196. LA VENGANZA DE ABDELMELIC (SIGLO
XI. ALBARRACÍN)
A fines del siglo XI, los territorios
independientes de la taifa de Albarracín estaban rodeados de los de
la importante taifa de Sarakusta, de los de Molina, Cuenca y
Alpuente, y de unos minúsculos señoríos vasallos del Cid. Sus
pequeñas cortes eran hervideros de confabulaciones y las relaciones
con los alcaides de sus fortalezas no estaban exentas de episodios
más o menos intrigantes.
El segundo señor independiente de la
Sahla, Abdelmelic ben Razín, tuvo ocasión de vivir una de estas
intrigas en el castillo de Adakún, hoy Alacón, del que era alcaide
y vasallo suyo un tal Obaidalá, cuñado de Abdelmelic, puesto que
estaba casado con una hermana de éste.
Tramó con cuidado y sigilo Obaidalá
el asesinato de su cuñado y señor, hombre ya mayor, con el deseo de
sucederle en el gobierno de la Sahla. Para ello, invitó a su palacio
a Abdelmelic y a sus hombres de confianza, ofreciéndoles un banquete
en el que corrieron profusamente comida y vino. Cuando el señor de
Alacón creyó llegado el momento, sus esbirros se lanzaron sobre
Abdelmelic y le hirieron gravemente. Ante el drama que se estaba
produciendo, la hermana del agredido —y esposa a la vez del
agresor— pudo subir al piso superior y solicitar auxilio al
exterior, de modo que los servidores de Abdelmelic entraron en el
recinto y prendieron a los agresores, dejando con vida al traidor y a
su hijo, tal como les pidió su señor, que yacía herido.
Los organizadores de tan sangriento
festín fueron castigados con saña para que sirviera de escarmiento
y Abdelmelic —que salvó la vida, aunque le quedaron cicatrices del
atentado— hizo comparecer públicamente a Obaidalá, su cuñado,
ordenando que le cortaran manos y pies, que le vaciaran los ojos y,
por fin, que fuera crucificado a la vista de todos, como así se
hizo, desoyendo las súplicas de su hermana. En cuanto al hijo del
señor de Alacón, que era su sobrino y había participado también
en la conspiración, decidió dejarle en libertad, pero no sin antes
ordenar que le fuera cortado un pie para que nunca le pudiera
perseguir.
Hay quien, todavía hoy, cree oír en
Alacón, junto a las ruinas del castillo, los lamentos de una mujer,
sin duda la esposa de Obaidalá, gemidos por el hijo al que su
marido, el señor de la Sahla, castigara.
[Bosch, Joaquín, Historia de
Albarracín... II. Albarracín musulmán págs. 163-164.] (Jacinto Bosch ?)
https://www.aragon.es/documents/20127/674325/02%20Taifa%20musulmana.pdf/fa730aee-946f-b33c-8fc1-5028820fb308
https://www.aragon.es/documents/20127/674325/02%20Taifa%20musulmana.pdf/fa730aee-946f-b33c-8fc1-5028820fb308