301. LOS CORPORALES LLEGAN A DAROCA
(SIGLO XIII. DAROCA)
Reconquistada Valencia, Jaime I el Conquistador hubo de dejar la ciudad y partir hacia Montpellier,
encargando el gobierno a Berenguer de Entenza. Éste, con la ayuda y
el consejo de varios capitanes, decidió sitiar el castillo de Chío.
Tras el éxito inicial de los
cristianos, los moros se rehicieron y la batalla quedó indecisa. Los
hombres de Berenguer de Entenza se aprestaron a proseguir la lucha al
día siguiente, cuidando de todos los preparativos. Al alba, estando
los capitanes cristianos a punto de recibir la comunión, sonó de
pronto el toque de rebato, pues el enemigo había tomado la
iniciativa. Quedóse solo el mosén darocense Mateo Martínez
celebrando la Misa y, no sabiendo qué hacer con las seis Sagradas
Formas, las consagró, las envolvió en unos corporales y las
escondió entre unos pañitos. La suerte final sonrió a los
cristianos que pusieron en fuga al enemigo.
Finalizada la batalla, los capitanes
quisieron dar gracias a Dios, solicitando a mosén Mateo la comunión.
Entonces, desenterrados los corporales que envolvían las seis
Sagradas Formas, hallaron que éstas se habían pegado completamente
a los paños, que aparecían teñidos de sangre. Se armó tal
alboroto entre los soldados cristianos a la vista de aquel portento,
que los musulmanes, de nuevo reagrupados, volvieron a la carga, por
creer que el desconcierto, el temor y la confusión había hecho
mella en el bando
enemigo. Rápidamente replicaron los
aragoneses —enfervorizados por los Corporales que, desde lo alto de
la montaña, mostraba el sacerdote darocense— hasta terminar con el
último musulmán y la toma de la fortaleza de Chío.
Una vez repartido el botín de guerra,
se planteó el problema del traslado y custodia de los santos
Corporales a un lugar seguro y digno, de modo que, tras largas
deliberaciones, se acordó echar a suertes su posesión. Por tres
veces fue agraciada la villa de Daroca, mas como el sistema del
sorteo no satisficiera a los no agraciados, se acordó poner los
Corporales dentro de una arqueta, cargándola sobre una mula, a la
que se dejó en plena libertad. Valencia, Catarroja, Manises, Segorbe
y Jérica fueron jalones que la mula dejó atrás hasta llegar a
Daroca el día 7 de marzo de 1239, para, tras arrodillarse el animal
en la iglesia de San Marcos, morir reventada. Los Corporales, pues,
se quedaron en Daroca.
[Nuñez, Cristobal, Antigüedades de
Daroca, 1 p., c. 3, cap. 3, núm. 13. Blasco de Lanuza, V., Historias
eclesiásticas ... de Aragón, t. 1, lib. 2, c. 23. Faci, Roque A.,
Aragón..., I, págs. 3-8.
Ciruelo, Pedro, Historia de los
Corporales de Daroca. Daroca, s. d.]