¡POBRE MARE!
(Á n'en Victor
Balaguer)
Baix del llorer que
la tempesta esbranca,
Espallissada jau;
La sanch li brolla,
l'esperit li manca,
Tròssos lo sceptre
de ses mans li cau.
Lo lleó a sos peus,
tot pres d'ardenta febra,
Ne llança trists
udols,
Y l'espantosa nit
desentenebra
De los incèndis la
claror tan sols.
Trona el canó,
espurnetjan les espases,
S'ouen de lluyta els
crits;
Fer el germá al
germá, les bales rases
Murs enderrocan per
gegants bastits.
¡POBRE MADRE!
Acongojada y
andrajosa yace a la sombra del laurel que desgaja la tormenta:
brótale la sangre; su espíritu desfallece; de sus manos le cae
hecho pedazos el cetro.
Postrado el león a
sus pies y devorado por ardiente fiebre, lanza tristes ahullidos:
envuélvenla de una noche espantosa las tinieblas, rasgadas tan solo
por el siniestro resplandor del incendio.
Truena el cañón,
centellean las espadas, escúchase el grito feroz de la lucha: asesta
el hermano contra el hermano su arma homicida: las balas rasas
derrumban los muros altivos que levantó una raza de gigantes.
Cáuen los márbres de les arts jolies,
Bèfanse els antichs
reys;
Renechs de Deu y
folles flastomies
Dins lo temple
ressonan de les lleys.
Les fulles santes de
gloriosa historia
Rompen irades mans;
S'endevallan los
prous, munta l'escoria,
La virtut calla y
cridan los vilans.
Del nòm de pátria
y de la fe s'en riuen,
Perque lo mon
s'esbuch;
Y, vils, de
“germandat” lo mot escriuen
En lo punyal traidor
y en lo trabuch.
Ruïna y sanch
escampan a mans plenes,
Portant per tot
l'esglay;
Cridant la llibertat
forjan cadenes,
Perque envilida no
respires may.
¡Ah, mare de mon
cor! ¿qué fas?¿qué esperas?
Alsa't! alsa't al
punt!
Si no açòtas ades
aqueixes feras
¿Quí may com tú
caurá de tan amunt?
Ton lleó afua'ls
qu'als alarbs afuares,
Y fibble 'ls que son
sorts:
Arrera els vils que
't volen fer de pares,
Y no han sigut per
tú sino fills borts!
Caen las estatuas labradas por el cincel primoroso del arte; béfase
la memoria de los antiguos soberanos; resuenan en el sagrado templo
de las leyes desatentadas blasfemias, y los votos impíos con que se
reniega de Dios.
Iracundas manos
rasgan las hojas santas de nuestros fastos llenos de gloriosos
hechos: sucumben los buenos y sube ensoberbecida la escoria: enmudece
la virtud, y vocean revoltosos los villanos.
Riénse de la
fé, escarnecen el nombre de patria paraque el orbe se hunda,
y escriben, los muy viles, la palabra “fraternidad” en la hoja
del puñal traidor y en el cañón del trabuco.
Esparcen a manos
llenas la sangre y la ruina, infundiendo por do quiera terror y
espanto; cadenas forjan al grito santo de libertad, para que
envilecida no puedas nunca alcanzar respiro.
¡Ay, madre de mi
alma! ¿qué te detiene? ¿qué esperas? Levántate! levántate sin
demora! Si pronto no azotas esos tigres ¿quién como tú habrá
caído de tan alto?
Azúzales tu fiero
león, el león que azuzaste al atrevido agareno! Azota el rostro de
los que son sordos a tus clamores! Atrás, los villanos, que
mintiendo ser tus padres, no fueron para ti sino hijos
espúreos.
Fills borts los qui lo plom y la metralla
Ne fonen p'el cor
teu,
Y encenen la
discòrdia y la baralla,
Fent bèfa del qui
creu, reptant a Deu.
Fills borts los qui
ton blau mantell fan tròssos
Tot prometent el bé,
Y creman la suor de
los teus òssos,
Per fer llum a lo
jou qui ja s'en vé.
¿Y ets tú la qui
d'infern les negres portes
Dexas obrir p'el
mal?
¿Ets tú, ma mare,
qui 'l flagell comportes
D'exa maynada que te
fá el dogal?
Tú qu'estampares
tes glorioses gestes
Del mon entre els
recòrts,
¿Soffers que te
desparen les ballestes
Los que fan son
blassó de los seus tòrts?
¿Voldrás que caiga
la geganta torre
Que açí ta gloria
es feu?
Tú qu'ab ton eyma y
ab ton alt discorre
Un mon trobares,
sols sabut de Deu?
¿Voldrás que
l'host del mal, qu'el mal agrupa,
Aport ton ganfanó?
Que en lo teu front
altiu tothom escupa,
Com en vil dòna qui
no té perdó?
Espúreos, sí, los que funden el plomo y la metralla para desgarrar
tus entrañas; los que la discordia atizan y la pelea, escarneciendo
al que cree y desafiando al mismo Dios.
Espúreos, sí, los
que hacen trizas tu rico y glorioso manto, prometiendo la ventura;
mientras queman el sudor de tus huesos, para alumbrar a los que
vienen a uncirnos el yugo.
¿Y eres tú la que
dejas abrir las negras puertas del averno para que el mal nos
aniquile? ¿Eres tú, madre mía, la que sufres el azote de esa
gavilla indigna que te prepara el dogal?
Tú, que grabaste
tus hazañas inmortales entre los más altos recuerdos del mundo,
¿sufres que asesten las ballestas contra tu pecho, esos descreídos
que hacen su blasón de sus mismas infamias?
¿Permitirás que se
derribe la torre gigantesca que en tu suelo levantóse la
gloria, tú que con tu pensamiento y con tu genio supiste encontrar
un mundo cuya existencia solo Dios sabía?
¿Permitirás que la
ominosa hueste del mal, que para el mal se conjura, sea la que ondee
al viento tu gloriosa enseña? Que en tu altiva frente escupan las
naciones, como en vil mujer indigna de perdón?
Lo llamp de ta ira que esglayá la terra
Branda, mare del
cor!
Branda'l valenta per
combatre l'erra!
¡Guarda que t'honra
calçigada mor!
¿Qué fás? ¿qué
esperas? ¿lo teu braç se cança?
¿Ahont son tos
fills lleals?
¿Per no exir mes
s'es posta l'esperança
A dins l'avench sens
fons de los teus mals?
¿D'entre la cendra
les cremades paumes
No veurem reverdir?
¿La patria dels
Pelays, dels Cids, dels Jaumes,
Per la má de
butxins ha de morir?
Recorda't que en las
Navas a tes ires
Caigué el sarrahí
espirant;
Recorda't que ab
sanch turca ne tenyires
Les barbullentes
ones de Llepant.
Que has fet
recorda't a mitj mon de mare,
Ta fe espargint per
tot;
Qu' a lo gegant del
setgle feres care,
Tallant a son llorer
el millor brot.
Que lo trepitx de ta
valenta tropa
Estremia els dos
mons,
Y en tú fixats los
ulls, la vella Europa
Signava ton voler de
jonallons.
Esgrime, madre del alma, esgrime el rayo de aquella noble ira con que
en otros tiempos pusiste en espanto la tierra! Esgrímelo valerosa,
para confundir tanta mentira! ¡Mira que la muerte amenaza hoy tu
honra ya pisoteada!
¿Qué te detiene?
¿qué esperas? ¿se cansa tu brazo inerte? ¿En dónde están tus
leales hijos? ¿Acaso para no rayar nunca más se hundió tu
esperanza en el abismo sin fondo de tus males?
¿Ya nunca han de
ver nuestros ojos reverdecer las abrasadas palmas de entre la ceniza?
¿La patria de los Pelayos, de los Cides y de los Jaimes ha de morir
a manos de esa horda de verdugos?
Acuérdate de que a
tus iras cayó espirante en las Navas el poderoso agareno; acuérdate
de que enrojeciste con sangre turca las ondas turbulentas de Lepanto.
Acuérdate de que,
como madre, abrigaste medio mundo bajo tu manto glorioso, esparciendo
por do quiera la luz de tu fé; que hiciste frente al gigante del
siglo, segando la rama más preciada de su eterno lauro.
Que el paso de tus
huestes valerosas y aguerridas estremecía los dos hemisferios de la
tierra; que la vieja Europa, fijos en ti los ojos, suscribía de
rodillas a tu voluntad.
Mes ay, tú callas: l'angoxosa pena
Estrengola ton cor!
No hi ha esperança
de virtut ni esmena,
El crit de l'ira
ofega lo teu plor.
Dins l'ombra negre
qu'escampá el deliri
Negú hi veu ni
s'entén;
Fan per ton front
corona de martiri,
Forjantla al foch de
l'òdi que s'encén.
Per la matzina que
te fou donada,
Triaca prou no hi
há;
Tota 't dessangras,
y en ta faç nafrada
Son trist sagell la
mort hi estampa já.
Y de lluny miran ta
pipella closa,
Lo teu badall
darrer!
¿Quí sap lo que
demunt ta negre llosa
Vendrá a axecar la
má del estranger?
Mes no; desperta't
com abans tan alta!
Mògue'ns ton dolor
greu!
Si per salvarte
l'esperit ens falta,
Ab fe y mans juntes
demanémlo á Deu.
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Mas ay! tú enmudeces: la pena y la congoja te prensan el corazón.
Perdiste ya la esperanza; no crees ya en la virtud ni en la enmienda
de los que así te ultrajan: el grito de la ira ahoga tus ayes y tu
llanto.
Entre la negra
sombra con que te envolvió el delirio, nadie sabe a donde va, nadie
se entiende: fúndese una corona de mártir para tu noble cabeza, y
la funden al fuego de los odios que por momentos crece.
No, no hay triaca
salvadora para el mortal veneno que a beber te dieron. Ah! te vas
toda desangrando, infeliz, y en tu rostro herido ha estampado ya la
muerte su triste sello.
Y en tanto de lejos
observan como cierras tus párpados, como exhalas tu postrer suspiro!
¿Quién sabe lo que vendrá a levantar sobre tu negra losa la mano
del estranjero?
Mas no: levántate,
como antes sube al pedestal de donde has bajado. Muévanos la
intensidad de tu dolor. Si nos falta aliento para salvarte, llenos de
fé y con las manos juntas, pidámoslo a la misericordia de Dios.
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