ÍNDICE
de los
capítulos que contiene este tomo primero de la Historia de los
condes de Urgel.
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Razón de la Obra.
Capítulo I.- Ed
que se describen los pueblos ilergetes.
II. - En que se describe
el condado de Urgel.
III. - De las etímologias del nombre de
Urgel, y de la ciudad de Balaguer y de su fundación.
IV. - De los
primeros pobladores de España, hasta la seca de ella.
V. - Vienen
diversas gentes a España, llamadas de las grandes riquezas que
descubrieron los incendios de los montes Pirineos, y lo que
padecieron los naturales de ella.
VI. - De la venida de los
cartagineses a España.
VII. - De la venida de los romanos:
sucesos y guerras entre ellos y los cartagineses.
VIII. - De lo
que hicieron los romanos en España hasta llegar a los pueblos
ilergetes.
IX. - De cómo Asdrúbal llegó a los pueblos
ilergetes, y de lo que hizo en ellos.
X. - De los hermanos
Mandonio e Indíbil, príncipes de los ilergetes, y de los sucesos
tuvieron con Neyo Scipion.
XI. - Varios sucesos de los romanos y
cartagineses en España: cóbranse los rehenes que estaban en poder
de los cartagineses, y otras cosas notables que acontecieron en ella,
y muerte de los Scipiones.
XII. - De la venida de Publio Scipion y
presa de Cartagena, y de lo que pasó con las hijas de Indíbil y la
mujer de Mandonio, grandes señores de los pueblos ilergeles.
Xill.
- De cómo Scipion dio libertad a la mujer e hijas de Mandonio e
Indíbil, y de la oración que hizo Indíbil delante de Scipion.
XIV.
- De la enfermedad de Scipion, y de cómo Mandonio e Indíbil
quisieron echar a los romanos de España.
XV. - De las paces que
después de vencidos hicieron Mandonio e Indíbil con Scipion, y de
su vuelta a Roma.
XVI. - De cómo Mandonio e Indíbil se
volvieron otra vez a levantar, y de la muerte de los dos.
XVII. -
Del estado de las cosas de España después de muertos Mandonio e
Indíbil, y de Belistágenes, príncipe de los ilergetes.
XVIII. -
Estado de las cosas de España, y de los gobernadores que vinieron a
ella: presa de Corbins y Arbeca, pueblos ilergetes.
XIX. - De la
venida de los cimbrios a España, y del uso de las cimeras que
de ellos ha quedado.
XX. - De la venida y hechos de Quinto
Sertorio; favores y mercedes que hizo a los españoles, y fundación
de un estudio general que hizo en los pueblos ilergetes, en la ciudad
de Huesca, y del provecho que dio. (Universidad Sertoriana)
XXI.
- Del lenguaje se usaba en España en estos tiempos, y de las cosas
que hizo Sertorio hasta su muerte.
XXII. - De lo que hizo Pompeyo
en España, y principio de las guerras civiles entre él y Julio
César.
XXIII. - Toma César la montaña de Gardeny, junto a
Lérida; hácese fuerte en ella, y queda señor de la campaña.
XXIV.
- De las incomodidades que tuvo César, lluvias y hambre que hubo
mientras estaba sobre Lérida, barcos que mandó labrar para pasar el
Segre, y asedio que puso a la ciudad .
XXV. - César va en
seguimiento de los pompeyanos, y no para hasta haber vencido a
Petreyo y Afranio, sus capitanes.
XXVI. - César, vencidos Afranio
y Petreyo, se vino a Lérida, y le quitó el nombre que le habían
sobrepuesto, y le volvió el antiguo; y de los sucesos de España
hasta la venida del Hijo de Dios al mundo.
XXVII. - Nace Cristo
Señor nuestro. Herodes es desterrado a Lérida. Muere Herodías en
Segre, y cuántos Herodes ha habido.
XXVIII.- Viene el apóstol
Santiago a España, y predica en los pueblos ilergetes: memorias que
hay de esta venida, y otros sucesos hasta la muerte del emperador C.
Calígula.
- Del imperio de Claudio; venida de los apóstoles san
Pedro y san Pablo a España, y cosas notables acontecidas en los
pueblos ilergetes hasta la muerte del emperador.
XXIX. -
Descúbrense en el Monte Santo de Granada las reliquias y libros de
san Tesifonte y de otros santos, discípulos del apóstol
Santiago.
XXX. - De la sentencia que dieron el arzobispo de
Granada y las personas que juntó para ello, sobre la verdad y
certidumbre de estas santas reliquias.
XXXI.- De la venida y
predicación de san Saturnino al condado de Ribagorza, y de los
apostóles san Pedro y san Pablo a España, y fundación de Fraga en
los pueblos ilergetes, y demás sucesos de ellos, hasta la muerte del
emperador Domiciano.
XXXII.- Del imperio de Nerva, y de los demás
emperadores hasta Diocleciano y Maximiano, y sucesos de los pueblos
ilergetes.
XXXIII.- Del imperio de Constantino Magno; cómo lo
dividió entre sus hijos, y de los demás emperadores hasta Arcadio y
Honorio, y venida de las naciones bárbaras a España.
XXXIV. -
Entran los godos en España, y de los reyes que hubo de aquella
nación hasta Amalarico; y de san Justo, obispo de Urgel.
XXXV. -
Del rey godo Teudio, y del concilio que se celebró en su tiempo en
la ciudad de Lérida, de los pueblos ilergetes.
XXXVI. - De los
obispos ha habido en Lérida y Huesca, ciudades principales de los
pueblos ilergetes.
XXXVII. - De los obispos de Lérida que fueron
después de la pérdida de España, hasta el año 1433, en que murió
don Jaime de Aragón, último de los condes de Urgel.
XXXVIII. -
De los obispos de Huesca, desde el primero de ellos, hasta don Hugo
de Urries, que lo era cuando murió don Jaime de Aragón, último
conde de Urgel.
XXXIX. - Prosigue la historia de los reyes godos,
desde Teudiselo hasta Recesvinto, y los obispos de Urgel que hubo en
este tiempo.
XL. - De los últimos reyes godos, y de la pérdida
de España.
XLI.- Del estado en que quedaron las cosas en
Cataluña. Venida de algunas familias ilustres, y muerte de Otger
Catalon.
XLII.- Dapifer de Moncada, por muerte de Otger, es
capitán de los catalanes, y venida de Carlo Magno a Cataluña.
XLIII.
- De la creación del título de conde de Barcelona, de Urgel,
vizconde de Ager y otros.
XLIV.- De Armengol de Moncada, primer
conde de Urgel, y vida de san Hermenegildo, de quien deriva este
nombre. - De cómo el nombre de san Hermenegildo fue muy recibido en
España, y de los muchos nombres que de este se han formado. -
Prosíguense los hechos que se saben de Armengol de Moncada.
XLV.
- De Sunyer, segundo conde de Urgel.
XLVI. - De la vida del conde
Borrell, tercer conde de Urgel.
XLVII. - Que contiene la vida de
Armengol de Córdoba, cuarto conde de Urgel.
XLVIII. - De
Armengol, el Peregrino, quinto conde de Urgel.
XLIX.- De Armengol
de Barbastro, sexto conde de Urgel.
L. - Que contiene la vida de
Armengol de Gerp, séptimo conde de Urgel. - De la conquista de
Balaguer, y descripción de
aquella villa.
LI. - En que se escribe la vida de Armengol de
Moyeruca, octavo conde de Urgel.
LII. - De Armengol de Castilla,
nono conde de Urgel. - Privilegio que dio a la ciudad de Balaguer, en
que hace francos en alodio todos sus términos. - Conquista de la
ciudad de Almería, y todo lo demás que se sabe de este conde de
Urgel, hasta su muerte.
LIII. - que trata de Armengol de
Valencia, décimo conde de. Urgel.- De la donación que hizo el rey
don Fernando de León al conde Armengol, de los lugares de
Almenarilla y Santa Cruz. - Principio del sagrado orden
Premostratense, y de un monasterio que edificaron de él los condes
de Urgel en su condado. - De la muerte, hijos y testamento del conde.
LIV. - Que contiene la vida de Armengol, octavo de este nombre, y
undécimo conde de Urgel.- De cómo el conde Armengol volvió en
gracia del rey, so casamiento, y disgustos con Ponce de Cabrera. -
Del casamiento del conde, muerte y testamento suyo.
LV. - Que
contiene la vida de don Guerau de Cabrera, conde de Urgel. - Pretende
don Guerau pertenecerle el condado de Urgel, y con mano armada se
pone en posesión de él. - Doña Elvira casa con Guillen de
Cervera.- De algunas memorias y testamento de esta señora y de su
marido. - Acomete don Guerau el condado de Urgel, quítaselo el rey,
y sucede la famosa batalla de Ubeda. - De las cosas que
sucedieron en Cataluña durante la menor edad de él, y cómo el
vizconde don Guerau con armas se apoderó del condado de Urgel. - El
vizconde se reconcilia con el rey; doña Aurembiaix, hija del conde
don Armengol, le pide el condado de Urgel. - De la donación que la
condesa doña Aurembiaix hizo al rey de la ciudad de Lérida, y del
pleito entre la condesa y el vizconde don Guerau.
- Continúa el
pleito con la condesa y el vizconde, y de lo que se declaró, y cómo
el rey tenía algunos lugares del condado de Urgel. - Cuéntase la
presa de la ciudad de Balaguer, y de los ingenios y máquinas de
guerra que usaban en aquellos tiempos.
- Prosigue la presa de la
ciudad de Balaguer. - De la muerte del vizconde de Cabrera, de su
linaje y sucesión.
LVI. - Que trata de la vida de Aurembiaix,
XIII condesa de Urgel. - De los casamientos se trataron a la condesa,
y de que solo tuvo efecto el del infante don Pedro de Portugal.
-
De lo que hizo el infante don Pedro después de renunciado el condado
de Urgel, hasta que murió.
LVII.- Vida de don Ponce de Cabrera,
XIV conde de Urgel.- Pretende el conde don Ponce tocarle el condado
de Urgel, y mueve guerra al rey. - De la concordia hicieron el rey y
el vizconde sobre el condado de Urgel.
LVIII. - De don Álvaro de
Cabrera, XV conde de Urgel y vizconde de Ager. - Venida de don
Álvaro, y cómo por muerte de su hermano heredó de su padre. - Del
pleito que se movió entre el conde don Álvaro y doña Constanza, su
mujer, sobre la validez de su matrimonio.
- De lo que hizo doña
Cecilia de Foix después que el conde volvió con doña Constanza de
Moncada; y de lo que declararon los obispos de Francia.
Fin
del índice.
Aragón, Arago, Aragó, Aragona, Aragonum, corona Darago, aragonés, aragoneses, fueros, aragonesa, textos antiguos de la corona de Aragón
domingo, 26 de julio de 2020
ÍNDICE , tomo primero, Historia Condes Urgel
jueves, 2 de julio de 2020
CAPÍTULO XXVII.
Nace Cristo señor nuestro. Heródes es desterrado a Lérida. Muere Herodías en Segre, y cuantos Herodes ha habido.
Fue el imperio de Octavio César dichoso, feliz y afortunado: gozó el mundo de paz universal; cerráronse en Roma las puertas del templo de Jano, cosa rara y singular, porque no solía cerrarse sino en tiempo de paz universal, y solo le hallamos haberse cerrado cinco veces: la primera al tiempo de Numa Pompilio, la segunda después de la primera guerra púnica y las tres en el imperio de Octavio. Pero ¡qué mucho que en estos tiempos se cerrase, pues sucedió en ellos la cosa más alta y de mayor maravilla y espanto que en el mundo, después que fue criado, ha sucedido y pudo suceder, y puso no solo admiración en la tierra, mas aún los ángeles en el cielo también se espantaron con tan soberana maravilla, como es el hacerse Dios hombre y nacer como tal ! Por lo que, y con mucha razón, fue este siglo el más dorado y dichoso que jamás haya sido ni puede ser, por haber la bondad inmensa del eterno Dios enviado al mundo a su unigénito Hijo, rey pacífico, príncipe de paz y Dios de toda consolación; y en cumplimiento de lo que habían profetizado los santos profetas, se mostró a los hombres en carne humana, hecho hombre y nacido de una virgen santísima, y con una nueva luz que trajo a la tierra, enseñó al género humano descarriado y perdido, y le allanó el camino de la salud, restituyendo la justicia que andaba desterrada del mundo, y alcanzando, con su muerte, perdón de los pecados, fundando la Iglesia santa, cuyos ciudadanos y parte somos todos aquellos que, por beneficio del mismo Dios, hemos recibido por todo el mundo la religión cristiana, y con la fé pura y firme la conservamos.
Con este tan divino principio proseguiré nuestra historia, contando los señores que tuvieron los pueblos ilergetes y las cosas más notables que acontecieron en ellos, y del modo que comenzaron a tener conocimiento de Cristo señor nuestro, y cómo, por su misericordia y gran merced, se fue en gran manera acrecentando en ellos la fé y religión cristiana, produciendo muchos santos y personas ilustres en virtud y piedad que fueron el ornamento y decoro de esta tierra. No contaré cosas universales, que son propias de historia general, contentándome con referir cosas particulares y propias de mi instituto, salvo cuando, para inteligencia de esto, será necesario echar mano de lo general y común, guardando siempre el orden y sucesión de los emperadores romanos y reyes godos, y de los demás que señorearon estos pueblos.
Corría cuando nació Cristo señor nuestro el año 42 del imperio de Octavio, según el Martirologio romano, y gozábale este emperador con la mayor paz y sosiego que jamás otro rey ni señor hubiese gozado de sus señoríos: vivió hasta el año 16 de Cristo señor nuestro, y murió después de haber imperado cincuenta y cuatro años (1).
(1) La mayor parte de los cronologistas indican otras fechas; y de todos modos debe haber equivocación en las que señala Monfar, porque, según los datos que él mismo sienta, corresponderían a Augusto cincuenta y ocho, y no cincuenta y cuatro, años de imperio.
Sucedióle Tiberio, su hijo adoptivo, en cuyo tiempo, en el año 18 de su imperio, murió Cristo señor nuestro clavado en una cruz, para salvar a los pecadores, y abrir las puertas del cielo que el pecado del primer hombre había cerrado. Fue su muerte santísima a los 25 de abril, y a los treinta y tres años y tres meses de su edad.
En este tiempo pone Flavio, caballero español, natural de Barcelona, que fue prefecto pretorio de Oriente y gobernador de la ciudad de Toledo, hijo de san Pacian, obispo de Barcelona, el destierro de Herodes y muerte de la bailadora Herodías; y porque su fin de estos aconteció, según dice el autor de aquel libro, en la ciudad de Lérida y río Segre, y a los que no lo saben es fácil la equivocación en los muchos Herodes que ha habido, y de quienes cada día oímos hablar en los oficios divinos y en los púlpitos, para inteligencia de lo que pasó en Lérida, referiré los que ha habido de este nombre y lo que hicieron, con la mayor brevedad posible.
El más anciano se llamó Herodes Ascalonita el Magno, y era idumeo, y su padre se llamó Antipater (anti+pater en latín: anti padre), y por esto algunos le llaman Herodes Antipater, y el senado romano le hizo rey de Judea (rex iudeorum, como en el INRI); y este fue el que habló con los magos, cuando iban en busca de Cristo señor nuestro, y mató (a) los inocentes, con pensamiento de hallar entre ellos a Cristo; y fue esto con tantas veras, que mató entre los demás un hijo suyo, y obligó a Augusto César a decir, que en casa de Herodes mejor era ser puerco que hijo, pues por no comerle, por serle prohibido por su ley, no le mataría. Este mandó reedificar desde los cimientos el templo de Jerusalén y reinó treinta y siete años.
Tuvo muchos hijos e hijas, y dejada la mayor parte de ellos, se hará mención de los que habla la Sagrada Escritura. Estos fueron Herodes Archelao, que le sucedió en el reino y reinó nueve años, y por algunas causas el emperador le quitó el reino y envió a Judea gobernadores, con título de procuradores: estos fueron, uno después de otro, Lucio Coponio, Marco Ambinio, Anio Rufo, Marco Valerio Graco, y Poncio Pilatos, que fue el peor de todos los hombres, y el que dio sentencia de muerte contra el Redentor de la vida y Salvador del mundo.
Otro hijo de Herodes Ascalonita se llamó Aristobolo, y a este su padre le mandó matar por algunas sospechas que tenía de él; dejó un hijo que llamaron Herodes Agripa, por diferenciarle de otro Herodes hijo suyo, que llamaron el Prisco o Mayor.
Otro hijo de Herodes Ascalonita fue Herodes Tetrarca, que llamaron Antipas a quien el emperador, quedando con el reino que había sido de su padre y hermano, le dio el título de Tetrarca, que era señorío o gobierno de una, dos o más ciudades, o de una provincia o parte de ella, con el mismo poder o jurisdicción que si fuera rey, salvo que no se intitulaba ni nombraba rey. a este Herodes Tetrarca llama la Sagrada Escritura rey, por ser hijo de rey y haber heredado parte del reino de su padre y hermano. Este fue el que tomó por fuerza a Herodías, mujer de otro hermano suyo, llamado Filipo, que era también hijo de Herodes Ascalonita, y vivía amancebado pública y escandalosamente con ella; y por habérselo reprendido el gran Bautista una y muchas veces, le mandó cortar la cabeza por dar gusto a la impía Herodías, su manceba, que, no contenta con haber cometido tan gran sacrilegio, siendo llevada la sagrada cabeza en un plato a la mesa donde comían, con un alfiler de su tocado le traspasó aquella divina lengua, en venganza de lo que había hablado contra sus pecados y escandalosa vida. Este Herodes fue ante quien, estando en Jerusalén, mandó Pilatos llevar a Cristo nuestro señor; y porque no le quiso responder, ni hacer alguna de las maravillas que él curiosamente le pedía, le menospreció y mandó vestir de una vestidura blanca, y tratándole de loco, le envió a Pilatos; y por estas y por otras maldades, después de haber gobernado su tetrarquía veinte y cuatro años, como dice el Sensovino, fue desterrado a Francia con las dos Herodías, la manceba y la bailadora hija de esta, y de aquí vinieron a Lérida, donde desdichadamente murieron, como diré después. Otro hijo del Ascalonita fue Filipo, y casó con Herodías, y de ella tuvo una hija que unos llaman Herodías y otros Salomé: el nombre primero es más cierto, si ya no fuese que los tuviese todos dos; y esta fue la bailadora a quien, en paga del baile, le prometió Herodes la mitad del reino, y ella, persuadida de la madre, pidió la cabeza del Bautista que valía más que todos los reinos del mundo; y esta Herodías, mujer de Filipo y madre de la bailarina, tomó por fuerza Herodes Tetrarca y la tuvo consigo, siendo vivo su hermano.
Otro Herodes hubo, a quien llamaron Agripa; y este fue nieto del Ascalonita que mató a los inocentes, e hijo de Aristobolo. Este fue el que para dar gusto a los pérfidos judíos mató al apóstol Santiago el Mayor, y mandó prender al apóstol san Pedro, para hacer lo mismo de él, si el ángel del Señor no le sacara de la cárcel, dejando burlados a los judíos que aguardaban su muerte. Murió este Herodes, según cuenta san Lucas en los Actos de los Apóstoles, en ocasión que celebraba ciertas fiestas en honra del emperador Claudio, y estando sentado en un suntuoso trono, haciendo cierto razonamiento al pueblo, cubierto con una vestidura tejida de plata, muy lustrosa, en que el sol hacía reflejos, y por adularle, el pueblo aclamó ser su voz no de hombre, sino de Dios, de lo que quedó el miserable tan ufano y ensoberbecido, que se desvaneció teniéndose por Dios, como decía el pueblo. El ángel del Señor le hirió con mortal enfermedad; y roído de gusanos y atormentado de insoportables hedores que salían de su cuerpo, dentro de breves días murió, llegando el justo y merecido pago de su soberbia y desconocimiento, experimentando ser no Dios, sino miserable y vil criatura.
Hijo de este fue otro Herodes, llamado Agripa junior, por diferenciarse del padre; y en tiempo de este los emperadores Tito y Vespasiano destruyeron la ciudad santa de Jerusalén, en castigo de la muerte que dieron al Salvador del mundo. Ante este Herodes fue traído el apóstol san Pablo, según refiere san Lucas en los veinticinco capítulos de los Actos de los Apóstoles; y de este dice el Bergomense, que no halla la sucesión que dejó.
Además de estos Herodes, hubo muchos otros de este mismo nombre; pero estos fueron los más señalados y de quienes habla la Sagrada Escritura.
De Antipas dice Flavio Dextro, que en compañía de Herodías, su amiga, fue desterrado de toda la Judea, y vino después a Francia y de aquí a España, y que en Lérida murió infelizmente; y que también Herodías, danzando o saltando sobre el Segre, río de Lérida, helado, miserablemente pereció sumergida en él. Con esta brevedad lo cuenta este autor; pero Niceforo Calixto ya lo dilata y declara más, salvo que calla el río. Dice aquel autor, que había de pasar un río en tiempo de hielo: con seguridad de su dureza, le pasaba a pie, y abriéndose, por permisión celestial, se hundió en él hasta la cabeza, y moviendo lo parte inferior del cuerpo, lacivamente bailaba, no en la tierra, sino en las aguas; y la cabeza malvada, después de atormentada del frío, apartada y cortada del cuerpo, no con hierro, sino con los pedazos del hielo rompido, hizo muestra de aquel mortal baile o mudanza, trayendo a la memoria de todos lo que había hecho y justamente merecido. a algunos ha parecido maravilla que los trozos del quebrado hielo pudiesen cortar la cabeza a la deshonesta bailadora; pero quien ha visto en tiempos de invierno el hielo que baja por aquel río, y la furia con que corre, entenderá que no solo es bastante a cortar una cabeza de un cuerpo humano, mas aún a romper un grueso árbol; y son tan grandes los golpes de estos pedazos del hielo, que hacen estremecer la puente de Lérida cuando dan en ella, como si la hubieran de derribar. Murió asímismo en esta ciudad Herodes, consumido de melancolía y tristeza. a Herodías, su amiga, aún viviendo su amigo Herodes, la usurpó un caballero español y después se la volvió, y a la postre murió infelizmente y vio la muerte de la maldita hija.
domingo, 26 de julio de 2020
Capítulo LVIII, Álvaro de Cabrera, XV conde de Urgel
CAPÍTULO LVIII.
De
don Álvaro de Cabrera, XV conde de Urgel y vizconde de Ager.
Venida
de don Álvaro, y como por muerte de su hermano heredó su padre. -
Del pleito que se movió entre el conde don Álvaro doña
Constanza, su mujer, sobre la validez de su matrimonio.- De lo que
hizo doña Cecilia de Foix, después que el conde volvió con
doña Constanza de Moncada; y de lo que declararon los obispos
de Francia.
Armengol, hijo mayor y primogénito de Ponce de
Cabrera, conde de Urgel, murió pocos días después de los * su
padre, y un sepulcro muy bien labrado, que está en * iglesia mayor
de Castellón de Farfanya, al lado del *evangelio, con un
simulacro de un niño encima de él, con * armas de Urgel, dicen ser
suyo. La breve vida de * Armengol es ocasión que todos los
escritores lo dejan * aunque fue señor del condado de Urgel y
heredero del *padre, pero no gobernó, impedido por su menor edad:
*durante esta, y por ser ya muerto Guerau de Cabrera, vizconde
Cabrera, hermano de Ponce y tío de estos, Jaime de Cervera,
caballero muy principal de Cataluña, cuidaba de to* y por
sustitución hecha por el padre en favor de Álvaro * sucedió en el
condado. Llamábase antes Rodrigo, y d* este nombre; mas aunque según
el testamento del padre se * bía de llamar Armengol, porque quiso
que cualquier de * hijos o nietos que llegase a ser conde de Urgel
hubiera de * el nombre de Armengol, no obstante esto, se quedó con
el * Álvaro, y así le hallo nombrado en todos los autos y memorias
quedan de él. Nació en Castilla en el mes de *marzo del año
1239 en unas casas junto al monasterio de las Huelgas de
Burgos, y fue bautizado en el dicho monasterio, y padrinas dos
reinas, Juana, mujer de Fernando el Santo, rey de Castilla, y
Leonor, mujer que fue de don Jaime, rey de Aragón
(Jaime I).
Crióse en aquellos reinos y al lado de don Rodrigo González
de Girón, hermano de la condesa doña María, su madre, y heredó
gran parte del estado de don Fernández de Castro, que
fue bisabuelo suyo, por no haber quedado sucesión de don Fernán
Ruiz de Castro, ni de doña Leonor Rodríguez, que también
eran bisnietos de dicho don Pedro: vivió allá hasta edad de
siete u ocho años, que le llevaron a Cataluña, por haber muerto su
hermano; y hasta el año de 1253 no gozó las rentas del condado de
Urgel, ni vizcondado de Ager, por lo que queda dicho arriba: acabado
este tiempo, y siendo de edad de poco más de catorce años, casó
con doña Constanza de Moncada, hija de don Pedro de
Moncada y de doña Cecilia, su mujer. Fue este don Pedro
hijo de don Guillen de Moncada y de doña Constanza, hija del
rey don Pedro, y
hermana de don Jaime el primero, rey de Aragón. Era la novia,
cuando casó, de edad de poco más de diez años: el dote fueron sex
mille aurei, nombre muy usado en la moneda de aquellos tiempos:
dice el padre Diago que eran seis mil ducados; pero yo
entiendo que no eran sino florines, y eran de peso cada uno de
ellos de sesenta y ocho granos, y de oro de
diez y ocho quilates,
y según los tiempos recibían el
valor, y al tiempo que escribió el dicho padre Diago valían (si
usara esa especie de moneda) doce reales, y así les da el
dicho autor el nombre de ducados (se lee ducadós, igual esa tilde
es una mancha). En el archivo real de Barcelona, en el libro de
las Conclusiones Civiles del año 1595, fol. 297, hay una
conclusión que dice, que quinientos áureos valen seis
mil *libras barcelonesas. Según he visto en memorias de
estos tiempos * dio el rey mil morabatines a don Pedro, para ayudar *
paga de este dote, por ser la novia parienta suya muy cercana:
celebróse la boda en la villa de Seros que era de * Pedro de
Moncada, a 24 de junio, día de San Juan Bautista * de este año
1253; y fueron velados en la puerta de la iglesia de la villa, por
fray Berenguer de Gatell, del orden de San Francisco.
Estuvieron muy vergonzosos los novios, * las preguntas ordinarias que
les hacía el sacerdote, *respondía por el conde Jaime de Cervera; y
enfadado de ello el
sacerdote, le dijo que él no casaba a doña
Constanza co* sino con el conde, y él entonces respondió a lo que
le *preguntaba el sacerdote, y fueron desposados. La bendición *
misa celebró el mismo sacerdote, y predicó fray Berenguer
Desbach, del orden de Santo Domingo, y prior del convento de
Lérida: el tema del sermón fue quasi stella matutina, *.
Fue
muy regocijado y solemne este desposorio, y ha* acudido en Seros
mucha nobleza de Cataluña y Aragón * todos o los más vasallos del
conde y de don Pedro, *para
solemnizar la boda (que tan reñida
fue): de la iglesia fueron al castillo, con mucho acompañamiento, y
allá hubo *un grandioso banquete.
La primera noche durmieron
separados los novios, porque así lo quiso la madre de doña
Constanza: debió temer *la poca edad de los dos. Vivieron algunos
días en Seros, si*
que el conde tratase de llevarse la novia,
con pretesto de que no se le había pagado íntegramente la
dote que se le había prometido, y continuaron de esta manera dos
años,
poco menos: el conde mostraba disgusto del casamiento *
lloraba, diciendo que don Pedro de Moncada y su hija le tenían
preso; y aconsejado de algunos, ponía duda si aquel casamiento era
válido o no, alegando que él cuando casó solo tenía doce años, y
la novia diez; los suegros atajaron estas pláticas, conociendo el
mal que podía suceder de ellas, e hicieron que ratificasen el
matrimonio delante del abad de Fontfreda, que también era
abad del monasterio de Escarp, del orden cisterciense, que
está entre Segre y Cinca. Esta ratificación hizo el conde con pacto
que se le pagase la dote íntegramente, y después sobre la paga hubo
entre suegro y yerno muchos dares y tomares, y mientras
se
tardaba a pagar, dio don Pedro a don Álvaro la villa de Mequinenza,
que la poseyó más de año y medio, con toda la jurisdicción y
dominio que en ella tenía don Pedro de Moncada; y al tomar posesión,
dice una memoria antigua, que un hombre del conde subió en una
torre, y con grandes gritos decía: Urgel, Urgel, por el conde. Esto
no aquietó a don Álvaro; antes bien no pasó mucho tiempo que
volvió a decir que él no era casado, porque el matrimonio no fue
consumado, y que él era soltero, y que doña Constanza y él estaban
cada uno en su libertad, y les era lícito casar a su albedrío; y
como a los príncipes y señores jamás les faltan aduladores y malos
consejeros, aquí los hubo más de lo que era menester. Jaime de
Cervera y otros, que debieran darle buen consejo, eran los que más
le incitaban y llevaban por la parte que más gustaba: si decía que
el matrimonio no era válido, todos lo afirmaban, y si decía que
quería casar con otra, todos a porfía le hallaban casamiento, y ya
quería casarse con otra. Doña Constanza y sus padres, con cuidado,
estaban a la mira, aguardando en qué había de parar aquello. Jaime
de Cervera le aconsejó que pidiera por mujer una hija de Berenguer
de Anglesola, llamada *Sibila (no se lee) el conde lo escuchó
de buena gana, y dijo que casaría * ella o con otra cualquiera que
le hablasen, con tal * quedase libre de don Pedro y doña Constanza:
trazó Jaime de Cervera el casamiento con Berenguer de Anglesola, *
prometió que por parte del conde se cumplirá todo * que ellos
tratasen; concertóse la dote, y en Lérida se *cortaron los vestidos
a la novia; señalóse día para la boda * ya la comida estaba
aparejada y todos aguardando el conde * que estaba a la otra parte
del río Segre y venía para celebrar
la boda. Iba con él Jaime
de Cervera, y a la *que fueron a la vega de Menargues, el conde se
tomó a *llorar muy amargamente, diciendo, que ya no quería casar
con la hija de Berenguer de Anglesola, sino con la hermana del conde
de Foix, que yo entiendo que no la había *visto. El Cervera,
enfadado de aquella rapacería, le dijo, que en su nombre y con
voluntad suya había dado palabra * cumplir este casamiento, y que
era mal caso que *ahora que todos le aguardaban, saliese con esto;
púsole delante * razones, pero todo fue vano, porque él pensaba en
su *nion, y no quería sino la hermana del conde de Foix.
S* esto
Berenguer de Anglesola, y enfadado de ello, dijo un * tigo que dijo:
se nolle dare amasium filiae suae.
Doña Constanza había
ya dado queja al arzobispo de Tarragona de lo que pasaba, y él
despidió de su corte * letras al conde y don Berenguer de Anglesola,
y así * casamiento no pasó adelante: el conde luego trató de * con
doña Cecilia, hermana de Roger, conde de Foix; * segunda de
Roger Bernat, conde de Foix, y la mayor, * llamaba
Esclaramunda, casó con el vizconde de Cardona. Jaime de
Cervera lo procuró con grandes veras; y porque el conde no conocía
a la dama, sino por relación, los dos fueron a tomar vista, y el
mancebo quedó muy enamorado. Tratóse el casamiento, y concordaron,
al cabo de dos años y siete meses que había que estaba casado con
doña Constanza. El conde de Foix ya tenía noticia de todo y
rehusaba darle su hija; pero el conde, Jaime de Cervera, Berenguer de
Anglesola, Ramón de Cervera, Berenguer Arnaldo y Berenguer Ramón de
Ribelles, que todos eran servidores del conde y heredados en el
condado de Urgel, juraron que el conde podía legítimamente
cantratar (contraer, contratar) matrimonio con doña
Cecilia, y que todo lo que había pasado entre él y doña Constanza
no era bastante impedimento. El conde de Foix no se satisfizo de
esto; hiciéronse tres amonestaciones en la iglesia mayor de Foix, y
nadie contradijo, y dijo doña Cecilia en el proceso del casamiento,
que lo que le movía a ella a tomar al conde por marido era que todos
las que estaban en la
iglesia decían que bien podía hacerse aquel matrimonio; y como por
parte de doña Constanza no hubo contradicción, porque no tenía
noticia de ello, quedó satisfecho el conde de Foix, y sin más
averiguar, dio a su hermana por mujer al conde de Urgel.
En esta
ocasión concertó Jaime de Cervera, que era muy amigo del conde de
Foix y del vizconde de Castellbó, las diferencias que de muy antiguo
tenían los condes de Urgel con aquellos señores, y le cedieron el
derecho que tenían el conde don Álvaro y su hermano, y les podía
pertenecer en los lugares de que se habían apoderado los condes de
Foix y vizcondes de Castellbó, desde el castillo de Oliana, la
ribera de Segre arriba, en el territorio de Urgellet, * ahora
llaman la Seo de Urgel, y por la ribera de Bel* hasta el
puerto del valle de Andorra, y desde el *collado de Arnalt hasta el
que llaman de las Cruces y de la *narda, especialmente el castillo de
Nargó y el valle de *bo, y el de Castellbó y la Ciudad, con
los vallesde * Juan y de Andorra, y con los castillos de Arrahen,
y *ron por libre al conde de Foix de todo lo que poseía en el
condado de Urgel, absolviéndole de cualquier reconocimiento que
fuese obligado hacer. Esto pasó a la fin del *año 1256, en que este
matrimonio se efectuó; y a más de * Jaime de Cervera, lo
prometieron y se obligaron al cumplimiento de ello, don Ramón de
Cervera, su hermano Berenguer, Arnaldo de Anglesola, Bernat Ramón de
*Ribelles y Ramón de Besora; y dice Zurita, que en esta
ocasión Ramón de Cervera se quedó con la villa de Algerre,
* era del condado de Urgel, y después sucedió en ella *
Esclaramunda, su hija, y de doña Berenguera de Pinos * mujer,
que fue hija de don Galceran de Pinós.
Fue el desposorio de doña
Cecilia ocho días antes de Navidad, en la villa de Sellent; y
en el mes de enero siguiente, en la villa de Monmagastre, recibieron
la bendición * capitulóse ante G. de Murello, escribano de
Balaguer, * dote fueron veinte y cinco mil sueldos melgarenses
* fue la misma que se había dado a la otra hija, y corri* la
provincia de Languedoc; y he observado que el rey
Alfonso, (II) hijo de la reina doña Petronila y
del conde de Barcelona (Ramon Berenguer IV), que fue
marqués de la Provenza, todos los leg* que hizo a las
iglesias del dicho marquesado son de esta moneda, y aun he yo
visto en Cataluña contratos hechos es* moneda. Bertrán Elías de
Pamias, en la Vida de Bernat primero, conde de Foix, dice
que es lo mismo que la moneda de Barcelona: * (no se lee
bien) erogataque militibus stipendia (quoscum habere adversus
tolosatis vim oportuit) dena solidorum melgarensium (Barchinonensis
moneta) pugilum millia eidem exsolverentur; y parece había de ser
igual la moneda catalana y de aquellos condados, y aun de
Languedoc, por facilitar el comercio había en estos tiempos.
Acabada la boda, se fueron los novios a Agramunt. El rey
don Jaime y doña Constanza y sus padres tuvieron notable sentimiento
de este hecho, el cual fue gran escándalo y malísimo ejemplo a
todos estos reinos.
Puso doña Constanza pleito a su marido,
delante de Bernardo, que era obispo de Urgel, y don Pedro de Moncada
puso gente en campaña, que se juntó con la de don Guillen de
Cardona, que era tío de la condesa, y estaba muy mal con el conde,
por razón de cierta heredad que le había comprado el conde en el
vizcondado de Ager, y pretendía habérsela de volver; por esto había
tomado armas, y corría las tierras del condado de Urgel: estos
juntos tomaron después la villa de Pons, y la quemaron. La condesa
doña María, madre de don Álvaro, poseía las villas de Albesa y de
Menargues, por razón de su dote y derechos, y estaba con continuo
cuidado que estas guerras no diesen sobre estos dos pueblos, y los
destruyesen: pidió favor al rey, el cual, a 5 de los idus de
noviembre de 1259, le aseguró los dichos lugares y dio guiaje a los
vecinos de ellos, prometiendo que las gentes de don Pedro de Moncada
no harían daño alguno, no dando ellos causa: los demás lugares y
pueblos padecían mil infortunios, y se cometían muchos delitos y
homicidios, y ofensas a Dios; y a la que el obispo de Urgel empezaba
a entender en la causa del matrimonio, la condesa pidió al papa
Alejandro IV que le nombrase otro juez, porque ella ni los suyos
no tenían paso seguro para ir al obispo, porque había de pasar por
medio del condado de Urgel y entre sus enemigos, que debían impedir
a los que iban y venían de ella al obispo; y el pontífice, a 11 de
las calendas de marzo, año cuarto de su pontificado, y de Cristo *
1258, dio sus bulas dirigidas a don Domingo de Solá, obispo
de Huesca, gran teólogo e insigne predicador, y le encargó la
cognicion y justicia de esta causa, haciéndole juez de ell*
en caso que fuese verdad que no tenía seguridad la condesa para
proseguir su pleito delante del obispo de Urgel * por estar de por
medio las tierras y estados del conde * presúmese ser esto verdad,
porque el obispo de Urgel
*dejó la causa, y el de Huesca se quedó
con ella. Encargó también el papa, que estrechase al conde sin
incurso * apelación, y su tierra con entredicho, a dejar a doña
Cecilia y cobrar a doña Constanza, su legítima mujer y esposa; y
para la cognicion de la causa fue asignada la ciudad de
Lérida, por ser lugar acomodado y vecino de las partes *
y
porque se creyó que de cualquier interlocutoria o
procedimiento que hiciese el obispo de Huesca se apelaría *daría de
nulidad, y cada día saldrían mil estorbos que harían inmortal la
causa, hicieron un auto el rey y el conde * que he visto en el
archivo real, armario 16, saco T, a * 26 de las calendas de junio,
año de la Encarnación 126* en que declaró el conde que aceptaba de
buena gana por juez al obispo de Huesca, y que no pondría
excepciones maliciosas en la causa, ni apelaría de ninguna
declaración interlocutoria, sino es que fuese tal, que de no apelar
de ella, corriese riesgo de perder el pleito; y que la causa se
tratase en Lérida, prometiendo comparecer el día que fuese asignado
y el juez le mandase, y daría a los asesores del obispo por sus
salarios y derechos doscientos morabatines, y que en caso que el juez
declarase en contra su pretensión, pueda apelar a la sede
apostólica, y haya de estar a lo que allí * declarado por el sumo
pontífice; y que si se declara *nulo el segundo matrimonio, haya de
volver la dote que *había tomado de doña Constanza, y por eso
obliga los castillos y pueblos de Balaguer, Pons y Agramunt; y quiere
* no obedeciendo a la sentencia del pontífice, se queden * dichos
castillos en poder del rey, hasta que haya obedecido; pero lo que no
hacía el conde, impedido por este auto, hacía doña Cecilia, como
veremos después. La causa * adelante, pero de modo, que se iba
dilatando por parte del conde y de doña Cecilia, de manera que todos
* conocían claro; y el rey se enfadó de ello más que to* y por
asegurar al conde en su servicio, divertirle del * y domar su
orgullo, le pidió las tenencias de los castillos de Agramunt,
Balaguer, Linyola y Oliana, que * los pueblos más fuertes y mejores
del condado, donde
* conde y los suyos se recogían; y el conde
se los entregó, por estar obligado a ello y no serle permitido hacer
otra cosa. Estas tenencias o posesión de castillos duraban diez días
no *, y pasados aquellos, según costumbre de Cataluña, * el rey
requerido, tenía obligación de volverlos a restituir. Pasados los
diez días, el conde envió a Bernat Ramón de Ribelles al rey,
suplicándole le volviese sus castillos, pues se los había entregado
y se le habían de volver, a uso y costumbre de Barcelona y de
Cataluña; pero el rey no quiso dar lugar a ello, aunque el conde
ofrecía estar a derecho con él. Esto alteró mucho al conde, y se
tuvo por muy agraviado, y envió a decir al rey, que mirase que le
tenía por fuerza sus castillos, y que él no era hombre que hubiese
de sufrir tan gran perjuicio y desheredamiento, * por esto, aunque le
pesaba mucho, se salía de su obediencia *
del modo y forma que
según derecho le era permitido, y p* esto le envió su carta de
deseximent. (Eixir, eixí, eixida, eiximén; exit, exitus :
salir, salida; surtida viene de sortie francés)
Estas
tenencias que pidió el rey no fueron otra cosa que dispertar
a quien dormía, porque los magnates y caballeros de Cataluña, que
cuidaban poco de lo que pasaba entre el rey y doña Constanza y el
conde, porque no les pertenecía ni les era interés, luego que el
conde les * parte de la detención que hacía el rey de sus
castillos, *dos se alteraron, porque los más de ellos estaban
obligados a dar las tenencias siendo requeridos, y era mal * e
interés común que quisiese el rey, pasados los *diez días,
quedarse con ellas, y quedar ellos desheredados. * este negocio de
manera, que por donde pensaba el rey asegurarse y aquietar al conde
de Urgel, alborotó a todos los barones de Cataluña, y las armas que
estaban en el condado y castillos de Urgel se derramaron por todo el
principado, y cuando el rey lo quiso remediar, no pudo, porque ya
todos estaban empeñados. Los que más se mostraban amigos y
valedores del conde eran Ramón Folc, vizconde de Cardona, Berenguer
de Anglesola, don Jaime de Cervera, Ramón de Cervera, don Guillen de
Cervelló, don Hugo, * hermano, don Guerau de Cabrera, hermano del
conde, Bernat Ramón de Ribelles, Guillen Ramón de Josa, Arnaldo de
Juz y otros muchos; y todos se despidieron del rey, según el uso y
estilo de aquellos tiempos.
El vizconde Ramón Folc era deudo muy
cercano del conde y había estado a la mira de todo, y en esta
ocasión se despidió del rey con quejas más particulares que los
otros, porque el rey le había mandado que, en la guerra, no llevara
fonévol, que era máquina de dar baterías de aquellos tiempos y a
solos los reyes era lícito usar de ella, y había el
rey don Jaime, en el año
1226, en Tortosa, hecho una constitucion que lo
impedía, exceptuando a los caballeros que tenían especial
privilegio del dicho rey y de sus pasados; y le había mandado tapiar
una puerta de la calle del castillo de Monblanc, por la cual estaban
en posesión el vizconde y los suyos de entrar y salir, y lo juzgaba
el vizconde por un *grande desheredamiento y perjuicio; y el rey daba
toda la satisfacción que podía al vizconde, por apartarle del conde
de Urgel, porque el rey se persuadía que todo lo que el conde hacía
era con consejo suyo. En esta ocasión se fue el rey a Lérida, con
pensamiento de hacer guerra al conde y a todos sus valedores, si es
que ellos intentasen alguna novedad, y desde allí envió a decir al
vizconde y a sus valedores ,que bien sabían él y todos sus vasallos
y todo el mundo, que no había príncipe y señor que menos agravios
hiciese a los suyos, que él hacía a sus vasallos, antes que por
hacerles bien y disimularles tanto, les perdía, y que el vizconde
era uno de ellos; pero esto no bastó, porque el conde de Urgel se
puso a punto de guerra, para cobrar del rey sus castillos a fuerza de
armas. Estuvo el rey en Lérida hasta el principio de este año 1260,
y se partió a Aragón para dar razón a algunos negocios de aquel
reino, que necesitaban de su real presencia; y el conde don Álvaro *
con sus gentes, cobrando algunos lugares y castillos del condado de
Urgel, y estragó la tierra y comarca de los q* estaban por el rey,
el cual en esta ocasión mandó paga* don Álvaro mil quinientos
morabatines alfonsíes, y cobró * él los pueblos de Somet (o
Sornet), Roda, Fontes y Embit, que * Alfonso, abuelo del rey,
había empeñado por dicha cantidad a los antecesores del conde, el
cual libremente se *
volvió, y otorgó carta de pago del dinero;
y después de * tomó por fuerza de armas las villas y castillos del
est* de Ribagorza, que estaban por el rey, e hizo mucho daño * las
aldeas y campañas de Balbastro
(Barbastro).
Convocaron todos * pueblos comarcanos, y particularmente aquellos que
habían recibido daño de don Álvaro, en la dicha ciudad, y die* de
ello queja al rey, el cual enojado de aquel atrevimiento mandó a
Martín Pérez de Artesona, justicia de Aragón, que
persiguiese con ejército formado a la gente de *don
Álvaro,
porque estaba determinado de sacarle del *mundo si no se retiraba y
apartaba de hacer los daños que hacía * poco después tuvo el rey
cortes en Barcelona, y en ellas
se pudo dar remedio al estado de
estas cosas, antes bien * vizconde de Cardona y sus parientes no
querían conse* al donativo o servicio, que no quedasen él y los
demás querellantes satisfechos de los agravios decían haber
recibido del rey; pero sin darse a esto cumplida satisfacción, se
o*gó el servicio, y quedaron las cosas de los barones *
de antes.
Esto pasaba entre el rey y el conde don Álvaro y sus valedores,
cuando el obispo de Huesca iba procediendo con gran cuidado en la
causa del matrimonio; y a la *
estaba a lo mejor de ella, ora
fuese que doña Cecilia *desconfiase por su poca justicia, ora porque
no le pareciese la ciudad de Lérida segura, como ella decía, o que
quisiese
dilatar el pleito, o por cualquiera otra causa, a 10 de
las calendas de enero de 1261, por medio de su procurador, alegó
delante del pontífice, que ella no tenía paso seguro para ir a la
ciudad de Lérida, y que la dicha ciudad estaba muy cercana a las
tierras de don Pedro de Moncada, y que él tenía allá muchos amigos
y valedores, y que el obispo de Lérida don Guillen de Moncada era
tío de doña Constanza, y que el rey don Jaime de Aragón, y don
Sancho, arzobispo de Toledo, hijo del rey don Fernando, el
Santo, estaban muy apasionados por doña Constanza y habían
escrito al pontífice en su favor, y que el infante don Pedro,
hijo del rey, había dicho, que él había de hacer que su prima
doña Constanza fuese condesa de Urgel, y que era mal caso hubiese
ella de acudir en una ciudad para ella tan sospechosa, de la cual era
señor el rey don Jaime y lo había de ser don Pedro, su hijo, que
tan declarado se mostraba en favor de ellas; y sobre esto pasaron
algunas razones entre los procuradores de las partes, y a la postre *
comprometieron, y por parte de doña Constanza nombraron a don
Bernardo de Olivella, obispo de Tortosa, que después fue
arzobispo de Tarragona, y por parte de doña Cecilia al de Carcasona,
y al de Vique por tercero, en caso que los dos no concordaran;
y el papa les cometió el negocio con un breve, despachado decimo
calendas januarii pontificatus sui anno primo. Los obispos,
recibido el breve, entendieron en el negocio y citaron las partes,
asignándoles la ciudad de Manresa para oírlas; y porque el
obispo de Carcasona no podía acudir, subdelegó a Bernardo,
canónigo, y al arcipreste de la iglesia de Carcasona; pero estos, *
no poderse juntar, o por sus ocupaciones, o por otra cualquier causa,
pasó un año que no hicieron nada; y el obispo de Huesca procedía
en la causa, y al 1.° de junio * 1262 declaró en ella, guardando
siempre la disposición de los sagrados cánones, y con difinitiva
sentencia adjudicó al conde por marido de doña Constanza,
mandándole *
dejada la intrusa, la recibiese, como era obligado,
y trat* con marital afecto, haciendo las amonestaciones y
mandamientos eran menester, hasta descomulgarle a él y * entredicho
en sus tierras y estados. Doña Cecilia y el conde apelaron cada uno
de por si de esta sentencia a la sese apostólica; el conde pidió
apóstoles, y estos le concedió * obispo de Huesca, a 14 de
las calendas de agosto, * en ellos refiere muy largamente los motivos
con que fu* la declaración había hecho y sumariamente las faltas *
por parte del conde, el cual, después de haber apelado no se curó
más de proseguir la causa, cohabitando con doña Cecilia, no
obstante los mandamientos que él le había hecho. Doña Constanza,
deseosa de cobrar su marido y que la sentencia se ejecutase, pidió
al papa remedio *sobre esto; y él, con su bula despachada a 20 de
febrero de 1263, lo sometió a don Arnaldo de Gurb, obispo de
Barcelona, y al glorioso san Ramón de Penyafort, cuya
santidad y buena fama era pública por todo el mundo, porque es* le
obligasen a cobrar a doña Constanza y obedecer en to* a la sentencia
del obispo de Huesca. Esto parece en *
misma bula, que vertió el
padre Diago, del orden de Predicadores, en la vida que escribió de
san Ramón de Penyafort: aquel autor la trae en romance,
y aquí va en latín y dice *
episcopus servus servorum
Dei venerabili fratri epis *Barchinone et reverendo filio fratri
Raymundo de Penna-*Fortis Predicatorum capellano et penitentiario
nostro sa* apostolicam benedictionem. Ad nostram noveritis au*
pervenisse quod licet nobilis vir Alvarus comes urge* dudum
cum dilecta in Christo filia nobili muliere * nepti charissimi in
Christo filii nostri aragonensis *tris in ecclesie facie
matrimonium per verba de pre*rit legitime contrahendum idem tamen
comes eam *m traducere denegans minus juste nobilem mulierem *
sororem dilecti filii nobilis viri comitis fuxensis (conde
de Foix) de * de jure non posset super inducere presumsit uxo* m
cum predicta Constantia coram venerabili fratre *urgelensi
episcopo jus suum super hoc non posset pro * eo videlicet quod ad
ipsum accessus haberi non pote* er districtum Alvari comitis
memorati prefata nobili * benignitatem apostolicam implorante felicis
recorda *Alexander papa predecessor noster dedit sub certa
forma * fratri nostro oscensi episcopo per litteras
apostolicas *tis ut si esset ita prefatum Alvarum comitem quod
hu* super inducta dimissa eandem Constantiam traduceret *li
affectione tractaret per excomunicationis in perso* terram ipsius
comitis interdicti sententias apellatione *tione previa coerceret.
Postmodum vero idem oscen* (Huesca, oscense) *episcopus
cognitis hujusmodi cause meritis et juris ordine * difinitivam pro
predicta Constantia sententiam profe*bi prefatum Alvarum
comitem in virum adjudicans *us comiti mandavit eidem ut prefata
super inducta di* den Constantiam ut tenetur traduceret et maritali
af*ractaret: et licet idem comes super hoc ab eodem os*scopo (obispo
de Huesca) ad sedem apostolicam duxerit apellandum appel*
tamen suam cum potuerit elapsis septem mensibus et am* eurans
prossequi ac super inductam ipsam damnabiliter predictam Constantiam
ducere denegat pro sue inconsul* voluntatis. Porro sicut dolentes
audivimus inter consa* ejusdem Constantie ex una parte ac memoratum
comitem * olim propter hoc adeo graves inimicitie fuerunt exorte
*tigante inimico humani generis nonnulla homicidia ac etiam incendia
plurium locorum habitabilium exinde sunt * cuta. Nos itaque prout ex
injuncte nobis servitutis officio * neri dignoscimur et animarum
obviare periculis ac * inimicitiis finem imponere necnon periculo et
guerrarum dis*mini que inter personas tam potentes et nobiles hujus*
occasione invalescere possent viam percludere cupientes * cretioni
vestre per apostolica scripta precipiendo mandam* quatenus predictum
Alvarum comitem urgelensem monitis * ficacibus inducatis ut
sue saluti consulens in hac parte sep* dictam Constantiam
prefata super inducta prius omnino
dim*sa traducere ac maritali
studeat affectione tractare: quod * forte ipse monitis vestris
acquiescere in hac parte noluerit * vocatis qui fuerint evocandi de
supradicta sententia per
supradictum oscensem episcopum
promulgata legitime cognoscen* quod canonicum fuerit apellatione
postposita statuatis facien* quod decreveritis per censuram
ecclesiasticam firmiter observari non obstante aliqua indulgentia
tibi Raymundo aut * ni tuo ab apostolica sede concessa quod te de
causis intromitt* non tenearis invitus per ipsius sedis litteras non
facientes * nam et expressam de indulto hujusmodi mentionem. Quod*
non ambo his exequendis potueritis interesse alter vestrum *
nihilominus exequatur. Data apud Urbem Veterem (Civitavecchia,
Ciudad Vieja ?) X kalendas martii pontificatus nostri anno
secundo.
A 9 de las calendas de octubre fueron intimadas
estas bulas al conde en la ciudad de Balaguer, en ocasión que salía
a caza en compañía de Geraldo de Cabrera, su hermano, y dos
otros caballeros, con unas letras citatorias *emanadas de la
corte del obispo de Barcelona a 16 de las calendas de octubre, y en
ellas estaban pendientes los sellos del obispo de Barcelona y de san
Ramón, el cual, dice el proceso que era imago predicatoris
stantis manibus junctis et flexis genibus et desuper erat manus
hominis benedicentis, y en derredor del sello estaban
escritas estas palabras: Signum fratris Raimundi domini Papae
poenitentiarii. Doña Cecilia, pocos días después de la data
de esta bula, *alcanzó otra del mismo papa Urbano, que
cometía esta causa a los obispos de Oloron y Comenge,
despachada en Ci*avechia (Civitavechia, Civitaveccia, Ciudad
Vieja, Urbem Veterem),
a 4 a de las nonas de mayo, de su pontificado *año segundo, que era
el de Cristo Señor nuestro 1263, *nde a su modo dio razón al
pontífice de todo lo que había pasado. Esta bula he visto en el
Archivo Real, en el armario 16, en el saco de los papeles de este
casamiento, y en un proceso que está en el mismo saco, y es la que
se sigue.
Urbanus episcopus sorvus servorum Dei
venerabilibus fra* Oloronensi et Convenarum (Comenges)
episcopsis salutem et apostoli* benedictionem. Dilecta in Christo
filia nobilis mulier *Cecilia comitissa Urgelli uxor nobilis viri
comitis urgellensis no* significare curavit quod nobilis mulier
Constantia nata nobilis viri Petri de Montecateno (Moncada,
Montcada) Illerdensis diocesis falso asse* quod ipsa cum
eodem comite matrimonium per verba con*
de presenti quodque dictus
comes eam non curans tra* eandem Ceciliam de facto super duxerat in
uxorem et * felicis recordationis Alexandro pape predecessori
nostro quod ipsa ad venerabilem fratrem nostrum Urgellensem
episcopum ipsius comitis diocesanum accedere non poterat *nisi
per terram comitis memorati super hoc ad venerabilem *fratrem nostrum
Oscenem episcopum contra eundem comitem *ipsius predecessoris
sub certa forma litteras impetravit quarum auctoritate cum eadem
Constantia nominatum comitem coram prefato episcopo citare fecisset
predicta Cecilia rem suam agi * ciens et ex hoc inveniens sibi
prejudicium generari ab *eodem Oscensi episcopo ad docendum de
jure suo se postulavit *admitti: et licet dictus episcopus
Oscensis ad hoc eam duxerit * quia tamen dictus episcopus
ad hoc ei locum non * assignans alium sibi contra justitiam denegabat
assig* *securum humiliter requisitus predicta Cecilia sentiens ex hoc
indebite se gravari ad sedem duxit apostolicam apella*dum et super
apellatione sua ad fratrem nostrum Carcassonensem episcopum
ejusque collegas ipsius sedis litter* impetravit: et licet
iidem judices in hujusmodi appellatione causa infra annum procedere
non curaverint quamvis ab *eodem Cecilia fuerint super hoc pluries
legitimis temporibus *quisiti predictus tamen Oscensis episcopus in
principali * de facio procedens eundem comitem predicte Constantie *
iniquam difinitivam sententiam adjudicavit in virum a *prefata
Cecilia ad eandem sedem vocem appellationis emis* Quocirca
fraternitati vestre per apostolica scripta manda* quatenus vocatis
qui fuerint evocandi et auditis hinc inde *positis quod canonicum
fuerit appellatione postposita decer* tis facientes quod decreveritis
per censuram ecclesiastic* firmiter observari non obstante
constitutione de duobus di*
edita in concilio generali dummodo
infra ipsas predicta Cecilia super his assequi nequeat justitie
complementum et u* tertiam vel quartam aliquis extra suam diocesim
auctoritate *
sentium ad judicium non trahatur (o trabatur)
proviso ne in terris dictor* nobilium excomunicationis vel interdicti
sententiam profer* nisi super hoc a nobis mandatum receperitis
speciale: quod* non ambo his exequendis potueritis interesse alter
vestrum
*nihilominus exequatur. Data apud Urdem (Urbem)
Veterem IV *nonas maii Pontificatus nostri anno secundo.
Los
obispos de Oloron y Comenge, a quienes vino dirigida esta bula,
subdelegaron al abad de Monte Oliveveto * la diócesis de Carcasona,
y a Izarno, pavorde Talabuxens*
a Bernardo, arcediano de la dicha
iglesia de Carcasona, para que recibiesen las informaciones; y ellos
se reserv* el hacer la sentencia, difinitiva, aunque después
también
dieron comisión para promulgarla. Citaron al conde *
doña Constanza, la cual jamás contestó la lite, y
prosiguieron su pleito hasta sentencia difinitiva; y en el
discurso *
él, ya se excusaba de la causa el uno de los
subdelegados, ya el otro, y el conde, que en aquella ocasión debía
tener pocas ganas de volver a estar con doña Cecilia, alegó que él
no tenía obligación delante de los dichos obispos, por estar
remotos más de dos dietas, pero a la postre, instados de doña
Cecilia, señalaron lugar para la decisión de la causa y
publicación de la sentencia en la ciudad de Carcasona, en la
iglesia de Santa María de Burgo Nuevo. Mientras estas apelaciones
duraban y los obispos de Francia y subdelegados por ellos hacían lo
que queda dicho, el conde, ora fuese por temor de las censuras con
que le obligaba el obispo de Lérida o remordido de su conciencia, o
por temor del rey, o por otra cualquier causa, obedeció, y a 16 de
setiembre del año 1263 dejó del todo a doña Cecilia y cobró a
doña Constanza, siendo él de edad de veinte y cuatro años, y
vivieron juntos cerca de un año, con mucha paz y amor, y engendró a
doña Leonor, que casó con don Sancho de Antillon, y tuvo de
ella una hija, llamada Constanza, que casó con don Gombau de
Entença, y de este matrimonio
salió doña Teresa, que casó con el infante don Alfonso, que fue
conde de Urgel y después rey de Aragón, y le llevó en dote
el condado de Urgel, vizcondado de Ager y baronía de Entença,
porque ella lo vino a heredar todo. El glorioso san Ramón, que fue
el juez delegado con el obispo de Barcelona
por el romano
pontífice, contento de este tan buen *suceso de que el conde hubiese
dejado a doña Cecilia y *cobrado a doña Constanza, se excusó de
esta causa, porque
estaba enfermo y pasaba de edad de ochenta
años: esto fue * 3 de las nonas de febrero de 1264, y quedó solo
juez de * causa el obispo de Barcelona.
Doña Cecilia quedó muy
agraviada de lo que el conde había hecho e instó con grandes veras
la causa de apelación; cometida a los obispos de Francia, y por
ellos, a *26 de
febrero de 1264, Bernardo, arcediano de
Carcasona, e Izarno de Fano-Jovis, paborde de Talabux,
jueces subdelegados, dieron su sentencia, y declararon haber doña
Cecilia bien
apelado, y el obispo de Huesca mal declarado y
proseguido su causa; y pocos días después instó el procurador de
doña Cecilia a los dichos jueces para que conocieran *
aquel
matrimonio era legítímo o no, y ellos dieron sob* ello su
sentencia, declarando que el matrimonio de doña Cecilia era bueno, y
que el conde estaba obligado a dejar a doña Constanza y volver con
doña Cecilia, y condenaron a doña Constanza en costas, y que pagase
por ellas no * cientos marcos de plata; y a 29 de marzo, el con* que
estaba ya olvidado de doña Cecilia y arrepentido * lo mal hecho,
apeló al pontífice de esta sentencia, y * otras razones que da, es
no haber sido citado ni haber *contestado la lite. Estas sentencias
fueron la perdición y confusión de este negocio, y causaron los
grandísimos *males que después se siguieron: con todo el conde
persev* con doña Constanza, hasta 23 de setiembre de este año * y
en dicho tiempo procedieron los dichos obispos o *sus
subdelegados
con censuras contra el conde, obligándole * que obedeciese, y
presentaron sus letras al abad de *San Saturnino de Tavernoles
y al prior de Organyá, para que
ejecutaran su sentencia; y
un martes, pasada la fiesta de Pascua de Resurrección, mandaron a
todos los obispos, abades, rectores, priores y otros a quienes fuesen
presentadas sus letras y mandamientos, que obligasen con censuras,
hasta tañer campanas y matar candelas, al dicho conde y a
doña Constanza, a obedecer a la dicha sentencia, y según es*
determinados, si pudieran, también metieran entredi* las tierras del
conde; pero el papa, como vimos en * bula, se lo había expresamente
prohibido. Estos manda* se publicaron en nueve lugares o parroquias
del *obispado y condado de Urgel. Al principio el conde no hacía *
de estas censuras, pero después fue muy obediente a *
mandamientos,
que no debiera, y dejando a doña Constanza, que había ya un año y
siete días que estaba con * volvió a tomar a doña Cecilia, lo que
pareció a todos muy mal y causó general escándalo en todos estos
reinos, * parientes de doña Constanza se alteraron mucho de *. El
obispo de Barcelona, por remediar tantos daños co* habían sucedido,
y obviar muchos más que se esperaban, con toda la diligencia posible
mandó meter a punto de * declarar el proceso que se ventilaba
delante de él, * dar fin a aquel pleito y sacar de escrúpulo, si es
que le * al conde y a su conciencia; y para más facilitar la
recepción de los testigos que se habían de dar por las * señalaron
la villa de Cervera, por lugar más cómodo * dicha recepción, y la
cometieron a Arnaldo de Vernet, dean de Lérida, y a Ricardo
arcediano de Urgel. El deán de Lérida acudió a Cervera, y a 14 de
julio de este año *1264, estaba ya aparejado para recibir dichos
testigos. El *arcediano, ora fuese para dilatar el negocio, y en eso
dar * al conde y a doña Cecilia, rehusó acudir, dando por * que no
se tenía por seguro, porque toda aquella * estaba llena de gente de
guerra, unos por cuenta * don Pedro de Moncada, y otros del conde de
Urgel. Doña Cecilia estaba en Pons e instaba que el arcediano y los
testigos que ella había de dar fuesen guiados porque de otra manera
nadie osaba ponerse en camino.
El obispo de Barcelona y el deán
de Lérida lo acomodaron todo, y quedaron guiados el arcediano y
testigos, y les dieron hombre que les acompañase, y
prometieron don Pedro de Moncada y el conde de Urgel que no les
harían, ni ellos ni su gente, daño alguno; pero los testigos de
doña Cecilia tardaron algunos días, y a la postre dijeron que no
querían ir sino compelidos con censuras, y pidió doña Cecilia *
fuesen recibidos otros que ella tenía en el condado de Foix y reino
de Francia: hiciéronse letras de comisión para los obispos de
aquellas tierras, y fueron recibidos, y doña Cecilia quedó
satisfecha. Todo esto pasó en los meses de julio y agosto, y cada
una de las partes, como mejor pudo, justificó su causa.
En esta
ocasión, el conde de Urgel no dormía, * hacía todo lo que podía
para quitar la causa de manos * obispo, y meterla en manos de los
prelados de *Francia por ver que ellos sentían diferentemente de los
de Cataluña de aquel pleito (porque no estarían tan bien informados
en él; y así representó al papa Clemente, que él *sentía
muy agraviado de lo que le habían hecho el obispo de Barcelona y san
Ramón, y de lo que el obispo hacía, * no esperaba de ellos
justicia, y así suplicaba que le di* otro juez que conociera de
estos perjuicios que decía se le hacían, y sobre de ello informó
largamente al papa, si bien no le dio entera noticia de lo que
pasaba. El papa, qui* idus julii, pontificatus anno primo, que era de
Cristo 126*, despachó sus bulas al obispo de Beziers,
cometiéndole *ete negocio; y él intimó al obispo de Barcelona y a
san R* dichas bulas, porque no pasaran adelante en su co* Doña
Constanza envió allá su procurador, que le dio *
satisfacción y
respuesta, y se apeló al pontífice; y * el obispo de Beziers,
enterado de la verdad y cali* negocio no se curó más de él, porque
conoció que *sistía en dilaciones y subterfugios que buscaba don *;
y por mayor claridad del negocio, el obispo de *na firmiter declaró
que, no embargante la comisión * de Beziers, de la cual se había ya
apelado, podía *eder en la causa. Esto pasó a 30 de octubre, y
*guiente, en iglesia de Santa Catalina, mártir, de *ma, el obispo de
aquella ciudad, estando presentes *mon y fray B. Dezbach, declaró,
que por haber de ir * rey a la conquista de Murcia, tomando la cruz
con* sarracenos, subdelegaba al prior de Santa Eulalia *mpo, del
orden de los canónigos reglares de San *, encargándole que, en lo
que pudiese tomar * con san Ramón, lo tome; y este el día
siguiente, *dó citar al conde, a quien nadie osaba presentar *nes, y
el que le citó dejó las letras sobre el altar * de la iglesia mayor
de Balaguer, que dice se llamaba *
María de Almatano, y en
presencia de Ricardo, *arcediano de Urgel y rector de la ciudad de
Balaguer. Hecho * prosiguió su causa, y el proceso quedó concluido
y de* muchas dudas y dificultades que por parte del con* oña Cecilia
se movieron, que más eran para dilatar *, que por otro buen fin, y a
12 de noviembre de * año, estando el dicho prior de Santa Eulalia en
el *ro de la Seo de Barcelona, y tomado consejo de san *n, según el
obispo se lo había encargado y negocio tan grave requería, dio
sentencia en favor de doña Constanza, confirmando la que había
hecho el obispo de Huesca. *
No se puede explicar con palabras que
tal quedó el co* y todos sus amigos y valedores, y las alteraciones
que *bieron en su ánimo con tal declaración, la cual aprovechó
poco, porque el conde declaró que no quería obedecer a esta
sentencia, sino estar a lo que declararon los juecen de Francia, de
cuya declaración nacieron daños irremediables; y el glorioso san
Ramón, condolido de ellos y lastimado del poco caso que hacía el
conde de la última sentencia, y pareciéndole que este negocio, por
razón de las sentencias encontradas que había no podía tener aquí
buen fin, escribió una carta al papa Clemente, dándole razón de
todo lo que había pasado, aconsejándole que se asuma a si este
negocio, y vistas las pretensiones de las partes, sea el juez y
conocedor de este negocio. Copia de esta carta he visto en el archivo
real de Barcelona, aunque ya algo consumida del tiempo, y la tradujo
en castellano el padre Diago, en la vida del santo, y yo, por ser de
un santo tan grande y paisano nuestro, y para defenderla de las
injurias del tiempo, de quien, por su antigüedad, queda algo
maltratada, la traigo aquí, y dice de esta manera:
Sanctissimo
et in Christo patri reverendissimo domino Clementi divina providentia
sacrosancte Romane Ecclesie summo pontifici frater Raimundus de
Pennaforti terram coram *Beatissimis pedibus osculari. Reverende
Paternitati vestre duxi humiliter in Domino intimandum quod bone
memorie dominus Urbanus predecessor vester causam matrimonialem que
vertebatur inter comitem Urgellensem ex una parte et filiam nobilis
Petri de Montecateno ex altera venerabili patri episcopo barchino*
terminandam sub certa *foram comissit: et quo*er infirmitates meas
multiplices et nimiam debi* prosecutione cause non poteram
personaliter * hujusmodi rationabili ac sufficienti ac nota *entia
partium assignata renuntiavi simpliciter *us episcopus procederet
sine me prout secun* escripti de jure poterat et debebat: qui cum
ali*e processisset occasione facti frontarie contra sar* impeditus
causam ipsam subdelegavit priori * de Campo ordinis sancti Augustini
in suburbio * prior de concilio sapientium et virorum Deum *sam ipsam
sententialiter terminavit quantum in* et humana fragilitas nosce
sinit rationabiliter et * canonicas sanctiones. Hinc est quod ego ad
excu*entiam meam super hoc quod propter causam * necessariam superius
assignatam renuntiavit pro * predicte et ut aliqua de periculis
imminentibus * presentes litteras per dilectum in Christo G. de *rem
presentium mittere destinavi. Supplico igitur * Pater coram vestris
sanctis pedibus provolutus *ras strages hominum scandala gravia et
pericula * jam ex hoc sunt secuta sicut ad vestram credi* pervenisse
et alia que imminent in posterum gra*riter subveniatur misericorditer
intendas diligen* rocessibus et circunstantiis attenter habitis et *
omnia fideliter per ipsum presentium portito* presentiam
transmittuntur finem optatum pari* am predicto negocio imponatis: nam
sicut mihi * pars hoc desiderat et expectat et insuper fama *redicat
et credo firmiter verum esse quod nunquam * apostolicam sepe fata
causa potui terminari * hujusmodi determinatio quod Deus avertat per
* vestram non fiat vel etiam diferatur in longum *liter quod cum ex
utraque parte sint multum no* es tantum agravabitur indignatio et
pericula tam *entur quod vix temporibus nostris poterit nego* pacem.
Dominus Jesus Christus dirigat vos et * vestros tam in iis quam in
aliis in beneplacito suo semper ita quod per vestram piam et sanctam
sollicitudinem fides sancta catholica exaltetur et pax Dei que
exsuperat omne censum undique procuretur. Data Barchinone quarfa
feria *
Paschas.
Esta carta fue de tanta eficacia, que ella
sola fue bastante para que el papa se hiciese juez de este negocio,
el cual, a 15 de mayo, año segundo de su pontificado, y de Cristo
nuestro Señor 1266, lo cometió al obispo y cardenal Prenestino,
encargándole con grandes veras mirase en ello; y éste, citadas y
oídas las partes, procedió en la causa, y a la que pidieron al
procurador del conde, que era G. de Montalbá, el que llevó la carta
de san Ramón, que enseñase su poder, lo rehusó, diciendo que
primero quería ver la comisión que el papa le había hecho de esta
causa y negocio, lo que fue muy notado; y esto y otras dificultades
semejantes, como era impugnar la procura de doña Constanza,
porque
era otorgada sin licencia o consentimiento de su padre, cada día
desacreditaban la causa de doña Cecilia, y del conde. Aquí se
representaron los motivos con que las
partes fundaban su
intención, y se repitió otra vez todo lo que hasta aquel punto se
había alegado por cada una de las partes; articuláronse muchas
cosas particulares y muy menudas que habían pasado entre el conde y
doña Constanza, y todo lo que alegaron se dio probado con testigos
que se ministraron en gran número: por parte del conde se
dieron más de treinta, y muchos más por parte de la condesa; y
aunque estos probaban mejor y daban muy acertadas razones de sus
dichos, pero los del conde se mostraron más apasionados y
sobornados, y los más de ellos o *casi todos eran vasallos y hombres
suyos; y confesaron los *más de ellos que todo lo que tenían lo
tenían por el *conde,
que le eran amigos y estaban muy deseosos
que saliese * negocio a gusto suyo. Estos dijeron, que cuando el
conde y doña Constanza fueron desposados, eran los dos de tan poca
edad; que del todo eran inhábiles para el uso del matrimonio,
y mucho más para dar el consentimiento que * necesario, y que
estando en casa de su suegro, lloraba * verse casado, y que cuando lo
desposaron estaba tan *vergonzoso y pasmado, que no estaba en lo que
hacía, y * la edad poca de los dos impidió que aquel matrimonio *
consumado, porque a doña Constanza no se le apa* diez años, ni al
conde doce, y era tan inhábil para el uso del matrimonio, que aun
dos años después de él no * para ello. Pedro Cortit, de Balaguer,
en su deposición, *ando de esto, cuenta ciertos tratos que tuvo (dos
años después de casado con doña Constanza) con una criada de
*Bernardo de Anglesola, con que destruye más la pretensión *el
conde, que no la fortifica; y Jaime de Cenvera dice,
* una vez,
estando en la TorrebIanca, junto a Linyola, * dijo, que no quería
casar con la hija de don Pedro de Moncada. Esto se decía por su
parte. Por parte de doña Constanza se justificó, que cuando los *
fueron casados eran de tal edad y aspecto, que cualquier persona que
los hubiera visto los juzgara por hábiles al matrimonio, y que
habían visto muchos, que no eran de tan buena disposición como
ellos, que le habían consumado, y que los dos eran de tan buena
estatura del cuerpo, que nadie que los hubiera visto podía juzgar
otra cosa, y que el conde, ya antes de casar, en la villa de Tamarit
y Linyola había tenido conversación con mujeres cort* y se había
encerrado solo con ellas, y que cada * después de esposado, se
acostaban él y doña Constanza * una misma cama, y allá quedaban
solos; y ella, el *otro después de la primera noche, comunicó a una
dueña
llamada María Serrano todo lo que había pasado, y *
deposición, que está en el dicho armario, lo refiere muy largamente
y por menudo; que seis meses después de ca* salió a caballo, armado
de todas armas, en unas *cias que tuvo con Guillen de Anglesola y
Ramón de Cardona, así como pudiera salir cualquier hombre de *
edad. Estas y otras muchas cosas, dichas por testigos * calificados y
mayores de toda excepción, probó por *
te doña Constanza; y
declaradas las dudas y dificultades * se ofrecieron, que en causas
matrimoniales suelen ser *chas, quedó el proceso concluido; y el
cardenal, * en Viterbo, a 4 de abril, año 1267, indiccion
décima * declaró en la causa (está la sentencia en el archivo real
de Barcelona, armario 16, n.° 4), sentenciando en favor de doña
Constanza; y luego el pontífice, que estaba * en dicha ciudad de
Viterbo, a 11 de dicho mes de abril y de su pontificado año tercero,
despachó un rescr* obispo de Barcelona y al de Magalona, en Francia,
* el de Mompeller, haciendo en él mención larga de la
declaración del cardenal obispo Prenestino, mandándoles hicieran
ejecutar, hasta descomulgar al conde y *meter en entredicho sus
tierras, en caso que no quisiera obedecer*.
Estaba enfadado el
conde de tanta persecución y *cha como tenía, espiritual y
temporal; cada día se le *maban mandatos penales en razón de su
matrimonio, y * armas del rey le inquietaban lo poco que le había *
del condado de Urgel, cuando se retiró a Foix doña Cecilia; y
estando allí, la tristeza le consumió, *dados y pesadumbres le
volvieron tísico, y con ca* que sobrevinieron dentro de pocos días,
murió, no *uelto de las censuras en que había incurrido, por *
obedecido a las sentencias y mandatos apostólicos.
Según la más
común opinión, al principio del mes * del año 1268, según Zurita;
y según el anal de * memorias de aquel ilustre convento, del año
1267; * puede ser, contando o entendiendo los unos de la *cion, y los
otros de la Navidad. El autor del libro Flos mundi dice que murió la
vigilia de san Ber* Foix; pero no especifica el año: murió de edad
*e y ocho años, pocos meses más o menos, y este año murió don
Pedro de Moncada.
* don Álvaro muchos dones y gracias de
naturaleza: * liberal y generoso, diligente, gran soldado y muy * de
sus vasallos y amigos; y si sus virtudes no las *ara con el
desordenado amor que tuvo a doña Cecilia * tuviera mejores
consejeros, hubiera sido uno de * esclarecidos príncipes de
estos tiempos. El autor * de Ripoll, no pudiendo disimular lo bueno
que * él dice: fuit armis strenuus, probus, largus, dili* urimum
generosus, qui propter discordiam et dimis* primae uxoris, habuit
multas guerras, et pthysi ac * est
mortuus apud Fuxum,
anno Domini MCCLXVIl, *it magna discordia et tribulatione comitatum,
etc. * sepultado en Foix, y dejó de doña Constanza una hija *
Leonor, de quien hablamos arriba, y de doña Cecilia dos hijos: el
mayor se llamó Armengol y le sucedióen el condado y el otro Álvaro,
que fue vizconde de Ager. Este casó con Sibila, hija de Ramón,
vizconde de Cardona, y de Sibila, su mujer, y hermana de Ramón Folc,
vizconde de Cardona: consta en auto de la dotalia del beneficio de
San Anton en la Seo de Barcelona, que fundó Brunisenda, su
hermana, mujer de don Guerau de Cervelló, en las nonas de enero de
1319. No he visto hasta ahora su testamento; pero sé que dejó a la
fábrica del monasterio de Predicadores de la ciudad de Lérida cien
morabatines, los cuales pagó el rey don Jaime a 4 de mayo de 1275,
con otros ciento que le dejó la reina doña Violante, su mujer.
En
vida de este conde se trató entre san Luis, rey de Francia, y don
Jaime, rey de Aragón, de concordar las diferencias antiguas que
había entre los reyes, sus antecesores, sobre los derechos que unos
tenían en algunas tierras de los reinos de los otros. Por facilitar
el trato de esto, envió el rey don Jaime a don Arnaldo de Gurb,
obispo de Barcelona, a Guillen, prior de Cornellá, y a Guillen de
*Rocafull, gobernador de Monpeller por el rey; y en marzo de
1275 les dio poder para renunciar en favor de san Luis y de
sus sucesores, y aceptar la renunciación de él; y después,
(atrás pone 1275, delante 1258) a 5 de los idus de marzo del
año 1258, en un lugar del reino de Francia, llamado Corbolio,
(tratado de Corbeil) renunció en presencia de Felipe, hijo
primogénito del santo, y de otros muchos *
el derecho que
pretendía competerle por razón de los señoríos o feudos antiguos
o por cualquier razón en los condados de Barcelona, Urgel, Besalú,
Rosellon, Ampurdan,
Cerdaña, Conflent, Gerona y
Vich, y de esto se hizo el di* día auto público, sellado con el
sello de este glorioso *, en cera verde y pendiente de un cordón de
seda co* sin torcer, y en él la imagen del santo sentado, con * a la
cabeza y vestiduras reales; a la una mano tiene * flor de lis, y a la
otra un cetro real, con algunas flores * lis por remate, así como le
pinta Tillet en su historia, y * derredor unas letras que dicen:
Ludovicus Dei gratia * Francorum Rex, y al dorso una sola flor de
lis, casi del * que la pinta Tillet, y sin aquellas dos florecitas
que sa* de las hojas de la flor. Guárdase esta escritura, o, por *
decir, reliquia en el archivo real de Barcelona, en el armario 7,
saco 1, n°. 62; y después, a 17 de las calendas de *sto del mismo
año, el rey don Jaime renunció el dere* le competía en algunas
tierras del reino de Francia, * largamente quedan especificadas en el
auto de la dicha * renunciación, el cual dejo de continuar aquí,
pues le podrá * el curioso en la historia o memorias del Languedoc,
* estos años atrás con mucha erudición y diligencia sacó * Mr.
Guillen Catel, del consejo del rey Luis XIII, * la página 29:
y después de estas renunciaciones, se fue *vidando el contar, tan
usado en Cataluña, por los años de los reyes de Francia,
tomando de aquí adelante, unos el de la encarnación, y otros el de
la Navidad de nuestro Señor Jesucristo, como lo usamos ahora, y se
fue continuando muchos * después; y en su lugar veremos cómo lo
mandó con *constitución el rey don Pedro III (IV de
Aragon).
FIN DEL TOMO NOVENO DE LA
COLECCIÓN, PRIMERO DE LA HLSTORLA
DE LOS CONDES DE URGEL.
ERRATA NOTABLE.
En la página 186, línea última,
donde dice: 10 años, léase: 50 años.
domingo, 28 de junio de 2020
CAPÍTULO XXV.
César va en seguimiento de los pompeyanos, y no para hasta haber vencido
a Petreyo y Afranio, sus capitanes.
Afranio y Petreyo pasaron el río Segre con todo su campo, y juntaron con las dos legiones que habían salido y se fueron hacia Mequinenza; y César envió tras ellos su caballería para que les picase en las espaldas y les detuviese todo lo que fuese posible, y de esta manera llegaron al Ebro, y los de Afranio y Petreyo lo pasaron con la puente de barcos que habían hecho; pero apenas fueron pasados, ya la caballería de César pasó por el vado tras ellos. Cuando amaneció, vieron los del real de César que estaban a la orilla del Ebro, de un alto, como su caballería hacía buen efecto, dando la carga en la retaguardia, y sufriéndola muy bien cuando el enemigo volvía a dársela, con todas sus escuadras. Con esto, los soldados de César rogaban a los tribunos y centuriones que rogasen a César, que sin tener cuenta con su trabajo y peligro de ellos, les mandase pasar el río por donde lo habían pasado sus caballos. Movido César de esto, aunque rehusaba poner al peligro de un río tan grande como el Ebro su ejército, pero bien pensado, le pareció que debía tentar el paso, y por esto sacó de todas sus centurias los soldados más flacos, y de estos formó una legión, y la dejó en guarda del bagaje y del fuerte que tenía a la orilla del río de esta otra parte, y la demás gente lo pasó con esta orden: que puso por lo alto del río muchas bestias que quebrantasen la corriente, y por lo bajo mucha gente de a caballo, donde se valiesen los que el ímpetu del agua trabucase; y esto fue gran socorro para algunos, y de esta manera todos pasaron, sin perderse ninguno, y eran las tres horas antes del amanecer cuando hubieron acabado de pasar; y sucedió este día una cosa muy notable y que solo la gran diligencia de César la pudo acabar, y fue, que su campo, después de haber pasado el río del modo que queda dicho, con gran trabajo y detenimiento, rodeó después mucho para volver a tomar el camino para seguir a los enemigos, porque para pasarlo, habían tomado el vado donde más extendido corría el río, y esto era algunas millas más abajo del puesto donde Afranio y Petreyo habían hecho su puente de barcas; y antes de llegar a los enemigos, hubo de marchar seis millas, y habiendo partido los dos capitanes antes de amanecer, ya a las tres horas de la tarde César les había alcanzado. «No hay duda, dice Ambrosio de Morales, que todo este ardor y vigorosa diligencia era de sus soldados; pero a él se debe atribuír más de veras, pues se lo había enseñado, y con su gran diligencia y presteza les daba ejemplo de ella.» Siendo preguntado Alejandro Magno, cómo había dado fin a tan grandes hechos en poco tiempo, dijo, que no dilatando nada para mañana; y Vegecio dijo, que en las cosas de la guerra la diligencia y presteza aprovechaban más que el esfuerzo. Todo esto entendió muy bien Julio César, pues ninguna ocasión dejó pasar, así en esta como en otras guerras, que no la tomase, y así vino a acabar cosas que parecían imposibles y solo pudo en su diligencia salir con ellas.
Estaba la gente de César muy ganosa de llegar a las manos con sus enemigos; pero César, en quien había tanta prudencia como diligencia, mandóles primero reposar y comer, porque no quiso que enflaquecidos y cansados entraran en pelea; y aun después de haber descansado, los detuvo otra vez, porque furiosos querían dar sobre los enemigos; pero no pudieron, porque ellos se habían
Estando a la otra parte del Ebro, pasaron grandes cosas que cuenta el mismo César, que no pertenecen a los pueblos ilergetes, de quien agora trato: y después de haber mucho apretado a los pompeyanos, que siempre habían tenido grandes esperanzas que, si pasaban Ebro, habían de hallar grandes socorros; no hallando lo que pensaban, sino muy al contrario, y que la caballería de César no les había dejado sosegar un punto, no hallaron otro camino sino volverse a Tarragona o Lérida; pero por estar Tarragona lejos, y haber de hacer grandes rodeos para escaparse de César, escogieron ir a Lérida: pero porque el agua les costaba muy caro, por ser toda aquella tierra muy seca y falta de aguas, determinaron sacar un foso con buena fortificación desde su real, hasta tomar dentro del fuerte el agua, para que nadie pudiese estorbársela. Repartieron entre si ambos a dos los generales la obra, y salieron lejos del real a continuarla. Con la ausencia de los capitanes comenzaron los soldados a salirse del fuerte y hablar con los de César, tratando de dársele, y muchos tribunos y centuriones se vinieron a encomendar a César, y lo mismo hicieron los españoles principales que estaban en el ejército, unos por rehenes y otros por soldados; y aun el hijo de Afranio, por medio de Sulpicio, legado de su padre, trató con César de que perdonase a él y a su padre.
Era la alegría y regocijo común a todos; a los de Pompeyo, porque presto confiaban verse fuera de peligro, y a los de César, porque tan fácilmente y sin gota de sangre habían acabado una guerra tan difícil y cruel, y todos loaban mucho a César, por haber escusado tanto derramamiento de sangre, con no haber querido pelear, y todos conocieron cuán acertados eran los consejos y resoluciones suyas.
Estos abocamientos y tratos tomaron los dos capitanes de diferente manera, porque Afranio dejó la obra comenzada y se retiró a su real, esperando el suceso que había de tener el perdón que su hijo había pedido a César; Petreyo lo tomó muy a mal, y a los que platicaban con los de César los hizo retirar, y de los de César mató todos los que pudo; y vuelto a su real, rogaba a todos que mirasen por la honra de Pompeyo, y que no quisiesen darla a su enemigo; y él y los tribunos y centuriones, y el mismo Afranio, movidos del llanto de Petreyo, de nuevo juraron obediencia a Pompeyo y que no desampararían el ejército y no harían cosa sin consejo público y voluntad de todos; y tras esto mandaron que quien tuviese soldados de César los llevase allá, y todos los que se trajeron, con horrible crueldad fueron degollados; y muchos hubo que los escondieron, y venida la noche, los echaron con grande secreto por encima de los reparos. Con este rigor que usaron los capitanes de Afranio, y con el juramento que tomaron a la gente de guerra, ya no hablaban de darse, sino que todos muy ganosos mostraban querer continuar la guerra. Pero César no lo hizo así, sino que mandó buscar los soldados de Pompeyo que habían entrado en sus reales, mientras duraba la plática, y muy benignamente mandó que se volviesen a los suyos, aunque algunos de los tribunos y centuriones se quisieron quedar con él de buena gana, de quien recibieron después mucha honra y merced.
Petreyo y Afranio, que conocieron que en aquel puesto donde estaban no se podían sustentar, levantaron su campo y caminaron a Lérida, y César les fue con su caballería siguiendo, sin dejarles reposar un punto; y les fue necesario, para reposar del cansancio que llevaban, asentar su real en un lugar muy desconveniente y entre muchas incomodidades. Era la mayor faltarles de todo punto el agua, y es aquel suelo tan falto de ella, que, aunque caven pozos, no se halla: falta que padecen casi todas aquellas comarcas de la ciudad de Lérida. Aquí llegaron a tal aprieto, que no pudieron hallar remedio alguno a sus necesidades; y César holgaba de ello, porque no iba tras de vencerles en batalla, sino que ellos voluntariamente se diesen, porque así mejor campease su clemencia y piedad; y así se le hubieron de dar. Para esto pidieron Afranio y Petreyo hablar, y que esto fuese entre los capitanes solos, sin que los ejércitos estuviesen presentes; pero César quiso que fuese público, y tomó al hijo de Afranio por rehenes, y juntos los dos ejércitos, Afranio habló, disculpándose de haberse detenido contra César hasta aquel punto, pero que, como a lugarteniente que él era de Pompeyo, había de mantener la fé y lealtad a su mayor todo el tiempo que pudiese; y él había ya cumplido con su deber, según eran testigos las necesidades y trabajos que habían sufrido, y que no podían ya más, ni el dolor y el pesar en el ánimo, ni la fatiga y trabajo en el cuerpo; y así se le rendían como a vencidos y le pedían les perdonase, usando con ellos de clemencia, y no de lo que la victoria le permitía y ellos habían merecido.
César le respondió reprendiéndole por haber impedido la paz que sus soldados habían deseado y procurado, y haber muerto, tratándose de ella, algunos de sus soldados que pudieron haber a las manos, y les representó que, por su soberbia, venían a pedir ahora con humildad lo que primero menospreciaron con desdén; que él, no movido de su humildad y abatimiento, ni ufano con aquel buen suceso, les pedía que despidiesen aquel ejército que tantos años habían sustentado contra él sin causa ni razón, y que saliesen de España, para que pudiese reposar del cansancio que le había dado aquella tan larga y penosa guerra, superflua y voluntaria; y que esto era lo que les pensaba conceder, y no otra cosa alguna. Los soldados de Afranio y Petreyo quedaron muy alegres de lo que César les había concedido, y siempre habían pensado que se había de llevar muy riguroso con ellos, y estorbaron a los capitanes que no altercasen sobre esto, sino que se contentasen de lo que tenían, y así que los despidiesen, porque toda dilación les era muy enfadosa; y despidieron luego todos los soldados españoles o que tenían casa o hacienda en España, y César les prometió que no compeliría a ninguno de ellos que le sirviera en la guerra, y que los soldados italianos fuesen despedidos, y que Afranio saliese del todo de España y se pasase a Grecia, donde en aquel tiempo estaba el gran Pompeyo.
domingo, 28 de abril de 2019
Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval
http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/30/14/_ebook.pdf
Agustín UBIETO ARTETA.
https://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_Ubieto_Arteta
Originario de Ayerbe, nacido en plena guerra civil, a su inequívoca vocación docente (fue profesor ayudante de universidad, catedrático de instituto y de escuela universitaria e inspector de bachillerato antes de convertirse en el primer profesor titular hispano de universidad de didáctica de la historia) une la investigadora, siendo autor de más de treinta libros y medio centenar de artículos, tanto de historia medieval (varios cartularios y crónicas; El real monasterio de Sigena (1188-1300); Toponimia medieval aragonesa; Los tenentes de Aragón y Navarra en los siglos XI y XII; Historia de Aragón en la Edad Media: bibliografía para su estudio; Aproximación al estudio de la nobleza aragonesa -siglos XI y XII-: aspectos genealógicos; La documentación eclesial aragonesa de los siglos XI al XIII, dentro del contexto socioeconómico de la época, etc.) como de didáctica de la historia (Ideas para comentar textos históricos; Los mapas históricos: análisis y comentario; Lecturas para comprender Aragón; Aragón, comunidad histórica –Atlas histórico-didáctico–; Cómo se formó Aragón; El entorno, lo que nos rodea, como fuente histórica y materia de estudio; Archivos locales y didáctica de la Historia: utilización de fuentes de acceso fácil para el estudio de la localidad; etc.), además de la faceta divulgadora a través de la serie de cortometrajes didácticos titulada Comprender Aragón (El porqué de los despoblados; El lenguaje de los castillos; Los nombres de nuestros pueblos; La sal, instrumento del poder; El debe y el haber de los monasterios; El Derecho aragonés, indultado; El lino y el cáñamo; etc.).
http://manuelsiurana.blogspot.com/2008/04/don-agustn-ubieto-arteta-por-manuel.html
http://dialnet.unirioja.es/servlet/busquedadoc?db=2&t=Agust%C3%ADn+Ubieto+Arteta&td=todo
- 1976: Un obituario calahorrano del siglo XV.
- 1978: Notas sobre el patrimonio calceatense en los siglos XII y XIII.
- 1987: Los Mapas históricos: análisis y comentario.
- 1988: El Entorno, lo que nos rodea, como fuente histórica y materia de estudio.
- 1994: Aragón: territorio, evolución histórica y sociedad.
- 1997: Vicisitudes históricas del cenobio sijenense.
- 1998: Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval.
- 1999: Los monasterios medievales de Aragón. Función histórica.
- 1999: El Monasterio dúplice de Sigena.
- 2001: El largo camino hacia las comarcas en Aragón: (aproximación didáctica).
- 2005: Cómo se formó Aragón (versión web y .pdf).
- 2007: Propuesta metodológica y didáctica para el estudio del patrimonio.
- 2007: Lecturas para comprender Aragón 2.
Primera edición, 1998 Segunda edición, 2010
CELMA ALCAINE, Enrique (1953), «Los monteros reales del Batallador. Leyenda chesa», Aragón, 229 (Zaragoza), 8-9.
SEBASTIÁN, F., «Morés. Fiestas de San Félix». Programa de Fiestas, 1982.
ZURITA, Jerónimo (1967), Anales de la Corona de Aragón. Ed. Antonio Ubieto. Anubar, Valencia.
2. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN ............... 55
239. Orosia muere a manos musulmanas......... 260
El Burgo de Ebro (Z): 243.
Peralta de Alcofea (H): 39.
Pina de Ebro (Z): 250.
Samper de Salz (Z): 322.
Sástago (Z): 147/260.
Tauste (Z): 334. Cómo ta usté? Muy bien, gracias. Pueblo natal de Chusé Inazio Nabarro.
Tosos (Z): 294.
Trasobares (Z): 4/255/257.
Velilla de Cinca (H): 340.
Velilla de Ebro (Z): 314.
Villanueva de Sigena (H) 259.
Villarroya de la Sierra (Z) 310. Villel (T): 72.
Castilla: 154.
Perpignan: 158.
Soria: 100/101/102.
Abad: Alaón: Benito Larrás, 327; Leire: García, 108; Montearagón: 169; Rueda: Gastón de Ayerbe, 147; Samper del Salz: Guillermo, 322; San Ponce de Tomeras: 110; San Juan de la Peña: Jimeno, 88; Paterno, 93; Sancho, 320; San Pedro de Tabernas: 90; Veruela: 169.
ABENLUPO, juez moro de Jaca, 239. Abetito, monte, 88.
Alpuente, taifa, 196.
Cubel (Z), 80.
El Frasno (Z), 133.
GARCÍA [III], rey de Pamplona, 91, 92, 93, 94, 108.
GARCÍA ÍÑIGUEZ, rey de Pamplona, 89, 90; rey de Sobrarbe, 19.
GARCÍA JIMÉNEZ, rey de Sobrarbe, 17, 253.
GUILLERMO DE POITIERS, conde, 56.
HERNANDO DÍEZ DE AUX, caballero de Daroca, 79. HERNANDO SÁNCHEZ, de Trasobares, 4.
ISABEL SEGURA, amante de Teruel, 167.
JAIME DE BOLEA, 183.
JAIME DE URGELL, 132.
JIMENO GARCÉS, 142.
JORGE, san, 34, 36, 37, 41, 52, 338.
JOSÉ DE ARIMATEA, 324.
JUAN LER, anacoreta, 260.
JUAN MARTÍNEZ DE MARCILLA, 173; amante de Teruel, 167.
JUAN DE PRÓCIDA, caballero siciliano, 128.
La Ginebrosa (T), 312.
Marqués de Suelves, 84.
San Pedro de Arbués, 314. MARSILIO, walí de Zaragoza, 2, 20.
MARTÍN [I], rey de Aragón, 171, 172, 215, 280, 309, 324.
MARTÍN DE AYSA, 137.
MARTÍN MARTÍNEZ DE GOMBALTE, 177.
MARTÍN PÉREZ, señor de Escondilla y de Villel, 72.
MARTÍN PÉREZ DE LUNA, noble aragonés, 125.
MARTÍN DE RAVANERA, 65.
MARTINA PÉREZ DE LOZANO, fundadora de la cofradía de San Marcos, en Binaced, 87.
Mas de Ferrer (H), 292.
Matamoros, barranco, 20.
MATILDE, prometida de Juan de Luna, 9.
OMAR BEN AHMED, jerife, 58.
PEDRO MARTÍNEZ DE LUNA (Vid. Benedicto XIII).
PEDRO NOVES, pastor, 261.
RAMIRO SÁNCHEZ, señor de Monzón, 119.
También murió por amor la hija del alcaide del castillo de La Fresneda a manos de los arqueros de su padre [185].
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conde don Julián prisionero muerto Loarre