111. RAMIRO II SE ENFRENTA A ROLDÁN
(SIGLO XII. HUESCA)
De todos es conocido cómo Ramiro II el
Monje, nombrado rey de Aragón tras la crisis política y dinástica
producida por la muerte de su hermano Alfonso I, tuvo enfrentamientos
con buena parte de la nobleza del reino, algunos de los cuales
desembocaron en la trágica jornada de la «Campana de Huesca». Entre los más
encarnizados enemigos del rey se encontraba un descendiente del
famoso Roldán, el compañero de Carlomagno, aquel que en el siglo
VIII abrió con su espada la honda «brecha de Roldán» en nuestro
pre-Pirineo.
El Roldán del siglo XII, enemigo
personal de Ramiro II y de su política, extendía su influencia en
buena parte de la Sierra de Guara, cuyas quebradas tierras conocía
como nadie. Sin embargo, fue en este escenario en el que el rey monje
hizo que le persiguiera el noble Lizana, al frente de sus
almogávares.
La persecución fue ardua, agotadora,
sin tregua. Acosado por varios flancos, Roldán buscó la huida
ascendiendo por la peña de Amán, en cuyo extremo se halla la foz que recorre el
Flumen. De repente, pues, se encontró entre la foz que se abría a
sus pies y el grupo de almogávares que capitaneaba el noble Lizana y
le perseguía.
Los perseguidores, seguros de tener la
presa deseada a su alcance, y antes de prenderla, se entregaron a su
habitual rito guerrero: cruzaron espadas entre sí, dieron mandobles
al aire, solicitaron cabriolas a sus corceles... Por fin, se
decidieron a apresar a Roldán. Caminaron hacia él.
En este momento, el perseguido, picando
las espuelas de su caballo, se lanzó al vacío. Pero su salto fue
tan largo y prodigioso que, en lugar de precipitarse al fondo de la
foz, cayó al otro lado del corte, sobre la peña de San Miguel,
donde su caballo estampó sus huellas.
Sus perseguidores no daban crédito a
sus ojos, pero el caso es que el fugitivo huyó hacia la libertad. Al
Lizana y sus almogávares no les quedó más consuelo que el de
narrar el salto inverosímil que diera Roldán como excusa a su
fracaso.
[Andolz, Rafael, «Dichos y hechos del
Altoaragón. El salto del Roldán», en Folletón Altoaragón, 20
(1981), pág. VIII; Idem, en 4 Esquinas (VIII/1989), págs. 110-111.]
- Ara penso yo que lo caball de Roldán, que va saltá aquelles peñes de una a
l´atra (les estáe mirán de frente), habíe de sé ben saltadó y ligero. - Yo vach está una vegada allí, va di un atre, desde Santolarieta; y lo mínim que ña de una part a l´atra es un llarg tiro de bomba. - ¿Y sabeu vatros, va di Pedro Saputo, lo que va passá después de fotre lo caball tan gran bot? - Natros, van contestá, no sabem mes que Roldán va saltá aquelles peñes escapán de Oliveros de Castilla. - Pos be, va di Pedro Saputo, yo tos diré lo demés. Lo caball se va reventá al caure a l’atra part, y Roldán va escomensá a córre a peu, y brincán de peña en peña hasta l´Ou de San Cosme, va pujá a dal de tot, y a Oliveros, que se va quedá a l’atra peña mirán y en tres pams y mich de nassos, li va fé dossentes sixanta y vuit figuesy cuatresséntes noranta set butifarres. ¿Sabíeu aixó vatres? - No, li van contestá. - Pos tampoc sabréu, va continuá ell, un atra cosa que va passá encara mes grossa que lo salt. Al caball, al tems que atravessáe l´aire, li van caure les sobres al riu Flumen per art y malefissi de un encantadó; lo Flumen les va portá a la Isuela, la Isuela a Alcanadre, Alcanadre al Cinca, lo Cinca al Segre, lo Segre a l´Ebre, lo Ebro al mar, lo mar se va abalotá y de ola en ola van aná les pesses a pará a la ribera de África entre dos figueres mascles silvestres (cabrahigos) , y allí va náixe una mota, que va traure tres flos mol majes, una blanca, un atra negra, y un atra morada; va arribá una yegua y se va minchá les flos y la mota; y va parí después tres caballs de los mateixos colós que les flos; los caballs anaen tan a escape, que corríen y brincáen trenta y dos vegades mes depressa que lo ciervo mes rápit de la serra de Ontiñena. Encantadets, en la boca uberta, bobos per dins y per fora estaen ixos joves y mossetes sentín contá al burlón de Pedro Saputo aquell maravillós cuento; y sense donássen cuenta van arribá a la ermita.
l´atra (les estáe mirán de frente), habíe de sé ben saltadó y ligero. - Yo vach está una vegada allí, va di un atre, desde Santolarieta; y lo mínim que ña de una part a l´atra es un llarg tiro de bomba. - ¿Y sabeu vatros, va di Pedro Saputo, lo que va passá después de fotre lo caball tan gran bot? - Natros, van contestá, no sabem mes que Roldán va saltá aquelles peñes escapán de Oliveros de Castilla. - Pos be, va di Pedro Saputo, yo tos diré lo demés. Lo caball se va reventá al caure a l’atra part, y Roldán va escomensá a córre a peu, y brincán de peña en peña hasta l´Ou de San Cosme, va pujá a dal de tot, y a Oliveros, que se va quedá a l’atra peña mirán y en tres pams y mich de nassos, li va fé dossentes sixanta y vuit figuesy cuatresséntes noranta set butifarres. ¿Sabíeu aixó vatres? - No, li van contestá. - Pos tampoc sabréu, va continuá ell, un atra cosa que va passá encara mes grossa que lo salt. Al caball, al tems que atravessáe l´aire, li van caure les sobres al riu Flumen per art y malefissi de un encantadó; lo Flumen les va portá a la Isuela, la Isuela a Alcanadre, Alcanadre al Cinca, lo Cinca al Segre, lo Segre a l´Ebre, lo Ebro al mar, lo mar se va abalotá y de ola en ola van aná les pesses a pará a la ribera de África entre dos figueres mascles silvestres (cabrahigos) , y allí va náixe una mota, que va traure tres flos mol majes, una blanca, un atra negra, y un atra morada; va arribá una yegua y se va minchá les flos y la mota; y va parí después tres caballs de los mateixos colós que les flos; los caballs anaen tan a escape, que corríen y brincáen trenta y dos vegades mes depressa que lo ciervo mes rápit de la serra de Ontiñena. Encantadets, en la boca uberta, bobos per dins y per fora estaen ixos joves y mossetes sentín contá al burlón de Pedro Saputo aquell maravillós cuento; y sense donássen cuenta van arribá a la ermita.
El salto del Roldán