239. OROSIA MUERE A MANOS MUSULMANAS (SIGLO IX. JACA Y
YEBRA DE BASA)
Orosia o Eurosia —una de las hijas de
los duques (que para otros eran reyes) de Bohemia o de Aquitania,
Boribonio y Ludemila, quienes se habían convertido al cristianismo
por influencia de san Metodio— era una muchacha joven y de notable
belleza, a la que algunos convierten en mujer del último conde
aragonés Fortuño Ximénez, mientras otros consideran que era
soltera en el momento de sufrir el martirio al que fue sometida, si
bien es cierto que estaba a punto de desposarse.
Lo cierto es que en el año 870,
acompañada por el obispo Acisclo y por su hermano Cornelio, recorrió
las tierras de Francia de norte a sur para venir a reunirse a Aragón
con su esposo o su prometido, no se sabe bien. Tras un largo y penoso
viaje, atravesó por fin la comitiva el Pirineo para encaminarse
hacia Jaca, cuando recibieron noticias de que algunos grupos armados
de musulmanes patrullaban por la comarca, así que decidieron
guarecerse en una cueva cercana a Yebra de Basa, en espera de que
pasara el peligro.
Alertados, asimismo, los musulmanes de
la presencia de un grupo de gente cristiana que andaba huida y
escondida por los montes, acabaron por encontrar a Eurosia y a todos
los suyos, que fueron conducidos prisioneros ante su jefe, Abenlupo,
quien quedó impresionado por la belleza de la joven.
El juicio fue sumarísimo y Abenlupo
ofreció salvar la vida de la joven y la de los suyos si ésta
accedía a convertirse al islamismo, pero la negativa fue tajante. No
obstante, para forzarla a cambiar de opinión, hizo matar uno tras
otro a su tío, a su hermano y a algunos de los acompañantes y
doncellas del séquito, pero la princesa permaneció fiel a su fe.
Aquella actitud de firmeza de Eurosia acabó por irritar
completamente a Abenlupo, que ordenó también su muerte, haciéndole
cortar los brazos, las piernas y la cabeza.
Tuvieron que transcurrir casi
doscientos años, según la tradición, para dar con los despojos de
Eurosia. Un ángel condujo hasta ellos a un pastor, que acabó
hallando la cabeza y el tronco de la joven. Dejó la primera en Yebra
de Basa y llevó el tronco a Jaca. A su paso por las aldeas del
camino, las campanas tañían solas, lo mismo que ocurrió en Jaca,
donde se guarda la reliquia.
[Rincón, W. y Romero, A.,
Iconografía..., II, pág. 15.]
Interesante ruta en la que destaca el sorprendente número de ermitas que nos vamos a encontrar así como las magnificas vistas durante la ascensión del Valle de Basa, aunque sin lugar a dudas el lugar más espectacular de todo el recorrido lo constituyen el conjunto de ermitas rupestres de San Cornelio y de La Cueva, que se encuentran literalmente encajadas entre grandes paredes de piedra, sobre la cual se precipita desde gran altura las aguas del Barranco de Santa Orosia formando una impresionante cascada conocida como El Chorro.