Mostrando entradas con la etiqueta Principado de Cataluña. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Principado de Cataluña. Mostrar todas las entradas

martes, 1 de septiembre de 2020

colección documentos inéditos archivo general corona Aragón, tomo XIV, 14

COLECCIÓN 
DE 

DOCUMENTOS INÉDITOS DEL ARCHIVO GENERAL
DE LA
CORONA DE ARAGÓN,
PUBLICADA DE REAL ORDEN
POR
SU CRONISTA,
D. Próspero de Bofarull y Mascaró.

TOMO XIV.

LEVANTAMIENTO
Y
GUERRA DE CATALUÑA
en tiempo de don Juan II.
DOCUMENTOS RELATIVOS A AQUELLOS SUCESOS,
PUBLICADOS DE REAL ORDEN
POR
D. PRÓSPERO DE BOFARULL Y MASCARÓ;
Cronista de la Corona de Aragón.

Tomo I.

BARCELONA.
EN LA IMPRENTA DEL ARCHIVO.
1858.

/Nota de Ramón Guimerá Lorente: Se actualiza la ortografía en el texto de Bofarull, NO en los originales/.

AL LECTOR.

Conocidas son las turbulencias de que fue teatro el Principado de Cataluña durante el reinado de don Juan segundo, y que han sido historiadas por muchos y distinguidos escritores; pero son también muy diversos los juicios que sobre ellas se han emitido. Para los unos, la culpa de aquellos tristes sucesos estuvo toda de parte del Principado, que no hizo más que cubrir su espíritu de rebeldía con el manto de la legalidad y del celo por la paz de la real familia: para los otros, don Juan, por propio impulso o dominado por su segunda esposa doña Juana Enríquez, fue para su hijo don Carlos un verdadero padrastro, y para la provincia un verdadero tirano, como quebrantador de sus constituciones y privilegios. Al hijo le han llamado algunos rebelde: otros le apellidaron santo. Como quiera, es lo cierto que aquellos disturbios nacieron del propósito, hipócrita o sincero, de restablecer entre el padre y el hijo la deseada concordia, turbada por las males artes de pérfidos consejeros, y de amparar y defender a este último en los derechos que por la ley le competían; pero malogrados o torcidos los primeros pasos, por culpa tal vez de quien más debía encaminarlos a buen término, sobrepúsose luego a la fría razón el hervor de las pasiones, y faltando a los unos la necesaria cordura para llegar a un pronto y fácil acomodamiento, perdido por los otros el respeto a la Majestad, y roto al cabo el freno de la obediencia, vióse Cataluña envuelta en una desastrosa guerra civil de doce años, en que por ambas partes se malgastaron torpemente las fuerzas que el pais había empleado en mejores tiempos en acrecentar su grandeza, y durante la cual anduvo el Principado poco menos que mendigando reyes por toda Europa, puesta como quien dice en almoneda la corona condal de Barcelona.
No pretendemos aquí, ni es de nuestra incumbencia, el emitir un nuevo juicio acerca de aquellos acontecimientos: tratamos solamente de manifestar, que aun después de lo mucho que sobre ellos se ha escrito, puede ser que el proceso no se halle suficientemente instruido, y que, por lo mismo, no ha de ser del todo estéril para el que se consagra a semejantes estudios el cúmulo de cartas, acuerdos y otros papeles cuya publicación emprendemos con este tomo decimocuarto de nuestra Colección; porque pudiendo examinar así el asunto en sus últimos pormenores, podrán entenderse más claramente los móviles que se pusieron en juego en aquellas fatales circunstancias, la presión que sobre los ánimos de los jefes del movimiento pudo ejercer la opinión de la muchedumbre, y la rigidez de principios, extremada si se quiere, en que la Diputación
catalana y su consejo fundaron, primero su adhesión al Príncipe de Viana, y luego su desobediencia manifiesta a un soberano a quien consideraban como conculcador de los fueros de la provincia y violador de la fé jurada.
Bajo este supuesto, pasamos a dar razón de los originales con que contamos para el esclarecimiento de aquellos hechos, y que vamos ahora a dar a luz en este y otros tomos sucesivos de nuestra Colección.
Existen en primer lugar en este Archivo once volúmenes, que bajo el título: Turbationum Cathaloniae, contienen las actas de la junta que, compuesta de los diputados y oidores de cuentas del General, y de otras veintisiete personas que a estos se agregaron, se constituyó en esta provincia luego de haber sido prorogadas las cortes de Lerida, y por comisión de estas, para atender al pro común y procurar la libertad del Príncipe de Viana. Entre otros documentos, se lee en aquellas actas la voluminosa correspondencia que siguió dicha junta, ya con las numerosas embajadas que envió a la corte, ya con los comunes de la provincia, ya con los diputados de Aragón y de Valencia, ya en fin con los jefes que puso al frente de las armas, cuando creyó llegado el caso de alzar banderas contra el rey don Juan. Por ellas, pues, daremos ahora principio a nuestra publicación, trasladándolas íntegras, sin más que reducir a breve expresión la parte formularia del escribano; porque si bien podíamos haber cercenado mucho, ya que no todos los documentos han de tener igual importancia, y por necesidad habrán de verse repetidas más de una vez las mismas ideas, hemos preferido pecar de redundantes, a constituirnos árbitros de una elección que podía no ser para todos acertada.
Pero aquella junta cesó en sus funciones luego que, proclamado conde de Barcelona don Pedro, condestable de Portugal y ex-maestre de Avis, llegó este a las playas de la capital y tomó posesión del gobierno, a principios del año 1464. La soberanía de don Pedro no podía avenirse con las omnímodas facultades de una corporación que, desde que la provincia había negado la obediencia a don Juan, venía también ejerciendo atribuciones de soberana: y la junta fue disuelta. Por esto sus actas no alcanzan más allá de aquella fecha. La guerra continuaba, sin embargo; murió don Pedro de Portugal, y fue proclamado Renato de Anjou; perseveró Cataluña en su obstinada resistencia, y no se restableció la paz hasta fines del año 1472. Mas como durante esta segunda época continuó la diputación funcionando, si no como soberana, con las extensas facultades que le atribuían entonces las instituciones en la gestión de los negocios públicos de la provincia; en los registros de este Cuerpo, en sus Dietarios, en sus Libros de Deliberaciones y en los del diputado Zaportella, único que apartándose de sus compañeros, abrazó muy al principio la causa de don Juan, y pasándose a Tarragona, pretendió representar alló por si solo la Generalidad de Cataluña, (los diputats del General de Cathalunya residents en Barchinona ) hallaremos los materiales necesarios para la completa ilustración de este último periodo. En una palabra, poniendo a contribución todos los papeles de esta clase cuya custodia nos está confiada, entresacando y trasladando cuantos nos parezca que pueden dar alguna luz sobre aquellos graves sucesos; procuraremos en esta serie suministrar al lector todos los datos que puedan ayudarle a tener de ellos un cabal conocimiento, y a juzgarlos por si mismo, sin prevención y con justicia.
Tal es, en suma, nuestro propósito; tales son los elementos con que contamos para llevarlo a cabo: si contra nuestros deseos no lo conseguimos, y no podemos en este punto llenar cumplidamente el encargo que el Gobierno de S. M. nos ha confiado, cúlpese nuestro poco acierto, no nuestra falta de celo.

PROCESSUS FACTUS PER DOMINOS DEPUTATOS ET EORUM CONSILIUM PRO LIBERATIONE ILLUSTRISSIMI DOMINI CHAROLI PRIMOGENITI ARAGONUM ET SICILIE PER SERENISSIMUM DOMINUM REGEM PATREM SUUM DETENTI VIRTUTE COMISSIONIS PER CURIAM GENERALEM QUE IN CIVITATE ILERDE CELEBRABATUR DICTIS DOMINIS DEPUTATIS FACTE.

domingo, 28 de junio de 2020

HISTORIA DE LOS CONDES DE URGEL. Capítulo I.


HISTORIA DE LOS CONDES DE URGEL.

Capítulo I.

En que se describen los pueblos Ilergetes.

Están el condado de Urgel y el vizcondado de Ager en el Principado de Cataluña, en una partida o región de tierra que los antiguos llamaron los pueblos Ilergetes, nombrados así de la ciudad de Lérida, llamada de ellos Ilerda, que fue la cabeza y pueblo más principal de ellos. Ocupaban muy gran parte del reino de Aragón y Principado de Cataluña, y no acaban de determinarse los autores qué tierra era la que correspondía bajo o dentro los límites de estos pueblos; pero siguiendo la más común y cierta opinión, hallo que, mirados todos juntos, eran de figura cuadrangular y constaban de cuatro lados y puntas. El primer lado, de la parte de oriente, tenía la distancia de tierra que corre desde la fuente del río Gállego hasta la fuente o nacimiento del río Llobregat, fingiendo o tirando una línea de la una fuente a la otra. De la parte del mediodía, les dieron Florián de Ocampo y otros por límite el río Segre; pero es cierto dilatarse muy gran espacio de tierra de la otra parte del dicho río, extendiéndose hasta los montes de Segarra y tirando o fingiendo una línea desde la fuente del Llobregat hasta el río Ebro. Por la parte de poniente tenían al río Ebro, cuanto discorre de la entrada del Gállego hasta la villa de Flix, que está a las orillas del mismo Ebro; y por el septentrión, considerada cierta raya, según la postura que Tolomeo señala, desde la fuente del Gállego hasta el Ebro, dividiendo la región de estos Ilergetes de otros españoles nombrados Vascones. Hay dentro de esta tierra diez ríos caudalosos, cuyas riberas son tan pobladas y fértiles, que pocas en España las aventajan. El más principal de estos ríos es Ebro, al que Marineo Siculo da el primer lugar entre los ríos de España, como aquel de quien esta provincia fue llamada Iberia, según dice Plinio (Lib. 3, c. 3.): quem propter universam Hispaniam Graeci appellavere Iberiam; y tiene su nacimiento cerca de un puerto llamado Fuentible, que es lo mismo que fuentes de Ebro, que está cerca de Aguilar del Campo, y corre a raíz de Cantabria, atraviesa Navarra, Aragon y Cataluña, y después de haber corrido más de ciento y diez leguas, junto a Tortosa entra en el mar Mediterráneo, con tan grande furia, que gran trecho aun queda su agua dulce y sabrosa. Es río navegable, y antiguamente lo fue mucho más; y en tiempo de los romanos se navegaba hasta Logroño, en el reino de Navarra, que, comparado, lo que hoy se navega es poco; y así parece que quieren afirmar algunos autores (Garibay), que Tubal, cuando vino a poblar España, empezó por Cantabria, subiendo y navegando por este río arriba. Recibe en sí diez y siete ríos grandes y caudalosos, sin las otras muchas aguas que entran en él de Navarra, Aragón y Cataluña. Abunda de mucha pesca, especialmente de sábalos, que son admirables: sus aguas son muy sanas y apacibles, y las estiman mucho las mujeres, por hacer las manos y cara muy blancas y blandas; y por esto son traídas de unas partes a otras: cujus aqua, dice Sículo, vel ad bibendum, vel ad lavandum perutilis, in cadis ad regiones alias transfertur; ea siquidem manus albiores et facies molliores facit, et pota, corpora saniora; y finalmente, cuando fue la seca general de España, no quedó en ella cosa verde sino fue en la orilla de este río y de Guadalquivir.
Segre es el otro río que hay en estos pueblos; y este traviesa por el condado de Urgel: es muy celebrado por haber salido de sus riberas los pobladores de la isla y reino de Sicilia, que le dieron el nombre de Sicania. Llamáronle los antiguos Sicano y Sicoris o Segre los modernos. Vivían en sus orillas una gente que se llamaban Sicanos: estos, dice Tucídides que echaron de sus casas y moradas los Sigios, gente húngara, feroz y bárbara, que, dejada su tierra, vinieron a poblar en España, movidos por ventura del oro y plata que manó del incendio de los Pirineos, que convidó a muchas naciones bárbaras, que vinieron para gozar del tesoro que aquellos montes dentro de sus entrañas tenían. Salidos de aquí los Sicanos, pasaron a la isla de Sicilia, que hasta entonces se llamaba Trinacria, por razón de las tres puntas o promontorios que hace, y quedó con el nombre de Sicania, y vivieron en ella mucho tiempo nuestros Sicanos; y Tucídides, autor griego, que vivía el año 450 antes del nacimiento de Jesucristo señor nuestro, afirma, que en su tiempo aún había descendientes de aquella nación, que tenían una parte de aquella isla, hacia el occidente. Marineo Sículo da otra causa de haber pasado esta gente a Sicilia, y dice que hubo en la España citerior algunas guerras civiles entre los vecinos y moradores de las orillas del Segre, y los que quedaron vencidos dejaron esta provincia y pasaron a Italia, y de aquí a Sicilia, donde llegaron cansados y codiciosos de tomar asiento y reposo; y por hallar aquella isla casi deshabitada, conociendo su fértil y buen terruño, se quedaron en ella; y Silio lo cantó con estos versos:

Post dirum Antiphae sceptrum et ciclopea regna,
Vomere verterunt primum nova rura Sicani;
Pyrene missit populos, qui, nomen ab amne
Asciti patrio, terrae imposuere vacanti.

Lleva este río arenas de oro, que se coge en él con harta abundancia, y por eso son sus aguas muy saludables: nam aureas affert arenas, et potus est valde salubris. Recoge el Cinca, las dos Nogueras, Pallaresa, porque viene del marquesado de Pallars, y Ribagorzana, porque viene del condado de Ribagorza, y Balira, que viene por la parte del septentrion, y después de haber regado y fertilizado mucha tierra, desaguan en él. Por la parte del mediodía recibe los ríos de Bragos, Lo Corp, Sió y río de Cervera, que traviesan y fertilizan el llano de Urgel; y con estos ríos que, entrados en él, pierden su nombre, y con otras muchas aguas que recoge, después de haber regado y fertilizado gran parte de tierra, acaba en Ebro, que, recogiéndole en sí, le quita y acaba el nombre.
Es notable este río, pues en él, por permisión divina, recibió la hija de Herodias el justo castigo de haber complacido a su impía madre, pidiendo la cabeza del santo precursor Bautista; y fue que los delitos y maldades de Herodes Antipas y de Herodias, su manceba, les merecieron ser echados de Judea y desterrados a Francia y de aquí a Lérida, donde murió infelizmente; y Herodias bailando por su gusto sobre este río, que estaba helado, se rompió el hielo, y ella quedó sumergida, sacando solo la cabeza, que cortaron los mismos pedazos de hielo sobre que ella había bailado, pereciendo en aquel baile. Lucio Dextro, hijo de san Paciano, obispo de Barcelona, lo dice en su Omnimoda Historia, que apareció escrita en nuestros días, por estas palabras: Herodias vero, saltans super Sicorim, flumen llerdae, glacie concretum, summersa, miserabiliter periit. Pero mejor lo dijo Niceforo Calixto, aunque no nombra el río: Eundum filiae Herodiae erat brumali tempore, et fluvius trajiciendus, qui, cum glacie contractus coagmentatusque esset, pedes eum transibat; glacie autem rupta, idque non sine Dei numine, demergitur illa statim, capite tenus, et inferioribus corporis partibus lasciviens moltiusque se movens, saltat, non in terra, sed in undis: caput scelestum, frigore et glacie concretum, deinda etiam convulneratum, et a reliquo corpore, non ferro, sed glaciei crustis ressectum, in
glacie ipsa saltationem letalem exhibuit, spectaculoque ejus omnibus praebito, in memoriam ea que fecerat spectantibus revocat. Y de todo había hablado aquel apostólico varón san Vicente Ferrer, el qual en el sermón hizo en la fiesta del martirio del gran Precursor, dijo estas palabras: Filia vero ejus, cum super glaciem tripudiaret, ub ea glacies resolvitur, et ipsam in aquis continuò submersit, et modo tripudiat cum daemonibus in inferno. Herodes autem in exilium missus ab imperatore, et ibidem miserabiliter vitam finivit.
Hay edificados en esta región de los Ilergetes muchísimos pueblos: los más principales en Aragón son: Huesca, Gurrea, Montaragon, Ayerbe, Balbastro, Monzon, Benavarre, Ripop, Alcolea, Bellver, Fraga, Calamera, Vallobar, Alcubita, Perdiguera, Bujaraloz, Mequinenza, Xelse, Vililla y otros muchos. En Cataluña: Balaguer, ciudad y cabeza del condado de Urgel; la ciudad de Urgel llamada la Seo, donde reside el obispo y cabildo; Agramunt, Tárrega, Linyola, Bellpuig, Anglesola, Aytona, Camarasa, cabeza de estos dos marquesados, Pons, Oliana, Castelló de Farfanya, Áger y otros muchos, que, entre Aragón y Cataluña, pasan de más de cuatrocientas poblaciones con campanario (1: Ocampo, lib. 3°, c. a° ).
Tolomeo en su geografía, después de haber tratado de los Vascones y referido los pueblos hay entre ellos, dice estas palabras: et post hos etiam Ilergetes. In quibus civitates mediterraneae Bergusia, a la que da de longitud 16° y 30, y de latitud 43°, y la traducción italiana dice ser Balaguer; Celsa, de longitud 16°, y de latitud 42° y 45; Bergidum, que quieren algunos sea la Seo de Urgel (y con ellos el padre Gordoño en su Cronología), y tiene de longitud 15° y 30, y 42° y 30 de latitud; Erga, a la que da 15° de longitud y 45, y de latitud 42° y 15; Succosa, a la que da 15° y 10 de longitud, y 42° y 30 de latitud; Osca, que es la ciudad de Huesca, a la que da 16° de longitud, y 42° y 30 de latitud; Burtina, que dicen ser Balbastro, 15° y 10 de longitud, y 41° y 56 de latitud; Gallica Flavia, que dicen ser Fraga, a la que da 15° 30 de longitud, y 41° y 40 de latitud; Orcia, que dicen ser Alcarraz, 15° de longitud y 41° y 30 de latitud; y Ilerda, que es Lérida, 15° y 56 de longitud, y 41° y 26 de latitud.
De estos pueblos era la cabeza la ciudad de Lérida, a la que dan los historiadores varios fundadores. Unos quieren que haya sido Brigo, antiguo rey de España y bisnieto de Tubal, que reinó el año 400 después del diluvio y dejó fundadas muchas ciudades principales, y entre ellas fue la de Lérida. Otros atribuyen la fundación de esta ciudad a Hércules Libio, de quien dicen que, armado de una porra o maza y vestido de una piel de león, iba por el mundo domando monstruos, valiéndose de estas armas, porque aún no estaban inventadas las de acero que después se usaron para destrucción del género humano. Este, dicen que más de 1600 años antes del nacimiento de Jesucristo señor nuestro, llegó en el puesto donde hoy la vemos edificada, con muchos griegos de Acaya y del Ilirico que le seguían, y agradados de la tierra por su apacibilidad y grasura, y por ser en cierta manera semejante a la que ellos habían dejado en Grecia, edificaron en un montecillo que está casi en el medio del llano de Urgel, cuyas faldas baña el río Segre, una ciudad que en su lengua llamaron Ilerda, aludiendo al nombre del Ilirico que hoy decimos Esclavonia, de donde ellos habían salido. Juan Vazeo sigue la opinión de los que dicen ser fundación de Troyanos 1139 años después del diluvio, y que le dieron este nombre en honra del dios Apolo, a quien ellos llamaron llleus, y de aquí vino que muchos escriben Illerda con dos eles y lllergetes asímismo; pero hallamos en los poetas lo contrario, y hacen la primera sílaba breve, lo que no podría ser si se escribiese con dos eles. / Leyda, Lleyda, Lleida /
Es esta ciudad muy celebrada de César en sus Comentarios, por las victorias que cerca de ella alcanzó de Marco Varron, Lucio Afranio y Marco Petreyo, capitanes de Pompeyo; célebre en edificios, templos, casas y copia de vecinos; regalada por su fértil, apacible y dilatada huerta, y por las aguas del río Segre que bañan sus muros y la proveen con abundancia de pescado; ilustre por su antigua universidad, que ha dado al mundo una infinidad de varones doctísimos en todas facultades y ciencias, a la cristiandad un papa, que fue Calixto tercero, que en ella recibió el grado de doctor, como dice Platina, y a la iglesia un santo, que fue san Vicente Ferrer, que en ella recibió el grado de Maestro en Teología; y por eso la alaba Jacobo Mendedorpio en su tratado Academiarum orbis celebrium. Era antiguamente marquesado; y Ramón Berenguer, conde de Barcelona y príncipe de Aragón, se intitulaba marqués de Lérida y Tortosa, como parece en muchas escrituras de su tiempo.
Es est ciudad madre de la de Valencia, y de ella salieron mil mancebos y otras tantas doncellas que, después que el rey don Jaime la conquistó de los moros, la poblaron. Lérida le dio peso y medida, y le comunicó parte de sus armas o señal con que hoy señala la moneda de vellon de aquel reino; y de cuatro flores de lis que hacía Lérida en sus escudos, le dio una, y ella se quedó con tres, en premio de haber sido sus vecinos los primeros que la entraron cuando el rey don Jaime la tomó: reconoce Lérida a Valencia por hija y esta a aquella por madre, y con estos títulos se tratan, reconociendo siempre Valencia, como buena y agradecida hija, lo que debe a Lérida, su madre. Marineo Sículo, tratando de la moneda de Valencia, lo dijo muy bien: Caeterum Valencia suae monetae signum tamquam munus accepit ab Ilerda civitate; nam cum rex Jacobus Valenciam, mauris plenam, propugnatoribus obsideret, convocatis ducibus et cujusque civitatis praefectis, constituit, cunctis assentientibus, ut quae civitas primum Valenciae muros oppugnando prorrumperet et civitatem ingrederetur, ea, in suae virtutis et honoris memoriam, Valenciae colonias mitteret, et pondera, mensuras et monetae signum conferret. Cum igitur Ilerdae cives, acriter oppugnantes, primùm Valenciae muros dirruissent, expugnatam civitatem, mauris fugatis et occissis, ingressi, summa laetitia gestientes, ei, prout rex imperaverat, cultores adolescentes numero mille totidemque puellas virgines tradiderunt, et cum mensuris et ponderibus florem lilii unum quo monetam insignirent. Nam prius Ilerda quatuor in suis armis et insignibus lilii floribus utebatur, nunc vero tribus dumtaxat; quamobrem Valenciae gratissima civitas, in litteris quas ad Ilerdam scribit, eam matrem semper appellat, et in magnis rebus non secus ac parentem charissimam consulit; et Ilerda Valenciam filiam vocat, cujus commodis et honoribus diligenter incumbit.
Lucano en el libro tercero describe esta ciudad y con breves palabras comprende mucho de lo bueno que hay en ella:
Colle tumet modico, levique excrevit in altum
Pingue solum tumulo: super hunc fundata vetusta
Surgit Ilerda manu.

Acordóse de ella también Horacio en sus sermones, cuando hablando con su poema, le dice:

Contrectatus ubi manibus sordescere vulgi,
Corporis aut tineas pasces taciturnus inertes,
Aut fugies Uticam, aut unctus mitteris Ilerdam.