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martes, 10 de marzo de 2020

Juana Sobrarias Soler

Para celebrar el Día de la Mujer unos breves apuntes sobre una mujer sobresaliente en su tiempo, la poeta y profesora de gramática alcañizana Juana Sobrarias Soler. Educada por su padre, el gran poeta del siglo XVI Juan Sobrarias, continuó su labor tras su muerte en el Estudio de Gramática de Alcañiz.
"El 22 de abril de 1528, finalmente, falleció en Alcañiz Sobrarias, habiendo tomado los sacramentos y testado previamente ante el notario Tomás Robert: en su partida de defunción se le da el título de “poeta laureato”. Los biógrafos del humanista cuentan que Carlos V, que venía de Morella camino de las Cortes de Monzón, presidió sus funerales, pero el dato sólo resulta cierto si por tal se entiende una misa por el alma del difunto, ya que el Emperador no pasó por Alcañiz sino hasta el 26 de mayo. En su tumba grabó Juana Sobrarias, la hija del humanista, el siguiente epitafio: “Carmina quod lugent, quod Musae flebile cantant,/ Quodque caret cultu lingua Latina suo,/ Nil mirum: cessit superis Sobrarius oris,/ Hoc saxum corpus, spiritus astra tenet”.

Juana Sobrarias escribió que las propias Musas lloraron la muerte de su padre y que la propia lengua latina perdió entonces su esplendor. No le faltaban razones para hacer tales afirmaciones: había fallecido el humanista que, como se ha dicho, fundó el Círculo Humanístico Alcañizano, con todo lo que esto supuso para la cultura de su tiempo."

Recopilado de la voz Juan Sobrarias del diccionario de la Real Academia de la Historia. https://es-es.facebook.com/groups/141671279250891/


Sobrarias Segundo, Juan. Alcañiz (Teruel), c. 1475 – 22.IV.1528. Humanista.
Juan Sobrarias Segundo nació en Alcañiz, aunque se ignora la fecha exacta de su nacimiento. Algunos de sus biógrafos han conjeturado que hubo de nacer hacia 1460, pero, dado que ingresó en el Real Colegio de San Clemente de los Españoles de Bolonia, el 12 de julio de 1500, y que la edad media que solían tener los colegiales al ser admitidos en el Colegio estaba por encima de los veinte años y alrededor de los veinticinco, lo más probable es que la fecha de 1460 haya de retrasarse a 1475, aproximadamente.
Se sabe que sus primeras letras las aprendió en Alcañiz, pues él mismo habla de uno de sus profesores, Pedro Taravallo, al explicar la etimología del nombre de su patria chica —para él griega y no árabe— en la Oratio de laudibus Alcagnicii. No se puede afirmar con certeza, sin embargo, dónde comenzó los estudios universitarios que le convirtieron en artium et medicinae doctor: es posible, no obstante, que fuera en Zaragoza, dado que es en esta ciudad donde en 1500, y concretamente el 4 de febrero, Coci terminó su impresión del Paschale Sedulii cum commento.
Mucho más documentados están sus estudios en el Colegio de España en Bolonia, donde se doctoró in utraque censura, esto es, en Artes y Medicina. El 12 de julio de 1500 y presentado por la iglesia zaragozana para estudiar Medicina, fue admitido allí por el rector Juan Soto. En el curso 1504-1505 Juan Sobrarias aparece como deudor del Colegio y artium doctor.
Sobrarias retornó a España en 1503, aunque tuvo dificultades económicas al final de su estancia en Bolonia: el 17 de junio de 1505 su procurador Juan Serra rescató los libros que el humanista había empeñado al maestro en Artes y Medicina, Jacobo Benacio.
Es poco después, por tanto, de que su primera edición del Paschale Sedulii cum commento saliese a la luz, cuando Sobrarias ingresó en el Colegio de San Clemente de los Españoles en Bolonia: allí estaba cuando Coci volvió a publicar su edición de Sedulio en una nueva impresión que se terminó el 24 de junio de 1502. La etapa de Bolonia, en fin, del alcañizano quedó inmortalizada en algunas composiciones, como la bella oda en honor de su santo patrón que tiene el título de “Hymnus ad divum Claementem” y dos epigramas a las insignias del cardenal Gil Albornoz que fueron publicados en el Libellus carminum.
También de la etapa italiana es el poema suyo que a la muerte de Serafino Aquilano se editó en 1504 en Bolonia.
Pero Sobrarias había regresado a España en 1503, como pone de manifiesto una epístola suya en la edición que de los Disticha de Verino hace Coci ese año.
De Zaragoza pasó a Alcañiz, donde el 20 de diciembre del mismo año hizo de padrino del bautizo de Jaime Ros, como documenta un cuaderno, hoy perdido, que contenía los bautismos de la Iglesia Colegial desde 1503 a 1511. Por los datos de este mismo cuaderno se sabe que bautizó a su primer hijo, Juan, el 15 de mayo de 1505: es, pues, a mediados de 1504, como mínimo, cuando se casó con Eulalia Soler.
Del matrimonio del humanista cabe recordar que su esposa murió también en Alcañiz, el 8 de agosto de 1553, y que tuvo otros tres hijos, además de Juan: Gracia, bautizada el 28 de agosto de 1507, Isabel, nacida en julio de 1510, y Juana, la más famosa de los cuatro, que, según algunos biógrafos, reemplazó en los últimos años a su padre en la cátedra y que escribió su epitafio.
En 1504 el rey Fernando el Católico le armó caballero: el dato es importante, porque a partir de ese momento el humanista se vinculó con la realeza, lo que será decisivo para su obra.
Por esta misma fecha comenzó también la etapa profesional de Sobrarias en su patria natal. Al margen de su ejercicio de la medicina, una epístola de Alfonso de Segura, impresa al frente de la Oratio de laudibus Alcagnicii, que Sobrarias pronunció en 1506 ante el Concejo de su patria chica y documento fundacional, por así decirlo, del círculo humanístico alcañizano, deja claro su papel docente primero en la Academia de Alcañiz y después en el Estudio General de Zaragoza.
En 1507 tuvo lugar el primer viaje de Fernando el Católico a Italia: en la comitiva real figuran Lucio Marineo Sículo y el propio Sobrarias. Así lo hace ver la frase “Vidi ipse immania cete” del Carmen panegyricum de gestis heroicis diui Ferdinandi, que deja bien claro que el humanista narra acontecimientos que él mismo presenció. Es más, los vv. 781 y siguientes del mismo panegírico, al igual que el poema XXIX (“De felici regum hispaniae et Galliae occursu Saonae”) del Libellus carminum traen a escena las vistas de Saona, que datan de junio de ese mismo año.
Por la carta que Lucio Marineo Sículo escribió a Sobrarias desde Burgos el 4 de diciembre de 1507, se sabe que por este tiempo el humanista fue llamado a Zaragoza para dar clase en su Studium Generale. Sobrarias entró así en el círculo de Zaragoza: el Libellus carminum documenta su relación con el arzobispo de Zaragoza, Alfonso de Aragón, el secretario de éste, el también alcañizano Gaspar de Barrachina, o el cubiculario del mismo prelado, Juan de Alagón.
En mayo de 1510 el Rey presidió las Cortes Generales en Monzón. Sobrarias habla de esta asamblea en su carta al secretario real, Miguel Pérez de Almazán, a quien le había escrito desde Zaragoza, el 25 de julio de 1510, pidiéndole que le remitiese, debidamente pulida, la carta que había de colocar al frente de la nueva edición que pensaba hacer de sus Comentarios a Sedulio. Este dato invita a dar crédito a la hipótesis de que fue en 1510 cuando Fernando el Católico coronó al humanista poeta laureatus premiando así su Panegyricum carmen, que vio la luz el año siguiente.
Hacia 1513 solicitó una ayuda al Consejo Municipal de Alcañiz para publicar un tomo de poesías que había escrito: sus paisanos le enviaron dos carros de trigo a Zaragoza, con cuya venta pudiera imprimir sus poemas. Probablemente se trate del Libellus carminum, que Sobrarias sacó a la luz junto con la Oratio de laudibus Alcagnicii. Así lo hace pensar la carta preliminar del propio Sobrarias al Concejo de su patria natal al editar el discurso que pronunció en 1506 y unas poesías datables desde 1500 (poemas dedicados a la muerte de Serafino Aquilano) hasta 1513 (poema “In laudem opusculi ‘De parcis’ a Lucio Marineo Siculo conditum”).
El 13 de junio de 1516 el humanista está de nuevo in hoc percelebri Alcagnicensi gymnasio, como reza en una carta suya a Coci pidiéndole una reedición de los Opera omnia Publii Virgilii Maronis, que él había impreso ya antes en 1513.
En 1522 Sobrarias está en Zaragoza, según ponen de manifiesto tanto una carta suya, de 20 de marzo, impresa al frente de su Missale Caesaraugustanum, como el hecho de que, un poco después, el 4 de abril, estuviera presente en la pomposa entrada en la mencionada ciudad de Adriano VI con motivo de su exaltación al solio pontificio. Y en Zaragoza seguía el 8 de mayo del mismo año, pues es allí desde donde escribió la epístola con la que remitió al citado Papa su poema “De diui Adriani ad pontificatum diuina electione”.
El 16 de noviembre de 1525 Sobrarias escribió desde Alcañiz a Pérez Almazán, señor de Maella, pidiéndole que expulsara de Maella a un enemigo de su hermano Pedro Sobrarias, y del 3 de agosto de 1526 hay una cédula de Carlos V, desde Granada, en la que agradecía al humanista sus desvelos por la Orden de Calatrava: posiblemente Sobrarias sirvió de intermediario en la tensión villa-castillo como consecuencia del motín que, “a son de campana tañida”, quitó la vida al comendador de Burriana y gobernador general de la Orden, Martín de Molina y a los familiares del comendador mayor, Hernando de Aragón.
El 22 de abril de 1528, finalmente, falleció en Alcañiz Sobrarias, habiendo tomado los sacramentos y testado previamente ante el notario Tomás Robert: en su partida de defunción se le da el título de “poeta laureato”. Los biógrafos del humanista cuentan que Carlos V, que venía de Morella camino de las Cortes de Monzón, presidió sus funerales, pero el dato sólo resulta cierto si por tal se entiende una misa por el alma del difunto, ya que el Emperador no pasó por Alcañiz sino hasta el 26 de mayo. En su tumba grabó Juana Sobrarias, la hija del humanista, el siguiente epitafio:
“Carmina quod lugent, quod Musae flebile cantant,/
Quodque caret cultu lingua Latina suo,/
Nil mirum: cessit superis Sobrarius oris,/
Hoc saxum corpus, spiritus astra tenet”.
Juana Sobrarias escribió que las propias Musas lloraron la muerte de su padre y que la propia lengua latina perdió entonces su esplendor. No le faltaban razones para hacer tales afirmaciones: había fallecido el humanista que, como se ha dicho, fundó el Círculo Humanístico Alcañizano, con todo lo que esto supuso para la cultura de su tiempoSu ingente labor sería continuada por varios discípulos. Entre ellos hay tres que se sabe que lo fueron con toda seguridad: el arcipreste Jaime Exeric, maestro de Juan Verzosa, Pedro de Ovón, y el sobrino materno del humanista, Juan Sánchez, que reeditó sus Moralia disticha.

Obras de ~: Producción literaria original: Ioannis Sobrarii Secundi Alcagnicensis, artium et medicinae doctoris et poetae laureati, Moralia disticha, Zaragoza, Jorge Coci, 1510, 1522, 1525, 1531 y 1535 [la primera de estas ediciones fue preparada por el propio Sobrarias, que imprimió sus Disticos morales al reeditar por tercera vez los de Verino. Las cuatro últimas ediciones llevan unos comentarios de Juan Sánchez, sobrino materno de Sobrarias; reimpr. por Asso, 1783]; Panegyricum carmen de gestis heroicis diui Ferdinandi Catholici Aragonum utriusque Siciliae et Hierusalem regis semper augusti et de bello contra Mauros Libyae [al final de esta obra se lee: “Hoc carmen Panegyricum Ioannis Sobrarii Secundi Alcagnicensis impressit Caesaraugustae Georgius Coci Theutonicus, anno 1511, quarto Kalendas Maii extitit Complutum”]; Oratio Ioannis Sobrarii Alcagnicensis de laudibus Alcagnicii habitam coram eiusdem senatu. Anno domini MDVI. El libellus quidam carminum eiusdem [pese a que Latassa afirmó que fueron estampados en 1507, la obra fue editada hacia 1513 en la imprenta Jorge Coci. Cabe aclarar que es un error la suposición de que el padre escolapio Marcelino Boira hizo una reimpresión de la misma en 1779: la fuente de esta noticia, un artículo periodístico de Gaspar Bono Serrano, trata de la De Alcagnitii laudibus in publica litterarum academia oratio que en el mencionado año escribió Boira, y no del discurso de Sobrarias] (ed. de J. M.ª Maestre, 2000); De sanctissimi clementissimique patris diui Adriani sexti ad summum pontificatum diuina electione et de eius introitu in urbem Caesaraugustam carmen Ioannis Sobrarii Secundi Alcagnitiensis, artium et medicinae doctoris et poetae laureati, Zaragoza, 1522; Sacratissimi atque inuictissimi diui Carolis huius nominis quinti, imperatoris semper augusti ac Hispaniarum etc. regis catholici Ticinensis uictoria de Francisco, Gallorum rege, captiuato, edita per Ioannem Sobrariam Secundum Alcagnitiensem, poetam laureatum, poema compuesto c. 1525 (después del 24 de febrero de 1525, fecha de la batalla de Pavía) (ed. por el marqués de Morante, 1862); Ad inuictissimum Carolum Vc. 1525 [poema compuesto después de la batalla de Pavía] (publicado por J. M. Sánchez, 1912); Ioannes Sobrarius Secundus Alcagnitiensis gratulatur Mercurino Arboriensi, Gatinariae comiti et supremo cancellario Caroli V imperatoris semper Augusti et Hispaniarum regis catholici ob suam a Genuensi obsidione liberationem felicemque in Hispaniam nauigationem sanctissimae Virginis Mariae Montis Serrati patrocinio acceptam, cui in tanti beneficii testimonium celocem argenteam in beatissimae Virginis templo figendam curauit, poema compuesto c. 1527 (ed. de J. M. Sánchez, 1912); Ioannis Sobrarii Secundi carmen in natali serenissimi Hispaniarum principis Philippi Austriaci, Caroli V imperatoris semper augusti filii, illustrissimo d.d. Alfonso de Fonseca, archiepiscopo Toletano dicatum (poema) (ed. por el marqués de Morante, 1862; impr. nuevamente por J. M. Sánchez, 1912; y ed. crít. y trad. por J. M.ª Maestre Maestre, 1990).
Labor filológica: Paschale Sedulii cum additionibus ex libris sacrarum litterarum excerptis et in margine cuiusque auctoris indice apposito, quas Ioannes Sobraria Alcagnicensis annotauit, impressum Caesaraugustae [...] anno post Christi natale supra millessimum quingentesimo pridie Nonas Februarias [reimpr., 1502. Cabe precisar, además, que la carta de Sobrarias a Miguel Pérez Almazán, de 25 de julio de 1510, deja bien claro que el humanista pensaba hacer una nueva edición de esta obra y dedicársela al mencionado Secretario Real: quizá se trate de la edición de 1515 que Latassa dijo haber visto en la Librería del Convento de San Lamberto de Zaragoza, Orden de la Santísima Trinidad]; Continentur in hoc uolumine Publii Virgilii Maronis poetarum principis omnia opera summa cura et diligentia nouissime immaculata per Ioannem Sobrarium Alcagnitiensem necnon per Georgium Coci Theutonicum, artis impressariae magistrum, Caesaraugustae impressa, non sine magno sumptu et labore (ed., 1513 y 1516); Michaelis Verini distichorum liber, Caesaraugustae, per Georgium Coci Theutonicum, 1503 [Los dísticos de Verino, continuadores de los Disticha Catonis tan celebrados en el Medievo, fueron nuevamente impresos por Sobrarias, en Zaragoza y por Coci, en 1508 y 1510: en esta última edición se incluyen ya los Dísticos Morales del humanista alcañizano].
Otros escritos: Poemas laudatorios de obras clásicas o contemporáneas (Sobrarias escribió poemas laudatorios tanto de las obras Sedulio, Verino y Virgilio, que él mismo editó, como de las de otros escritores de su tiempo. Sólo se relacionan aquí los poemas laudatorios que no se encuentran en las ediciones suyas antes mencionadas): Ioannis Sobrarii carmina ex libro Lucii Marinei Siculi De genealogia regum Aragoniae [el epigrama, con veinte hexámetros, aparece al principio de la obra de Lucio Marineo Sículo, De primis regibus Aragoniae, publicada en Zaragoza, por Jorge Coci, en 1509]; Exhortatio ad lecturos opus [epigrama de ocho versos, escrito en dísticos elegíacos, que encontramos al final de la mencionada obra de Lucio Marineo Sículo]; Ad scholasticos [epigrama encomiástico, con cuarenta hexámetros, que se halla al frente del tratado de Gaspar Lax, Tractatus paruarum logicalium, impreso en Zaragoza, por Jorge Coci, en 1521; reimpr. por Asso, 1783]; Ad Ioannem de Aragonia [poema de ochos versos, escrito en dísticos elegíacos, que aparece en el mencionado tratado de Gaspar Lax y reimpreso igualmente por D. Ignacio de Asso].
Epístolas en prosa. Epístolas en latín [no se enumeran aquí aquellas cartas nuncupatorias que Sobrarias, siguiendo una costumbre muy normal entre los humanistas, puso al frente de sus propias obras, sino las que aparecen en obras de otros autores. El grupo más numeroso de estas cartas lo forman las seis siguientes que aparecen en los Epistolarum familiarium libri XVII de Lucio Marineo Sículo (Valladolid, Brocar, 1514)]: Ioannes Sobrarius Aelio Antonio Nebrissensi s., Zaragoza, s. f. (= n.º 29 del Epistolarum liber III); Ioannes Sobrarius Lucio Marineo Siculo s. d., Zaragoza, 31 de diciembre de 1508 [ha de adelantarse a 1507] (= n.º 2 del Epistolarum liber IV); Ioannes Sobrarius Alfonso Aragoneo Caesaraugustano Praesuli s., s. f. (= n.º 9 del Epistolarum liber XI); Ioannes Sobrarius Siculo suo s., Zaragoza, 25 de julio de 1510 (= n.º 9 del Epistolarum liber XII); Ioannes Sobrarius Ugoni Urrio, regio Achati, s., Zaragoza, 25 de julio de 1510 (= n.º 10 del Epistolarum liber XII) [El destinatario es Hugo de Urriés, Señor de Ayerbe y Secretario Real]; Ioannes Sobrarius Siculo suo s., s. f. (= n.º 28 del Epistolarum liber XII). Además de estas seis cartas, se conservan otras dos que tampoco han llegado a través de las propias obras del humanista alcañizano: Ioannes Sobrarius Michaeli Petro Almaçano s. d., autógrafa, Zaragoza, 25 de julio de 1510 (en Biblioteca Nacional de España, Ms. 9391; publicada por Latassa, 1796) [El destinatario es Miguel Pérez Almazán, Señor de Maella y Secretario del Fernando el Católico]; Ad illustrissimum D. D. Ioannem de Aragonia, archiepiscopum Caesaraugustanum, Ioannis Sobrarii Secundi Alcagnicensis, artium et medicinae doctoris ac poetae laureatiepistola, Zaragoza, 21 de marzo de 1522 (más que una epístola es un elogioso prólogo que se encuentra en el Missale Caesaraugustanum que en 1522 imprime en Zaragoza Jorge Coci por orden del recién nombrado Arzobispo de Zaragoza, D. Juan de Aragón). Epístolas en castellano: Carta de Sobrarias al Señor de Maella, Alcañiz, 16 de noviembre de 1525 (en British Museum, ms. Add. 10.248) [pide a Pérez Almazán que expulse de Maella a un enemigo de su hermano Pedro Sobrarias].
Estudios genealógicos: Ioannes Sobrarius Secundus Alcagnicensis in genealogia dominorum de Ayerbe. Sobrarias, 1512 (se conserva un fragmento en la obra de Gaspar Scioppio De Aragoniae regum origine, posteritate et cum primariis orbis christiani familiis consanguinitate, Mediolani, 1628. El tratado genealógico de Sobrarias se comprende mucho mejor si se recuerda su documentada amistad con Hugo de Urriés, señor de Ayerbe, secretario de Carlos V y a quien le dirige una carta el 25 de julio de 1510).

Bibl.: N. Antonio, Bibliotheca Hispana nova sive Hispanorum scriptorum qui ab anno MD ad mdclxxxiv floruere notitia, t. I, Matriti, Apud Joachimum de Ibarra, typographum regium, 1783, págs. 781-782; I. J. Asso del Río, Joannis Sobrarii carmina, Amstelaedami, apud heredes C. Sommer et socios, 1783; F. de Latassa y Ortín, Biblioteca nueva de los escritores aragoneses que florecieron desde el año 1500 hasta 1599, t. I, Pamplona, Oficina de Joaquín Domingo, 1798-1799, págs. 57-69; J. M. Sánchez, “Biobliografía de Juan Sobrarias Segundo alcáncense”, en Linajes de Aragón, III (1912), págs. 109-116, 131- 136, 149-156, 173-176, 192-196 y 211-216; P. U. González de la Calle, “El poeta aragonés Juan Sobrarias”, en Revista Zurita, X (1933), págs. 1051-1080 y XI (1934), págs. 23-68; F. G. Olmedo, Sobrarias y su poema “Fernando el Católico”, Zaragoza, Publicaciones de La Cadiera, 1951; R. del Arco y Garay, “Un panegírico de Fernando el Católico por el humanista Juan Sobrarias”, en Boletín de la Real Academia Española, XXXII (1952), págs. 193-222; F. Barquero Lomba, Juan de Sobrarias, poeta latino del Renacimiento, tesis doctoral, Universidad de Zaragoza, 1970 (inéd.); J. M.ª Maestre Maestre, “La influencia del mundo clásico en el poeta alcañizano Juan Sobrarias: estudio de sus fuentes literarias”, en Anales de la Universidad de Cádiz, II (1985), págs. 325-343; El humanismo alcañizano del siglo xvi. Textos y estudios de latín renacentista, Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad, Instituto de Estudios Turolenses, Diputación de Teruel, Ayuntamiento de Alcañiz, 1990, págs. 1-123; “Sobrarias y el Descubrimiento: notas a los vv. 451- 494 del Panegyricum carmen de gestis heroicis diui Ferdinandi”, en J. Gil y J. M.ª Maestre (eds.), Humanismo latino y Descubrimiento, Sevilla, Servicio de Publicaciones de las Universidades de Cádiz y Sevilla, 1992, págs. 151-169; J. M.ª Maestre Maestre, “Limae labor y creación literaria en latín durante el Renacimiento: las dos versiones del Carmen in natali serenissimi Philippi de Sobrarias”, J. Navarro López, “El poema a Mercurino Arborio di Gattinara compuesto por Juan Sobrarias”, y V. Pérez Custodio, “El panegírico de Sobrarias al Rey Fernando el Católico: el peso de la tradición clásica en su técnica compositiva”, en J. M.ª Maestre Maestre y J. Pascual Barea (eds.), Humanismo y pervivencia del mundo clásico. Actas del I Simposio sobre humanismo y pervivencia del mundo clásico (Alcañiz, 8 al 11 de mayo), Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad, Instituto de Estudios Turolenses (CSIC), 1993, vol. I.1, págs. 135- 178; vol. I.2, págs. 677-686; y vol. I.2, págs. 749-758, respetc.; J. F. Alcina, Repertorio de la poesía latina del Renacimiento en España, Salamanca, Ediciones Universidad, 1995, págs. 192-194, n.º 420; J. M.ª Maestre Maestre, Alabanzas de Alcañiz. Discurso del alcañizano Juan Sobrarias pronunciado ante el senado de la villa en el año del Señor de 1506, Alcañiz-Madrid, Instituto de Estudios Humanísticos, 2000; “La presencia de Hércules en el Panegyricum carmen de gestis heroicis diui Ferdinandi de Juan Sobrarias Segundo”, en Calamus renascens. Revista de Humanismo y Tradición Clásica, I (2000), págs. 209-228.

José María Maestre Maestre





domingo, 14 de julio de 2019

LA CONDESA DE URGELL PRETENDE ENVENENAR A FERNANDO I


132. LA CONDESA DE URGELL PRETENDE ENVENENAR A FERNANDO I
(SIGLO XV. ZARAGOZA)

Coronación de Fernando I de Aragón (detalle del retablo del arzobispo de Toledo Sancho de Rojas, procedente de San Benito el Real Valladolid, ca 1410-1415)
Coronación de Fernando I de Aragón (detalle del retablo del arzobispo de Toledo Sancho de Rojas, procedente de San Benito el Real Valladolid, ca 1410-1415)


Corría el mes de noviembre de 1414 cuando llegaba una vez más a Zaragoza, procedente de Morella, el fraile predicador Vicente Ferrer, persona que gozaba de un gran prestigio en todo el occidente europeo y, sobre todo, en los Estados de la Corona de Aragón. El príncipe Alfonso, que luego sería Alfonso V de Aragón, le recibió con singulares muestras de afecto y le consideró como a huésped destacado.

Poco después de llegar a Zaragoza, estaba el príncipe oyendo un sermón del fraile dominico cuando recibió de su padre, el rey aragonés Fernando I de Antequera, una carta en la que le anunciaba —aunque llegaba con evidente retraso— que el dominico valenciano iba a ir a la ciudad del Ebro, rogándole que le recibiera como se merecía y que procurara por todos los medios a su alcance que los judíos zaragozanos acudieran a escuchar sus sermones.
Sin darle excesiva importancia, le comunicaba, asimismo, cómo por aquellos días la condesa de Urgell había tratado de envenenarle.

Cuando finalizó el sermón, el príncipe Alfonso comunicó al fraile la noticia del fallido envenenamiento y le rogó que al día siguiente celebrase una misa de acción de gracias, como así se hizo. La iglesia de San Salvador se llenó de gente y durante el sermón, Vicente Ferrer dio a conocer públicamente la reprobable acción de la condesa de Urgell, madre de don Jaime de Urgell, candidato, como es sabido, a la corona de Aragón frente a don Fernando I.

[Vidal y Micó, Francisco, Historia de la portentosa vida..., págs. 225-226.]



https://es.wikipedia.org/wiki/Fernando_I_de_Arag%C3%B3n

Fernando I de Aragón (Medina del Campo, 27 de noviembre de 1380 - Igualada, 2 de abril de 1416), llamado también Fernando de Trastámara, Fernando de Antequera, Fernando el Justo y Fernando el Honesto, fue un infante de Castilla, rey de Aragón, de Valencia, de Mallorca, de Sicilia, de Cerdeña y de Córcega; duque de Neopatria y de Atenas; conde de Barcelona, de Rosellón y de Cerdaña; y regente de Castilla. Fue el primer monarca aragonés de la dinastía castellana de los Trastámara, si bien era Aragón por la rama materna, pues su madre Leonor de Aragón era hermana de Martín I de Aragón, llamado el Humano.

Fernando era hijo segundo de Juan I de Castilla y de Leonor de Aragón, hermana del rey aragonés Martín el Humano, y nieto, por tanto, del rey Pedro IV el Ceremonioso por vía materna, y del rey Enrique II de Castilla, por la rama paterna. Tras estos antecedentes, y dada la posibilidad jurídica de transmisión de la Casa de Aragón por vía materna, el derecho aragonés le otorgaba un rango preferente en sus aspiraciones a la corona de Aragón tras la muerte sin descendencia masculina de Martín I el Humano.

Cuando solo contaba con diez años de edad, su padre el rey Juan I poco antes de morir le invistió en las Cortes celebradas en Guadalajara en 1390, y en presencia de su hermano mayor Enrique, con el señorío de Lara, el ducado de Peñafiel y el condado de Mayorga así como le cedió las villas de Cuéllar, San Esteban de Gormaz y Castrogeriz y le asignó una renta de medio millón de maravedís a costa del tesoro real. Durante la ceremonia el rey le puso sobre la cabeza una «guirnalda de aljófar», símbolo de la preeminencia ducal. Este «heredamiento» fue ampliado tras la muerte del rey, pues este en su testamento le cedió las villas de Medina del Campo y Olmedo. Su matrimonio posterior con su tía Leonor de Alburquerque, cinco años mayor que él, amplió considerablemente su patrimonio territorial, pues no sin razón Leonor era llamada la «Rica Hembra». Poseía las tierras de Haro, Briones, Cerezo y Belorado, en La Rioja; Ledesma y las llamadas Cinco Villas en la región del bajo Tormes; Alburquerque, Medellín, La Cadesera, Alconetar, Alzagala y Alconchel, en Extremadura. También poseía por concesión del rey los territorios de Villalón y Ureña. Así las posesiones de la pareja formaban una franja que desde la frontera de Aragón a la frontera de Portugal dividía en dos el reino de Castilla, sin olvidar que en ella se incluían algunas plazas fuertes más importantes: Medina del Campo, Olmedo, Peñafiel y Alburquerque. Así pues, convertido en el más poderoso señor de Castilla «no es difícil imaginarnos el esplendor de la corte principesca en Medina del Campo», como ha destacado el historiador Jaume Vicens Vives.

A pesar de que, dada su condición de hijo «segundón», el trono de Castilla fue ocupado por su hermano el futuro Enrique III en 1390, la escasa salud de este (padeció enfermedades como el tifus y la viruela, lo que le valió ser apodado el Doliente) y el hecho de que no lograra concebir un varón que heredara el trono, permitió que Fernando albergara esperanzas de llegar a obtener el trono castellano, como demuestra el hecho de que se casara en 1393 con su tía Leonor de Alburquerque, con lo que reforzaba sus derechos dinásticos en el caso de que su hermano falleciera. Sin embargo, el nacimiento de un heredero varón, el futuro Juan II, en 1405, un año antes de la muerte de Enrique III, acabó con las esperanzas de Fernando a ocupar el trono de Castilla.

Al morir Enrique III el Doliente, en 1406, estableció en su testamento que durante la minoría de edad de su hijo Juan II, que entonces contaba con dos años de edad, asumirían la regencia del reino su viuda y madre de este, Catalina de Lancáster, y su hermano Fernando, «ambos a dos ayuntadamente». Sin embargo, la educación y la custodia del rey niño correría a cargo del camarero mayor Juan de Velasco, del justicia mayor Diego López de Estúñiga y de Pablo de Santa María, obispo de Cartagena.

Las desavenencias entre ambos corregentes, instigadas por parte de la nobleza, no tardaron en aparecer, por lo que llegan al acuerdo de dividir el territorio en dos mitades, correspondiendo a Fernando la zona meridional del Reino, que se extiende por los territorios situados al sur de la Sierra de Guadarrama hasta el reino nazarí de Granada, lo que le permitirá reanudar la guerra contra dicho reino que la muerte de Enrique III había paralizado.

Con la reanudación de las acciones militares contra el reino nazarí de Granada, Fernando logra tomar Pruna y Zahara de la Sierra, pero fracasa en la conquista de Setenil, tras lo cual es obligado por el Consejo de Regencia a firmar la tregua que por dos años había ofrecido el rey nazarí Yusuf III.

Tras el periodo de tregua, Fernando retoma la campaña granadina y conquista, el 16 de septiembre de 1410, la importante plaza de Antequera que le dará su sobrenombre más conocido.

Durante su regencia Fernando aprovechó el cargo para engrandecer su casa y asegurar la posición de sus numerosos hijos, tal como reveló en una carta dirigida a su privado Sancho Rojas, obispo de Palencia: / NO solían escribir la tilde en ese tiempo /
«E gracias a Dios, pues tengo cinco fijos e dos fijas, e cada día espero aver más, según la hedad de la infanta, mi mujer, e mía, razón es que comience a buscar de qué hereden».
Así, valiéndose de todo tipo de presiones, favores y sobornos, consiguió que dos de sus hijos fueran nombrados maestres de las dos órdenes militares más importantes de Castilla y que «constituían una potencia territorial, económica y militar en el seno del Estado», según Jaume Vicens Vives: la orden de Alcántara, para su hijo Sancho —que fue investido en enero de 1409 cuando sólo contaba con ocho años de edad—; y la orden de Santiago, para su hijo Enrique, también investido en 1409 con nueve años de edad.6​ Asimismo consiguió la necesaria dispensa papal para que se pudiese celebrar el matrimonio de su hijo primogénito Alfonso con la hermana de Juan II y sobrina suya, María, a quien las Cortes de Castilla reunidas en Tordesillas le concedieron el marquesado de Villena, con el título ducal. El matrimonio de Alfonso con la princesa María, según Jaume Vicens Vives, «cerraba con firme broche el absoluto dominio que don Fernando, gracias a su regencia, a sus propias posesiones y a los maestrazgos que detentaban sus hijos, ejercía en el amplio solar del Mediodía castellano». Y por otro lado, «así se formó la facción de los infantes de Castilla», quienes tras el acceso al trono de la Corona de Aragón de Fernando, serán conocidos como los infantes de Aragón.


En 1410, al morir su tío el rey Martín I de Aragón sin descendencia directa y legítima, Fernando presenta su candidatura a la sucesión del trono aragonés y, aunque en un principio se presentan hasta seis candidatos al trono y Fernando no es de los más favorecidos, la caída en desgracia de Luis de Anjou (que no pudo responder a las peticiones de ayuda militar de sus partidarios debido a la lejanía de Nápoles)​ impulsó su candidatura, que se convirtió en la más potente junto a la de Jaime de Urgel.

Fernando, que contaba con un gran poder económico (su red de señoríos era enorme),9​ un sólido prestigio militar y el ejército castellano a su disposición, contó con el apoyo de la familia valenciana de los Centelles, de la familia aragonesa de los Urrea y de una parte sustancial de la burguesía barcelonesa. Esto, unido a los errores de Jaime de Urgel, entre ellos la conspiración para asesinar al arzobispo de Zaragoza, García Fernández de Heredia, y al apoyo tanto de Benedicto XIII, así como de su confesor, Vicente Ferrer, inclinarán la balanza hacia la candidatura de Fernando, que será refrendado, el 28 de junio de 1412, en el llamado Compromiso de Caspe al ser proclamado rey de Aragón y de los demás estados de la Corona de Aragón.

Según Jaume Vicens Vives, «los compromisarios [reunidos en Caspe] midieron la gloria militar, las riquezas y la habilidad política de que había dado pruebas el regente don Fernando; pero no tuvieron en cuenta la voraz intranquilidad que germinaba en la familia». Una valoración esta última que también había hecho en su momento el aragonés Jerónimo Zurita, quien asimismo destacó que con Fernando llegaba el «govierno de gente estrangera»:
Y que este reino era muy pobre para cinco hijos infantes que el rey tenía, criados en aquella grandeza y riqueza de estados y en supremo señorío, a donde cada qual dellos tenía un infantado. Y cuando la pobreza de las cosas de acá no satisfaciesen a su ambición, era cierto nascer dello el desprecio general de todo y el odio y aborrecimiento de nuestras leyes y costumbres.

Tras realizar el juramento completo como rey el 3 de septiembre ante las Cortes de Aragón reunidas desde el el 25 de agosto de 1412 en Zaragoza, donde varios de sus antiguos rivales para ocupar el trono, como Alfonso de Aragón el Viejo,​ Fadrique de Luna y Juan de Prades, le rendirán pleitesía, se dirigirá a Lérida, donde representantes de su gran rival, Jaime de Urgel, le rinden vasallaje, a cambio del ducado de Montblanc y de la concertación de un matrimonio entre sus hijos Enrique e Isabel.

A continuación, Fernando I se dirige a Tortosa para entrevistarse con su gran valedor Benedicto XIII quien, el 21 de noviembre de 1412, le invistió como rey de Sicilia, Córcega y Cerdeña a cambio del apoyo real en la disputa que Benedicto mantenía con los otros dos papas que simultáneamente gobernaban el orbe cristiano: Gregorio XII y Juan XXIII, en pleno Cisma de Occidente que dividía a la Iglesia Católica.

El 19 de noviembre, Fernando convocaba las Cortes catalanas con objeto de jurar sus usos y costumbres; el 15 de diciembre fueron convocadas, pero no concluirían hasta el 31 de agosto de 1413, debido a la necesidad de sofocar la revuelta de Jaime II de Urgel iniciada en la primavera de este último año; el inicio de las de Valencia se había previsto para el 15 de abril de 1413, pero la sublevación de Jaime II y la coronación en Zaragoza (que se celebró en 1414) impidió su inicio.​ Con la ayuda de todos los estamentos de la Corona sofoca la revuelta y sitia al conde de Urgel en el castillo de Balaguer, que es tomado el 31 de octubre, tras lo cual el antiguo pretendiente al trono de Aragón fue despojado de todos sus títulos y posesiones, así como los de su familia, y conducido a la cárcel de Urueña en Castilla.​ En 1413 propondría a las Cortes catalanas realizar la primera compilación de las Constituciones.

Según una interpretación tradicional, en las Cortes que había convocado en Barcelona, Fernando I tuvo que ceder al denominado pactismo catalán, doctrina que limitaba la autoridad real a favor de las Cortes y de la Generalidad de Cataluña. Este movimiento, encabezado por Joan Fivaller, manifestaba que privilegi atorgat tollent ley paccionada de dret, non val y que privilegi atorgat contra ben publich es nul, por lo que estaban «Decididos a darle antes su vida que la libertad». Sin embargo, todo el presunto «caso Fivaller» o «asunto del vectigal» y la elaboración a partir de este de una teoría del pactismo catalán está considerado actualmente como un relato mítico. En primer lugar porque se trataría en todo caso de una reclamación del municipio de Barcelona y no de la Generalidad de Cataluña, y las quejas de las localidades ante el rey eran habituales tanto en Barcelona como en otros municipios, y en segundo lugar, porque un análisis exhaustivo de la documentación, efectuada por Ramón Grau, revela que lo relatado ya desde los cronistas del siglo XV (en obras de gran componente literario, como la biografía del rey Fernando de Lorenzo Valla) es completamente inexacto, al no haber ni siquiera documentación acerca de una disputa entre el municipio y el rey.​ Además Fernando nombró a Fivaller albacea de su testamento, que otorgó el 10 de octubre de 1415 en Perpiñán.​ Al respecto de este episodio, Verdés Pijuan señala:

Nos hallamos, por tanto, ante todo un mito historiográfico, elaborado con posterioridad a los hechos con una clara intencionalidad política. [...] Como he dicho, fueron los historiadores románticos de la Renaixença los que acabaron de dar carta de naturaleza al relato y, por acción u omisión, la historiografía contemporánea (salvo alguna excepción puntual) ha hecho más bien poco para corregir esta interesada interpretación de los hechos.
Pere Verdés Pijuan, art. cit., 2011, p. 150.

Tras eliminar o neutralizar toda oposición interior, Fernando I se dirigió nuevamente a Zaragoza, donde será coronado en 1414 en una ceremonia que partía del Palacio de la Aljafería y llegaba a la La Seo, tras lo cual dirige su atención a la política exterior.

Fernando I de Aragón reinó poco tiempo; a pesar de ello, en los aproximadamente tres años y nueve meses que duró su gobierno (teniendo en cuenta, además, que la revuelta del conde de Urgel le mantuvo ocupado en sofocarla hasta el 31 de octubre de 1413) reorganizó la Hacienda y saneó la economía y la administración de la Corona. Trabajó en la seguridad ciudadana, intentó impedir las persecuciones contra los judíos y procuró luchar contra la corrupción. También emprendió una reforma de los gobiernos de los municipios buscando una mayor participación de sus representantes. En cuanto a las instituciones políticas, no introdujo cambios estructurales en la organización de la Corona, sino que mantuvo el sistema anterior, procurando que el rey participara como un elemento más integrado en los organismos de gobierno establecidos, lo que contribuyó al fortalecimiento del poder regio. Su gran logro en este ámbito fue restablecer el orden tras el inestable periodo del Interregno.

También apoyo a los mantenedores de la Gaya ciencia, con 40 florins anuales y por la regla de su elecciones.

Normalizó la situación interna de Sicilia con el nombramiento en 1415 de su hijo Juan como virrey de Sicilia, logrando acabar con la guerra civil que desde el fallecimiento de Martín el Joven enfrentaba a la viuda de este, Blanca I de Navarra, con el hijo ilegítimo de aquel, Fadrique de Luna. También orientó a su hijo Juan hacia el Nápoles, proponiendo su matrimonio con la reina Juana, proclamada a la muerte de su hermano Ladislao I de Nápoles el 6 de agosto de 1414, pero el enlace no prosperó y Juan acabó casando con Blanca. Al resto de los llamados por Don Juan Manuel «infantes de Aragón», Enrique, Pedro y Sancho los situó como grandes maestres de las órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara; por su parte, las infantas de Aragón María y Leonor acabaron siendo reinas consortes de Castilla y de Portugal respectivamente. Además, como perteneciente al linaje de Trastámara, Fernando I tenía grandes patrimonios en Castilla, donde era también regente, lo que le permitió de facto gobernar en ambas Coronas, ya que no renunció a la regencia castellana tras alcanzar el trono aragonés.

En la cuestión del Cisma de Occidente, se desvinculó muy pronto de Benedicto XIII (el papa Luna o antipapa) e intentó que renunciase al pontificado, para lo cual se reunió con él en Morella (1414) y en Perpiñán (1415). Tras la decisión tomada en el Concilio de Constanza, reunido el 5 de noviembre de 1414, que destituyó a los tres papas, y la entrevista que Fernando I tuvo con el emperador Segismundo, el rey de Aragón decidió contribuir a poner fin al Cisma dejando de apoyar al papa Luna, lo que permitió que la Corona de Aragón volviera a ocupar el centro de las decisiones en el ámbito europeo y recuperara su posición al frente de la política en el Mediterráneo.

Aseguró la continuidad de la monarquía, aspecto que tantos problemas había causado con la muerte sin heredero de Martín I el Humano, nombrando a su primogénito Alfonso heredero real.

A mediados de 1415 comenzaron los síntomas de la grave enfermedad que le llevaría a la muerte y que fue diagnosticada como arenes de ronyons. Así a principios de 1416, preocupado por sus posesiones en Castilla —cuya regencia aún ostentaba y que ejercía a través de cuatro delegados: los obispos Sigüenza y Cartagena, el conde de Montealegre y el adelantado de Andalucía—, comunicó a su segundo hijo Juan, que se encontraba en Sicilia como lugarteniente suyo, que en cuanto tuviera noticia de su muerte se dirigiera inmediatamente a Sevilla para tomar «a su mano, la parte de govierno que pudiese en aquella provincia por la menor edad del rey».

El 14 de marzo de 1416 su enfermedad se agravó en Igualada,​ donde fallecería el 2 de abril del mismo año.

En su testamento legó la mayor parte de sus posesiones y títulos de Castilla a su segundo hijo Juan, además del ducado de Montblanch, mientras que sus otro hijo Enrique recibía el condado de Alburquerque y el condado de Ledesma. Por su parte su hijo Pedro recibía las ciudades y villas catalanas de Tarrasa, Vilagrasa y Tárrega y las valencianas de Elche y Crevillente.

De su matrimonio con Leonor de Alburquerque tuvo siete hijos:

Alfonso el Magnánimo (1396 - 1458), su sucesor en el reino de Aragón, con el nombre de Alfonso V, y rey de Nápoles, con el nombre de Alfonso I.
Juan el Grande (1398 - 1479), rey de Aragón y de Navarra con el nombre de Juan II.
Enrique (1400 - 1445), conde de Alburquerque, duque de Villena y Gran Maestre de la Orden de Santiago.
Sancho (1401 - 1416). Gran Maestre de la Orden de Alcántara.
Leonor (1402 - 1445), que se casó con Eduardo I de Portugal.
María (1403 - 1445), que se casó con su primo Juan II de Castilla.
Pedro (1406 - 1438), IV conde de Alburquerque y duque de Noto.

LALIENA CORBERA, Carlos y Cristina Monterde Albiac, En el sexto centenario de la Concordia de Alcañiz y del Compromiso de Caspe, coord. por José Ángel Sesma Muñoz, Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2012.
SESMA MUÑOZ, José Ángel, El Interregno (1410-1412). Concordia y compromiso político en la Corona de Aragón, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico» (CSIC), 2011. ISBN 978-84-9911-143-8
VERDÉS PIJUAN, Pere, «Las elites urbanas de Cataluña en el umbral del siglo XV: entre el discurso político y el mito historiográfico», La Corona de Aragón en el centro de su historia. El Interregno y el Compromiso de Caspe (1410-1412). Congreso celebrado en Zaragoza y Alcañiz, 24-26 de noviembre de 2010, Zaragoza, Gobierno de Aragón (Actas, 75), 2011, pp. 147-174.
ISBN 978-84-8380-295-3


Vicens Vives, Jaume (2003) [1953]. Paul Freedman y Josep Mª Muñoz i Lloret, ed. Juan II de Aragón (1398-1479): monarquía y revolución en la España del siglo XV. Pamplona: Urgoiti editores. ISBN 84-932479-8-7.


Ascendientes de Fernando I de Aragón
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
16. Fernando IV de Castilla
 
 
 
 
 
 
 
8. Alfonso XI de Castilla
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
17. Constanza de Portugal
 
 
 
 
 
 
 
4. Enrique II de Castilla
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
18. Pedro Núñez de Guzmán y González
 
 
 
 
 
 
 
9. Leonor de Guzmán
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
19. Juana Ponce de León
 
 
 
 
 
 
 
2. Juan I de Castilla
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
20. Manuel de Castilla
 
 
 
 
 
 
 
10. Don Juan Manuel
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
21. Beatriz de Saboya
 
 
 
 
 
 
 
5. Juana Manuel de Villena
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
22. Fernando de la Cerda
 
 
 
 
 
 
 
11. Blanca Núñez de Lara
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
23. Juana Núñez de Lara
 
 
 
 
 
 
 
1. Fernando I de Aragón
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
24. Jaime II de Aragón
 
 
 
 
 
 
 
12. Alfonso IV de Aragón
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
25. Blanca de Nápoles
 
 
 
 
 
 
 
6. Pedro IV de Aragón
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
26. Gombal de Entenza
 
 
 
 
 
 
 
13. Teresa de Entenza
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
27. Constanza de Antillón y Cabrera
 
 
 
 
 
 
 
3. Leonor de Aragón
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
28. Federico II de Sicilia
 
 
 
 
 
 
 
14. Pedro II de Sicilia
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
29. Eleonor de Anjou
 
 
 
 
 
 
 
7. Leonor de Sicilia
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
30. Otón III de Carintia
 
 
 
 
 
 
 
15. Isabel de Carintia
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
31. Eufemia de Silesia-Legnica