I.
LA FÉ.
La víu partir...!
l'hom de son pit l'axella:
Dels fals saber
l'oratge se l'emporta:
Cauen totas las
flors; l'ánima morta
Camina dins la fosca
e's pèrt dins ella.
Sanglotant la Poesia
santa y bella
Fuig aterrada, e'l
còr s'en desconorta:
A las tempestas òbri
Deu la porta
Ab que a los pobles
descreents flagella.
Y èrm es fá el
mon, y sanch es la rosada
Que rega els
espinals y la matzina:
Y la Pàu mòr y
alsa el penons la Guerra.
Y en tant predica el
bè la pensa errada,
Cuant de la Fé tan
sols la llum divina
Lo mal pot vençre,
pot salvar la terra.
LAS TRES VIRTUDES.
I.
LA FÉ.
La ví! Partia
rechazada por el ingrato pecho del hombre. Llevósela el impuro
hálito de la falsa ciencia; y desde entonces besan las flores el
suelo; difunta el alma entre tinieblas temblorosa camina, y entre
ellas se pierde.
La santa y bella
Poesía huye aterrada: señoreados por el dolor quedan los corazones
en triste desconsuelo. Abre Dios sus puertas eternales a sus
venganzas borrascosas, azote de los no creyentes pueblos.
Y en yermo
conviértese el mundo: sangre es el rocío que salpica los zarzales y
las venenosas plantas. Agoniza la Paz y triunfante alza la Guerra sus
pendones.
Y en tanto,
descaminado el pensamiento, va predicando el bien; cuando de la Fé
tan solo la divina lumbre, todas las desventuras terrenales puede
vencer, salvar puede el mundo entero.
II.
Ay! no es l'esper en
Deu qu'al cèl ens guia,
Lo qui en lo mon ha
pres nòm d'esperança:
Qui espera els bens
terrenys a tota ultrança,
No dú lo sant amich
per companyia.
De rosas que se
moren cada dia,
L'ilusió de texirne
no s'en cança;
Mes, dels espers
d'eterna venturança,
¿Ont es la copa en
que lo mon bevia?
Marcit l'amor de Deu
¿qui en éll espera,
Cech l'esperit qu'el
mal desitx devora,
Li plau d'oír la
veu qui 's mentidera.
La qui riu de la
tomba en l'altre vora,
Qui mostra el bó
eternal en l'alta esfera...
Oh! aquesta es morta
já, y ningú la plora!
II.
LA ESPERANZA.
Ay! no es aquel
esperar en Dios, celeste guía del cielo, el que en el mundo ha
tomado el nombre dulcísimo de esperanza. No tiene, no, el santo
amigo por compañero, quien en los bienes terrenales espera.
En verdad que no se
cansa la ilusión de tejer su engañosa guirnalda con rosas de un
solo día. Mas ¿dónde está la copa de las esperanzas de dicha
eterna en que el mundo su ardiente sed apagaba?
Muerto ya el divino
amor ¿quién cifra en él su ventura? Ciego el espíritu y devorado
por el fuego de las malas pasiones, solo se deleita escuchando la
fementida voz del engaño.
Aquella visión
purísima que nos sonreía más allá de la tumba, mostrándonos las
eternas bienaventuranzas del cielo; aquella no existe ya, y... nadie
tiene lágrimas para llorarla!
III.
LA CARITAT.
La Caritat, el foch
que a Deu acosta,
Lo sant amor qu'el
mon va fer reviure,
Lo qui 'Is homs feu
germans, l'esclau feu lliure,
Qui, per Deu, ens
ajuda en l'áspre costa;
La Caritat, árbre
es que ja no brosta;
L'hom ab l'amor de
sí li talla el viure,
La pena ja no veu
son dols sonriure,
Ni 'l jemech del
dolor òu sa resposta.
Si lo bé 's fa,
d'amor a Deu la flama
No hi troba l'ull;
apòstols nous etjegan
La gran virtut per
sa germana borda.
Cuant a l'humanitat
l'angoxa clama,
Cuant li demanan
l'áncora els qui 's negan,
Sens aquell foch del
cor la terra es sorda.
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III.
LA CARIDAD.
La Caridad! ese
fuego sublime que a Dios acerca el espíritu: ese amor santo que dio
al mundo nueva vida,
que hizo hermanos a todos los hombres, que rompió las cadenas del
esclavo, y que por amor a Dios en la áspera cuesta nos conforta;
La Caridad! árbol
seco es ya que no retoña.
Matóla el hombre
con los hálitos de su frío egoísmo, y la congoja no tiene ya el
placer de anegarse en la dulzura de sus sonrisas, ni el dolor el de
oír las tiernas palabras con que respondiera a sus gemidos.
Si se hace el bien,
en vano buscan los ojos en él la lumbre del divino amor: nuevos y
falsos apóstoles destierran a la más grande de las virtudes, para
ensalzar a la que es su hermana bastarda.
Y cuando la angustia
demanda socorro, cuando piden el áncora los que se ahogan en el mar
del infortunio, muerto aquel fuego en el corazón, la tierra es
sorda.
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