94. SANCHO II DE CASTILLA MATA A RAMIRO
I DE ARAGÓN
(SIGLO XI. GRAUS)
SANCHO II DE CASTILLA |
Muchas veces los matrimonios
concertados entre familias suelen ser fuente de desgracias. Así le
sucedió al rey don Sancho II de Castilla, quien se había casado por
poderes con una hija de la reina Estefanía de Pamplona sin conocerla
previamente.
Tras la boda —cuando la joven
princesa partía acompañada por su cortejo nupcial hacia tierras de
Castilla para encontrarse con su marido— fue raptada por el infante
don Sancho, hijo ilegítimo del rey García de Pamplona. Los dos
jóvenes estaban enamorados uno del otro desde hacía tiempo y el
infante, ante la idea de perder a su enamorada, decidió raptar a la
princesa por sorpresa y tratar de huir ambos juntos al reino de
Aragón, donde creían que, con toda seguridad, su tío, el rey
Ramiro I, les daría cobijo. Y así ocurrió: don Ramiro los recibió
con los brazos abiertos.
Naturalmente, el rey Sancho II de
Castilla, viéndose burlado y agraviado de tal guisa, no pudo
permanecer impasible, de modo que, movido por la indignación y el
sentimiento de venganza, armó con presteza un formidable ejército y
se encaminó a toda prisa hacia tierras de Aragón. Dicen algunos que
el mismísimo Cid Campeador se encontraba con los suyos entre las
filas del monarca castellano agraviado.
Ramiro I fue advertido por los suyos
acerca de las intenciones belicosas de Sancho II y decidió salir a
su encuentro, enfrentándose ambos ejércitos junto a Graus, en pleno
Pirineo. La batalla fue dura y larga y, al final, el rey castellano
recuperó su honor al dar muerte al rey aragonés, cuya única culpa
había consistido en querer al infante don Sancho como a un hijo
propio y, por lo tanto, acogerle en momentos de dificultad.
Los guerreros castellanos regresaron a
su tierra de nuevo llevándose consigo un amargo sabor de victoria
tras el drama vivido. El rey Ramiro I, por su parte, fue enterrado
por los suyos junto a su mujer en San Pedro de Torrecilla. Y Sancho
Ramírez, su hijo, se vio precisado a hacerse cargo del gobierno del
reino aragonés, en un momento crucial para la suerte de los
cristianos aragoneses en el valle del Ebro.
[Ubieto, Antonio, «Una leyenda del“Camino”...»,Príncipe de Viana, 90-91 (1963), págs. 5-27.]