271. EL DESTIERRO DEL OBISPO SAN RAMÓN
(SIGLO XII. BARBASTRO)
Las pugnas entre los obispos Esteban,
de Huesca, y Ramón, de Barbastro, eran constantes, fundamentalmente
por cuestiones territoriales y de delimitaciones jurisdiccionales,
pues hay que tener en cuenta que ambos obispados se estaban
construyendo al propio ritmo que imponía el proceso reconquistador.
El obispo oscense reclamaba al
barbastrense no sólo la importante población de Alquézar sino
también la zona que delimitan el Cinca y el Alcanadre, y, con la
aquiescencia o al menos el dejar hacer de Alfonso I el Batallador,
logró fomentar y alimentar el descontento entre la nobleza
barbastrense contra su obispo Ramón.
Completamente convencido de que le
asistía la razón, decidió Ramón acudir personalmente a Roma en
busca del apoyo pontificio, regresando en 1116 con documentos
fehacientes de sus derechos. Pero Esteban, con el apoyo ahora abierto
y declarado del rey, incluso llegó a desalojar al barbastrense de su
propia casa, de modo que tuvo que salir huyendo de la ciudad de
Barbastro donde estaba su sede. Hasta aquí los datos son
rigurosamente históricos, pero a partir de ellos comienza la
leyenda.
En su precipitada huida, san Ramón
pernoctó en la localidad de Aguilaniu y honor semejante reclaman
varios pueblos de la comarca, entre ellos Panillo, cercano a Graus,
donde algún tiempo después de haber pasado por allí el obispo
fugitivo se repartían como auténticas reliquias pequeños
fragmentos de las sábanas entre las que durmió el obispo
desterrado.
En Capella, todos sus habitantes sin
excepción, sin poder dar crédito a lo que estaba sucediendo sin
explicación plausible, creyeron oír cómo las campanas repicaban
solas anunciando la presencia y cercanía del obispo y, cuando
salieron a recibirle en el camino, le hallaron sentado en una roca
que durante siglos fue venerada como si se tratara de un lugar
sagrado.
Portentos y milagros diversos, muchos
de ellos adornados por la leyenda, hicieron que el obispo Ramón
alcanzara pronto no sólo fama universal sino también la santidad,
que le fue reconocida por Roma.
Ramón de Roda, de Ribagorza, de Barbastro o Ramón del Monte (Durban, Ariège, Francia, 1067 - Huesca, 1126) fue obispo de Roda-Barbastro. Es venerado como santo por la Iglesia católica. Nacido en Durban, en la vertiente norte de los Pirineos, en el seno de una familia noble, se llamaba Raimon Guillem. Se le proporcionaron unos buenos estudios y empezó la carrera militar, pero la abandonó para dedicarse al estudio y la religión.
Fue canónigo regular en Pamiers. Alfonso I de Aragón le concede el obispado de Barbastro-Roda en 1104, con sede en la catedral de Roda, para así resolver la disputa que mantenían los obispos San Odo de Urgel y Esteban de Huesca (ambos argumentaban que la recién conquistada ciudad de Barbastro tendría que formar parte de sus respectivas diócesis, no de la de Roda).
Ya en la sede de Roda, tuvo conflictos con los obispos de Huesca, de Urgel y con el rey Alfonso, principalmente por cuestión de límites. Recibió apoyo de los papas Pascual II y Calixto II. El año 1100, Pascual II, según testimonio del obispo Poncio de Roda, había delimitado la diócesis, declarándola inmune e inviolable. Pero el rey Alfonso I y el obispo de Huesca no la respetaron. En una carta de san Olegario al papa Inocencio II, el prelado barcelonés dice que el rey Alfonso guardaba rencor a Ramón de Roda "porque el obispo no quería participar en las guerras contra los cristianos".
En 1116, el obispo Esteban de Huesca, con el apoyo de nobles de Barbastro y del mismo rey Alfonso I, consiguió que Ramón fuese desterrado de Roda, acusándolo de oponerse a combatir con las armas a los musulmanes y otros herejes. Barbastro pasó a la diócesis de Huesca y, cuando Ramón vuelve en 1119, se instala en Roda (Barbastro no vuelve a la diócesis de Roda hasta 1133 y el 1145 pasa de nuevo a la de Huesca).
Durante su obispado se iniciaron las obras de reconstrucción del edificio de la actual catedral románica de Roda y se consagraron numerosas iglesias de la diócesis, como las de Taüll o Alaón, o los altares de Alquézar y Roda, que introdujeron el arte románico más innovador en aquel momento.
Ramón se marchó hasta su retorno a Roda en 1119. Una ermita en la montaña, cercana a la ciudad, marca el punto donde, al marchar, el santo lloró y bendijo la ciudad. Posteriormente, en 1125, acompañó al rey Alfonso en la campaña por de Andalucía, con la intención de conquistar Granada. La campaña afectó a su salud: al volver a Huesca ya venía enfermo y murió el 21 de junio de 1126.
Su cuerpo se trasladó a Roda y se le sepultó en la catedral el 26 de junio.
Canonizado, su festividad se celebra el 21 de junio. Es patrón de la diócesis y la ciudad de Barbastro.
2.22. LA SANTA CRUZ GUÍA EL CAMINO
(SIGLO X. PUEYO DE ARAGUÁS)
A la muerte del rey Sancho García, el
reino de Sobrarbe quedó debilitado y dividido en múltiples
banderías, circunstancia que aprovecharon rápidamente los
musulmanes para volver a apoderarse de las sierras de Panillo, Pano y
Troncedo que habían perdido, así como de las tierras ribagorzanas
situadas entre los ríos Cinca y Esera.
En esta lucha sin cuartel entablada,
uno de los puntos de mayor resistencia cristiana lo constituía el
Pueyo de Arahuest o Araguás, a cuyas puertas acamparon los
musulmanes, con ánimo de tomarlo. Ante el inminente peligro que ello
suponía, Íñigo Arista acudió con su ejército en ayuda de los
sobrarbenses, con unos seis mil hombres armados, que se asentaron a
la espera en el luego denominado «campo del rey».
Los defensores del Pueyo de Araguás
impidieron atravesar el río a los musulmanes, pero al salir de sus
muros para unirse al ejército de Íñigo Arista fueron rechazados
por los moros, quedando cercados y sin posibilidad de unirse ni de
ponerse en contacto con aquél, estando condenados irremisiblemente a
la rendición. Mientras, Íñigo Arista esperaba noticias que, dadas
las circunstancias, nunca podrían llegar.
De pronto, con gran sorpresa por parte
de todos, se dibujó una cruz en el cielo indicando a Íñigo Arista
la dirección en que los defensores del Pueyo de Araguás estaban
cercados. Puesto en marcha con sus hombres, cogió a los musulmanes
desprevenidos entre los dos ejércitos, de manera que no quedó ni
uno solo con vida.
Inmediatamente, Íñigo Arista se
convirtió, por aclamación unánime, en el quinto rey de Sobrarbe,
logrando terminar con las banderías que asolaban y dividían el
territorio cristiano.
La prodigiosa aparición de la Cruz
hizo que Íñigo Arista incorporara este símbolo, en color plata
sobre campo azul, en su escudo de armas, de donde lo tomarían algún
tiempo después los reyes aragoneses, mostrándose siempre al lado de
una carrasca.
[Faci, Roque A., Aragón..., I, pág.
3.Sas, Antonio, Compendio histórico..., I, págs. 16-19.]
El Pueyo de Araguás (O Pueyo d'Araguás en aragonés) es una localidad y municipio español, en el Sobrarbe, provincia de Huesca, Aragón. Araguás, Los Molinos, La Muera, Oncíns, La Pardina del Soto, El Plano, El Pueyo de Araguás, San Lorién, San Victorián de Asán, El Soto y Torrelisa. El Pueyo de Araguás es un municipio que situado entre el valle del Cinca y el de La Fueva, en cuya parte más septentrional se encuentra el Baixo Penyas, perteneciendo parte de sus localidades a El Pueyo de Araguás. Su término municipal sigue más o menos la forma que dibuja el río Cinca por el oeste, limitando con Aínsa-Sobrarbe al suroeste, Labuerda al oeste, Puértolas al noroeste y Laspuña al norte; formando así pues una línea recta que discurre por las faldas de la peña Montañesa y toda la cresta de la sierra Ferrera. Por encima de la Espelunca, el límite del municipio baja siguiendo la línea que marcan la peña Madrid (1982 msnm), la ermita de la Espelunca y el pico de La Muerda (1037 msnm) hacia la hondonada del valle de La Fueva, cortando por medio del barranco del Plano para dirigirse después por las faldas de la sierra de Aro hacia La Pardina del Soto. El municipio con el que más limita es el de La Fueva. El núcleo urbano ha conservado hasta nuestros días la fisonomía regular de un lugar sobrarbensede hace siglos, con bastantes casas tradicionales y sin nuevas construcciones. Está construido en torno a una calle central, quedando en las calles que limitan el pueblo únicamente puertas secundarias de las casas. Esta estructura urbanística permitía defenderse más fácilmente. Se dejaba el final de la calle abierto por el sur algo ensanchado, de manera que fuese posible cerrarlo con una cancilla o una puerta. La entrada principal era por debajo de la iglesia, que junto con la torre con aspilleras constituía el edificio más fácil de defender, resultando un bastión en la misma entrada. Una de las casas es la Casa Coronas, la más antigua conocida en el Sobrarbe, siendo construida en 1549. La iglesia parroquial fue construida en el siglo XVI, siendo consagrada a la Santa Cruz. Es de estilo simple, con aspilleras defensivas y posee características del gótico aragonés en evolución al renacentismo. Cabe destacar la presencia de un esconjuradero en lo alto del campanario. Esta iglesia dependía antiguamente del monasterio de San Victorián, el cual era el más poderoso en el Sobrarbe y la Ribagorza, poseyendo más de cincuenta poblaciones. El monasterio de San Victorián. Se trata de un complejo monástico ubicado en la localidad de Los Molinos, perteneciente a este municipio. Está situado a 1200 metros de altitud en las faldas de la Sierra Ferrera. Está declarado Bien de Interés Cultural. Algunos investigadores sitúan el origen del monasterio de San Victorián en el siglo VI, bajo la denominación de San Martín de Asán, convirtiéndose así en el monasterio más antiguo de la península ibérica. Está vinculado al santo italiano Victorián, el cual fue ermitaño en la ermita de la Espelunca, situada a poca distancia del monasterio. Su creciente popularidad y veneración le llevaron a aceptar el cargo de abad del monasterio, el cual adquiriría desde entonces su nombre por el de San Martín de Asán. 3 de febrero: hogueras de San Blas. 16 de abril: fiesta mayor, en honor a Santa Engracia. 26 de julio: romería a la ermita de Santa Ana.