1. EL CONDE DON JULIÁN, PRISIONERO Y
MUERTO EN LOARRE
(SIGLO VIII. LOARRE)
Es sobradamente conocido cómo, en su
inicio, la entrada de las tropas musulmanas en la Península no fue
más que la respuesta a un problema meramente político. Los dos
bandos que se disputaban la corona del reino hispanogodo —como ya
ocurriera en ocasiones anteriores— se procuraron sus propios
aliados. En este caso, Witiza —enfrentado políticamente a don
Rodrigo, el último rey visigodo— buscó y halló la colaboración
interesada de los moros que habían logrado extenderse en poco tiempo
desde el corazón de Arabia, a lo largo de todo el norte de África,
hasta el estrecho de Gibraltar.
La carencia de fuentes fidedignas que
narren lo que de verdad ocurrió en aquel año 711 y en los
inmediatamente anteriores y posteriores ha dado pie a que sea la
leyenda y la imaginación popular quienes hayan tratado de explicar
lo que realmente sucedió.
Al parecer, en la invasión musulmana
desempeñó un papel importante un conde visigodo, don Julián,
partidario de Witiza, y a quien se le achaca la traición de haber
favorecido la entrada de los musulmanes por el Estrecho para vengar
el pretendido ultraje que el rey don Rodrigo le hiciera en sus
relaciones con su hija Florinda, más conocida como la Caba.
Para algunos historiadores, don Julián
murió en aquellos instantes, bien a manos de los partidarios del
conde don Rodrigo bien de los propios musulmanes; para el pueblo y la
leyenda, el conde don Julián fue hecho prisionero por los propios
moros para ser encarcelado en el pueblecito de Loarre, donde fue
férreamente encadenado y atrozmente maltratado hasta morir, para
acabar, por fin, siendo enterrado no como cristiano que era sino
fuera del seno de la iglesia mozárabe de Loarre.
La leyenda se complica todavía más
cuando el Padre Huesca, a finales del siglo XVIII, nos relata que él
personalmente tuvo ocasión de ver su sepulcro —que había sido
profanado por buscadores de tesoros—, en lo alto de la escalera del
castillo, una fortaleza construida, sin duda alguna, en fecha muy
posterior a los hechos narrados.
[Beltrán Martínez, Antonio, Leyendas
aragonesas, págs. 52-54.]
Más bibliografía:
https://es.wikipedia.org/wiki/Don_Juli%C3%A1n copia de wikipedia:
La leyenda se origina en el historiador musulmán Al-Razi (ss. IX-X) y a partir de él se difunde en los siglos XII y XIII a través de las crónicas cristianas del norte de la Península (Historia legionense, Crónica Najerense, la Crónica del Tudense y la Crónica del Toledano). Se amplía novelescamente en la Crónica de 1344, pero sobre todo en la Crónica Sarracina (1430) de Pedro del Corral, texto que establecerá la línea preferente de desarrollo de la leyenda en la literatura española posterior. El personaje dejó huella en el Romancero nuevo, por ejemplo en "En Ceuta está don Julián...". En 1589, inspira la maurófila obra de Miguel de Luna, conocido médico morisco y traductor real, La verdadera historia del rey Don Rodrigo, en la qual se trata la causa principal de la perdida de España y la conquista que della hizo Miramamolin Almançor Rey que fue del Africa, y de las Arabias.
En el siglo XVII aparece muy escasamente en el teatro: en El último godo (1559-1603) de Lope de Vega y en el libro VI de su epopeya trágica Jerusalén conquistada (1609), así como en La más ingrata venganza de Juan Velasco de Guzmán. En el siglo XVIII tuvo más éxito y aparece por ejemplo en la Homersinda (1770) de Moratín padre, en el Pelayo (1769) de Jovellanos, en Perder el reino y poder por querer a una mujer. La pérdida de España (1770), de José Concha, en la Florinda de Francisco de Bahamonde y Sesé y en La pérdida de España de Eusebio Vela, que sin embargo fue prohibida en 1770 por «indecorosa al rey». María Rosa Gálvez de Cabrera imprimió en 1804 una Florinda y también José Quintana contribuye con cierto subtexto político algo subversivo y liberal en su Pelayo de 1805.
Su leyenda revivió en especial durante el Romanticismo inglés: Walter Savage Landor (1775-1864) dedicó a este personaje la mejor de sus obras, la tragedia Count Julian (1812). Tangencialmente trataron al personaje también otros escritores románticos: Walter Scott en The Vision of Don Roderick (1811) y Robert Southey en Roderick, the Last of the Goths (1814). Por otra parte, el autor español Juan Goytisolo escribió una novela titulada Reivindicación del conde don Julián o simplemente Don Julián, donde se hace referencia a ése a lo largo de todo el libro. La novela es la segunda parte de la trilogía del mal, donde el protagonista Álvaro Mendiola nos muestra las críticas de Goytisolo contra España escritas de 1966 hasta 1975. La primera parte de esta trilogía es Señas de identidad de 1966, la segunda es Reivindicación del conde don Julián o Don Julián de 1970 y la última parte se titula Juan sin Tierra de 1975.
Sabemos que en algún momento durante el reinado de Teudis (531-548) los visigodos perdieron el control que habían mantenido de Ceuta, enclave que fue conquistado por los bizantinos. A partir de ese momento los visigodos no volverían a tener bajo su dominio ningún territorio en el norte de África. De hecho, sabemos con certeza que Ceuta se encontraba en manos de los bizantinos en el año 687 y no hay razón alguna para dudar de que permaneció así hasta ser tomada por la expedición que envió Musa ibn Nusayr hacia el año 706. Ciertamente, en algunos relatos árabes posteriores se afirma que el gobernador de la ciudad era un conde visigodo llamado "Ilyan" o Julian, que supuestamente se encontraba al servicio del rey Roderico (o Rodrigo). En esas versiones se dice que el conde don Julián quiso vengarse del rey, ya que éste había raptado a su hija (en algunas versiones hispanas posteriores recibe el nombre de "Florinda"), y en consecuencia conspiró para proporcionar a los árabes, que recientemente se habían adueñado de Tánger, los barcos que necesitaban para cruzar el estrecho hacia Hispania. Sin embargo, no existe base histórica que permita conceder verosimilitud a estos relatos fantásticos. De hecho, tanto el padre como la hija pertenecen a la ficción salida de un conjunto de tradiciones moralizantes cuyo propósito era hallar una explicación para la catástrofe que le sobrevino con tanta rapidez al reino visigodo.
Se trata de un personaje de la Hispania visigoda. Ciertos autores lo sitúan como gobernador visigodo de Septem (la actual ciudad de Ceuta), cuya caída en manos musulmanas en torno al año 709. lo haría cambiar de lealtades, obedeciendo a partir de ese momento al árabe Musa ibn Nusair. Otros investigadores, como Martínez Carrasco, lo consideran el gobernador romano (bizantino) de la mencionada ciudad (Iulianos).
Sus barcos ayudaron a cruzar el estrecho a las fuerzas invasoras dirigidas por Táriq ibn Ziyad que vencerían al ejército visigodo en la batalla de Guadalete.
Tradiciones posteriores, reflejadas en fuentes musulmanas y cristianas, señalan que era el padre de Florinda la Cava, ultrajada por el rey visigodo Don Rodrigo. Don Julián, como venganza, facilitaría el paso a las huestes musulmanas, que conquistarían la península ibérica.
Don Julián es el nombre hispanizado que se le da al gobernador de Ceuta Olbán que ayuda a los invasores musulmanes a su entrada en Hispania, acabando así con el reino visigodo.