98. LA RECONQUISTA DE EJEA RECONCILIÓ
A ALFONSO I Y URRACA
(SIGLO XII. EJEA DE LOS CABALLEROS)
Las cosas entre Alfonso I el Batallador
y doña Urraca, su mujer y reina de Castilla, no iban bien, como era
notorio y sabido. Las desavenencias entre ambos eran constantes,
motivadas fundamentalmente por las indecentes satisfacciones que la
reina usaba con algunos de sus ricos hombres castellanos y por los
recelos que levantaban los soldados aragoneses y navarros en sus
constantes andanzas por tierras de Castilla. Sin embargo, también
existieron momentos de calma entre don Alfonso y doña Urraca,
logrados a veces de manera sorprendente, como en el caso que ahora
nos ocupa.
Era Ejea un enclave tan importante y
tan bien guardado dentro del sistema defensivo musulmán que su reconquista causó sensación no sólo entre los aragoneses, a los
que llenó de gozo la noticia, sino también entre los castellanos,
de modo que esta importante victoria del rey aragonés surtió
mejores efectos en las relaciones turbulentas del matrimonio que
cuantos oficios pacificadores se habían intentado hasta entonces.
Ante los ojos de doña Urraca, la
figura de su marido, Alfonso I, se agrandó y llegó la paz de
momento a la pareja, que se reconcilió, causando enorme disgusto en
algunos nobles castellanos que deseaban el fracaso definitivo del
matrimonio. Aunque quedaba por delante todavía mucha tierra de moros
por reconquistar, como luego haría el rey aragonés, la fiesta
inundó al campamento cristiano y el Batallador, en una sencilla pero
emotiva ceremonia, decidió tomar para sí el título de Emperador de
España.
Por esta razón, lo mismo que la ciudad de Toledo había recibido en su momento el calificativo de Imperial, bien pudiera Ejea haber pretendido igual tratamiento y honor.
[Ferrer y Recax, Joseph Felipe, Idea de
Exea, págs. 67-69.]
Alfonso I de Aragón (c. 1073-Poleñino, Aragón, 7 de septiembre de 1134), llamado el Batallador, fue rey de Aragón y de Pamplona entre 1104 y 1134. Hijo de Sancho Ramírez (rey de Aragón y de Pamplona entre 1063 y 1094) y de Felicia de Roucy, ascendió al trono tras la muerte de su hermanastro Pedro I.
Destacó en la lucha contra los musulmanes y llegó a duplicar la extensión de los reinos de Aragón y Pamplona tras la conquista clave de Zaragoza. Temporalmente, y gracias a su matrimonio con Urraca I de León, gobernó sobre León, Castilla y Toledo y se hizo llamar entre 1109-1114 «emperador de León y rey de toda España» o «emperador de todas las Españas», hasta que la oposición nobiliaria forzó la anulación del matrimonio. Los ecos de sus victorias traspasaron fronteras; en la Crónica de San Juan de la Peña, del siglo XIV, podemos leer:
«clamabanlo don Alfonso batallador porque en Espayna no ovo tan buen cavallero que veynte nueve batallas vençió».
Sus campañas lo llevaron hasta las ciudades meridionales de Córdoba, Granada y Valencia y a infligir a los musulmanes severas derrotas en Valtierra, Cutanda, Arnisol o Cullera.
«clamabanlo don Alfonso batallador porque en Espayna no ovo tan buen cavallero que veynte nueve batallas vençió».
Sus campañas lo llevaron hasta las ciudades meridionales de Córdoba, Granada y Valencia y a infligir a los musulmanes severas derrotas en Valtierra, Cutanda, Arnisol o Cullera.
A su muerte, y en lo que es uno de los episodios más controvertidos de su vida, legó sus reinos a las órdenes militares, lo que no fue aceptado por la nobleza, que eligió a su hermano Ramiro II el Monje en Aragón y a García Ramírez el Restaurador en Navarra, dividiendo así su reino.
https://es.wikipedia.org/wiki/Urraca_I_de_Le%C3%B3n
(no confundir con la urraca ave, aunque algún parecido tendrían).
(no confundir con la urraca ave, aunque algún parecido tendrían).