259. LA REINA SANCHA FUNDA EL
MONASTERIO DE SIGENA
(SIGLO XII. VILLANUEVA DE SIGENA)
A fines del siglo XII, las órdenes
militares del Hospital (o de San Juan de Jerusalén) y del Temple
estaban de moda en Aragón, tanto por la importancia adquirida tras
el testamento de Alfonso I el Batallador como por la fama ganada en
la defensa de los Santos Lugares y en varias acciones
reconquistadoras en tierras del Ebro.
Entre ambas, el espíritu femenino
eligió aquella que mejor parecía satisfacer sus anhelos, ya que les
brindaba la oportunidad de dedicarse a las funciones caritativas para
con los enfermos de su sexo. Así es que cuando la reina doña
Sancha, esposa de Alfonso II de Aragón, decide fundar el monasterio
de Sigena para recogimiento de damas de la nobleza como monjas
hospitalarias el fermento es enorme.
Existía ya una congregación masculina
hospitalaria en Sigena y allí tuvo lugar un hecho extraordinario que
fue decisivo para elegir el enclave definitivo y actual. La zona era pantanosa
y propicia para el pastoreo, de modo que, durante varios días, un
toro venía separándose sistemáticamente de la manada.
El pastor,
extrañado por el hecho tantas veces repetido, decidió seguirle una
tarde, hallándole en total quietud observando una imagen de la
Virgen en medio de uno de los islotes. Con gran fervor por parte de
los habitantes de la comarca, se llevó la imagen a la iglesia del
pueblo, pero una y otra vez desaparecía para volver a la pequeña
isla.
Llegó a la corte la noticia del
prodigio y la reina doña Sancha, que andaba buscando entonces un
lugar adecuado donde erigir su cenobio hospitalario, no lo dudó,
puesto que estaba claro que la Virgen deseaba permanecer en el lugar
elegido por ella, por lo que había que acondicionarle un abrigo
decoroso, levantarle un altar, una iglesia, un monasterio entero.
La construcción del monasterio en
Sigena motivó el traslado del pueblo existente aguas abajo del río
Alcanadre, dando lugar a la «villa» nueva de Sigena, o sea,
Villanueva de Sigena. El nuevo cenobio, aparte de su acción
religiosa y asistencial se destacaría como centro organizador y
repoblador de la comarca entonces semidesierta de los Monegros.
[Ubieto, Agustín, El Real Monasterio
de Sigena..., págs. 16-17.]