Los amores de Juan el herrero y la bella hebrea ....... 234
    212. El milagroso hallazgo del cuerpo de santo Dominguito
    de Val........... 235
    213. El monasterio de San Miguel de Foces, asaltado ...... 236
    214. La venganza del judío noble................. 236
    215. El augurio de Vicente Ferrer............. 237
    216. La conversión de los judíos darocenses......... 238
    217. La conversión del judío dormido ................ 239
    6. RELACIONES ENTRE CRISTIANOS Y MUSULMANES............. 241
    6.1. RELACIONES AMISTOSAS ............. 241
    218. Los mozárabes de Peralta de la Sal........... 241
    219. Los amores imposibles de Zoma y María ....... 242
    220. La enamorada del Cid ................ 243
    221. El nacimiento de un mudéjar ................ 244
    222. Los amores de Roderico de Mur y Zulima......... 245
    223. Almanzor y los mozárabes de La Almunia .......... 245
    224. Dos pretendientes para Zaida .............................. 246
    225. La cueva de la mora encantada ................ 247
    226. El amor pudo a la religión ....................... 248
    227. El alma del castillo de Gallur ........... 249
    228. El amor, nueva religión.......................... 250
    229. La conversión del moro Tocón.................... 251
    230. El tesoro escondido de Mustafá................. 252
    231. El amor de don Pedro de Azagra................ 252
    232. La mora que acudió a la Virgen de Salas.............. 253
    233. La mora peinadora..................................... 254
    234. La cristiana peinadora ......................... 255
    235. La conversión del alfaquí zaragozano................ 256
    236. La lavandera morica de Sena ................. 257
    237. Las tres doncellas encantadas ............................. 258
    238. La mora solitaria y el pastor de Luesia............ 259
    6.2. RELACIONES PROBLEMÁTICAS........ 260

    239. Orosia muere a manos musulmanas......... 260
    240. Nunilo y Alodia, víctimas de la intransigencia religiosa...... 261
    241. Visorio, asesinado por una partida de moros ..... 261
    242. La persecución de Elena.............. 262
    243. Los mozárabes de Zaragoza, expulsados a El Burgo .... 263
    244. El agua de Tarazona .................... 264
    245. La venganza del conde cristiano...... 265
    246. El celebrado salto de Pero Gil, escudero del Cid .... 266
    247. La conversión de un moro ............ 267
    248. Galiano Galinás roba un cáliz a los moros ............... 268
    249. El pozo de Ainés.............. 269
    250. La expulsión de los moros de Pina................ 270
    7. ASPECTOS RELIGIOSOS ..................................... 271
    7.1. LOS MONASTERIOS................... 271
    251. Nacimiento de San Juan de la Peña.................... 271
    252. Voto y Félix, en San Juan de la Peña ........... 272
    253. García Jiménez funda San Juan de la Peña ................ 273
    254. Fundación del monasterio de San Martín de Cercito .... 274
    255. Antecedentes del monasterio de Trasobares.......... 275
    256. Balandrán, elegido heraldo de la virgen del Pueyo ... 275
    257. Fundación del monasterio de Trasobares........ 276
    258. Don Pedro de Atarés, fundador de Veruela...... 277
    259. La reina Sancha funda el monasterio de Sigena ...278
    260. Los condes de Sástago construyen el santuario de Monler. 279
    261. Gil de Atrosillo, señor de Estercuel, y la aparición de la Virgen ................ 280
    262. La fundación del monasterio de Santa Fe............. 281
    263. Los condes de Sástago crean la cartuja de Fuentes..... 282
    264. El túnel bajo el Ebro........................... 283
    7.2. LOS PEREGRINOS ......................................... 283
    265. San Marcial visita Benasque......................... 283
    266. El peregrino anónimo ........................284
    267. Los peregrinos escultores................... 285
    268. El romero de Castiello................................. 286
    269. San Gregorio, peregrino ...................... 287
    7.3. LOS SANTOS ................... 288
    270. El vaticinio de san Valero ..................... 288
    271. El destierro del obispo san Ramón................... 289
    272. San Ramón cura a una joven desahuciada..................... 290
    273. San Ramón libera a dos soldados...................... 291
    274. San Licer quiso reposar definitivamente en Zuera........ 291
    275. Santo Domingo predica la devoción del rosario ..... 292
    276. Santo Domingo intercede por la noble Alejandra........... 293
    277. Santo Domingo, amamantado por una vaca ........ 294
    278. San Roque, en el hospital de Valdealgorfa ........ 295
    279. Los predicadores Gregorio y Domingo, en Besiáns ............... 296
    280. Vicente Ferrer, predicador en Mora de Rubielos ..... 297
    281. La endemoniada de Piedra................... 297
    282. El crucifijo de san Vicente Ferrer .................. 298
    283. Vicente Ferrer salva su propia vida ......... 299
    284. Vicente Ferrer se apiada de la madre trastornada.................. 300
    285. Vicente Ferrer vaticina la destrucción de Teruel..................... 301
    286. Vicente Ferrer predica en Calatayud................................................. 302
    287. Los falsos frailes ............... 302
    288. Vicente Ferrer impide que los diablos se acerquen a Caspe 303
    289. Vicente Ferrer aplaca una tempestad .... 304
    290. Vicente Ferrer instituye la procesión de la disciplina........... 305
    291. La palabra de Vicente Ferrer en Aínsa ........ 306
    292. El mas de Ferrer................ 307
    293. El cuadro desprendido............................ 307
    294. Pedro Arbués, pretendiente de santa Bárbara ...... 308
    295. San Gil y san Ginés, predicadores........ 309
    296. San Blas elige Torrecilla de Alcañiz para quedarse..... 310
    297. Elección de santa Tecla como patrona 311
    7.4. LOS PORTENTOS ......................... 312
    298. La justicia del obispo Bencio.......... 312
    299. Un antídoto contra la sequía............. 312
    300. La Virgen viajera ........................... 313
    301. Los corporales llegan a Daroca......... 314
    302. Invención del rosario............................ 315
    303. Un episodio de la guerra albigense.......... 316
    304. La palidez de la Virgen de Salas ... 317
    305. Las avenidas del Ebro y de la Huerva . 318
    306. Martín Visagra, perjuro.................... 319
    307. Los corporales de Aniñón...... 319
    308. Los corporales de Andorra ..... 320
    309. El agua, transformada en sangre .... 321
    310. La absolución de Lope Fernández de Luna . 322
    311. Los corporales de Fraga .......... 323
    312. Los corporales de Aguaviva........ 324
    313. Los corporales de San Juan de la Peña, intactos ... 325
    314. Los presagios de la campana ......... 325
    315. Graus salvada de la inundación ......... 326
    316. El cadáver del papa Luna............... 327
    317. Catalina, librada de los demonios.......... 328
    318. San Macario cura una quebradura............ 329
    7.5. LAS RELIQUIAS ............. 330
    319. El brazo del apóstol san Pedro, en Siresa ..... 330
    320. García Aznárez trae a Aragón los restos de san Indalecio. 331
    321. El relicario de Jaime I.......... 332
    322. Jaime I dona una espina de la corona de Cristo al monasterio de Samper..... 333
    323. Pan de la Última Cena salvado de las llamas.... 333
    324. El Santo Grial, en Aragón ............ 334
    325. Europa busca el Graal.................. 335
    8. ASPECTOS SOCIO-CULTURALES............... 337
    8.1. LA JUSTICIA................ 337
    326. Nacimiento de los fueros de Sobrarbe y del Justicia ............. 337
    327. La justicia real en entredicho.......... 338
    328. Los falsificadores de moneda ............ 339
    329. Justicia para todos ................ 340
    330. Alfonso V interviene en la lucha de los Marcilla y los Muñoz 340
    331. El escudo de armas del Justicia de Aragón....... 341
    8.2. PLAGAS Y EPIDEMIAS ............................ 342
    332. El miedo a la peste .................... 342
    333. La fundación de Salinas de Hoz ............................. 343
    334. San Miguel lucha contra la plaga de la langosta .... 344
    335. San Sebastián libró de la lepra a Fayón......... 345
    336. La peste de la calle Baja ....................... 346
    337. La plaga de la langosta dominada por la Virgen ... 347
    338. San Sebastián detiene la peste en Azanuy ....... 347
    339. La lucha contra la peste ................. 348
    340. La desaparición de un pueblo: Daymús...... 349
    341. Fuentes de Ebro salvada de la plaga de la langosta................ 350
    342. La peste despuebla Niablas..................... 351
    8.3. LA CULTURA ................. 352
    343. Las medicinas de san Caprasio....... 352
    344. Los excrementos del caballo de Roldán .......... 353
    345. Contienda juglaresca ................. 354
    346. El quitamiedos de Robres ......... 354
    347. Surge la jota................. 355
    348. Salmón a precio de oro ................ 356
    8.4. ARAGONESES ALLENDE LAS FRONTERAS........ 357
    349. Embajada de Pedro Martínez de Bolea a Castilla... 357
    350. Santa Isabel hizo de monedas rosas ............. 358
    351. El cautivo de los griegos........................ 359
    352. El rescate de un esclavo aragonés en Jerusalén.... 360
    353. Sancho Fernández de Heredia y la conquista de Cerdeña .... 361
    8.5. ARAGONESES CON PERSONALIDAD............ 362
    354. Juan Fernández de Heredia lucha contra los turcos... 362
    355. El mar reconoce a Pedro de Luna como papa ... 363
    356. La tozudez de Benedicto XIII......................... 363
    357. El envenenamiento de Benedicto XIII ............. 364
    358. El Papa Luna se traslada en secreto a Roma ...... 365
    359. Benedicto XIII recibe a los emisarios del concilio de Constanza....366

    2. ÍNDICE DE LUGARES DE ORIGEN

    Acumuer (H): 82/186/254. Adahuesca (H): 240/332. Aguaviva (T): 312.
    Aguilar de Alfambra (T): 66. Aínsa (H): 17/291/303.
    Aísa (H): 137.
    Alagón (Z): 50/348.
    Albarracín (T): 45/143/159/192/196/231. Albentosa (T): 123.
    Alcañiz (T): 60.
    Alcolea de Cinca (H): 266. Alcorisa (T): 69/165.
    Alcubierre (H): 343. Almonacid de la Cuba (Z): 86. Alquézar (H): 25/26/213.
    Andorra (T): 308/318. Aniñón (Z): 307.
    Aquilué (H): 233.
    Arándiga (Z): 337.
    Atea (Z): 15.
    Ayerbe (H): 150/151/194. Azanuy (H): 338.
    Báguena (T): 176.
    Barbastro (H): 28/29/30/31/164/179/245/256/271/289/326. Bastarás (H): 203.
    Belmonte (Z): 6.
    Benabarre (H): 292.
    Benasque (H): 265.
    Besiáns (H): 279.
    Bestué (H): 3.
    Betorz (H): 240.
    Biescas (H): 242.
    Bijuesca (Z): 53.
    Binaced (H): 87.
    Binéfar (H): 83.
    Biscarrués (H): 33.
    Blecua (H): 187. Boltaña (H): 241/267. Bono (H): 258.
    Borja (Z): 7/51/52/195/347. Broto (H): 77.
    Bueña (T): 177.
    Bujaraloz (Z): 336.
    Burbáguena (T): 177.
    Calanda (T): 11/40/61. Calasanz (H): 23.
    Calatayud (Z): 215/286/347/349. Camañas(T): 67.
    Capella (H): 299.
    Caspe (Z): 37/283/288. Castejón de las Armas (Z): 134. Castejón de Valdejasa (Z): 209. Castellote (T): 199.
    Castelnou (T): 270. Castiello de Jaca (H): 268. Cella (T): 224.
    Centenero (H): 10.
    Cervera de la Cañada (Z): 297. Chía (H): 248.
    Cimballa (Z): 309.
    Cortes de Aragón (T): 247. Cretas (T): 68.
    Cubel (Z): 80.
    Cuevas de Cañart (T): 201. Cutanda (T): 54.
    Daroca (Z): 9/57/58/65/78/79/125/146/175/189/216/219/229/287/301/ 306.
    Echo (H): 97/112/190.
    Ejea de los Caballeros (Z): 27/46/98/156.
    El Burgo de Ebro (Z): 243.
    El Frasno (Z): 133. El Grado (H): 204. Escatrón (Z): 264.
    Escriche (T): 144.
    Estercuel (T): 261.
    Fabara (Z): 152.
    Fayón (Z): 335.
    Fraga (H): 63/64/311.
    Frías de Albarracín (T): 193. Fuentes de Ebro (Z): 341.
    Fuentes de Jiloca (Z): 174.
    Gallur (Z): 42/226/227. Gistaín (H): 202.
    Graus (H): 94/221/222/290/315.
    Griegos (T): 188/220. Guadalaviar (T): 200.
    Híjar (T): 157.
    Huesca: 34/35/36/95/107/109/110/111/140/232/293/304.
    Ibieca (H): 214.
    Illueca (Z): 316.
    Inogés (Z): 352.
    Jaca (H): 18/19/21/108/239/320.
    La Almunia (Z): 172/223. La Fresneda (T): 185.
    La Iglesuela del Cid (T): 41. Labuerda (H): 241.
    Lagueruela (T): 121. Lanaja (H): 55/263. Loarre (H): 1.
    Lobera (Z): 277.
    Luesia (Z): 238.
    Luna (Z): 38.
    Lupiñén (H): 295.
    Maella (Z): 5/148/284. Magallón (Z): 166/321. Mallén (Z): 163.
    Maluenda (Z): 56.
    Mediano (H): 14.
    Mequinenza (Z): 149.
    Monreal del Campo (T): 197/230. Montalbán (T): 170/183.
    Montearagón (H): 323.
    Monzalbarba (Z): 305.
    Monzón (H): 44/116/118/119/122.
    Mora de Rubielos (T): 74/280.
    Morés (Z): 75.
    Mosqueruela (T): 76/124. Munébrega (Z): 282/354. Murero (Z): 15.
    Nonaspe (Z): 142.
    Ortilla (H): 295.
    Oto (H): 342.
    Pedrola (Z): 168.
    Peñarroya de Tastavíns (T): 339.
    Peralta de Alcofea (H): 39.
    Peralta de la Sal (H): 32/218. Piedra (Z): 145/182/281/317.
    Pina de Ebro (Z): 250.
    Pueyo de Araguás (H): 22.
    Rasal (H): 208/234.
    Ricla (Z): 228.
    Roda de Isábena (H): 272/273. Robres (H): 346.
    Rueda de Jalón (Z): 43/59.
    Sabiñán (Z): 237. Salinas de Hoz (H): 333.
    Sallent de Gállego (H): 138.
    Samper de Salz (Z): 322.
    San Juan de la Peña (H): 81/88/136/251/252/253/313/324/325.
    Sástago (Z): 147/260.
    Seira (H): 16.
    Sena (H): 236.
    Siresa (H): 207/319. Sopeira (H): 139/327.
    Tamarite (H): 210.
    Tarazona (Z): 180/225/244/249.
    Tauste (Z): 334. Cómo ta usté? Muy bien, gracias. Pueblo natal de Chusé Inazio Nabarro.
    Teruel: 70/71/117/167/173/178/181/205/285/329/330. Tierga (Z): 62.
    Torla (H): 77.
    Torralba (Z): 20.
    Torrecilla de Alcañiz (T): 296.
    Tosos (Z): 294.
    Tramacastilla (T): 246. Trasmoz (Z): 195/328.
    Trasobares (Z): 4/255/257.
    Valdealgorfa (T): 120/278. Valdesgorfa.
    Velilla de Cinca (H): 340.
    Velilla de Ebro (Z): 314.
    Veruela (Z): 211/258.
    Villanueva de Sigena (H) 259.
    Villarroya de la Sierra (Z) 310. Villel (T): 72.
    Yebra de Basa (H): 239.
    Zaragoza: 2/8/12/47/48/49/93/113/132/135/153/160/161/162/169/ 171/191/198/212/217/235/262/269/275/276/300/331/345/152.
    Zuera (Z): 274.
    Aragón: 90/99/105/106.
    Castilla: 154.
    Cataluña: 127.
    Chipre: 130.
    Aibar (NA): 89.
    Amposta (T): 104.
    Belem (Portugal): 350.
    Burdeos: 129.
    Calahorra (Rioja): 24.
    Monterroso (Galicia): 103.
    Montpellier (Francia): 115.
    Nájera (Rioja): 91.
    Palermo: 128.
    Pamplona: 141.
    Peñíscola: 355/356/357/358/359.
    Perpignan: 158.
    Roma: 114.
    San Miguel de Aralar: 96.
    Soria: 100/101/102.
    Tafalla: 92.
    Valencia: 131.
    Sin lugar: 155/206/302/344.

    3. ÍNDICE ANALÍTICO

    Abad: Alaón: Benito Larrás, 327; Leire: García, 108; Montearagón: 169; Rueda: Gastón de Ayerbe, 147; Samper del Salz: Guillermo, 322; San Ponce de Tomeras: 110; San Juan de la Peña: Jimeno, 88; Paterno, 93; Sancho, 320; San Pedro de Tabernas: 90; Veruela: 169.
    Abárzuza, 253.
    ABDALA, alarife turolense, 205.
    ABDELMELIC BEN RAZIN, señor de Albarracín, 196. ABDERRAHMAN, rey de Huesca, 36.
    ABDELAZIZ, gobernador musulmán de Zaragoza, 81. ABDEL-MECH, rey de Zaragoza, 43.
    ABDEMELIC, militar moro de Zaragoza, 81. ABDERRAHMAN AL-GAFEQUI, 343.
    ABD-AL-RAHMAN [III] AL NASIR, califa de Córdoba, 12. ABEL EL MALEK, walí de Jaca, 18.
    ABEN AMED MUTAMIN, alcaide moro de Borja, 52. ABEN-GAMA, gobernador moro de Daroca, 57, 65. ABEN GANYA, rey de Valencia, 63, 64.
    ABEN JAIR, 188. ABEN JAYE, 188.
    ABEN JOT, creador de la jota, 347.
    ABENLUPO, juez moro de Jaca, 239. Abetito, monte, 88.
    Abiego (H), 26, 332.
    Abín Ferruz, almunia, 338.
    ABU-AMER, santón moro de Daroca, 219. Abuán, 224.
    ABUHASALEM, moro de Zaragoza, 198.
    ABU MERUAN, señor moro de Albarracín, 192. ABU ZEYT, rey moro de Valencia, 78, 125.
    ACISCLO, obispo, 239.
    ACMET, moro, 21.
    Acol, antecedente de Alcorisa, 69.
    Acueducto: de Cella, 192. Acumuer (H), 82, 186, 254.
    Adahuesca (H), 240, 332. Adakún (Vid. Alacón).
    ADELFA, mora de Zaragoza, 198. África, 1, 18, 104, 161.
    Agiria (Vid. Daroca).
    AGNES, reina y esposa de Ramiro II, 107. Ágreda (Soria), 100.
    Aguaviva (T), 309, 312.
    Aguasvivas, río, 86.
    ÁGUEDA, santa, 338.
    Aguilaniu (H), 271.
    Aguilar de Alfambra (T), 66. Aguilón (Z), 294.
    AHMAR, moro de Daroca, 189. AHMED BEN IBRAIN, 58.
    AHMED BEN ABD-AL-MALIK, rey de Rueda de Jalón, 59. AIMERICO DE NARBONA, 28.
    AINES, mudéjar turiasonense, 249. Ainielle (H), 342.
    Aínsa (H), 3, 17, 19, 23, 253, 291, 292, 303.
    Aísa (H), 137.
    AIXA, hija del rey de Albarracín, 193; mora de Aquilué, 233. Alacón (T), 196.
    Alagón (Z), 50, 348.
    ALAMAÑAC, compañero de san Jorge, 36. Alaón, monasterio, 327.
    Alarcos, batalla, 63, 155.
    Alarife: Abdalá, de Teruel, 205; Omar, de Teruel, 205. ALBA, esposa del rey Lobo, 231.
    Albalate del Arzobispo (T), 318.
    Albarracín (T), 45, 143, 145, 159, 167, 177, 188, 192, 193, 196, 197, 200, 220, 231,
    246.
    ALBAYACETO, judío de Zaragoza, 212. Albentosa (T), 123.
    Albero Alto (H), 165. Alberuela de Laliena (H), 332. Albigenses: 303.
    ALCADIR, rey moro de Valencia, 197.
    Alcaide: 185, 192, 195, 316; Báguena: Miguel de Bernabé, 175, 176, 177, 178; Borja: Abén Amed Mutamín, 52; Cella, Garcí Núñez (224); Daroca: Pedro Gilbert, 175; Zoma (219); Gallur: 226; Graus: 221; Monreal: Mustafá, 230; Peralta de la Sal: 218; La Puebla de Castro: Alhor Ben Alí, 222; Villel: Setí Mahomat, 72.
    Alcalá, despoblado cerca de Pina (Z), 250. Alcanadre, río, 55, 236, 259, 266, 271, 344.
    Alcañiz (T), 12, 60, 285, 288, 296.
    Alcolea de Cinca (H), 266. Alcoraz, batalla, 34, 36, 37, 52.
    Alcorisa (T), 69, 165.
    Alcubierre (H), 343.
    ALDA, hija de Vicente Belbís, 78. ALDONZA DE ENTENZA, 183.
    ALEJANDRA, dama zaragozana, 276. ALEJANDRO [V], papa, 359.
    Alfajarín (Z), 169.
    Alfambra (T), 67, 173.
    Alfaquí: de Zaragoza, 235; Jahy ben Jaldún, 58. ALFONSO [I], falso, 113.
    ALFONSO [I] EL BATALLADOR, rey de Aragón, 5, 6, 15, 34, 43, 46, 47, 48, 49, 50, 52,
    53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 62, 63, 64, 68, 95, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 104,
    105, 106, 107, 108, 110, 111, 113, 138, 141, 142, 156, 198, 229, 243, 255, 257, 258,
    259, 266, 271, 272, 273, 346.
    ALFONSO [II], rey de Aragón, 66, 68, 70, 71, 74, 76, 113, 144, 155, 199, 259.
    ALFONSO [III], rey de Aragón, 120. ALFONSO [IV], rey de Aragón, 130.
    ALFONSO [V] EL MAGNÁNIMO, rey de Aragón, 131, 132, 160, 161, 173, 311, 314, 316,
    324, 330, 334.
    ALFONSO [VI], rey de Castilla, 101. ALFONSO [VII], rey de Castilla, 59, 63. ALFONSO [VIII], rey de Castilla, 155. ALFONSO DE BARBASTRO, 179.
    Algás: castillo, 68; río, 68.
    Alhambra, 134.
    ALHOR, moro de Zaragoza, 191.
    ALHOR BEN-ALI, alcaide de La Puebla de Castro, 222. ALI MALHALI, moro de Zaragoza, 191.
    ALI MOHAL, moro, 197. ALICIA, 149.
    Aljafería, palacio, 12, 39, 43, 93, 161, 198, 246, 324, 350. Aljama: judía de Barbastro, 289; judía de Zaragoza, 212. ALMANZOR, 154, 223.
    Almazán, 100.
    Almenar, 39.
    Almería, 320.
    Almériz, término de Huesca, 304.
    Almohades: 155.
    Almonacid de la Cuba (Z), 86. Almonacid de la Sierra (Z), 172. Almorávides: 45, 54, 56, 59.
    AL-MOSTAIN, gobernador moro de Zaragoza, 35. AL-MOTAMID, rey de Sevilla, 320.
    ALMUGDAVIR, rey moro de Zaragoza, 93. AL-MUZAFFAR, señor de Lérida, 30.
    ALODIA, santa, 240.
    ALONSO DE ARAGÓN, conde de Ribagorza, 153. ALONSO DE ARHUELLO, arzobispo de Zaragoza, 235. ALONSO DE RUBIELOS, señor de Rubielos de Mora, 73.
    Alpuente, taifa, 196.
    Alquézar (H), 25, 26, 213, 240, 271.
    ALSHAMA, moro de Zaragoza, 191. Altabás, arrabal de Zaragoza, 35. AL-TAMIN, jefe almorávide, 54.
    ALVAR PÉREZ DE AZAGRA, señor de Daroca, 65. ALVAR SÁNCHEZ MUÑOZ, 173.
    ALVARADO, peregrino darocense, 216. AMAD DOLA, rey moro de Zaragoza, 198. Amán, peña, 111.
    Ambel (Z), 51.
    Amezcóa, 253.
    Amposta, 104.
    ANA, santa, 353.
    Andalucía, 59, 168, 320.
    Andorra (T), 308, 309, 318.
    Andorra la Vella, 308, 318.
    ANDRÉS MARTÍNEZ DE GOMBALTE, 177.
    Anento (H), 270.
    ANFORTAS, hijo de Titurel, 325. Aniñón (Z), 307.
    Antequera, 172.
    Antioquía, 68; batalla, 36, 37.
    ANTÓN GUILLEN, 90.
    ANTÓN DE LUNA, 171, 172.
    ANTONIO ARTAL, 162.
    Añavieja, laguna, 244. Apriz, castillo de Jaca, 18. Aquilué (H), 233.
    Aquitania, ducado, 239.
    Ara, río, 17, 267, 291, 342.
    Arabia, 2, 57.
    Aragón, río, 19, 101, 252.
    Aralar, monte, 96.
    Arán, valle, 298.
    Aranda, río, 337.
    Arándiga (Z), 337. Arba de Biel, río, 38.
    Arba de Luesia, río, 238.
    Arco: del Cid, en Calanda, 40.
    ARGENTINA, esposa del conde Garcí Fernández, 154. Arguedas, 209.
    Armas: Aguja de salmar, 72; alabarda, 139; alfanje, 13; almajaneque, 63; arco, 70,
    112, 185; armadura, 165; ballesta, 69, 70, 92; cortaplumas, 25; cuchillo, 72; escudo, 109; espada, 24, 109, 111, 139, 143, 144, 146, 165, 171; espada corta, 127;
    flecha, 97, 112, 185; lanza, 18, 24, 70, 102, 172; máquina, 175, 178; mazas, 35,
    140; puñal, 211, 276; saeta, 34, 95, 188; venablo, 103.
    ARMENGOL, conde, 31.
    ARMENTARIO, conde de Ribagorza, 16. ARNALDO, señor de Castro de Malavella, 182.
    ARTAL, conde y señor de Mequinenza, 149; hijo de Blasco de Alagón, conde de Sástago, 263.
    ARTAL DE ALAGÓN, señor de Gallur, 227.
    ARTAL DE MUR Y PUYMORCA, barón de Aínsa, 303. ARTURO, rey, 325.
    Arzobispo: Zaragoza: 169, 171, 308; Alonso de Arhuello, 235; García Fernández de Heredia, 172, 283; Lope Fernández de Luna, 310.
    Asia, 113.
    Atarés (H), 88, 251.
    Atea (Z), 15.
    Ateca (Z), 134.
    ATO GARCÉS, señor de Barbastro y alférez real, 100. ATÓN, obispo de Pallars, 23.
    Aurín, río, 254.
    AVA, condesa de Ribagorza, 154. Avignon, 147, 331, 359.
    Ayerbe (H), 150, 151, 194, 208.
    Ayerbe de Broto (H), 342. Aytona, 163.
    Azanuy (H), 338.
    AZNAR, conde, 18, 19, 21, 82, 254.
    AZNAR ATÓNEZ, 138.
    AZUCENA, hija de la gitana Estrella, 162.
    Babilonia: Baligante, emir de, 2. Badajoz, 42.
    Báguena (T), 65, 175, 176, 177, 178.
    Bailo (H), 324.
    BALANDRÁN, santo, 256.
    BALIGANTE, emir de Babilonia, 2. BANU HUD, familia, 59.
    BANU JALAFEL, walí de Alquézar, 25.
    Baños: árabes de Tarazona, 225. Barahona, 101.
    BÁRBARA, santa, 294.
    Barbastro (H), 23, 28, 29, 30, 31, 100, 164, 179, 245, 256, 271, 273, 274, 289, 291,
    292, 326.
    Barcelona, 122, 130, 146, 180, 257, 324, 351.
    Barcos: chalanas, 2; galeras, 2.
    Bardallur (Z), 59.
    BARIO, Nuestra Señora de, 3.
    Barón: de Escriche, 144; de Espés, 139; Artal de Mur y Puymorca, 303; Francisco de Ezpeleta, 216.
    Barrancohondo, foz del Guadalaviar, 246.
    Barrio: Alcañiz, Alcañiz Viejo, 60; Calanda, mozárabe, 61; Pina, morería o de la Parroquia, 250; Trasobares, mozárabe, 255; Zaragoza, mozárabe, 243; morería,
    235; Altabás, 35.
    BARTOLOMÉ, san, 294.
    Basarán (H), 342. BASCUEL DE CUTANDA, 179.
    Bastarás (HB), 203.
    Batalla: naval, 104; Aínsa, 17; Alarcos, 63, 155), Alcoraz, 34, 36, 37, 52; Antioquía,
    36, 37; Chío, 301; Cutanda, 54, 56, 58; Épila, 146; Fraga, 55, 63, 68, 99, 100, 104,
    110, 113; Graus, 94; Guadalete, 9; Jaca, 19; Maluenda, 56; Muret, 119; Navas de
    Tolosa, 137, 155, 274; Piedratajada, 33; Zalaca, 63.
    Batea, 68.
    Bea (T), 121.
    Bearn, 274, 320.
    BEATRIZ, de Daroca, 65.
    BEATRIZ DE LUNA, mujer de Blasco de Alagón, conde de Sástago, 263. Beceite (T), 68.
    Belchite (Z), 12, 56, 86.
    Belem (Portugal), 350.
    BELLA, nodriza de la reina Constanza, 180. Belmonte (Z), 6.
    Belsierre (H), 3.
    BELTRÁN, escudero, 21, 145. BELTRÁN GASCON, de Trasobares, 4. BEN AL-AFHIR, cronista, 105.
    BEN ALHAG, moro de Zaragoza, 198. BEN AWARRE, 13.
    BENCIO, obispo de Zaragoza, 8, 16, 93, 298.
    Benabarre (H), 292.
    Benasque (H), 52, 248, 265.
    BENEDICTO, monje de San Juan de la Peña, 252, 253. BENEDICTO [XIII], papa, 316, 331, 355, 356, 357, 358, 359.
    BENITO LARRAS, abad de Alaón, 327. Berbegal (H), 23.
    Berbería, 161.
    Berdejo (Z), 53. Berdún, canal de, 23.
    BERENGUER DE AZLOR, 183.
    BERENGUER DE ENTENZA, señor de Ricla, 228, 301. BERENGUER DE PERATALLADA, 129.
    Bergua (H), 342.
    BERNARDO, fray, 275; san —, fundador del Cister, 257; BERNARDO DE CABRERA, 146.
    BERNARDO DE RIBAGORZA, conde, 23; hijo del conde Ramón, 21, 23. BERNAT AGUILÓ, estafador, 287.
    Besináns (H), 279.
    Beso, fuente de Tarazona, 180. Bestué (H), 3.
    Betorz (H), 240.
    Bielsa (H), 191.
    Biescas (H), 242. Bigorra, conde de, 27. Bijuesca (Z), 53.
    Biscarrués (H), 33.
    BLANCA, reina de Navarra y esposa de Juan II de Aragón, 160; infanta aragonesa, 159. BLANCA DE ANJOU, esposa de Jaime II de Aragón, 130.
    BLANCA DE NAVARRA, reina y mujer de Juan II de Aragón, 163. BLAS, santo, 296.
    BLASCO DE ALAGÓN, 129; conde de Sástago, 147, 263. BLASCO GARCÉS DE MARCILLA, caballero, 70.
    BLASCO MAZA, señor de Gallur, 227. BLASCO PÉREZ, sacristán de Tarazona, 328. Blecua (H), 187.
    Boca del Infierno, 97. Bohemia, ducado, 239.
    Boltaña (H), 191, 241, 267.
    Bono (H), 298.
    Borau (H), 324.
    BORIBONIO, duque de Bohemia o Aquitania, 239. Borja (Z), 7, 51, 52, 106, 107, 195, 232, 258, 321, 347.
    Botaya (H), 81.
    Botín: 18, 64, 86, 92, 104.
    Brecha de Roldán, 111. BRIANDA DE LUNA, 169.
    Bruja: Kundrie, 325; de Trasmoz, 328.
    BUCAR, rey, 45.
    BUCHAR, sobrenombre de Texufín ben Alí ben Yusuf, 104. Bueña (T), 177.
    Buera (T), 25.
    Bujaraloz (Z), 336.
    Burbáguena (T), 125, 353.
    Burdeos, 129.
    BUVES DE COMARCIS, hijo de Aimerico de Narbona, 28.
    Cacabiello, castillo, 10.
    Cadeillán, 241.
    Cadrete (Z), 262.
    CAJAL, 108.
    Calahorra, 24.
    Calamocha (T), 125.
    Calanda (T), 11, 40, 61.
    Calasanz (H), 23.
    Calatayud (Z), 12, 56, 62, 145, 146, 174, 175, 177, 178, 215, 286, 309, 347, 349, 352.
    CALATRAVA, Orden, 68, 137.
    Calcena (Z), 324.
    CALILA, mora de Ricla, 228.
    Calle: Alquézar: San Gregorio, 213; Bujaraloz: Baja, 336; Daroca: Gragera, 219; Ejea:
    Mediavilla, 156; Ramón y Cajal, 156; Fayón: Arrabal, 335; Monzón: Traición, 44;
    Mosqueruela: Ricoshombres, 124; Zaragoza: Buenaire, 12; Sepulcro, 169.
    Camañas (T), 67.
    Camarero real, Pedro Martínez de Bolea, 349.
    Camarlengo real, de Fernando II, 133.
    Campana de Huesca, 109, 110, 111.
    Candespina, 102.
    Canigó, monte, 127.
    Cannes, 343.
    Cañarda, sierra, 199.
    Capella (H), 271, 299.
    Carabantes, 53.
    Carboneras, castillo, 87,
    Carcasona, 343.
    Cárcel: de Florencia, 357. Cariñena (Z), 146, 178, 316.
    CARLOMAGNO, 2, 21, 23, 111, 189.
    CARLOS, rey de los francos, 16; príncipe de Viana, 160, 162, 163.
    CARLOS DE ANJOU, 128, 129.
    CARLOS MARTEL, 343.
    CARLOS [III] DE NÁPOLES, 130.
    Cartuja: de Nuestra Señora de Fuentes, 263. Casasnovas, 87.
    Caspe (Z), 37, 131, 171, 172, 280, 283, 285, 288.
    Castejón de las Armas (Z), 134. Castejón de Valdejasa (Z), 209. Castellote (T), 199.
    Castelnou (T), 270.
    Castelserás (T), 296. Castiello de Jaca (H), 268.
    Castilla, 24, 45, 64, 91, 92, 94, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 105, 131, 133, 135, 140, 143,
    146, 154, 171, 175, 177, 178, 209, 255, 273, 310, 349.
    Castillo: Abuán, 224; Aguilar de Alfambra, 66; Alacón, 196; Alagón, 50; Albarracín,
    143, 193; Albentosa, 123; Albero Alto, 165; Alcañiz, 60; Alcolea, 266; Alfajarín,
    169; Algás, 68; Alquézar, 25; de Antón de Luna, 171; Apriz, en Jaca, 18; Ayerbe,
    194; Báguena, 176, 177, 178; Barbastro, 28, 29; Batea, 68; Belmonte, 6; Bijuesca,
    53; Borja, 7, 52; Cacabiello, 10; Calatayud, 56; Carboneras, 86; Castejón de las
    Armas, 134; Castro de Malavella, 182; Panifico, en Cercito, 82; Peña, 126; Peñíscola, 316, 355, 356, 357, 358; Peralta de la Sal, 218; Pitilla, 126; Pomar, 116; Ricla, 225; Rueda de Jalón, 43; Sabiñán, 237; Santa María de Eruson, 82; Sástago, 147; Sora, 156; Sos, 184; Suelves, 84; Tamarite, 210; Tarazona, 180; Tierga, 62;
    Trasmoz, 51, 126, 195, 328; Trasobares, 4; Valtierra, 209; Villel, 72.
    Castro de Malavella, 182. CATALINA, endemoniada, 317.
    Cataluña, 135, 171, 266.
    Catarroja, 301.
    Catedral: Albarracín, 143; Barbastro, 289, 290; Barcelona, 122; Jaca, 43; Valencia,
    131, 307; San Salvador de Zaragoza, 132, 146, 172, 212, 235, 287, 316.
    Caulor, 59.
    Cazorla, tratado, 155.
    Cea, río, 64.
    Cella (T), 70, 192, 224, 330.
    Centenero (H), 10. CÉNTULO DE BEARN, 320.
    CÉNTULO DE BIGORRA, conde, 138.
    Cercito (H), 82, 254.
    Cerdeña, 353.
    Cervera de la Cañada (T), 297.
    CHAFAR AMAD BEN HUD, llamado Zafadola, 59. Chaves, cueva, 203.
    Chía (H), 248.
    Chinchín, puerta de Graus, 222. Chío (H), castillo, 301.
    Chipre, 130.
    Chistau (Vid. Gistaín).
    Ciezmo, monte de Tarazona, 249. Cillas (H), 342.
    Cimballa (Z), 309.
    Cinca, río, 3, 14, 17, 22, 31, 55, 64, 116, 122, 139, 191, 204, 262, 266, 271, 291, 340.
    Cinco Villas, 156.
    Cinegia, puerta de Zaragoza, 8. CIRIACO, obispo de Zaragoza, 319. CÍSTER, orden, 257.
    CLARA, muchacha de Tarazona, 180. Clarés, río, 20.
    CLARIÓN DE VAUDUNE, 28.
    CLEMENCIO, acólito de san Visorio, 241. CLEMENTE, papa, 331.
    Cóculo, monte, 252.
    Cofradía: Albentosa: Nuestra Señora de los Angeles, 123; Belchite, 86; Binaced, San Marcos, 87; Pedrola: Nuestra Señora de los Angeles, 168; Zaragoza: del Rosario, 275, 276.
    Colegiata: Ejea: San Salvador, 156; Mora de Rubielos, 280. Colliure, 355, 356.
    Comendador: Berenguer de Azlor, de Santiago, 183; de San Miguel de Foces, 213. Comminges, 274.
    Compromiso de Caspe: 131, 171, 288.
    Comunidad: Albarracín, 177; Calatayud, 177, 309; Daroca, 177, 307; Teruel, 124, 177.
    Concilio: 16; Constanza, 359; Pisa, 359.
    Conde: Armengol, 31; Artal, señor de Mequinenza, 149; Gómez de Candespina, 102; González Salvadórez, 43; Guillermo de Poitiers, 56; Lope de Luna, 146; Nuño Álvarez de Lara, 43; Ramón, 21; Waldo, hijo de don Rodrigo, 18; Alfambra: Rodrigo, 67; Aragón: Fortún Jiménez, 88, 239; García Aznar, 136; Atarés: 88; Barbastro: 245; Barcelona: Ramón Berenguer IV, 65, 257; Bigorra: 27; Céntulo, 138; Camañas: Rodrigo, 67; Castellano: Fernán González, 154; Garcí Fernández, 154; Sancho, 95; Castilla: García Ordóñez de Nájera, 35, 36; Gonzalvo, 36; Gutierre
    Fernández, 59; Rodrigo Martínez, 59; Entenza: Fernando, 164; Jaca: Aznar, 18,
    19, 21, 82, 254; Galindo, 21, 82, 254; Poitou: 106, 107; Provenza: Ramón, 119; Ribagorza: Alonso de Aragón, 153; Armentario, 16; Bernardo, 21; Ramón II, 154;
    Sancho, 92; Sástago: 260, 263; Urgell: 262, 283; Jaime, 171, 172.
    Condesa: de Urgell, 132; Ava, de Ribagorza, 154; Blanca de Navarra, de Ribagorza, 160; Garsenda de Ribagorza, 154; Hermenjart, 28; Maribel, hija de Fernando de Entenza, 164.
    CONRADINO, sobrino de Manfredo de Sicilia, 128, 129. CONRADO DE LLANZA, 129.
    Conserans, obispo de, 274. Constantinopla, 323, 351.
    Constanza, 359.
    CONSTANZA, reina de Aragón y mujer de Pedro III, 128, 180. Córdoba, 9, 12, 28, 29, 63, 154, 189.
    CORNELIO, hermano de santa Orosia, 239.
    Corporales: Aguaviva, 309, 312; Andorra, 308, 309; Aniñón, 307; Daroca, 146, 216,
    301, 312; Fraga, 309, 311; Montearagón, 309; San Juan de la Peña, 313.
    CORSOUT DE TABARIE, moro, 28.
    Cortes: Aragón, 336;
    Borja, 106, 107;
    Monzón, 106, 107;
    Teruel, 330;
    Zaragoza, 169.
    Cortillas (H), 342.
    Cretas (T), 68.
    CRISTINA, hija del Cid, 119.
    Crucelos, 332.
    Cuarte de Huerva (Z), 262.
    Cubel (Z), 80.
    Cuenca, 58, 196.
    Cueva: Biescas, 242; El Grado, 204; Rasal, 234; San Juan de la Peña, 251; San Vicente de Labuerda, 241; Yebra de Basa, 279; Chaves, en Bastarás, 203; Forato de la Mora, en Aquilué, 233; de la Mora, en Guadalaviar, 200.
    Cuevas de Cañart (T), 201. Cutanda (T), 54, 56, 58, 125.
    Dachera, puerto, 190.
    Daroca (Z), 9, 56, 57, 58, 65, 78, 79, 125, 146, 175, 176, 177, 178, 189, 216, 219, 229,
    287, 301, 306, 307, 312.
    Daymús, despoblado, 340.
    Despoblados: Alcalá, cerca de Pina, 250; Daymús, 340; El Castellar, 100, 102, 162, 209;
    Lascasas de Sevil, 332; Niablas, 342; Novillas, 5; Saz, 15; Torrenublos, 41; Villa,
    333.
    DIEGO, escudero, 145.
    Diócesis: Lérida, 262; Zaragoza, 298.
    DIONÍS, rey de Portugal, 180, 350.
    DOMINGA LÓPEZ, mujer de Vicente Belbís, 78. DOMINGO: santo, 275, 276, 277, 300, 302; beato, 279. DOMINGO DE LA FIGUERA, mercader, 129.
    DOMINGUITO DE VAL, 212.
    DONATO, abad de San Pedro de Tabernas, 16.
    Ducado: Bohemia o Aquitania, Boribonio y Ludemila, 239; Híjar, 157; Villahermosa, Alonso de Aragón, 153.
    Ebro, río, 2, 3, 4, 5, 9, 12, 13, 20, 24, 32, 33, 39, 42, 46, 47, 50, 54, 56, 81, 94, 95, 99,
    102, 104, 132, 147, 156, 169, 172, 189, 190, 209, 212, 218, 227, 243, 255, 259, 260,
    264, 269, 305, 314, 319, 341, 344, 348.
    Echo (H), 97, 112, 190, 254.
    EDUARDO, rey de Inglaterra, 129.
    Ejea de los Caballeros (Z), 27, 46, 98, 156, 277. Exea.
    El Burgo de Ebro (Z), 243, 341.
    El Castellar, hoy despoblado, 100, 102, 162, 209; monte de Mora de Rubielos, 74.
    El Frasno (Z), 133.
    El Grado (H), 204. El Pilaret, 340.
    ELENA, santa, 242.
    ELISENDA DE MONCADA, mujer de Jaime II de Aragón, 130. ELOÍSA, hija del rey de Chipre, 130.
    ELVIRA, 181; mujer de Alfonso de Barbastro, 179.
    Endemoniada: Aínsa, 291; Piedra, 281; Soria, Catalina, 317.
    Enfermedades: cólera, Villa, 333; dolor de genitales, Pedro I, 96; lepra, Fayón, 335; mal de amores, 343; migraña, 343; peste, Azanuy, 338; Bujaraloz, 336; Lascasas de Sevil,
    332; Niablas, 342; Peñarroya de Tastavíns, 339; Vallibona, 339; Villa, 333; quebradura, 318; reumatismo, 343.
    ENRIQUE [III] EL DOLIENTE, rey de Castilla, 161.
    Épila (Z), 146.
    Ermita: 47, 80, 85, 96, 116, 119, 122, 131, 166, 229, 242, 247, 257, 262, 263, 269, 275,
    300, 304, 340.
    Escalas, paso, 327.
    Escartín (H), 342.
    Escatrón (Z), 147, 264.
    Esclavo: 71, 72; aragonés en Jerusalén, 352; Gracia, cristiana, 76; Teófilo, cristiano de
    Zaragoza, 198.
    Escó (Z), 126.
    Escondilla, 72.
    Escriche (T), 144.
    Escudo: Aragón, 17, 22; Justicia de Aragón, 331; los Aysa, 137; los Isarre, 26; Alcorisa, 69; Caspe, 37; Jaca, 19; Maella, 148; Monzón, 44.
    Escultor: peregrino, 266, 267; de Zaragoza, 300; de Jaime I, 122.
    Esera, río, 22, 248, 290, 315.
    Espada: de Jaime I, 118; de don Lope Juan, 108; «Durandel», de Roldán, 344; «Preclara», del conde Bernardo, 21; «Tizona», del Cid y Jaime I, 119; «San Martín», de Jaime I, 119; «Villardell», de Jaime I, 119, 120.
    ESPARZA, 141.
    ESPÉS, barón de, 139.
    ESTEBAN, obispo de Huesca, 271, 272, 273, 299. ESTEFANÍA, reina de Pamplona, 94.
    Estercuel (T), monasterio, 261. ESTHER, judía de Alquézar, 213. ESTRELLA, gitana, 162.
    Europa, 325, 331. EUROSIA (Vid. OROSIA).
    EVANCIO, monje pinatense, 320. Extremadura, 59.
    Fabara (Z), 152.
    FACUNDO, mártir, 64. Falsificador: de moneda, 328. Fantova (H), 279.
    FÁTIMA, señora musulmana de Mora, 73. Fayón (Z), 68, 335.
    FELIPA DE LA CASA, 292. FELIPE [III] DE ANJOU, 161. FÉLIX, santo, 252, 253, 313.
    FERNANDO, infante, 146; hermano de Pedro II de Aragón, 126; conde de Entenza, 164.
    FERNANDO [I], rey de Aragón, 131, 132, 171, 172, 283, 288, 355, 356, 358; rey de Castilla, 24, 91, 92.
    FERNANDO [II], rey de Aragón, 133, 134, 135, 153, 209, 263, 314.
    FERNÁN GONZÁLEZ, conde de Castilla, 154. FERRER DE LANZA, justicia de Aragón, 311. FERRIZ, 108.
    FIRMINIANO, acólito de san Visorio, 241.
    FLOR, amante de Arnaldo, señor de Castro de Malavella, 182. Florencia, 357.
    FLORINDA, la Caba, 1.
    Flumen, río, 111, 344.
    Forato de la Mora, cueva de Aquilué, 233. FORTÚN, 139; Maza, 35; obispo de Jaca, 88. FORTÚN DE GARDE, 90.
    FORTÚN JIMÉNEZ, conde de Aragón, 88, 239. FORTUÚN DE LIZANA (Vid. Fortún de la Maza).
    FORTUÑO FERNÁNDEZ DE HEREDIA, señor de Godojos, 353. FORTUÑO DE VIZCARRA, 13.
    Foz: de Barrancohondo, en el río Guadalaviar, 246.
    Fraga (H), 31, 55, 63, 64, 68, 99, 100, 104, 110, 113, 266, 309, 311, 340.
    Francia, 1, 2, 28, 107, 128, 129, 154, 191, 239, 257, 268, 274, 298, 303, 331, 344, 349.
    FRANCISCO DE EZPELETA, barón de Daroca, 216. FRANCISCO DE VILLANUEVA, juez de Teruel, 330.
    Frías (T), 193.
    Fuenclara, monasterio, 262.
    Fuente: Barbastro, 30; Beso (Tarazona), 180; de la Bóveda (Sos), 184; Cella, 224;
    Mentirosa (Frías), 193; Monzón, 118; Rasal, 208; Saso (Monzón), 119, 122; San
    Juan (Tarazona), 244.
    Fuentes de Ebro (Z), 12, 341. Fuentes de Jiloca (Z), 174.
    Fuero: del Reino, 136; Pamplona, 141; Sobrarbe, 326; Teruel, 71, 178, 330.
    Gaeta, 314.
    Galias, 2, 103, 343.
    GALIANO GALINAS, cristiano de Chía, 248.
    GALINDO, conde, 21, 82, 254; hermano de García Aznárez, 138.
    Gállego, río, 10, 194, 269, 274.
    Gallipienzo, 126.
    Gallocanta (Z), 58.
    Gallur (Z), 42, 126, 226, 227.
    GARCÍA, monje pinatense, 320; abad de Leire, 108; obispo de Zaragoza, 171.
    GARCÍA [III], rey de Pamplona, 91, 92, 93, 94, 108.
    GARCÍA AZNAR, de Trasobares, 4.
    GARCÍA AZNÁREZ, señor de Latrás, 138; señor del valle de Tena, 320. GARCÍ FERNÁNDEZ, conde castellano, 154.
    GARCÍA FERNÁNDEZ DE HEREDIA, arzobispo de Zaragoza, 172, 283.
    GARCÍA ÍÑIGUEZ, rey de Pamplona, 89, 90; rey de Sobrarbe, 19.
    GARCÍA JIMÉNEZ, rey de Sobrarbe, 17, 253.
    GARCI NÚÑEZ, señor de Cella, 224.
    GARCÍA ORDÓÑEZ DE NÁJERA, conde de Castilla, 35, 36. GARCÍ PÉREZ, escudero, 145.
    GARCÍA SÁNCHEZ [II], rey de Pamplona, 88.
    GARSENDA, esposa del conde Ramón II de Ribagorza, 154. Gas, río, 19.
    Gascuña, 27, 35.
    GASTÓN DE AYERBE, abad del monasterio de Rueda, 147. GASTÓN DE ESPES, 27.
    Gavarnié, 344.
    Gelsa (Z), 250.
    Génova, 331.
    Germania, 2.
    Gerona, 130.
    Gibraltar, 1, 4, 7.
    GIL, santo, 295; hermano de Pelegrín de Atrosillo, 165. GIL DE ATROSILLO, señor de Estercuel, 261.
    GINÉS, santo, 295.
    GINFAR AMAD, rey de Rueda de Jalón, 43. GIOMAIL BEN ZEYAN, moro de Valencia, 78. GISBERTA, esposa de Fortuño de Vizcarra, 13. Gistaín (H), 90, 191, 202.
    GLAFAR, rey moro de Rueda de Jalón, 43. Godojos (Z), 353.
    GÓMEZ DE CANDESPINA, conde, 102. GONZÁLEZ SALVADÓREZ, conde, 43.
    GONZALO GARCÍA, mayordomo del infante Jaime, 329. GONZALVO, conde de Castilla, 36.
    GRACIA, esclava cristiana, 76.
    Gran maestre: Juan Fernández de Heredia, de la Orden de Malta, 354. Granada, 134, 168.
    Graus (H), 94, 221, 222, 271, 290, 291, 292, 315.
    GREGORIO, santo, 269; beato, 279; papa, 319.
    GREGORIO [VII], papa, 319, 320. GREGORIO [XII], papa, 359.
    Grial: 307, 324, 325.
    Griegos (T), 188, 220.
    Gruta del Gato, en Monreal, 197.
    Guadalaviar, río, 72, 143, 159, 192, 200, 224, 246.
    Guadalope, río, 296.
    Guara, sierra, 111, 191.
    Guarrinza, valle, 190.
    Guaso (H), 19.
    GUILEIN, hijo de Buvés de Comarcís, 28.
    GUILLÉN DE MONTRODÓ, maestre del Temple, 119.
    GUILLERMO, abad de Samper del Salz, 322; obispo de Pamplona, 48.
    GUILLERMO DE POITIERS, conde, 56.
    GUIRART, hijo de Buvés de Comarcís, 28. Gurrea (H), 34.
    GUTIERRE FERNÁNDEZ, conde, 59.
    GUZMÁN, cristiano de Ricla, 228. GUZMÁN EL BUENO, 177.
    HERMENJART, condesa, 28.
    HERNANDO, conde del castillo de Abuán, 224.
    HERNANDO DÍEZ DE AUX, caballero de Daroca, 79. HERNANDO SÁNCHEZ, de Trasobares, 4.
    Híjar (T), 12, 157.
    Horca, cerro, en Villel, 72.
    Horno: Villel, 72. Horta de San Juan, 68
    Hospedería: Boltaña, 267; Castiello de Jaca, 268. Hospital: Boltaña, 267; Lascasas de Sevil, 332. HOSPITAL, Orden, 87.
    Huecha, río, 347.
    Huerva, río, 262, 305.
    Huesca, 8, 30, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 91, 93, 95, 104, 107, 109, 110, 140, 146, 165, 191,
    208, 232, 233, 240, 271, 274, 293, 299, 304, 323.
    HUGO DE LUSIGNAN, rey de Chipre, 130. HURTADO, renegado cristiano, 78.
    Ibieca (H), 214.
    Ibiza, 77.
    IBN ABDALA, gobernador de Zaragoza, 189.
    Iglesia: Alcolea: San Juan Bautista, 266; Andorra: Santa María Magdalena, 308; San Julián, 318; Ayerbe: San Pedro, 150; Burbáguena: parroquial, 353; Daroca: San Marcos, 301; Santa María la Mayor, 125; Ejea: Santa María, 156; Escatrón: San Javier, 264; Graus: San Miguel, 315; Loarre: mozárabe, 1; Montalbán: parroquial, 183; Munébrega: parroquial, 282; Teruel: San Martín, 205; San Salvador, 205; Santa María, 329; Zaragoza: San Gil, 212; San Miguel de los Navarros, 243, 341; Santa María la Mayor, 8, 12, 198, 269.
    Illueca (Z), 316.
    INDALECIO, san, 253, 313, 320.
    Inglaterra, rey, 129.
    INOCENCIO [III], papa, 114, 119.
    Inogés (Z), 352.
    ÍÑIGO, san, 215.
    ÍÑIGO ARISTA, rey de Pamplona y Sobrarbe, 22, 90.
    ÍÑIGO DE AXUAR, 108.
    ÍÑIGO FORTUÑONES, 142.
    ÍÑIGO ZAIDÍN, alférez y amigo de Jaime I, 77.
    Inquisidor: Pedro de Arbués, 294.
    ISABEL, doncella de Borja, convertida en Zaida, 52. ISABEL LA CATÓLICA, reina, 133, 153.
    ISABEL DE PORTUGAL, infanta aragonesa, mujer de Dionís de Portugal, 180, 350.
    ISABEL SEGURA, amante de Teruel, 167.
    ISABEL DE URREA, 146.
    Isábena, río, 21, 290, 315.
    ISARRE, hermanos, 26.
    Isuela, río (del Moncayo), 62, 257, 337; (del Pirineo), 344.
    Italia, 161.
    Jaca (H), 18, 19, 21, 23, 108, 138, 239, 251, 255, 313, 320, 324. JAHY BEN JALDUN, alfaquí, 58.
    JAIME, conde de Urgell, 171, 172; hijo de Jaime II, 329; san, 41.
    JAIME [I], rey de Aragón, 75, 76, 77, 78, 79, 86, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 121, 122,
    123, 124, 125, 126, 157, 158, 165, 301, 321, 322, 328.
    JAIME [II], rey de Aragón, 130, 329.
    JAIME DE BOLEA, 183.
    JAIME DÍEZ DE AUX, caballero de Daroca, 57. JAIME PÉREZ EL MENOR, juez de Teruel, 329.
    JAIME DE URGELL, 132.
    Jalón, río, 43, 50, 56, 75, 134, 174, 215.
    Jérica, 197, 301.
    Jerusalén, 130, 352.
    Jiloca, río, 58, 174, 175, 197, 215, 306.
    JIMENA, esposa del Cid, 24.
    JIMENO, abad de San Juan de la Peña, 88.
    JIMENO GARCÉS, 142.
    JIMENO DE RADA, tenente, 126.
    JORGE, san, 34, 36, 37, 41, 52, 338.
    JOSÉ DE ARIMATEA, 324.
    JUAN, san, 269; Fray, 78; herrero, 211; habitante de Escatrón, 264; rey de Navarra, 314; rey de Portugal, 314.
    JUAN [II], rey de Aragón, 133, 153, 160, 162, 163, 186, 307.
    JUAN ALBIR, habitante de Magallón, 166.
    JUAN DE ARAGÓN, infante de Aragón, luego Juan II, 160. JUAN DE ATARÉS, eremita, 251, 252, 253.
    JUAN BAUTISTA, san, 251, 252, 266.
    JUAN FERNÁNDEZ DE HEREDIA, Gran maestre de la Orden de Malta, 354.
    JUAN LER, anacoreta, 260.
    JUAN DE LUNA, sobrino de Benedicto XIII, 316; el Jaque, de Daroca, 9.
    JUAN MARTÍNEZ DE MARCILLA, 173; amante de Teruel, 167.
    JUAN MIGUEL, pastor de Tena, 186.
    JUAN MORENO, caballero de Daroca, 79.
    JUAN DE LA PIEDAD, habitante de El Frasno, 133.
    JUAN DE PRÓCIDA, caballero siciliano, 128.
    JUAN RODRÍGUEZ DE SALAMANCA, compromisario, 171. JUAN XIMÉNEZ CERDÁN, justicia de Aragón.
    JUANA, reina de Nápoles, 161.
    JUANA ENRÍQUEZ, esposa de Juan II de Aragón, 133, 163.
    Judíos: aragoneses, 284, 308; darocenses, 58; Barbastro, 31, 245, 289; Calatayud, 215;
    Ibieca, 214; Lérida, 210; Munébrega, 282, Peñalba, 283; Tamarite, 210; Teruel,
    285; Trasmoz, 211; Zaragoza, 132, 212, 217; Albayaceto, de Zaragoza, 212; Esther, de Alquézar, 213; Leví, de Alquézar, 213; Manasés, de Daroca, 216.
    Juegos: ajedrez, 126; dados, 126; pelota, 150.
    Juez: Alquézar, musulmán, 240; Bujaraloz, 336; Huesca, Zumail, 240; Jaca, Abenlupo, 239; Peñarroya de Tastavíns, 339; Teruel, 173, 178; Francisco de Villanueva, 330; Ibáñez Domingo Mortón, 71; Jaime Pérez el Menor, 329; Martín de Orihuela, 330.
    Juglar, 179, 345.
    JULIÁN, conde visigodo, 1. Juslibol (Z), 209, 269.
    Justa: Burdeos, 129; Peralta, 39; Soria, 101.
    Justicia: Ferrer de Lanza, de Aragón, 311, 326; Juan Ximénez Cerdán, de Aragón, 331.
    JUSTINA, pastora de Tarazona, 244. KUNDRIE, bruja, 325.
    La Almunia de Doña Godina (Z), 172, 223. La Codoñera (T), 296.
    La Fresneda (T), 185.
    La Ginebrosa (T), 312.
    La Iglesuela del Cid (T), 41. Labuerda (H), 241.
    Lagueruela (T), 121.
    Lanaja (H), 55, 263.
    Langa (Z), 229.
    Lagres (Francia), 343.
    Las Arcas, puerto de montaña, 139. Las Facenas, 87.
    Las Tiesas, 137.
    Lascasas de Sevil, despoblado, 332. Laspuña (H), 3.
    Lastra, monte, 145.
    Latrás (H), 138.
    LEANDRO, san, obispo de Sevilla, 319. Leciñena (Z), 166, 321.
    Lecumberri (Navarra), 90.
    Leire, monasterio, 108.
    León, 64, 102, 179.
    LEÓN ISAURIO, emperador de Constantinopla, 351. LEONOR SESÉ DE URREA, 162.
    Lérida, 63, 93, 99, 163, 210, 262, 266; Al-Muzaffar, señor de, 30. Lerins, isla de Francia, 343.
    Levantamiento: campesino de Maella, 148. LEVÍ, judío de Alquézar, 213.
    LICER, san, 269, 274.
    Lizana, 165.
    LIZANA, noble, 111.
    Lledó (T), 68.
    Loarre (H), 1, 194.
    Lobera de Onsella (Z), 277.
    LOBO, en realidad Muhammad ben Mardanis, rey, 45, 231. LOPE DE ALBERO, señor de Alcorisa, 165.
    LOPE ARTAL DE AZLOR, noble, 162.
    LOPE FERNÁNDEZ DE LUNA, arzobispo de Zaragoza, 310. LOPE JUAN, espada de don, 108.
    LOPE XIMÉNEZ DE URREA, 169.
    LÓPEZ DE GURREA, hermanos, 34.
    LOPE DE LUNA, el «caballero de la espuela», primer conde de Luna, 146. LORENZO, san, 324, 325.
    LUDEMILA, duquesa de Bohemia o Aquitania, 239. Luesia (Z), 238.
    LUIS CORNEL, 169.
    LUIS DE FRANCIA, santo y rey de Francia, 28, 128. Luna (Z), 38.
    Lupiñén (H), 295.
    MACARIO, SAN, 318.
    Maella (Z), 148, 284.
    Maestrazgo, 40, 41.
    Maestre: Guillén de Montrodó, del Temple, 119. Magallón (Z), 78, 166, 321.
    Maladeta, Pico, 252, 298.
    Malanquilla (Z), 53.
    Maleján (Z), 347.
    Mallén (Z), 5, 163.
    Mallo, castillo, junto a Mosqueruela, 76. Mallorca, 77, 261.
    Malta, isla y orden, 354. Maluenda (Z), 56, 174.
    MANFREDO, trovador, 213; rey de Sicilia, 128, 129; paje de la reina Constanza, 180. Manises, 301.
    MANRIQUE DE LARA, trovador, 162.
    MARCELO, monje de San Juan de la Peña, 252, 253. MARCOS, cofradía, 87.
    Marcuello (H), 194.
    MARÍA, joven de Alquézar, 25; cristiana de Daroca, 219; nombre cristiano de Zulima, 222; reina y esposa de Pedro II, 115; reina y esposa de Alfonso V, 161, 311.
    MARÍA BAYOD, hija natural de Jaime I, 157.
    MARÍA DE LUSIGNAN, hija del rey de Chipre y esposa de Jaime II, 130.
    MARÍA PÉREZ, la Varona, 101.
    MARIBEL, condesita, hija de Fernando de Entenza, 164. MARIETA, Zaida de mora, 221.
    Marqués: de Ayerbe, 150, 151;
    Marqués de Suelves, 84.
    Martín, río, 85, 157.
    Mártires: de Zaragoza, 198; Orosia, 239;
    San Pedro de Arbués, 314. MARSILIO, walí de Zaragoza, 2, 20.
    MARTÍN, santo, 254; hijo de Fortuño de Vizcarra, 13; obispo de Albarracín, 143.
    MARTÍN [I], rey de Aragón, 171, 172, 215, 280, 309, 324.
    MARTÍN [V], papa, 359.
    MARTÍN DE ALPARTIR, cronista, 316.
    MARTÍN DE AYSA, 137.
    MARTÍN GONZÁLEZ, caballero aragonés, 24.
    MARTÍN MARTÍNEZ DE GOMBALTE, 177.
    MARTÍN DE ORIHUELA, juez de Teruel, 330.
    MARTÍN PÉREZ, señor de Escondilla y de Villel, 72.
    MARTÍN PÉREZ DE LUNA, noble aragonés, 125.
    MARTÍN PÉREZ DE VILLEL, señor de Ricla, 228.
    MARTÍN DE RAVANERA, 65.
    MARTÍN VISAGRA, vecino de Daroca, 306.
    MARTINA, pastora de Acumuer, 186; prometida de Hernando Díez de Aux, 79.
    MARTINA PÉREZ DE LOZANO, fundadora de la cofradía de San Marcos, en Binaced, 87.
    Mas de Ferrer (H), 292.
    Mas de la Pudiola, 292.
    Matamoros, barranco, 20.
    Matarraña, río, 68, 148.
    MATEO MARTÍNEZ, mosén darocense, 301.
    MATILDE, prometida de Juan de Luna, 9.
    Mayordomo: Gonzalo García, del infante Jaime, 239. Mediano (H), 14.
    Medicinas: brebajes, 343; conjuros, 117; hierbas, 117; medicinas de san Caprasio, 343; músicas, 117; pócima, 67; quitamiedos de Robres, 346; sopas de ajo, 117.
    MELEK, hijo del walí de Albarracín, 224.
    MELILAH, princesa mora, 57.
    MENCIA, mujer de Arnaldo, señor de Castro de Malavella, 182. Mequinenza (Z), 149.
    Mercado: Bujaraloz, 336; Valencia, 71; Zaragoza, 172.
    METODIO, santo, 239.
    Mezquita: Daroca, 219.
    Midi, 269.
    MIGUEL, arcángel san, 48, 74, 310, 334.
    MIGUEL DE BERNABÉ, alcaide de Báguena, 175, 176, 177, 178. MIGUEL IN EXCELSIS, santo, 96.
    MIGUEL PÉREZ ZAPATA, señor de Cuarte, Cadrete y Purroy, 262. Milagro, 209.
    Mirabayo, paradero, en Híjar, 157. Miralsot (H), 340.
    MOHAMAD, moro turolense, 205.
    MOHAMED ALTABILL, rey moro de Zaragoza, 191. Molina de Aragón, 58, 145, 196.
    Molino: Albentosa (de Arriba), 123; Villel, 72. Momagastre, castillo, 32.
    Mombrún, 87.
    Monasterio: Alaón, 327; Fuenclara, 262; Leire, 108; Montearagón, 99, 169, 309, 323;
    Montserrat, 351; Piedra, 145, 182, 281, 309, 317; Predicadores, de Zaragoza, 275;
    Rueda, 147, 264; Samper del Salz, 322; San Juan de la Peña, 17, 19, 81, 88, 93,
    104, 136, 251, 252, 253, 313, 320, 324, 325; San Martín de Cercito, 82, 254; San
    Pedro de Siresa, 82, 97, 207, 254, 255, 257, 319, 324; San Pedro de Tabernas, 16,
    90, 324; San Ponce de Tomeras, 107, 110; Santa Cruz, 90; Santa Fe, 262; Santa
    María de Obarra, 21, 23, 139; Selvamayor, 27; Sigena, 155, 259; Trasobares, 255,
    257; Trinitarios, de Daroca, 306; Veruela, 169, 211, 258.
    Moncayo, 62, 195, 211, 244, 257, 258, 324.
    Monedas: aragonesa, 328; mazmudinas, 126; morabetinos, 126, 209; morabetinos aiars, 126; morabetinos alfonsinos, 126; morabetinos lupinos, 126; siclos de plata, 88.
    Monegros, 55, 155, 259, 263, 283.
    Monreal del Campo (T), 65, 197, 230.
    Montalbán (T), 170, 173, 183. Monte Mayor (antigua Luna), 38. Monte Perdido, pico, 77.
    Montearagón, monasterio, 99, 169, 309, 323.
    Monteros: reales, 97.
    Monterroso, 103.
    Monler, santuario, 260.
    Monsalvat (Vid. San Juan de la Peña). Montpellier, 115, 301.
    Monzalbarba (Z), 166, 305.
    Monzón (H), 39, 44, 77, 83, 106, 107, 116, 118, 119, 122, 126.
    Mora: 65; de Albarracín, 220; de la Basa, 202; Bastarás, 203; Borja, 232; Gallur, 226;
    Guadalaviar, 200; Guarrinza, 190; Luesia, 238; Rasal, 208, 234; Sabiñán, 237; Sallaón, 204; Saravillo, 206; Sena, 236; Siresa, 207; Tarazona, 225; Aixa, de Albarracín, 193; Aixa, de Aquilué, 233; Calila, de Ricla, 228; Fátima, de Mora, 73; Serena Alma, de Gallur, 227; Zaida, de Cella, 192; Zoraida, de Teruel, 205.
    Mora de Rubielos (T), 73, 74, 280.
    Morata (Z), 174.
    Morella, 100, 132, 163, 261.
    Morería de: Pina, 250; Zaragoza, 47, 49, 235.
    Morilla de Ilche (H), 256. Mosqueruela (T), 76, 124.
    Mozárabes: 13, 15, 20, 42, 60, 61, 137, 152; Cretas, 68; Daroca, 219; Huesca, 240; La
    Almunia, 223; Loarre, 1; Peralta de la Sal, 218; Tamarite, 210; Tarazona, 244;
    Trasobares, 255, 257; Zaragoza, 243, 305, 341; Pedro Cardona, valenciano, 78.
    Mudéjares: 49, 194, 205, 208, 230; Borja, 232; Langa, 229; Pina, 250; Tamarite, 210;
    Zaragoza, 235; Ainés, turiasonense, 249; alcaide de Graus, 221; Tocón, 229.
    MUDIELOS, hermanos, 34. Muela, en Teruel, 70.
    Muela de San Juan, 188, 200.
    MUHAMMAD BEN MARDANIS, llamado rey Lobo, 231. MUHAMMAD BEN MAXIN, de Zaragoza, 12.
    MULEY TAREC, gobernador moro de Valencia, 347. Munébrega (Z), 282, 354.
    Muniesa (T), 247.
    Muralla: Alagón, 50; Aguilar de Alfambra, 66; Albarracín, 193; Báguena, 175, 176;
    Bijuesca, 53; Bueña, 177; Calatayud, 215; Constantinopla, 351; Daroca, 58, 146,
    175, 189; Ejea, 156; Fraga, 63; Fuentes de Jiloca, 174; Huesca, 34, 95, 140; Lizana, 165; Mora de Rubielos, 74; Muela de San Juan, 188; Pomar, 116; Teruel, 178;
    Valencia, 79; Zaragoza, 47, 48, 56, 172, 300, 305.
    Murcia, 59, 63, 64, 231.
    Murero (Z), 15.
    Muret, batalla, 119.
    MURID OMED, moro de Daroca, 57.
    Música: flauta, 67; tamboril, 161; trompeta, 161. MUSTAFA, alcaide moro de Monreal, 230.
    MUZA, 8, 10, 18, 189.
    Nájera, corte de, 91.
    Nápoles, 130, 160, 161, 314, 349.
    Narbona, 343; obispo de, 79; Aimerico de, 28.
    Navarra, 19, 51, 90, 126, 163, 177, 186, 314.
    Navas de Tolosa, batalla, 137, 155, 274.
    Niablas, despoblado, 342.
    Nimes (Francia), 343. Noguera Ribagorzana, río, 21. Nonaspe (Z), 68, 142.
    Novillas (Z), 5.
    Nuestra Señora: Alegría: Barcelona, 122; Monzón, 122; Aliaga: Muniesa, 247; Ángeles:
    Albentosa, 123; Cubel, 80; Pedrola, 168; Zaragoza, 351; Antigua: Monzalbarba,
    305; Bario: Bestué, 3;
    Blanca: Piedra, 317;
    Cantal: Oliete, 85; Capítulo: Trasobares,
    255, 257; Castillo: Alagón, 50; Aniñón, 307; Belmonte, 6; Bijuesca, 53; Cerro: Castejón de las Armas, 134; Cigüela: Torralba, 20; Encontrada: Chía, 248; Fuente: Peñarroya de Tastavíns, 339; Fuentes: Lanaja, 263; Guía del Guerrero: Cubel, 80; Huerta: Arándiga, 337; Huesca, 304; Magallón, 166, 321; Humillada: Calanda, 61; Jerusalén: Inogés, 352; Linares: Benabarre, 292; Magallón: Leciñena, 166; Mar: Munébrega, 354; Mártires: Atea, 15; Mayor: Zaragoza, 8, 12, 166, 198, 269; Milagro: Zaragoza, 300; Miramonte: Biscarrués, 33; Monler: Sástago, 260; Mora: Peralta de la Sal, 32; 218; Nieves: Bujaraloz, 336; Oliva: Ejea, 46; Olivar: Estercuel, 261;
    Zaragoza, 275, 300; Palacios: La Almunia, 223; Peña: Aguilar de Alfambra, 66; Pilar: Zaragoza, 61, 135, 153, 160; Portillo: Zaragoza, 47, 166; Pueyo: Barbastro, 256;
    Ríos: Rasal, 208; Rosario: Zaragoza, 276; Sagrada: Monzalbarba, 166, 305; Salas:
    Huesca, 232, 304; Silla: Lagueruela, 121; Tocón: Langa, 229; Veruela: Veruela, 258;
    Victoria: Jaca, 19; Villarroya: Villarroya, 310; Zaragoza la Vieja: El Burgo, 243, 341.
    NUNILO, santa, 240.
    NUÑO ÁLVAREZ DE LARA, conde, 43.
    OBAIDALA, señor moro de Alacón, 196.
    Obispo: Acisclo, 239; Albarracín: Martín, 143; Barbastro: Ramón, 271, 272, 273, 299;
    Conserans: Licer, 274; Huesca: Esteban, 271, 272, 273, 299; Jaca: Fortún, 88; Narbona, 79; Pallars: Atón, 23; Pamplona: Guillermo, 48; Ribagorza: 16; Sevilla: san
    Leandro, 319; Zaragoza: 93, 125; Bencio, 8, 16, 93, 298; Ciriaco, 319; García, 171;
    Paterno, 93.
    Oliete (T), 85.
    Olite (Navarra), 160.
    Olsón, sierra, 13.
    OMAR, alarife turolense, 205.
    OMAR BEN AHMED, jerife, 58.
    Onda, 39.
    Ontiñena (H), 344.
    Orden: Órdenes Militares, 152, 199; Banda, 160; Calatrava, 68, 137; Císter, 257, 258,
    281, 322; Dominicos, 309; Franciscanos, 98, 309, 351; Hospital o San Juan, 68,
    87, 155, 213, 259; Jarra, 161; Malta, 354; Montesa, 359; Predicadores, 275, 279,
    287, 293, 300; 315; San Agustín, 310; Santiago, 183; Temple, 65, 77, 118, 119,
    122, 227, 259; Trinitarios, 306.
    ORDERIC VITAL, cronista, 104. Ordesa, valle, 344.
    Oroel, monte, 19.
    OROSIA o EUROSIA, santa, hija de los reyes de Bohemia o Aquitania, 239. Ortilla (H), 295.
    Otal (H), 342.
    Oto (H), 342.
    OTO DE POITIERS, emir, 21.
    Oza, selva, 112.
    PALACÍN, señor de Gallur, 227.
    Palacio: Real de: Nájera, 91; Pamplona, 89; Zaragoza, 348; Albarracín, 193, 196; Daroca, 219; Lanaja, 55; Olite, 160; árabe de Zaragoza, 198; la Aljafería, 12, 43, 93,
    161, 246, 324, 350; la Alhambra, 134; la Zuda, 12; de Almanzor, en La Almunia, 223; de doña Urraca, en Soria, 100, 102; de Urriés, de los marqueses de Ayerbe, 150, 151; duque de Híjar, 157; conde de Ribagorza, en Zaragoza, 153; de Jaime I, en Mosqueruela, 124.
    Palermo, 128.
    Pallars, Atón, obispo de, 23. Palomera, sierra, 67.
    Pamplona, 19, 89, 90, 92, 94, 95, 108, 141.
    Panifico, castillo de Cercito, 82.
    Panillo, sierra, 22.
    Pano, sierra, 22, 81, 251.
    PANTALEÓN, santo, 269.
    Papa: Alejandro V, 359; Benedicto XIII, 316, 331, 355, 356, 357, 358, 359; Clemente,
    331; san Gregorio VII, 319, 320; Gregorio XII, 359; Inocencio III, 114, 119; Martín V, 359; san Sixto, 324. Paracuellos de Jiloca (Z), 174.
    Paradero o parque: de Mirabayo, en Híjar, 157. París, 23, 28, 257.
    Parroquia, barrio de Pina, antigua morería, 250. PARSIFAL, 325.
    Pastor: 33, 302; de El Burgo, 243; Fuentes de Ebro, 341; Lobera, 277; Luesia, 238; la
    Maladeta, 298; Sigena, 259, Yebra de Basa, 239; san Balandrán, 256; san Visorio,
    241; Justina, de Zaragoza, 244; Pedro Novés, 261.
    PATERNO, abad de San Juan de la Peña y obispo de Zaragoza, 93.
    Patrón: San Bartolomé (Tosos), 294; san Blas (Torrecilla de Alcañiz), 296; san Caprasio (Alcubierre), 343; san Gil (Ortilla), 295; san Ginés (Lupiñén), 295; san Macario (Andorra), 318; san Pedro Arbués (Aguilón), 294; san Sebastián (Fayón), 335; san Vicente Ferrer (Graus), 290.
    Patrona: Santa Bárbara (Tosos), 294; santa Pelagia (Cretas), 68; santa Tecla (Cervera de la Cañada), 297.
    PEDRO, santo, 289, 319; abad de San Pedro de Tabernas, 90; fray, 78; señor de Mediano, 14; habitante de Zaragoza, 275; doncel, hijo de Ato Garcés, 100; infante de Aragón, luego Pedro I, 320.
    PEDRO [I], rey de Aragón, 34, 35, 36, 37, 39, 44, 95, 96, 106, 140, 273; rey de Castilla, 174, 175, 176, 177, 178.
    PEDRO [II], rey de Aragón, 114, 115, 118, 119, 122, 126, 155, 274, 303.
    PEDRO [III], rey de Aragón, 120, 127, 128, 129, 180, 349, 350.
    PEDRO [IV], rey de Aragón, 146, 169, 174, 177, 178, 336, 347.
    PEDRO AHONES, noble aragonés, 125. PEDRO ALFONSO, 345.
    PEDRO ARBUÉS, santo e inquisidor, 294, 314. PEDRO ATARÉS, señor de Borja, 106, 108, 258.
    PEDRO DE AZAGRA, señor de Albarracín, 231. PEDRO DE BIOTA, 142.
    PEDRO CARDONA, mozárabe de Valencia, 78.
    PEDRO FERNÁNDEZ DE AZAGRA, 167; señor de Albarracín, 145. PEDRO GIL, escudero del Cid, 246.
    PEDRO GILBERT, alcaide de Daroca, 175. PEDRO GONZÁLEZ DE LARA, 102.
    PEDRO MARTÍNEZ DE BOLEA, camarero real, 349.
    PEDRO MARTÍNEZ DE LUNA (Vid. Benedicto XIII).
    PEDRO NOVES, pastor, 261.
    PEDRO RUIZ DE AZAGRA, señor de Albarracín, 45, 143. PEDRO SEGURA, 167.
    PEDRO DE SESÉ, 90. PEDRO TIZÓN, 106.
    PEDRO DE URREA, noble aragonés, 172. Pedrola (Z), 168.
    PELAGIA, santa, patrona de Cretas, 68.
    PELEGRÍN DE ATROCILLO, noble, 165.
    Peña, castillo, 126.
    Peña del Morrón, en La Iglesuela del Cid, 41. Peñacil (o Peña del Cid), en Montalbán, 170, 183. Peñalba (H), 283.
    Peñalén (Navarra), 141. Peñarroya de Tastavíns (T), 339.
    Peñíscola, castillo, 316, 355, 356, 357, 358, 359. Peralta de Alcofea (H), 39.
    Peralta de la Sal (H), 32, 218. Perarrúa (H), 279, 299.
    Peregrino: De Alcolea, 266; Boltaña, 267; Castiello de Jaca, 268; Monzón, 118; conde francés, 154; Alvarado, de Daroca, 216; Blasco de Alagón, 147; García Aznárez, 320; san Gregorio, san Juan, san Licer y san Pantaleón, 269; san Marcial, 265.
    PEREGRINO DE CASTILLAZUELO, 106.
    Perpignan, 158, 331, 343, 356.
    PETRONILA, reina de Aragón, 107, 113, 257.
    Piedra, monasterio, 145, 182, 281, 309, 317; río, 145. Piedra del Moro, 32.
    Piedratajada, batalla, 33.
    Pina (Z), 250.
    Pirineos, 190, 207, 239, 241, 253, 269, 270, 274, 298, 324, 325, 326, 343, 346.
    Pisa (Italia), 359.
    Pitilla (Navarra), 126.
    Plagas: De la langosta en: Arándiga, 337; Fuentes de Ebro, 341; Tauste, 334. Plan (H), 202.
    Plaza: De Aínsa, 291; Alta, de Ayerbe, 150; Mercado, de Calatayud, 286; Mercado, de Teruel, 329.
    Poitou, conde de, 106, 107. Pomar de Cinca (H), 116. Portalé, puerto de montaña, 138.
    Portento: 301, 302, 307, 308, 309, 310, 311, 312, 313, 314, 315.
    Portugal, 180, 314.
    Posada: Mora de Rubielos, 280; cerca de Sariñena, 263. Pota del Caballo, 40.
    PRADO, noble gallego, 103.
    Presa hidráulica: Almonacid de la Cuba, 86. PRIMITIVO, mártir, 64.
    Provenza, 119.
    Puebla de Fantova (H), 279.
    Puente: Calanda, del Cid, 40; Mediano, 14; Teruel: san Francisco, 181; doña Elvira, 181. Puerta: Barcelona: San Ibo, en la catedral, 122; Calanda, de Valencia, 61; Calatayud, de Zaragoza, 286; Graus, de Chinchín, 222; Teruel, de la Traición, 178; de Zaragoza, 178; Zaragoza, Cinegia, 8; Oriente, 8; Quemada, 305; Valencia, 48.
    Puerto de mar: Barbastro, 28; Ragusa, 351.
    Puerto de montaña: Dachera, en Guarrinza, 190; Tena, 186. Puértolas (H), 3.
    Puebla de Castro (H), 222. Pueyo, santuario, 256.
    Pueyo de Araguás (H), 22. Punta la Mora, en Luesia, 238.
    Purroy (Z), 262.
    Puyarruego (H), 3.
    Queiles, río, 180.
    QUELO, habitante de Fayón, 335. Quemada, puerta de Zaragoza, 305. Quicena (H), 323.
    QUITERIA, santa, 119, 122.
    Ragusa, puerto, 351.
    RAMIRO, infante pamplonés, 141; habitante de Mosqueruela, 76. RAMIRO [I], rey de Aragón, 24, 91, 92, 93, 94, 105, 221.
    RAMIRO [II], rey de Aragón, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 257.
    RAMIRO GARCÉS, infante de Pamplona, 43.
    RAMIRO SÁNCHEZ, señor de Monzón, 119.
    RAMÓN, conde, 21; infante pamplonés, 141; conde de Provenza y primo de Jaime I, 119.
    RAMÓN [II], conde de Ribagorza, 154.
    RAMÓN BERENGUER [IV], conde de Barcelona, 65, 257.
    RAMÓN GUILLERMO o SAN RAMÓN, santo, obispo de Barbastro, 271, 272, 273, 299.
    Rasal (H), 208, 234.
    Reina: Agnes, esposa de Ramiro II de Aragón, 107; Alba, mujer del Rey Lobo, 231; Blanca de Navarra, mujer de Juan II, 163; Constanza, mujer de Pedro III, 128, 180; Elisenda de Moncada, mujer de Jaime II, 130; Estefanía, de Pamplona, 94; Isabel de Aragón, reina de Portugal, 180, 250; Isabel la Católica, 133, 153; Juana Enríquez, mujer de Juan II, 133, 163; María, esposa de Pedro II, 115; María, mujer de Alfonso V, 161, 311; María de Lusignan, mujer de Jaime II, 130; Petronila, de Aragón, 107, 113, 257; Sancha de Castilla, mujer de Alfonso II, 155, 259; Urraca, de Castilla, 98, 99, 100, 102, 103, 105, 156.
    Reino: De Albarracín, 200; Granada, 134; Monzón, 116; Pomar, 116. Redonda, monte de la, 261.
    Relicario: Alfonso I, 64; Jaime I, 321; Montearagón, 323; Samper de Salz, 322; San Juan de la Peña, 324, 325.
    Reliquia: 16, 64, 319, 320, 321, 322, 323, 324, 325.
    Rey: Albarracín, 246; Almería, 320; Francia, 331, 349; Nápoles, 349; Sarakosta, 246; Sevilla, 320; Sobrarbe, 82; Abderrahmán, de Huesca, 36; Abdel-Mech, de Zaragoza, 43; Abu Zeyt, de Valencia, 78, 125; Ahmed ben Abd al Malik, de Rueda de Jalón, 59; Alcadir, de Valencia, 197; Alfonso [I], de Aragón, 5, 6, 15, 34, 43, 46,
    47, 48, 49, 50, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 62, 63, 64, 68, 95, 97, 98, 99, 100,
    101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, 108, 110, 111, 113, 138, 141, 142, 156, 198, 229,
    243, 255, 257, 258, 259, 266, 271, 272, 273, 346; Alfonso [II], de Aragón, 66, 68,
    70, 71, 74, 76, 113, 144, 155, 199, 259; Alfonso [III], de Aragón, 120; Alfonso [IV],
    de Aragón, 130; Alfonso [V], de Aragón, 131, 132, 160, 161, 173, 311, 314, 316,
    324, 330, 334; Alfonso [VI], de Castilla, 101; Alfonso [VII], de Castilla, 59, 63; Alfonso [VIII], de Castilla, 155; Al-Motamid, de Sevilla, 320; Almugdavir, de Zaragoza, 93; Amad Dola, de Zaragoza, 198; Arturo, de Inglaterra, 325; Bucar, 45; Carlos [II], de Nápoles, 130; Dionís, de Portugal, 180, 350; Eduardo, de Inglaterra, 129; Enrique [III], de Castilla, 161; Fernando [I], de Aragón, 131, 132, 171,172, 283, 288, 355, 356, 358; Fernando [I], de Castilla, 24, 91, 92; Fernando [II],
    de Aragón, 133,134, 135, 153, 209, 263, 314; García [III], de Navarra, 91, 92, 93, 94, 108; García Íñiguez, de Pamplona y Sobrarbe, 19, 89, 90; García Jiménez, de Sobrarbe, 17, 253; García Sánchez [II], de Pamplona, 88; Ginfar Amad, de Rueda de Jalón, 43; Glafar, de Rueda de Jalón, 43; Hugo de Lusignan, de Chipre, 130; Íñigo Arista, de Pamplona y Sobrarbe, 22, 90; Jaime [I], de Aragón, 75, 76,77, 78, 79, 86, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 157, 158, 165,
    301, 321, 322, 328; Jaime [II], de Aragón, 130, 329; Juan, de Navarra, 314; Juan,
    de Portugal, 314; Juan [II], de Aragón, 133, 153, 160, 162, 163, 186, 307; Lobo, de Murcia y Valencia, 45, 231; san Luis, de Francia, 28, 128; Manfredo, de Sicilia, 128, 129; Martín [I], de Aragón, 171, 172, 215, 280, 309, 324; Mohamed Al-tabill, de Sarakosta, 191; Pedro [I], de Aragón, 34, 35, 36, 37, 39, 44, 95, 96, 106,
    140, 273; Pedro [I], de Castilla, 174, 175, 176, 177, 178; Pedro [II], de Aragón,
    114, 115, 118, 119, 122, 126, 155, 274, 303; Pedro [III], de Aragón, 120, 127, 128,
    129, 180, 349, 350; Pedro [IV], de Aragón, 146, 169, 174, 177, 178, 336, 347; Ramiro [I], de Aragón, 24, 91, 92, 93, 94, 105, 221; Ramiro [II], de Aragón, 106,
    107, 108, 109, 110, 111, 112, 257; Sancho [II], de Castilla, 94; Sancho [III] el Mayor, de Pamplona, 91; Sancho [IV], de Pamplona, 141; Sancho [IV], de Castilla, 349; Sancho [VII], de Navarra, 126, 155; Sancho Garcés, de Pamplona y Sobrarbe, 22, 89, 90, 136, 319; Sancho Ramírez, de Aragón, 26, 27, 30, 33, 34, 38, 44,
    94, 95, 138, 140, 141, 255, 257, 320.
    Ribagorza, 13, 16, 21, 23, 32, 92, 93, 153, 160, 298, 299.
    Ribota, río, 20.
    Ricla (Z), 78, 223, 228.
    Riguala (H), 13.
    Ríos: Aguasvivas, 86; Alcanadre, 55, 236, 259, 266, 271, 344; Algás, 68; Ara, 17, 267,
    291, 342; Aragón, 19, 101, 252; Aranda, 337; Arba de Biel, 38; Arba de Luesia,
    238; Aurín, 254; Cea, 64; Cinca, 3, 14, 17, 22, 31, 55, 64, 116, 122, 139, 191, 204,
    262, 266, 271, 291, 340; Clarés, 20; Ebro, 2, 3, 4, 5, 9, 12, 13, 20, 24, 32, 33, 39,
    42, 46, 47, 50, 54, 56, 81, 94, 95, 99, 102, 104, 132, 147, 156, 169, 172, 189, 190,
    209, 212, 218, 227, 243, 255, 259, 260, 264, 266, 269, 305, 314, 319, 341, 344, 348;
    Ésera, 22, 248, 290, 315; Flumen, 111, 344; Gállego, 10, 194, 269, 274; Gas, 19;
    Guadalaviar, 72, 143, 159, 192, 200, 224, 246; Guadalete, 9; Guadalope, 296;
    Huecha, 347; Huerva, 262, 305; Isábena, 21, 290, 315; Isuela (Moncayo), 62,
    257, 337; Isuela (Pirineo), 344; Jalón, 43, 50, 56, 75, 134, 174, 215; Jiloca, 58, 174,
    175, 197, 215, 306; Martín, 85, 157; Matarraña, 68, 148; Noguera Ribagorzana,
    21; Piedra, 145; Queiles, 180; Ribota, 20; Segre, 344; Selcós, 244; Sosa, 122; Sotón, 295; Tajo, 9; Turia, 117, 178, 181, 270; Vero, 29, 30, 163, 290, 299.
    Rivas (Z), 347.
    Robres (H), 346.
    Roda de Isábena (H), 13, 272, 273, 299. RODRIGO, rey visigodo, 1; conde de Camañas, 67.
    RODRIGO DÍAZ DE VIVAR (EL CID), 24, 39, 40, 41, 45, 94, 101, 119, 192, 196, 197, 210,
    220, 224, 246.
    RODRIGO DE LIZANA, noble aragonés, 165. RODRIGO MARTÍNEZ, conde, 59.
    RODERICO DE MUR, caballero grausino, 222. ROLDÁN, 2, 344; descendiente de Roldán, 111.
    Roma, 96, 114, 147, 271, 319, 320, 324, 325, 358, 359.
    Romería: Santa Quitería, 340. ROQUE, santo, 278, 338.
    Rosario: 275, 276, 302.
    Rosellón, 174.
    Royuela (T), 143. Rubielos de Mora (T), 73.
    Rueda, monasterio, 147, 264.
    Rueda de Jalón (Z), 43, 59.
    Sabiñán (Z), 237.
    Sabiñánigo (H), 138.
    Sagunto, 65.
    Sahla, 196.
    Salerno, 96.
    Salinas de Hoz (H), 334. Sallaón, collado, 204.
    Sallent de Gállego (H), 138. Samper del Salz (Z), 322.
    San Beltrán de Comminges, 265. San Clemente, peña, 279.
    San Francisco, puente de Teruel, 181. San Juan, sierra, 19.
    SAN JUAN, Orden, 68, 155.
    San Juan de Mozarrifar (Z), 269.
    San Juan de la Peña (H), 17, 19, 81, 88, 93, 104, 136, 251, 252, 253, 313, 320, 324,
    325.
    San Lázaro, próximo a Teruel, 71.
    San Martín de Cercito, monasterio, 82, 254. San Miguel, peña, 111.
    San Miguel de Aralar, santuario, 96.
    San Pedro de Siresa, monasterio, 82, 97, 207, 254, 255, 257, 319, 324.
    San Pedro de Tabernas, monasterio, 16, 90, 324. San Pedro de Torrecilla, 94.
    San Ponce de Tomeras, monasterio, 107, 110. San Salvador, ermita, 116.
    San Vicente, ermita de Monzón, 119. San Vicente de Labuerda, 241.
    SANCHA, reina de Aragón y mujer de Alfonso II, 155, 259; Ava, condesa de Ribagorza, 154.
    SANCHA LÓPEZ, mujer de Pelegrín de Atrocillo, 165. SANCHA MARTÍNEZ DE MARCILLA, 173.
    SANCHO, infante de Pamplona, 43; hijo de Sancho [III] el Mayor y conde de Ribagorza, 92; conde castellano, 95; infante, hijo ilegítimo del rey García de Pamplona, 94; hijo de Garcí Fernández, 154; abad de San Juan de la Peña, 320.
    SANCHO [II] GARCÉS (ABARCA), rey de Pamplona, 22, 89, 90, 136, 319; rey de Sobrarbe, 22.
    SANCHO [II], rey de Castilla, 94.
    SANCHO [III] EL MAYOR, rey de Pamplona, 91. SANCHO [IV] DE PEÑALÉN, rey de Pamplona, 141. SANCHO [IV], rey de Castilla, 349.
    SANCHO [VII] EL FUERTE, rey de Navarra, 126, 155. SANCHO FERNÁNDEZ DE HEREDIA, 353.
    SANCHO FRAGO, habitante de Magallón, 166.
    SANCHO RAMÍREZ, rey de Aragón, 26, 27, 30, 33, 34, 38, 44, 94, 95, 138, 140, 141, 255,
    257, 320.
    SANCHO DE RAVANERA, de Daroca, 65. SANCHO SÁNCHEZ MUÑOZ, caballero, 70.
    Sangüesa (Navarra), 186. Santa Isabel, sierra, 10. Santa Cruz, monasterio, 90.
    Santa Cruz de la Serós (H), 81. Santa María de las Cellas, 119. Santa María de Eruson, 82.
    Santa María la Mayor, iglesia de Zaragoza, 93. Santa María de Obarra, monasterio, 21, 23, 139. Santa Quiteria, ermita de Monzón, 119.
    Santas: Águeda, 338; Alodia, 240; Ana, 353; Bárbara, 294; Elena, 242; María Magdalena, 308; Nunilo, 240; Orosia, 239; Pelagia, 68; Quiteria, 119, 122, 340; Tecla,
    297.
    Santiago, 154, 265, 266, 268.
    SANTIAGO, apóstol, 41, 269; Orden, 183. Santísimo, acampo de Zaragoza, 269.
    Santo Domingo, sierra, 277.
    Santos: Agustín, 311; Balandrán, 256; Bartolomé, 294; Bernardo, 257; Blas, 296; Caprasio, 343; Domingo, 275, 276, 277, 300, 302; Dominguito de Val, 212; Félix,
    252, 253, 313; Francisco, 351; Geraldo, 27; Gil, 295; Ginés, 295; Gregorio, 269,
    319; Indalecio, 253, 313, 320; Íñigo, 215; Jaime, 41; Jorge, 34, 36, 37, 41, 52, 338;
    Juan, 269; Juan Bautista, 251, 252, 266; Julián, 318; Leandro, 319; Licer, 269,
    274; Lorenzo, 324, 325; Macario, 318; Marcial, 265; Marcos, 87, 301; Martín, 254;
    Metodio, 239; Miguel, 48, 310, 315, 334, 341; Miguel Arcángel, 74; Miguel in Excelsis, 96; Nicolás de Bari, 314; Pablo, 289; Pantaleón, 269; Pedro, 289, 319, 324,
    331, 358; Pedro Arbués, 294; Ramón, 271, 272, 273, 299; Roque, 278, 338; Santiago, 41; Sebastián, 296, 335, 338; Sixto, 324; Valero, 270, 296, 340; Vicente, 119,
    122; Vicente Ferrer, 132, 215, 216, 217, 266, 280, 281, 282, 283, 284, 285, 286,
    287, 288, 289, 290, 291, 292, 293, 309, 315, 331, 358; Victorián, 36; Visorio, 241;
    Voto, 252, 253, 313.
    Santos Lugares, 354.
    Santuario: Albarracín: Nuestra Señora de los Dolores, 143; Aralar: San Miguel, 96; Atea: Nuestra Señora de los Mártires, 15; Barbastro: Nuestra Señora del Pueyo, 256; Biescas: Santa Elena, 242; Ibieca: San Miguel de Foces, 213; Huesca: Nuestra Señora de Salas, 232, 304; de Monler: 260; Monzalbarba: Nuestra Señora de la Antigua, 305; Monzón: Nuestra Señora de la Alegría, 122; y San Vicente y Santa Quiteria, 119, 122; Selgua: San Salvador, 116; Velilla de Ebro: San Nicolás de Bari, 314; Zaragoza: Nuestra Señora del Olivar, 275; y San Miguel de los Navarros, 48.
    Saona, 331.
    Saravillo (H), 202, 206.
    Sariñena (H), 263.
    Sasa (H), 342.
    Saso, fuente, en Monzón, 118, 119, 122.
    Sástago (Z), 147, 260, 263.
    SEBASTIÁN, santo, 296, 335, 338; vaquero de Soria, 244.
    SEGISMUNDO, emperador, 356, 359.
    Segorbe, 197, 301.
    Segre, río, 344.
    Seira (H), 16.
    Selcós, río, 244.
    Selgua (H), 116.
    Selva, Oza, 112.
    Selvamayor, monasterio, 27.
    Sena (H), 236.
    Sens (Francia), 343.
    Señés (H), 90.
    Señor: Alacón: Obaidalá, 196; Albarracín: 159, 167; Abdelmelic ben Razín, 196; Abú Meruán, 192; Pedro de Azagra, 231; Pedro Fernández de Azagra, 145; Pedro Ruiz de Azagra, 45, 143; Alcorisa: Lope de Albero, 165; Amezcoa y Abárzuza: García Jiménez, 253; Atarés: 88; Barbastro: Ato Garcés, 100; Borja: Pedro Atarés, 106,
    108, 258; Camañas: Rodrigo, 67; Castro de Malavella: Arnaldo, 182; Cella: Garcí Núñez, 224; Cuarte, Cadrete y Purroy: Miguel Pérez Zapata, 262; Daroca: Alvar Pérez de Azagra, 65; Escondilla: Martín Pérez, 72; Espés:, 139; Estercuel: Gil de Atrosillo, 261; Fabara: 152; Gallur: Artal de Alagón, 227; Blasco Maza, 227; Orden del Temple, 227; Palacín, 227; Godojos: Fortuño Fernández de Heredia, 353; Híjar, 157; Latrás y Valle de Tena: 138, 320; Lérida: Al-Muzaffar, 30; Mediano: Pedro, 14; Mequinenza: conde Artal, 149; Monzón: Ramiro Sánchez, 119; Ricla: Berenguer de Entenza, 228, 301; Martín Pérez de Villel, 228; Rubielos de Mora: Alonso, 73; Sástago: Blasco de Alagón, 147, 260, 263; Somed: 182; Suelves: 84; Villel: Martín Pérez, 72.
    Señora: Fátima, de Mora, 73; Martina Pérez de Lozano, de Mombrún, Fuenclara, Las Facenas y Casasnovas, 87.
    Sepúlveda, 102.
    SERENA ALMA, mora de Gallur, 227.
    SETI MAHOMAT, alcaide moro de Villel, 72. Sevilla, 42, 320.
    Sicilia, 128, 129, 130.
    Sierra/monte: Abetito, 88; Albarracín, 188, 224, 246; Alcubierre, 343; Amán, 111; Ara-
    lar, 96; Canigó, 127; Cañarda, 199; Ciezmo, 249; Cóculo, 252; Frías, 193; Guara,
    111, 191; Ibérico, 133; Lastra, 145; Luna, 38; Maladeta, 252, 298; Morena, 80; Ol-
    són, 13; Oroel, 19, 251; Palomera, 67; Panillo, 22; Pano, 22, 81, 251; Peñacil, 170;
    Perdido, 77; Pueyo, 256; Redonda, 261; Sallaón, 204; San Clemente, 279; San
    Juan, 19, 251; San Miguel, 111; San Valero, 340; Santa Isabel, 10; Sevil, 332; Sil,
    13; Troncedo, 22.
    Sigena, monasterio, 155, 259.
    Sil, sierra, 13.
    SIMÓN DE MONTFORT, 119, 303.
    Sinagoga: Zaragoza, 212.
    Siresa (H), 2, 82, 112, 207, 319, 324, 325.
    SIXTO, papa, 324.
    SOBEYA, hija de Mohamed Altabill, 191.
    Sobrarbe, 17, 19, 22, 23, 32, 93, 136, 241, 251, 253, 326.
    Sobrepuerto, 342.
    Somed, 182.
    Somontano, 164, 218, 292.
    Somport, 268.
    Sopeira (H), 139, 327.
    Soperún (H), 23.
    Sora, castillo, 156.Soria, 100, 101, 102, 244, 300, 317.
    Sos, 248.
    Sos del Rey Católico (Z), 126, 133, 184.
    Sosa, río, 122.
    Sotón, río, 295.
    Sotonera, 295.
    Suelves (H), 84.
    SULAIMAN BEN YAQZAN BEN AL-ARABI, 2.
    Taifa: Reinos taifales, 59; Albarracín, 195, 196; Gallur, 42; Rueda, 59; Zaragoza, 43,
    52, 62, 195, 198.
    Tajo, río, 9.
    Tamarite (H), 210.
    Tarazona (Z), 56, 62, 100, 146, 177, 180, 225, 244, 249, 328.
    Tarbes (Francia), 274.
    Tarifa, 177.
    TARIK, 8, 9, 219.
    Tauste (Z), 5, 334.
    TECLA, santa, 297.
    TEMPLE, Orden, 65, 77, 118, 119, 122, 227.
    Templos: Mezquita, 2; sinagoga, 2.
    Tena, valle, 138, 186, 320.
    TEÓFILO, esclavo cristiano de Zaragoza, 198.
    Terremoto: Valencia, 131.
    Teruel, 65, 70, 71, 72, 73, 74, 76, 78, 117, 124, 125, 146, 167, 173, 174, 176, 177, 178,
    181, 205, 285, 329, 330.
    Tesoro: 42, 49, 55, 108; Ayerbe, 194; Castellote, 199; Cuevas de Cañart, 201; El Cas-
    tellar, 209; Griegos, 188; Guarrinza, 190; Monreal, 197, 230; Siresa, 207; Sos, 248;
    Tierga, 62.
    TEXUFIN BEN ALI BEN YUSUF, 104.
    Tierga (Z), 62.
    TITUREL, 325.
    TOCÓN, moro de Langa, 229.
    TODA, hija del conde Galindo, 21; mujer del conde Bernardo de Ribagorza, 23. TODA RAMÍREZ, fundadora del monasterio de Trasobares, 257.
    Toledo, 8, 9, 42, 59, 98.
    Torla (H), 344.
    Torneo: Mora de Rubielos, 73. Torralba de Ribota (Z), 20.
    Torre: Albarracín: Doña Blanca, 159; Daroca: Jaque, 9; del «caballero de la espuela» o de Cariñena, 146; Graus: Peña del Moral, 221; Teruel: San Martín, 205; San Salvador, 205; Zaragoza: Santa María la Mayor, 269; Zuda, 172.
    Torrecilla de Alcañiz (T), 296. Torrelapaja (Z), 53.
    Torrenublos, 41.
    Torrijo (Z), 53.
    Tórtoles (Z), 328.
    Tortosa, 99, 100.
    Tosos (Z), 294.
    Tozal de las Forcas, en Alquézar, 26.
    Tozal de la Mora, en Sena, 236. Tramacastilla (T), 246.
    Trasmoz (Z), 51, 126, 195, 211, 328.
    Trasobares (Z), 4, 255, 257.
    Tratado: Cazorla, 155.
    Tributo: 93, 203.
    Troncedo, sierra, 22.
    Trovador: de Barbastro, 164; de Jaime I, 158; Guzmán, 228; Manfredo, 213; Manri-
    que de Lara, 162; Pedro, 100.
    Tudela (Navarra), 5.
    Túnel: Ejea: Carasoles, 156; Corona, 156; Cuco, 156; Rueda: bajo el Ebro, 264; Tierga, 62.
    Turia, río, 117, 178, 181, 270.
    Urci, 320.
    Urgell, 132, 171, 172, 262, 283.
    URRACA, reina y mujer de García Íñiguez, 89, 90; reina y mujer de Alfonso I el Batallador, 98, 99, 100, 102, 103, 105, 156.
    Urrea (Z), 59.
    Usón (H), 319.
    Valdealgorfa (T), 278.
    Valderrobres (T), 68.
    Valencia, 45, 58, 63, 64, 71, 75, 76, 77, 78, 79, 117, 119, 121, 124, 131, 146, 171, 173,
    197, 199, 220, 231, 246, 261, 284, 301, 307, 324.
    VALERIANO, emperador romano, 324. VALERO, santo, 270, 296, 340.
    Vallibona, 339.
    Valtierra (Navarra), 209. Vaudune, Clarion de, 28. Velilla de Cinca (H), 340. Velilla de Ebro (Z), 314. Velilla de Jiloca (Z), 174.
    Vero, río, 29, 30, 163, 290, 299.
    Veruela, monasterio, 169, 211, 258.
    VICENTE, santo, 119, 122.
    VICENTE BELBÍS, de moro llamado Abu Zeyt, rey de Valencia, 78.
    VICENTE FERRER, fraile dominico y santo, 132, 215, 216, 217, 266, 280, 281, 282, 283,
    284, 285, 286, 287, 288, 289, 290, 291, 292, 293, 309, 315, 331, 358.
    VICMAR, fraile, 21.
    VICTORIÁN, santo, 36.
    Villa, despoblado, 333.
    Villafeliche (Z), 80.
    Villahermosa, ducado, 153.
    Villanueva de Sigena (H), 236, 259.
    Villar (T), 246.
    VILLARDELL, espada, 119, 120.
    Villarroya de la Sierra (Z), 310. Villel (T), 72.
    VISORIO, santo, 241.
    Vitoria, 95.
    VOTO, santo, 252, 253, 313.
    WALDO, conde e hijo de don Rodrigo, 18.
    Wali: Albarrarín, 224; Alquézar, 25; Borja, 195; Cella, 224; Jaca, 18; Tarazona, 244;
    Zaragoza, 2, 12, 20.
    WITIZA, 1.
    Yebra de Basa (H), 239, 324.
    YUSUF, alcaide moro de Camañas, 67.
    ZAFADOLA, de nombre Chafar Amad ben Hud, 59.
    ZAIDA, hija de Abú el Malek, 18; hija del alcaide de Cella, 192; de Cella, 224; la cristiana Isabel convertida en, 52.
    Zaidín (H), 340.
    Zalaca, batalla, 63.
    ZALDÍVAR, vasco, 21.
    Zaragoza, 2, 5, 8, 9,11, 12, 16, 20, 35, 36, 37, 38, 39, 42, 43, 46, 47, 48, 49, 50, 52, 53,
    54, 56, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 81, 93, 104, 105, 113, 121, 125, 132, 133, 134, 135,
    146, 153, 156, 160, 161, 162, 165, 166, 169, 189, 191, 196, 198, 209, 212, 217, 227,
    229, 233, 235, 243, 246, 252, 260, 262, 269, 274, 275, 276, 287, 298, 300, 305, 310,
    319, 326, 331, 345, 348, 351.
    ZILA, moro de Zaragoza, 198. ZOMA, alcaide de Daroca, 219.
    ZORAIDA, hija del rey moro de Mallorca, 77; mora de Graus convertida como Marieta, 221; mora de Teruel.
    Zuda, palacio de Zaragoza, 12. Zuera (Z), 35, 191, 269, 274.
    ZULEIKA, mercader, 57.
    ZULEYA, hija del walí Abén Amed Mutamín, de Borja, 52. ZULIMA, hija del alcaide de La Puebla de Castro, 222.
    ZUMAIL, juez moro de Huesca, 240.

    ÍNDICE GENERAL
    I. INTRODUCCIÓN ..................................................................................... 5
    1. Algunas cuestiones previas ................................................................. 7
    2. Una historia paralela a través de las leyendas 13
    II. ANTOLOGÍA DE LEYENDAS 41
    1. La conquista musulmana (1/12) 43
    2. Reconquista y repoblación (13/87) 55
    2.1. Reconquista (13/80) 55
    2.2. Repoblación (81/87) 115
    3. El mundo cristiano (88/187) 123
    3.1. Los reyes (88/135) 123
    3.2. La nobleza y los señoríos (136/153) 165
    3.3. La vida cortesana (154/164) 181
    3.4. Las pugnas familiares (165/173) 190
    3.5. La guerra entre cristianos (174/178) 198
    3.6. Amores y desamores (179/187) 203
    4. El mundo musulmán (188/209) 213
    5. El mundo judío (210/217) 233
    6. Relaciones entre cristianos y musulmanes (218/250) 241
    6.1. Relaciones amistosas (218/238) 241
    6.2. Relaciones problemáticas (239/250) 260
    7. Aspectos religiosos (251/325) 271
    7.1. Los monasterios (251/264) 271
    7.2. Los peregrinos (265/269) 283
    7.3. Los santos (270/297) 288
    7.4. Los portentos (298/318) 312
    7.5. Las reliquias (319/325) 330
    8. Aspectos socio-culturales (326/359) 337
    8.1. La Justicia (326/331) 337
    8.2. Plagas y epidemias (332/342) 342

    Índice general
    8.3. La cultura (343/348) 352
    8.4. Aragoneses allende las fronteras (349/353) 357
    8.5. Aragoneses con personalidad (354/359) 362
    III. BIBLIOGRAFÍA 369
    IV. ÍNDICES 379
    1. Índice de leyendas 381
    2. Índice de lugares de origen 391
    3. Índice analítico 397

    ALGUNAS CUESTIONES PREVIAS

    La reconstrucción histórica se ha basado fundamentalmente en las fuentes documentales escritas (en general, las emanadas del poder establecido) y en las arqueológicas, pero cada vez van adquiriendo mayor empuje otro tipo de fuentes y ayudas, como las que proporcionan la arqueología industrial, la elaboración seriada y estadística de datos, la fotografía, los exvotos, la cartografía histórica, etc. Entre las que últimamente han adquirido un fuerte vigor en Aragón están las leyendas, transmitidas oralmente, en principio, pero recogidas ya la mayor parte por escrito en un momento determinado, aunque en los medios de difusión más variopintos, dispersos o inalcanzables.
    Aunque todavía quedan bastantes por plasmar en letra impresa, es habitual hallar leyendas escritas sueltas en programas de fiesta, hojas parroquiales, revistas escolares, boletines municipales, novelas, cuadernos culturales, prensa e incluso intercaladas en libros de temática diversa. Algunos medios de información incorporan de cuando en cuando colaboraciones sueltas en las que aparecen firmas habituales, como las de Salvador Gisbert (siglo XIX), Rafael Andolz, Víctor Azagra, Manuel Iglesias, etc.
    Por otra parte, si en los cincuenta y siete años que median entre 1929 y 1986 aparecieron al menos cinco libros monográficos sobre leyendas (José Beltrán, Tradiciones y leyendas de Daroca, 1929; César Tomás, Leyendas y tradiciones de la sierra de Albarracín, 1954; Jaime de Caruana, Relatos y tradiciones de Teruel, 1965; Lucía Dueso, Leyendas de l’Alto Aragón, 1985; y Juan Domínguez Lasierra, Aragón legendario, 1984-86), en los siete últimos años —19901996— han visto la luz no menos de siete monografías (Antonio Beltrán, Leyendas aragonesas, 1990; Francisco Lázaro, El bardo de la memoria. Historias y leyendas turolenses, 1992; Alberto Serrano, Guía mágica de la provincia de Teruel, 1993; Rafael Andolz, Leyendas del Pirineo para niños y adultos, 1994; Alberto Serrano, Historia fantástica del viejo Aragón, 1994; José Ramón Marcuello, Mitos, leyendas y tradiciones del Ebro, 1996; y Alberto Serrano, El Moncayo, fantástico, legendario y misterioso, 1996), cuya lectura recomiendo por el atractivo que encierran.
    Es en este contexto en el que hemos intentado aportar una antología de leyendas históricas aragonesas de temática medieval —trescientas cincuenta y nueve concretamente—, que nos pueden permitir esbozar una jugosa historia paralela del Aragón medieval a través de la leyenda, puesto que las hay desde las que explican a su manera la conquista musulmana o el posterior proceso reconquistador y repoblador cristiano, pasando por nuestros reyes, la nobleza y los señoríos, la vida cortesana, las pugnas familiares, las guerras entre cristianos, los amores y desamores. También retratan el mundo musulmán y el judío, así como las relaciones entre cristianos y moros, sin olvidar los aspectos religiosos (los monasterios, los peregrinos, los santos, los portentos y las reliquias) y los socio-culturales (la justicia, la cultura, las plagas y epidemias, los aragoneses allende las fronteras y los aragoneses con personalidad), todo ello en el marco cronológico que va del siglo VIII al XV.
    Por otra parte, el presente trabajo nació con vocación didáctica y, a pesar de las vicisitudes sufridas, pretende tener también una aplicación didáctica, pues gracias a las conclusiones extraídas hoy creemos estar en condiciones de aportar resultados, aunque sea en otro momento y en otro lugar, para su aplicación en el aula.
    Originariamente, el trabajo consistía en lograr que algunos profesores, en varios colegios e institutos, recogieran con sus alumnos leyendas de sus respectivas comarcas para trabajarlas en clase, y no fueron pocas las aportaciones recibidas allá por el año 1982, pero los resultados obtenidos, individualmente considerados, fueron escasos.
    Se involucraron bastantes centros educativos —a cuyos profesores y alumnos agradezco su inestimable colaboración—, que no sólo hicieron una importante tarea recopiladora sino que, además, trabajaron en las aulas con el material conseguido. Sus aportaciones quedan patentes en cada leyenda lograda por esta vía, que vienen a suponer un 4,8% del total de las referencias, pues otras muchas propuestas no eran leyendas, se salían del marco temporal de la Edad Media o ya habían sido fijadas en algún tipo de texto escrito. A este grupo de narraciones recogidas por vía oral en los centros hay que añadir las conseguidas personalmente que no estuvieran publicadas o no tuviera constancia de ello, lo que supone otro 8,6%, de modo que las 59 aportaciones meramente orales a la obra suponen un 13,4% del total.
    Todo esto significa que el 86,6% de las narraciones que presentamos (antes o después, desde el siglo XIII hasta el XX) ya se habían fijado en textos escritos, aunque muchas veces hayan sido difíciles de detectar. La pluralidad de fuentes es enorme, lo que nos obliga a reagruparlas:
    De libros específicos sobre leyendas se han tomado 55 referencias, lo que supone un 12,5% del total.
    Un 0,4% (2 referencias) han sido tomadas de manuscritos de los siglos
    XII y XIII.
    Un 0,9% (4) son leyendas incrustadas en canciones de gesta.


    Un 3,5% (16) han sido localizadas en crónicas medievales de los siglos
    XIII (5), XIV (9) y XV (2).
    El romancero ha aportado un 1,4% (6 referencias).
    En diversas historias generales de España hemos hallado un 10,4% del total, 2 del siglo XVIII y 10 del XX.
    Diversos libros de historia sobre Aragón han aportado el 18,2% del total de referencias: siglo XVI (7), XVII (3), XVIII (44), XIX (8) y del XX (18).
    Las historias de comarcas han contribuido en un 6,5%, distribuidas así: siglo XVII (2), siglo XIX (23) y siglo XX (4).
    Las historias locales han supuesto un 11,1% de aportaciones: del siglo
    XVIII (3), del XIX (8) y del XX (38).
    En libros sobre historias personales o familiares se ha recogido un 6,3%: del siglo XVII (2), del XVIII (10), del XX (16).
    En libros de temática general sobre Aragón se han tomado 21 referencias, lo que significa un 4,7% de la totalidad.
    De libros generales atípicos, 2 (un 0,4%).
    Las revistas, a pesar del enorme esfuerzo de búsqueda, sólo han significado un 8,6%, 7 del siglo XIX y 31 del XX.
    Una fuente que a priori se vislumbraba importante era el periódico, pero la realidad ha sido bien distinta, pues la mayor parte de las leyendas presentadas ya habían aparecido escritas con anterioridad en otros de los medios enumerados. Al siglo XIX pertenecen 3 (un 0,7%) y al XX, 31 (un 7%) del total.
    Como en el caso anterior, los programas de fiestas han sido parcos en resultados, pues únicamente se han tomado 3 referencias, un 0,7%.
    Exactamente igual se puede decir de los periódicos escolares, que han aportado 3 referencias (un 0,7%).
    Por último, permítaseme abrir un capítulo de varios, con 11 referencias o, lo que lo mismo, un 2,4% de aportación.
    Está claro, por lo tanto, que un enorme porcentaje de las leyendas aragonesas de temática medieval, o al menos las que en esta obra quedan recogidas —cerca de un 90%, un 86,6% exactamente— han alcanzado antes o después la letra impresa. Ello quiere decir que, si pretendemos ampliar el 13,4% de las que no lo han sido, a este esfuerzo, que ha sido grande, se debe sumar el de todos, pues donde menos se espera puede aparecer una joya ignorada. En este sentido, esta aportación queda abierta por inacabada.
    Todos y cada uno de los textos ofrecidos —unos conocidos, otros novedosos— son igualmente queridos para el recopilador, que ha tenido que meditar sobre cada uno de ellos (tarea en la que, en parte, han colaborado

    Teresa Sas, del Instituto de Estudios Altoaragoneses, y mi hija María) y proponer una redacción cuidada para no perder datos e intenciones y ajustarlos todos a una medida estándar, lo cual ha supuesto no pocas dificultades.
    Pero no todas las leyendas han tenido la misma fortuna en su devenir. Unas han pasado de puntillas en libros apenas leídos, otras yacen enmascaradas en crónicas de los siglos XIII al XV («Crónica de los Estados Peninsulares», «Chronica Adefonsi imperatoris», «Crónica de los Reyes de Navarra», «Crónica de Pedro Valencia», «Crónica de Desclot», «Crónica de Muntaner», «Crónica latina de los Reyes de Castilla», «Crónicas Anónimas de Sahagún», «Primera Crónica General» y «De rebus Hispaniae» de Ximénez de Rada, entre otras), textos de donde ha habido que arrancarlas. Unas son casi coetáneas al momento al que se refieren, otras son muy posteriores, incluso de pleno Romanticismo; unas son cultas, otras populares. No obstante, todas pretenden dar sentido a hechos y situaciones concretos.
    Un buen puñado de leyendas debieron ser cantadas o glosadas por trovadores y juglares, puesto que, al menos con certeza cuatro, dieron origen a canciones de gesta, y otras tres con mucha probabilidad. De una canción de gesta del siglo XIV nace, o ella misma da origen a la canción, la toma de Zaragoza por Carlomagno y Roldán [leyenda 4] —a lo largo de los 1.410 versos conservados—, con un argumento absolutamente fantástico. El conde Bernardo de Ribagorza, que gobernó a principios del siglo X, dio origen, asimismo, a un relato épico [21, 23], como lo orignaran el sitio de Barbastro por los cruzados en 1064 (canción de 7.392 versos, de finales del siglo XII o comienzos del XIII, narración fantástica donde las haya) [28], y la muerte de Sancho Ramírez ante los muros de Huesca [95]. Prosificada nos ha llegado la canción de gesta que narra la elección de Ramiro II como rey de Aragón [106], mientras alcanzaba más fortuna a través de los siglos, en canción de gesta redactada hacia 1224-1227, la famosa «Campana de Huesca» [110]. Por último, un posible cantar de gesta narró el enfrentamiento de Pedro de Ahones con el rey Jaime I y la muerte de aquel noble [125].
    Otras leyendas alcanzaron tal notoriedad que dieron origen nada menos que a los cuarteles del escudo de Aragón. La victoria de las tropas de García Jiménez en Aínsa, estimuladas por la aparición de una cruz roja sobre una encina [17], es una de ellas, como también lo es la cruz blanca sobre fondo azul, cruz que alentó y guió a los guerreros de Íñigo Arista en Araguás [22], mientras que las cuatro cabezas del tercer cuartel representan a las de los jefes moros que quedaron segadas tras la batalla de Alcoraz [37].
    En torno a la religión, hoy podemos recogernos en la iglesia de San Miguel de los Navarros zaragozana, que recuerda la ayuda del santo en la reconquista de Zaragoza [48], o podemos venerar a santo Dominguito de Val, asesinado por los judíos, porque una luz cegadora delató dónde estaba enterrado su cuerpo [212]. Por otro lado, aunque no fueron los únicos que se originaron, los Corporales de Daroca se basan en una bella tradición legendaria [301], como el importante «voto» que múltiples pueblos de Aragón ofrecieron a los restos de san Indalecio traído desde al-Andalus hasta San Juan de la Peña [320], mientras que el Santo Grial todavía se puede venerar hoy en la seo valenciana, tras haber permanecido en el monasterio pinatense y en la Aljafería [324, 325], y haber dado origen a la célebre ópera Parsifal. Por fin, celebrado fue en toda la Península, pero sobre todo en Portugal y en Aragón, el portento obrado por santa Isabel de Portugal, la reina que naciera en el palacio de la Aljafería, al trocar en rosas las monedas que no quiso que viera su marido [350].
    Importante para los aragoneses fueron sus Fueros y el Justicia de Aragón, ambos fundamentados en una narración legendaria [326], como lo es el famoso «Torico» turolense [70], o el «Primer viernes de mayo» jacetano, que conmemora anualmente la victoria del conde Aznar sobre los musulmanes, ayudado por las mujeres jacetanas y por la Virgen de la Victoria [19].
    Por último, los amores de Manrique de Lara, el «Trovador» prisionero de la Aljafería, inspirarían al italiano Verdi su ópera «Il Trovatore», representada en todo el mundo [162], mientras que otros enamorados, los
    «Amantes de Teruel» se han convertido en espejo mundial donde se miran quienes viven amores atormentados [167].

    Pero si estas y algunas otras leyendas han alcanzado fortuna y fama, con la suma de todas las demás, incluida la más modesta, es posible ensamblar una historia paralela, aunque legendaria, del Aragón medieval, una historia menos fiel que la tramada por otro tipo de fuentes, sobre todo las escritas, pero mucho más jugosa, la historia que esbozamos a continuación.

    1. UNA HISTORIA PARALELA A TRAVÉS DE LAS LEYENDAS

    1. LA CONQUISTA MUSULMANA

    La presente historia comienza cuando un grupo armado de musulmanes atraviesa el estrecho de Gibraltar para apoyar a uno de los dos bandos políticos que se disputaban el trono hispanogodo. En menos de diez años, la administración cambió por completo y los musulmanes se extendieron como un reguero de pólvora por toda la Península. Pues bien, nuestra historia, la tejida con las trescientas cincuenta y nueve leyendas que siguen, ya nos reserva una de ellas para estos momentos iniciales y no pequeña: el conde visigodo don Julián, a quien se le achaca el hecho de haber llevado las conversaciones que facilitaron la entrada de los moros, estuvo preso de éstos en Loarre, donde murió y fue enterrado en terreno no sacro por los cristianos en castigo de lo que para ellos fue una traición [1].
    Lo cierto es que la avalancha mora fue imparable y todo lo que ahora es Aragón capituló o cayó en sus manos por las armas en menos de diez años. De estos momentos, no existen muchos testimonios escritos, ni siquiera de los cronistas árabes, por eso son de agradecer algunos relatos legendarios que van desde la profecía de san Valero, en el siglo IV, de que Castelnou nunca sería invadido por los musulmanes, cuando éstos todavía no existían, hasta los actos heroicos más diversos.
    Sabemos, por las leyendas, naturalmente, que Bestué, al norte de Aínsa, no fue conquistado nunca por los moros [3]; conocemos cómo se produjo el despoblamiento y la huida de las gentes de Novillas antes de que llegaran los soldados [5] o el despoblado de Saz, descubierto en el siglo XII [15]; o el traslado de los habitantes de Centenero buscando seguridad [10], así como la huida a las montañas del obispo de Zaragoza,Bencio, con todas las reliquias y objetos de valor de la sede, pocas horas antes de que entraran en la ciudad los islamitas [8]. Algunas poblaciones resistieron denodadamente y los cristianos dieron grandes pruebas de valor y astucia colectiva e individual, cuales son los casos de Trasobares [4], Belmonte (de Gracián) [6], Borja [7] o Daroca [9], aunque al final acabaron sucumbiendo.

    Capítulo aparte lo constituyen las narraciones sobre la conquista de la Sarakusta mora por los ejércitos de Carlomagno —episodio bélico en el que llega a intervenir hasta el propio emir de Babilonia Baligante [2]—, y de la recuperación de la levantisca Zaragoza por el califa Abderrahmán III, quien nombró walí suyo a Abén Aire, cuya fama y aprecio llegaron a ser tales que cuando Sarakusta pasó a manos de los cristianos, la Zaragoza cristiana le dedicaría una calle, la de Bonaire [12], que ha llegado hasta nuestros días.

    2. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN

    2.1. RECONQUISTA

    El proceso de recuperación por los cristianos de las tierras que los moros les habían arrebatado fue lento y lleno de dificultades. Si las fuentes escritas son relativamente abundantes en datos y nombres, las leyendas al respecto son también muchas y bastante más jugosas en su información.
    Sólo a través de la leyenda tenemos conocimiento del nombre del primer almogávar que se echó al monte para resistir y hostigar al moro: Fortuño de Vizcarra, en las tierras quebradas de Roda [13]; o cómo el monasterio de San Pedro de Tabernas —donde fueron a parar varios obispos a cuya cabeza estaba el zaragozano Bencio— se convirtió en el primer núcleo organizado de resistencia, desde donde se conectó con el mundo carolingio [16] en busca de ayuda.
    Las primeras y estimuladoras victorias de los cristianos se centran en Aínsa, Jaca y Pueyo de Araguás. En Aínsa, la portentosa aparición de una cruz roja sobre una encina dio bríos a los hombres del rey de Sobrarbe, García Jiménez, y al origen posterior de uno de los cuarteles del escudo actual de Aragón [17]. En Jaca, la lucha por la reconquista se fragua entre amores imposibles [18] —los de Waldo y Zaida—, con la intervención armada de las mujeres jacetanas, así como la colaboración de la Virgen que fue decisiva para asegurar la ciudad [19], más la ayuda que prestara el conde Bernardo de Ribagorza al jacetano Galindo [21]. Muy cerca, en Araguás, cuando todo parecía perdido para los cristianos sitiados, una cruz dibujada en el cielo permitió al rey Íñigo Arista llegar con los refuerzos precisos para vencer a los moros [22], proporcionando así motivo para un nuevo cuartel del escudo aragonés de hoy: una cruz en campo azul celeste.
    Se sublevaron los mozárabes de Torralba en pleno siglo IX y reconquistaron su terruño, aunque efímeramente [20], mientras Bernardo de Ribagorza continuaba con sus gestas de fábula tomando el enclave de Calasanz y ensanchando su condado por el sur [23].
    Por el oeste, Ramiro I y su hermano, el castellano Fernando I, pugnaban por la estratégica plaza de Calahorra, decidiendo jugársela en lucha personal entre el Cid y el aragonés Martín González, que perdió [24]. Poco después caería en manos cristianas Alquézar, donde fueron decisivos tanto la valentía de una muchacha de Buera que dio muerte al walí [25] como el arrojo de los hermanos Isarre, a los que distinguió Sancho Ramírez [26], a quien, por cierto, vemos reconquistando transitoriamente Ejea con ayuda de guerreros franceses [27].
    La toma y ocupación de Barbastro, en 1064, cuya campaña motivara la predicación de la primera cruzada conocida, nos ha legado varios relatos legendarios, algunos de ellos encumbrados a la categoría de canción de gesta, como aquel que trajo a los narbonenses y al propio rey Luis de Francia al puerto marítimo barbastrense [28]; o la terrible matanza de moros mientras buscaban el agua vivificadora del Vero [29]; o el relato que narra cómo un moro traidor debió delatar al enemigo cristiano dónde estaban las fuentes de agua de la ciudad, lo cual significaba entregarla [30], o, por último, el rasgo humanitario del caballero cristiano liberando a una esclava [31].
    Si singular es la huida del señor moro de Momagastre, que quedó sepultado bajo una enorme losa cuando pretendía llevar consigo la imagen de la Virgen [32], curiosa es la solicitud de ayuda de Sancho Ramírez a la Virgen en Biscarrués que le condujo a la victoria en la inexistente batalla de Piedratajada [33], o la toma de Monte Mayor que, por haber ocurrido en una noche de luna llena, pasó a denominarse Luna [38]. Mientras, el Cid, que dejaba huellas que llegan hasta hoy en Calanda donde se refugió [40], era ayudado por Santiago en la conquista de Torrenublos, junto a La Iglesuela del Cid [41], o por Pedro Ruiz de Azagra, el albarracinense, en la toma de Valencia [45], o sus tropas se peleaban con las de Pedro I de Aragón cerca de Peralta de Alcofea [39].
    El cerco de Huesca, por su parte, fue prolífico en detalles legendarios, encabezados por la muerte de Sancho Ramírez [95] y la ayuda prestada por el caballero san Jorge en la batalla de Alcoraz [36], pero no son menos interesantes los relatos que nos hablan del recuento de guerreros famosos que había en cada bando, lo que permitió a Pedro I predecir el triunfo de los suyos al contar con uno más [35]; o las gestas de los hermanos Mudiello a lo largo de la muralla oscense, que dieron origen al linaje de los López de Gurrea [34], y la aportación de los bravos caspolinos, en cuyo territorio quedaron las cabezas segadas de tres de los cuatro reyes moros que perecieron en la batalla y que quedarían inmortalizados en las tres y cuatro cabezas de los escudos de Caspe y de Aragón [37], respectivamente.
    Además de tomar Monzón, al parecer con la ayuda traicionera de alguno de sus habitantes moros que dieron la señal de ataque con una campana [44], los prolegómenos del cercode Sarakusta adquieren forma legendaria en Gallur, Rueda de Jalón y Ejea. En la taifa de Rueda, tuvo lugar una alevosa traición del moro Glafar [43], mientras la taifa de Gallur, gobernada por una mujer, caía en manos cristianas [42], en tanto que Ejea era ganada por Alfonso I el Batallador, con la ayuda de la Virgen y de los franceses [46], victoria tan importante que le hizo merecer la reconciliación con su esposa Urraca [98].
    Por fin, le tocaba el turno a Zaragoza, en cuyo asedio y posterior ataque Alfonso I se vio socorrido por los navarros y éstos por san Miguel, lo que daría origen a la iglesia de San Miguel de los Navarros actual [48]. El monarca aragonés capituló las condiciones de la rendición con los moros zaragozanos dando muestras de magnanimidad [49], aunque tuvo que soportar el levantamiento de los mudéjares que quedaron en la ciudad que a punto estuvieron de recuperarla para el Islam, lo que no consintió la virgen del Portillo, que avisó del peligro a los guardianes cristianos que estaban dormidos [47].
    Tras la caída de Zaragoza, el Batallador asedió y tomó Alagón guiado durante la noche por la luz intensa que les producía la Virgen [50] y, poco después, Borja, que cayó en sus manos a pesar del pacto que el alcaide moro había hecho con el diablo [51, 52]. En Bijuesca, los islamitas a punto estuvieron de recuperar el castillo, pero lo impidió la Virgen con sus ánimos a los exhaustos cristianos [53]. Luego sitió Calatayud, tomó Tierga —donde todavía aguarda un enorme tesoro— [62], reconquistó Maluenda [56] y se encaminó a Daroca, en cuyo asedio y toma destacó Jaime Díez de Aux [57], población ésta que estuvo a punto de perderse cuando, dormidos los centinelas cristianos, los moros fueron descubiertos al despertarse aquéllos por los ruidos producidos por una bandada de ocas [58]. Como puede verse, rodeado por las tierras recién ganadas por Alfonso I, quedaba Zafadola en su reinecillo taifal de Rueda, de modo que tramó y logró una espectacular huida a Castilla [59].
    El Batallador, sabedor de los refuerzos almorávides que llegaban del Levante, les preparó concienzudamente una celada en Cutanda [54] y con su victoria no sólo aseguró las tierras que había ganado sino que pudo proseguir su camino triunfante. Así entraron los cristianos en Lanaja, donde la hija del alcaide se convirtió en toro al ser perseguida por el cristiano que la amaba [55], se adueñó de buena parte de Los Monegros —destacando el valor de los guerreros de Robres gracias al quitamiedos que ingerían antes de cada combate— [346], y se apoderó de Alcañiz, de donde huyeron al exilio muchos moros [60].
    Y llega así el momento culminante de la lucha por la importante plaza de Fraga, donde, en principio, Alfonso I obtuvo una victoria parcial gracias al influjo de las singulares reliquias que atesoraba en una arqueta que siempre llevaba consigo [64], pero no aceptó la rendición de los fragatinos, a los que pretendía vencer por completo por las armas o por las imprecaciones de un monje [63]. Lo cierto es que, tras ser derrotado y herido de muerte, tuvo todavía fuerzas para vencer a sus enemigos en una batalla naval [104], y su muerte fue considerada por muchos como un castigo de Dios [99].

    Afortunadamente para los cristianos aragoneses, la capital del Ebro resistió la contraofensiva almorávide e incluso Ramón Berenguer IV reconquistaba Monreal del Campo, donde brilló con luz propia el darocense Sancho de Ravanera [65]. A partir de ahí, ya en época de Alfonso II, se incorporan Aguilar de Alfambra —valiéndose de un rebaño de cabras con teas encendidas que pusieron en fuga al enemigo— [66], Camañas—conseguida por el señor de Alfambra como venganza a las relaciones del alcaide moro con su propia mujer— [67] y Cretas, cuyos habitantes eligieron a santa Pelagia como patrona por ser este el día de la liberación [68]. Para entonces se habían hecho famosos los guerreros de Alcorisa [69].
    La toma de Teruel y su ubicación actual, en el montículo donde apareció un toro entre cuyas astas brillaba una estrella [70], constituyó otro hito importante en el proceso reconquistador aragonés, aunque la ciudad estuvo a punto de perderse por la traición de uno de sus jueces [71], pues se aseguraba un punto estratégico. Así, por ejemplo, cayeron a continuación Villel —gracias a la actuación heroica de una mujer— [72] y Mora de Rubielos, cabiendo la duda si tras un asedio prolongado [74] o por el matrimonio de la señora musulmana de Mora de Rubielos y del señor cristiano de Rubielos de Mora, ambos profundamente enamorados [73].
    Las últimas actuaciones reconquistadoras de los cristianos aragoneses tuvieron lugar en tiempos de Jaime I, que cercó Morés durante meses, pues no supo cortar el aprovisionamiento de agua y pescado de los moros sitiados [75], y la toma del castillo de Mallo, junto a Mosqueruela, aprovechando la estratagema urdida en torno a la bella muchacha Gracia [76].
    Todavía, sin embargo, continuó la pugna de los aragoneses contra los musulmanes fuera de los límites de Aragón, como en Ibiza —de cuyo fracaso se culpó Íñigo Zaidín, que se retiró apesadumbrado a Monte Perdido [77], o en Valencia, donde brilló el valor del darocense Hernando Díez de Aux [79], sin olvidar al guerrero de Villafeliche que cada año iba a luchar al Sur y que prometió construir, como hizo, un santuario a la Virgen si regresaba ileso [80].
    Las acciones bélicas y reconquistadoras de los aragoneses, como acabamos de ver, están suficientemente representadas en este corpus legendario, explicando, a su manera, alguno de los hechos acaecidos que son callados u omitidos por otro tipo de documentación.

    2.2. LA REPOBLACIÓN

    Tras la conquista del territorio quedaba una ingente tarea por hacer: repoblar, reconstruir, organizar, administrar... Es cierto que en este terreno existen muchas menos noticias, pero algunas hay.

    Sabemos, por ejemplo, cómo los cristianos que huyeron a las montañas pirenaicas en el momento de la invasión construyeron, cerca de donde luego surgiría el monasterio pinatense, una ciudad de nueva planta, la de Pano, aunque no pudo aguantar el primer ataque moro y fue arrasada hasta no quedar vestigio alguno [81]. Asimismo, conocemos los pormenores de la fundación de la villa de Acumuer, en el siglo IX, a cuyo municipio se asignó el recién fundado monasterio de San Martín de Cercito [82]. Y los casos de la repoblación de Suelves, cuyo señor (el marqués de Suelves) repartió entre sus vasallos tierra para su supervivencia [84] y la reconstrucción de Oliete tras su reconquista, con el hallazgo bajo una piedra de una imagen de la Virgen, que por eso se llamó del Cantal [85].
    Si lo que serían luego los términos municipales fueron generalmente pactados por aquellos que estaban en condiciones de hacerlo, generalmente reyes y señores, conocemos un procedimiento mucho más cercano al pueblo y con intervención del pueblo, cual es el caso de la delimitación de los términos de Monzón y Binéfar encomendada a dos ancianas mujeres [83].
    También tenemos un ejemplo de legado territorial, el de la señora Martina Pérez de Lozano, quien, una vez rechazado por el concejo de Binaced entregó su extenso patrimonio a los frailes sanjuanistas [87].
    Por último, la leyenda nos ha dejado testimonio de la construcción de una importante obra de utilidad pública que ha llegado hasta nosotros, la presa de Almonacid de la Cuba en el cauce del río Aguas, fruto de la ayuda militar pactada por los hombres de Almonacid y de Belchite con Jaime I el Conquistador a cambio de su construcción [86].

    3. EL MUNDO CRISTIANO

    3.1. LOS REYES

    Entre los reyes aragoneses hay algunos absolutamente legendarios, inexistentes, pero sobre casi todos los monarcas reales existen leyendas más o menos verosímiles. Los dos tipos están representados en los relatos reunidos.
    Entre los reyes fabulosos, nos encontramos a un primer rey de Sobrarbe, llamado García Jiménez, al crear el primer cenobio pinatense [253] y vencer a los moros a las puertas de Aínsa tras aparecérsele una cruz roja sobre una encina [17] y a Iñigo Arista en acción semejante ante el Pueyo de Araguás [22]. También nos dice la leyenda que muerto el rey sobrarbense Sancho García los nobles se reunieron para nombrar nuevo monarca y pactaron con él [136], o que García Sánchez II otorgó a San Juan de la Peña la heredad de Abetito [88], mientras que de Sancho García, llamado Abarca,

    tenemos dos versiones de cómo fue arrancado del vientre de su madre, la reina, una vez que ésta fuera asesinada por unos desalmados [89, 90].
    Sobre Ramiro I tenemos varias noticias legendarias, encabezadas por la que nos narra cómo debió el reino a la defensa que hiciera de su madre, acusada de adulterio por su propio hermano, al negarle ésta la montura de un caballo [91]. Luego le veremos huir desnudo de Tafalla cuando el campamento aragonés fue asaltado por los hombres del rey de Pamplona, su hermano [92], y peleará contra el hermano castellano, Fernando I, por la posesión de Calahorra [24]. También nos aparece nombrando obispo de los mozárabes zaragozanos al abad pinatense Paterno [93], para acabar muriendo a manos de Sancho II de Castilla por haber dado cobijo a la esposa de éste [94].
    A su hijo y sucesor, Sancho Ramírez, lo hallamos varias veces: distingue a los hermanos Isuerre por sus acciones bélicas en la toma de Alquézar [26], es apoyado por guerreros franceses en la efímera reconquista de Ejea [27], se adentra en solitario en terreno enemigo y rescata la virgen de Trasobares que llevará a Siresa [255], solicita ayuda a la Virgen para que le valga en la batalla de Piedratajada [33] o asedia y conquista la plaza de Monte Mayor, o sea, Luna [38] y de Monzón [44], desterrando de Navarra a los Esparza [141] y de Aragón al noble García Aznárez por haber asesinado a Céntulo de Bigorra [138], aunque éste se ganará su perdón cuando llevó a San Juan de la Peña los restos de san Indalecio [320]; o para acabar muriendo frente a los muros de Huesca [95], ante los cuales hace jurar a los suyos de que acatarán a su hijo Pedro I.
    A Pedro I lo vemos ante las murallas de Huesca cuando manda hacer recuento de efectivos [35], premia el valor demostrado por los hermanos Mudielo [34], o levanta el destierro a Maza que acude a ayudarle con una nueva arma [140]. Sabemos de él en la batalla de Alcoraz, cuando recibiera la ayuda de san Jorge [36] o recompensara a los caspolinos por su arrojo [37]. Cambiando de escenario, lo hallamos en el asedio y toma de Monzón [44] y, cerca de allí, en Peralta de Alcofea, enfrentándose en una escaramuza al Cid [39]. Pero también es humano cuando acude a San Miguel in Excelsis para ser curado de una grave dolencia [96].
    La riqueza legendaria sobre Alfonso I el Batallador es variada y rica en matices, pues no en vano fue uno de los personajes más populares de la Europa del momento. Ya siendo niño se hizo rodear de una escolta personal de chesos que le acompañarán toda la vida [97]. Como soldado, que conoce las características de todos sus hombres [346], lo vemos en la conquista de Ejea [46], de Zaragoza [47, 48, 49], de Alagón [50], de Borja [52], de Maluenda [56], de Daroca [57], de Tierga [62] y de Alcañiz [60], y prepara concienzudamente la celada que le condujo a la importante victoria de Cutanda frente a los almorávides [54], e incluso a una primera victoria sobre los fragatinos [64], ante quienes fue derrotado [63], aunque luego, herido de muerte, vencería en una fantástica batalla naval [104].

    Aunque se reconcilió con su mujer, Urraca, tras la toma de Ejea [98], la encerró en El Castellar [156] y en Soria [100] y acabó divorciándose de ella [103], vengando su propio honor en Candespina [102], pero nada tuvo que ver el fracaso de su matrimonio en la pretendida homosexualidad que le achacaron sus enemigos [105]. Antes de su muerte, que fue considerada por algunos como un castigo de Dios por haber sido negligente con él [99], tuvo que sufrir el oprobio de verse vencido en Soria por la Varona [101]. Lo cierto es que su fama hizo que muchos años después de su muerte apareciera un falso Alfonso I, durante la minoría de edad de Alfonso II, que creó no pocos problemas sociales y políticos [113].
    La trama legendaria nos presenta a Ramiro II siendo elegido rey en Monzón por los nobles frente a Pedro Taresa [106] y obligado a casarse con doña Agnés para dotar al reino de un heredero [107]; unos nobles y guerreros que se burlan de él cuando monta armado a caballo [109] y de los que se toma cumplida venganza, dando origen a una de las más famosas leyendas de la historia, la de la Campana de Huesca [110]. Pudo huir ileso de la trampa que le tendiera en Pamplona García Ramírez [108] y llegó a enfrentarse con éxito a Roldán, un descendiente del famoso Rolando carolingio [111], antes de morir en Echo de manera accidental durante una cacería [112].
    A la reina Petronila, siendo todavía menor de edad, la encontramos dando su conformidad a doña Toda Ramírez para que fundara el monasterio de Trasobares [257], y a su marido, el conde barcelonés Ramón Berenguer IV, en la reconquista de Monreal del Campo [65].
    El escenario en el que vemos a Alfonso II es, naturalmente, el de la actual provincia de Teruel. Está en el asedio de Aguilar de Alfambra, en cuya fortaleza entra tras un rebaño de cabras con los cuernos en llamas [66], y entra triunfador en Cretas el día de santa Pelagia [68], pero su acción más importante se desarrolla ante Teruel [70], donde tuvo que actuar con celeridad para castigar al juez que estuvo a punto de entregar la ciudad al enemigo [71]. Por otro lado, los defensores del castillo sarraceno de Mora a punto estuvieron de disuadirle para que levantara el cerco cuando arrojaron por los muros todo tipo de vituallas, como indicando que podrían resistir indefinidamente [74], aunque no les sirvió la estratagema y la plaza pasó a poder del monarca aragonés. Por último, lo hallamos nombrando barón de Escriche al valiente que logró librar a la comarca de una terrible fiera que tenía atemorizados a todos [144]. En cuanto a su mujer, la reina Sancha, de quien se decía que estaba enamorada en secreto del rey castellano Alfonso VIII [155], la hallamos fundando el monasterio de Sigena [259].
    Pedro II no ha sido excesivamente afortunado con las leyendas, pero conservamos una que muestra el carácter del monarca, cuando urdió una estratagema para no ser coronado por el Papa con los pies, pues hizo amasar una corona con miga de pan lo que obligo al pontífice a tomarla con las manos [114].

    Sin embargo, Jaime I el Conquistador ha visto enriquecer su ya bien documentada biografía con abundantes relatos legendarios que comienzan antes incluso de su nacimiento, puesto que, según la tradición, fue concebido merced a una treta palaciega [115]. Siendo todavía niño, recibe su primera espada en Monzón [118], a la que luego añadiría las espadas Villardell [120] y Tizona, heredada ésta del propio Cid [119]. Hombre cultivado por sus preceptores templarios tanto en las artes marciales como en las letras, pronto asistimos a su estreno con las armas luchando contra Rodrigo de Lizana en favor de don Lope de Albero, desde entonces incondicional apoyo [165], o imponiendo su autoridad ante el díscolo Pedro Ahones [125], a la par que observamos las buenas relaciones con el duque de Híjar de quien será huésped su hija María [157].
    Se distinguió don Jaime I en completar la reconquista aragonesa y aun en sumar a su corona otras tierras, de modo que tenemos noticias legendarias de la incorporación de los reinos de Monzón y Pomar al vencer a sus sobrinos [116], o ganando Morés tras larguísimo asedio [75] y el castillo del Mallo [76], cercano a Mosqueruela, villa ésta a la que convirtió en sede veraniega de la corona [124]. Luego le veremos intentando recuperar Ibiza, donde su íntimo amigo de la niñez Íñigo Zaidín fracasó como jefe de la expedición [77], y recibiendo al rey moro valenciano Abu Zeyt como aliado [78], para acabar conquistando Valencia [79]. Por cierto que, antes de esta importante expedición, a punto estuvo de morir a causa de una misteriosa enfermedad en Teruel, de la que se salvó gracias a unas sopas de ajo [117]. Pero no sólo guerreó, sino que también repobló la tierra adentro, cual es el caso de la construcción de la presa sobre el río Aguas en Almonacid [86] a cambio de ayuda militar en la huerta levantina.
    Fue hombre cultivado y sensible —por eso castigó a su trovador que había destrozado las vasijas de un ceramista que tarareaba una canción suya [158]— y bastante religioso, por lo que podemos verle regalando una preciada espina de la corona de Cristo al monasterio de Samper [322] o un relicario personal a la virgen de la Huerta de Magallón [321]. Asimismo, hace donación de la imagen de la Virgen que llevaba siempre en su silla de montar a las gentes de Lagueruela [121] o se hace cofrade de la de los Ángeles en Albentosa [123], pero su principal devoción mariana era, sin duda alguna, la virgen de la Alegría del Monzón de su niñez, de manera que hizo colocar una réplica exacta en la catedral de Barcelona [122]. Por todo eso no encaja mucho el hecho de haberse jugado la plaza de Petilla con el rey navarro [126].
    Pedro III —hijo de don Jaime I y doña Violante de Hungría y padre de santa Isabel de Portugal— nos es mostrado como un valiente tanto cuando desafía a un dragón en solitario en el monte Canigó [127], como cuando acepta el reto de vengar a Conradino de Sicilia [128] y acude rodeado de peligros y enemigos a la justa de Burdeos [129]. Pero también es magnánimo al perdonar a Pedro Martínez de Bolea, quien, actuando por su cuenta, pactó con el rey de Castilla evitando una guerra segura [349]. De cuando en cuando iba a su palacio de Tarazona que tanto gustaba a su mujer, la reina Constanza, donde tuvo lugar el drama amoroso entre la turiasonense Clara y Manfredo, el paje siciliano de ésta [180].
    De sus hijos Alfonso III y Jaime II no abundan las noticias legendarias, pues sólo conocemos lo acontecido en Chipre a los embajadores del segundo cuando fueron a procurarle una esposa [130].
    Si la leyenda pasa de puntillas sobre Alfonso IV, no ocurre lo mismo con su hijo Pedro IV el Ceremonioso, a quien vemos nombrar como primer conde de Luna a don Lope de Luna, que le había ayudado a luchar contra los unionistas [146], intervenir en la pugna entablada entre los Urrea y los Cornel en Zaragoza [169], o abolir los fueros turolenses tras la traición del juez que permitió la entrada de los ejércitos castellanos en Teruel [178]. Pero también sabe recompensar a los herederos de los hermanos Gombalte, que fueron inmolados por el alcaide de Bueña antes que entregar la plaza a Pedro I el Cruel de Castilla [177], en la lucha que durante años mantuvo con éste.
    De los hijos del Ceremonioso, don Juan I pasa desapercibido por nuestras páginas y Martín I el Humano nos aparece como responsable del traslado del Santo Grial de San Juan de la Peña a la Aljafería zaragozana [324] y del agua que se convirtió en sangre en Cimballa al monasterio de Piedra [309].
    El primer monarca de la casa castellana, Fernando I de Antequera, no sólo tuvo que luchar directamente en el campo de batalla contra su opositor, el conde de Urgell, sino que estuvo a punto de ser envenenado por la condesa [131]. No fue así, y le vemos nombrando confesor suyo a fray Vicente Ferrer, su gran valedor en Caspe, tras enterarse de cómo había logrado impedir que los diablos se acercaran a esa ciudad durante las deliberaciones de los compromisarios [288].
    De Alfonso V sabemos que nació entre terremotos y espanto [132] o cómo su mujer, la reina María, lloraba su prolongada ausencia italiana [161], pero también lo vemos en Teruel interviniendo para poner fin a las sempiternas luchas entre los Muñoz y los Marcilla [173, 330], incluso recortando los fueros turolenses, o accediendo a que se trasladara el cadáver de Benedicto XIII desde Peñíscola a su villa natal, Illueca [316].
    No tuvo mucha más suerte Juan II, pero aún le podemos ver encerrando en Mallén a su hijo Carlos, el Príncipe de Viana, que logró evadirse de la prisión [163], y conocemos al soldado Juan Miguel, que marchó a la guerra con el rey [186] y todavía le espera en Acumuer Martina, su prometida. Pero mayor repercusión tuvieron dos milagrosas curaciones de la virgen del Pilar, la de su mujer, la reina doña Blanca [160] —en cuyo honor instituyó la Orden de la Banda— y la de su nieto, hijo de don Alonso de Aragón, conde de Ribagorza [153].
    Por fin, de Fernando II el Católico sabemos, por ejemplo, que fue engendrado en El Frasno [133], armado caballero de María, poco antes de dirigirse a la conquista de Granada, en Castejón de las Armas [134], y salvado de la muerte por la virgen del Pilar [135].
    A través de este repaso de urgencia, vemos cómo la imaginación popular ha tratado de explicar algunas sinrazones y no pocos hechos que carecían de sentido desde la ignorancia. Pero también observamos, en ocasiones, noticias premeditadas de cronistas del bando contrario que pronto se convirtieron en leyenda, pues muchas de las invenciones se escribieron en crónicas coetáneas con claras intenciones, generalmente descalificadoras. No obstante, por ser leyendas no dejan de tener su porqué y su para qué.


    3.2. LA NOBLEZA Y LOS SEÑORÍOS

    Pero no sólo los reyes aragoneses dieron origen a esta trama legendaria, enormemente jugosa, divertida unas veces o cruel otras. También la nobleza y sus señoríos, todo un régimen social y político característico del antiguo régimen, desempeñaron un papel estelar.
    Sabemos, por ejemplo, cuándo tiene lugar su nacimiento, tras la muerte del cuarto rey de Sobrarbe, Sancho García, y del quinto conde de Aragón, García Aznar. En torno a San Juan de la Peña, donde estaban refugiados, los guerreros más influyentes creyeron llegado el momento de cambiar el rumbo de los acontecimientos y para ello decidieron nombrar de entre ellos a doce barones, en quienes recayó el gobierno del territorio, con lo que dieron origen a los «seniores», poco después llamados «ricos-hombres», germen de la nobleza aragonesa [136].
    Conocemos, asimismo, el origen de algunas de las casas y familias de nobles aragoneses, como la de los Aysa, en las montañas de Jaca [137]; la de los Esparza navarros, en tiempos de Sancho Ramírez [141]; o el influyente linaje de los Maza, nacido junto a los muros de la Huesca sitiada por Pedro I [140]. Asistimos al nacimiento de la baronía de Escriche, cuando Alfonso II nombró primer barón al valiente que libró a la comarca de una terrible fiera [144], y al alumbramiento del condado de Luna, merced de Pedro IV a don Lope de Luna por la ayuda que le prestara con sus soldados frente a los coaligados unionistas [146].
    Somos testigos del vasallaje que Pedro Ruiz de Azagra hiciera del liberado feudo de Albarracín a Santa María [143], y también de algunas actuaciones negativas, como el asesinato que García Aznárez cometiera en la persona de Céntulo de Bigorra, que le valió ser desterrado por Sancho Ramírez [138], o la cruenta muerte del barón de Espés durante uno de sus frecuentes viajes a Obarra [139]. Terrible fue, asimismo, el comportamiento del señor de Sástago cuando asesinó al abad del monasterio de Rueda para solventar las diferencias existentes entre ambos [147], y trágica la muerte del conde Artal, a la sazón señor de Mequinenza, por tratar de abusar de una muchacha [149]. Noticias tenemos del marqués de Ayerbe y de su palacio [150], así como de la burla que vivió el prócer por parte de las gentes de la villa por su vil comportamiento [151].
    Y es que los problemas de algunos señores con sus súbditos fueron frecuentes, cual es el caso del enfrentamiento del de Nonaspe con los suyos [142], o la bella historia de amor que se teje al calor de una revuelta campesina que dio origen al nombre de la villa de Maella [148], así como la precipitada huida del señor de Fabara ante las protestas del pueblo por sus constantes vejaciones y tiranía [152].
    Los relatos legendarios nos hablan también de algunos hechos singulares como, por ejemplo, la milagrosa salvación de don Pedro Fernández de Azagra, señor de Albarracín, que salió indemne tras perderse durante una noche tormentosa por las cercanías del monasterio de Piedra [145]; o lo sucedido al hijo del conde ribagorzano Alonso de Aragón, hijo del rey Juan II, que fue salvado in extremis por la propia virgen del Pilar cuando ya los médicos lo habían dado por muerto [153].
    Podemos seguir, por fin, la actuación de un trovador en Barbastro en la pequeña corte del conde de Entenza [164].

    3.3. LA VIDA CORTESANA

    Poseemos interesantes informaciones tanto de la corte real como de los salones de algunos señoríos, en los que las mujeres constituyeron un foco de atención primordial. Ese es el caso de la condesa ribagorzana Ava, a la que hallamos en Castilla donde, tras apasionadas escenas de amores y desamores, entra en connivencia con el propio Almanzor [154]; o sabemos de la amistosa acogida que el duque de Híjar dispensara en su palacio a María, hija de Jaime I [157]. También conocemos con cierto detalle el exilio de la princesa aragonesa doña Blanca en la corte albarracinense, donde no sólo fue muy querida sino donde ha dejado una imperecedera huella legendaria que llega hasta hoy, puesto que todavía se puede ver su leve figura en las noches limpias de plenilunio [159].
    Varias reinas se asoman también a las páginas legendarias. La que más huella ha dejado es, sin duda alguna, la castellana y controvertida doña Urraca, esposa de Alfonso I el Batallador, a la que vemos confinada por éste en El Castellar, desde donde caminaba a Ejea por un larguísimo túnel
    [156] y donde se reconcilió con su esposo tras tomar el rey la villa [98], para encontrarla de nuevo enclaustrada en Soria [100] antes de solicitar el divorcio [103]. Conocemos, asimismo, las desventuras de doña Sancha, mujer de Alfonso II y fundadora del real monasterio de Sigena, a la que muchos creían enamorada en silencio del rey castellano Alfonso VIII, aunque jamás le declaró su amor [155]. Más tarde advertimos la grave enfermedad y curación milagrosa de doña Blanca de Navarra, quien peregrinó a Zaragoza para dar gracias a la virgen del Pilar por haberle salvado la vida y

    donde instituyó en su honor la Orden de la Banda [160]. Vemos, por fin, a la queridísima reina María llorando la prolongada ausencia de su esposo, el rey Alfonso V [161].
    Desde la leyenda, podemos asistir a las desventuras y vicisitudes amorosas del noble Manrique de Lara, el famoso trovador prisionero en la Aljafería, que llegaría a su consagración definitiva a través de una famosa ópera [162], a la par que vemos encarcelado por su padre Juan II, en Mallén, al Príncipe de Viana, si bien logró fugarse con sus bienes merced a la ayuda de sus incondicionales [163].
    Podemos oír, por fin, las melodías de los trovadores que van de corte en corte, de modo que al famoso juglar de la Aljafería se le unirá el que en Barbastro actúa para el conde de Entenza, de cuya hija se enamora locamente hasta morir [164]. E incluso asistimos al castigo impuesto por Jaime I a su trovador por haber destrozado éste las vasijas de un ceramista porque entendía que tarareaba mal sus tonadas [158].


    3.4. LAS PUGNAS FAMILIARES

    En este mundo cortesano, fueron frecuentes las pugnas entre familias de abolengo, de modo que el monarca se vio obligado a intervenir en múltiples ocasiones para tratar de imponer la paz entre ellas. No es extraño, por lo tanto, que Jaime I hiciera sus primeras armas luchando contra Rodrigo de Lizana que había atacado injustificadamente a don Lope de Albero [165].
    Los Albir y los Frago dirimieron con las armas sus diferencias en Magallón hasta terminar su contienda en drama, cuando Juan Albir fue muerto en la misma ermita de la Virgen, que acabó huyendo a los montes de Leciñena, donde se apareció a un pastor [166]. Los Segura y los Marcilla, dos importantes familias turolenses, turbaron la paz de la ciudad durante años, finalizando en tragedia los amores de Isabel y Diego, inmortalizados para siempre por la leyenda como los «Amantes de Teruel» [167]. También en Teruel lucharon los Marcilla contra los Muñoz, lo que dio origen a unos segundos «amantes», a la par que para sofocar el conflicto se viera obligado a intervenir el propio rey Alfonso V [173].
    Existen todavía más casos de enemistades, y así podemos ver a los Luna y los Urrea, enfrentados por la cuestión sucesoria al trono, ensangrentando el solar aragonés, como cuando Antón de Luna cortó la mano al obispo García de Zaragoza [171] o cuando tras matar el mismo don Antón
    —defensor del conde de Urgell— al arzobispo de Zaragoza, Pedro de Urrea le presentó batalla campal junto a la Zuda cesaraugustana [172] obligándole a huir.
    Los Urrea, una vez más, y los Cornel lucharon a muerte en Zaragoza y sus alrededores debido a la fuga perpetrada por los amantes Brianda de Luna y Luis Cornel, hasta que Pedro IV llevó el caso ante las mismas Cortes del reino [169].
    Con final más feliz acabaron las desavenencias de dos muchachos de familias rivales de Pedrola pues, tras perdonar la vida uno de ellos al otro, fueron a dar gracias a la Virgen [168], hecho que todavía se conmemora hoy en la localidad, como se recuerda con simpatía en Montalbán el enlace de una muchacha y un joven de familias antagónicas, tras fingir ella que estaba loca [170].

    3.5. LA GUERRA ENTRE CRISTIANOS

    Pero además de las pugnas internas entre familias rivales, las leyendas nos han transmitido abundantes e impresionantes testimonios del enfrentamiento entre los castellanos y los aragoneses en la llamada «guerra de los dos Pedros», Pedro IV el Ceremonioso de Aragón y Pedro I el Cruel de Castilla.
    A lo largo del recorrido del ejército castellano —que se adueñó de parte de las Comunidades de Calatayud, Daroca, Albarracín y Teruel—, encontramos hitos señalados, como, por ejemplo, la victoria aragonesa en Fuentes de Jiloca, donde las mujeres de la localidad sorprendieron a los invasores [174]. Luego asistiremos al asedio de Daroca, en cuya defensa tuvo una participación destacada Miguel de Bernabé [175], el alcaide de Báguena, que poco después prefirió morir abrasado entre los muros de su castillo antes que rendirse al invasor [176].
    En el camino hacia Teruel, las tropas de Pedro I el Cruel hallaron resistencia inusitada ante la fortaleza de Bueña, a cuyos pies murieron los hermanos Gombalte por negarse su alcaide a entregar la plaza, lo que motivó el reconocimiento de Pedro IV a los herederos de los hermanos sacrificados [177]. Poco después, el juez de Teruel abrió el «Portal de la Traición» a los castellanos que dominarían la ciudad durante varios años [178].


    3.6. AMORES Y DESAMORES

    Para finalizar este repaso de urgencia a las vivencias legendarias del mundo cristiano medieval aragonés, antes de adentrarnos en el musulmán y el judío, señalaremos unas historias de amores y desamores, alguna de las cuales finalizó bien, como les ocurriera a los enamorados de Montalbán [170], e incluso otras están todavía por terminar, como en el caso de Martina, que todavía espera en Acumuer a que regrese su Juan Miguel, que se fue a la guerra a luchar al lado de Juan II [186], pero, por regla general, la tragedia fue el denominador común.

    Recordemos los dramas amorosos en los que estuvieron mezcladas las familias turolenses de los Marcilla con los Segura [167] y con los Muñoz
    [173] y las tormentosas relaciones por cuestión semejante entre los Urrea y los Cornel en Zaragoza [169]. Pero también asistimos al desenlace borrascoso provocado por los celos de Alfonso de Barbastro que le llevaron a la cárcel [179], o a la muerte del paje siciliano Manfredo que murió en Tarazona a manos de su despechada enamorada, la turiasonense Clara [180].
    En Teruel, la joven doña Elvira costeó las obras de un nuevo puente sobre el río Guadalaviar, que todavía está hoy en pie, para no tener que atravesar el entonces existente en el que fue asesinado su marido por un enamorado celoso [181]. Constancia queda en una oquedad del monasterio de Piedra de los cuerpos inertes de Flor y su amante, muertos por el marido de aquélla, el señor de Castro de Malavella, don Arnaldo [182].
    Sabemos, asimismo, de las desventuras amorosas de Berenguer de Azlor y Aldonza de Entenza que, como en el caso de los amantes turolenses, fueron enterrados juntos en la iglesia de Montalbán [183].
    También murió por amor la hija del alcaide del castillo de La Fresneda a manos de los arqueros de su padre [185].
    Por otra parte, la hija del señor de Sos del Rey Católico todavía vaga por los contornos de la villa por haber faltado al juramento de fidelidad a su prometido mientras éste luchaba contra los moros para tratar de hacer fortuna [184], mientras en Blecua tenía lugar un singular drama fruto de la costumbre de los padres de comprometer el matrimonio de sus hijos. En efecto, una muchacha de la localidad no aceptó como marido al joven que sus padres le habían destinado enamorándose de otro y, tras aparecer muertos por el candidato despechado, fueron enterrados en tumbas cercanas, entrelazándose poco después las ramas de los rosales que nacieron en sus cabeceras [187].

    4. EL MUNDO MUSULMÁN

    Aunque no con tanta abundancia como en el caso de los aragoneses cristianos, también nos ha quedado constancia legendaria de los aragoneses musulmanes, a quienes poco después de la conquista ya los vemos buscar los tesoros escondidos por los cristianos en su precipitada huida, cual es el caso de la Muela de San Juan, junto al actual pueblo turolense de Griegos [188]. Y es que el de los tesoros es un tema recurrente en las relaciones entre ambas comunidades.
    Así, por ejemplo, antes de pasar a manos cristianas el castillo de Ayerbe, los sarracenos escondieron un tesoro para el día que regresaran [194], como hiciera Alí Mohal, que peregrinó con el suyo desde Valencia hasta Monreal, quedando enterrado con él [197]. Exactamente igual hicieron los moros de Castellote quienes, ante la inminencia de la conquista cristiana, escondieron sus riquezas en la montaña Cañarda [199], tal como hicieran la reina mora de Cañart [201] y los habitantes de El Castellar en su huida hacia Castejón de Valdejasa [209]. También sabemos de la mora codiciosa de Siresa que vagaba por los bosques atesorando riquezas [207] o cómo Mustafá de Monreal que, aunque se quedó a vivir como mudéjar esperando tiempos mejores, jamás reveló dónde había escondido el suyo [230].
    Comentario aparte merecen algunas mujeres agarenas que se retiraron en soledad a esperar el regreso de los suyos, regreso que nunca se produjo, como le ocurriera a la mora de Guadalaviar que aún confía en la vuelta de su guerrero [200], o la mujer musulmana que vagó de valle en valle buscando a su enamorado hasta dar con su cuerpo muerto [206], o la reina mora de Rasal que todavía confía en el retorno de su marido [208].
    Por otra parte, es normal hallar noticias legendarias de moras encantadas que suelen narrar historias de convivencia pacífica, siendo casi siempre aceptadas con cariño y asombro por los cristianos que las contemplan, excepto en el caso de la mora de Bastarás, que tenía atemorizados a todos los pastores de la comarca [203]. Preciosa es la historia de la joven y bella islamita que decidió vivir sola en la actual Basa de la Mora, cerca de Saravillo, hastiada por las continuas luchas entre los hombres [202] y que muchos dicen verla aún en el fondo de aguas limpias del ibón, como enternecedora es la historia de la mora encantada de Sallaón, en El Grado, que se unió a un cristiano y ambos todavía mantienen limpios los pozos de agua [204]. Aún recuerdan en Sena la siempre joven mora que tendía la ropa limpia al sol, aunque nunca era vista de día [236].
    Como en el lado cristiano, no es difícil hallar referencias legendarias acerca de problemas cortesanos, cual es el caso del gobernador moro de Zaragoza permanentemente rechazado por la darocense Salima, a la que mandó enterrar viva por despecho y aún pide venganza en ocasiones desde la muralla [189]. Vemos, asimismo, a la inmensamente rica reina mora de Guarrinza, pero aislada de los suyos en pleno Pirineo [190].
    Sabemos con cierto detalle, por otro lado, de las tres hijas del rey moro de Sarakusta que huyeron a Francia para librarse de su padre, si bien murieron heladas bajo la nieve, siendo delatadas hoy por la montaña de las Tres Sorores [191]. También huyó Aixa, subyugada por su padre, el rey de Albarracín, que buscó la libertad, aunque una hechicera la convirtió en fuente cerca de Frías [193].
    Entrañable es la historia de amor entre el joven príncipe Abenracín y Zaida, hija del señor moro de Cella, de cuyo romance nos queda hoy, según la leyenda, el acueducto que toma sus aguas en el Guadalaviar [192]. Como fruto de la pugna amorosa por la hermosa Zoraida podemos admirar ahora las torres de San Martín y San Salvador de Teruel levantadas por sus dos pretendientes [205].

    Por fin, noticias tenemos de Abdelmelic, señor de la taifa de Albarracín, que sufrió un atentado en casa del alcaide de Alacón, su cuñado y vasallo, por lo que recibió un castigo ejemplar [196], como poseemos datos acerca de las revueltas internas que tuvieron lugar en Zaragoza poco antes de su reconquista, entre los que destaca la que protagonizó uno de sus prohombres, Zila [198].

    5. EL MUNDO JUDÍO

    Respecto al mundo judío, son frecuentes los intentos de conversión a la fe católica, fundamentalmente por parte de fray Vicente Ferrer, a quien encontramos en su tarea evangelizadora en Daroca [216] o en Zaragoza, donde logró convencer a un afamado rabino [217], si bien en Calatayud fue apedreado por toda la población, incluida la cristiana, lo que le condujo a predecir que la ciudad sería inundada por los ríos que allí se juntan, el Jalón y el Jiloca, aunque san Íñigo salió en defensa de los bilbilitanos [215].
    Las relaciones entre católicos y hebreos no fueron excesivamente cordiales a juzgar por las leyendas que nos son conocidas. Así, por ejemplo, Juan, herrero que trabajaba en la construcción del monasterio de Veruela, se vio rechazado por una bella judía de Trasmoz, lo que le llevó a quitarse la vida [211], pero más grave fue el incidente ocurrido en la aljama zaragozana, cuando los hebreos asesinaron a Dominguito de Val, cuyo cuerpo, ocultado por aquéllos, fue delatado por una luz fantástica [212]. Asimismo, el monasterio de San Miguel de Foces fue totalmente arrasado por mandato de un judío despechado porque los monjes no quisieron acudir en ayuda de su hija [213, 214]. No es extraño, pues, que los miembros de esta minoría religiosa fueran expulsados de algunas poblaciones, como ocurriera en Tamarite, donde se reclamó la presencia para ello del propio Cid [210].


    6. RELACIONES ENTRE CRISTIANOS Y MUSULMANES

    6.1. RELACIONES AMISTOSAS

    Entre las comunidades cristiana y musulmana hubo trato constante, siendo abundantes los casos de tolerancia y comprensión mutua. Así, por ejemplo, vemos al alcaide moro de Peralta de la Sal permitiendo que los mozárabes de la localidad siguieran venerando a la Virgen, a la que incluso invocó su propia mujer en más de una ocasión [218]. Por su parte, los cristianos de Graus facilitaron que el antiguo alcaide musulmán y su hija Zoraida siguieran viviendo entre ellos, llorando amargamente la muerte de ambos [221], aunque más

    sorprendente parece el hecho de que el propio Almanzor consintiera que los cristianos de La Almunia de Doña Godina veneraran públicamente a la Virgen [223] o que, en Langa, la imagen de la Virgen en cuya ermita se había cometido un crimen eligiera la casa del moro Tocón para buscar refugio [229]. Pero todavía es más llamativo el hecho de que una mora de Borja, preocupada por la incurable enfermedad de su hijo, decidiera peregrinar hasta la ermita de la virgen de Salas de Huesca, donde alcanzó la curación [232].
    Ejemplos de relaciones amistosas existen varios, como el de la mora encantada de Aquilué que peinaba todos los días a una señora cristiana [233] o el contrario, el de la mujer cristiana de Rasal que hacía lo propio con la esposa de un ganadero mudéjar [234], aunque más singular es la actitud del pastor cristiano de Luesia que llevaba todos los días leche a una mora solitaria [238]. En este clima no es de extrañar, por lo tanto, alguna conversión, como le ocurriera a un alfaquí zaragozano [235].
    Abundantes son, por otra parte, las relaciones amorosas entre miembros de ambas comunidades, relaciones que no siempre tuvieron el resultado feliz de Zoma, el alcaide moro de Daroca, con la cristiana María [219], de Zaida de Cella con el conde cristiano Hernando [224], del joven cristiano de Tarazona que se fue a vivir con una mora encantada [225], o de la bella mora de Ricla y su enamorado cristiano que decidieron olvidar de sus respectivas religiones aquello que les separaba y mantener lo que les unía [228].
    En otras ocasiones, las cosas no resultaron tan positivas. Y así, la hija del rey moro de Albarracín, que estaba enamorada del Cid, fue encantada por una bruja para impedir que el amor prosperara [220]. Más dramático fue el final de Zulima, la hija del alcaide sarraceno de La Puebla de Castro, quien tras enamorarse y unirse al reconquistador de la plaza, Roderico de Mur, fue asesinada en Graus por moros enemigos de su padre [222].
    Final dramático tuvieron, asimismo, el joven guerrero cristiano que, una vez liberada Gallur, regresó para unirse a una muchacha musulmana [226], y el tenente de la misma localidad, don Artal de Alagón, quien enamorado del espectro de Alma Serena, enloqueció de amor [227], mientras que Alba, la mujer del Rey Lobo, se enamoró de don Pedro de Azagra, aunque falleció llevándose su secreto [231]. Por fin, recordemos la bella historia de las tres doncellas moras de Sabiñán que fueron encantadas y convertidas en tres palomas por querer a tres muchachos cristianos, a los que todavía esperan revoloteando en torno a las torres del viejo castillo [237].

    6.2. RELACIONES PROBLEMÁTICAS

    Pero no siempre las relaciones entre moros y cristianos fueron amistosas, pues en ocasiones privó la intransigencia religiosa, como le ocurriera a la joven Orosia, que fue hecha prisionera y sentenciada a muerte [239], lo mismo que les sucedió a las muchachas Nunilo y Alodia, que prefirieron

    morir antes que renunciar a su fe [240]. O la actitud del conde cristiano que se negó, una vez reconquistada Barbastro, a propiciar el rescate de dos jóvenes agarenas [245], mientras que un mudéjar turiasonense fue engullido por la tierra por trabajar en domingo [249].
    Existieron persecuciones enconadas y encarnizadas, como la que terminó con la vida del joven Visorio, asesinado por una partida de moros [241], o la que puso en aprietos a Elena de Biescas, que se salvó de manera milagrosa [242], aunque más espectacular fue la huida de un escudero del Cid, quien, acorralado por varios soldados musulmanes, dio un salto inverosímil con su montura en la foz del Guadalaviar y burló a sus perseguidores [246].
    Hubo apresamientos inhumanos, cual es el caso de un mozárabe de Tarazona, que lo fue porque descubrió de dónde procedía el agua que manaba en las fuentes de la ciudad, circunstancia que las autoridades musulmanas querían mantener en secreto para que nadie pudiera envenenarla [244], o el apresamiento de un joven cristiano de Muniesa que se salvó gracias a la intervención prodigiosa de la Virgen [247].
    También tenemos noticias legendarias de robos cometidos entre ambas comunidades, como el caso protagonizado por un cristiano de Chía, quien sustrajo un cáliz a los moros de Sos y pudo salvarse de su persecución al producirse una avenida repentina del río Ésera una vez que él lo había cruzado [248].
    No es de extrañar, por lo tanto, que se produjeran expulsiones por uno y otro lado. Así vemos cómo los mozárabes de Sarakusta fueron echados de la ciudad y confinados en lo que desde entonces se llamaría El Burgo de Ebro, acudiendo allí la imagen de la Virgen que veneraban [243], pero también asistimos al exilio de los mudéjares de Pina merced a una estratagema de los cristianos de la localidad [250].

    7. ASPECTOS RELIGIOSOS

    En la sociedad medieval aragonesa, todo lo relacionado con la religión tuvo una gran importancia, por eso no es de extrañar que sean abundantes las leyendas que tienen como fondo alguna motivación religiosa. De entre la variada gama de este tipo de leyendas, nos detendremos fundamentalmente en aquellas que hablan de los monasterios, los peregrinos, los santos, los milagros o portentos y las reliquias.

    7.1. LOS MONASTERIOS

    Los monasterios desempeñaron un papel primordial en el sistema religioso, político, económico y social de la época, y son muchos los relatos legendarios que nos dicen cosas de ellos.

    Entre los viejos cenobios pirenaicos, tenemos noticias de San Martín de Cercito —que fue asignado a la recién nacida villa de Acumuer [82] tras haber sido fundado por el conde Galindo [254]—; de Alaón, cuyo abad fue condenado a muerte por el rey por haberle desobedecido [327]; de San Pedro de Tabernas, convertido en el primer núcleo de la resistencia cristiana tras la invasión musulmana [16]; de San Pedro de Siresa, donde fue a parar un brazo del apóstol san Pablo [319]; y, sobre todo, de San Juan de la Peña. De éste sabemos de su primer eremita, Juan de Atarés [251], de la construcción del primer cenobio por parte del rey García Jiménez [253], de la instalación de la primera comunidad cenobítica con Voto y Félix [252], de la donación de Abetito que recibió de García Sánchez II [88], así como de la arqueta que contenía el Santísimo Sacramento y quedó intacta tras un pavoroso incendio de su iglesia [313] y del Santo Grial hasta que Martín I lo mandó a la Aljafería [324] o Parsifal se lo llevó a Oriente [325].
    Hallamos luego los cenobios del Somontano y aledaños, como el levantado en honor de la Virgen del Pueyo de Barbastro después de aparecerse a Balandrán [256], el de San Miguel de Foces, junto a Ibieca, donde tuvieron lugar dos luctuosos hechos protagonizados por los judíos [213, 214], y el de Montearagón, en el que se declaró un gran incendio del que quedó indemne el fragmento de pan de la Última Cena que en él se conservaba [323].
    Por último, tenemos noticias de los monasterios que nacieron con la expansión territorial del reino. Así sabemos de las fundaciones del convento de Trasobares por doña Toda Ramírez [255, 257], del de Veruela por Pedro Atarés [258] y de Sigena por la reina doña Sancha [259]. Los condes de Sástago propiciaron tanto el nacimiento de Monler [260] como de la Cartuja de las Fuentes [263], y don Gil de Atrosillo, señor de Estercuel, levantaba el de Nuestra Señora del Olivar [261]. Del de Rueda tenemos dos noticias: el asesinato de su abad a manos del señor de Sástago [147] y el descubrimiento del pasadizo que por debajo del Ebro unía el monasterio con Escatrón [264]. Por su parte, los monjes de Fuenclara, molestados por los hombres del conde de Urgell, decidieron instalarse en Santa Fe, levantado su nueva casa cerca de Zaragoza, a la vera del Huerva [262]. Por último, tenemos noticias tanto del monasterio de Samper, al que Jaime I donó una espina de la corona de Cristo [322], como del que fundaron los monjes franceses de San Caprasio, en la Sierra de Alcubierre [343], que fue famoso por las medicinas que ellos mismos elaboraban.

    7.2. LOS PEREGRINOS

    No son ajenos al mundo legendario los peregrinos que iban y venían de un confín a otro. Algunos de ellos eran santos que tomaban esta caracterización, como sucediera en Benasque con san Marcial [265], o el viaje conjunto que emprendieron los santos Licer, Juan, Gregorio y Pantaleón [269], que fueron quedándose en Zuera, San Juan de Mozarrifar, montes aledaños a Zaragoza y Juslibol, respectivamente.
    En Alcolea se recuerda todavía al peregrino anónimo que, después de tallar un magnífico crucifijo, desapareció sin dejar rastro [266], tal como sucediera con otros dos romeros escultores en la villa de Boltaña [267]. Por su parte, en Castiello de Jaca se conservan todavía las reliquias que transportara un romero que iba a Santiago y al que fuerzas ocultas no le dejaban salir de la población [268].

    7.3. LOS SANTOS

    Abundantes son las noticias legendarias referentes a diversos santos en todo Aragón. Muchas de ellas explican por qué algunos pueblos los eligieron como patrones. Si san Licer lo es de Zuera se debe a que al paso de sus reliquias por allí, llevadas por soldados franceses, las campanas comenzaron a repicar solas [274]. San Pedro Arbués, patrón de Aguilón, tuvo problemas cuando intentó cortejar a santa Bárbara, patrona de Tosos [294]. San Blas eligió Torrecilla de Alcañiz para quedarse [296] y santaTecla fue nombrada patrona de Cervera de la Cañada después de salir repetidamente su nombre de entre las bolas introducidas en un saquete [297]. Por su parte, san Gil y san Ginés, que predicaron juntos por tierras de la Hoya de Huesca, se vieron sorprendidos por una avenida del río Sotón, quedando uno a cada orilla, de modo que uno se refugió en Ortilla y el otro en Lupiñén, cuyos habitantes acabaron proclamándolos patrones respectivos [295]. Los habitantes de Cretas, por otro lado, tal como habían decidido con antelación, nombraron patrona a la santa del día de la liberación por Alfonso II, santa Pelagia [68]. En Graus, por último, sus habitantes eligieron como patrón a san Vicente Ferrer, población en la que vivió durante algún tiempo y donde instituyó la procesión de la disciplina [290].
    Vemos en nuestras páginas a varios santos aragoneses, comenzando por el citado san Pedro Arbués [294]. Así hallamos a san Ramón cuando huye de su diócesis barbastrense hacia Roda, presionado por el obispo de Huesca, obrando milagros por los pueblos que pasa [271] y, más concretamente, resucita a una joven desahuciada en Roda [272], libera a distancia de la cárcel a dos soldados cargados de grilletes a quienes vemos en Roda para orar ante la tumba de su libertador [273] o provoca la lluvia que tan necesaria era para las gentes de Capella [299]. San Balandrán, un joven pastor de Ilche a quien se le aparece la virgen del Pueyo, será su heraldo ante los barbastrenses [256]. En san Voto y su hermano Félix está el germen de la primera comunidad de San Juan de la Peña [252]. Santas Nunilo y Alodia morirían como mártires en Huesca por no renunciar a su fe cristiana [240], como le sucedió a san Visorio, asesinado por una partida de moros incontrolados [241]. Y, por último, nos encontramos con santa Isabel, hija de Pedro III de Aragón y reina de Portugal, convirtiendo en rosas las monedas que llevaba para repartir entre los pobres cuando fue descubierta por su marido, el rey portugués [350].
    Hallamos, asimismo, nombres tradicionales en el santoral cristiano. San Valero, un hombre del siglo IV, por ejemplo, al pasar por Castelnou hacia su destierro, pronosticó que dicha población no sería invadida por los musulmanes cuando éstos todavía no existían [270]; san Gregorio se instala en las proximidades de Zaragoza [269]; san Roque visita el hospital de Valdealgorfa donde todavía quedan pertenencias suyas [278]; san Blas eligió a Torrecilla de Alcañiz para quedarse [296]; san Miguel vence a la plaga de la langosta en tierras de Tauste [334]; san Sebastián no sólo libró de la lepra a las gentes de Fayón [335], sino que también detuvo la peste en Azanuy [338]; san Marcial fue peregrino por tierras de Benasque [265]; san Macario salvó de la muerte a un muchacho de Andorra [318]; y santa Orosia era sentenciada a muerte en tierras jacetanas [239], mientras los beatos predicadores Gregorio y Domingo morían en Besiáns dando origen a un hecho portentoso [279].
    Consideración aparte merecen santo Domingo, san Indalecio y san Vicente Ferrer. Santo Domingo, que fue amamantado de niño por una vaca en tierras de Lobera de Onsella [277], lo hallamos en Zaragoza predicando la devoción del Rosario [275] e intercediendo por la noble y pecadora Alejandra, de modo que logró que su alma no se escapara de su cabeza separada del cuerpo antes de que pudiera confesar [276]. Los restos mortales de san Indalecio, por su parte, fueron traídos desde Andalucía a San Juan de la Peña por el proscrito García Aznárez, lo que le valió el perdón de Sancho Ramírez [320], pero lo más importante fue el multitudinario voto al que se sumaron multitud de pueblos de Aragón. Por último, es de destacar la gran cantidad de leyendas propiciadas por san Vicente Ferrer.
    El dominico valenciano, que desempeñara tan importante papel en la crisis dinástica que se resolvió en Caspe, ha dejado abundante constancia legendaria de su paso por todo Aragón en su intento de convertir a los judíos. Aunque en alguna ocasión tuviera problemas, cual es el caso de Calatayud, donde fue apedreado [215], o de Teruel, cuya destrucción vaticinó tras marchar de la ciudad sin haber logrado convertir a ningún hebreo [285], lo normal es hallar leyendas positivas de su peregrinar. Lo vemos predicando con éxito ante los judíos de Daroca [216], de Calatayud, donde salvó de la muerte a un muchacho despeñado [286], y de Zaragoza, donde fue capaz de convertir a un influyente rabino [217]. Predica en Mora [280], Maella [284], Barbastro [289], Graus [290], Aínsa [291], Benabarre [292], lugares todos ellos en los que queda constancia de los milagros realizados. Además, en Piedra, sanó a una endemoniada [281], logró salvar su propia vida en Caspe ante los sicarios del conde de Urgell [283] e impide que los demonios entren en la ciudad del Compromiso durante las deliberaciones [288]; descubre a los falsos frailes que timaban a los comerciantes de Daroca [287]; en el convento de Huesca, cuando ya había fallecido, hizo que
    se desprendiera un cuadro sobre la cabeza del prior dominico por negarse a festejar su aniversario por coincidir con la Semana Santa [293]. Y si Munébrega conserva un crucifijo tallado por el propio fraile [282], Graus se salvó de la inundación provocada por los ríos Ésera e Isábena gracias al crucifijo que legara al pueblo el fraile predicador [315].

    7.4. LOS PORTENTOS

    Las páginas legendarias están repletas de narraciones milagrosas o portentosas, de hechos y circunstancias inexplicables a la luz de la razón: victorias militares casi imposibles, curaciones inverosímiles, castigos ejemplarizantes, favores especiales, victorias contra los elementos naturales desatados, etc.
    Una buena parte de este tipo de relatos legendarios se centran en la ayuda portentosa, milagrosa podríamos decir, que los guerreros cristianos recibieron en el momento menos esperado. La aparición de una cruz roja sobre una encina dio ánimos a los hombres de García Jiménez para reconquistar Aínsa [17] y otra cruz recortada en el cielo azul posibilitó la victoria de Íñigo Arista en Araguás [22]. La intercesión de la Virgen fue determinante en la reconquista de Ejea [46], Zaragoza [47], Alagón [50], Bijuesca
    [53] y Calanda [61] o en la liberación de prisioneros [247]. San Jorge intervino en la reconquista de Huesca [36], Santiago ayudó al Cid en Torrenublos [41] y san Miguel en Zaragoza [48], mientras san Ramón ayudaba a evadirse a dos soldados [273]. Por fin, Alfonso I venció a los musulmanes en Fraga con la ayuda de las reliquias que portaba consigo [64].
    Llenas están las páginas legendarias, asimismo, de curaciones portentosas. Pedro I fue curado por san Miguel in Excelsis [96]; la virgen del Pilar sanó a Fernando II [135], al hijo del conde ribagorzano [153] y a la reina doña Blanca de Navarra [160]; san Ramón arrancó de la muerte a una joven de Roda [272], san Vicente Ferrer a un muchacho en Calatayud [286] y san Macario a otro de Andorra [318]. La peste fue detenida en Azanuy por san Sebastián
    [338] y este mismo santo libró a Fayón de la lepra [335]. Por último, diversas endemoniadas fueron sanadas por san Vicente Ferrer en Piedra [281] y en Aínsa [291], y por la intercesión de la virgen Blanca en Piedra [317].
    Asistimos a castigos ejemplares, como el caso del mudéjar de Tarazona que vio abrirse la tierra bajo sus pies por haber trabajado en domingo [249], la petrificación de un pastor y sus reses cerca de Bono por el obispo Bencio de Zaragoza [298], o la conversión en estatua de piedra del darocense Martín Visagra por perjuro [306].
    Varios son los casos en los que los elementos naturales desatados (riadas, tempestades, plagas, etc.) fueron aplacados milagrosamente, como el caso de la tempestad que conjuró san Vicente Ferrer en Barbastro [289], la avenida del Ebro en Monzalbarba contenida por la Virgen [305] o la riada padecida en Graus que remitió gracias al crucifijo que allí había dejado san Vicente Ferrer [315], mientras que san Ramón, por el contrario, hizo llover en Capella que padecía una pertinaz sequía [299]. La plaga de la langosta fue abortada de manera portentosa en sitios tan dispares como Tauste [334], Arándiga [337] o Fuentes de Ebro [341].
    Por otra parte, varias fueron las poblaciones aragonesas, además de Daroca [301], en las que se produjeron Corporales —Aniñón [307], Andorra [308], Fraga [311], Aguaviva [312] y San Juan de la Peña [313], entre otras— lo que dio origen a todo un reguero de fervorosas peregrinaciones, mientras en Cimballa el agua utilizada en misa, ante la duda del sacerdote que la celebraba, se convirtió en sangre, reliquia que el rey Martín I hizo llevar al monasterio de Piedra [309].
    El fervor de algunos fieles consiguió favores especiales a la hora de la muerte, como los casos de la noble Alejandra, que conservó el alma en la cabeza que tenía separada del cuerpo hasta que logró ser confesada [276] y del hombre decapitado en Villarroya de la Sierra que, en idénticas circunstancias, fue confesado por el arzobispo de Zaragoza [310].
    Hallamos narraciones curiosas, como la ayuda que Gallinás recibió de la Virgen tras haber robado un cáliz a los moros [248], la de la imagen de la Virgen que viajó varias veces entre Soria y Zaragoza [300], el caso del pastorcillo que vio transformados en rosas milagrosamente los nudos que hacía en un junto, con lo que inventó el rosario [302], la palidez que le ha quedado a la virgen de Salas de Huesca tras haber sido profanado su templo [304], o el olor a néctar que despidió el sepulcro del Papa Luna en Peñíscola antes de ser trasladado a Illueca [316]. En otro caso, una fulgurante luz mostró dónde había sido enterrado santo Dominguito de Val tras ser asesinado por los judíos [212], o sonó una campana sin que nadie la tañera, como ocurriera cuando los restos de san Licer pasaban por las calles de Zuera [274] o las varias veces que la campana de Velilla de Ebro ha presagiado acontecimientos diversos [314].
    Por último, no faltan casos de relación con el propio Diablo, como el pacto que sellara el walí moro de Borja para defender la plaza de los cristianos [51, 52], o como cuando san Vicente Ferrer impidió que se acercara a Caspe durante la celebración de las deliberaciones del Compromiso
    [288] o el pacto que hiciera con él el barón Artal de Mur, en honor del cual llegó a instituir en Aínsa la «misa del Diablo» [303].

    7.5. LAS RELIQUIAS

    Para finalizar este somero repaso acerca del sacralizado mundo medieval aragonés, haremos referencia a las reliquias, que dieron lugar a un curioso movimiento en todo el mundo cristiano, rivalizando iglesias, monasterios, reyes y nobles.

    Ya hemos visto al obispo Bencio de Zaragoza, en su huida hacia el Pirineo poco antes de tomar los moros la ciudad, transportando los tesoros y las reliquias de la sede cesaraugustana para ponerlos a salvo [8], cómo Alfonso I logró vencer a los musulmanes gracias a las reliquias que siempre le acompañaban [64] o lo que le sucedió en Castiello de Jaca al romero que transportaba un saco lleno de ellas [268].
    Sabemos, por otra parte, que Jaime I el Conquistador hizo entrega del preciado relicario que siempre llevaba consigo a la virgen de la Huerta de Magallón en reconocimiento a la ayuda que ésta le prestara en la guerra [321] y donó una espina de la corona de Cristo al monasterio de Samper [322]; o cómo el rey Sancho Garcés sólo logró sanar de la grave enfermedad que padecía ante el brazo del apóstol san Pedro custodiado en Siresa [319]. También nos ha llegado noticia legendaria del traslado de los restos de san Indalecio al monasterio de San Juan de la Peña [320], cenobio en el que estuvo durante mucho tiempo una de las reliquias más importantes que puedan existir, el Santo Grial [324, 325].
    Por último, recordemos cómo el monasterio de Montearagón pudo vanagloriarse de custodiar pan de la Última Cena, que se salvó milagrosamente de un pavoroso incendio [323].

    8. ASPECTOS SOCIO-CULTURALES

    8.1. LA JUSTICIA.

    Si otras fuentes han sido incapaces de precisar el nacimiento exacto de la institución del Justicia de Aragón, la leyenda precisa cuándo y en qué circunstancias, justamente cuando alumbran los no menos legendarios fueros de Sobrarbe [326], un Justicia al que vemos al final de nuestro recorrido en la Seo zaragozana dando origen a su escudo de armas ante el Papa Luna [331].
    Por otra parte, hallamos algunas leyendas referidas a la administración de justicia, sobre todo la real. En una ocasión, con motivo de la condena a muerte del abad de Alaón, quedó en entredicho [327]; en otra, la vemos actuar con contundencia, cual es el caso de los falsificadores de moneda de Trasmoz [328]. En Teruel, dos son las ocasiones que motivaron enfrentamiento entre la justicia real y los jueces turolenses apegados al Fuero, una con motivo de la visita a la ciudad del infante don Jaime, hijo de Jaime II [329], y otra cuando Alfonso V se vio obligado a intervenir en la secular lucha entre los Marcilla y los Muñoz, recortando las libertades del fuero turolense, lo que motivó un gran descontento popular [330].

    8.2. PLAGAS Y EPIDEMIAS

    Abundantes son, asimismo, las noticias legendarias referentes a plagas y epidemias, verdadero azote de una sociedad que no disponía de medios técnicos ni médicos para combatirlas.
    La peste, por ejemplo, originó el despoblamiento de Lascasas de Sevil [332] y de Niablas —cuyos supervivientes fueron a parar a Oto [342]— y, si no sucedió lo mismo en Azanuy, fue debido a la intercesión protectora de san Sebastián [338]. Por otro lado, tras perecer ahogados en el río Cinca casi todos los habitantes de Daymús, la peste afectó a los escasos supervivientes, muy pocos de los cuales pudieron buscar nuevo acomodo fundando el poblado de Velilla de Cinca [340]. Por su parte, el juez de Bujaraloz dio órdenes de aislar toda la calle Baja para que la terrible enfermedad no contagiara al resto de la población [336]. Finalmente, tenemos noticias de las siete muchachas de Peñarroya de Tastavíns que accedieron a casarse con siete jóvenes supervivientes de la enfermedad en Vallibona, gracias a lo cual se salvó de la desaparición este pueblo [339], hecho que todavía se conmemora actualmente cada siete años.
    Tenemos noticias de la gran mortandad que causó el cólera en Villa que quedó despoblada pues los pocos supervivientes abandonaron sus casas y dieron lugar al nacimiento de Salinas de Hoz [333], aunque mejor suerte corrió Fayón, a la vera del Ebro, pues san Sebastián libró milagrosamente a sus gentes del contagio de la lepra [335].
    Por último, veamos tres ejemplos de la demoledora plaga de la langosta. Tauste se vio libre merced a la lucha titánica de san Miguel [334] y Arándiga gracias a la intercesión de la Virgen [337], tal como sucediera en Fuentes de Ebro, cuya feraz huerta se vio cubierta por estos voraces insectos, aunque Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja, trasladada desde El Burgo de Ebro para la ocasión, les hizo levantar el vuelo y desaparecer salvando las cosechas de la supervivencia [341].

    8.3. LA CULTURA.

    Desafortunadamente no nos han llegado muchas las leyendas de tipo cultural y las existentes lo son de temática variada y dispersa, lo cual no permite hacer síntesis coherente, aunque un aspecto destaca de los demás, la existencia y proliferación de trovadores, como aquel al que Jaime I castigó por haber destrozado las vasijas de un ceramista por el hecho de que éste tarareaba con entonación deficiente una de sus trovas [158]. Famoso fue el trovador Manrique de Lara, encarcelado en la torre de la Aljafería e inmortalizado por Verdi [162]. También sabemos de los amores y desventuras del juglar que actuó en Barbastro para el conde de Entenza y su familia [164] y podemos asistir a una contienda de juglares en Zaragoza que fue solventada por el propio rey [345].
    Aparte de esto, son de destacar las medicinas que hicieron famosos a los monjes franceses de san Caprasio, asentados en la Sierra de Alcubierre [343], y el quitamiedos que elaboraban e ingerían los soldados de Robres que lucharon junto a Alfonso I el Batallador, que les hacía ser superiores a todos los demás, aunque guardaron en secreto su composición [346].
    Por último, cabe destacar la llegada al reino de un moro valenciano exiliado que se asentó en Borja o Calatayud, no queda claro, y que trajo consigo unos nuevos acordes musicales que darían origen a la jota [347].

    8.4. ARAGONESES ALLENDE LAS FRONTERAS.

    Tenemos constancia legendaria de algunos aragoneses que vivieron fuera de su tierra desiguales aventuras. Hallamos así en la corte portuguesa a santa Isabel, la princesa hija de Pedro III, nacida en la Aljafería, y reina del país vecino, convirtiendo en rosas las monedas que a punto estuvo de descubrirle su marido cuando las iba a dar a los pobres [350]. Sabemos de las andanzas en Castilla de Pedro Martínez de Bolea quien, arriesgando su vida y hacienda, logró que Pedro III no entrara en guerra con el monarca castellano [349]. Hallamos a Sancho Fernández de Heredia regresando a su Burbáguena natal y trayendo consigo una imagen de santa Ana que aún se venera en la localidad [353]. Conocemos noticias de un aragonés que estuvo cautivo en Constantinopla y trajo a Zaragoza, tras vivir varias peripecias, una hermosa imagen de la Virgen que halló enterrada junto a los muros de la ciudad oriental [351]. La leyenda nos cuenta, en fin, las vicisitudes que padeció otro aragonés que vivió como esclavo en Jerusalén y que, tras lograr su liberación, trajo consigo a su pueblo de Inogés otra talla mariana [352].

    8.5. ARAGONESES CON PERSONALIDAD.

    Para finalizar este recorrido temático a través de las narraciones legendarias que constituyen esta antología, nos detendremos momentáneamente en la consideración de dos personajes reales y legendarios a la vez. Por una parte, hallamos a Juan Fernández de Heredia quien, tras vencer a los turcos en los Santos Lugares, recaló en su pueblo, Munébrega, donando una bella imagen de la Virgen que había adquirido como botín de guerra [354]. Pero el personaje que ha originado más relatos legendarios, no podía ser de otra manera, es don Pedro de Luna, a quien el propio mar reconoció como auténtico papa [355], se salvó de morir por envenenamiento gracias al aviso que le hizo llegar una bruja [357], hizo un viaje de incógnito a Roma sobre su propia capa [358] y recibió a los emisarios del Concilio de Constanza [359].

    Terne en no abdicar como pontífice, cuando toda Europa —incluso su rey— estaba en su contra, nos lanza su famosa frase de «estoy en mis trece», refiriéndose a Benedicto XIII, naturalmente [356], y es capaz, en plena crisis, con su personalidad arrolladora, de dar origen al escudo de armas del Justicia de Aragón en la seo de San Salvador de Zaragoza [331]. Por eso no es extraño que de su tumba de Peñíscola irradiara olor a néctar, poco antes de ser trasladados sus restos mortales a su villa natal, Illueca [316], por decisión de Alfonso V.

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