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domingo, 28 de junio de 2020

334. SAN MIGUEL LUCHA CONTRA LA PLAGA DE LA LANGOSTA


334. SAN MIGUEL LUCHA CONTRA LA PLAGA DE LA LANGOSTA
(SIGLO XIV. TAUSTE)

Toda la Europa occidental padeció durante el siglo XIV y parte del XV auténticos períodos de hambre, de modo que la reconstrucción agraria sólo se puede situar a partir de 1440-60. Estas hambrunas tenían causas diversas: sequías pertinaces, malas cosechas, incendios, inundaciones, plagas... En Aragón, la grave crisis tuvo su punto culminante desde la última década del siglo XIV hasta finales del reinado de Alfonso V el Magnánimo, a medidos del siglo XV. Es en este escenario general y desolador en el que tuvo lugar la singular intercesión de san Miguel.

Por estar ya muy entrada la primavera, y después de un invierno que había sido adecuado para que el campo rindiera buenos frutos, la cosecha de aquel año se auguraba entre normal y buena, sobre todo comparada con las de los últimos años, que habían sido bastante malas e incluso paupérrimas.

En las casas y en los mentideros de Tauste ya se hacían cálculos. Quien más quien menos pensaba en adquirir un caballo para que tirara del carro, pues el «tordo» ya se había hecho viejo; otros pensaban mejorar el ajuar de la hija que tenían por casar o en levantar un pajar nuevo en las afueras del pueblo donde acumular más hierba para más ganado...

Pero nadie contaba con el día 8 de mayo del año 1421, que ya había amanecido, un mal día donde los haya, pues una densa plaga de langosta, que oscureció el cielo casi por completo, invadió todos los campos: de repente, el verde se había convertido en pardo y la langosta amenazaba con devorar la cosecha en ciernes.

Sin remedios técnicos ni químicos conocidos para combatir aquella legión de saltamontes, no cabía esperar nada más que un futuro de hambre. E hicieron lo que sólo cabía hacer, buscarse un intercesor ante Dios. Por eso, buscaron y hallaron al arcángel san Miguel, que libró a los campos de Tauste de la plaga voraz.

[Bernal, José, Tradiciones..., pág. 166.]
[Desde entonces se popularizó la costumbre de ayunar, incluidas las caballerías, desde las doce de la noche del día 8 de mayo hasta que tenía lugar la procesión en la iglesia, a la que acudían todos los vecinos de Tauste.]

martes, 23 de junio de 2020

310. LA ABSOLUCIÓN DE LOPE FERNÁNDEZ DE LUNA


310. LA ABSOLUCIÓN DE LOPE FERNÁNDEZ DE LUNA (SIGLO XIV. VILLARROYA DE LA SIERRA)

Don Lope Fernández de Luna, nombrado arzobispo de Zaragoza en 1352, era un genuino representante de la casa de los Luna, influyente familia dentro del contexto del reino de Aragón e incluso fuera de él.

Al nuevo arzobispo zaragozano le vemos interviniendo, en un momento u otro, en los principales asuntos públicos: trata sobre la paz y la guerra, sobre leyes y sobre embajadas...

Con motivo de la cruel «guerra de los dos Pedros» —el de Aragón y el de Castilla—, de tan nefastos resultados para los aragoneses, a Lope Fernández de Luna se le encomendó, en calidad de capitán general, la defensa de las fronteras comunes entre Castilla y Aragón, para lo cual dividió y distribuyó las fuerzas y fortificó la ciudad de Calatayud, así como varias plazas ubicadas en estos confines.

En medio de tales afanes, se le ocurrió visitar la imagen de Nuestra Señora de Villarroya. Despachó por delante a sus criados, mientras él cabalgaba detrás junto con un capellán amigo. Iban ambos hablando y rezando cuando, desde un pinar cercano, les llegó una voz lastimera y quejumbrosa. Desmontaron de sus cabalgaduras, las ataron y se internaron entre los pinos en dirección a los lamentos.

Sorprendidos, en un claro del pinar, vieron la cabeza de un hombre que estaba separada de su cuerpo. La cabeza, volviendo los ojos hacia don Lope, le dijo a éste: «Arzobispo, confesión». Aunque un tanto confundido, el religioso confesó a aquel penitente, y, cuando hubo acabado, continuó diciendo que «la causa de haberle favorecido el cielo con el confesor que pedía había sido por la devoción que siempre tuvo a san Miguel, al cual se había encomendado cuando una cuadrilla de castellanos le habían herido de tal suerte, conservando milagrosamente la vida en la cabeza, y que el santo le había ofrecido su asistencia hasta que se confesase». Dicho esto, expiró.

El arzobispo, confundido por el prodigio que acababa de vivir, mandó sepultar el cadáver y, años después, cuando la guerra llegó a su fin, comenzó a edificar la capilla que lo conmemoraría para siempre.

[García Ciprés, G., «Ricos hombres de Aragón. Los Luna», Linajes de Aragón, II
(1911), 245-246.]

lunes, 13 de enero de 2020

De la Dedicacio de sent Michel.

De la Dedicacio de sent Michel

La festivitat dels angels ab gran exaltacio es celebradora cor ells dels ligams del diable nos guarden ens defenen: e jacsia que la semblança de la sustancia dels angels sol aquell qui es creador haja coneguda: empero la natura dels angels molt pura esser creem. Perque a la damunt dita puritat angelical demostradora de vestiments e de paraments blanchs dels mijancers en quatre capes es usador e per tal con aministrans los angels los sants patriarches e profetes conexença del Salvador e apres de la passio hagueren tres creus volem aqui esser una ço es en lo mig e altres en les estremitats del rerealtar et encara rahonablement lo reraltar istoriat on la ymage daquella que per langel fo saludada es figurada hi sia posat: entre les creus pero de cascuna part en lo reraltar tests juncts los mellors sien posats e en les estremitats los bacins daurats sien collocats.


sábado, 29 de junio de 2019

PEDRO I, CURADO POR SAN MIGUEL IN EXCELSIS


96. PEDRO I, CURADO POR SAN MIGUEL IN EXCELSIS
(SIGLO XI. SAN MIGUEL DE ARALAR)

PEDRO I, CURADO POR SAN MIGUEL IN EXCELSIS  (SIGLO XI. SAN MIGUEL DE ARALAR)



A punto de finalizar el siglo XI, entre los muchos prodigios que se atribuyen a san Miguel In Excelsis destaca la extraordinaria curación del rey Pedro I de Aragón de una molesta y grave enfermedad que, desde hacía bastante tiempo, sufría en sus órganos genitales.
Ante la persistencia de la enfermedad, de sobras conocida en la corte, y con la prudencia que el caso requería, el rey había llamado a palacio y solicitado consejo a los más afamados médicos judíos y cristianos de sus tierras, quienes no vieron manera alguna de atajar el mal del monarca. Decidió, pues, Pedro I acudir en peregrinación a Roma, donde tampoco encontró remedio para su dolencia, de modo que, tras descansar de la fatiga, prosiguió viaje a Salerno, sede entonces del más afamado estudio de medicina de la Europa del momento. Se hizo visitar y consultó allí a los prestigiosos médicos de su claustro, pero todo fue en vano, de modo que decidió regresar a Aragón sin haber recibido ningún diagnóstico certero y mucho menos remedio.
Una vez en palacio, como desesperado y último intento, atraído por la fama cobrada por san Miguel In Excelsis, decidió viajar a sus dominios pamploneses con la intención de acudir devota y humildemente en peregrinación al santuario navarro. Al llegar al pie del agreste monte Aralar, en cuya cima se asienta el santuario, descendió del carruaje que lo había conducido hasta allí y, llenando de arena unas alforjas preparadas al efecto, ascendió sin ayuda de nadie cargado con ellas por el tortuoso camino que conduce hasta la propia ermita.
Cuando el rey coronó la cima, una vez arriba, aunque exhausto por el esfuerzo realizado, estuvo el rey orando a san Miguel hasta que lo venció el sueño. Al despertar al día siguiente y llevar sus manos a las partes enfermas, advirtió, entre emocionado e incrédulo, que estaba totalmente curado.

Agradecido al santo por el favor recibido, ordenó enseguida al abad que tañesen todas las campanas en señal de júbilo por el venturoso milagro.

[Gómez de Valenzuela, Manuel, La vida cotidiana en Aragón..., pág. 29.]

miércoles, 8 de mayo de 2019

SAN MIGUEL, EN LA RECONQUISTA DE ZARAGOZA


2.48. SAN MIGUEL, EN LA RECONQUISTA DE ZARAGOZA (SIGLO XII. ZARAGOZA)

Hacía más de cuatrocientos años que la ciudad de Sarakusta se hallaba bajo el poder de los musulmanes cuando el gran conquistador, el rey aragonés Alfonso I el Batallador, llegó ante sus puertas y decidió su cerco con objeto de recuperarla para los cristianos.

El rey, como estratega experimentado que era, hizo dividir y organizó sus huestes en varios escuadrones, con sus respectivas estancias fortificadas cerca de cada una de las puertas de acceso a la ciudad para que ni los sitiados pudieran salir ni tampoco pudieran recibir ayuda del exterior, de modo que ello,
sin duda, provocaría y aceleraría su rendición.

Cumpliendo las órdenes del rey es por lo que se ubicó frente a la puerta de Valencia el escuadrón compuesto por los guerreros navarros quienes, a las órdenes de don Guillermo, obispo de Pamplona, habían acudido para ayudar al rey aragonés.

Puerta de Valencia, Zaragoza
Puerta de Valencia, Zaragoza

Fue el propio obispo quien, el día en que se iba a dar el asalto definitivo a la ciudad, vio sobre su muralla al mismo arcángel san Miguel, capitán de la milicia angélica. Su figura, envuelta en una cegadora luz, empuñaba una espada desnuda que indicaba a los cristianos allí apostados que era voluntad de Dios que diera comienzo el ataque por aquella puerta.
El obispo, tras informar al rey de tan extraordinario suceso, arengó y animó con sus palabras a sus tropas, que eran muy devotas del santo, instándoles a comenzar la batalla por el lugar indicado. Así, con la mediación y ayuda de san Miguel, el escuadrón navarro logró abrir el muro valiéndose de un gran ariete y pudo penetrar por fin en la ciudad, rescatándola de los infieles, después de haber estado en sus manos algo más de cuatrocientos años.
Los cristianos, agradecidos al santo por la ayuda prestada, edificaron un templo en el lugar donde fue visto el arcángel y se dedicó a San Miguel de los Navarros, en honor y recuerdo del valiente y piadoso ejército del obispo pamplonés Guillermo.

[Faci, Roque A., Aragón..., II, págs. 183-184.
Dormer, D.J., Disertaciones del martirio de Santo Dominguito, dedicatoria 80.]

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